—Le mostré solo lo que pasaría si atacaban, como era su intención — explicó Alice —teniendo en cuenta que ninguno de ellos sobrevivía a la contienda…

—¿Ninguno? —preguntó Bella horrorizada.

—No creo que sea necesario entrar en detalles. Pero los Vulturis dejaban de existir… a un alto precio.

Bella, Jacob y los dos invitados restantes permanecían sentados en el gran salón de los Cullen con la familia mientras, más allá de las ventanas, oscurecía el bosque, donde la manada de Jake continuaba esperando ya que no querían marcharse sin su Alfa.

Vladimir y Stefan habían desaparecido minutos después de que lo hicieran los Vulturis. Ambos estaban de lo más decepcionados con el giro final de los acontecimientos, aunque Edward aseguraba que habían disfrutado de la cobardía de los Vulturis lo bastante como para endulzarles la frustración. Junto con ellos la manada de Sam se retiró a la reserva enseguida ya que Jared y el mismo Sam necesitaban ir a tranquilizar a sus compañeras que debían estar muertas de miedo en su ausencia esperando lo peor.

Benjamin y Tia se pusieron en marcha también, ansiosos de regresar a su hogar, al igual que las amazonas y ninguno de los nómadas se demoró demasiado. Les siguió muy pronto el aquelarre irlandés y finalmente los Denali fueron los últimos en emprender la partida junto a Garrett, quien se marchaba en su compañía, con toda la intención de permanecer con ellos.

Huilen y Nahuel fueron los únicos en quedarse y muy pronto, Carlisle se sumió en una intensa conversación con Huilen y su sobrino, fascinado por la historia y por la posibilidad de la existencia de seres mitad mortal mitad inmortal como Nahuel.

—Alice le facilitó a Aro la excusa necesaria para abandonar la lucha. Probablemente, habría seguido adelante con su plan original de no haber estado tan aterrado por la posibilidad de ser asesinado.

—¿Aterrado ese...? —preguntó Rosalie que estaba de pie junto a Emmet, con escepticismo

Edward sonrió.

—Los Vulturis no han librado una lucha limpia en veinticinco siglos, y nunca, nunca jamás, han combatido en una batalla donde estuvieran en posición de desventaja, en especial desde que Jane y Alec se incorporaron a sus filas. Sólo han tomado parte en masacres sin oposición. La visión de Alice fue… brutal —continuó — Con Zafrina de nuestro lado ellos quedarían ciegos en cuanto comenzara el combate porque el escudo de Bella la protegería, al igual que protegería a Benjamin, además los lobos son brutales y capaces de despedazar a un vampiro en milésimas de segundo. En un cuerpo a cuerpo tienen todas las de ganar. En resumen, habríamos sufrido unas pérdidas terribles, pero las suyas habrían sido peores, los Vulturis habrían dejado de existir. Nunca antes se habían enfrentado a esa eventualidad y Aro se asustó por primera vez en siglos.

— Con tantos hombres lobo del tamaño de un caballo —espetó Emmett mientras daba una patada de camaradería en el muslo de Jacob —la cosa estaba mejor de nuestro lado

Sentado en el suelo, apoyando la espalda sobre las piernas de Bella que estaba sobre el sofá, éste le devolvió una enorme sonrisa.

—Sin las manadas no habría sido posible —dijo Bella, que jugueteaba distraída con el pelo de Jake, incapaz de estar sin tocarle después de haber pensado que iba a perderle ese mismo día.

—Por supuesto —coincidió Jacob muy pagado de sí mismo.

Alice, que se hallaba debajo del brazo de Edward, de pie al lado de la mesa. Se inclinó hacia delante mientras se echaba a reír y guiñó un ojo a Bella.

—Totalmente de acuerdo —admitió Edward—. Jamás habían presenciado algo así. Los verdaderos Hijos de la Luna no se mueven en manadas y no suelen tener mucho control de sí mismos. Diecisiete enormes lobos disciplinados era una sorpresita para la que no estaban preparados. De hecho, a Cayo, como sabéis, le aterran los licántropos.

—Alice —intervino Bella de pronto —¿Era necesario irte sin explicarnos nada?

Alice suspiró.

