RETROSPECTIVA DE LOS HECHOS

Nos remontamos a la Isla de la Reina Muerte, un lugar para nada bonito; en el que el calor era insoportable, no habían plantas ni animales que pudieran soportar el clima de aquel inhóspito lugar, y había un gran volcán que estaba en actividad constante. En pocas palabras, era el "infierno en la Tierra", donde una vez ahí, sufrías una inhumana tortura de la cual; o salías de ahí con serios problemas mentales, o no salías vivo para contarlo.

Sin embargo, el lugar era la residencia de la mística armadura del ave fénix, que se dice que puede resurgir de sus cenizas, además de que nunca había tenido dueño.

En este aberrante sitio, estaban prisioneros los caballeros negros, que eran traidores del santuario de Athena y su líder Jango; también vivían algunos ancianos con sus nietos, que vivían en la extrema pobreza; Guilty, un hombre de gran altura y formidable musculatura, que cubría su rostro con una máscara de Rangda, la reina de los demonios, que se dice que fue enviado ahí como castigo por su violencia y exigencia, cualidades que eran muy características de él, también era el que entrenaba al futuro santo del fénix, mediante largas rutinas llenas de golpes, insultos y humillaciones que dejaban medio muerto al muchacho todos los días durante seis traumantes años, bajo la dogma de que debía odiar a todos y que ese es el sentimiento que haría que desencadenase su poder y que gane la armadura, era violento y despiadado con todos, incluso con la hija que tuvo con la mujer que amó alguna vez, Esmeralda, a quién no dudaba en usar como saco de boxeo cuando se le daba en gana.

Y hablando del discípulo, se llamaba Ikki, un huérfano japonés que había llegado sustituyendo a su hermano Shun, que fue a la Isla de Andrómeda, pues habían intercambiado lugares ya que sabía que su hermano no sobreviviría en esa isla maldita ni un segundo; su vida había sido lamentable, pues siendo muy pequeño había perdido a sus padres, tuvo que cuidar a su pequeño hermano que en ese entonces era un recién nacido, y creció en un orfanato donde era abusado de diversas formas; y tal como lo había dicho momentos atrás, el chico terminaba medio muerto debido a los duros entrenamientos que recibía de su maestro, no faltaban los huesos rotos, los músculos desgarrados o los miembros dislocados después de cada día y llegaba arrastrándose a su cuarto por el ocaso del Sol. Este era alto, de tez morena de nacimiento y por las horas que pasaba debajo del sol sin camisa, su cabello era azul al igual que sus ojos y tenía las cejas gruesas; aparte de que debido a los entrenamientos, había desarrollado un físico envidiable. Se notaba que era un joven muy apuesto, capaz de atraer la atención de las féminas con facilidad.

Lo único que lo hacía soportar ese trato era la promesa de volver a encontrarse con su hermano en su tierra natal luego de conseguir sus armaduras; pero a esa promesa se le adjuntaría otra razón para sobrevivir al entrenamiento que tenía nombre: Esmeralda.

Esta chica estaba dotada de una gran belleza, tanto física como interior, que fue heredada de su madre Helena (quién en vida pudo haber sido la reencarnación de Hera, diosa del matrimonio y reina del Olimpo); tenía una fina cabellera rubia que le llegaba hasta debajo del busto, una piel blanca y tersa como terciopelo, y unos ojos de un hermoso color verde que era la razón por la que tenía el nombre de aquella piedra preciosa de gran valor. Vestía con un simple vestido rosa con flores rojas que le llegaba debajo de las rodillas, un cordel color almendra que usaba de amarre en la cintura y zapatos rojos.

Era la fascinación de varios hombres que albergaban la isla, entre los que estaban los caballeros negros, su líder Jango y el pupilo de su padre, Ikki; todos ellos quedaban deslumbrados por la inocente y a la vez despampanante belleza que desprendía con su mera presencia. Sin embargo, había alguien al que no le gustaba esta situación, y ese era su progenitor Guilty, que no quería que su única hija se enamorara de algún habitante de la isla, mucho menos de su alumno, diciendo que la presencia de Esmeralda era una distracción para él.

El primer encuentro de ambos se dio seis años atrás, cuando Ikki apenas había llegado a la Isla a entrenar:

Isla de la Reina Muerte, año 1980.

