Buen día hermosas, espero que estén todas muy bien y espero también que ya estén listas para embarcarnos a una nueva historia que espero yo sea de su agrado. Les recuerdo que mi intención no es ofender o incomodar a alguna lectora o lector que tenga preferencia por uno u otro personaje, mi objetivo es escribir una historia para entretener y disfrutar y ojalá pueda conseguirlo.

Quiero agradecer de antemano a cada una de las que ha esperado con ansias mi regreso, gracias por su paciencia y su amistad. Esta historia está dedicada a ustedes.

LÍNEAS DEL TIEMPO

CAPÍTULO 1

LÍNEA 1

Era una hermosa mañana en la que Candy como siempre se levantaba justo a tiempo para ir a trabajar. Su característica energía se reflejaba al momento que se levantaba de la cama para después asomarse a la ventana de su habitación, abriéndola con ánimo para recibir el sol en su cuarto.

-¡Buenos días, Sr. Lewis! – Dijo con una sonrisa radiante al ver al viejo casero barrer la acera como cada mañana.

-¡Buenos días señorita Candy! – Saludó el buen hombre con una sonrisa. Cada mañana sabía que el saludo de la rubia sería el primero en obtener antes de que saliera corriendo apresurada porque se le hacía tarde para llegar a trabajar.

Candy aspiró el aire fresco de la mañana, era un día de primavera y le gustaba dejar entrar la brisa fresca a su habitación y poder así llenar sus pulmones al mismo tiempo antes de prepararse para irse al trabajo.

-¡Ya es tarde! – Dijo cerrando la puerta de la habitación, mientras que el Sr. Lewis veía con una sonrisa la acción de la rubia, cada mañana era lo mismo, incluso el día que descansaba siempre se le hacía tarde a la bella enfermera.

Candy se dedicó a cambiar su camisón de noche para así ponerse deprisa su uniforme, el cual dejaba listo la noche anterior antes de bañarse e irse a dormir, una rutina que había adoptado como consejo de Albert al ver que cada mañana salía apresurada para irse a trabajar.

-¡Buenos días Albert! – Saludó con el mismo ánimo de siempre a pesar de que sabía que no obtendría respuesta una vez más. Su rostro se ensombreció al ver que la cocina seguía en silencio y que la habitación que había ocupado el rubio seguía sola. - Extraño tanto que vivas aquí Albert. Se decía con tristeza, porque a pesar de que sabía que él era el abuelo William aún no se hacía a la idea que ya no podían vivir juntos en el departamento como un día lo habían hecho en el pasado.

Puso manos a la obra y se preparó un rápido emparedado con un vaso de leche fresca para salir del departamento. Atrás habían quedado los desayunos calientes y gourmete que Albert le preparaba cada mañana.

- ¡Cielos, no llegaré a tiempo esta vez! – Dijo cerrando la puerta para bajar las escaleras y saludar a todo aquel que se cruzaba en su camino, todos la recibían con una sonrisa en sus labios al verla como era su costumbre correr hacia el trabajo. Para los inquilinos de aquella casa de huéspedes era natural ver correr a la hermosa rubia para llegar a tiempo a su trabajo.

-¡Buenos días, Candy! – Eran los saludos que recibía entre risas por la prisa que llevaba cada mañana. Candy sonreía traviesa, disculpándose con todos hasta lograr salir de la pensión que habitaba.

Sus pasos continuaban acelerados hasta que llegó al parque que debía cruzar antes de llegar al hospital.

-¡Mamá! – Escuchó de pronto el llanto de un pequeño que parecía perdido. El niño estaba sentado en una banca hecho bolita mientras con sus pequeñas manos limpiaba sus ojos del llanto que lo acompañaba.

Candy era una chica muy noble y precisamente con esa nobleza que la caracterizaba se acercó al pequeño para ver en qué podía ayudarlo.

-Hola pequeño ¿Qué sucede? – Preguntó la rubia inclinándose a la altura del pequeño para que confiara en ella.

-Estoy buscando a mi mamá. – Respondió el niño sin voltear a ver a la persona que le estaba hablando, frotándose los ojos una y otra vez.

-¿Dónde fue la última vez que la viste? – Preguntó Candy volteando alrededor del parque para ver si podría identificar a la mamá del pequeño y poder dejarlo seguro en sus brazos. Llegar a tiempo a su trabajo había dejado de ser una prioridad para ella al encontrarse a aquel pequeño que se veía triste y desamparado.

Buscó en todas direcciones pero a su parecer no había ninguna joven mamá rubia buscando a su pequeño, ya que todas o casi todas estaban tranquilamente en su espacio y ninguna parecía que estuviese buscando a alguien.

-¿Será aquella tu mamá? – Le preguntó cuando vio que una joven de aspecto preocupado caminaba de un lado a otro, sintiendo un inexplicable alivio en su corazón cuando creyó había localizado a la madre del pequeño.

El niño levantó su rostro y volteó hacia donde vio que Candy señalaba, sin embargo el pequeño niño negó bajando nuevamente su rostro, ocultando la cara de la rubia en todo momento.

-No llores… mira yo iba rumbo a mi trabajo, pero te prometo que no me voy a ir hasta que encontremos a tu mamá. – Dijo la pecosa con una gran sonrisa, decidida a que así sería, prefería que Mary Jane le llamara la atención antes de permitir que aquel pequeño vagara solo por las calles de la gran ciudad. – De todas formas ya voy tarde… - Se dijo para sí misma la rubia, sintiendo en el fondo de su corazón que no debía despegarse de aquel inocente.

El niño por fin levantó la vista y sus ojos llorosos se posaron en la mirada verde de la enfermera quien de inmediato sintió un vuelco en su corazón al percatarse de que había visto aquella mirada antes, sus ojos, su mirada, su nariz, su cabello y hasta su boca eran el vivo retrato de aquel joven que ella había perdido años atrás y el cual había dejado un vacío muy grande en su corazón.