—Edward sabía que debía irme a Sudamérica —respondió ella.

—En realidad sólo sabía que tenías que ayudar a los mapuches cuanto antes —rectificó él.

—Era necesario—continuó ella — mis visiones era… erráticas —explicó no sin cierta frustración —con los lobos y todo eso, todo estaba fragmentado y había varios escenarios posibles, aunque solo uno de ellos terminaba con todos vivos.

— ¿Pensabas que íbamos a morir?

—Era la posibilidad más real —respondió a bocajarro —pero si conseguía encontrar a los vampiros de los que hablaban los mapuches… si lograba dar con esos semi humanos o semi vampiros…

—No fue fácil —continuó Jasper, nuestra raza no es demasiado bienvenida por allí.

—Con razón —apostilló Jacob sin acritud

—Posiblemente —repuso Jasper, divertido.

—Podían no haber accedido a venir, había muchas variables también en todo eso —suspiró de nuevo— de todas las demás… opciones, digamos que estando yo las bajas en nuestro lado eran… terribles y si yo me marchaba eran menores.

—No te haces una idea de lo complicado que ha sido todo en realidad Bella. Ni siquiera estaba segura de que accedieran a escucharme.

—Puedo imaginarlo —la interrumpió— dejarnos a todos, irte mientras las cosas estaban así sabiendo las posibilidades si fallabas en tu misión… Oh Alice, que horrible para ti.

—Estoy contenta —respondió, con sus ojos brillando de regocijo y una enorme sonrisa en sus hermosas facciones —al final todo ha salido bien ¡Y podemos celebrar una fiesta de Año Nuevo!

—¿Una fiesta Alice? —preguntó Edward alzando una ceja.

—Oh venga, la de graduación no salió tan mal ¿No?

Todos se rieron de nuevo, incluso Jacob quien no tenía el mejor de los recuerdos de esa fiesta.

—En realidad yo tengo organizada una fiesta — murmuró Bella.

Jacob apoyó la cabeza en sus rodillas y miró hacia atrás para verle el rostro mientras le buscaba la mano con la suya para darle un apretón.

—Oh, nada como las tuyas claro, pero ¿Qué os parece si cogemos todo lo que hay en mi casa y trasladamos la fiesta aquí? Podríamos estar todos juntos.

Jacob le guiñó un ojo con complicidad.

—Charlie lo sabe todo —murmuró Edward con un gemido lastimero — tal vez será mejor que me quede lo más alejado posible de él.

—De verdad Edward —comentó Jacob — ¿Cuándo vas a empezar a practicar eso de no ser un cotilla?

—¡Oh eso es genial! —Alice se alejó de su hermano dando pequeños saltitos —¡Vamos a casa de Bella a por todo! Además aun tengo muchas cosas de… bueno de otras fiestas ¿Qué dices Rosalie?

El bueno humor y la alegría de Alice eran contagiosas y pronto tuvo a todos organizando la fiesta.

—Os quedaréis —les dijo a los visitantes —lo he visto —ladeó la cabeza y sonrió a Nahuel —además mañana, mi hermano Edward, Jasper y yo nos iremos con vosotros. Debemos ir a ayudar a tus hermanas, sobre todo a la más joven.

Algo ocurrió entre Alice y Edward, él endureció las mandíbulas y negó con la cabeza, ella asintió con una enorme sonrisa.

—Pasará. Lo he visto, Edward —repitió muy complacida

Él puso los ojos en blanco pero, al cabo de un momento, asintió y se encogió de hombros, como si cediera a lo inevitable y salió con Emmet y Rose para ayudar.

Bella alzó las cejas y miró a Alice, interrogante, ella volvió a asentir y le guiñó un ojo con complicidad saliendo con sus hermanos y Jasper.

—¿Crees que podría ocuparme yo de la comida? —pregunto Esme apretándose y mirando a Jacob.

Para sorpresa de Bella y de la misma Esme, él se levantó, envolvió las manos de la mujer con las suyas y le sonrió.

—Cocinas muy bien Esme, estaremos encantados de comer tu comida.

