Loly Aivirrne estaba enfadada. Sus pensamientos eran una furiosa turbulencia mientras se paseaba por la sala de empleados y despotricaba silenciosamente. Odiotrabajarenesteestúpidorestaurante, pensó. Odio tener que sonreír a todos estos hipócritas. Por más de un año ya había trabajado en un empleo que odiaba. ¿Para qué? Murmuró en voz alta a la habitación vacía . Por una oportunidad de tener a quien servía, para variar. Maldita sea, sabía que finalmente daría frutos esta noche. Esta noche lo sé,sé quellegará asufin.
Esta noche estaba segura de que Grimmjow finalmente la invitaría a salir. Pero el bastardo no había aparecido. Era bien pasada la hora de la cena y por lo tanto bien pasado el final de su turno, y él no se presentaba. Había planeado esto durante mucho tiempo y trabajado duro para acomodarse y aceptarlo.
Conocía a Grimmjow e Ichigo desde que tenía seis años. Su padre era jardinero en la casa de verano de los Jaegerjaquez. Había crecido en un apartamento de mala muerte con dos habitaciones sobre el garaje para cinco coches de los Jaegerjaquez. El lugar era solo una de sus muchas casas, pensó con amargura, y aun así, eran tan apestosamente ricos que podían darse el lujo de mantener a su padre ahí todo el año para asegurarse de que la casa estuviera bonita y perfecta para ellos cuando fuera que les diera las jodidas ganas de aparecer por ahí. Dios, realmente le molestaba que pudieran ir y venir de una casa a la siguiente cuando quisieran. No era justo, pensó ¿Por qué ellos teníantantocuando ellateníatanpoco?
Irrumpió en torno a la habitación con su rabieta y se detuvo frente al espejo de cuerpo entero en la puerta para mirar críticamente su reflejo. Era alta para ser mujer, un metro setenta y cinco, y tenía la contextura desgarbada y seductora de una modelo de pasarela. Le gustaba lo esbelta que era y a menudo no comía para asegurarse de mantenerse así. Se pasó una mano a lo largo del costado y sintió orgullo en el hecho de poder sentir cada costilla. Cada mujer en la tierra querría ser tan delgada como ella, pero nadie que conociera era así.
Tiró de su falda e intentó tener un vistazo de su trasero. Era pequeño e incluso aunque estaba más cerca de ser plano, se estremeció con la alternativa. La última moda de los traseros grandes simplemente no tenía sentido para ella, y estaba segura de que no duraría. Sin embargo, hasta entonces, se había conformado con llevar medias pantys que le añadían altura y relleno.
Satisfecha, volvió su atención a lo que consideraba su mejor atributo, sus pechos. Eran pequeños, apretados y perfectos. Abrió otro botón y tiró de la blusa hasta que el esternón brilló entre ellos. Eran de una perfecta copa A, tan pequeños que se mantenían quietos donde estaban sin sostén. Ella atraía las miradas y lo sabía por su pelo largo pelo negro y sus ojos morados. No le importaba que ese negro fuera de bote, iluminando su verdadero pelo color café. Tampoco le importaba que su color natural de ojos fuera un gris oscuro. No importaba, todo el mundo usaba lentillas y se tintaba el cabello, eso no cambiaba el hecho de que era atractiva. Sus labios eran una delgada línea rosa y su padre había pagado una fortuna para que sus dientes estuvieran blancos y rectos. No había nada malo con ella. ¿Entonces por qué Grimmjow no la había invitado a salir?
Había hecho todo lo posible para que eso sucediera. Había rogado, suplicado y puesto mala cara por meses hasta que su padre se había rendido y preguntado al padre de Grimmjow para que hablara con él y le diera un trabajo. Al principio su padre se había negado, diciendo que necesitaba obtener las cosas por sí misma y que estaba seguro de que obtendría un trabajo si se presentaba ella misma y blah blah blah. Le llevó una eternidad, pero finalmente había aceptado y comenzó. Sin entrevistas, sin problemas y sin la posibilidad de que la rechazaran.