-¡Anthony! – Pensó la rubia en cuanto vio el rostro del niño, quien la miraba un tanto sorprendida. El corazón de la joven enfermera se aceleró de manera impresionante al recordar una vez más a su adorado príncipe de las rosas.

-¡Mamá! – Gritó el niño echándose en sus brazos para refugiarse en los brazos de la pecosa, quien confundida lo abrazó con fuerza como si su vida dependiera de ello. Una extraña conexión se instaló en su corazón como si de verdad creyera que aquel pequeño era su hijo y lo abrazó con fuerza para hacerlo sentir que estaba seguro a su lado.

-¿Dónde? – Preguntó Candy como si no hubiese entendido que el pequeño niño se refería a ella.

-¿Dónde estabas mamita? – Decía la criatura sollozando aún por el susto que había padecido minutos atrás, sin embargo una sonrisa se escondía detrás de aquel rostro en llanto.

-Tranquilo, no te dejaré hasta que llegue tu mamá. - Le dijo Candy sobando su espalda en señal de que ella lo protegería. Candy sentía una enorme necesidad de protegerlo y cuidar de él.

-Ven. – Dijo el niño más emocionado, descubriendo su rostro ahora con una gran sonrisa reflejada en él. – Ahora vamos a buscar a papá, él estará muy contento al saber que te encontré. – Decía el pequeño. Candy lo veía aún sin comprender mucho las palabras que decía, sobre todo cuando pudo observar que aquel pequeño efectivamente tenía un enorme parecido a su príncipe de las rosas, incluso la sonrisa, la manera de expresarse y los gestos de su rostro eran exactamente iguales a él, algo que parecía imposible porque Anthony había muerto siendo solamente un adolescente.

Candy lo siguió sin mucha objeción, mientras con su mirada buscaba a todos lados ahora por un padre que estuviera buscando a su hijo ya que se había concentrado en puras mujeres.

-¡Alexander! – Se escuchó no muy lejos de ahí. Candy de inmediato puso atención a aquella voz que llamaba a alguien.

-¿Escuchaste? – Preguntó Candy al niño quien caminaba en el sentido opuesto de donde había salido aquel grito.

-No… - Dijo el niño sin detener su paso. – Mi papá debe de estar por aquí... – Decía el pequeño con sus cortos pasos acelerándolos para poder encontrar a su papá.

-¿Te llamas Alexander? – Preguntó Candy al pequeño, quien volteó a verla nuevamente y con sus hermosos ojos azules y una hermosa sonrisa soñadora la miró detenidamente como si no fuera obvio lo que preguntaba.

-Si mamá, me llamo Alexander, pero tú me dices Alex igual que papá. – Dijo el niño sin poder evitar un poco de sarcasmo en su tono de voz, cosa que sorprendió a Candy por su manera de hablar. - ¿No extrañas a mi papá? – Preguntó una vez más el inocente, mirando a Candy con confianza y seguridad.

-Yo no conozco a tu papá... – Decía Candy confundida, no sabía a dónde la llevaba el pequeño pero tampoco sabía por qué se dejaba arrastrar por él y mucho menos por qué la trataba con tanta familiaridad, aunque en el fondo de su corazón sentía que se sentía correcto lo que estaba sucediendo. Todo era muy confuso para ella aquella mañana.

-Mamá estás muy bromista el día de hoy, ¿No se te hace que ya fue suficiente con el susto que me diste? – Preguntó Alexander como si Candy hubiese sido la que lo hubiese abandonado.

-¡Alexander! – Se volvió a escuchar aquella voz aún más angustiada.

-Alexander, creo que tu papá te está buscando. – Dijo Candy llegando a creer que el pequeño tal vez estaba confundido y él había perdido a su madre, y casualmente la confundió a ella con su mamá. Sintió un extraño dolor en su corazón al pensar en ello.

-¿Dónde? – Preguntó Alexander a la pecosa quien lo detuvo para llevarlo hacia el lado que escuchaba la voz del que suponía era el padre de él.

-¡Alexander! – Volvió a decir la voz de aquel caballero, pero esta vez mucho más cerca de lo que la había escuchado Candy momentos antes.

-¡Papá! – Gritó el pequeño rubio, soltando la mano de Candy para salir corriendo a los brazos de aquel que lo llamaba.

-¡Alexander, no vuelvas a salir corriendo de esa manera! – Dijo el joven que se había inclinado para abrazar con fuerza a su hijo.

-¡Papá, la encontré! ¡La encontré! – Decía emocionado, con su carita llena de alegría mientras veía a Candy sobre el hombro de su papá.

-¿A quién encontraste? – Preguntaba el joven quien permanecía hincado dando la espalda a la rubia enfermera. El pequeño se separó de su padre para apuntar con sus pequeñas manos hacia donde la rubia permanecía como si fuese una estatua. – A mi mamá. – Dijo de nuevo, mientras aquel rubio caballero se levantaba para volverse hacia donde le indicaba su hijo.

-Hijo, sabes muy bien que tu mamá no está con nosotros. – Dijo antes de volverse hacia donde su hijo le señalaba. El pequeño seguía con una sonrisa en sus labios, mientras Candy comenzaba a sentir que su corazón estaba a punto de salirse de su pecho al escuchar más de cerca la voz del joven que abrazaba al pequeño Alexander.

-¡Anthony! – Dijo la rubia quien sintió que el aire se cortó de sus pulmones, al mismo tiempo que las piernas comenzaban a perder fuerza para caer pesadamente sobre el pavimento.

-¡Candy! – Dijo aquel caballero que de inmediato había reconocido a la rubia que su hijo le había señalado como su madre.

-¡Mamá! – Gritó Alexander asustado al ver como aquella enfermera que él proclamaba como su madre caía al piso de manera estrepitosa, al mismo tiempo que su padre se dirigía a ella para socorrerla de inmediato.

-¡Candy! ¡Candy! – Decía Anthony de manera repetida, intentando volverla en sí, sin embargo parecía imposible hacerlo, ya que el frágil y esbelto cuerpo de la rubia yacía totalmente desvanecido y sin sentido en el piso del parque.

