Notas Iniciales: Este es el reto turbio del kinktober que tenía ganas de escribir hace rato. Y ya que buscaba un pretexto para escribir a estos personajes, me aventuré a darle inicio en forma de drabbles sin ser fecha. Estos ships sufren tanto que es imposible no hacerse adicto a verlos sufrir. Por eso he decidido escribir este reto. Em… ¿Lo lamento? No, no lo lamento.

Advertencias: Mentes rotas.


Lencería.


Black Dragons era una pandilla despiadada. Que alguien de otra pandilla invadiera su territorio era razón suficiente para implementar un castigo. No les importaba quién fuera, la ley debía cumplirse, así que esa chica había sido duramente golpeada, ultrajada de sus ropas, empapada de su sangre ahora coagulada; eso le enseñaría a no adorar a otros grupos delictivos en voz alta.

Inui Seishu observaba el cuerpo desmayado de la joven todavía con el peso del tubo de hierro sobre sus hombros, manchado con el líquido carmín que ella había escupido tras el golpe en su cabeza, el cual había bastado para que perdiera la consciencia. Como miembro del escuadrón de la muerte no le fue novedad ejecutar la última hazaña con la vibración todavía en el tubo tras el impacto al cráneo, pero mientras sus compañeros reían por la escena, él no podía dejar de admirar las panties rosadas que sobresalían de la falda escolar. También su brasier marrón yacía al descubierto al haber sido rasgada su blusa con el maltrato infringido en grupo. En general la vista no representaba nada novedoso pero tal no impedía que le pareciera atractivo. El cuerpo recostado en una postura incomoda sobre el suelo era frío, digno de una obra de arte siniestra, sólo hacía falta la suciedad de un callejón para completar el lienzo.

—Terminamos aquí. ¿Quieres hacer algo, Inopi? —La voz de su equivalente vice-capitán casi fue lejana para quien se encontraba tan ensimismado en la vista nada erótica de las prendas íntimas sin combinar.

Sin dudar un poco se acercó hasta ella bajo la mirada atenta de sus demás compañeros, especialmente de Kokonoi que estaba intrigado por ver lo que haría. Con ojos muertos dejó que la prueba de su hambre fuera el paso agitado de los tacones que siempre calzaba. Se inclinó dejando el tubo a un costado suyo, alzó la falda de la joven inconsciente y la sostuvo de manera que sus poros alcanzaran la suave tela mientras aspiraba, ajeno a las risas y chiflidos que lanzaron sus divertidos espectadores. A Seishu no le importó, demasiado pendiente del aroma y el tacto que ofrecían esas bragas tan femeninas en su piel. No lo soportó. Deslizó fuera de las delgadas piernas la ropa interior, manteniéndola contra su nariz mientras se alejaba ya que el resto de la carne viva realmente no le importaba.

— ¿Sólo eso harás? ¡Que desperdicio! —se quejó alguien a sus espaldas.

—Pues yo no pienso desaprovechar.

—Es una pena que esté dormida.

— ¡A mí me da igual!

— ¿No tienes ninguna objeción, vice-capitán? —Alguien más tuvo la decencia de preguntar al más cercano de sus superiores

—Sólo terminen antes de que nuestro líder llegue —concedió Kokonoi para absoluta felicidad de sus subordinados, dirigiéndose hasta su distante camarada, quien continuaba fantaseando con los panties contra su rostro, haciendo respiraciones poco discretas con sus cristalinos ojos cerrados, como si le ardiera la cicatriz en el rostro al contacto con la tela—. No sabía que te gustara eso —le dijo sin vergüenza, sólo entonces el aludido le miró de reojo, apartando la prenda con su irrompible expresión de seriedad—. Ya sé de qué manera entretenerte la próxima vez.

Mostrando la lengua en un gesto tanto obsceno como burlón, Hajime logró que Inui se estremeciera aunque sus facciones no lo delataran por completo.

— ¿Cuánto quieres subir la apuesta? —inquirió Seishu con monótona cortesía.

—Violencia, lencería y 20000 yens. Podemos comenzar con eso la próxima vez que golpeemos a una adoradora del bando contrario.

—Déjame la lencería a mí. Puedes repartir como más prefieras entre nosotros los otros dos.

—Eso es muy codicioso de tu parte, Inopi.

— ¿Te gusta olfatear panties o mordisquear brasieres también? —quiso saber genuinamente curioso.

— ¿Mordisqueas brasieres?

—Son suaves por culpa del relleno que contienen últimamente.

—Bueno, es normal. Hay muchas tablas que necesitan aparentar lo que no hay. Sin embargo, eso no cambia que es divertido imaginarte mordiendo la copa de un brasier. Casi quiero preguntar porqué lo harías, lo que sientes o imaginas al hacerlo.

—No preguntes —tajó desviando la mirada.

—Ahora de verdad me interesa saberlo. —Hajime imitó el gesto de Seishu para observar distraídamente el vulgar espectáculo de los integrantes de Black Dragon turnándose para violar a esa colegiala inconsciente—. Supongo que te resulta más atractivo que lo que hacen ellos, ¿eh?

—Algo así… —admitió pero enseguida se dio cuenta de un detalle importante, por lo que miró casi con suspicacia a su amigo—. ¿También para ti?

—Te lo contaré en otra ocasión. Por ahora será mejor que los detenga, ya se divirtieron suficiente. A Taiju no le gusta cuando retrasamos una reunión suya. ¿Le devolverás las panties o…?

—Es mi trofeo —le interrumpió al instante, obteniendo un siseo de risa por parte de Hajime.

—Como gustes.

Kokonoi se retiró para cumplir su palabra, ganándose algunas protestas de quienes no habían alcanzado a gozar del cuerpo inerte a su alcance pero silenciándose sin más al ser nombrado su líder y comandante de pandilla. Mientras esto ocurría, Inui se llevó la ropa interior obtenida a la boca para lamerla de punta a punta en un movimiento fluido antes de resguardarla en el bolsillo de su gabardina blanca para un momento futuro de privacidad.

El deber estaba primero.