Cuando volvió afuera para fingir que se preocupaba por los demás y ayudar a salir a los últimos comensales de la cena, continuó escondiéndose detrás de su súper sonrisa dulce.
Había desperdiciado un año completo fingiendo ser la señorita bien posicionada que creía que a él le gustaría. Sus ropas eran profesionales, y actuaba tan dulce como el caramelo con todo el mundo cuando estaba cerca. Esperando que él hiciera el primer movimiento, de esa forma se sentiría responsable y tendría que cuidar de ella. Pero después del año más largo y aburrido de su vida, se alteró y no pudo soportarlo más. Había ceñido y acortado sus faldas tanto que apenas se podía mover con ellas y había dejado de usar sostén. Sus pequeños pechos se asomaban por sus blusas y se balanceaban con suavidad cuando caminaba. Grimmjow lo había notado desde la primera noche. Se detuvo en seco en medio de una llamada telefónica y la barrió con la mirada de la cabeza a los pies, deteniéndose apreciativamente en todos los lugares correctos. No le había dicho nada esa noche, pero después de eso, asistió cada noche que ella trabajaba y eso era nuevo.
El martes pasado, Ichigo entró con él, y se sentaron en una mesa. Sabía de ellos. Por supuesto que lo sabía. Había hecho un hábito el espiarlos cuando estaban creciendo. Eran casi seis años mayores que ella, por lo que nunca estuvo en sus radares. Siempre la vieron como una inofensiva niñita, la mayoría de las veces solo le sonreían, y nunca les importó si se encontraba alrededor. Algunas veces se dejaba caer en el cobertizo y se escondía entre las vigas del techo para escucharlos hablar sobre los lugares a los que iban y las personas que conocían.
Luego, una semana antes de que empezara a molestar a su padre para que le consiguiera este trabajo, los había escuchado hablar sobre cierta mujer que habían compartido.
Habían hablado de lo buena que estaba y lo excelente que era en la cama. Grimmjow había dicho que quería regalarle algo, como una pintura que ella quería. Ichigo dijo que debería ser un collar, ya que le gustaba tanto que la llevaran con uno. Al final, Grimmjow había decidido que él le enviaría esa pintura e Ichigo iba a darle el collar, uno de diamantes. Al principio, Loly había pensado que la mujer era solo una puta, pero cuanto más hablaban, más había llegado a ver que ellos no pensaban así. Hablaban de ella como si les gustara. Pensaban que era increíble, y Loly decidió justo ahí, que, sin importar lo que costara, ella sería la siguiente mujer que iban a pensar que era increíble. Ella sería a quien le compraran regalos. Más que nada, se aseguraría de que la conservaran por mucho más que a las otras mujeres. Se aseguraría absolutamente de que su reclamo sobre ellos fuera para toda la vida.
Así que cuando Grimmjow trajo a Ichigo supo lo que estaban planeando. Había querido que el la observara. Para ver a la pequeña Loly toda crecida. Al principio, simplemente los había guiado a la mesa y acomodado. Recatada y adecuadamente, pretendiendo que no sabía que su falda era tan apretada que estaba por romper las costuras o que sus pechos estaban casi escapándose por la blusa prácticamente abierta. Pero cuando simplemente continuaron mirándola mientras caminaba, pensó, está bien, también haré el primer movimiento, caminó hasta la mesa en la que estaban sentados, plantó ambas manos sobre ella y se inclinó hacia adelante. Su blusa se abrió aún más, y observó mientras ambos pares de ojos se clavaban en sus expuestos pechos. Sonrió, le gustaba la forma en que la excitación había contraído sus caras y habló con una voz ronca que había esperado fuera directa a su entrepierna.