-¿Qué hacemos papá? – Preguntó el niño de manera angustiada al ver que su padre levantaba en brazos a la rubia para caminar con ella hasta la banca en la cual había estado llorando su hijo anteriormente.

-Vamos. – Le dijo decidiéndose a caminar hasta el departamento de la rubia.

-¿A dónde vamos? – Le preguntó Alexander a Anthony mientras se agarraba fuerte a su camisa para asegurarse de no perderlo verdaderamente.

-Vamos al departamento de Candy. – Dijo Anthony sin darle más explicaciones al pequeño, el cual comenzó a caminar a paso apresurado al ver que su papá estaba impaciente por llegar.

-¡Señorita Candy! ¿Qué sucedió? – Preguntó el Sr. Lewis al ver que Anthony llegaba con Candy en brazos.

-Sufrió un desmayo en el parque. – Dijo Anthony intentando sonar tranquilo. - No se preocupe, soy amigo de la Señorita Andrew. – Dijo ante la mirada incrédula del casero quien lo veía preguntándose quién era él. – Soy médico ella trabaja en el mismo hospital que yo. – Dijo de nuevo el rubio, comenzando a caminar para llevarla hasta su departamento.

-¿Estará bien? – Preguntó el Sr. Lewis al ver que Anthony sabía perfectamente hacia donde debía llevar a la rubia. Anthony asintió a la pregunta que le hacía el casero.

-Mi mamá estará bien. – Dijo el pequeño Alexander ante el asombro del casero.

-Alex, por favor. – Dijo Anthony llamando la atención de su hijo para indicarle que no era el momento de seguir con aquella afirmación que hacía.

-Lo siento papá. – Dijo Alex sintiendo que su padre lo reprendía, cosa que casi nunca pasaba, pero al hacerlo solo le indicaba que realmente estaba preocupado por la rubia.

La noche poco a poco fue cayendo y mientras Anthony continuaba en la sala con su hijo, Candy comenzaba a tener pesadillas, pesadillas que la hacían sufrir al traer a ellas la imagen de Anthony, la imagen de Alexander y de ella misma, los tres siendo una familia feliz que de pronto era separada por la muerte de alguno de ellos. Pronto la fiebre comenzó en el cuerpo de Candy y Anthony la cuidaba con esmero, preocupado por lo que habían provocado él y su hijo por aparecerse frente a ella tan repentinamente.

-Alexander ¿Qué es lo que estabas pensando al jugar con la máquina de tu tío Stear? – Preguntó Anthony a su hijo, quien lo miraba con sus lindos ojitos como si sonrieran ocultando en ellos algo más que una simple travesura.

-Nada papá. – Respondió el niño haciéndose el inocente, sin embargo Anthony sabía que su hijo era demasiado inteligente y algo en su interior le decía que ese "nada" era mucho más de lo que realmente expresaba.

-Tu madre debe de estar muy desesperada por saber de nosotros. – Dijo Anthony inquieto por no tener la manera de hablar con su pecosa.

-Cuando despierte le explicas. – Dijo de nuevo Alexander quien a ratos parecía realmente inocente y eso hacía dudar a Anthony.

-Alex, sabes bien que la joven que está en el dormitorio no es mamá. – Le dijo como si fuera un niño mucho más pequeño de lo que era.

-Es mi mamá… más joven pero al fin de cuentas es mi mamá. – Decía seguro el pequeño, mientras miraba a los ojos a su padre, quien estaba realmente preocupado por lo que debía hacer. No sabía si explicar a Candy lo que realmente estaba sucediendo o lo mejor era salir del departamento y dejarla creer que todo lo que había visto y escuchado era solamente un sueño.

Candy por su lado sintió que todo le daba vueltas y de pronto se enderezó en la cama para descubrir que estaba de nuevo en su habitación. Su cabeza dolía bastante y continuaba mareada y muy confundida.

-¿Qué me pasó? – Se preguntó por un momento, sintiéndose aún confundida hasta que su mente comenzó a reproducir los recuerdos de aquella mañana. – Todo fue un sueño. – Se decía intentando convencerse a sí misma que había permanecido dormida y que aquel día aún no terminaba, creía que había soñado que se levantaba y se preparaba para ir a trabajar cuando se encontró a aquel niño tan parecido a su príncipe de las rosas. – Era exactamente igual a él… - Decía recordando la hermosa mirada del pequeño, para después recordar al apuesto caballero que el niño había proclamado como su padre. - ¡Era Anthony! – Decía nuevamente sorprendida por lo que había soñado. - ¿¡Oh no lo soñé!? – Se preguntaba confundida, todo había sido tan real, pero cómo explicar que Anthony estaba vivo y que aquel niño le llamaba mamá a ella sin serlo, además ¿Cómo era eso posible si hacía tiempo que ella había enterrado a su dulce amor? Así que no podía haber sido realidad todo lo que había sucedido en su mente o en sus sueños.

La rubia se levantó aún mareada, necesitaba un vaso con agua y a pesar del mareo que aún sentía necesitaba quitarse aquella sed que la estaba martirizando.

Salió de la habitación en silencio, como si temiera advertir a alguien que estaba saliendo de ahí.

-Buenas noches. – Dijo una voz detrás de ella. Candy de inmediato soltó el vaso con agua que llevaba en las manos, estrellándose este contra el piso al momento de que reconoció la voz que le hablaba. – Ten cuidado. – Dijo Anthony agachándose para recoger los vidrios rotos que habían quedado al percatarse de que Candy estaba descalza. - ¿Cómo te sientes? – Volvió a preguntar con aquella voz tan masculina que ella tenía tantos años sin volver a escuchar. – No te asustes por favor pecosa. – Dijo Anthony intentando controlar a la rubia para que no volviera a desmayarse, mientras Candy lo veía como a una hermosa aparición en la pequeña cocina de su departamento recogiendo con cuidado los vidrios rotos que sin querer había provocado al dejar caer su vaso con agua.

