Punto de inflexión

El tintineo de los cubos de hielo al caer dentro del vaso hizo que Hikaru volviese a la realidad. Había estado todo el día pensando en aquel problema y ni siquiera sus subordinados lograron hacer que se concentrara durante la jornada, afortunadamente no había habido salidas durante su turno y todos los pilotos permanecieron en las barracas sin mucho que hacer.

El bar estaba poco concurrido y las pocas personas que se encontraban bebiendo en aquel sitio lo hacian en parejas sentadas en las mesas del fondo, por lo que la barra estaba completamente libre y el piloto era el único que se encontraba allí bebiendo solo.

El barman sirvió el Whisky en el vaso en silencio y se alejó unos momentos más tarde en dirección a la caja registradora.

El piloto contempló el líquido ambarino que reflejaba las luces del techo y tras dar un profundo suspiro tomó el vaso con la mano derecha y lo mantuvo allí mientras su mente volvía a alejarse del suelo.

—¿Whisky? ¿En serio? —preguntó una voz conocida a sus espaldas. Hikaru volvió la cabeza y vió el familiar cabello azul de quien fuera su Capitán hasta la Primera Guerra Espacial.

—Max. —dijo con sorpresa. —¿Qué haces aquí? —preguntó mientras su amigo se sentaba junto a él y levantaba la mano para atraer la atención del Barman. —Whisky con hielo también. —pidió.

Hikaru sonrió y miró a su camarada —¿Tu también? ¿Vamos a festejar algo? —preguntó.

—¿Quieres más festejos? —preguntó intrigado Max. —¿No se supone que estás de luna de miel? ¿Qué haces en el bar…?

Hikaru levantó el vaso hasta la altura de su rostro. —Tres días. —dijo.

—Tres… días. —repitió el piloto de pelo azul mientras el barman colocaba el vaso delante de él y depositaba el hielo usando unas pequeñas pinzas. —¿Solo tuvieron tres?

—El Almirante volvió a llamar a Misa… parece que hubo un tema urgente que requirió que vuelva a ocupar su puesto. —respondió el piloto con la voz cargada de angustia.

—Rayos. —respondió su compañero. —Eso… eso es injusto. —dijo.

Ambos guardaron silencio mientras el barman llenaba el vaso tras lo cual volvió a dejarlos solos. Max levantó su bebida y se volvió hacia Hikaru. —Por la vuelta al Servicio entonces. —dijo.

Ambos pilotos chocaron los vasos con delicadeza y bebieron un trago en silencio.

—¿Cómo anda tu pequeña? —preguntó Hikaru al cabo de un rato.

—Heredó la energía de su madre, no hay dudas de ello. —respondió Max con una sonrisa. —No para un minuto y ya ha vuelto locas a dos niñeras… la tercera por suerte es una chica ex-boina verde que aceptó el trabajo y por ahora apenas logra mantenerla a raya, pero ya me ha pedido un aumento de sueldo por lo exigente del trabajo. —dijo entre carcajadas.

Hikaru sonrió y volvió la atención al líquido de su vaso. —De seguro mejorará cuando empiece la escuela y pueda interactuar con otros niños. —aseguró.

—Dios te oiga. —respondió su compañero. —Hablé con una Psicóloga de las que conforman el equipo que siguen su desarrollo y me comentó que están seguros que tendrá un desarrollo normal y podrá insertarse a la perfección en la sociedad humana.

—La pequeña Komilia es el primer niño nacido de una pareja de Humano y Zentradi. —recordó Hikaru. —Están escribiendo los futuros libros de pedagogía basados en su crecimiento y desarrollo.

—Espero que no nos juzguen a futuro como malos padres. —dijo Max sacudiendo la cabeza. —Es…. bueno, a veces resulta difícil estar junto a ella con mis obligaciones en la Fuerza.

—¿Mejoró algo la habilidad culinaria de tu esposa? —preguntó el piloto con una sonrisa.

—Si te refieres a si aún tengo el extintor de fuego en la cocina, la respuesta es sí. —aseguró. —Aunque hace tiempo que no lo uso, podría ser una buena señal.

Los dos amigos volvieron a guardar silencio mientras bebian su Whisky. El ambiente era muy agradable y se sentían muy cómodos allí. Una pareja de chicas muy bien vestidas y maquilladas se acercó a la barra y tras pedir unos tragos se fijaron en los dos atractivos pilotos e intentaron iniciar una conversación. Tanto Hikaru como Max levantaron la mano al unísono y mostraron sus anillos de compromiso ante la mirada de desilusión de ambas jóvenes, quienes rápidamente se alejaron de allí con sus tragos.

—Escuché que solicitaste una carta de recomendación de Global. —mencionó Hikaru depositando el vaso vacío en la barra. —¿Entonces vas a pedir tu propia nave? —preguntó.

