Lala Lulu: Hola! Al fin ¡Ameno Doriiiimeeee! ¡Ameno Dorimeeee! ¡A-ME-NO! Jajaja sí soy. Empezamos pues intenso, de verdad que dudé muchísimo con el primer cap. Primero porque, fiel a mi estilo quería darles zabrozura de la buena desde el cap 1. También quería poner contexto, la intro de uno y del otro. Se me hizo largo, pero espero lo disfruten ¡Una nueva aventura en un Universo Alternativo! ¡A Leer se ha dicho!
¡Advertencia! Si ya has leído mi historia anterior sabrás que yo no escribo Lemon, sino Smut, mucho Smut. Smut es sabrosura primero, explicaciones después. Así que esto es para adultos ¡Porque soy una maldita pervertida!
No me pertenecen los personajes, son Creaciones de Akira Toriyama y Naoko Takeuchi. Hecho por un fan, para algún otro fan que ande dando vueltas por la Vía Láctea…
"¿Me quieres?
Camino por el pasillo
Tienes suerte, el dormitorio es mi pista
¡Abofetéame!
Estoy clavada a la puerta
Besar, morder
Mis pulmones embrujados (juego previo)
Fantasma en las sábanas
Sé que si te estoy atormentando, debes estar atormentándome
Mi lengua maliciosa ¿Dónde estará?
Sé que si estoy sobre ti, debes estar sobre mí
Es lo que vemos
Sé que si te estoy atormentando, debes estar atormentándome" Haunted, de Beyoncé.
Capítulo 1
La vida de Serena, su alma ha atravesado más dolor del que nunca se pudo haber imaginado. En un abrir y cerrar de ojos lo había perdido todo. Ahora, con 31 años intentaba poner su vida en un orden normal, en algo establecido y con un objetivo. Había retomado su carrera como publicista hace dos años, trabajaba para la Empresa Three Lights, que dirige al equipo de carreras de GT del mismo nombre. Los chicos más populares del momento. Se alegraba de no haber perdido todo lo que aprendió con Darien. Había logrado cerrar varios tratos con marcas prestigiosas y ponerlos casi como Idols. Meses después de empezar a trabajar con ellos, el Líder de su equipo Seiya Kou, había empezado a regalarle flores e insistirle en tener citas. No iba a negarlo, el hombre era atractivo, simpático. Le traía detalles románticos y chocolates todos los días. Le gustaba y solo eso. Y qué rápido se dio cuenta que no todos pueden ser como Darien…
No sólo tuvo que pasar el trago amargo de ir a buscarlo borracho, en una de ésas discotecas populares a las cuales a Seiya le encanta ir. También tuvo que sacarlo del mar de modelos dispuestas a tener una orgía con él. En verdad que Serena no puede creer que tuvo sexo con éste tipo, pero mientras lo sacaba del aprieto, se juraba que sería la primera y última vez que se deja engañar por un mujeriego como él.
Su hermano Yaten la ayudaba a dejarlo en la cama, lo amenazaba con mañana levantarlo para el entrenamiento más duro de su vida. Serena simplemente lo tomaba como un trabajo de caridad, del cual Seiya debía estar agradecido. —Te hubiera dejado que te pudras de borracho y ya. —Serena le sisea y cuando está por irse, Seiya la toma de la muñeca.
—Oyeee… Bombón, no lo hagas… —Seiya habla muy torpe. —No estésss celo-sa. Eres la única, estaba borracho. No sabía lo que hacía. —Se excusa en automático, no es la primera vez que lo agarran infraganti, pero sí es la primera vez que le pasa con Serena.
— ¡Ja! ¡Toma tus excusas y te las metes por el! —Serena queda muda, Seiya la tironea para darle un beso. Ella se queja, pero él se levanta y la lleva sobre un mueble de la habitación. Escucha como le pide perdón una y otra vez. Sus manos la recorren completa y ella responde al abrazo. Recuerda todo lo que le dice su terapeuta, que quedó encerrada en ése trágico momento, que debe seguir con su vida. Intenta, en verdad lo está intentando… Responde al beso de Seiya, su aliento destila alcohol. Lo abraza, lo siente bajar a manosear su trasero de bajo de su falda, todo es normal. El esperado calor del contacto piel con piel que hace años no tenía, pero que ya experimentó una vez con Seiya. Y entre la pasión del momento escucha su bragueta bajarse. —Se-Seiya… —Jadea, tratando de tomarse un minuto, desprende su camisa. Revisa los bolsillos de los pantalones de Seiya, los tiene vacíos. —Ah, un condón. —Pide y lo siente muy decidido a seguir.
Seiya rechista, empieza a bajar con besos por el cuello de Serena. —No hace falta, no pasará nada.
—Seiya, hablo en serio. —Serena cree que está de broma.
—No puedes quedar embarazada. —Habla con torpeza en la lengua. —Hay que sacarle provecho.
Serena cambia de actitud, la ha enfurecido como la mierda. —Seiya basta… ¡Te digo que no! —Alcanza un libro y al ver que él no quiere detenerse lo golpea duro en la cabeza.
Seiya se aleja, se frota la cabeza, el libro era grande y de cubierta dura. — ¡¿Qué te pasa Maldita Loca?! —Le sacudió tan duro los sesos, que la borrachera se le pasó instantáneamente. Hasta se revisa para ver si no sangra.
Serena se baja del mueble cajonero de un salto. — ¡Vete a la mierda! ¡Esto se terminó! —Lo empuja hacia atrás y se va casi corriendo hasta la calle, busca un taxi de un lado al otro. Escucha los pasos de Seiya por detrás.
— ¡Oh por favor bombón! —Seiya salía en la madrugada descalzo y prendiéndose la camisa de nuevo.
Jadea ofendida. — ¡Por favor nada! ¡Ve a pedirle ayuda a ése harén que tenías en la discoteca! ¡Se veía de lejos que no necesitabas ayuda!— Serena le grita sacudiendo las manos y muy dispuesta a golpearlo si quiere acercarse otra vez. — ¡Lo que me dijiste fue la cosa más cruel de mi vida! ¡El error no se va a repetir jamás!
— ¡Ellas no significan nada! ¡Tú eres la estable, la que sigue conmigo!
Serena se cruza de brazos. — Así que no es la primera vez que lo haces. —Ahora siente asco de que él la haya tocado. —Esto se terminó.
— ¡No sé de qué armas tanto escándalo! —Seiya da vueltas en círculos, no puede creer que ella le termine. No, las cosas no son así, él termina con ellas y punto. — ¡¿Sabes cuál es tu problema?! ¡Que vives enamorada y casada con un fantasma! ¡Es imposible llegar a ser como tú lo idealizas! —Seiya le dice lo que piensa desde la primera vez que lo rechazó. — ¡¿Crees que si Darien hubiera llegado donde yo estoy no habría una horda de modelos y mujeres dispuestas a él?! ¡Despierta bombón! —La señala con el dedo. —Él te hubiera hecho lo mismo, solo no tuvo tiempo para hacerlo.
Serena al fin consigue un Uber, muy seria, ya sin ánimos de gritar se sube. —Adiós Seiya. —Declara el veredicto final, no piensa siquiera seguir trabajando para él.
Serena vive con sus amigas, renta una casa junto a Mina y Lita. Llegaba y dejaba caer sus tenis a un lado. Con pesadez se recostaba sobre la puerta y subía las escaleras a rastras. En su habitación empezaba a hablar. —Sí, sí… Ni me lo digas. Pero te prometo que no volverá a pasar. Ya sabía que era un picaflor, pero de eso a herirme de ésa forma… —Frunce el ceño y recuerda cuando no quiso ponerse condón. Pero intenta mejorar su humor, busca una camisa de Darien, la deja sobre otra de sus almohadas y la abraza. Mira las fotos en su mesita de noche. —Bueno… Lo intenté. —Suspira y toca los portarretratos, donde está ella y varias que recortó para que solo saliera Darien en la foto.
El lunes algo peor que la resaca de ayer lo esperaba a Seiya, llegaba tarde como de costumbre. Al abrir la sala de juntas, estaban sus hermanos, listos para darle una paliza. — ¡¿Quieres decirme qué mierda le hiciste a Serena?! —Taiki lo señala y lo empuja con el dedo hasta hacerlo sentar en la silla.
Seiya se encoge de hombros, rechista fuerte y quita sus lentes. — ¿De qué hablan? ¡Ella me partió la cabeza con un libro!—Les muestra la inflamación en su cabeza. Se encoge de hombros y levanta las manos.
—Vino ésta mañana a primera hora y renunció. —Yaten le explica, es increíble lo relajado que ven a su hermano.
—Sólo está siendo dramática. —Seiya sigue relajado. —Ya saben cómo les gusta actuar así a las mujeres.
—Seiya, los contratos con las marcas y la publicidad, fueron gracias a ella. —Taiki le tira la carta de renuncia de Serena y se cruza de brazos.
— ¡Ja! No se preocupen, va a volver. — Seiya frunce el ceño, está ofendido con Serena. De seguro esto no es más que un acto. —"Las mujeres no dejan a Seiya Kou así como así". Piensa con mucha soberbia —Se los prometo, no le quedará otra que volver con nosotros.
Sus hermanos resoplan y gruñen al techo. —Ni siquiera intentes llamarla, porque nos bloqueó. —Taiki le advierte al verlo tomar el teléfono.
— ¿Y tu novia no puede darnos una mano? —Yaten pregunta a Taiki.
—Es un rotundo no. Ami no querrá hacer algo así, meterse en asuntos ajenos. —Niega con la cabeza. —Más te vale encontrar una solución.
—Je, denle tiempo… —Seiya cruza sus brazos por detrás de la cabeza.