-Esto es un sueño. – Dijo Candy para intentar calmarse, llevándose las manos en la cabeza, siendo incapaz de moverse de su sitio. En esos momentos no sabía qué hacer, deseaba despertar pero al mismo tiempo quería seguir viendo aquella bella aparición frente a ella.

-No es un sueño, déjame explicarte lo sucedido por favor Candy. – Dijo Anthony de nuevo. Candy no podía creer que realmente era su voz la que le hablaba, pero temía darse la vuelta y volverse a encontrar con él nuevamente y perder una vez más el sentido.

-¿Quién eres? – Se atrevió Candy a preguntar viéndolo como continuaba recogiendo el desastre que había hecho.

-Soy Anthony. – Dijo el rubio con temor de provocar un shock nervioso en la rubia. Candy sintió que la respiración se le fue de sus pulmones una vez más al escucharlo dar su respuesta.

-Anthony murió… - Dijo Candy dándole la espalda con una voz quebrada por aquella realidad que vivía desde hacía seis años atrás.

-Tienes razón… Anthony Brower murió. – Dijo reafirmando lo que Candy decía, la cual se comenzó a volver lentamente hacía él para hacerle frente al creer que tal vez era un charlatán que quería aprovecharse de su parecido con el rubio. – Yo soy Anthony Brower Andrew, de otra línea del tiempo. – Dijo sonando un poco loco lo que decía. Candy se quedó en silencio viéndolo de frente, descubriendo que realmente era muy parecido a su primer amor, tanto así que su voz y sus gestos eran los mismos. La única diferencia que encontraba era que sus rasgos eran aun más maduros a los que tendría su Anthony si estuviera con vida.

-Yo no tengo dinero. – Dijo Candy insistiendo que era una especie de ladrón que se había colado a su departamento sin saber las intenciones que tenía con ella. Anthony sonrió al descubrir que Candy suponía que era un ladrón. Candy lo observó sorprendida al verlo sonreír, era realmente Anthony, su Anthony el que tenía frente a ella, era su misma sonrisa y su misma mirada. La veía con el mismo amor con el que la veía cuando estaba con vida, la diferencia era que se veía más adulto.

-No estoy buscando dinero Candy. – Dijo Anthony nuevamente con una sonrisa para que confiara en él.

-¿Entonces? – Preguntó Candy nuevamente aún desconfiada sin comprender lo que estaba pasando.

-Ven siéntate. – Dijo con la misma sonrisa de antes. – Debemos hablar, pero primero quiero cerciorarme que ya no tienes fiebre. – Dijo acercándose a ella con sutileza para que no desconfiara de él y pensara que le haría daño.

Candy lo dejó que se acercara a ella y permitió que tocara su frente para corroborar que su temperatura ya estaba normal. Aquel contacto hizo estremecer a Candy, quien sintió la calidez y la ternura con la que él la tocaba.

-¿Quién es el niño? – Preguntó Candy con ternura al ver que el pequeño estaba en el sillón completamente dormido.

-Mi hijo. – Respondió Anthony con una sonrisa tierna, viendo como su retoño se movía inquieto en el sillón. Anthony se acercó a él casi de inmediato al ver que estaba a punto de caerse del lugar.

-Puedes ponerlo en mi habitación. – Dijo Candy de nuevo sintiendo una inexplicable ternura, por alguna extraña razón aquel niño le generaba emociones que no podía descifrar con certeza. Anthony le agradeció con la mirada para después tomar a su hijo en brazos y llevarlo hasta la habitación que antes había estado ocupando la rubia.

-Gracias. – Dijo Anthony una vez que regresó de la habitación. Candy sonrió tímida a la sonrisa del rubio. No sabía cómo actuar, no comprendía qué estaba pasando pero quería averiguarlo.

-¿Cuántos años tiene? – Preguntó Candy mientras se sentaba en el pequeño sillón que había en la salita del departamento. Anthony tomó una silla para sentarse frente a ella.

-Cinco años. – Respondió Anthony con una sonrisa tierna, mirando los ojos de Candy quien lo veía anonadada, no podía dejar de ver su enorme parecido con Anthony.

-¿Dónde está su mamá? – Preguntó una vez más curiosa, no se le olvidaba que el pequeño Alexander le había llamado mamá más de una ocasión.

-Su mamá se quedó en casa. – Dijo Anthony suspirando al recordar a la dueña de sus pensamientos.

-Alexander dijo que estaba buscando a su mamá. – Dijo Candy explicando lo que había sucedido en el parque. – Dijo que había salido a buscar a su mamá y lo encontré llorando asustado en una banca del parque. – Dijo sorprendiendo ahora a Anthony por la actitud de su hijo. - ¿Sucede algo? – Preguntó Candy al ver que Anthony tenía cara de duda. Él negó a su pregunta.

-Lo que pasa es que Alexander sabe que su mamá se quedó en casa. – Dijo Anthony sin comprender la actitud de su hijo.

-¿Por qué te pareces tanto a Anthony? – Preguntó Candy sin dejar de verlo, quería encontrar un motivo para desconfiar de él, aunque algo dentro de ella le decía que podía confiar en él. Anthony sonrió nuevamente con su maravillosa sonrisa, una sonrisa que Candy tenía tatuada en su alma y que al verla la dejó sin palabras y sin aliento.

-¡Son tan parecidos! – Decía la rubia intentando poner su razón en su mente.

-Es porque soy Anthony. – Dijo de nuevo el joven rubio con una sonrisa, una en la que podía dejar claro que así era.

-¡Anthony murió! – Dijo Candy levantándose de su lugar, sintiendo remordimiento casi de inmediato al darse cuenta que podría despertar al pequeño Alexander.