La cara de ella se contorsionó en un pequeño y adorable puchero y asintió enérgicamente, soltó sus manos y pasó los dedos por la mejilla de Jacob, tal y como solía hacer con sus hijos adoptivos.

—Me pondré ya mismo.

Bella abrazó a Jacob por la espalda y apoyó allí la cabeza, disfrutando de su calor, del latido de su corazón y del mismo Jacob.

—Gracias —susurró besándole la espalda desnuda.

Él colocó las manos sobre los brazos de ella, frotándolos lentamente.

—¿Por qué?

—Por aceptarlos. Ellos son importantes para mí.

—Lo sé —respondió —por eso les acepté al principio —se encogió de hombros —pero ahora es posible que me gusten un poco… aunque el olor…

Bella rió y ambos se despidieron de Carlisle y los mapuches antes de salir de la casa.

—Oh Bella —Alice se acercó a ella — Emmet irá con vosotros hasta tu casa, dile que tiene que traer. No ha ido solo porque no queremos que a Charlie le dé por disparar antes de tiempo ¿Verdad?

Bella miró el reloj y negó.

—Llegarán en algo más de dos horas.

—Genial ¡Edward! —gritó hacia la escalera —te vas con Emmet —se volvió hacia Bella — ven aquí a las cinco, ¡Te peinaré! —la miró de arriba abajo —y te pondrás algo de ropa.

—Tengo ropa Alice.

Ella arrugó su perfecta frente.

—Yo te vestiré —murmuró alejándose de ella mientras decía algo en voz baja que sonó a con algo que no sean harapos.

¿Cómo has dicho? —espetó Bella

—Que yo te vestiré y te dejaré zapatos —replicó Alice con voz cantarina.

—Mentirosa —dijo Jacob

—Cierra el hocico, perro.

Jake se rió y tiró de Bella hacia el bosque. Cuando salieron vieron que los lobos salían disparados en dirección a la Push.

—Espero que no les importe venir a la casa de los Cullen.

—No les importará —replicó Jacob levantando los brazos para que ella saltara sobre ellos —¿Te llevo a casa?

Bella rió y se tiró hacia él que la levantó en volandas y echó a correr con ella a gran velocidad.

—Los lobos no sois tan rápidos en forma humana ¿Eh? —Emmet les alcanzó y corrió a su lado, bostezando teatralmente.

Jacob corrió más rápido entre risas y Bella gritó aferrándose a su cuello todo lo que pudo.

Emmet lanzó un aullido exagerado y corrió con ellos con exultante alegría mientras Edward lo seguía más atrás, sonriendo, pero con su calma habitual de siempre.

No tardaron mucho en llegar a la casa de Charlie porque, aunque los lobos en forma humana no eran tan rápidos como los vampiros, ciertamente eran mucho más rápido que los humanos y además Jacob, que era rápido en caer en los piques de Emmet, esprintó cuanto pudo sin pensárselo dos veces y entró por la puerta en tiempo récord.

—En esa habitación está todo lo que tenía para hacer la fiesta —dijo Bella señalando el despacho — hay bolsas y cajas —cogió las llaves de su coche y se las lanzó a Edward —si usáis el coche será más fácil… de cara al resto del pueblo, ya sabes…

Él las tomó y entre él y su hermano cargaron todo en menos de tres minutos.

—Te traigo el coche luego —le dijo Emmet despeinándola con cariño —en cuanto la pequeña dictadora termine de mangonearnos

Cuando se fueron, los ojos de ambos se buscaron al instante y se fundieron en un abrazo tan apretado que todo su cuerpo parecía tocarse.

—Dios mío Jake, en algunos momentos creí que no íbamos a salir de ese claro.

Él dudó, pensando en si compartir o no con ella sus temores y finalmente se dijo que no había nada que no pudiera decirle en realidad.

—Yo también —respondió besando su cabeza — en esos últimos segundos casi vi mi vida pasar ante mis ojos y todo en lo que podía pensar era en protegerte.

Ella le abrazó más fuerte y le besó el pecho.

—Ya está, se acabó de verdad —continuó diciendo —ahora podremos tener una vida aburrida y tranquila.

—Ahora podré buscar un trabajo y tú, centrarte en terminar los estudios para poder aplicar a la universidad.