-¿Qué ocurre, caballeros? No han pedido aún. ¿No hay nada aquí que quieran?- Ichigo se había reído un poco, pero Grimmjow solo elevó su mirada y la contempló, hambriento.
-Esta noche no. Quizás el fin de semana.- le respondió el peli naranja
Sabía que esta iba a ser la noche. Excepto que, su turno había terminado hace más de una hora, y él no había venido. ¿Qué demonios? No podía perseguirlos. No intentaría otros avances. Ellos tenían que hacerlo. Si ella lo hacía, pensarían que lo había pedido. Y entonces no se sentirían tan responsables por ella como quería. Así las cosas, ya había dejado claro que estaba abierta para los dos, lo que ya estaba preparado en sus planes.
Había planeado actuar sorprendida y reacia ante sus retorcidas demandas. Planeaba hacerlos rogar y cortejarla. Hacerlos tomar turnos por un par de semanas y rogar y suplicarle antes de que los dejara hacérselo juntos. Luego iba a llorar y actuar frágil. Ellos estarían agradecidos por haberlos dejado hacerlo con ella, se lo agradecerían. Quería que estuvieran locos por ella. Quería que estuvieran completamente dementes por ella, que le dieran más regalos que a cualquier otra chica.
Cuando se cansara de ellos, cuando hubiera obtenido suficiente, entonces le entregarían un dinero que duraría para siempre… o al menos por los siguientes dieciocho años.
Un niño por el que pagarían lo que fuera para que tuviera los mismos lujos y beneficios que ellos habían tenido. Era un paso drástico, lo sabía, pero el niño tendría niñeras y asistiría a internados igual que ellos, por lo que no la molestaría mucho. Valdría la pena. Porque la madre de su hijo tendría el mismo estilo de vida que ese niño. Tan cercanos como eran, y considerando que ambos estarían durmiendo con ella, los dos tomarían responsabilidad por ella y el mocoso, lo cual significaba el doble de dinero.
No era como si no la hubieran embarazado antes. Por supuesto, esas veces había sido atendida en buenas clínicas. Los desesperados padres habían pagado muy bien para hacer que ella y el problema desaparecieran.
Pero este no era un banquero de poca monta o un corredor de bolsa como los que usualmente perseguía, estos eran dos de los príncipes de fondos fiduciarios más valiosos del país. No iba a dejar que se le deslizara entre los dedos después de todo lo que había hecho para llegar tan lejos.
-Oye, ¿Jinta?- Pilló a uno de los ayudantes de camarero que limpiaba una mesa, ignorando cómo saltó cuando lo agarró. -¿Has visto a Grimmjow? ¿O has oído por qué no ha aparecido este fin de semana?- pregunto intenta disfrazar lo molesta que estaba.
Jinta la ignoró y siguió limpiando la mesa.
-¿Hola? -Gruñó Loly con un movimiento de su cabeza. -Te he hecho una pregunta -Dios. ¿Qué estaba mal con ese chico? No era de extrañar que ella no hablara con los otros empleados, eran solo un montón de groseros buenos para nada. Pisoteó su camino buscando a alguien más a quién preguntarle. Ese pequeño idiota probablemente ni lo sabía. Solo era un ayudante, por todos los cielos, ¿Qué iba a saber él?
Controló su temperamento y se acercó a Hisagi cuando entró desde el club. Sabía que Grimmjow y él eran amigos por lo que siempre se dio el trabajo de ser agradable con él. Coqueteaba con él un poco y hacía cosas como llevarle su bebida favorita cuando acudía en sus descansos. Le sonrió cuando sus ojos se desorbitaron ante su atuendo, pensando en lo fácil que era hacer que un hombre la deseara.