-Sé que no me crees, incluso yo mismo no puedo creer lo que está pasando. – Dijo Anthony sin dejar de ver los hermosos ojos de Candy, los cuales lo seguían cautivando. – Hace unos días, Stear me confió de una máquina que había inventado…

-¿Stear? – Preguntó Candy con los ojos llenos de lágrimas una vez más al escuchar el nombre de su primo que había muerto en batalla. Anthony asintió para confirmar que se refería a Alistear Cornwell Andrew, su primo. - ¡Stear está muerto! – Dijo Candy con dolor. Anthony la observó con tristeza al escuchar aquella revelación, no se imaginaba que tanto su otro yo, como el doble de su primo hubiesen muerto en esa línea del tiempo. ¿Cuántos muertos más habría en ese lugar? Todo se le complicaba al descubrir que su primo inventor no vivía en esa línea del tiempo, tenía la esperanza de que él le ayudara a resolver el embrollo en el que se encontraba por culpa de su hijo y poder regresar con su amada Candy a su propia línea del tiempo.

-¿Muerto? – Preguntó Anthony confundido, de seguro era algo que no sabía su primo Stear.

-Anthony murió hace seis años en la cacería del zorro en Lakewood. – Dijo Candy con mucho dolor, un dolor que la sofocaba cada vez que lo recordaba. – Y Stear murió hace cerca de un año. – Dijo dejando caer varias lágrimas de sus ojos al recordar al par de primos que la habían cuidado de pequeña.

-No lo sabía, lo siento... – Dijo una vez más el rubio, sintiendo que su corazón se estrujaba de dolor a pesar de que realmente no era su primo, ya que él se había quedado en la otra línea del tiempo. - ¿Archie? – Preguntó con temor al creer que todos habían muerto.

-Él está bien. – Dijo Candy sin poder ocultar el dolor de las otras dos pérdidas. - ¿Qué es eso de las líneas del tiempo? – Preguntó Candy confundida por lo que escuchaba a pesar de no creer lo que decía, sabía que había algo raro en todo eso y más cuando tenía frente a él al mismísimo Anthony Brower, era algo que no podía negar que así era, algo imposible sin embargo al mismo tiempo posible.

-Como te decía… - Dijo Anthony recomponiéndose de su sorpresa para continuar con la explicación que le debía a la rubia para que no creyera que él era un timador o que ella se estaba volviendo loca. – Stear inventó una máquina en la cual puede viajar a diferentes líneas del tiempo y casi al mismo tiempo. – Dijo ante la mirada incrédula de Candy. – Sé que suena loco, pero ¿Cómo te explicas mi presencia en este lugar? – Preguntó Anthony a la rubia quien lo miraba aún sin poder creer lo que decía.

-Puede ser una coincidencia tu parecido y quieres aprovecharte de ello. – Dijo Candy nerviosa, al querer seguir insistiendo que aquel joven era un impostor.

-Entonces ¿Cómo te explicas mi edad? – Preguntó nuevamente. Candy lo vio sorprendida. – Tengo 24 años de edad Candy. – Dijo una vez más. – Si Anthony estuviera vivo tuviera…

-Veinte años… - Dijo Candy viéndolo a los ojos. Anthony asintió, podía deducir la edad de la pecosa y por consiguiente la que él hubiera tenido.

-¿Cómo te explicas entonces no solo mi edad, sino que estoy casado desde hace cinco años con Candice White Andrew? – Dijo para asombro de la rubia, quien lo miró sorprendida por la afirmación que le hacía. Había tanta seguridad en sus palabras, en su mirada, que hasta ella misma comenzaba a creerle.

-¿¡Por eso Alexander me confundió con su mamá!? – Preguntó Candy sorprendida. Anthony asintió no muy convencido, sabía que su hijo era muy inteligente para confundirse de esa manera y presentía que su pequeño algo se traía entre manos.

-Es probable, pero estoy completamente seguro que Alexander no te confundió. – Dijo sin querer hacerla dudar más, primero debía convencerla de que él era de otra línea del tiempo y que no era ningún impostor o imitador que quería sacar provecho de la situación y de la realidad que ella vivía.

-¿No se supone que si tú eres Anthony del futuro se supone que no deberías vivir? – Preguntó Candy demostrando que no había comprendido su explicación.

-No soy del futuro. – Explicó Anthony con su hermosa sonrisa, sonrisa que no podía Candy pasar desapercibida, descubriendo que aún le aceleraba su corazón. Anthony estaba igual que ella, bastante inquieto porque era como volver a estar al lado de la rubia cuando estaban recién casados, ya que se había casado con ella cuando salió embarazada de Alexander un poco más de cinco años atrás. – Soy de otra línea del tiempo, son paralelas una a la otra. Yo estoy casado contigo Candy, en mí línea del tiempo y tenemos un hijo: Alexander. – Dijo refiriéndose a su hijo. – En tú línea del tiempo por lo que me dices me perdiste a mí y a Stear. – Dijo intentando ser más explícito para no confundir a la rubia y para no confundirse él mismo con la explicación que daba, ya que comprendiera o no más que Candy también creía que sonaba loco lo que estaba sucediendo gracias a Stear y a su hijo.

-No entiendo nada. – Dijo Candy, sosteniendo su cabeza, buscando la manera de calmar el latido acelerado de su corazón, aquel hermoso joven le estaba despertando sentimientos que ella creía guardados en lo más profundo de su alma, pero entre más tiempo pasaba con él más se daba cuenta que no era así y que seguía sintiendo aquel fuerte amor que un día le había despertado a pesar de que no era el mismo Anthony que había conocido de niña.

-No te culpo, al principio yo tampoco comprendía, y te aseguro que llamé loco a Stear igual que Archie y Terry. – Dijo Anthony de pronto sorprendiendo a la rubia al mencionar a los jóvenes que decía.

-¿Terry? – Preguntó Candy con sorpresa al escuchar a Anthony referirse de esa forma tan tranquila de Terry, lo que quería decir que lo conocía en su línea del tiempo. - ¿Lo conoces? – Preguntó Candy con intriga queriendo saber más acerca de ello.

-Es parte de la familia. – Dijo Anthony con una sonrisa, no sabía qué papel desempeñaba en esa línea del tiempo, así que no podía decir mucho de lo que sabía del joven actor.

-¿De verdad? – Preguntó Candy intrigada, sin comprender qué papel desempeñaba el rebelde en la línea del tiempo que Anthony presumía. Anthony asintió con una sonrisa tranquila, lo que le demostraba a Candy que no había rencor o problema entre ellos.

