¡ATENCIÓN! ¡IMPORTANTE!

Aunque la mayoría de este fic podría ser considerado Rated K+ o incluso K, también habrá algunos capítulos con escenas Rated: M. Y aunque solo sean algunas escenas puntuales y el fic en general podría ser Rated: K, poner escenas M en un fic K podría ser inadecuado, así que por eso he decidido clasificar este fic como Rated: T aunque en realidad podría ser K, así las escenas M no estarán tan fuera de lugar. De todos modos, cuando haya un capítulo con una escena M ya os lo diré al principio.


Yui, Kyouko y Chinatsu estaban jugando juntas. En un parque, en el apartamento de Yui, en la sala del Club del Entretenimiento… Jugaban a diferentes juegos las tres juntas y se lo pasaban muy bien. Akari se miraba la escena de lejos, claramente triste.

–Qué bien que se lo pasan sin mí… – Dijo la pelirrosa. – No estoy con ellas y eso no les impide divertirse… – La chica esbozó una triste sonrisa. – Claro, yo no soy necesaria. No tengo presencia. Que esté o no con ellas no importa. No me necesitan para ser felices… Eso significa… Que yo no sirvo para nada…

Akari no pudo mantener más esa falsa sonrisa y estaba a punto de llorar, cuando escuchó una voz detrás suyo.

–Eso no es verdad.

La chica se giró, sorprendida al escuchar esa voz, pues la reconoció enseguida. Akari vio una chica igual que ella, un poco más adulta, con apariencia de tener entre 16 y 20 años, y con el pelo largo, llegándole a la cintura.

–¿S-Soy yo? – Dijo la chica claramente confundida.

La Akari mayor, que estaba sonriendo, se acercó un poco más a Akari.

–No es verdad que no sirvas para nada, Akari.

Akari, aún sorprendida de que quien le estuviera hablando fuera una copia suya más adulta, contestó.

–Pe-Pero… Mis amigas no me necesitan para nada… Su vida seguiría siendo igual o incluso mejor si yo no existiera…

–¿Y eso hace que tú no puedas ser feliz?

–¿Eh?

–Aunque eso fuera cierto, ¿que tus amigas puedan ser felices sin ti impide que tú puedas ser feliz? – Akari no sabía qué responder, más que nada porque tampoco entendía a dónde quería llegar su versión adulta. – Lo que piensen, digan o hagan los demás no debe afectar a tu felicidad. Tú puedes ser feliz igualmente. Que tus amigas puedan ser felices sin ti no impide que tú puedas ser feliz igualmente. – Ahora sí que Akari empezaba a entender lo que su yo adulta le estaba diciendo. – Tu felicidad depende de ti y de nadie más. Nada de lo que digan o hagan las otras personas debe afectar tu felicidad. La vida es muy corta para desaprovecharla estando triste, así que sé feliz todo lo que puedas.

Akari asintió tímidamente

–Sí, tienes razón. Debo ser feliz… – Akari volvió a asentir, esta vez con determinación. – ¡Sí! ¡Lo intentaré!

–Intentarlo no es suficiente, Akari. Tienes que hacerlo. – Dijo su versión adulta, extrañando un poco a Akari.

–Bueno, sí, a eso me refería.

–¿De verdad? – Akari no entendía. – Dices eso, pero seguro que si tus amigas te vuelven a ignorar o se olvidan de ti por tu falta de presencia te pondrás triste. De la misma forma que si te pasa alguna cosa mala, ¿verdad?

Akari hizo un puchero.

–Bueno…

–Eres una chica muy alegre, Akari, pero también es cierto que te puedes poner triste muy fácilmente.

–Bueno, ¿y entonces qué me propones? – Dijo Akari un poco molesta.

La Akari adulta amplió su sonrisa.

–Voy a ayudarte.

–¿Ayudarme? – Se sorprendió Akari.

La otra Akari asintió y se acercó más a ella, pero sin caminar, como si estuviera flotando.

–Voy a darte… El poder del amor.

La Akari adulta abrazó a la chica, y al hacerlo, las dos Akaris empezaron a brillar, y la Akari adulta empezó a fusionarse con la menor, empezando esta a sentir cada vez más una calidez en su corazón. Tras unos segundos, todo se volvió blanco.


Akari abrió lentamente los ojos, despertándose en su cama.

–¿Eh? ¿Un sueño? – Dijo la chica incorporándose.

En ese momento sonó el despertador, por lo que la chica la paró. Se había despertado unos segundos antes de la hora a la que había programado la alarma. La chica estiró los brazos al bostezar, y luego puso su mano derecha en su pecho, notando todavía esa calidez.