-Hola, Hisagi -dijo acercándos. -¿Quieres que te traiga una bebida?- Le pasó una delicada mano por la frente alisándole el pelo hacia atrás. -Luces como si necesitaras un descanso. ¿Es una locura allí esta noche? -Hisagi sonrió y comenzó a hablar sobre lo que estaba pasando por allá, sin adivinar que a ella no le podía importar menos. Se contuvo justo antes de poner los ojos en blanco y asintió y esperó a que dejara de hablar para poder preguntarle lo que quería saber- Hisagi -lo interrumpió cuando no pudo soportar oírlo balbucear por un segundo más. - Um, lo siento, cariño, pero… ¿has visto a Grimmjow? Quiero decir, normalmente está aquí todos los fines de semana cuando está en la ciudad, y no lo he visto desde el martes.- pregunto fingiendo inocencia.
Hisagi se inclinó hacia ella y sonrió. -Estuvo aquí anoche. ¿No lo viste? - Negó con la cabeza interesada. -Bueno, se ve que entró al club antes que al restaurante. No lo culpo por no haber venido. Tú tampoco si hubieras visto la preciosidad con la que se juntó anoche. - dijo el mientras intntaba disimular una risita-
- ¿Qué? -Gritó Loly, sin importarle si la miraban. -¿De qué diablos estás hablando? ¿Qué preciosidad? - Loly no podía creerlo, esto no podía estar pasandole.
-¿Qué ocurre, Loly? -Hisagi se apartó de ella. - ¿Por qué te importa eso?
Loly rápidamente relajó su rostro para lucir curiosa en vez de molesta e intentó calmar su ánimo. -Lo siento. Lo siento. Es solo que estoy asombrada. Sabes que crecimos juntos, yo eh, solo soy un poco sobreprotectora con él, eso es todo. Ya sabes, su madre me despellejaría viva si dejo que su pequeño hijo se lastime -Loly casi se atragantó con esa mentira. Su madre no le había prestado atención a ella desde que tenía diez años. Pero hisagi no sabía eso, ninguna de estas personas lo sabía. Siempre había llevado a todos a creer que era prácticamente de la familia. Ayudaba a mantenerlos a raya y a que no la molestaran en el trabajo.
-Oh, bueno, puede cuidar de sí mismo, y nunca me pareció un niñito de mamá -dijo él.
-No lo es -insistió Loly y se inclinó para apretarle el brazo y rozar su pecho sin sostén contra él.- Dios, ¿Puedes imaginar a Grimmjow como un niño de mamá? - Se rió con voz sedosa y se movió de forma que su blusa se abriera lo suficiente para que un fruncido pezón rosado se avistara. -Nunca. Pero a su madre le encantaría que lo fuera. Cuando supo que Grimmjow quería que viniera aquí a trabajar con él, me llevó a un lado y me dio a entender que sería bueno saber que su niño tenía alguien en quién ella confiaba para que lo cuidara.- siguió mintiendo la pelinegra.
Era una historia digna y sabía que Hisagi la creería, sin tener una razón para dudar de ella.
-Ahora, háblame sobre esa preciosidad para que cuando su madre me pregunte por ella pueda decirle que lo sé todo y calmarla.
-Dios, era caliente. No tienes que preocuparte por él. Lucía tan fresca e inocente como la nieve en Navidad. Si debes preocuparte por alguien, sería por ella. Parecía un ángel y Grimmjow… -Hisagi se agachó para susurrarle y que nadie les oyera- …la llevó a una cabina privada y–
-¡No lo hizo! -lo interrumpió Loly, sintiendo que el alma se le caía al suelo. -Él nunca usa el club. Aunque encuentre a alguien, se las lleva a su casa. – dijo anonadada.
-Oh, y se la llevó. Yo estaba manteniendo un ojo sobre ella porque quería asegurarme de que no se hiciera daño. Así que la estaba observando, y Grimmjow solo se acercó, pidió unas bebidas y activó el escudo de privacidad. Después, la condujo al ascensor. Le dijo al administrador que no lo molestara por el resto de la noche y nadie lo ha visto desde entonces.- termino de explicar.