—¿No te parece un poco aburrido todo eso ahora mismo? Bells, ¡Hemos estado a punto de luchar contra unos vampiros que posiblemente conocieron a Alejandro Magno! Pensar ahora en termodinámica o cálculo diferencial me parece un coñazo.

—¿Termodinámica? —ella le miró sonriendo — Veo que has estado buscando información sobre la ingeniería mecánica…

Jacob la besó en los labios y la alzó un poco para tenerla a la misma altura.

—Si quieres esa pedida de mano que tanto pareces necesitar en un futuro —dijo dándole un mordisco en la barbilla — más me vale ser capaz de mantener una familia.

—Te seguiría a cualquier parte Jacob —dijo con seriedad —se miró la pulsera —además no necesito un anillo.

—Con todos los vínculos Bells, humanos o sobrenaturales, místicos o materiales. Y ahora — le dio otro beso rápido —vamos a pensar en cómo decirle a los demás que la fiesta ha cambiado de lugar… piensa rápido cariño, porque por lo que puedo oír, el coche de tu padre está aparcando justo ahora.

No fue fácil convencer a Charlie de que era una buena idea celebrar la fiesta de Fin de Año en una casa llena de vampiros.

Tampoco a Billy y Sue parecía agradarles la perspectiva, pero Charlie, simplemente estaba especialmente terco.

Fue Alice quien, habiendo visto lo que iba a ocurrir, se presentó allí y, con esa magia que parecía afectar tanto a Charlie en lo que a ella se refería, logró que el hosco hombre decidiera finalmente acudir con Sue.

A las cinco en punto Jacob dejó a Bella en casa de los Cullen y fue hasta la Push para arreglarse y visitar a Sam para agradecerle la ayuda prestada ese día.

Cuando por fin regresó con Billy, Charlie, Sue y la manada, la casa estaba completamente preparada para la fiesta y Esme y Carlise les abrieron la puerta dándoles la bienvenida con sonrisas cálidas.

—Hola Charlie —dijo el doctor extendiendo la mano. El hombre dudó pero finalmente, dejando escapar el aire con un suspiro cansado de rendición, la tomó —Carlisle —respondió palmeándole el brazo —Hola Esme.

Ella le abrazó con ojos brillantes y saludó después a los demás.

Entraron y Charlie se envaró al ver que Edward estaba sonriendo a Rosalie mientras conversaban cerca del salón, pero Jacob le agarró del hombro.

—Está bien jefe —apretó su agarre levemente — dales una oportunidad.

Charlie pareció ahogarse con su lengua incapaz de pronunciar un simple "¿Que?"

—Charlie —Leah, para sorpresa de los demás, intercedió también — apestan, literalmente, pero —se encogió de hombros —para ser vampiros no están mal.

—Son bastante guays —concordó Seth.

—Hay un montón de comida por allí —dijo Esme a los lobos.

Quil, Embry y Seth salieron disparados hacia las mesas seguidos por Leah.

—Gracias por hacer la comida —Sue, que parecía bastante incómoda, hizo un intento de ser cordial con Esme.

—Oh, no es problema —la vampira sonreía abiertamente —me gusta cocinar… aunque no puedo hacerlo demasiado claro. Con la manada por aquí he podido practicar.

Sue se sorprendió devolviéndole la sonrisa, incapaz de entender como esa mujer tan amable y dulce podía ser un monstruo.

—Creo que yo también probaré esa comida, señora Cullen —dijo Billy y Sue y Charlie se alejaron tras los chicos empujándole.

—Bueno, parece que no está mal —Carlisle rodeó la cintura de su esposa con el brazo y ella se apoyó en él.

—Me gusta tener gente cerca.

—Lo sé, querida.

—¿Dónde está Bella? —preguntó Jacob con un carraspeo

Los Cullen, que parecían haber olvidado su presencia, se giraron a mirarle.

—Arriba, con Alice.

—Pobre —se le escapó.

—Mi hermana lleva más de una hora torturándola —Edward, que se había acercado a ellos en silencio, bromeó de buen humor.

—Bella la quiere mucho —admitió Jacob sin ambages — pasar tiempo con ella le gusta, aunque tenga que aguantar todo eso de probarse ropa y maquillarse.