-Conocimos a Terry por Candy. – Explicó el rubio, Candy se imaginaba que algo así debía ocurrir. – Por un tiempo estuvo enamorado de mi Candy. – Dijo con una mueca que demostraba no estaba muy feliz por ese hecho. – Pero ahora ella y yo estamos casados, con un hijo y somos realmente felices. Terry también tiene su pareja y es feliz a su manera. – Dijo Anthony sin decir nada más con respecto al rebelde.

-Terry salió de mi vida hace un tiempo. – Dijo Candy melancólica, recordando al rebelde que ahora triunfaba en Broadway junto a Susana Marlowe. Anthony sonrió melancólico de lado, pudo observar que Terry en esa línea del tiempo si había traspasado el corazón de la rubia, era de esperarse al no estar él ya con ella. Candy debía avanzar, pero a pesar de saber que no era él el que había muerto y que no era su Candy la que había amado a Terry le causaba realmente molestia de saberlo, era como si se pusiera en el lugar del Anthony de esa línea del tiempo y comprendiera lo que hubiese sentido si así hubiese sido.

-Necesito regresar con Candy. – Dijo Anthony cambiando de tema. Candy lo observó confundida porque no se hacía a la idea de que hablaba realmente con Anthony pero que se refería a ella como si fuese otra persona, era algo que le incomodaba porque siempre vio a Anthony a su lado y no al lado de alguien más y a pesar de que hablaba de Candy no era ella de la cual hablaba. – Debe de estar preocupada por nosotros. – Dijo de nuevo el rubio para que Candy entendiera que era prescindible que se fuera de ahí.

-¿Cómo piensas volver? – Preguntó Candy no muy convencida de que se fuera de su vida nuevamente, comenzaba a creer que era su Anthony el que estaba con ella.

-Pensaba buscar a Stear para que me ayudara a resolver este embrollo. – Dijo Anthony con melancolía. – Al ser inventor también creí que él podría ayudarme a regresar a mi línea del tiempo. – Candy sonrió traviesa al escuchar aquello.

-Stear era inventor. – Dijo sin dejar de sonreír, recordando los inventos de su primo. – Pero jamás hizo un invento que funcionara más de una vez. – Dijo para que Anthony supiera que tal vez si hubiera estado con vida no le sería de mucha ayuda. Anthony sonrió ampliamente y Candy no pudo dejar de observar su bella sonrisa.

-Lo siento… - Dijo Candy apenada al verse sorprendida observando de esa manera al rubio que le sonreía espléndidamente.

-No te preocupes. – Dijo Anthony con una bella sonrisa, le daba gusto ver que también en esa línea del tiempo a pesar de que él no vivía Candy lo seguía recordando con el mismo amor con el que podía ver lo había amado. – También me cuesta verte de otra manera. – Dijo confesándose un tanto avergonzado, sentía que estaba engañando a su Candy con aquella joven Candy que a pesar de ser la misma realmente no lo era. – Yo amo intensamente a Candy y sé que ella me ama a mí, sin embargo el verte frente a mí me haces recordarla a ella cuando nos casamos. – Dijo explicando su confusión. Candy se puso totalmente roja porque comprendió que él también estaba en el mismo estado que ella, a ambos les costaba estar cerca uno del otro y no poder abrazarse.

-¿Qué piensas hacer ahora? – Preguntó Candy para intentar enfocarse en el problema que Anthony tenía, ya estaba convencida de que era Anthony, pero no su Anthony.

-La verdad no lo sé. – Dijo preocupado, no tenía la intención de dejar a su esposa y comenzar a vivir en aquella época que para él era demasiado primitiva. – Intenté llamarla, sin embargo no pude hacerlo. – Dijo mostrando un extraño aparato a la rubia, quien no comprendió que era y cómo la llamaría desde ahí.

-¿Crees que funcione el teléfono? – Preguntó Candy, recordando el teléfono que tenían en la recepción de la pensión.

-¿Tienes teléfono? – Preguntó Anthony con una sonrisa, creía que no perdía nada con intentarlo.

-En la recepción hay uno. – Dijo Candy igual de entusiasmada, creía que si la llamaba podría estar tranquila. En ese momento se escuchó un sonido en el aparato que traía el rubio en sus manos, y después otro, otro y otro. - ¿Qué es eso? – Preguntó Candy confundida por ello.

-Es mi teléfono. – Dijo Anthony sorprendido porque de pronto habían entrado varios mensajes a la vez, era como si una brecha en el tiempo se hubiese abierto y hubieran llegado todos de pronto. - ¡Es Candy! – Dijo el rubio con una sonrisa entusiasmada. Candy lo veía confundida no comprendía nada, pero no era como si todo lo que le había explicado el rubio fuese comprensible. – Me pregunta cómo estamos, dice que busque a Stear. – Dijo con una mueca en su expresión. Stear ya no estaba y esa era la razón por la que se había movido hasta Chicago. – Al parecer recibió mis mensajes, lo bueno que no creyó que estaba loco. – Dijo un poco más aliviado. – Intentaré llamarle. – Dijo esperanzado al ver que habían entrado los mensajes.

Anthony marcó el contacto con el que tenía grabado a su esposa "Dulce Candy" y para su sorpresa el número comenzó a sonar.

-¡Anthony! – Se escuchó del otro lado de la línea. - ¿¡Cómo están!? – Decía la rubia del otro lado de la línea. El volumen estaba tan alto que Candy también podía escuchar la voz de la joven que había respondido.

-Tranquila princesa, estamos bien. – Respondió el rubio intentando explicar rápidamente lo sucedido, no sabía cuánto tiempo podrían tener comunicación ya que llevaba toda la tarde intentando llamarle y no lo había conseguido. – Alex duerme… estamos con… Candy… - Se escuchó un silencio en la otra línea al momento que Anthony había mencionado a la rubia.

-¿Están con ella…? – Preguntó la otra rubia un tanto confundida, la joven al teléfono sintió celos de ella misma, sabía las emociones que debía despertar su esposo en ella.

