Al día siguiente fueron hasta la casa de Cullen.
Jacob condujo hasta allí mientras el resto de la manada fue en forma de lobo y se quedaron haciendo guardia alrededor.
La postura de Jacob cambió en el momento en que pusieron un pie en la entrada. Su rostro se tornó serio y precavido y Bella se dio cuenta de que en ese momento estaba en pleno estado Alfa. Obviamente, algo había ocurrido el día anterior en la casa de los vampiros e iba a intentar conseguir la información que Sam y él podrían necesitar.
—Pasad —Rosalie abrió la puerta y ambos entraron aunque Jacob se posicionó delante de ella dejándola a su espalda con Rose.
—¿Qué ocurre? —preguntó Bella a la rubia en un susurro
—Alistair se ha ido.
—¿Y nos sorprende? —masculló Jake
—En realidad no —respondió Rosalie tras él.
Dentro del salón se estaba produciendo una confrontación que tenía incluso apariencia física. Había un círculo de espectadores alineados contra las paredes, todos los vampiros y los tres implicados en la pelea. Esme y Tia eran las más cercanas a los tres vampiros del centro.
En mitad de la habitación, un desconocido siseaba a Carlisle y Benjamin.
—¿Quién es la nueva sanguijuela?
—Amun.
Vieron como Edward endurecía la mandíbula y se movía con rapidez para situarse al lado de Esme
—Amun, si quieres marcharte, nadie te obliga a quedarte —decía Carlisle con tranquilidad.
—¡Me estás robando la mitad de mi aquelarre, Carlisle! —Chillaba Amun, apuntando con un dedo a Benjamin—. ¿Ha sido por eso por lo que le has hecho venir? ¿Para robármelo? ¡Sabía que debía haber venido antes!
Carlisle suspiró, y Benjamin puso los ojos en blanco.
—Sí, claro, Carlisle emprende una lucha contra los Vulturis, pone en peligro a toda su familia, sólo para arrastrarme a mí a la muerte —repuso Benjamin con sarcasmo—. Sé razonable, Amun. Yo siento la obligación de hacer lo correcto quedándome aquí y no me estoy uniendo a ningún otro aquelarre. Y tú puedes hacer lo que quieras, claro, como te ha señalado Carlisle.
—Esto no va a terminar bien —gruñó Amun—. Alistair es el único cuerdo de esta reunión. Todos deberíamos salir por pies. —¡Nos van a masacrar a todos!
—No va a haber ninguna lucha —afirmó Carlisle con voz decidida.
—¡Eso es lo que tú dices!
—Si eso sucede, siempre puedes cambiarte de bando, Amun. Estoy seguro de que los Vulturis apreciarán tu ayuda.
Amun lo miró desdeñosamente.
—Tal vez eso sea lo correcto.
La respuesta de Carlisle fue cariñosa y sincera.
—Yo nunca te tomaría esto en cuenta, Amun. Hemos sido amigos durante mucho tiempo, pero jamás te pediría que murieras por mí.
La voz de Amun se mostró ahora más controlada.
—Pero te estás llevando a mi Benjamin contigo.
Carlisle puso su mano sobre el hombro de Amun y él se la sacudió de un tirón.
—Me quedaré, Carlisle, pero irá en contra tuya. Me uniré a ellos si ése es el único camino para poder sobrevivir. Sois todos unos majaderos si pensáis que podéis enfrentaros a los Vulturis —los contempló con cara de pocos amigos
—Hablaré sobre los lobos, cómo me has pedido, sobre el tratado y sobre que no se ha quebrantado ninguna ley ya que no son los Hijos de la Luna que creen que son. Pero nada más.
—Es lo único que hemos solicitado.
Amun hizo una mueca.
—Pero no va a ser eso lo único que consigas, según parece —se volvió hacia Benjamin—. Te he dado la vida y la estás desperdiciando.
El rostro de Benjamin se volvió frío y vacío y su expresión contrastó de forma extraña con sus rasgos juveniles.
—Es una pena que no pudieras sustituir mi voluntad con la tuya durante el proceso. Quizás entonces por fin habrías estado satisfecho conmigo.