—Alice también la quiere —respondió Edward

—Todos la queremos —aclaró Carlisle.

—Sí, sois una hermosa familia

Los Cullen miraron a Jacob conmovidos.

—Ahora voy a ver si como algo —dio una palmada al hombre de Edward tal y como había hecho con Charlie y pasó a su lado con paso tranquilo.

—Hay un plato de galletitas para mascotas —Emmet le lanzó una mirada burlona

—Genial, me gustan de sabor a bacon —replicó Jacob

—Guau Guau

Emmet se reía mientras caminaba al lado de él.

—Parece que Emmet ha hecho un nuevo amigo —rió Esme que había vuelto a los brazos de su marido.

—No sé ni por qué nos sorprende —Edward sacudió la cabeza.

—¿Os vais mañana? —preguntó Carlisle poniendo la mano sobre el hombro de su hijo

—Sí, Alice dice que debemos llegar antes de que lo hagan los Vulturis. La hermana pequeña de Nahuel tiene un don poderoso, no debe llegar a manos de ellos.

Carlisle le observó con los ojos entrecerrados

—Hay algo más.

—Sí, pero yo no estoy tan seguro como Alice, prefiero dejarlo estar, al menos por ahora.

—Está bien. Unámonos a la fiesta entonces.

En el piso de arriba, Alice casi empujaba a Bella por el pasillo llena de júbilo.

—Vamos Bella, eres demasiado lenta —iba diciendo dandole golpecitos en la espalda.

—Voy a matarme con estos zapatos, te dije que odio los zapatos con tacones, yo no sé andar con esto Alice.

—Es todo práctica ¿No te lo dije cuando practicábamos para la boda? —se calló de golpe —lo siento —dijo rápidamente.

—No pasa nada —Bella sonrió y la miró por encima del hombro —está bien, no es como si la no boda fuera Voldemort, puedes hablar de ella, ahora está bien.

—Vaya, eso esta muy bien. Parece que has hecho las paces con el pasado y el presente o algo así. Has encontrado a Bella.

Ella dejó escapar el aire entre los labios

—Sí —se giró para abrazar a su amiga —eso es, exactamente así.

—Y resultó que la Bella de Bella era la Bella de Jacob —dijo alzando y bajando las cejas —¿Estás lista para bajar ahí y dejar a todos con la boca abierta?

—No, en realidad prefiero bajar cuando estén todos en el salón y pueda escabullirme sin que me vean.

—Bella…

—Alice odio ser el centro de atención y lo sabes.

—Pero estás preciosa, quiero que te vean y te miren.

Bella no pudo evitar reír.

—¿Crees que pueda hablar primero con la invitada de honor? —la voz de Edward sonó tras ellas.

Alice miró a su amiga de forma interrogante.

—Está bien Alice.

—Te esperaré en la escalera.

Cuando se quedaron solos Edward ofreció su nívea mano a Bella con una inclinación de otra época y ella la aceptó con media sonrisa.

—Estás perfecta —le dijo mirándola con apreciación.

—Gracias —ella se sonrojó levemente y se tocó la falda del vestido con incomodidad —Alice, ya sabes…

—Sí —él sonrió —Alice siendo Alice.

—Exacto.

Bella se sobresaltó al darse cuenta de que aquella escena era similar a otra acontecida semanas atrás cuando, el día de su boda, Jacob había ido allí para hablar con ella y despedirse.

Parecía que de nuevo viviría una despedida de un ser querido solo, que en esa ocasión, estaba tranquila y en paz, se sentía… bien. Por primera vez en mucho mucho tiempo, estaba feliz y en el lugar en el que sabía que quería estar.

—Me gustaría hablar contigo antes de marcharme —empezó diciendo Edward quién apoyó la mano de Bella en su antebrazo antes de empezar a caminar hacia la escalera muy despacio — quiero disculparme por las cosas que hice mal. Realmente me arrepiento mucho Bella, de haber estado a punto de privarte… de privaros, de lo que estabais destinados a compartir —suspiró cansado —después de cien años solo creo que anhelaba la idea de un amor eterno y quizás me precipité porque, al encontrarte, sentí que eras la pieza que me faltaba —se encogió de hombros —solía decirme a mi mismo que lo eras y que tenía que luchar para conservarte, contra todo, incluso contra el destino si hacía falta —frunció el ceño como si tratara de buscar las palabras para expresarse —pero después de hablar la última vez me di cuenta de que tenías razón y pensé… creo que, si para quedarme contigo ha de ser haciendo tanto daño… no puede ser bueno ¿No crees?