Hace seis años, Serena tuvo que vivir el momento que casi le quita el alma. Es más, siente que se la ha quitado. Cuando tenía catorce, tuvo el agrado de conocer a Darien, un joven talentoso de diecisiete años. Un muchacho huérfano, pero que supo hacerse a sí mismo desde abajo. Su sueño era ser piloto de carreras GT y Serena se enamoró de ése sueño junto con él. Al llegar a los veinte, empezaba a manejarse y aprender cómo manejar la carrera y las relaciones sociales de Darien. Esperaba convertirse en su manager un día.
— ¿Mi manager uh? —Darien le habla a Serena en la cama. —No sé qué tan bien lo tomará Yamada, mi actual representante.
Serena da unas risitas, estaban desnudos, solo las sábanas blancas dibujaban sus figuras. —Pues, me llevo muy bien con él y me ha enseñado muchísimo. Y su esposa también, es una publicista profesional.
Darien mira el anillo de compromiso en el dedo de Serena, brillaba en la tenue luz de las veladoras. —Serena. Sé que dijimos que nos casaríamos luego de mi debut en la Primera División pero…
— ¿Pero qué…? —Serena se apoya en el pecho de Darien, levanta las cejas. Cree que va a posponer la boda.
—Pero no puedo esperar, para que empecemos a buscar un bebé. —La presiona contra su pecho, le deja un beso en la frente.
Serena siente el corazón casi estallar de emoción. —Sí Darien. Tengamos un bebé. —Serena sonríe enorme y se aferra a Darien para un beso. Un beso profundo, con una sonrisa de por medio. Qué momento tan dulce, a sólo un mes de casarse, ellos concebirán un bebé. Serían una familia, una empresa familiar que se dedicaría a las Carreras. Algún día Serena sería su Representante.
Pero ése día nunca llegó, en su debut en la Primera División, el auto de Darien volcó, un choque grupal demasiado comprometido. Ella estaba cerca de los Pits, en la zona de su equipo técnico siguiendo y aprendiendo como siempre. En una curva complicada lo vio salirse de carril y volar por los aires.
—¡Darien! —El grito desaforado de Serena, mientras el sonido del metal y los autos truena alrededor, corre con todas sus fuerzas. Presiona los puños, pero no puede llegar. —"Dios no ¡Necesito llegar! ¡Dios No!"—Piensa con frustración cuando la sostienen para que no haga una locura en pleno peligro. Serena siente el pecho aplastarse y vacío, el vacío completo la ahoga. Se desmaya forcejeando para llegar hasta Darien.
En la sala de espera, los padres de Serena recibían el informe del Doctor que la atendió. —… Ella es joven, necesita tiempo para asimilarlo.
La Señora Tsukino se cubría la boca y su esposo la abrazaba, su hija había perdido un bebé y a su prometido en un mismo día, en una misma tragedia. Llevaron a Serena a vivir con ellos de nuevo.
Las amigas de Serena intentaban ayudarla, pero más parecía encerrarse en su dolor. Serena temía que si ya no dolía, Darien iba a desaparecer.
—Serena. —Ami se acercaba a ella, Serena vestía una camiseta y pantalón de Darien, miraba a la nada por la ventana. —Serena. —Intenta hacer que le preste atención. —Debes tomar el tratamiento hormonal, así te recuperas completamente de haber perdido el embarazo.
—Sí hijita, por favor. Tu amiga es Doctora. —El Padre de Serena insistía.
—No quiero. —Serena respondía enojada, las lágrimas caían en cascadas.
—Hija. —Su madre entraba con una bandeja de comida. —Todo esto es por tu salud.
—No. Sólo tomaré los antibióticos y los calmantes. —Serena levanta el tono. —Hacer eso significaría que puedo tener familia con otro, y no quiero a otro en mi vida más que a Darien. —Presiona los puños.
Sus padres ya no insistieron, creyeron que se le pasaría, que era muy pronto para hacerla pensar en el futuro. Los días en casa de los Tsukino, era grises, iguales, donde por las noches Serena apenas podía dormir. Había desarrollado terrores nocturnos, a causa de eso temía dormir y había caído en el insomnio. El primer aniversario de la muerte de Darien, se sentía de nuevo como al inicio, corriendo para alcanzarlo. El dolor revivía en todo su cuerpo y el llanto era tanto, que debieron llamar a un Doctor que le diera calmantes.
En la sala de la casa el Padre de Serena, se escondía de la vista de los demás. Sabía que tenía que ser fuerte, así que lloraba a solas para no alterar a nadie. Siente la mano de su esposa en el hombro. El Señor Tsukino jadea hacia adentro. —Oh, querida. Perdón. —Quitaba sus lentes y se secaba rápido. — ¿Ya se bañó? ¿Pudo comer o sigue vomitando?
La Señora Tsukino, frunce el ceño y le asiente. —No pudo comer, pero al menos ya está en cama y sin llorar. —Se sienta en el regazo de su esposo. —Querido, no tienes que esconderte. —Se abraza a él y ambos se quiebran.
— ¿Cuándo pasará esto? —El Señor Tsukino llora. — ¿Cuándo volverá a sonreír mi hijita?
—Sshhh… Ya tranquilo, necesita un tiempo más. Todo estará bien. —La madre de Serena le da consuelo, ésas frases rutinarias es lo único que se le ocurre, porque ni siquiera ella sabe la respuesta.
Serena escuchaba al pie de la escalera, se da cuenta de lo egoísta que ha sido. Porque ella puede soportar estar muerta en vida, pero sus padres no se merecen perder una hija. Se mete a su habitación. Todo lo del departamento de Darien se lo había llevado e instalado en su cuarto. Toma unas cajas y bolsas y los guarda con mucha devoción.
Al otro día, los Padres de Serena y su hermano Sammy escuchaban ruido en la cocina. Se sorprendían de ver a Serena vestida con unos jeans, peinada y además; levantada sin que nadie tuviera que arrastrarla de la cama.
Serena siente que están detrás de ella, se voltea con la sartén y pone más Hotcakes en los platos. —Oh, buenos días. Me dio hambre y… Quise hacerles Hotcakes. —Serena sonríe brillante, pero con melancolía en los ojos. Todos se sientan y ella trata de hablar y amenizar las conversaciones. —Mamá, Papá… Me gustaría irme a vivir más al centro, mi amiga Mina quiere abrir su local de ropa y necesita ayuda. Está alquilando un departamento con Lita, pero si somos tres, seguro podremos conseguir algo más grande. Y, mi amiga Setsuna, es terapeuta, vive cerca de ellas. Puedo hacerme tratar con ella. —Los ve cambiar visiblemente sus gestos, ésto les renueva las esperanzas. Serena está feliz porque ellos son felices, ahí se decide. Tomará su dolor y lo guardará en pequeñas cajas y recuerdos con Darien. Mira su anillo de compromiso, lo gira en su dedo debajo de la mesa para que nadie la vea. —Hasta me siento con ganas de ir al salón de belleza. —Serena miente con una enorme sonrisa.
— ¡Hija, por supuesto! —La madre la abraza contenta.
—Quiero cortar mi cabello hasta los hombros, como planeaba hacerlo en el secundario ¿Recuerdan? —Serena le habla a su padre.
El Padre de Serena bien recuerda que se negó, pero al ver a su hija así, no puede decirle que no. —Claro, ya eres una adulta. No necesitas ningún permiso. —El Señor Tsukino sonríe, como hace meses desde la tragedia no lo hacía.
Luego de todos estos años, Serena por fin encontraba valor para retomar su carrera perdida. Hasta se animó a salir con Seiya, tener sexo, aunque fue solo una vez siente que no significó nada. —"Tal vez no significa nada, porque nunca nada significará como lo mío con Darien". —Serena reflexionaba, luego de renunciar y traer las cosas de su oficina, salió a caminar por el parque como parte de su rutina de ejercicios para mantener bajo control sus niveles de ansiedad. Desataba sus rizos dorados, que estaban largos hasta casi la mitad de su espalda, pareciera que nunca más recuperará el largo que alguna vez tuvieron. Entra a la casa, quita sus auriculares. —Sé muy bien que me dirás "te lo dije cabeza de chorlito". —Serena habla en voz alta, frunce los labios de lado. —En lugar de regañarme, deberíamos aprovechar. Estamos solos, así que puedo hacerte tu café ¿Te parece? —Tararea buscando las tazas, esto la hace sonreír de verdad. Ella se hace una limonada y la taza de café la deja sobre la barra frente a una foto de ella con Darien. Se sube a la banqueta y le guiña un ojo, habla como si él aun estuviera ahí. —Bueno, esto sirve como prueba, nadie puede decirme que no lo intenté. —Se pone en alerta al escuchar las voces de sus amigas cerca de la puerta. Tira el café en el fregadero. Deja la foto en la esquina de la barra y va a sentarse en el sillón de la sala.
Como era de esperarse, las chicas le preguntan una y otra vez qué sucedió y si de verdad se encuentra bien.
—Taiki me dijo que te insistieron, hasta te ofrecieron más dinero. —Ami habla.
Serena suspira. —No es un problema con sus hermanos, no tengo nada contra ellos. No puedo seguir trabajando con Seiya, luego de lo que hizo. Porque estoy segura que va a insistir en no solo que vuelva a trabajar, sino que vuelva con él.
— ¿Y por qué no te enfrentaste a ésas tipas? —Mina exclama. —Te hubieras plantado y marcabas tu territorio.
—No, la verdad que no estoy para lidiar con un mujeriego. No me gusta andar como tu Mina. —La ve ofenderse a punto de golpearla con un almohadón del sillón. — Me refiero… —Serena pone una mano adelante, muy seria. —A que no me gusta andar en dramas o aventuras amorosas.
