Capitulo IV
El emperador estuvo inquieto durante su tiempo en Roma, manteniéndose ocupado siguiendo las minucias de su reciente adquisición, Germania. Después de solo tres años, se había preparado a sí mismo y a sus legiones para una expedición para resolver la crisis de la deuda en curso.
Perseo condujo cinco legiones al pacífico estado de Meróē, una tierra famosa por su gran trabajo en metal. Conquistando el pequeño reino en cuatro años, debido a la detención de la campaña, Perseo inauguró una nueva provincia imperial para el imperio. Este territorio se convertiría en una de las mayores fuentes de riqueza romana. Durante las próximas décadas, sus fronteras se expandirían lentamente a medida que Roma y el Reino de Aksum acordaron dividir las tierras de los miembros de la tribu nómada Blemmyae.
Los traductores de Egipto, su base de operaciones para la invasión, le dijeron a Persro que Meróē era donde el imperio comerciaba con gran parte de su nub (oro) y, por lo tanto, cuando regresó a Roma, el emperador anunció su anexión de la provincia de Nubia. De hecho, Meróē tenía fama en toda África por sus fábricas de hierro y refinerías de oro. Estos fueron preservados durante la conquista y heredados por el emperador para beneficio del estado. Su escala de producción de ambos bienes fue impresionante en comparación con los estándares de otras provincias romanas.
Donde la región una vez comerciaba con una gran cantidad de sus productos a India y China, ahora centraría sus productos en los mercados del imperio. Desafortunadamente, la producción de hierro de Nubia ya había alcanzado los límites de su población y ninguna cantidad de inversión del Senado podría acelerar la producción de sus plantas y minas. Aún así, su incorporación al imperio implicó un aumento en los ingresos del estado a pesar de que Perseo eliminó algunos de los impuestos que se habían implementado bajo su padre.
Agregar la población de Nubia al imperio también compensó la disminución de la población de muchas de las provincias fronterizas, donde había escaso acceso a los hospitales romanos y la gente moría de enfermedades más rápido de lo que nacían niños. El único otro factor que compensó esta disminución fue el crecimiento del número de ciudadanos romanos, que se beneficiaron de la atención médica romana y se les animó a tener hijos gracias al apoyo financiero del Senado.
De vuelta en la capital, Perseo celebró un gran Triunfo para los ciudadanos, que abarcó una semana de celebraciones y desfiles. Su legendaria serie de conflictos dejó una clara impresión en la memoria pública, demostrando que Roma podía repetir fácilmente los éxitos de sus días de gloria (la gente no sabía que habían sido tiempos mucho peores que los actuales, pero tal es la nostalgia). Donde otros emperadores recientes solo tomaron represalias contra enemigos poderosos o conquistaron parcelas de tierra insignificantes, Perseo había realizado tales hazañas militares mientras derrotaba la temida deuda del tesoro con la misma acción.
Lemon
Luego de varios meses de campaña continúa en África, Perseo solo quería dos cosas ahora que estaba de regreso en Roma; un baño en las termas, y un cuerpo calentito junto al que ir a dormir. Sin embargo, antes de que pueda terminar su baño, se vio interrumpido por su nueva sirvienta.
–¿Avellana? ¿Necesitas algo?–
Avellana era una antigua esclava nubia de piel oscura y núbil, con hermosos ojos dorados. Antes, era la esclava del antiguo rey de Meróē, siendo su traductora oficial pues hablaba latín y griego. Ella fue entregada junto a varios cientos de esclavos para Roma y Perseo decidió liberarla, solo para que ella pidiera ser su sirvienta, cosa que el acepto. Por supuesto, Avellana (Hazel) no era su nombre original, sino la traducción del nombre en su lenguaje nativo.
Sonrojada, la ex esclava de piel oscura mira al suelo... antes de quitarse felizmente el vestido y revelar su cuerpo núbil a sus ojos.
–César… deseo agradecerte apropiadamente por mi libertad. S-si me acepta...–
Estaba bien afeitada debajo, su disposición para él era obvia incluso desde donde estaba. Sus fosas nasales se ensancharon, seguro de que podía oler su excitación desde el otro lado de la habitación. Su trasero era amplio, cada zancada hacía que sus mejillas ondearan tentadoramente, una vista que a menudo se había permitido. Ahora, sus abundantes pechos se mostraban solo para él, sus pezones oscuros sobresalían contra su piel más clara, rogando por su atención.
Quizá lo más sensual de todo era que ella no estaba intentado ser seductoraben lo mas mínimo.
