Preludio

Querida Natsuki Nakagawa:

Mañana es la graduación, ¿no es así? Se siente completamente ridículo escribir esto. Bien, realmente no tengo muchas ganas de escribirte, pero como Kaori-senpai le escribió una carta a Asuka-senpai por la graduación del año pasado, creí que podría emularla. Esto solo significa que respeto a Kaori-senpai, ¡así que no le des mucha importancia!

Por otra parte, ya nos estamos graduando. ¿No es muy pronto? Se siente como si solo estuviéramos en primer año y ahora también seremos estudiantes universitarias en primavera. ¡Tan pronto! Quería frenéticamente hacer todo lo que pudiera este año, pero pensándolo, creo que, si hubiera hecho más, las cosas habrían ido mejor. En serio, puedo ver en dónde me equivoqué. Bueno, no hay nada que pueda hacer sino hablarlo ahora.

En cuanto a ti, Srta. vicepresidenta, bueno, estoy un poco en deuda contigo. Esto no significa que no vaya a agradecerte… Esto se puso un poco complicado. Verás, ¿no es raro escribir algo así? Soy reacia a decirte esto (tuve que buscar esa palabra), pero el ángel celestial Kaori-senpai me dio un maravilloso consejo: «te arrepentirás de no decir algo que querías decir», así que no tengo más remedio que escribirte.

Me preocupa poner esto en el correo, así que creo que me ahorraré las molestias y te la entregaré. Envíame tu gratitud después de que termines de leer o de lo contrario me quedaré preocupada por si la terminarás o no.

Pensé que reflexionaría sobre los recuerdos que hemos tenido, pero lo que primero viene a mi mente son nuestras habituales conversaciones inútiles que tenemos todos los días. Se sentían tan naturales que, antes de que me diera cuenta, los consideré muy comunes para mí. Es como decir «buenos días» cuando nos encontramos y decir «adiós» cuando nos despedimos. No puedo decir que no se siente un poco triste saber que no será natural hacerlo cada día después de mañana.

¿Recuerdas cuando regresamos juntas después de la competencia de Kansai? Te desviaste de tu camino conmigo. Dije que no era de tu incumbencia, pero estaba realmente feliz. Te dije que te fueras a otra parte, pero te quedaste a mi lado. Siempre pensé que debería estar agradecida por alguien así. Si decía algo como «gracias», inmediatamente te habrías burlado de eso.

He sido presidenta por un largo año. Desde que despertaba hasta que me acostaba a dormir era la presidenta de la banda sinfónica de la preparatoria Kitauji. Ahora, ya hemos cambiado. ¿Cómo la presidenta y la vicepresidenta del año pasado manejaron tan bien la sucesión? Realmente no lo sé.

O realmente, en retrospectiva, hubo momentos en los que puede que me haya exaltado demasiado. Algo como «¡soy asombrosa dándolo todo!». Pero desde que nos retiramos, noté que, si continuaba, cada vez apagabas mi botón de presidenta y me detenías. Si no hubieras estado ahí, probablemente no habría podido continuar. Así que, ya sabes, eso. Me acalambraré si lo digo directamente, pero no lo he dicho bien hasta ahora… ¡Ah! Lo escribiré sin ninguna presión. En resumen, bueno, ¡gracias! Te agradezco más de lo que crees. ¡Eso es todo!

Me pone nerviosa que haya escrito tanto de alguna manera, pero ¿qué es esto? ¿Puedo incluso entregarte esto? En serio, estaré tan avergonzada que moriré. Si es tan doloroso para mí, que estoy escribiendo esto, creo que debe ser terriblemente incómodo para ti leerlo. ¡Gracias por todo lo que has hecho! ¡He acabado por quererte!… ¿Eh? ¿Te estás sonrojando? ¡Te lo mereces!

Y bueno, escribí tantas cosas sin sentido que se ha hecho muy largo, así que esto es todo por esta carta. Nunca volveré a escribir una carta tan vergonzosa después de esta. Indudablemente será parte de mi pasado oscuro, así que te recomiendo quemar esto inmediatamente después de leerlo. ¡No te quedarás con esto!