Los ojos de Amun se entrecerraron. Le hizo un gesto brusco a una hermosa vampira que estaba allí también y pasaron dando largas zancadas al lado de Jacob y Bella en dirección a la puerta principal.
—No se va a marchar —confirmó Edward en voz baja—, pero mantendrá las distancias. No estaba marcándose un farol cuando hablaba de unirse a los Vulturis.
—¿Por qué se ha ido Alistair? —preguntó Bella.
—Nunca tuvo intención de quedarse. No ha dejado ni siquiera una nota. Cabe imaginar que considera inevitable la lucha. A pesar de su comportamiento extraño, la realidad es que Carlisle le importa demasiado para alinearse con los Vulturis. Supongo que ha terminado decidiendo que era un peligro demasiado grande —Edward se encogió de hombros.
Eleazar contestó al comentario de Edward.
—A Alistair le preocupaba que los Vulturis no nos escucharían. Está convencido de que encontrarán una excusa para salirse con la suya.
Los vampiros se miraron incómodos unos a otros. La idea de que los Vulturis pudieran manipular su propia ley sacrosanta para obtener sus objetivos no era una idea que les agradara.
Sólo los rumanos mantuvieron la compostura, con sus medias sonrisas irónicas. Parecían divertidos de ver el esfuerzo que hacían los otros para pensar bien de sus viejos enemigos.
Comenzaron a la vez muchas discusiones en voz baja, pero la que más prevaleció fue la de los rumanos.
—Tengo la gran esperanza de que Alistair tenga razón en esto —murmuraba Stefan—. No importa el resultado de la contienda, el rumor se extenderá. Ya es hora de que nuestro mundo vea en lo que se han convertido los Vulturis. Nunca caerán mientras todos se crean esa tontería de que ellos son los custodios de nuestra forma de vida.
—Al menos cuando nosotros gobernábamos, éramos honrados sobre lo que éramos —replicó Vladimir.
Stefan asintió.
—Nunca nos hicimos pasar por puros ni nos hicimos llamar santos.
—Creo que ya ha llegado la hora de luchar —añadió Vladimir—. ¿Cuándo crees que volveremos a encontrar unas fuerzas como las de ahora para resistir de verdad? ¿O una oportunidad mejor que ésta?
—Nada es imposible. Quizás algún día…
—Hemos estado esperando ya quince siglos, Stefan, y lo único que han hecho ha sido fortalecerse más y más con los años —Vladimir hizo una pausa—. Si los Vulturis ganan este conflicto, se marcharán más poderosos de lo que han venido, con nuevas conquistas que añadir a sus fuerzas. El que mueve la tierra —Vladimir asintió en dirección a Benjamin, que se envaró. Casi todos estaban prestando atención a los rumanos para ese momento — y aunque con sus gemelos brujos no tendrían necesidad de la ilusionista ni de la que lanza descargas —sus ojos se movieron hacia Zafrina y Kate —tampoco les vendrían mal ¿Verdad?
Stefan miró en dirección a Edward.
—Y tampoco necesitan exactamente al lector de mentes, pero ya veo por dónde vas. La verdad es que obtendrían mucho si ganaran esta vez.
—Más de lo que podemos permitir que consigan, ¿no estás de acuerdo?
Stefan suspiró.
—Creo que estoy de acuerdo. Y eso significa…
—Que debemos plantarles cara mientras todavía quede esperanza.
—Con que sólo los diezmáramos, incluso, si les pusiéramos al descubierto...
—Entonces, algún día, otros terminarían el trabajo.
—Y nuestra larga venganza podría cumplirse. Al fin.
Sus ojos se encontraron durante un momento y entonces murmuraron al unísono.
—Parece la única manera.
—Así que combatiremos —finalizó Stefan.
Aunque se podía percibir que se sentían divididos entre el instinto de supervivencia y la venganza, la sonrisa que intercambiaron estaba llena de anticipación
—Lucharemos —remató Vladimir.