—Hmmm… Buen punto. —Rei avala todo lo que Serena dice. —Ya pasamos los treinta, es hora de que todas maduremos. —Dice muy sabia, se miran entre ellas y estallan de la risa. Rei también. —Jajaja, no tenemos remedio.
— ¿Tus padres ya te han llamado? —Lita le consulta.
—No, todavía no. Pero como siempre lo harán cerca de la cena. —Serena le responde, como cada día ella recibe una llamada de rutina, donde le preguntan si comió o si duerme bien. Muchas veces ha mentido, sin embargo, con el tiempo ya no eran mentiras.
—Serena ¿Ya comiste? —Ami le llama la atención.
—Sí, desayuné yogur, cereales, tostadas con queso. —Serena enumera.
Lita mira la hora. — ¿Y si salimos a almorzar juntas? El clima de primavera está perfecto, casi de verano… —Está sentada junto a Serena, la ve sonreír en afirmación. Ésta fue una reunión de emergencia con las chicas, no saben si es buena señal el verla tan decidida y tranquila con la decisión que tomó.
Después del almuerzo, era su turno para la terapia semanal. Setsuna la había ayudado mucho, en especial para tomar las riendas con una rutina diaria y al menos aprender a inducirse la comida. Porque hace años que no siente hambre de verdad.
Escuchaba el relato de su paciente y amiga, si bien la entendía, también sospechaba algo que Serena no quiere decir en voz alta. —…Sí, la verdad que creo que supiste defenderte. Sea o no algo de borracho, no tenía porqué decirte algo así. —Setsuna le da la razón.
—Sí. No puedo creer que caí en el truco de sus regalos y palabras bonitas. —Serena frunce el ceño y golpea el diván donde está recostada, mira al techo. —Sólo era una conquista más para él.
—Bueno, es el primer intento. Volver a salir con chicos, las citas. Quizás no sea ni la primera ni la última vez que te pasa. —Setsuna la escucha en silencio.
Serena se encoge de hombros, el silencio pesa durante unos incómodos minutos. —Esto no es para mí. Creo que es mejor dejar eso de las citas y hombres de lado, ver mi carrera y ya. En verdad me sentí mejor y más realizada trabajando, que de citas con Seiya.
Setsuna levanta las cejas. —Entonces tú esperabas que esto fracasara.
— ¡No, claro que no! —Serena se voltea a ella, luego esconde la mirada, porque siente que es cierto. No tenía grandes esperanzas, solo esperaba que esto diera por sepultado el asunto de ella y su vida personal.
—Bien, porque te veo enojada y nada más ¿Tu sentías algo por Seiya?
Serena infla las mejillas, vuelve a recostarse. —O sea… Me gustaba, es guapo, popular. Sin que yo le dijera nada puso sus ojos en mí y me regalaba flores, chocolates, me invitaba salir. Acepté para… Bueno, para probar. —Se pone roja de la pena.
— ¿Qué sentiste cuando tuviste sexo con él? —Setsuna anota. Pudo verla dar un salto hasta el techo por su pregunta. —Si no te sientes cómoda…
—P-Pues… ¡Lo normal! —Serena le responde con hastío. —O sea piel con piel, Emmm… Caricias y orgasmo… —Su voz se desvanece. —Ya lo dije, debo ser una frígida.
—Si fueras frígida, ni siquiera te masturbarías. —Setsuna la pone de todos colores y le da un golpecito en la cabeza con su pluma.
— ¿Po-Podemos cambiar de tema? —Serena se sostiene el estómago, esto la hace sentir demasiado nerviosa hasta con náuseas.
—Jmjmjm. —Setsuna reprime sus risitas, lo deja anotado para otra sesión. —Bien, entonces. Enfocarte en tu profesión ¿No piensas renunciar de nuevo al mundo de las Carreras?
—No. Hoy hablé con Lita, ella ofrecerá un buffet para varios empresarios del Automovilismo Deportivo. Es más algo social. El Gran Premio del Pacífico se acerca, es el más prestigioso de Japón… —Serena le cuenta y explica a Setsuna, hasta se siente con ánimos renovados y con mucho valor para asistir. Recuerda que, mientras era asistente de Three Lights, no les había reservado para ése evento, porque Seiya no quería estar entre tipos de traje y amargados. A él le gustaban las luces, flashes y glamour de la fama.
Estaba en la tienda de Mina, ella se convirtió en diseñadora de modas. Tenía una tienda donde Serena la ayudó en su primer momento y luego siguió trabajando con ella cuando no conseguía trabajo. —… Jajaja, no es por tirarte malas vibras, pero me gusta que trabajes conmigo. Eres buena, me ayudaste a promocionar mi negocio y crecimos el primer año como nunca lo hubiera imaginado. —Mina se acerca con telas y un maniquí. Tiene un metro colgado y hojas con diseños en la boca.
Serena la ayuda con el maniquí. —Sí, Lita me sugiere abrir mi agencia de publicidad. Pero esto…Esto es un sueño que quiero hacer realidad. No es porque era un sueño con Darien, pero cuando hablo del mundo de las Carreras, siento que se me renueva el alma.
—Sí, Yaten dice que no hay nadie como tú para esto. —Mina comenta sin darse cuenta.
— ¡Aaah! ¡Mina! —Serena la tira del cabello. — ¡¿Volviste a caer en sus garras?! ¡Traidora!
Mina se esconde detrás del maniquí. —Ay, Serena. No seas dramática, sólo fue sexo. Ni siquiera hablamos de ti.
Serena se cruza de brazos y la apunta con la vista. —Ajá… ¿Y luego?
Mina hace un puchero enorme. — ¡Y luego nada! ¡Me despachó como siempre! —Llora al cielo. — ¡Agh! ¡Es demasiado guapo! ¡¿Por qué no puede caer enamorado conmigo?!
—Mina, el sexo no es un juego. —Serena declara con mucha madurez y la nariz en alto. Luego suspira. — ¡Ay Mina! ¿Qué hago si me lo encuentro a Seiya en el evento?
—Jajaja. —Mina presiona sus puños. — Pues te tomas del brazo del hombre más elegante y le preguntas: "¿Quieres ser mi compañía ésta noche?"—Muy seductora revolotea sus pestañas. —Así, que vea que no estás esperando nada de él. Tú eres una mujer por la cual cualquier hombre que se valga de serlo mataría. —Se acerca a Serena y le da golpes duros en la espalda.
Serena era sacudida por el gesto vikingo de su amiga. Sacaba el pecho y se llenaba de valor. — ¡Jaja! Lo tendré en cuenta, veré si tus teorías o métodos en verdad son tan efectivos como dices…
— ¡Ay no! Serena, no dejes que ése demonio lujurioso te corrompa. —Rei entraba a la tienda e intenta salvar a su amiga.
— ¡Rei! ¡¿Qué haces aquí?! —Mina la trata de empujar afuera. — ¿No tienes obligaciones en tu Templo?
—Vine para ayudar a Serena a mantenerse en el camino del bien. —Rei la atropella. —Ami tiene Guardia nocturna. Lita está cocinando para el evento ¿Tú y Serena solas? ¡Olvídalo! Ustedes las rubias son demasiado peligrosas.
Serena pone los ojos en blanco, veía los vestidos que su amiga le ofrecía. —Mina, son diseños exclusivos tuyos. No sé si deba… —Con delicadeza los tocaba.
—Serena, te lo debo, recuerda. —Mina le tomaba medidas a su amiga en ropa interior. —También hay que elegir ropa interior acorde.
—Aishh… —Serena se queja, se prueba un par de vestidos. —No, no lo sé… —Decía con la voz nasal y frunciendo el ceño. Tironeaba la tela que apenas le tapaba el trasero y se cubría el pecho. —Algo menos, menos escotado y más largo. —Muy molesta se volvía a meter al cambiador.
—Ves Rei. No tenías de qué preocuparte. —Mina sacude la cabeza. —Ella es tan mojigata como siempre.
—No es de mojigata. —Serena le ruge. —Es que quiero que vean que soy una mujer seria, madura. —Se mira al espejo. —Que vean que busco trabajo, no seducirlos.
—Bueno, aunque no los seduzcas por lo menos aféitate las piernas ¡Jajaja! —Rei le levanta la falda y se tira al suelo de la risa.
—Puedo ponerme unas medias y ya. —Serena le azota la mano.
—Bien, bien…Mi estilista de confianza viene para aquí. —Mina les informa, con el teléfono en una mano, su lápiz demarcando cambios en los bocetos en la otra.
—Creo que estamos exagerando. —Serena sale con una bata, deja el mini vestido sobre una silla. —La cena es el fin de semana, faltan como tres días.
—Pues si te esforzaras en mantener tu estética a diario, no habría necesidad. —Rei la regaña, la ve ponerle los ojos en blanco. —Además, según me dijiste, tus padres se preocuparon un poco cuando les dijiste que cambiarías de trabajo así nada más.
Serena exhala de lado. —Sí y no quiero ser un peso para Mina y Lita.
—Pero bueno, con tu liquidación nos pagaste la renta. —Mina bromea.
—Jajaja ¡Explotadora! —Serena le arroja un almohadón.
Serena trataba de pasar los días tranquila, así cuando sus padres la llamaran no se alteraran por escucharla nerviosa. No tiene redes sociales, sólo usa aplicaciones de mensajes, llamadas y mail. Pone los datos de contacto en unas pequeñas tarjetas de presentación que le diseñaron en una imprenta. Mira una enorme marquesina, los Three Lights como modelos de lentes para sol. Se alegra de que Seiya no la esté persiguiendo para volver a estar juntos, al parecer al darse cuenta que lo bloqueó, le hirió el orgullo y ya no insiste. Eso fue lo que Ami le contó, filtrando algo de información de su novio Taiki. —"Sería injusto y muy inapropiado que Ami tenga problemas con su novio, sólo porque yo me metí en líos con el hermano de su novio." —Muy madura se repite a sí misma.