-Dile a Stear que Anthony de esta línea murió… lo mismo que Stear. – Dijo con pesar en su voz, a pesar de que no era él y su primo sentía un extraño dolor en su pecho como si fuese él el muerto y su verdadero primo.

-¿¡Cómo!? – Preguntó Candy nuevamente, la rubia más joven pudo escuchar su conmoción. - ¿Qué vamos a hacer Anthony? – Preguntaba con miedo la rubia, angustiada al creer que ya no vería a su esposo y a su hijo.

-Habla con Stear y dile que… - Dijo Anthony para de pronto escuchar que la comunicación se había cortado. - ¡Candy! ¡Candy! ¡Princesa! – Decía el rubio angustiado porque ya no podía escuchar a su esposa, intentando nuevamente comunicarse con ella por aquel aparato que le demostraba que en ese tiempo no servía para mucho, no comprendía como habían llegado los mensajes y cómo de pronto había tenido línea para llamarle. - ¡No puede ser! – Decía desesperado por haber perdido comunicación con ella.

Candy podía ver la angustia en él, podía darse cuenta que realmente amaba a su rubia y que estaba sufriendo por la posibilidad de no volver a verla. De pronto sintió el dolor de la otra rubia, sería como si hubiese muerto en su línea del tiempo y aún más doloroso porque implicaba que su hijo también, esa simple imagen pasó por su cabeza y le dolió intensamente en su corazón.

-¿Qué sucedió? – Preguntó Candy para sacarlo de su desesperación.

-Se cortó la comunicación. – Dijo intentando guardar la compostura a pesar que por dentro estaba realmente angustiado por no poder regresar.

-¿Puedes hablar con ella por ese aparato? – Preguntó Candy con curiosidad. Anthony sonrió de lado, hasta ese momento cayó en cuenta de la época que era esa línea del tiempo.

-En nuestra línea del tiempo podemos llamarnos al momento que queramos, enviar mensajes, fotos. – Decía explicando a la joven rubia cómo funcionaba aquel celular que llevaba en la mano. Candy lo observaba confundida no entendía de lo que le hablaba. – Ven… - Le dijo con una sonrisa para mostrarle el teléfono.

-¿Lo inventó Stear? – Preguntó Candy con inocencia, ella no conocía a muchos inventores y pasó por su mente que tal vez su primo en la línea del tiempo de la cual venía este Anthony era tal vez no el único inventor, pero sí uno más confiable. Anthony negó con una sonrisa.

-A pesar de que inventó su propio dispositivo no funciona del todo bien. – Dijo recordando el invento fallido de su primo. – Si te confieso algo este es el primer invento que funciona correctamente. – Dijo con una sonrisa. Candy sonrió con él recordando a su propio Stear a quien tampoco le funcionaba ningún invento y cuando lograba hacerlo ella se encargaba de destruirlo.

-¿Por qué no intentas regresar en la máquina? – Preguntó Candy como si a él no se le hubiera ocurrido ya esa idea.

-Lo intenté, pero no sé porque antes de que se cumpliera la hora, la máquina volvió a mí línea del tiempo… bueno eso espero. – Dijo Anthony con temor de que la máquina no se hubiese ido a la otra línea que tenía grabada.

-¿En dónde estaba? – Preguntó Candy curiosa por saber más de lo que había sucedido con ellos.

-En el laboratorio de Stear. – Respondió Anthony.

-¿¡En la mansión de las rosas!? – Preguntó Candy sorprendida. Anthony asintió. - ¿Cómo llegaron hasta aquí? – Preguntó Candy con intriga.

-Te confieso que Alex fue el encargado de todo. – Respondió Anthony con una sonrisa. – Y algo me dice que no era la primera vez que lo hacía. - Volvió a decir pensativo, en ese momento su teoría cobraba más fuerza al imaginarse que su hijo tramaba algo, lo que no sabía era qué era lo que estaba tramando. – Tomamos el viejo auto de Stear, estaba dentro del laboratorio, lo bueno que la mansión de Lakewood parece estar como abandonada y nadie nos vio. – Dijo Anthony una vez más. – Pero al parecer el auto tenía poco de haber sido reparado. – Dijo de nuevo el rubio, lo que le corroboraba una vez más que algo extraño estaba sucediendo.

Candy se sintió confundida porque sabía bien que nadie había entrado de nuevo al laboratorio de Stear, ella ya no había vuelto a Lakewood desde el sepelio del inventor, pero también había visto cómo habían cerrado aquel lugar para siempre, lo mismo que había sucedido con la habitación del inventor, así como un día habían cerrado la de Anthony. Además ella sabía que Archie manejaba el último automóvil que había pertenecido a Stear.

-Nadie ha vuelto a ese lugar desde hace mucho tiempo. – Dijo Candy al rubio. – Cuando nos fuimos al San Pablo duramos dos años en ese lugar antes de que estallara la guerra, regresamos pero Stear no volvió a Lakewood, tanto él como Archie se quedaron a vivir en Chicago y después se enlistó para ir a la guerra. – Dijo Candy recordando el tiempo que había pasado desde que recordaba la última vez que Stear había entrado a su laboratorio. – Archie conservó su automóvil y cerró ese lugar para asegurarse de que nadie tocara sus cosas. – Dijo Candy de nuevo, recordando con tristeza cuando Archie había encerrado todos los objetos que su hermano consideraba sus tesoros.

-Pues algo pasó ahí, porque no había ningún seguro, parecía que alguien ya había estado ahí y como te digo este auto estaba en excelentes condiciones. – Dijo Anthony pensativo. Sabía bien quien era el encargado de hacerlo. Candy lo miraba confundida.

Anthony se quedó viendo el celular con nostalgia, acariciando el rostro de su Candy sobre la pantalla que cubría el aparato. Candy lo veía con curiosidad sin atreverse a preguntar qué era lo que hacía. Anthony se dio cuenta de que lo estaba viendo.