De Yuuko Yoshikawa, quien siente que absolutamente tiene que entregar esto.

Natsuki ya no sabía cuántas veces había leído esa carta durante las vacaciones de primavera. Solo sabía que cada vez sentía lo mismo que sintió la primera vez que sus ojos percibieron aquellas letras. No podía evitar sentirse molesta cada vez que aparecía el nombre de Kaori Nakaseko (excompañera de ellas en la banda sinfónica de Kitauji, a quien Yuuko idolatraba), pero esa molestia no se comparaba con la felicidad que le provocaba la gratitud de Yuuko, aunque debía admitir que probablemente sí se habría burlado de ella si le hubiese agradecido en persona.

En su mente continuaba fresco el momento en que recibió la carta.

El día de la graduación, Natsuki caminaba junto a su amiga Nozomi Kazaki, conversando sobre lo que les depararía el futuro como estudiantes universitarias, cuando, a lo lejos, vio a Yuuko junto a Mizore Yoroizuka, compañera y amiga de ellas en la banda.

—¿Esa chica ya está llorando? —comentó Natsuki con el volumen suficiente para asegurarse que Yuuko la escuchase.

—No puedo ver nada —murmuró Nozomi, enfocando su vista hacia las otras chicas.

—Tengo buena vista.

—¿Por qué Yuuko está llorando?

Nozomi sabía que Natsuki solo podía referirse a Yuuko, tanto por la relación de perros y gatos que ellas tenían, como por la usual inexpresividad de Mizore.

—Tiene que ser por esa clase de sentimiento, ¿sabes? —Natsuki sonreía mientras hablaba—. Ser madre y dejar que su hija salga al mundo.

—¿Quién es su hija?

—Mizore, por supuesto.

—¿Qué?

«¿Cuándo asumió Yuuko la posición de madre de Mizore?» pensó Nozomi, frunciendo el ceño mientras sentía esa emoción algo desconcertante. Natsuki dejó escapar una risa extraña.

—¿Vamos a atacarla? —sugirió.

—No realmente —respondió Nozomi con seriedad. A pesar de esto, Natsuki continuó sonriendo.

—Entonces, ¡a correr!

Dicho y hecho. Natsuki corrió a toda potencia, siendo seguida por una sorprendida Nozomi. Mizore y Yuuko las veían dirigirse hacia ellas.

—¡No estaba llorando! —exclamó Yuuko en respuesta al primer comentario de Natsuki, pese a que sus enrojecidos ojos dijeran lo contrario.

Momentos antes, Mizore le había agradecido a Yuuko por haber sido su amiga durante los seis años de estudio que compartieron y que terminaban aquel día. Tras la graduación, Mizore entraría al conservatorio para estudiar música y convertirse en una oboísta profesional. La nostalgia de la despedida y la gratitud de su amiga hicieron que Yuuko se redujera a las lágrimas.

—Es muy fácil ver que mientes —aseguró Natsuki con un tono de burla—. Llorando ya antes de la ceremonia. Tu cara estará muy roja cuando vuelvas a casa.

—Mi cara no se hincha tan rápido como la tuya, así que estaré bien.

—¿Eh? ¿Qué estás diciendo?

—¿No te alegra que hoy haya traído una toalla de baño conmigo? Lloraste en esa película de cachorros, ¿quién sabe cuánto llorarás hoy? —sentenció Yuuko, refiriéndose a una película que ambas habían visto días atrás.

—¡Eso no cuenta! ¡Cómo puedes decir eso cuando también estabas llorando!

—Mis lágrimas no son nada, las tuyas son peores.

—¡Estábamos llorando juntas! —insistió Natsuki.

—¡No me compares contigo!

Mientras la discusión continuaba, Nozomi y Mizore comenzaron a caminar dejando a las otras dos atrás, quienes les siguieron sin detener su parloteo. Ya era costumbre que Natsuki y Yuuko discutieran por cosas sin importancia y ambas disfrutaban hacerlo. Aunque lo más probable era que esa fuera la última vez que lo hicieran. Pese a que Natsuki, Nozomi y Yuuko irían a la misma universidad, estudiarían diferentes carreras. Además, Yuuko comenzaba a vivir por su cuenta en una residencia universitaria mientras que las otras dos seguirían viviendo con sus padres. Por estas razones, parecía poco probable que ellas se juntasen con frecuencia.