¿Qué es esto? Es muy agradable. Se siente… Muy bien.

Akari notaba como su ánimo y su felicidad iban aumentando, lo que provocó en la chica una radiante sonrisa, y finalmente que soltara unas risitas.

Akari se levantó rápidamente y se cambió de ropa notando en ella una energía, alegría y positividad que no recordaba haber notado nunca antes. Estaba más feliz y alegre que cuando iba a algún parque de atracciones, y tenía una energía que es como si hubiera subido a alguna atracción emocionante que le hubiera provocado un subidón de adrenalina.

–¡Buenos días, mamá! ¡Buenos días, Onee-chan!

Su hermana y su madre notaron que Akari estaba más animada que de costumbre.

–Vaya, sí que estás de buen humor hoy, Akari. ¿Es que pasa algo hoy? – Preguntó su hermana feliz de ver a su hermana así.

Akari negó con la cabeza.

–No, nada. Solo que estoy muy feliz. – Dijo con una radiante sonrisa.

Su madre y su hermana se extrañaron un poco, pero no veían nada malo en ello. Al contrario, si Akari estaba feliz, ellas también.


Tras unos minutos, ya habiendo terminado el desayuno, llamaron a la puerta. Eran Yui, Kyouko y Chinatsu para avisar a Akari que ya habían llegado.

¡Voy! – Dijo Akari desde dentro. Tras unos segundos abrió la puerta. – ¡Buenos días, chicas!

–Buenos días. – Respondieron las demás.

Chinatsu vio que Akari parecía más alegre de lo normal.

–¿Ocurre algo, Akari-chan? Te veo muy feliz hoy.

–No ocurre nada, es solo que me siento muy feliz.

–Bueno, eso está bien. – Dijo Yui.

Akari asintió.

–¡Venga, echemos una carrera hasta la escuela! – Exclamó Akari, para justo después salir corriendo, dejando descolocadas a las demás, que tardaron un par de segundos en reaccionar.

–¿Eh? ¡Eh, Akari!

Aún confundidas, las chicas salieron corriendo detrás de Akari.

–¡Eh, Akari! ¡Akariiiii! – Exclamó Kyouko mientras corría.

–¡Akari-chan, ¿qué te pasa?! – Siguió Chinatsu.

Pero Akari no las oía a ninguna. Estaba demasiado emocionada corriendo, y lejos de cansarse, cuanto más corría, con más energía y alegría se sentía, llegando en algún momento incluso a reír mientras corría de lo feliz que estaba. Tras unos minutos, Akari llegó a las puertas de la escuela, donde se detuvo.

–¡Sí, he ganado! – Exclamó feliz y dando un salto de alegría.

Pocos segundos después llegaron las demás chicas, bastante cansadas, a diferencia de Akari. Las tres chicas se detuvieron, respirando por la boca durante unos segundos para recuperar aire.

–Akari-chan… Ha… ¿Se puede saber… A qué ha venido esto? – Preguntó Chinatsu aún respirando con algo de dificultad.

Akari, en vez de responder, les dedicó una radiante sonrisa a las chicas y las abrazó, descolocándolas y sorprendiéndolas aún más.

–¡¿A-Akari?!

–¡Os quiero mucho, chicas! ¡Sigamos siendo amigas para siempre!

Yui, Kyouko y Chinatsu estaban confundidas. No entendían por qué Akari de repente actuaba así y no sabían cómo reaccionar. Tras soltarlas, Akari siguió.

–En fin, nos vemos después de clase, Yui-chan, Kyouko-chan. Chinatsu-chan, ¿vamos? – Dijo, para justo después ir hacia dentro de la escuela.

La radiante sonrisa con la que Akari dijo eso hizo que las chicas estuvieran aún más confundidas.

–¿Qué le ha pasado a Akari-chan? – Preguntó Chinatsu.

–A lo mejor se ha dado un golpe en la cabeza. – Dijo Kyouko.

–Podría ser… – Añadió Yui.

Aún sin terminar de entender qué le había pasado a Akari, como las clases estaban a punto de empezar, decidieron ir a sus clases, y en todo caso ya se preguntarían qué le pasó a la chica cuando estas terminaran.


Durante las clases, Akari estuvo más participativa que de costumbre. Cada vez que las profesoras pedían a alguien para responder a las preguntas, Akari se ofrecía voluntaria. Si bien aquello resultó un poco extraño a sus compañeras de clase y es cierto que la veían más feliz que de costumbre, tampoco notaron nada excesivamente raro o llamativo. Pensaron solo que Akari estaría contenta por algo y que sabía bastante de lo que preguntaban las profesoras, por eso se ofrecía.