Bella quiso decirle que ella no era algo con lo que quedarse o no y que la decisión era y había sido absolutamente suya, pero se dio cuenta de que Edward estaba teniendo dificultades para expresarse en realidad.

Como Jacob le había dicho días atrás, podía ser magnánimo ahora que estaban juntos porque él había estado antes en los zapatos de Edward y no le deseaba nada malo.

Tampoco ella.

Le quería. Mucho además.

Y no es que quisiera más a uno que a otro, tal y como había dicho a Jake cuando le rompió el corazón. Simplemente no les quería de la misma forma.

Ahora lo veía y era mucho más sencilla la vida desde que lo comprendió.

Había amado a Edward de esa forma alocada y juvenil del primer amor deslumbrante.

El guapo del instituto, distante, con un aura extraña de peligro e intrínsecamente amable y educado… era toda una bonita contradicción que la atraía como una llama a una polilla y ella, quien no se tenía en muy alta estima, sucumbió por completo al darse cuenta de que parecía interesar a ese chico increíble.

Oh claro que se había visto eclipsada por Edward. Era un villano convertido en héroe, un vampiro con un alma hermosa que la salvó en más de una ocasión, con el que vislumbró la posibilidad de un amor eterno, convertida en un ser magnífico, hermoso e inmortal.

Su relación había tenido el punto de imposibilidad para hacerla sentir una heroína shakesperiana, como una Julieta luchando contra el mundo para conseguir a su Romeo.

Sí, le había querido mucho y le seguiría queriendo, pero su alma, su corazón, su cuerpo y todo lo que la hacía ser Bella, eran de Jacob.

Ya no se sentía dividida o desgarrada en dos, ahora era capaz de entenderse a sí misma mejor de lo que lo había hecho nunca.

—Lo creo Edward. Siempre serás muy importante para mí. Te quiero, esa es la verdad.

—Pero le quieres más a él.

—Le quiero de forma distinta. Jacob es la otra mitad de lo que soy, juntos somos un todo. Nada ni nadie puedo cambiar eso.

—Ahora lo veo. Debí decírtelo antes. No fue justo quedarme callado —Puso su mano sobre la de ella y la apretó —agradezco que Jacob regresara cuado lo hizo, antes de que fuera demasiado tarde y hubiéramos cometido el mayor error de nuestra existencia.

—No pienses en eso Edward —ella sonrió — deja el pasado atrás y piensa en el futuro —su sonrisa se ensanchó —creo que Alice está muy emocionada con tu futuro, además.

Él se removió incómodo.

—Yo mejor que nadie sé lo mucho que pueden cambiar las visiones de Alice —murmuró.

—Tienes que ser feliz, Edward. Te lo mereces. Sé que crees que no tienes alma, pero yo creo que sí y es un alma hermosa. Quiero probar una cosa.

Bella le puso las manos en ambas mejillas y cerró los ojos para concentrarse. No estaba muy segura de si sería capaz de hacerlo, porque como Zafrina le había explicado, esa parte de sí misma que le hacía tener la capacidad de escudarse, era un instinto de protección que prevalecía por encima de todo lo demás.

Utilizó lo que había aprendido para sacar el escudo hacia fuera y trató de conseguir que funcionara a la inversa. Concentrándose todo lo posible.

—¡Bella! —susurró Edward, asombrado.

Al parecer había funcionado.

Después inspiró hondo, intentando enviarle todos los recuerdos que quería mostrarle, dejando que fluyeran por su mente para que también lo hicieran por la de él.