-Ella es mi Candy… - Dijo con una sonrisa, extendiendo el teléfono a la rubia, quien lo tomó un tanto indecisa. Candy abrió los ojos sintiéndose extraña al ver en aquella fotografía a una joven que efectivamente era exactamente igual a ella, solo que se veía más adulta, más elegante, su sonrisa era diferente a la de ella y su peinado era otro.

-Es… - Dijo sintiéndose extraña de reconocer que era hermosa, era como si se dijera a ella misma a pesar de que sabía no era ella.

-Hermosa… - Le dijo Anthony con una sonrisa de enamorado. Candy se sonrojó al ver que la miraba a ella cuando decía esas palabras. – Igual que tú… - Le dijo nuevamente sin dejar de observarla. – Ella eres tú, solo que en otro lugar. – Le dijo nuevamente sin dejar de sonreír.

-Gracias… - Dijo Candy sin evitar sonrojarse una vez más, sentía que era su Anthony quien le decía esas palabras.

-Él es Alexander cuando nació. – Le dijo mostrando las fotos que tenía en la fotogalería de su teléfono. Candy abrió los ojos enternecida por la imagen tan dulce del pequeño Alex, el cual estaba en sus brazos. La sonrisa de Candy era realmente hermosa y tierna, se veía la conexión que había entre ella y su pequeño hijo. – Puedes deslizarla así para ver las demás fotos. – Le dijo con una sonrisa, permitiéndole entrar en su intimidad, a pesar de no ser ella, él sentía que sí. Candy le sonrió agradecida por su confianza y comenzó a deslizar la pantalla como él le había mostrado.

Una a una las fotografías fueron apareciendo, y variaban entre ellos dos juntos y otras con Alexander, pudo ver como el pequeño iba cambiando en cada una de sus etapas, pudo ver las fotos de la boda con Anthony, su luna de miel y otra en la que ambos aparecían con una bata blanca.

-Somos médicos y ambos estamos estudiando una especialidad. – Dijo Anthony al ver que Candy se quedaba observando detenidamente aquella imagen que claramente para ella era algo que jamás había visto.

-¿Médicos? – Preguntaba la pecosa como si estuviera en una especie de trance. Anthony asintió con una sonrisa, le causaba ternura ver el gesto de la joven pecosa, no podía evitar recordar el de su esposa, era el mismo rostro hermoso y delicado que él amaba en ella.

Continuó observando las imágenes que había en el dispositivo. Anthony la veía con una sonrisa, parecía una niña con juguete nuevo observando las fotografías que él guardaba de su familia. Llegó hasta una en donde estaba el rubio, Stear, Archie y enseguida de él estaba Terry, todos muy abrazados y sonrientes.

-¿Archie y Terry son amigos? – Preguntó Candy confundida con aquella imagen que no podía negar lo que veía. Archie y Terry estaban muy juntos formando una imagen que ni en sus más locos sueños creyó ver en su vida, los cuatro jóvenes más importantes para ella estaban en una misma fotografía abrazados y sonrientes. Anthony escuchó sorprendido la pregunta, no sabía si responderla como era debido, sin embargo explicar la relación que ambos jóvenes tenían no era muy conveniente para esa época.

-Son mejores amigos. – Respondió Anthony simplemente. Candy lo miró sin poder creer lo que escuchaba.

-¿De verdad? – Preguntó incrédula, recordando como en el pasado ellos casi se mataban solo con verse. Anthony asintió.

-Ahora sí, antes no podían ni verse, pero después de que Terry comprendió que no podía estar contigo se dio cuenta que tenía muchas cosas en común con Archie y ahora son inseparables. – Dijo el rubio sin ahondar más en las cosas de su primo.

-Quien lo diría. – Dijo Candy con una sonrisa. – Tal vez si hubieran seguido tratándose se hubieran hecho amigos aquí. – Dijo Candy con inocencia, ya que ella siempre deseó que Archie se llevara bien con Terry, más cuando creyó que un día sería su esposo, pero ahora ya no tenía caso que así fuera.

-Tal vez. – Sonrió Anthony no muy convencido de que así hubiese sido.

-Todo se ve diferente. – Dijo Candy observando todos los detalles de las fotografías.

-Vivimos en otro tiempo. – Explicó Anthony. – Te puedo decir que mi línea del tiempo es más avanzada que tu línea del tiempo a pesar de que se desarrollan al mismo tiempo. – Dijo Anthony explicando a Candy lo que él había entendido de la explicación que le había hecho Stear.

-¿Es eso posible? – Preguntó Candy confundida una vez más por la explicación.

-Al parecer sí es posible, sino cómo explicas que yo estoy aquí, tengo 24 años, un hijo, estoy casado con Candy y tengo un aparato muy diferente al teléfono que ustedes usan en esta línea. – Decía el rubio tranquilamente. Candy lo miró entendiendo lo que decía.

-Líneas paralelas. – Dijo Candy una vez más con la explicación que Anthony le daba.

-Líneas paralelas. – Dijo Anthony refiriéndose al tiempo en el que vivían cada uno su vida. Candy lo observo detenidamente, pensando en las palabras que le había dicho intentando reflexionar todo de una sola vez. Anthony la observó fijamente y sus miradas se conectaron por unos segundos que parecían interminables.

Continuará…

Hasta aquí llegamos con el primer capítulo y conste que lo publiqué gracias a que Mayely León se encargó de llegar hasta los 950 comentarios en "EL ABUELO WILLIAM" jajaja pensé que no leerías el mensaje amiga, te mando un fuerte abrazo y muchas gracias por estar al pendiente espero puedas leer esta historia también.

Muchas gracias a todas y cada una de las personas que están al pendiente de la actualización, espero que la historia sea de su agrado y si tienen alguna pregunta acerca de la historia pueden hacérmela saber en privado o por los comentarios, les aseguro que les responderé en el capítulo siguiente.

Espero no haberlas confundido, la apareció la línea del tiempo 1 y como el nombre lo dice LINEAS DEL TIEMPO faltan otras dos por aparecer. Saludos a todas hermosas y espero puedan agregarla a sus favoritos.

GeoMtzR

24/07/2023.