A la hora del desayuno, como de costumbre, Akari, Chinatsu, Himawari y Sakurako juntaron sus mesas para comer juntas.

–Hoy estás más feliz que de costumbre, ¿no, Akari-chan? – Preguntó Sakurako.

Akari asintió con una alegre sonrisa.

–No te haces una idea. – Dijo Chinatsu. – ¿Qué ha sido lo de esta mañana, Akari-chan?

–No lo sé. Simplemente tenía ganas de hacerlo.

–¿Qué ha pasado esta mañana? – Preguntó la peliazul.

–De repente se ha echado a correr diciendo que hacía una carrera hacia la escuela, y cuando hemos llegado nos ha abrazado y nos ha dicho que nos quiere mucho y que sigamos siendo amigas para siempre.

–Es que os quiero mucho. – Dijo Akari sonriendo. – ¡Y a vosotras también, Sakurako-chan, Himawari-chan! ¡Os quiero mucho!

Las dos chicas se sorprendieron un poco, pero poco después Sakurako sonrió.

–Ejejé. ¡Yo también te quiero, Akari-chan!

–¡Yey! – Exclamó feliz Akari.

–Bueno, eso es normal en ti. – Dijo Himawari. – Sin embargo, lo de la carrera sí que es raro. A mí ni se me habría ocurrido nunca, con lo cansada que estoy por la mañana…

–¡Eso es porque tienes las tetas tan grandes! – Dijo Sakurako.

–¿Quieres que te golpee?

Sakurako pasó de contestar. En vez de eso, Chinatsu siguió.

–Pues eso, que lo de querer echar una carrera así porque sí ha sido raro.

Akari asintió.

–Sí, es verdad. Pero es que me sentía con mucha energía y me han venido ganas de hacerlo. – Dijo igual de feliz.

–¿Y eso? ¿Es que tu hermana o tus padres te han comprado algo que te hacía mucha ilusión?

–No, es solo que he tenido un sueño muy bueno.

–¿En serio? – Preguntó Sakurako curiosa. – ¿Qué has soñado?

–Pues la verdad es que no me acuerdo muy bien, pero sé que ha sido muy bueno. Cuando me he despertado sentía una calidez en mi corazón que me hacía sentir muy alegre y feliz. Creo que por eso estoy así. – Dijo igual de feliz.

–Ya veo… – Dijo Chinatsu.

Sakurako quiso aprovechar que Akari estaba de tan buen humor.

–Por cierto, Akari-chan, esta tarde tenemos que trasladar un montón de tarea en el consejo estudiantil. ¿Podrías ayudarnos? – Antes incluso de que terminara de decir la frase, Himawari le tiró de la mejilla, quedando esta roja. – ¡¿Qué haces, Himawari?! ¡Me has hecho daño!

–Deja de aprovecharte de Akaza-san. Es nuestra tarea como miembros del consejo. No la involucres a ella.

Akari negó con la cabeza.

–No, tranquila, si no me molesta. Os ayudaré encantada.

–¡Genial! ¡Gracias, Akari-chan! – Dijo Sakurako cogiéndole de las manos a Akari, con una gran sonrisa, haciendo que a Himawari y Chinatsu les saliera una gota de sudor.


Después de clases

El consejo estudiantil había conseguido una nueva sala para guardar en ella todos los archivos de cursos pasados, y tener en la sala del consejo solo los relativos al curso actual y al anterior, de forma que habría más espacio en la sala del consejo. Pero eso significaba que tenían que llevar todos los archivos antiguos a la nueva sala, y a parte de que no eran precisamente pocos la sala tampoco estaba demasiado cerca…

–Gracias por ayudarnos, Akari-chan. – Dijo Sakurako feliz de tener menos trabajo.

–No es nada. – Respondió Akari igual de sonriente que todo el día.

Akari apiló tres archivadores de cartón y los levantó.

–¿Vamos?

–¡Sí! – Respondió animada Sakurako, que solo llevaba uno, lo que hizo que Himawari le volviera a tirar de la mejilla. – ¡Oye, ¿qué haces?!

–No puedes pretender que Akaza-san que ni siquiera forma parte del consejo lleve tres cajas y tú solo una. Lleva por lo menos las mismas que ella.

–¡Eso pesa mucho, Himawari! ¡Ya haré más viajes después!

–Pues Akaza-san bien que puede llevarlos.

–¡Porque Akari-chan es genial, a diferencia de cierto monstruo tetón!

