Notas Iniciales: Si se dieron cuenta, los drabbles de esta parejita están conectados. ¿Por qué? Porque son mi OTP.
Hipoxifilia
El subcomandante de la Tokyo Manji estaba teniendo serios problemas luego de su reciente encuentro a solas con su líder. Cuando recuperó la noción del tiempo y espacio, comprendió que había sufrido un orgasmo besando a su mejor amigo, por eso estaba tan avergonzado que tomó una ducha después de recostar a un inconsciente Manjirou en la cama, decidiendo salir a la calle para despejar su cabeza. Con suerte y horas inaceptables moviéndose sin rumbo por los estrechos barrios, Draken se evitó re-encontrarse con Mikey cuando volvió, respirando aliviado tras comprobar que éste se marchó al despertar aún si no estaba seguro exactamente cuándo. Sin embargo, eso no lo salvó de la tensión que se respiró entre ellos a partir de que volvieron a verse. Ambos se mostraron avergonzados e incapaces de seguir sus rutinas con normalidad ya que Mikey procuraba no levantarse de la cama por mucho que Draken le insistiera para que fueran a la escuela, obligándolo así rendirse para marcharse solo aunque el joven Sano al final terminara asistiendo a clases desalineado y sin ayuda. Seguían juntándose para la comida pero el más bajo de estatura se esforzaba a no dormirse para que Ryuuguji no tuviera que cargarlo en el camino.
Aquello se repitió al punto que llamaron la atención de sus amigos, los cuales no perdieron la oportunidad de cuestionarlos, temiendo que hubiesen vuelto a pelear o algo similar pero se limitaron a dar razones mediocres que los salvaran de más preguntas. Pero pronto fue Draken quien ya no soportó ese ambiente sofocándolos, así que decidió actuar.
—Mikey, ven conmigo. —El aludido no se molestó en cubrir su incomodidad pero de todos modos aceptó acompañar a su subcomandante donde pudieran hablar en privado, después de todo se trataba de un tema delicado para ellos. Además, Manjirou no negaría cuánto extrañaba estar en buenos términos con Darken—. Lamento haberme alejado esa vez.
—Está bien, yo tampoco hubiese sabido cómo actuar.
—Si no te hubieras quedado dormido, lo habríamos resuelto esa misma noche —le recriminó con exasperación, aunque sabía que no era momento para echarle en cara lo perezoso que era, todavía no se explicaba cómo podía desmayarse tan rápido. Obviamente su comentario hizo a la vena en la sien de Mikey saltar.
— ¿Ah?
—Necesito que me digas la razón tras tus acciones, dijiste que querías ver mis límites. ¿A qué te referías con eso? —Con esa pregunta, Mikey pasó del enojo a la vergüenza, por ello dibujó una mueca emberrinchada en su rostro mientras hablaba.
—Siempre me estás consintiendo, ha sido así desde que recuerdo. Me preguntaba qué tan lejos serías capaz de llegar para complacerme.
— ¿Y para eso tenías que felarme y besarme después?
— ¡No lo digas así! —espetó Manjirou sonrojado.
—Fue exactamente lo que pasó, aunque no fue el mismo día. —Sano se encogió en su asiento y se negó mirar a Ken los siguientes cinco segundos por lo que Draken se vio en la necesidad de llamar su atención nuevamente—. Mikey.
—… ¿Qué?
— ¿Hiciste todo esto con el fin de llamar mi atención como Emma?
—…Tal vez.
—Mikey… —lo reprendió con dureza, indispuesto a recibir respuestas a medias.
— ¡Esta bien! ¡Lo acepto! Trataba de experimentar cosas contigo porque no puedo pensar en nadie mejor para eso. Eres un hombre genial… creo que me has atraído desde siempre. Pero, ¿qué querías que hiciera? Le gustas a Emma, no podía simplemente pedirte que te olvidaras de ella, quería que me atendieras también sin que hubiera necesidad que rompieran su relación. Quiero que sea feliz contigo —dijo con voz temblorosa, maldiciéndose por ello pero obligándose a continuar—. Por eso quería robarte un poco, sólo eso. ¿Qué tiene de malo?