Bella supuso que eso era algo bueno, ya que si Alistair tenía razón y no se podía evitar la batalla, la presencia de dos vampiros más podría ayudar.
—Las manadas lucharán —aseguró Jacob de repente —. No nos dan miedo los vampiros —agregó con una sonrisa de suficiencia.
—Qué niños —murmuró uno de los nómadas.
Jacob sonrió de forma provocadora.
—Al fin y al cabo ¿No somos la excusa de los Vulturis para venir a por ellos? —dijo señalando a los Cullen — lucharemos a vuestro lado —le dijo a Carlisle.
—Nosotros también tomaremos parte en la batalla —anunció Tia, con su voz habitualmente grave más solemne que nunca—. Creemos que los Vulturis se sobrepasan en el ejercicio de su autoridad y no albergamos deseo alguno de pertenecerles —sus ojos se dirigieron a su compañero.
Benjamin sonrió con amplitud y lanzó una mirada picara hacia los rumanos.
—Por lo que parece, soy una mercancía de interés, así que tendré que luchar por ganar el derecho a ser libre.
—Ésta no será la primera vez que haya peleado para defenderme del dominio de un rey —comentó Garrett en tono de broma. Caminó hacia delante y le dio una palmada en la espalda a Benjamin—. Aquí hablamos de defender la libertad contra la opresión.
—Nosotras estaremos al lado de Carlisle —expuso Tanya—. Y combatiremos con él.
El pronunciamiento de los rumanos parecía haberles hecho sentir a los demás la necesidad de hacer sus propias declaraciones.
—Nosotros no nos hemos decidido —admitió Peter. Miró hacia abajo, hacia su pequeña compañera; la expresión de los labios de Charlotte era de insatisfacción. Parecía como si ya hubiera tomado su decisión.
—Lo mismo digo —dijo Randall.
—Y yo —añadió Mary.
—Yo lucharé también —dijo Maggie, desprendiéndose con una sacudida de la mano de Siobhan, que la sujetaba—. Sé que la verdad está del lado de Carlisle, y eso no lo puedo ignorar.
Siobhan miró fijamente al miembro más joven de su aquelarre con ojos preocupados.
—Carlisle —dijo ella como si estuvieran a solas, ignorando el ánimo de repente formal de la reunión, y el arrebato imprevisto de declaraciones—, no quiero que esto termine en lucha.
—Ni yo tampoco, Siobhan. Ya sabes que es lo último que deseo —se sonrió a medias—. Quizás podrías concentrarte en mantener la paz.
—Ya sabes que eso no ayudaría —dijo ella.
—Carlisle cree que Siobhan tiene un don para hacer que las cosas sucedan según su voluntad —susurró Rosalie a Bella.
—Eso ayudaría bastante —respondió ella agarrando la mano de Jacob para sentirse anclada a la realidad.
—No hará daño —dijo Carlisle a la irlandesa.
Siobhan puso los ojos en blanco.
—¿Que visualice el resultado que deseo? —preguntó ella con sarcasmo. Carlisle sonreía ahora de forma abierta.
—Si no te importa.
Ella solo resopló, molesta y se alejó del salón con su aquelarre.
Cuando solo los Cullen, Jacob y Bella quedaron en el salón, Carlisle agarró la mano de Esme y sonrió.
—Bueno, no ha ido tan mal.
—Feliz Navidad —dijo Jacob con ironía.
Todos sonrieron sintiendo que el ambiente se destensaba un poco.
—Tenemos unos regalos —Esme se llevó a Bella hacia una de las habitaciones.
—¡Esme! —se sonrojó profusamente, algo incómoda —¿Por qué os habéis molestado?
—No es molestia Bella.
—Venga no te quejes tanto —Rosalie la empujó suavemente —estas cosas se le dan mejor a Alice pero ya sabes.
—Eres parte de la familia —terminó Esme mientras las tres se alejaban.
—Regalos —dijo Jacob, divertido —con lo mucho que le gustan a Bella.
Edward sonrió y le miró la pulsera.
—Al parecer algunos regalos sí le gustan.
