Notas Iniciales: Pasemos a un fetiche que no podía quedar con ninguna otra de estas tres ships.
Retifismo
Kokonoi se mordió los labios con nerviosismo. Desde la más reciente pelea que libraron extraoficialmente contra un par de pandilleros perdidos en su territorio, él e Inui se acomodaron bajo la sombra de un árbol cercano a una máquina expendedora para saciar su sed con alguna bebida enlatada, pero a pesar de que no fue una batalla muy larga y de que sus heridas eran más bien inexistentes, algo pesó en el enfrentamiento para que Hajime se viera obligado reprimirse de mirar demasiado hacia los pies de su compañero. Casi estaba adoptando una postura derrotada mientras descansaba, pues la temperatura lo estaba afectando de igual forma. Sin embargo, obvió su falta de control cuando Seishu estuvo de vuelta y entraron en su campo de visión los zapatos de color vivo que éste había escogido calzar aquel día.
—Aquí tienes —Inui le ofreció la lata color verde que el otro había pedido, más la mirada de agradecimiento que Kokonoi le dedicó activó sus alarmas pese a que lo único que hizo éste fue recibir su refresco sabor pepino antes de desviar la vista hacia el paisaje solitario.
—Gracias. —Kokonoi reconoció para sí mismo cuánto necesitaba refrescar su garganta.
— ¿Qué sucede, Koko?
—No es nada, supongo que tengo calor. —Seishu emitió un sonido que delataba lo poco que le había convencido tal respuesta—. ¿Por qué me miras así? —El capitán de la Guardia de Elite trató de cubrir su nerviosismo con una risa divertida—. ¿No puede un hombre como yo beber en paz?
—No estás mostrando tu lengua.
— ¿Mi lengua?
—Tienes la manía de mostrar tu lengua cuando bromeas o estás a punto de hacer una de tus travesuras —comentó sin alterar su expresión estoica.
— ¿Así? —Hajime hizo lo que suponía su amante quería verle hacer, agriando por el contrario su mirada perspicaz al instante—. Me siento halagado, Inopi. No pensé que te gustara tanto para determinar que saco la lengua en dichas situaciones.
Sin embargo, aunque Kokonoi esperó algún insulto por su atrevimiento, no ocurrió. Seishu sólo desvió la mirada con un resoplido exasperado, abriendo su propia lata de refresco sabor melón para enseguida pretender que no había nadie acompañándole, pues fue a recargarse en el poste de luz sin dejar de inspeccionar los alrededores. Ante esto el chico de ojos rasgados de permitió admirar aquella figura que se convirtió en el contenedor de gran parte de sus deseos, ese cuerpo delgado pero fuerte lo enloquecía. Si no fuera por la gabardina del uniforme, en ese ángulo tendría la facultad de perderse en las curvas de su cuerpo. Tal vez ese hecho lo terminó guiando finalmente hasta sus zapatos de tacón. Recordó que tras haber tirado a sus oponentes en el suelo, Seishu no perdió tiempo en enterrárselos en la cara, los hombros, caderas y estómago, comprendió lo doloroso que debía ser con sólo haber escuchado los alaridos que expulsaron. Pero lo peor fue cuando se imaginó a sí mismo en esa humillante situación, siendo tal la razón por la que trataba evitar mirarlos a cualquier costo; la imagen le excitó.
—Koko. —El llamado de Inui lo sobresaltó, más fue peor ser consciente de que acababa de ser descubierto mirando, ya que el propio rubio bajó la vista hacia sus zapatos con curiosidad, balanceando un poco sus pies, chocando los tacones con el suelo un par de veces—. ¿Te gustan?
—Uh… se ven bien en ti, como siempre. Pero, ¿no te cansan?
—No es tan malo una vez te acostumbras.
—Una vez dijiste que las primeras veces te formaron callos, debió doler mucho.
—Bueno, mis pies arden cuando hago largos recorridos o nos obligan a ir de un lado a otro sin descanso, especialmente cuando hace calor, pero ya no representa un problema. Puedo pelear con ellos, ¿no? Ya ni siquiera me veo en la necesidad de botarlos a la mitad.
—Eso siempre me ha parecido admirable.
—Así que por eso no has dejado de verlos —asumió, generándole a su capitán cierta incomodidad.
—Eso y que es la primera vez que llevas de ese color, normalmente son rojos. No digo que esté mal, el rosa es lindo y combina con el uniforme, hasta mejor que el rojo.
— ¿Crees que me vendría mejor un tono más claro?
—Sabes que no sé de esas cosas —se rió Kokonoi sintiéndose un poco más relajado, después de todo había conseguido desviar un poco la verdadera razón de su repentino interés hacia el calzado de Inui. Por eso no se esperaba que tras percibir los pasos de su vice-capitán acercándose, se encontraría impactando contra una propuesta que apretaría sus entrañas con fuerza.
—Arrodíllate y lamelas, pienso comprar unas zapatillas con el tono de tu lengua la próxima vez.
—Inopi, no creo que sea una buena idea.
— ¿Cuánto tiempo tenemos saliendo, Koko? Reconozco el fuego de tu deseo cuando lo veo y sé que has querido hacer algo así desde que me viste patear a esos imbéciles. Ahórrate la vergüenza y hazlo antes de que llegue a interrumpirnos alguien.
Kokonoi tragó saliva con dificultad ante el tono autoritario de su amante, revolviendo sus neuronas mientras miraba esta vez con atención los zapatos que tanta incertidumbre le habían causado. Fue entonces que obedeció a sus impulsos y se dejó caer en el suelo para tomar una postura que le permitiera alcanzar la posición en que estos se encontraban, ya que Seishu no parecía motivado a facilitarle la tarea. Siquiera tenerlos al alcance, los tocó con la punta de su lengua, dejándose delinearlos cuando tomó más confianza. Inui observó sus acciones con suma diligencia, sin perder de vista el más mínimo movimiento que su amante ejecutaba con más devoción de la anticipada.
Debería estar vigilando que nadie se acercara para proteger la integridad de Hajime, pero su vice-capitán también estaba ocupado disfrutando del suceso para preocuparse de algo tan básico.