Al fin Mina encontraba algo que le satisficiera a su amiga, ya estaba un poco harta de que le rechace hasta sus sugerencias de zapatos. —Con zapatos altos vas a resaltar. —Insiste.
—Sí, pero no de más de diez centímetros. —Serena se queja detrás de la cortina. —Bien, me queda hermoso.
—No, no… Te queda bien. —Rei salta de la silla, de nuevo asistiendo a su amiga.
—Haaa… Chicas, por favor. Hicieron demasiado por mí. —Serena entristece sus gestos. —Deberían dejar de preocuparse por… Lo que sea que me pase.
— ¿Cómo hacerlo Serena? —Mina se acerca con una percha. —Tú nos has ayudado, incluso a Rei aquí, cuando tuvo que hacerse cargo del Templo ella solita. —La ven asentir muy suave, pero con ése gesto lúgubre. —Ahora ¡Hazme caso y te pones ésta ropa interior que va con el vestido!
Serena mira el conjunto de mini corsé, bordado y de tul de seda finísimo para que sea fresco. — ¡No veo la necesidad de usar algo así!
—Pues entonces te quito el vestido. —Mina la amenaza con una mano en la cintura. —Supongo que en… —Mira la hora, hoy es el Banquete. —…Un par de horas encontrarás algo que ponerte.
Serena le saca la lengua y se mete con el conjunto. Las bragas eran estilo pantaloncillos, muy cómodos. Las medias eran con portaligas, negras y transparentes, tenían una línea por detrás, demarcando elegante sus piernas. Se ponía el mini corsé, luego el vestido. Pone los ojos al cielo. En contra de su orgullo y testarudez, debe admitir que el cambio es notable, la prenda sí que se lucía. El vestido era sin mangas, negro, hecho a sus curvas, pero no apretado. El cuello era estilo Halter, pasaba por su nuca, dejando su pecho lucir, pero con escote cuadrado y bien discreto. El largo era hasta casi las rodillas, sería una noche templada de primavera. — ¿Feliz? —Serena se sienta para que le terminen de arreglar su cabello, le hacen un par de odangos completos, con una flor blanca en cada uno y un pequeño centro dorado que combina con el color de su cabello. También se pone aretes de perlas. Mira su anillo de compromiso, muy discreta, lo hace girar. —"Quizás lo lleve para la buena suerte…"—Piensa un momento más y la piedra rosa no combina.
— ¿Lo estás usando de nuevo? —Rei pregunta muy discreta, solo para saber.
—Ah, pues. Pensaba llevarlo porque me queda bonito. — Sabe que a Rei no la engaña con ésa mentira. —Pero, todo en blanco y negro y las perlas… Creo que no. — Cuando Lita la pase a buscar, Serena piensa dejarlo en su cajita que guarda recelosamente debajo de su almohada.
Lita la pasaba a buscar en la camioneta de su negocio. Así que Serena vio cómo se terminaba de armar todo. Era el salón de un Hotel de lujo, una araña enorme colgaba en el centro de la pista, telas blancas y sencillas hacían parecer todo celestial. Una banda de cuerdas y piano tocaban canciones modernas, pero lentas. Le gustaba, no era una reunión de estirados o viejos de negocios… Está bien, está bien, encontró varios viejos lobos de mar que la entretuvieron con conversaciones y hasta se asombraban de su conocimiento sobre las Carreras de Automóviles. No parecían viejos verdes, sino hombres interesados en su negocio y con gran curiosidad sobre una Empresa de Carreras, que sería la primera vez que compite en Categoría de Grupos. Ella también los había escuchado mencionar, pero muy superficialmente.
Lita se tomaba un par de minutos para dar una ojeada al Buffet y cambiar chistes con Serena. —Uuuh ¿Algún viudo multimillonario que le puedas pasar mi número?
— ¡Ay Lita! —Serena toma un poco de ponche para bajar un sándwich.
—Ay cierto, tú no eres Mina ¿Me traje a la rubia equivocada? —Lita frunce el ceño y pone un dedo en su mentón.
—Jajaja. Me ha ido bien, he hecho conversación, repartí unas tarjetas. —Serena plancha un poco su vestido. —Me siento una dama del mundo de los negocios. —Mira sus tacones un poco, qué bueno que no se puso ésos zapatos altísimos o estaría cansada.
—Bien, te dejo seguir. Cualquier problema me llamas. —Lita hace seña a un par de meseros para recoger las fuentes vacías y volver a llenarlas. —Y recuerda; viejo, viudo, multimillonario. —Lita sigue bromeando y se va.
Serena se reía, caminaba un poco por el enorme banquete, veía un poco los postres. También veía a los Barman girando las botellas en el aire, preparando cocteles a pedido. De pronto su vista se va a la entrada. —Mierda. —Rechista contra sus dientes y en voz baja. Ahí entraba Seiya, que de inmediato, desde el otro lado la apuntó con la mirada. Mira a los lados, y Nop, nada ni nadie que le haga de salvavidas. Toma una copa de champaña de un mesero que pasaba con la bandeja, le hace un gesto con la cabeza. —"¿Y qué hago? ¿Me escondo detrás de la copa?" —Sigue pegada a la mesa del bufet y ahí recuerda el consejo de Mina. Saca el pecho y tironea del brazo a un hombre de traje que estaba pidiendo un whisky. —Hola, por favor. Necesito una cita. Ése es mi Ex y no quiero que me persiga. Por favor, por favor. —Ruega al desconocido. Se le acerca y se ríe como si él le estuviera hablando. — ¡Ah, Jajajaja! ¡No me digas ésas cosas!— Actúa como si de verdad se conocieran. Deja la copa en la mesa y apoya muy coqueta una mano en la solapa del traje, como si se lo acomodara. Está a milímetros de pegar su cuerpo completo.
—Acepto. —La voz grave responde con seguridad.
— ¿Eh? —Es lo único que Serena alcanza a decir, levanta la vista y se encuentra con un par de ojos negros penetrantes. Una sonrisa de lado maliciosa que apenas se desdibuja al bajarse el whisky sin pestañear. Un brazo pasa por detrás de ella, en su espalda, siente su cuerpo caer suave pegándose contra el cuerpo fornido del hombre. Sus manos quedan en sus pectorales, no puede quitar la vista de ésa mirada negra. Mira los labios del tipo y los ve un poco entreabiertos. Empieza a sentir su otra mano, subiendo y bajando desde su hombro a su codo, tan lento y sutil, con simplemente las yemas de sus dedos callosos. El aroma masculino, le hace recordar a madera y sales de mar, también a ropa recién lavada y planchada. Ahí sale del trance, pasaron unos segundos, pero sintió tanto. Escalofríos y un calor que pasó por sus pezones directo a la parte baja de su vientre. —"¡¿Qué carajos?!" —Piensa en pánico.
La está sosteniendo tan suave y firme, siente que un simple movimiento lo hará apoderarse de ésa boca rosa. Repite su respuesta. —Acepto la cita. —Su voz grave y algo rasposa parecer calar en el oído de Serena y arañar debajo de su piel.
— ¡Vegeta PUTO Príncipe! —La voz de Seiya corta el ambiente, haciendo que la reciente pareja se separe de lo que parecía un inminente beso.
Serena queda con los ojos redondos, traga un poco de saliva mientras el agua empieza a llegarle al tanque. — ¿Vegeta?… ¿Príncipe? —Pone sus manos en forma de puños, empujándolo un poco para hacer más distancia. —Vegeta…—Sigue buscando en los archivos de su mente. —Príncipe, Vegeta. — ¡Bingo! ¡Serena lo ha encontrado!
La escucha nombrarlo así, le da una sonrisa ladina. No piensa soltar el agarre posesivo de su brazo sobre la cintura de la mujer. —Con Vegeta es suficiente. —Le guiña un ojo.
Vegeta ha pasado por demasiado dolor en el inicio de su vida. Su origen es oscuro y marcado por la crueldad. No sabe ni de dónde sacó valor para huir de ése infierno que no quiere ni nombrar. Tal vez fue el pensar que su hermano Tarble pase por lo mismo, lo que lo hizo tener la epifanía de que allí afuera había un lugar mejor. Ahora con 36 años, hunde cada día el dolor, imágenes viejas que se volvieron más oscuras, como monstruos sádicos contra los que él ya está acostumbrado a luchar. Y los nuevos malos recuerdos. Pero nada de eso es rival, Vegeta ha superado cosas peores. —"Yo soy fuerte, soy fuerte". —Se repite cada mañana al entrenar y se esfuerza por ir más allá.
En verdad no quería venir a éste evento, pero era necesario luego de que su publicista anterior filtrara una pelea que tuvo con Kakarotto en plena práctica. Esto puso en duda a sus Patrocinadores, y metiéndose en una Categoría nueva, pueden llegar a estar muy complicados. No quiere perder la Empresa de Carreras en la cual invirtió más que su vida.
Estaba en éste evento. Está con Kakarotto, que prometió llevar la fiesta en paz, y con Bardock que sirve como seguro para que éste par no se vaya a los golpes. Vegeta exhala y con simplemente mantener los gestos algo relajados, da la impresión junto con Bardock y Kakarotto que todo está bien. Pocos les preguntaron por la pelea, están más preocupados por Raditz, el hermano mayor e hijo mayor de Bardock.