Haciendo caso omiso a los reclamos de Natsuki, Yuuko miró al frente, notando que el uniforme de Mizore tenía una pequeña arruga en su espalda. Hipnotizada por aquella minúscula imperfección, estiró su brazo y, con suavidad, la tocó con la punta de su índice.

—¿Qué? —preguntó Mizore, mirando hacia quien la había tocado.

—Nada —respondió Yuuko con tono aniñado. Al tiempo, una mano a su costado tiró bruscamente de su mejilla. Ella sintió el calor de la mano y cómo se despeinaba su cabello—. ¡Qué grosera!

—Estás a la moda —replicó Natsuki con una pícara sonrisa, haciendo girar sobre su dedo índice el listón que Yuuko acostumbraba usar en su cabello.

—¡No molestes! —Yuuko le arrebató el listón a Natsuki y se dispuso a reacomodarlo en su cabello, tratando de ocultar una tímida sonrisa. Aprovechando que Nozomi y Mizore volvieron a emprender su marcha rumbo a Kitauji, suspiró y sacó de su bolso un papel doblado y sellado con una pegatina en forma de trompeta, entregándoselo a Natsuki—. Toma. Te entrego esto antes de cambiar de parecer. Pero no lo vayas a leer antes de la ceremonia.

—Gracias. Muy amable de tu parte —dijo Natsuki con una sonrisa mientras su compañera retomaba el camino.

Ignorando por completo la advertencia, Natsuki procedió a desprender la pegatina con sumo cuidado, y desdobló el papel. Pero antes de que pudiera leer la primera palabra escrita, fue sorprendida por el grito de Yuuko.

—¡Ah! ¿Por qué estás leyendo eso ahora?

—¿No se supone que debo hacerlo? —replicó Natsuki, fingiendo inocencia.

—¡Te dije antes que lo leyeras más tarde!

—¿Eh? ¿Lo hiciste?

—¡Absolutamente lo hice! Me voy a enojar —advirtió Yuuko.

—Lo siento, lo siento. Lo leeré después.

—Más te vale.

Yuuko levantó su nariz hacia Natsuki, quien, notando la cercanía de sus rostros, reprimió el naciente deseo de robarle un beso.

—Ustedes dos realmente son cercanas —comentó una risueña Nozomi mientras observaba la escena junto a Mizore, que también sonreía.

—¡No somos cercanas en absoluto! —gritaron Natsuki y Yuuko al tiempo, aunque ambas sonreían. Nozomi rio con incredulidad.

En efecto, ambas lloraron a mares aquel día, aunque no fueron las únicas. Tras la ceremonia de graduación, se despidieron de sus compañeros de clases entre lágrimas y promesas de mantener el contacto a través de los medios digitales.

Natsuki sonreía con nostalgia mientras recordaba su último día en preparatoria. Ese también fue el último día en que vio a Yuuko, quien aprovechó las vacaciones de primavera para instalarse en su residencia universitaria y buscar un trabajo a medio tiempo para solventar sus gastos. Debido a esto, Natsuki optó por desobedecerla y conservar la carta como un tesoro.

A partir del siguiente día iniciaba su vida como universitaria, con los retos que esta llevaba. Estudios más arduos, conocer nuevas personas, cambiar la música académica por la ligera, no ver con tanta frecuencia a Nozomi y a Yuuko… Pese a no ser una creyente devota, Natsuki oró a las deidades para poder encontrarse a aquella chica al menos una vez cada día.


Volvemos a la carga con un nuevo fanfic, esta vez centrado en las vivencias de Natsuki y Yuuko en la universidad. Esta historia, siendo un spin-off de El desafío de Reina, transcurre en el mismo universo y en paralelo con Amor por siempre, así que es altamente probable que aparezcan las chicas de Houkago Tea Time por ahí dando vueltas. Esperon que lo disfruten y nos vemos la próxima semana.