Honrando al antiguo esclavo de piel oscura y núbil con una tierna sonrisa, Perseo asiente con la cabeza. Él puede ver cuán importante es esto para ella y, a decir verdad, no está seguro de poder resistirse en este punto.
Las termas del Palatino eran grandes, nada como las termas de Trajano, pero igual de ostentosas. El agua se sentía increíblemente bien en su piel y disponía de si. Cuando Avellana se acerca, él observa cómo se queda un poco con los ojos abiertos al sentir el agua en su piel también. Su hermoso cuerpo pronto brilla a medida que se sumergen más y más en el agua templada del baño, hasta que está sumergida hasta la cintura.
Perseo puede decir que esta mujer, esta belleza de piel oscura, no está segura de sí misma. Ella sabe que lo quiere, él puede decir eso, y sabe que le debe todo. Ha hecho que su excitación y su deseo de ser útil para él sean increíblemente obvios. Pero al mismo tiempo ¿alguna vez ha tenido sexo?
Avellana estaba inmóvil, claramente sin saber qué hacer a continuación sin ninguna orden. Mientras que los sirvientes se colocaron detrás de ella y empiezan a mimarla, una nueva experiencia para ella, mientras que Perseo se eleva un poco más fuera del agua y se sienta en el escalón superior justo antes del borde de la piscina. De hecho, esto enfoca su verga, ya que la mitad superior de su erección sale del agua como resultado. A Perseo no se le escapa cómo los ojos de Avellana se enfocan en él, incluso cuando las manos de las siervas bailan sobre el cuerpo de la doncella de manera experta, tocándola como una lira.
–¿Te gusta lo que ves? ¿La gran... y gorda... verga de tu emperador?– susurro una de sus sirvientes de nombre Katharos, "Katy", (Katie).
Uno pensaría que sus ex esclavas solo estaban mostrando su gratitud a modo mansedumbre por haberlas liberado. Pero, lo cierto es que ellas ya eran así de descaradas desde antes. Aunque para ser justos, fue Regina quien las alentó para complacerme de muchas maneras. Aún así, Avellana asiente bruscamente en respuesta, sus ojos dorados y nublados nunca dejan su verga oscilante.
La sirvienta que le estaba atendiendo a él, Miranda, la hermana de Katy, agarro su miembro y comenzó a acariciarlo deliberadamente, incluso mientras con su otra mano seguía masajeando sus hombros.
Katy jugaba con Avellana, tocando sus magníficos pechos oscuros, pasando las manos por su brillante estómago oscuro, sumergiendo sus dedos debajo de la superficie del baño para jugar entre sus muslos.
–¿Quieres ver más de cerca, Avellana? ¿Quieres ver a tu emperador más cerca?–
–S-Sí…–
Lentamente, las dos hermosas mujeres se acercan más y más, atravesando el baño para llegar a él. Perseo los ve venir; sus propios ojos verdes se oscurecen con lujuria mientras Avellana se arrodilla lentamente en el escalón justo debajo del que está sentado. Esto la deja no del todo a la altura de los ojos con su verga, sino más cerca del nivel del pecho, sus hermosas y flexibles tetas, cada uno cubierto con un pezón negro duro como una roca en este punto.
Miranda detiene sus caricias a su miembro, mientras ve a su hermana pasar sus manos por el hermoso cabello exótico de Avellana.
–Continúa entonces. Muéstrele al César tu agradecimiento–
Sonrojada, pero muy ansiosa, Avellana se acerca y agarra su verga con ambas manos. Después de un momento de acariciar, decide envolver sus pechos alrededor de su miembro. Al hacerlo, Perseo gime cuando su pecho de piel oscura frota suavemente su polla blanca y pálida.
–¿Te gusta eso, César? ¿Te gustan mis pechos, envueltos alrededor de tu miembro? Por favor… permite que este humilde esclavo te complazca–
En ese momento, Perseo tomo delicadamente el mentón de Avellana y gentilmente inclino su cabeza hacia arriba.
–No eres mas una esclava, Avellana. Eres mi sierva ahora y si alguna vez quieres ser otra cosa, solo tienes que pedírmelo y hare tus sueños realidad–
Al escucharlo, las siervas hermanas sonrieron. Junto a su libertad, el emperador les había concedido su deseo de tener un hermoso jardín ¡dándoles una de sus viñedos en Sicilia, nada menos! César Perseo era el hombre más generoso del mundo.
Al ver esto, la antigua esclava se sonroja, la más leve de las sonrisas baila en sus labios y realza aún más su belleza exótica mientras duda por un momento antes de hablar.
–Yo… deseó un caballo, siempre quise tener uno–
Eso hace que Perseo arquee una ceja, mientras que Avellana no se atrevía a mirar hacia arriba después de hablar tan descaradamente. Eventualmente, Perseo habla, aunque su voz es bastante ronca y profunda que la excita de una manera antinatural.