Ryuuguji suspiró con pesadez, llevándose una mano a la frente mientras pensaba en una manera efectiva para salir de ese embrollo, no cabía duda que esos dos eran hermanos. Quizás no compartieran la misma madre pero su estrecha convivencia los hacia actuar con la misma ingenuidad, lo cual no significaba que Draken fuera un experto cuando lo único que se le ocurrió -luego de una confesión tan apasionada- fue decir algo completamente fuera de lugar.
— ¿Cómo puedo compensarte?
— ¿Eh? —Aquello descolocó el entendimiento de Manjirou.
—Verás, ni siquiera sé si me gusta Emma a ese nivel o si tú despertaste algo más en mí, pero seguro te hice pasar un mal rato y quiero compensártelo, trataré de ser cuidadoso en lo que sea que me pidas.
— ¿Hablas en serio? ¿No te molesta que te vea con lujuria?
—Bueno, al menos me lo dijiste —Draken se alzó de hombros restándole importancia—, es mejor que no entender qué demonios tratas de hacer cuando nos quedamos solos.
—Entonces… —Mikey tragó saliva ásperamente, el rubor infestando sus mejillas ante las posibilidades que se le presentaban, después de todo Draken estaba dispuesto a seguirle la corriente esta vez, no estarían atrapados en ese círculo vicioso de pruebas con dudoso consentimiento que estableció inicialmente—. Tómame del cuello.
—Esto ya me lo habías pedido antes —rememoró Ken con curiosidad.
—Si… pero esta vez lo haremos un poco diferente. Acompáñame.
Mikey se levantó con más urgencia de lo que le hubiese gustado, pero eso a Draken no le molestó, por eso guardó sus manos en los bolsillos demostrando lo relajado que se sentía en realidad. Ambos fueron acomodarse en la zona más profunda de la arboleda que adornaba los alrededores del templo, con el líder de la ToMan recargado contra el tronco de un pino mientras su subcomandante lo apresaba con su cuerpo, sujetándolo de la garganta con una mano y con la otra frotaba la erección que apenas era cubierta por los pantalones holgados que solían vestir.
— ¿Así está bien?
—Si… —ronroneó—, aprieta fuerte.
—Eso haré —aseveró con la mayor firmeza que había conseguido rescatar.
—Estás temblando, Kenchin —Mikey sonrió enternecido y acarició el brazo que lo mantenía capturado como si tratara consolar el brote de inseguridad evidente en la mirada de su amigo.
—Eso es porque… si alguien nos ve, creerá que trato de matarte.
—Nadie nos verá. Hazlo.
—Mikey…
Los dedos de Draken comenzaron a cerrarse a medida que –por encima de la tela– masturbaba a Manjirou, quien instintivamente comenzó a jadear y removerse. La vista preocupó a Ryuuguji varías veces, así que se detuvo tan sólo para recibir la ansiosa petición de continuar sin miedo con lo acordado. Lentamente tuvo la confianza de llegar más y más lejos en su técnica de asfixia, por lo que contempló con cierta admiración la fragilidad que su líder estuvo mostrándole en cada uno de sus intentos, sintiendo un extraño placer recorrer sus nervios hasta instalarse en su vientre y corazón al oírlo decir «Kenchin» con suma dificultad, hasta por fin dejar de respirar unos apremiantes segundos donde el placer bailoteó con una intensidad que no había experimentado en el pasado. Sin embargo, cuando su ducto respiratorio dejó de ser bloqueado y que una serie de toses junto a exhalaciones bruscas lo obligaran a recuperar oxígeno, puso en una balanza sus reacciones naturales con las sensaciones placenteras para elegir qué tanto valía la pena repetirlo.