—Creí que ibas a practicar eso de meterte en tus propios asuntos —replicó, aunque lo hizo sin la acritud de tiempo atrás.
—Me falta práctica y tú piensas a gritos —apretó los labios en una mueca y se relajó con una sonrisa al escucharle recitar, una vez más, la tabla periódica.
—Gracias
Jacob se encogió de hombros
—Me alegro por los dos —dijo al cabo de un rato.
—¿Qué ocurre? —Preguntó Carlisle que había estado hablando con Emmet hasta entonces.
—Jacob y Bella intercambiaron por Navidad unas pulseras —señaló la muñeca de él —son pulseras de compromiso quileutes —añadió.
—Vaya, perro —exclamó Emmet con una risa irónica —no pierdes el tiempo.
—No es como si supusiera una diferencia en nuestra situación —masculló con molestia.
—Es cierto —Edward le dio un golpe amistoso en el hombro — no te preocupes Jacob, Emmet solo bromeaba, en realidad no nos caes demasiado mal.
—Habla por ti —dijo Rosalie que entró de nuevo al salón alzando una ceja despectiva hacia Jacob —te he comprado esto
Jake cogió en el aire el frisbee que le lanzó y no pudo evitar una carcajada.
Rose ocultó una sonrisa divertida y salió de nuevo taconeando lejos de los demás.
Emmet sacudió la cabeza riendo por lo bajo y salió tras ella.
—¿Quieres que te lo lance un rato?
—Preguntó Edward
Vete a la mierda
El vampiro solo rió.
—Siempre le gustaron tus regalos, nunca puso pegas y los aceptaba con una sonrisa —dijo Edward mientras caminaban detrás de los miembros de su familia hacia donde estaban las mujeres —cuando pienso en ello ahora, con la distancia, me doy cuenta de que eso siempre fue así.
—Tus regalos eran estrambóticos tío —expuso Jacob con incredulidad —tenía diecisiete años y le diste un diamante —rió sin poder evitarlo —un consejo, no estamos en el siglo diecinueve.
—Nací en el siglo veinte —puntualizó Edward.
—Sí vale, lo que sea, ya me entiendes.
—Puede que eso no ayudara pero creo que siempre fuiste tú, aunque ella pensó al contrario durante un tiempo. No me malinterpretes, no cambiaría ni uno solo de los segundos de ese tiempo.
Voy a ser magnánimo porque es mía, Antimonio, Arsénico, Aluminio, Selenio, Hidrógeno…
—No hace falta Jacob —sonrió sin tristeza en aquella ocasión —lo que quería decir es que creo que lo entiendo. Lo estoy aceptando, al parecer.
—Bueno, sé que eso es una mierda así que… no te voy a decir que lo siento porque sería mentira, no siento que esté conmigo.
—Sé lo que quieres decir.
—¿Crees que lucharán? —dijo al cabo de un rato —los que tienen dudas, llegado el momento ¿Lucharán? ¿o se unirán a los Vulturis?
—Lucharán —respondió Edward —El único que no lo hará será Amun, el resto lo harán.
—Bien —Jacob se cruzó de brazos y se apoyó en el vano de la puerta mientras contemplaba a una azorada Bella que habría regalos en la estancia.
Vamos cariño, alegra esa cara
—Estrambóticos ¿No?
Sacudió la cabeza
—En realidad le gustan —dijo Jake —sobre todo esa fotografía de toda tu familia, aunque el marco de plata le parece excesivo —señaló con la cabeza una foto que había apartada sobre una mesita —también le gusta mucho ese libro —indicó con el índice un tomo de shakespeare de primera edición —y la chaqueta que le ha dado Rosalie.
—¿Cómo lo sabes? —Edward parecía molesto—siempre me ha frustrado no poder leerla, para mi ella es un misterio en todos los sentidos.
—¿Bella? —Jacob ahogó una risita — Cuando Bella no habla le salen subtítulos —añadió con diversión en la voz —no hace falta ser un lector de mentes, está ahí, en su cara, es como un libro abierto —se encogió de hombros —ha tocado la foto con los dedos temblorosos y se le aceleró el pulso al verla, aunque arrugó la frente cuando miró el marco. Al sacar el libro contuvo por un momento la respiración, casi la pude oír desde aquí y acarició la chaqueta
como me acaricia a mi
Edward arrugó el ceño.