–Cuando terminemos aquí iremos a los establos y escogerás a una decena de mis caballos. Estos serán tuyos y traeré maestros de equitación para ti, para que te enseñen a montarlos, criarlos y amaestrarlos en tu nueva villa cerca de Roma–
La sonrisa deslumbrante pero deslumbrante que le da Avellana en respuesta a esa afirmación casi le dió un vuelco en el corazón.
–Me gustaría mucho eso, César–
Si pudiera salirse con la suya, simplemente haría que ella lo llamara Perseo. Pero al final del día, los protocolos tenían que cumplirse. Incluso si los tres se estaban volviendo bastante... íntimos en este punto.
Incapaz de soportarlo más, Perseo toma a Avellana, lo que hace que la ex esclava de piel oscura grite cuando la levantan de sus rodillas y procede a darle un beso profundo y completamente no platónico en los labios, y metiendo su lengua en la garganta de sus nueva sirvienta.
–Mnnnn... ¡dominus!... ¡Oh, Mi César!– gemía ella entre besos.
Mientras tanto, sus manos fueron directo al trasero de Avellana. Su trasero estaba tan bien formado, en una perfecta forma de corazón, y sus caderas se curvan maravillosamente. Todo ello con esa piel oscura y exótica.
Ya sin poder contenerse más, Perseo termino el beso y abruptamente le dió vuelta, y la sento en su regazo. Sus manos masculinas la agarran firmemente por los costados y la atrajo hacia él, sobre su regazo... y específicamente sobre su verga. Atrapada, Avellana solo gime mientras se retuerce sobre el pene del César. La cabeza de miembro presiona contra su coño resbaladizo, y lenta pero seguramente, ella se hunde en su dura longitud.
Mientras tanto, sus sirvientas estaban complaciendo a Avellana, cada una se abia quedado prendada de uno de sus pezones, sus manos sobre los senos de la otra mujer ahora, moldeándolos, abusándolos, amasándolos sin restricciones. Atrapada entre el emperador y sus siervos, todo lo que la joven de piel oscura puede hacer es tomar el placer que se le impone, sus gemidos resonaron por toda la habitación, mientras su coño se apretaba con fuerza alrededor de su verga.
Continuaron haciendo el amor a un ritmo lento. Perseo ni siquiera empuja hacia arriba con las caderas. Al final, es una ondulación sensual encima de su verga, donde Katy y Miranda ayudan a Avellana a cabalgarlo, girando sus caderas hacia adelante y hacia atrás sobre su miembro. Sus manos se deslizan hacia arriba y hacia abajo por sus costados y caderas, a veces dándole un buen apretón a sus hermosas y abundantes nalgas antes de continuar.
Avellana lo monta a más de un orgasmo por gemido, hasta que finalmente Perseo simplemente no puede soportarlo más y se corre, su semilla es ordeñada de su verga y es liberada en lo profundo de su coño fértil.
Mientras la llena con su semen, las chicas retroceden y miran a Avellana a los ojos.
–¿Sientes eso Avellana? Esa es la semilla de un emperador, de tu salvador– susurro Katy.
–¿Darías a luz al hijo del César, como nosotras, si tuvieras la oportunidad?– preguntó Miranda.
Avellana ni siquiera tuvo que pensar en eso. Ella asiente con la cabeza hacia arriba y hacia abajo rápidamente, gimiendo todo el tiempo mientras les da su respuesta.
–¡S-Sí, Sí, Sí! ¡Lo haré! ¡Seré la yegua de cría de los hijos del emperador!–
Bueno, eso resolvió eso, supuso Perseo. Realmente no era un problema, entre el masoquismo de Regina y el fetiche de Annabeth de que embarace a tantas mujeres como sea posible, solo las haría más felices. Ciertamente podía cubrir la manutención de todos ellos y sus madres.
Avellana se desplomo en los brazos de Perseo cuando terminaron. A pesar de que no había sido tan rápido o duro como solía hacerlo, la exótica joven de piel oscura resultó ser todo lo que el hubiera imaginado y más. Era un soplo de aire fresco el hacer el amor gentilmente en lugar de "conquistar" en una sesión uno a uno.
Perseo se recuesta en las termas y permite que las chicas recojan a su nueva "hermana" y los ve salir de la terma y secarse con una toalla antes de vestirse. Sin embargo, mientras los ve irse, solo la mayor parte de su atención está en sus hermosos cuerpos, ahora cubiertos una vez más. El resto de su enfoque está en el futuro.