—Él está bien, le dieron el alta hace poco. —Bardock responde. Mira por el rabillo del ojo a Vegeta y a Kakarotto, que solo se llaman al silencio y asienten.
Vegeta iba a pedirse un whisky. Le gusta la parte de las Carreras, la velocidad al límite, competir. Pero hacer sociales, publicidad; eso lo hastía y hasta le da migraña. —En las rocas por favor. —Vegeta pide y le sirven. Pero antes de siquiera bajarse el trago, las manos de una mujer toman su brazo. De inmediato iba a sacarla por donde vino, pero igual de inmediato cambia de parecer. Lo invita a una cita. Escucha que le dice algo de un Ex molesto y llena de picardía se ríe con confianza como si se conocieran. Sus finos dedos tocan las solapas de su traje negro. Sus ojos se encuentran con una mujer de ojos azules y cabello dorado. Muchas mujeres lo han abordado hoy. Mujeres de piel de porcelana o tostadas por el sol, ropa diminuta, llamativa, tacos enormes, pestañas postizas, mucho maquillaje y perfumes dulces que vician su olfato. Bocas rojas y dispuestas para lo que él busca; sexo.
En cambio ella tiene la piel en tonos pastel, le recuerda al melocotón. Y como tal, parece suave y apetitosa a la vista, con algunos rubores, tan natural. Su vestido es negro, sencillo ¡Pero por Dios! Parece hecho a su medida, no la aprieta dejando carne indiscreta salirse. La ve con el pecho agitado, las pestañas rizadas y no artificiales. No parece llevar mucho maquillaje. Aspira un poco fuerte, no percibe perfume a ésta distancia, pero ella parece haber refrescado el aire a su alrededor. Y ésa boca, que queda entreabierta luego de que él responde que sí, que sí quiere ser su cita. Sus labios de un tono rosa, brillante como una cereza sobre un postre. —"¡¿Qué soberana puta mierda?!"—La mente de Vegeta grita.
Baja el whisky y repite su respuesta. La abraza, sus manos buscan su piel y sí, aterciopelada como esperaba, se le llena de agua la boca. Tocar ésas porciones de piel desnuda de la mujer, lo estremecen desde la nuca hasta las rodillas. Está sintiendo palpitaciones en su saco, justo en la base de sus bolas, indicándole que quiere descargarse en ella. Sus dedos juguetean en la nuca de la mujer y los pequeños rizos que se le escapan de su peinado. Su otra mano le da pequeñas caricias desde su hombro a su codo. La siente erizarse, confirmándole que están sintiendo lo mismo. Que esto es correspondido y que lo quieren ahora. Mientras más se acerca, más empieza a percibir el perfume de la mujer al ras de su piel.
Y justo ahora eran interrumpidos. Pone los ojos en blanco al escuchar a ése "Niño Bonito", insultarlo así. —"¿El tipo no ve que estoy ocupado?"—Con la mejor sonrisa falsa Vegeta saca de la consternación a la mujer, le confirma su nombre. —"¡Uff! Ya hasta quiero escuchar cómo gritas mi nombre ésta noche". — Con Vegeta es suficiente.
— ¡Ay bombón! Vas de mal en peor. —Seiya toma una copa, estaba con un traje negro y moño. Muy coqueto peina su flequillo y niega con la cabeza. —Si creías que yo era mal partido, déjame decirte que estás con "El Chico Malo de las Carreras". Metió a su compañero de volante de toda la vida, en un accidente que casi lo mata. —Con desdén, Seiya quiere avergonzar al tipo que sostiene a Serena como si fuera de su propiedad.
—Mi nombre no es bombón ¡Es Serena! —Grita un poco, pero recupera la compostura.
Vegeta sigue sosteniendo a Serena. La mira de lado, sí, el tipo la molesta y eso también lo molesta. —Con gusto me quedaría a devolverte por donde viniste, pero seguro conoces el camino. Ahora si me disculpas, estoy en una cita. —Vegeta se la lleva a la pista de baile.
Seiya queda con la palabra en la boca, lo acaban de matar con indiferencia. Simplemente los ve irse dándole la espalda, va a buscar algo más fuerte para beber.
Serena está tratando de ver una salida. Esto es a lo que le llaman jugar con fuego y quemarse. Mira a todos lados, solo sigue al tipo a la pista y él la acomoda para bailar, una pieza lenta. Él le guía una mano en su hombro y toma la otra, hace pasos simples de un lado al otro. —Eh…En verdad, lo…Lo siento. —Avergonzada baja la vista. Este tipo la pone tan nerviosa.
—No hay de qué. Acepté la cita. Nunca tuve una, así que tengo curiosidad. —Vegeta la ve tan nerviosa, de pronto ésos ojos azules al fin lo apuntan. De nuevo ésta agitación repentina, que lo pone algo nervioso.
Serena levanta una ceja confundida por su respuesta. Lo ve en detalle, tiene un traje negro, camisa blanca con corbata negra, todo muy sencillo, pero bien pulido. Mira el pañuelo blanco que sobresale del bolsillo del pecho. Vuelve sus ojos a él y es abrumador lo intenso de ésa mirada negra. Libera un aire tan masculino que parece arrasar su cordura. Traga duro para detener ése pensamiento. —A lo que me refiero, es que no hace falta lo de la cita.
Vegeta hace oídos sordos a los que ella dice. —Serena, qué bonito nombre. No entiendo porqué te llamó bombón. —Cambia de tema.
—Porque los mujeriegos ponen un apodo para todas, así no se confunden con los nombres. Como "Princesa", "Corazoncito"… —Explica enojada, luego mira de nuevo al tipo, que la observa muy serio. —Oh, perdón de nuevo Señor Príncipe, no quise meterlo en mis líos.
—No me digas Señor, al menos que quieras tener una especie de "Cita Formal" ¿Señorita…? —La queda viendo a los ojos.
Serena da un saltito. —Ay, qué mal de mi parte. Mi nombre es Serena Tsukino. Disculpe Señor en verdad. —Trata de hacer más espacio entre ellos, pero él la mantiene cerca.
—Jajaja, tranquila. De todas las ofertas para fornicar que he tenido, eres la única que me invitó a una cita. Por lo general a las mujeres no les gusta esperar para abrirme sus piernas.
Serena cambia su actitud de inmediato, le dijo eso sin ni una pizca de humildad, creyéndose el último vaso de agua en el desierto. —Ay, qué puntería la mía… —Murmura para sí misma y azota su palma en la cara. —Otro mujeriego. —Lo dice con completo desprecio.
El enojo en ésos ojos azules lo fulminan. Da una pequeña risita. —Señorita Tsukino, quiero que sepa, que no estoy con más de una al mismo tiempo. Pero también ¿Por qué quedarme con una sola cuando puedo tener a cualquiera que yo quiera?
Lo dice sin vergüenza ni pudor, eso la empieza a alterar, la cabrea como la mierda y quiere borrarle ésa sonrisa de triunfador. —Señor, mil disculpas. Pero no me gustan los tipos como usted, que solo juegan con las mujeres y cuando se aburren corren al juguete nuevo. Mujeriegos, egocéntricos que solo buscan una aventura de una noche para satisfacer sus frágiles egos. —Serena no puede creerlo, acaba de decir lo que piensa, sin trabarse.
Vegeta se sorprende gratamente, lo toma con tranquilidad y puede ver que eso la enoja todavía más. Le está gustando. —Así que, Señorita Tsukino, elige jugar así. Jugar a "La Difícil".
Serena abre la boca ofendida, tiene ganas de borrarle la sonrisa de una cachetada. —No estoy jugando. —Va a alejarse, pero él la tironea de vuelta, haciendo que parezca un paso de baile, están cara a cara.
—Yo tampoco estoy jugando. —Vegeta frunce la mirada. —Fue una conclusión superficial que hice, así como tú hiciste una conmigo. Ahora, en mi nula experiencia ¿No es para eso una cita? —La ve parpadear grande, ésas pestañas parecen mariposas sobre sus ojos azules. — ¿No es para conocerse más allá de lo superficial? —Si una cita es lo que él debe pasar para tenerla, va a hacerlo. Porque ¡Carajo! Ya ni recuerda hace cuánto deseaba una mujer con tantas ansias.
El tipo es fuerte, pareciera que ni siquiera usó el esfuerzo de un musculo para tenerla así, tan cerca de nuevo. Serena frunce los labios y el ceño, trata de que nada la afecte y se pregunta —"¿Por qué? ¡¿Por qué me afecta tanto que me toque?! ¡Como si nunca me hubiera tocado un hombre!"—Su subconsciente le responde que NUNCA la ha tocado ÉSTE hombre. Aclara su garganta y vuelven a la posición de baile normal. —Tal parece que tiene todas las banderas rojas.
— ¿Banderas rojas? —Vegeta pregunta para sí mismo.
— ¿Qué clase de corredor de carreras es? Verá la Bandera Roja—
—Sshhh, yo sé lo que es. Solo no estaba familiarizado de que lo usaran para clasificar a los hombres. —Niega con la cabeza, actuando como si estuviera ofendido. —Qué superficiales pueden ser las mujeres.
¡Por Dios! ¡La arrogancia! Serena no lo puede creer, pero no va a caer en sus trucos. —Ahórrese sus esfuerzos. No voy a volver a cometer los mismos errores.
Vegeta sonríe brillante. —Oh, Señorita Tsukino. Lo mío no se trata de lo que usted se imagina. Déjeme adivinar. —Con exceso de caballerosidad en su tono, Vegeta piensa un momento. — Él la bañó de chocolates, flores y palabrería romántica, jurándole que sería la única, mientras tenía la del siguiente turno el mismo día. Yo, a diferencia de él, digo la verdad. Quiero sexo con usted, tanto como usted quiere sexo conmigo y ahora mismo.