Himawari ya no pudo más y empezó a pelearse con Sakurako, tirándose del pelo y las mejillas. Akari miraba aquello con una sonrisa algo forzada, con una gota de sudor en la sien.

Estas dos siempre están igual… – Pensó. – Voy a adelantarme y llevar esto, ¿vale?

Pero ninguna de las dos la escuchó, pues estaban muy ocupadas peleándose e insultándose (con insultos suaves como vaca, burra, cabeza hueca, etc.)


Akari llevó los archivadores a la sala que le habían dicho. Pesaban un poco, pero eso no la desanimaba. Al contrario, se lo tomaba como un reto. En otros momentos Akari se hubiera mostrado desanimada o cansada, pero en ese momento, aunque tenía que hacer fuerza, la chica sonreía.

Tras un par de minutos, la chica llagó a la sala, donde se encontró con Chitose, que estaba organizando algunas cajas que ella misma acababa de llevar.

–Ah, Ikeda-senpai, buenas tardes. – Dijo dejando los archivadores en el suelo.

–¿Akaza-san? – Se sorprendió Chitose. – Qué sorpresa. ¿Cómo es que nos ayudas?

–Me gusta ayudar a la gente que lo necesita. – Respondió Akari feliz.

Chitose sonrió.

–Eso está muy bien. Eres muy madura, Akaza-san.

–Ejejé, gracias. – Akari entonces cayó en algo. – ¿Eh? Espera, ¿Soy madura? – Chitose asintió. – ¿Entonces puedes contarme por qué te sangra la nariz? – Preguntó feliz.

–¡¿Eh?! – Se sorprendió Chitose.

–Acabas de decir que soy madura, así que estoy lista para saberlo, ¿verdad?

Akari decía aquello con una inocente sonrisa.

–E-Eh… N-No, es que…

–Vamos, Ikeda-senpai, quiero saberlo…

–N-No, Akaza-san… N-No puedo…

–Vamos, por favor…

Akari se acercaba cada vez más a Chitose, haciendo que esta retrocediera un par de pasos, pero aun así quedando a pocos centímetros la una de la otra, y en ningún momento perdió la sonrisa. Esa inocente sonrisa y tener a Akari tan cerca hizo que Chitose, que ya estaba nerviosa por tener que contarle sobre sus fantasías a Akari, se pusiera aún más nerviosa y su corazón latiera con fuerza.

–L-L-Lo… ¡Lo-Lo siento, Akaza-san, no puedo!

Chitose salió de allí corriendo, sorprendiendo a Akari.

–¿Eh? ¡E-Espera, Ikeda-senpai! – La llamó Akari, haciendo que por primera vez en el día dejara de sonreír. – ¿Qué ocurre? ¿Por qué no me lo quiere contar?

Akari se molestó y se entristeció un poco, pero la chica cerró los ojos y respiró profundamente. Cuando volvió a abrir los ojos ya volvía a sonreír.

–Bueno, no importa. Ya me lo contará más adelante si quiere. No es algo que deba entristecerme. Además, tampoco puedo obligarla. Aunque siento curiosidad… En fin, voy a buscar más cajas. – Dijo feliz.


Chitose, por su parte, había ido al baño, para calmarse un poco. La chica cogió aire varias veces para intentar calmarse, aunque lo consiguió solo un poco.

¿Por qué Akaza-san quiere saber eso? Tendría que contarle todas las cosas pervertidas que me imagino… ¡No quiero! Además, Akaza-san… – Chitose recordó la tierna sonrisa de Akari de hace un momento. – Ella es una chica tan tierna e inocente… ¡No puedo contarle eso! ¡La corrompería! Si le cuento eso…

Chitose se imaginó a Akari con una sonrisa pervertida mirando hacia arriba mientras se imaginaba cosas pervertidas, casi pareciendo un ahegao. La propia Chitose se horrorizó ante ese pensamiento.

¡Noooooooooo! ¡Akaza-san no puede sonreír de esa forma pervertida! ¡Tiene que mantener su inocente y linda sonrisa! – Chitose volvió a recordar la sonrisa de Akari. – ¡No puedo contarle eso! ¡Tengo que proteger esa sonrisa! ¡Esa inocente y linda sonrisa! Linda… Linda… – Pensar que la sonrisa de Akari era linda hizo que Chitose empezara a sentir algo. – Linda…

El corazón de Chitose seguía latiendo rápidamente, pero ya no estaba nerviosa. Era por otro motivo.

¿Por qué… ¿Por qué me siento así…? – Chitose se llevó su mano derecha al pecho, notando su corazón. – Akaza-san…