—Ese es el plan. —respondió el joven de pelo azul. —Desde que entré a la milicia mi sueño siempre fué el de ser el Capitán de mi propia nave. —aseguró.

—¿Y dejarás de pilotar cazas? —preguntó su compañero.

Max suspiró y dejó también su vaso vacío sobre la mesa, tras lo cual levantó la mano para volver a llamar la atención del Barman. —Otro, por favor.

El hombre asintió y volvió a tomar la botella del estante.

—Es justamente un tema complicado. —dijo el amigo de Hikaru. —Es Millia. —murmuró en voz baja.

—¿Millia? ¿Sucede algo con tu esposa? —preguntó su colega de armas.

—Ella… bueno, ella tiene otras ideas en la cabeza. —dijo.

—¿Ideas? ¿Como cuales?

—Política. —respondió Max y la palabra sonó casi con aspereza en sus labios. —Ella…. bueno, ella quiere que los Zentradi que han dejado de lado su pasado como guerreros y eligieron adoptar la sociedad estén debidamente representados.

—Oh. —respondió Hikaru sorprendido.

—Hay…. bueno, el gobierno está tratando de ser justo con todos ellos y darles los mismos derechos que a los humanos… pero hacen falta muchas leyes nuevas, reglamentos y protocolos y un montón de papeleo y estudios.

—Comprendo. —dijo Hikaru. —Y ella quiere ayudar con eso.

Max asintió en silencio. —Es una causa noble y yo la apoyo por supuesto. —dijo mientras el Barman llenaba nuevamente el vaso. —A mi también. —dijo Hikaru señalando su propio vaso, el hombre asintió en silencio y volvió a llenarlo de inmediato.

—Aunque a decir verdad yo esperaba que ella pudiera estar a mi lado en la nave que me asignaran. —agregó Max con evidente pena.

—Se trata de cambiar de campo de batalla. —observó Hikaru levantando el vaso otra vez lleno. —Dejar las balas y los misiles por las leyes y la política… vaya, no se cual campo sea el más peligroso de todos. —dijo tratando de hacer reír a su amigo.

El piloto de cabello azul volvió a tomar un trago de Whisky y suspiró. —Le pedí que esperase un poco… que continuase a mi lado mientras se reorganiza el gobierno y la nueva flota de defensa, pero no quiero realmente poner piedras en su camino. —se lamentó.

—Estoy segura que ella seguirá tu consejo. —lo tranquilizó su amigo. —Millia tiene buenas intenciones, pero la política es algo que no debería tomarse a la ligera; además necesita crear apoyos y conexiones… podría pasar un tiempo antes que esté lista para eso. —observó mientras bebía un trago.

De pronto notaron que se había hecho un silencio profundo en el ambiente, como si todas las conversaciones se hubieran extinguido de pronto.

—Así que aquí estás. —dijo una voz a su espalda.

Tanto Hikaru como Max se volvieron y vieron a la Capitán Misa Hayase de pié junto a ellos.

—Capitán. —dijeron ambos poniéndose en posición de firme y saludando a su superior.

—En descanso. —dijo la mujer devolviendo el saludo. —Teniente Ichijyo, he estado tratando de comunicarme con usted desde esta tarde. —dijo con voz fría dirigiéndose hacia el piloto.

—Oh. —exclamó Hikaru tomando su Pad de uno de los bolsillos de su uniforme. —Lo apagué antes del Briefing y se me olvidó volver a encender. —dijo rascándose la cabeza. —Lo siento Misa. —se disculpó.

El tono de la voz de la Capitán Hayase era suficientemente frío como para que Max decidiera retirarse de allí. —Con su permiso, Capitán. —dijo el piloto mientras sacaba su propio pad y lo apuntaba hacia el barman. —Yo ya me iba.

—Gracias por el soporte, compañero de ala. —dijo Hikaru con sorna mientras el Barman debitaba el importe de la bebida en forma inalámbrica con su propio Pad.

Max le sacó la lengua y tras saludar a la Capitán Hayase se alejó a toda prisa por entre las mesas en dirección a la salida. Solo quedaron Misa y su esposo en la barra mientras el bar recuperaba algo el nivel de ruido tras el pequeño espectáculo.

—¿Quieres tomar algo? —preguntó Hikaru señalando la barra.

—No, gracias. —respondió ella. —¿Que se supone que haces en la base? —preguntó. —Tienes una semana de franco aún. ¿Por qué no estás en el Hotel descansando? —preguntó.

—¿Te refieres al Hotel de nuestra Luna de Miel? —preguntó el piloto. —¿Como rayos voy a ir de Luna de Miel "Solo" sin mi esposa? —preguntó haciendo una mueca.

La mujer suspiró y se cruzó de brazos. —Ya te dije que fué una emergencia; Global no me hubiera llamado en medio de nuestra Luna de Miel por una tontería.