Una oleada de sudor, temblores y calor pasan por Serena. Se siente expuesta, y completamente roja por lo que él le dijo. — No, gracias. —Infla las mejillas y se voltea de lado.
Pero qué mentirosa resultó ser. —Bien, no se preocupe, yo no tomo a nadie a la fuerza. Sólo quiero llevarla a la Luna. —Con su voz grave murmura cerca de su rostro.
El hombre insiste, Serena sigue sin creerlo. — ¡Jajaja! ¿Y las mujeres caen con ésas frases? —Se cubre un poco el rostro por la risa.
En verdad Vegeta nunca tuvo que usar líneas así con ninguna y no sabe de dónde salió ésa que acaba de decir. Pero se siente desafiado como nunca y le gusta. —Ya veremos. —Vegeta habla con voz grave, su mirada se va a su boca y ve que la de ella también. De nuevo empiezan a acercarse. Quiere besarla, tener su aroma encima, sentir su sabor.
Serena se cierra completamente, lo empuja. Eso parece funcionar contra el aura agresivamente seductora de éste hombre. —Voy al baño, disculpe.
La vio incómoda en verdad, se preocupa y la deja ir al baño. Mira disimulado su entrepierna, y no su erección no se ve, además verla así no le gustó. Empieza a temer que ella se escape. Mira su mano, extraña el tacto de sus finos dedos.
Serena entra al baño a refrescarse. Se lava las manos y se mira en el espejo, las mejillas le arden. Apoya sus dedos fríos en su cara y los escalofríos la inundan. —"No, no es la misma sensación". —Suspira fuerte, pasa las manos por su nuca para estirarse. Siente que extraña el toque de las manos de Vegeta, incluso el calor que le transmitía palma con palma al bailar. Sacude de nuevo el pensamiento, se imagina una puerta doble de madera en su mente y cierra todo lo que éste tipo la hace sentir. —Bien Serena. —Se señala al espejo. —Vas a ir y lo despachas. Te vas a tu casa, ya cumpliste. —Se asiente y pone cara seria para salir. Es más, si puede, quizás se vaya a escondidas, ya siente los pies algo cansados.
Vegeta se había quedado hablando con unos mozos. Les daba una generosa propina para que le hicieran un favor. Luego se iba a su no feliz grupo de amigos, veía que su ropa siga en condiciones. —Lo siento, pero voy a abandonarlos.
Kakarotto exhala enojado, toma una copa grande de un coctel de limón. —Te lo dije papá. Éste tipo. —Presiona los dientes y bebe para quemar las ganas de sacarlo afuera a patadas.
—En verdad no voy a irme de aquí. Tengo una cita. —Vegeta lo dice y a Bardock se le cae la mandíbula mientras Kakarotto escupe la bebida por la nariz.
— ¡Cough! ¡Cough! ¡¿Qué?! —Kakarotto no lo cree. Además se acaba de quemar las fosas nasales por el alcohol del coctel.
Vegeta sigue concentrado, se acomoda las mangas de su camisa, mira la hora. —Sí, con la mujer que estaba bailando. Disculpen. —Va a buscarla, al menos no la vio salir todavía.
Serena buscaba el mejor momento, que una oleada de gente cubra su escape. Se recuesta en la sala de antebaño, resopla al aire mientras está sola. —Justo aquí y ahora, en éste universo; el baño de mujeres está solitario. —Estira la espalda contra la pared, descansa sus pies dejando caer el peso en sus hombros. —Quiero ir a casa, quitarme toda la ropa—
—Yo puedo ser de ayuda. —Vegeta le habla y la hace saltar.
Serena se endereza de inmediato, acomoda su ropa. — ¿Me está siguiendo? —Lo mira de reojo, está con las manos en sus bolsillos, acercándose como un depredador sigiloso y ésa mirada brillante. —"¡De acuerdo! ¡Es guapo el desgraciado!"—Se admite así misma.
—Sólo me preocupé porque tardaba un poco. —Vegeta se acerca a ella, queda a una distancia prudente y la ve otra vez ruborizarse. —Hice que nos apartaran una mesa, así tenemos una cita en paz. —Señala hacia atrás con el pulgar. — Puedes descansar tus pies.
—Ya le dije que lo de la cita no hace falta. —Serena le habla cortante. Pero de pronto se empieza a preocupar por no haber revisado el maquillaje o repasar el brillo en sus labios.
Vegeta presiona su pecho y se dobla como si doliera. — ¡Oh! Sólo me utilizaste. —Se queja de dolor poético. La ve casi largar una risita por ése acto, pero reprimirla cubriéndose con una mano. —Señorita Tsukino. Apenas bailamos, y sentados, puede que nos conozcamos mejor. —Le ofrece su mano.
Serena camina hasta él pero sin aceptar la mano. Cuando sus cuerpos se alinean, Vegeta no la toma o abraza, camina junto a ella. —Con Serena está bien. —Con tono suave.
Vegeta baja la vista y esconde un poco su sonrisa. —Ya te lo dije, hermoso nombre.
Serena va a la mesa, es una mesa circular, con un mantel blanco y un par de sillas. Hasta corre su asiento. —"¡Ja! Hasta parece un caballero, sino fuera tan arrogante y presumido".
Vegeta acomoda su silla junto a ella, hombro con hombro. Están en un rincón y es más íntimo. — ¿Quieres tomar algo fresco? —Vegeta hace una seña a un mozo y al voltear a Serena, la tiene cara a cara. Sin darse cuenta empieza a respirar pesado, la sutil fragancia de la mujer se cuela en su nariz. —"Tan refrescante…"
Serena esconde la cara a un lado y pretende acomodar el vestido. —Ah, sí. Agua bien fría estará bien. —Espía por debajo y Vegeta la sigue mirando.
La observa bajarse casi tres vasos de agua fría, él también bebe. Siente la garganta seca, como los nervios antes de una Carrera. —La pasta con albóndigas rellenas se veía exquisita.
Escucha su comentario y asiente. —Mmh, sí. Mi amiga Lita es la encargada del buffet.
—Decidido. Hasta tenemos referencias. Dos platos... —Vegeta pide al mozo. —A menos que quieras compartir uno. —Dice en broma, pero si ella quiere, no es broma.
—No, no. —Serena se cubre con las manos, los mozos desaparecen para traerle los platos. —Ay, qué pena con ellos. Esto es un buffet, no tienen que traernos los platos. Me parece muy grosero. —Infla sus mejillas.
—Les di una cuantiosa propina. No hay de qué preocuparse. —Vegeta no puede dejar de mirarla, tiene mucha curiosidad ahora. Ella se ve una mujer que fácilmente puede mimetizarse en la multitud. Vestido negro, simple, zapatos no tan altos. Quizás sea eso, se ve tan elegante y hermosa, a la vez tan sencilla. Su vista no se cansa de recrearse de ella. —"Además, de que me dijo que no"—Piensa y bebe su ponche. Sí, debe ser el desafío que ella le presenta y nada más.
Serena bebe su ponche, da las gracias a los mozos con una enorme sonrisa. Siente las miradas de muchos al pasar. —"Ay, ¿Me habrán visto así mientras bailaba con él? ¡Pero qué preguntas hago! Es obvio que sí."—Come y sonríe, está delicioso, el primer bocado le abre el apetito. No comprende, quizás sean los nervios. De nuevo al ver de lado, Vegeta la observa, traga el bocado. Puede ver que mira la altura de su muslo. Ésa mirada parece tener rayos X—Por favor, deje de mirarme así. —Toma el borde del vestido y lo estira, tratando de tapar más su pierna.
— ¿Otra vez nos tratamos de Usted, Señorita Tsukino? —Da un bocado grande sin quitarle la vista, se le hace agua la boca al sentir el queso que hay dentro de cada albóndiga.
Su tono es tan burlón, Serena levanta su nariz y mira hacia adelante. —Sólo mira tú plato si sabes lo que te conviene. —Lo regaña y presiona el cuchillo.
—Lo siento…—Vegeta se disculpa sincero, puede sentir a Serena asombrada por eso. —No quería ponerte incómoda, pero tú atrapas toda mi atención, no puedo evitarlo. —Habla en voz baja cerca de su hombro.
Serena acaba de sentir un latido fuerte en su pecho, casi tira el tenedor cuando lo escuchó hablar así. Rápido toma la copa y se refresca.
—Podemos negociar. —Vegeta propone. —Necesito algo para saciar mi necesidad de verte. —Pega su silla a la de Serena, sin tocarla, pasa un brazo por el respaldo de su silla y las yemas de sus dedos tocan el brazo de ella del otro lado. — ¿Qué tal? ¿Te parece muy incómodo? —Pregunta, muy dispuesto a alejarse.
Serena inhala y exhala soplando por la boca. —E-Está bien. —Siente que extrañaba su toque, hasta la relaja sentir la textura rasposa de sus callos peinar su piel. Sus ojos se van a él y sí, dejó de mirarla tan intensamente. Pero ahora es ella quien no puede dejar de verlo. No tiene nada que ningún otro hombre no tenga aquí, traje sencillo, pero bien planchado. Mira la mano que la toca y el reloj es de calidad, plateado, fondo azul, nada de oro o cosas extravagantes. Luego mira con atención, su contextura se ve musculosa. Su cabello tiene una forma peculiar, se le dibuja una sonrisa al pensarlo. Mira su mandíbula, baja a su manzana de adán, que se mueve mientras come o bebe, sus manos gruesas. Es tan masculino.
—Ahora tú no dejas de verme. —Vegeta declara con unas risitas presumidas.
Serena se enoja, desvía la mirada. —"¡Es un típico chico malo y nada más!" —Sí, debe ser solo eso.