—Perdón por eso, se me escapó. Pero ya me entiendes.
El vampiro le miraba a él como si fuera un rompecabezas igual de misterioso que ella.
Jacob se removió con incomodidad.
—Supongo que pasé mucho tiempo mirándola.
—No, pasaste mucho tiempo viéndola.
Edward se marchó con paso tranquilo y Emmet le siguió.
—Mira Jake —Se acercó a Bella al oír que le llamaba —Esme te ha comprado esto —le tendió un paquete y él lo abrió con cuidado.
Sacó una cazadora de cuero negra de motorista que tenía un lobo bordado en el hombro.
Jacob tragó saliva mirándola y después clavó los ojos en Esme con cautela.
Se sentía completamente devastado por aquel detalle y Bella, observándole, se dio cuenta de que Esme Cullen se había ganado la adoración de Jake para el resto de su vida.
—Gracias —dijo con voz ronca
Esme sonrió, una sonrisa enorme que llegó a sus ojos y ladeó la cabeza de esa forma maternal en la que hablaba con sus hijos .
—Pruébatela. Sé que no pasas frío y que no necesitas en realidad protección, pero es muy bonita ¿Verdad?
Rosalie puso los ojos en blanco pero en realidad parecía también contenta por la reacción de Jacob.
—Me gusta —Bella alzó una ceja mirándole cuando se la puso y rió al escuchar como Rosalie fingía tener ganas de vomitar.
Durante dos días, Edward y Carlisle permanecieron en el claro donde Alice había visto llegar a los Vulturis.
El mismo lugar donde se produjo la matanza de los neonatos de Victoria.
Habían decidido ser ellos quienes hicieran guardia porque sabían que los Vulturis estarían rastreándoles a cualquiera de los dos.
La situación era como un déjà-vu, al menos para todos los que habían formado parte de la primera batalla.
Para Bella, que estaría por primera vez allí, era algo nuevo y si la última vez había estado nerviosa y preocupada, en esa ocasión se sentía completamente aterrorizada, por ella y por todos los demás.
Mientras los Cullen vigilaban el claro, Bella y Jacob decidieron pasar juntos todo el tiempo posible. Ya no había necesidad de entrenar, lo único que querían era disfrutar de los días o las horas que tenían por delante.
No hicieron nada importante, ninguna escena de despedida, prefirieron actuar con normalidad así que Jacob la obligó a preparar la fiesta de Año Nuevo y fingieron que no estaban a punto de luchar con los seres más poderos del mundo sobrenatural.
Pasaron el día en La Push, llevando junto a Seth y Leah cajas de mudanza a casa de Charlie mientras Billy, Sue y él estaban de viaje, comieron pizza, pasaron un rato en el garaje e incluso ambas manadas se juntaron para hacer una hoguera la primera noche.
Sam y Emily habían hablado con Leah unos días antes y, aunque las cosas no tenían visos de cambiar pronto, había sido un paso más hacia la sanación de Leah. Bella suponía que tardaría tiempo en reparar su corazón, pero igual que creía ciegamente en que Edward encontraría la felicidad, también sabía que habría un futuro brillante para Leah.
Como cada noche, Jacob y ella se refugiaron en el dormitorio, ajenos al mundo en aquel pequeño espacio que era solo suyo, dejando que sus cuerpos hablaran, que sus bocas se buscaran diciendo sin palabras todo lo que no necesitaba ser dicho.
Se quedaron en la Push porque sentían que era donde debían estar, cerca unos de otros, preparados para proteger a su gente si las cosas salían mal.
Demasiado pronto, Carlisle les avisó para que acamparan en el claro y la manada de Jacob partió hacia allí el día siguiente. Sam decidió esperar.