—Lo se, por eso mismo no me opuse a que aceptases su llamada. —respondió el joven. —¿Entonces?

—¿Entonces que? —preguntó Hikaru algo molesto. —Yo también preferí volver a la base y estar con mis hombres… Hay toda una camada de nuevos pilotos que ni siquiera saben atarse los cordones de las botas y necesitan un "Sempai" que los supervise continuamente. —aseguró.

—No era necesario. —lo reprimió ella. —Hay otros instructores, no eres irremplazable en la base.

—¿Y tú si lo eres? —preguntó Hikaru. —¿Qué es tan importante como para que nos impidan disfrutar de unos pocos días de felicidad? —preguntó el joven levantando la voz. Varias cabezas se giraron hacia ellos y Misa apretó los puños. —No hagas una escena, por favor. —pidió en voz baja.

—Yo… lo siento. —dijo Hikaru bajando la voz.

Misa suspiró y se sentó a su lado, en el sitio que había ocupado Max unos minutos antes. —Tienes razón. —admitió al cabo de unos momentos. —No es tu culpa, es que…

—Nos advirtieron que eran tiempos complicados. —dijo Hikaru mientras pasaba el dedo por el borde del vaso. —¿Crees que fué algo egoísta de nuestra parte el casarnos en medio de todo esto? —preguntó. Misa lo miró sorprendida pero sacudió la cabeza de inmediato. —Claro que no. —respondió. —Te amo y no me arrepiento de nada. —aseguró. —Es solo que… bueno, los viejos habitos no son fáciles de olvidar. —dijo sonriendo. —Es dificil rechazar una órden directa del Almirante Global.

Hikaru la miró a los ojos. —¿Qué pasa? —preguntó. —¿Los Zentradi?

—Tal vez… o tal vez no. —respondió la Capitán Hayase. —La noche de nuestra boda hubo una situación en uno de los cuadrantes del Océano Pacífico.

Hikaru se inclinó sobre la barra para escuchar mejor. —¿Qué pasó? —preguntó.

—Un escuadrón entero con asiento en Midway desapareció sin dejar rastro sobre el océano en medio de su ruta de patrulla alrededor de las islas Ogasawara.

El nombre era por sobre conocido para el piloto. —¿En las cercanías de donde estaba Ataria del Sur? —preguntó intrigado.

—Más al sur. —respondió Misa. —El último "Ping" de sus rastreadores fué entre las Ogasawara y Guam, eso siempre y cuando hayan seguido la ruta designada.

Hikaru tragó saliva. —¿Un escuadrón entero? ¿Desaparecieron sin dejar rastros? ¿No enviaron un equipo SAR para buscarlos?

—Si… y también desaparecieron. —respondió Misa. —Un Ojo de Gato y sus dos escoltas.

—Mierda. —exclamó el piloto. —¿Un Ojo de Gato también? ¿Con su Datalink abierto?

—Eso es lo más extraño. —dijo Misa bajando la voz. —El Datalink continuó transmitiendo incluso una vez que el transponder del avión dejó de responder a las estaciones de rastreo del Pacífico… tenemos un par de teorías, pero seguimos sin saber exactamente qué pasó con esos pilotos. Global envió un Thuverl-Salan y media docena de patrullas Picket, pero no encontraron ningún tipo de resistencia; nadie se atrevió a atacar una escuadra de naves Zentradi.

—Déjame ayudar. —pidió Hikaru. —Mis hombres…

—No. —dijo con firmeza su esposa. —No sabemos a lo que nos enfrentamos y no voy a exponerte a un peligro desconocido.

—¿Y vas a exponer en cambio a otros pilotos? ¿A pilotos inexpertos que sigan aumentando la cifra de desaparecidos? —preguntó Hikaru. —¿Ese es tu plan? ¡Esos hombres podrían estar aún vivos! ¡Tenemos que hacer algo por ellos!

—Tranquilízate. —pidió su mujer. —Ya hay varios satélites en órbita geoestacionaria sobre la zona peinando la superficie del mar y también las profundidades… si hay algo así lo encontraremos.

—Si hay algo allí, claramente no saldrá mientras haya una flota de Zentradis sobrevolando el área; tenemos que ir allí y averiguar que sucede sin asustarlos.

Misa suspiró y llamó la atención del barman. —Un Whisky para mí también… doble, sin hielo. —pidió ante la mirada sorprendida de su esposo.


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Nota del Autor: Gracias por llegar hasta aquí; esta historia es un intento de escribir un tipo de relato con foco en las relaciones personales más que en la acción (a diferencia de mis otras historias) por lo que estoy en terreno algo desconocido me temo. No creo que pueda actualizar muy seguido pero prometo hacer el intento cada vez que la inspiración acompañe.

Gerli.