Cuando están terminado de comer en silencio, a Vegeta le da curiosidad al verla acomodar una pequeña pila de tarjetas a un lado y contarlas. — ¿Qué haces aquí además de darle celos a tu ex?
— ¿Eh? —Serena parpadea, ahí recuerda. —Oh, Seiya. Cierto ¿Seguirá por aquí?
La ve mirar lado a lado, ella ya se había olvidado completamente de ése. Así que Vegeta descarta que todavía tenga sentimientos por Kou. Entonces, tiene que ser otro el que está ocupando la mente de Serena. Al menos eso le advirtió su instinto en el "casi beso", Serena se cerró por completo y lo alejó.
—Ah, bueno. He venido a hacer contactos. —Serena habla natural. —Estaba trabajando con Three Lights. Así que estuve aquí repartiendo mis tarjetas, aunque fui su asistente, tengo referencias en publicidad. Tuve mucho trato con las marcas y Patrocinadores.
—Mmhmm… Así que es tu culpa de que giro en cada esquina y ellos están en una marquesina de ropa interior o promocionando la bebida más nueva. —Vegeta habla con una sonrisa, la ve muy relajada al hablar de trabajo, hasta la escucha reír.
—Jajaja, sí. Lo siento. Son como la nueva "cosa caliente", además tienen múltiples talentos. Están invictos hace cuatro años en las Carreras por Equipo. En ambas categorías, De Fondo y Velocidad.
Bien, la mujer parece conocer de lo que habla. —Menos en Individuales.
—Bueno, eso se lo dejamos a la Empresa Cápsula. Mejor dicho a Kakarotto Son, el Líder de tu Equipo. —Serena se lo dice, y Auch! Pudo ver el ego de Vegeta herirse en tiempo real.
—No por mucho. Tengo buena puntuación en las primeras eliminatorias y todavía me faltan. —Vegeta bebe todo el agua. —Mi hombre ala se recuperará y volveremos a la pista. Aún queda camino. —Mira fijo hacia adelante, como si la línea de meta estuviera ahí.
—Oh, qué bueno que se recuperó. Los accidentes en plena pista son algo horrible. —Serena pone un gesto triste, recuerda a Darien. Intenta hundir su tristeza.
—Sí. Ya le dieron el alta, no te preocupes. —Vegeta le da una larga caricia a su hombro y más intensa. Se nota una mujer que empatiza de inmediato, no quiere verla entristecerse.
—"¡Ay mi Dios!"—Serena casi pone los ojos en blanco, ésa caricia pesada viajó directo a su clítoris. La punzada fue dolorosa, bebe agua de nuevo. Toma el espejo de su cartera para ver si está ruborizada, retoca el brillo de sus labios para disimular.
La respiración de Vegeta se agita luego de tocarla así y al verla retocando su boca, pone la servilleta disimulado entre las piernas. La punta de su polla duele. —"¡Por favor obedece! ¡Duérmete, duérmete!"—Presiona la mandíbula, desesperado por no tener una erección en público. — ¿Quieres postre? —Con tono normal, sin segunda intención.
Serena mira la hora. —Oh, no gracias. Ya es hora de que me vaya. —Se levanta rápido.
Vegeta se toma un par de segundos, lleva la mano donde dejó la servilleta y disimulado, acomoda su polla. Se levanta y exhala de saber que en ésa posición, la tela negra cubre bastante. —Ah, no te olvides. —Le pasa la pila de tarjetas de presentación.
—Oh, gracias. —Serena acerca su mano temiendo de tocarlo al tomar las tarjetas.
Ella toma las tarjetas, vio sus finos dedos temblar. —Te llevo a tu casa. — ¡Mierda! ¿Qué es eso? Él no lleva a las mujeres a su casa. —"Seamos honestos, tampoco he tenido citas."
Parpadea grande, se queda viendo a ésos ojos negros. Parece sincero, pero; cómo le explica Serena a Vegeta que no importa lo que haga, nada va a pasar. —No, gracias yo—
Son interrumpidos por lo que parece una muy alcoholizada modelo, con vestidito rojo, que le cubría técnicamente nada, pestañas postizas, boca y uñas rojas como garras que se aferran al cuello de Vegeta. —Oye, oye. Vegeta, me dejaste sola en la terraza. —Le habla con balbuceos y sin poder sostenerse.
Vegeta pone un gesto entre el asco y el enojo. No es sólo el olor a alcohol que se carga, el perfume que riega el lugar parece quemar su nariz. —No, no… A ver. —La sostiene de las muñecas, la aleja. Apenas cruzó unas palabras y un coqueteo superficial y la tipa se creía que estaban en algo.
¡Pero qué estúpida! Serena vuelve a la realidad de una cachetada, presiona su cartera, saca el pecho. —Que la pasen bien, se me hace tarde. —Acelera a la salida hecha un fuego, pide su pequeño abrigo. Baja al trote las escaleras, se sorprende que, en su repentino coraje, no tropezó con sus tacones. —"¡Maldito mujeriego! ¡Era obvio que no fui la única que abordó en la noche!"—Serena ruge al cielo, revolea su cartera a un lado de una columna, descargando su ira. —"Me siento como plato de segunda mesa."—Quiere gritar y calmar las punzadas en su pecho. Pero intenta componerse, mira a los lados, quizás nadie vio su acto de tifón de la ira.
— ¡Jajaja! ¡Te lo dije bombón! Te cruzaste con el peor. —Seiya se acerca de un lado de la escalera. Ya tiene el corbatín desarmado y la mirada brillosa de tanto beber. Hace fondo blanco y tira el vaso al suelo, empieza a caminar hasta Serena. —Se rumorea que su Equipo está por irse a pique. Se filtró que se agarró a los golpes con Kakarotto, que es capaz de hacer lo que sea, para ser Líder de su equipo, lo que sea para ganar.
Serena frunce el ceño, qué mal momento para Seiya para acercarse a ella. Lo señala con el dedo y camina hasta él enojada —A mí no me interesan los rumores. Y no me interesa—
—Admítelo, no puedes superarme. —Seiya extiende sus brazos como si fuera un Dios.
Serena inhala hondo con la boca abierta ¡Oh no! ¡Él no dijo tal cosa! ¡Es su fin!
—Serena. —Vegeta baja rápido las escaleras, la toma de la cintura. Apunta con la mirada a Seiya y saca el pecho. —Perdóname, tuve un contratiempo ¿Te estaba molestando?
Serena puede ver cómo Seiya se molesta y no sabe qué decir al verlos tan cerca. Endereza los hombros. —No, está bien. Solo tomaba aire. —Mira de reojo a Vegeta.
—Bien, vamos. —Vegeta pide su auto al valet parking.
Serena se asombra un poco, no es un deportivo. Es un auto moderno, nuevo y espacioso. Un Subaru Outback japonés. —Gracias. —Se sube, abrocha su cinturón.
Seiya les grita— ¡Jajaja! ¡Pudiste quedarte con el chico del auto deportivo bombón! ¡Recuerda!
Serena va en el asiento del acompañante, cuando arrancan también parece activarse el silencio total. Se concentra en mirar por la ventana.
Vegeta la mira de reojo mientras maneja, quiere romper el silencio. —Parecía que ibas a matarlo. —La escucha hacer un sonido de afirmación. —Tardé un poco porque—
—No. Está bien, no me debe ninguna explicación. — Serena frunce el ceño. —Perdóneme a mí por arruinar sus planes para la noche. —Cada vez que recuerda a ésa, colgada del cuello de Vegeta, se enfurece todavía más.
Vegeta presiona un poco el volante, no sabe porqué pero quiere explicarse. —Ésa mujer, me la encontré antes de cruzarme contigo. Se me acercó, acepté un par de halagos y no pasó nada. — Resopla a un lado y se sincera. —Está bien, fueron palabras muy vulgares, pero no estaba interesado. Tardé porque le avisé a mis compañeros que tendrían que volver en taxi.
Serena lo espía un poco, sus ojos se conectan por milésimas, pero vuelve la vista adelante. Relaja los hombros. —Qué pena por tus compañeros. Espero que los rumores no se acrecienten porque te vieron dejarlos.
Lo tutea de nuevo, Vegeta se alegra. —No me importan los chismes. —Dibuja un sonrisita de lado, la observa más tranquila al parar en un semáforo. Y empieza otro silencio hasta que salen a la autopista. —Se-re-na… Ve-ge-ta… —Silabea sus nombres.
— ¿Qué? —Serena casi chilla, pone cara confundida.
—Ah, nuestros nombres. Se-re, Ve-ge… Tienen las mismas vocales y en la misma posición. VE-GE-TA, SE-RE-NA. —Le gusta como suena.
— ¿Y qué quieres decir? —Serena se cruza de brazos en defensiva.
—Nop, nada. Era solo algo curioso. — Vegeta repite las sílabas en su mente, mientras sigue manejando. Para en otro semáforo y mira las piernas de Serena. Se pregunta si está usando portaligas debajo, aun con medias sus muslos se ven tentadores.
Serena se percata de su mirada lasciva. Toma los bordes de su vestido y lo estira para taparse hasta las rodillas. — ¡Ay! ¡Pero deja de mirarme así!
—Es una vista muy tentadora, no puedo dejar de pensar cómo se siente tu piel en cada zona de tu cuerpo. —La ve ponerse roja hasta las orejas. — O tu boca con ése labial rosa, me está volviendo loco. —Siente de nuevo la boca llena de saliva. Tiene hasta ganas de estacionar a un lado del camino, meterle una mano por encima de su escote y presionar sus senos, hundir y marcar sus dedos.