Estaba un pequeño Ikki de 9 años recibiendo la paliza de su vida hasta ese momento por parte de su maestro Guilty, quién no paraba de golpearlo mientras exclamaba que se concentrara y esquivara sus puños y patadas.

-¡Vamos Ikki!, ¡no seas un debilucho y muéstrame tu potencial oculto!- Decía un encolerado Guilty mientras le daba una zurra colosal a su pupilo.

-ma... maestro- Apenas podía decir el infante, casi sin aliento por el dolor de los golpes y el cansancio.

-¡Eres una basura!-, decía Guilty aún más enojado, dando una patada que haría que el pequeño se impactara contra una roca, rompiéndola por la fuerza de la patada y haciendo que Ikki cayera al rocoso suelo.

-Si no sientes el odio, ¡nunca llegarás a ser un caballero!-, decía el grandote mientras se acercaba a Ikki y le daba una fuerte patada, haciendo que la cadera izquierda del último se fracturara y soltara un grito de dolor.

-Si sigues así, no vas a aguantar nada en este lugar-, Refunfuñaba Guilty mientras se alejaba y le decía al mocoso que vaya a descansar a su cuarto.

Así, Ikki se arrastró lentamente por el suelo a su recámara, cuando finalmente llegó, no pudo contener sus lágrimas por el insoportable dolor que sentía en su cintura por la fractura, se retorcía en el piso soltando gemidos dolorosos cuando pensó en cómo iba a poder soportar todo ese tormento en los entrenamientos, si podría salir vivo de ahí y si podría volver a verse con su querido hermano, o cómo le iba en la isla de Andrómeda; cuando de repente sintió que alguien se acercaba hacia él, temía que fuera su maestro, pero al ver hacia la entrada de su recámara se sorprendió al ver a una pequeña niña rubia, de piel blanca y ojos verdes vestida de blanco frente a él, que llevaba en sus pequeñas manos una lavacara con agua caliente y algunos trapos.

Por un momento, Ikki pensó que era un ángel, pero al ver mucho mejor, vio que era una niña, la más bonita que había visto, y que se le hacía muy parecida a su hermano Shun. Inmediatamente la niña se le acercó y con uno de los trapos, comenzó a limpiarle la sangre que salía de las heridas provocadas por el entrenamiento de hace rato; cuando la pequeña acabó de limpiarle las heridas, le dijo su nombre:

-Me llamo Esmeralda-, dijo la niña con una dulce voz, -¿Cuál es tu nombre?-

-Soy Ikki-, respondió mientras veía detenidamente a la niña, mirando cómo esta le vendaba el brazo y le regalaba una sonrisa.

-¿Eres el discípulo de mi padre?-, preguntó ella.

-Espera, ¿tu papá se llama Guilty?-, dijo el niño confundido y atónito.

-Sí-, asintió con la cabeza. Ikki no podía creer que su cruel maestro tenía una hija así de linda, es más, ni siquiera sabía que Guilty tenía una hija.

-Mi papi nunca me dijo tu nombre, sólo me dijo que tenía un discípulo-, respondió la pequeña, pues había ido a ese lugar no solo para curarlo, sino también para conocerlo en persona y saber su nombre.

-Y él nunca me dijo nada de tu existencia-, murmuró un sorprendido Ikki.

-Hace rato vi como mi papá te pegaba y te dejaba herido, por eso vine a curarte-, exclamaba Esmeralda.

-¿Nos estabas viendo?-, preguntó Ikki estupefacto, por lo que la pequeña volvió a asentir con la cabeza.

-Ya tengo que irme-, murmuró ella mientras recogía sus cosas.

-Espera, quiero volver a verte-, decía Ikki desilusionado, pues no quería que aquella pequeña se vaya.

-Claro que vas a volver a verme, porque cada vez que terminen los entrenamientos yo vendré a curarte-, respondió una entusiasta Esmeralda, haciendo que Ikki se alegrara por lo que dijo.

Con eso, Esmeralda se fue del cuarto de Ikki, así empezando una gran amistad que se fortalecería con el tiempo y que se convertiría en algo más profundo y apasionado años más tarde... pero no sabían que el destino se encargaría de separarlos de la manera más atroz y dolorosa.