Cuando llegaron, Edward estaba colocado una tienda para Bella a unos cuantos metros dentro del bosque y de nuevo llegó esa sensación de déjà-vu cuando se vieron de nuevo acampando en aquel ambiente frío los tres. Era casi imposible creer cómo habían cambiado las cosas siete meses después de aquello.
Sólo que, en esa ocasión, cuando Edward terminó de montar la tienda, les saludó con la cabeza y se fue junto a Carlisle y el resto de los aquelarres dejando a Bella con Jacob en la intimidad.
—No os alejéis —les dijo Jake a los chicos y a Leah que estaban allí en forma de lobo.
Ellos montaron guardia a su alrededor cuando entraron dentro de la tienda y entonces empezó a nevar.
Era la noche anterior a Nochevieja.
Jacob se tumbó en el saco de dormir y Bella se refugió en sus brazos entrando en calor al instante.
—¿Tienes miedo? —preguntó ella al cabo de un rato —La verdad —dijo sonriendo con los labios pegados en su pecho desnudo —no quiero una tontería de las tuyas.
—Ey, vaya fama —la apretó entre sus brazos y besó su cabeza —sí, tengo miedo.
—¿De verdad? —la sorpresa estaba presente en su voz.
—Tú estarás aquí Bella, por supuesto que tengo miedo.
—¿Y si no estuviera?
Él dejó salir el aire en una risa seca
—Estaría más tranquilo si pudiera tenerte con Renee en Jacksonville, la verdad.
—¿En serio? ¿Tan lejos?
Hizo una mueca
—No, la verdad es que tampoco estaría tranquilo —suspiró con cansancio —es una mierda todo esto.
—Si que lo es. Yo también tengo miedo pero ¿Sabes qué?
—No, que
—Prefiero estar contigo. Pase lo que pase sé que tengo que estar aquí, necesito… necesito verte.
—Bella. Te quiero —le dijo repentinamente serio— más que a nada en el mundo.
—Yo también te quiero, Jake —contestó ella tocando la pulsera quileute que él tenía en la muñeca.
—Si todo va mal y hay que luchar… necesito que te quedes cerca de Cullen en la batalla
Ella levantó la cara de su pecho y le miró, sus ojos muy abiertos en una silenciosa negativa que resonó más fuerte que si la hubiera proclamado a gritos.
Jacob sintió la garganta seca y trató de tragar saliva.
—Cariño si tengo que luchar en forma de lobo no tendré como protegerte, si estás solo conmigo correrás peligro. ¿Lo harás? ¿Por favor?
—No quiero separarme de ti
—Lo sé, tampoco a mi me hace gracia la idea y espero no tener que hacerlo Bells, pero si ocurre… él es el único al que le confiaría tu vida
¿Has oído Cullen? pensó todo lo alto que pudo, necesito que estés a nuestro lado, a su lado, por sí todo va mal.
—Vale —dijo finalmente ella aferrándose con fuera a él y hundiendo el rostro en el hueco de su cuello —solo por si acaso.
Jacob la protegió entre sus brazos y besó su sien.
Finalmente ambos se quedaron dormidos, agarrados el uno al otro con miedo de que aquella pudiera ser su última noche juntos.
Cuando el sol se alzó, la escena de la visión de Alice se mostró al completo.
Bella y Jaco salieron de la tienda cogidos de la mano, seguidos de la manada caminaron a través del campo blanco en absoluto silencio.
A lo largo de la mañana, temprano, los demás fueron reuniéndose lentamente hasta que pudieron escuchar al resto de los lobos desplazándose por el bosque.
—Iré a hablar con Sam —dijo Jacob.
Levantó sus manos unidas, besando los nudillos de Bella y agachó la cabeza para apoyar la frente contra la suya.
—No tardaré ¿Está bien? —Ella asintió — Leah —miró a la loba gris y señaló a Bella con la barbilla —quédate con ella.
Mientras Jacob iba hacia el bosque, Edward y Carlisle estaban disponiendo a los otros en una formación abierta, con el resto de sus invitados alineados a los lados, como si estuvieran en un museo.
Al cabo de unos minutos Jacob regresó, descalzo y a la carrera, abrochándose los pantalones.