— ¡Pues estoy llena de escamas y cicatrices! —"¡Ja! ¡Está muy equivocado si cree que tendrá suerte conmigo hoy!". Muy obstinada, toma un pañuelo de su cartera, se limpia el labial, y toma el frasquito de brillo labial y se lo da en la mano. —Ten. Para que lo use alguna de tus "novias".
Vegeta se ríe por dentro, se guarda el pañuelo rosa con el maquillaje. Piensa que hubiera sido mejor desafiarla a quitarse las bragas. — Yo no tengo novias… —Le habla honesto. — Sí tengo algunas condiciones ¿Tienes algún tatuaje que no puedo ver?—Vegeta arranca, la escucha ofenderse, como si hubiera sido una insinuación obscena. —A simple vista se nota que no. También en tus dedos no veo manchas de nicotina, ni percibí olor a cigarro. No me gustan las mujeres que fuman y/o tienen tatuajes. —Muy en serio.
Serena abre grande los ojos. —Oooh… —Dice suave, piensa en que ella entra en la lista de mujeres que le gustan. Aleja de inmediato ése pensamiento. —Creí que tendrías un deportivo. —"Como todos los chicos malos". Cambia de tema, como quien voltea una carta sobre la mesa.
Vegeta sonríe de lado. —Un auto que puede alcanzar los 300 km/h, me parece un desperdicio. Me gusta correr, competir en la pista, donde hay verdadero reconocimiento. Como sabes, los Corredores no podemos tener faltas de tránsito de ningún tipo. Éste modelo es el Subaru Japonés, de los más seguros en caso de accidente.
—Oh, eres "otro tipo" de Chico Malo. —Serena le indica a dónde queda su casa. Se siente tranquila de llegar a su hogar y a la vez intranquila, porque una parte de ella no quiere dejar de estar junto a Vegeta. Hasta cuando él la acompaña a la puerta, siente que ambos arrastran los pies, ninguno de los dos quiere terminar la velada. —Vivo con dos de mis amigas… —Serena comenta, ve la luz del portal encendida, pero las demás luces apagadas.
—Qué buena cita. —Vegeta se para junto a ella para dejarla poner el código de la puerta. Mira alrededor, el barrio parece seguro, pero nunca está demás asegurarse que entre a salvo.
—Creí que tú nunca tuviste una cita. Sin embargo, pareces tener experiencia. —Serena se cruza de brazos y lo acusa con la mirada. —Ya no tienes que mentir, porque es en vano. No va a pasar nada. —Muy segura da el veredicto final.
Vegeta saca su teléfono del bolsillo interno de su saco, le muestra la pantalla. —Quizás yo no tengo experiencia. Pero el internet ha registrado algo de conocimiento.
Serena se asombra, puede leer claramente que buscó ¿Cómo y qué hacer en una cita?—Haaa… Bueno, gracias. No quiero hacerte perder más el tiempo. —"Seguro tienes una mujer esperándote y así terminar la velada como en verdad quieres".
Puede ver los ojos de Serena bajar melancólicos. No quiere terminar así, la toma del mentón y se acerca despacio. —Fue un gusto…Serena.
Serena queda inmóvil, cree que va a besarla en la boca. Sin embargo lo ve ir a su mejilla, le deja un casto beso. Creyó que sería todo. Cuando Vegeta se aleja, sus ojos negros quedan prendidos en su boca y los ojos azules de ella también. Como si hubiera una línea de una fuerza imaginaria, sus labios y cuerpos chocan sin poder evitarlo. Los brazos de Serena se enredan a su cuello, las manos de Vegeta aferran su cintura. Al instante empiezan a besarse con pasión, abriendo sus bocas, sin poder esperar para saciar su deseo. Se transmiten una sensación única. Calor, humedad y suavidad hechos uno solo. La lengua de Vegeta azota el paladar de Serena, mientras ella muerde sus labios, él responde con lamidas. Quiere morder la punta de la lengua de Serena, marcársela. Vegeta se deja devorar, en tanto se beben de su saliva, los dos jadean y gruñen del gusto. El elixir de sus labios era todo lo que él quería y temía. Su polla está dura y gustoso se la hace notar, frotándose contra su muslo.
A Serena casi se le escapa un gemido al sentir su erección, dan un par de pasos hacia atrás y la sostiene entre sus brazos y la pared. Toda la sangre de Serena palpita y hace presión desde el ombligo a su clítoris. El escalofrío parece de sudor frío, cuando las manos de Vegeta la recorren de arriba-abajo. Sus manos masculinas son tan fuertes, que puede sentir la presión en su trasero y en uno de sus pechos. Sus pezones arden y está segura de que encontrarán alivio dentro de la boca de Vegeta.
Vegeta nunca se sintió así, tan acelerado. Como si fuera un adolescente enloquecido por las hormonas. Como si estuviera en una curva tan difícil, que la velocidad está por hacer que suelte el volante, se sostiene con todas sus fuerzas. Se sostiene a Serena, aunque sean sus curvas las que parecen estar a punto de hacerlo chocar. Hasta siente hormigueos debajo de las bolas, como si estuviera por eyacular. Percibe, su aroma femenino contra su piel, tal como lo creía. No es un aroma empalagoso, sino apenas dulce y cítrico, fresco. Si su carne es así de suave por encima de la tela, tocarla piel con piel será el éxtasis.
Su aroma, su sabor, su toque ¡¿Qué mierda le hace éste tipo?! Se siente como nunca, y ni siquiera la ha tocado desnuda. Hasta ya se lo imagina desnudo a él, por encima de la tela se nota musculoso, fornido, duro. La boca de Vegeta empieza a bajar por su cuello, peinando su pulso con besos y lamidas. Empieza a tomar aire y la sangre le vuelve a la cabeza ¿Qué dirá Darien de ella? Empieza a sentirse mal, a sentirse culpable, como si estuviera engañando a Darien. Pone sus codos de por medio. —No.
Vegeta parpadea, empieza a salir del trance, una vez más la siente cerrarse completamente. — ¿No? —Trata de alcanzarla con una mano en su nuca, empujarla de nuevo al beso, sentir sus manos sobre él, soltar su cabello dorado. Sabe que si la abre de piernas, su vestido se subirá solo. Pero la ve huir despavorida.
—No, de verdad. No. Lo siento, no puedo. —Serena abre la puerta y se mete a la casa. Se quita los zapatos y sube trotando las escaleras. Trata de relajar su pecho, inhala y exhala como si fuera un ataque de nervios.
Vegeta queda procesando, no entiende qué le sucedió ¿Cómo hizo para simplemente apartarlo? Resurge la teoría de que hay alguien más. Camina al auto tratando de calmar ésta opresión, afloja un poco su corbata y resopla como un caballo. Mira su teléfono. — ¿Qué mierda me pasa? — Se golpea la frente con el puño cerrado. Trata de recuperar el aliento.
De: Bardock
Nappa quiere que lo llames apenas te desocupes.
Pone los ojos en blanco. Mira de nuevo a la casa de Serena, la veladora se enciende. Supone que es su cuarto, ahora tiene la tonta fantasía de trepar a su ventana.
Serena daba vueltas en la cama, estaba fría, tremendamente fría. No podía ni abrazarse así misma sin recordar el abrazo de Vegeta. Toma una almohada y la abraza, da otra vuelta y— ¡Vegeta! —Serena salta en la cama, se arrincona contra la cabecera. Vegeta la sigue gateando en el colchón, la toma del tobillo. — ¡Aléjate! —Grita, pero un beso duro le cierra la boca. Mira hacia abajo ¿En qué momento se desnudaron?
—Lo quieres Serena. Deja de mentir. —Vegeta susurra y le muerde el labio inferior estirándoselo. Mete sin pudor dos dedos dentro de su vagina, su carne caliente y mojada no le mienten. Serena curva su espalda ante el placer tan brusco. —Mira… —Le muestra sus dedos brillante en fluidos.
Serena abre grande los ojos, no puede parpadear ni moverse. Se sostiene de los brazos de Vegeta, casi clavando sus uñas. De nuevo sus dedos se meten en su centro, la agitan sin piedad curvando los dedos de sus pies. — ¡Ah, Vegeta! —Una mordida en sus pezones casi la tira al orgasmo. Voltea la posición quedando encima de él, apreciando el cuerpo desnudo de Vegeta y dándole una vista de primer plano de ella. —Sí, lo quiero. —Se frota contra su pene, con un solo movimiento de Vegeta lo inserta en ella.
— ¡Oh Sí! ¡Carajo! —Vegeta queda con los ojos en blanco, la siente empezar el movimiento, cabalgándolo casi sin piedad. —Ah, Se-Serena. Espera… Un condón.
—No me importa. —Serena lo mira a los ojos y lo ve asombrado. Se inclina a besarlo y con las bocas unidas le dice. —No me importa lo que pase, Vegeta lléname. Lléname…
La escucha repetirle una y otra vez, su carne se cierra a su alrededor, sus cuerpos rebotan con el ritmo salvaje. Se aferra con una mano al trasero de Serena y con la otra a uno de sus pechos. Están fuera de control, gritan chocando violentamente contra el orgasmo y...
Despiertan, impactados, sin entender qué acaba de pasar. Miran alrededor, es de día. Levantan las sábanas y tocan su entrepierna. Tragan duro, han tenido un sueño mojado, casi una pesadilla por lo intenso. Cada uno en su casa no comprende qué fue lo que pasó.
…
Como siempre, espero sus impresiones y sus comentarios ¡Hasta el próximo viernes!
Saluditos a todo el Fandomcito que pasa por aquí a recibir su dosis de Ki de la Luna. Un beso grande, y ya saben, sin ustedes nada de esto es posible. Gracias por su tiempo.