Le mostró cómo se sintió primera vez que le vio, el sonido de su voz en la oscuridad de la inconsciencia cuando la salvó de James… le dejó ver lo mucho que le quería y también lo que había ocurrido cuando Jake se fue.
Se cuidó de no mostrar cosas que pudieran hacerle daño, pero dejó que comprendiera el amor que le unía a Jacob, lo mucho que le dolía estar separada de él, lo mucho que deseaba que Edward fuera feliz y cómo de verdad pensaba que era un alma pura, pese a todo.

De pronto el escudo regresó.

—Te he oído —dijo, jadeante—. ¿Cómo...? ¿Cómo lo has logrado?

—Fue idea de Zafrina. Practicamos en varias ocasiones.

—Ahora ya lo sabes —comentó, restándole importancia y con un encogimiento de hombros —siempre serás parte de mí.

—Gracias Bella—esbozó una sonrisa —Creo que ahora lo entiendo.

Él cerró los ojos un instante y exhaló. Le dio un suave beso en la frente soltándola y dio un paso atrás.

—Jacob está esperando abajo —sonrió con una mueca divertida —está pensando en estéreo a gritos que más vale que te deje bajar cuanto antes si no quiero que venga aquí a desmembrarme lentamente.

Bella soltó una risita.

—En realidad le caes bien —dijo arrugando la nariz —aunque piensa que hueles fatal.

—Quien fue a hablar —masculló Alice que había vuelto a acercarse a ellos —ese chucho huele a perro puesto a remojo durante un mes.

—Qué suerte que yo crea que todos vosotros oléis maravillosamente ¿Verdad?

—Suerte la tuya —replicó Alice entre dientes.

Riendo, Bella se agarró a la barandilla de la escalera y bajó despacio, agradeciendo que no había nadie allí para observarla.

Iba refunfuñando acerca de la mala idea que había sido ponerse aquellos tacones cuando tropezó a tres escalones del final.

Abrió los ojos como platos y se preparó para el inevitable impacto y la terrible ignominia de terminar despatarrada el año en mitad de la fiesta.

Pero el golpe no llegó.

Antes de tocar el suelo, unos enormes brazos cálidos la envolvieron y la levantaron hasta apoyarla en la punta de sus pies.

—Cariño, tú si que sabes hacer una buena entrada —dijo Jacob riendo en su oreja —has estado a punto de entrar a la fiesta rodando literalmente

—¡Jake! —pese a que estaba colorada no pudo evitar reír con él.

—¿Por qué te has puesto esos tacones? —dijo mirándole los pies — en tus pies eso son armas mortales.

Ella volvió a reír y sacudió la cabeza.

—¿Sabes? Tienes razón —Usó los talones para descalzarse y se quedó descalza delante de él, unos ocho centímetros más abajo que antes.

—Estás preciosa —Jacob levantó su barbilla con los dedos y depositó un beso suave pero cargado de sentimientos en el — ¿Bailarás conmigo?

—Todas las veces que quieras.

—Creí que no te gustaba bailar.

—Contigo sí —replicó abrazándose a su cuello.

—Bien, pues espero que no te importe que no sea un buen bailarín, pero prometo no pisarte los pies.

—Más te vale porque no llevo zapatos.

Jake sonrió como un niño a punto de cometer una travesura.

—¿Sabes lo que eso significa?

—¿Qué? —preguntó Bella con desconfianza.

En un rápido movimiento la levantó en brazos.

—Que ya tengo una buena excusa para llevarte.

—¿Qué crees que estás haciendo Scooby? —Alice bajaba las escaleras fulminando a Jacob con la mirada —¡Bájala ahora mismo animal! No me he pasado horas arreglándola para que le arrugues el vestido comportándote como un Neanderthal.

— Oh, ¿Un Neandertal eh?

—Alice yo que tú no me acercaría demasiado —le dijo Edward a su hermana cuando le vio dejar a Bella en el suelo.

—Sí —seguía diciendo la pequeña Alice con el dedo levantado —un Neanderthal.

—Uga, uga

Fue todo lo que dijo Jacob antes de levantar a Alice como un saco de patatas y colocársela al hombro.

—Te avisé —replicó Edward riendo junto a Jasper que se había acercado al oír la conmoción.

—Oh… —Alice sopló un mechón de su pelo corto que le había caído en el ojo y les miró confundida —eso no lo vi llegar.