—Las manadas están listas —le dijo a Edward.
Pasó los brazos alrededor de Bella al verla temblar y la abrazó con fuerza durante un segundo que duró una eternidad. La soltó con un suspiro apenas audible y la tomó de nuevo de la mano apretándola antes de entrelazar sus dedos.
—Esperaremos entre los árboles hasta que llegue el momento —La miró a los ojos.
Ella negó con la cabeza.
—No Jake —dijo categórica —voy contigo.
Jacob fue a hablar pero Edward le cortó.
—Ella tiene razón Jacob —sus palabras les hicieron callar a ambos —estará mejor con los lobos. Si vienen con intención de escuchar, venid hacia mí —sostuvo la mirada de Jacob —me quedaré a vuestro lado —añadió dejándole ver que le había oído la noche anterior —pero si llegan luchando…. si empiezan antes de que podamos hablar…
No hacía falta decir nada más. Si no querían hablar, el plan era sacar a Bella de allí, como fuera.
Leah y Seth la sacarán de aquí si hace falta. Yo lucharé.
Edward alzó una ceja que, según Jacob interpretó correctamente quería decir algo como Me gustaría ver como te las apañas para conseguir que se vaya sin ti.
Se me ocurrirá algo, así podría sacar a Seth de esto también.
Edward asintió imperceptiblemente
—Bien, vámonos entonces cariño —tiró de Bella hacia el bosque.
Ella miró a los Cullen antes de irse, intentándo decirles todo lo que tenía dentro con la mirada. Por las sonrisas y asentimientos supo que la habían entendido perfectamente.
—Lo conseguiremos —dijo Carlisle con su habitual calma.
Se colocaron en sus puestos mientras Leah, Jacob y Bella iban hacia el bosque.
Cuando estuvieron bajo la protección de la frondosa arboleda ella se dio cuenta de que en la manada de Sam había algunos lobos más.
—¿Jake? —preguntó, asustada mirándolos.
Él sacudió la cabeza con pesar.
— Debería haberlo imaginado— dijo — con tanto vampiro suelto pululando por los alrededores… han tardado demasiado en entrar en fase.
—Hace días —susurró él —Sam ha estado intentando.. —suspiró —hacer lo posible por ellos.
Iban a morir niños, se dijo Bella dándose cuenta de lo jóvenes que eran.
—Sam no ha tenido más remedio que traerlos —dijo Jacob adivinando sus pensamientos —Si luchamos con ellos —señaló a los Cullen — los Vulturis nos rastrearán y perseguirán a todos. Nosotros también nos jugamos el futuro de nuestra especie en esto.
—Jake…
—Shhh —él le tocó los labios con las yemas de los dedos — esta tarde nuestros padres regresarán y celebraremos esa fiesta de Año Nuevo.
Apartó los dedos, le dio un último beso, se desnudó y entró en fase. Caminó hasta ella en su forma de lobo y se apoyó en sus piernas. Bella entrelazó los dedos en el pelo sobre su enorme paletilla y se recostó contra él observando como la línea frontal se construía con Carlisle, Edward, Emmett, Rosalie, Tanya, Kate y Eleazar. Detrás estaban Benjamin y Zafrina, protegidos por el resto ya que eran las mejores armas ofensivas y si los Vulturis no podían verlos, aunque fuera durante unos cuantos momentos, eso podría cambiarlo todo.
Detrás de él Siobhan se frotaba las sienes, con los ojos cerrados en plena concentración y Bella se preguntó si estaba siguiendo la corriente a Carlisle intentando visualizar una solución diplomática a toda esa locura.
Sintió a sus espaldas a los lobos, invisibles, quietos y preparados cuando las nubes se espesaron, difundiendo una luz que tanto podía ser de la mañana como de la tarde.
Y todos se prepararon, se sentía en el ambiente que algo estaba a punto de ocurrir.
Bella apretó el agarre en el enorme lobo Alfa que tenía a su lado y él la golpeó con el hocico en un gesto tranquilizador.
Entonces llegaron.
