FFFFF
-17 años atrás-.
-La serpiente favorita de su majestad Naraku. – dijo una mujer de largo cabello plateado y ojos dorados, mirándola por encima de su hombro izquierdo. – No es normal que me visites de esta manera tan abrupta. ¿A qué se debe?
-Querida Irasue. – comentó Tsubaki, dando un par de pasos hacia el acantilado donde se encontraba parada. – He venido a pedirte un favor. – de sus ropas de sacerdotisa, sacó el collar une almas y se lo lanzó, sorprendiéndola. – Necesito que reescribas el conjuro de ese objeto. Que la siguiente mujer que lo use, pierda únicamente su útero.
-¿Y qué ganaré a cambio? – cuestionó, sonriéndole con prepotencia. - Sabes que yo no hago las cosas gratis, como esas torpes de Enju y Urasue.
-Estoy consciente de eso. Por eso, te confiaré mi más grande tesoro. – sacando algo de sus ropas, le lanzó un frasco con dos ojos en él. Ojos humanos con la particular característica del sharingan. - Mañana por la noche volveré por el collar, así que espero que esté listo para entonces.
FFFFF
PPPPP
Reborn and lost.
El origen de Sarada.
-¡Enju! – la llamó Urasue, subiendo por unas escaleras de piedras, pegadas a una montaña con un aire congelante y tosco. - ¡Sigo pensando que esta es una pésima idea! ¡Irasue es alguien demasiado codiciosa! ¡Si no le damos algo a cambio, no nos ayudará!
-Por eso yo le ofreceré ese "algo". – replicó la pelirroja, volteando hacia ella y sonriéndole. - Usted no se preocupe y deje que yo me encargue.
La anciana suspiró, sintiendo que ya estaba a punto de colapsar, hasta que vio con extrema sorpresa, lo brillante y enorme que era la luna de esa noche, al llegar a la cima.
Contemplándola en silencio, parada sobre la orilla de un acantilado, se encontraba una mujer de largo cabello plateado; atado. Vestía un elegante kimono purpura, con detalles dorados y una estola era sujetada por sus brazos, rodeando su torso por la espalda.
-Esta sí que es una sorpresa. – comentó, volteando sus ojos; maquillados con una sombra violeta, de la luna hacia las mujeres. - ¿Qué puedo hacer por ustedes, mis queridas compañeras brujas?
-Lady Irasue. – la llamó Enju, saludándola con una reverencia. - Hay un favor que necesitamos pedirle. Está relacionado con la maldición del sharingan. Alguien que conocemos, la manifestó únicamente en su ojo izquierdo y necesitamos una cura.
-¿Y qué me darán a cambio de esa información? – cuestionó con una sonrisa.
-¡¿Qué tal un navajazo en tu bonito cuello?! – exclamó la bruja anciana, invocando su gran guadaña en sus huesudas manos.
-Guarde la calma, señora Urasue. – la pelirroja la detuvo con un ademan, mirándola por encima de su hombro izquierdo, antes de volver su atención a la bruja peliplateada. - A cambio de que nos diga un método para erradicarla por completo, le daré información sobre la hija de InuYasha.
-¡E-E-Enju! – la llamó Urasue, haciendo una mueca y hablándole en voz baja. - ¡¿Qué diantres estás haciendo?!
-Una hija, he... - Irasue sonrió con malicia, chasqueando sus dedos para abrir las puertas de su gran mansión. - Deben estar agotadas por su largo viaje. Adelante. Pasen y descansen.
En silencio, las tres mujeres entraron al edificio de madera, con la puerta cerrándose por sí sola.
PPPPP
-No mientas. – agonizando por el dolor que ha cargado por años, al saber que jamás podría convertirse en madre, Hinata empezó a temblar y a llorar, cubriéndose su vientre con sus brazos. - ¡M-Mi hija murió hace 17 años, tú no puedes ser ella!
-¡P-Pero no estoy mintiendo, mamá! – exclamó Sarada, angustiada.
-¡NO ME LLAMES ASÍ! – gritó la mujer, asustándola, tanto a ella como a los hombres. - ¡Tú piel y tu cabello tienen texturas extrañas! – sollozó. - ¡No eres humana! ¡¿Qué eres?!
Llorando de nuevo, Sarada derramó un par de lágrimas de sus ojos... convirtiéndolas en ríos de sangre que brillaban junto al sharingan.
Sasuke la vio sorprendido, antes de voltear a su hermano, por un ruido extraño hecho con sus manos.
De su cintura, había sacado su pistola, apuntando inexpresivo a la menor.
-Dobe... - lo llamó aturdido. - ¿Qué haces?
El rubio, en lugar de responder, quitó el seguro del arma.
-¡¿Qué crees que estás haciendo?! – volvió a interrogarlo, intentando quitarle la pistola.
Sin embargo, lo único que consiguió, al obligar a Naruto a moverse, fue que sus dedos dispararan por error, sacando una bala que dio como blanco el hombro derecho de la niña.
Hinata gritó. Aunque sabía que no era humana, no pudo evitar asustarse por verla sangrar.
Temblando y jadeando, Sarada salió de la clínica, moviendo con esfuerzo las puertas de cristal y empapándose nuevamente por la lluvia.
-¡Pequeña, espera! – exclamó Sasuke, comenzando a seguirla.
-¡Ay, diablos! – se quejó Naruto, guardando su arma y abriendo una de las puertas. - ¡Perdón, Hinata! ¡Tengo que asegurarme de que ese idiota no se lastime, de verás! – exclamó apenado, saliendo del edificio.
La mencionada, mientras tanto, chocó su espalda con la barra de la recepción y se dejó caer al piso, llorando con más fuerza.
PPPPP
-¡Pequeña! – gritaba Sasuke, corriendo desesperado por las calles del distrito de Suginami. Ni la oscuridad, el viento, o la lluvia eran capaces de detenerlo, cubriendo su rostro con su brazo derecho para ver a lo lejos. - ¡Pequeña, ¿Dónde estás?! – volvió a preguntar, girando su cabeza de un lado a otro.
Entonces, recordó sus palabras envueltas en llanto.
FFFFF
-P-Papá... ¿N-No te acuerdas de mí? ¡S-Soy yo! ¡S-Soy tu hija! ¡Sarada!
FFFFF
-¡Sarada! – exclamó, subiendo, esta vez, el volumen de su voz con sus manos, poniéndolas a los lados de su rostro. - ¡Sarada, perdóname! ¡La verdad es que si te recuerdo! ¡Recuerdo tu sonrisa, tus pasos! ¡Lo que te gusta y lo que no!
De repente, un relámpago cayó cerca de ahí, iluminando con su luz, el final de un callejón.
Sasuke volteó a ese lugar, alcanzando a ver la figura de la niña.
Sin embargo, para su mayor sorpresa, esta apareció en un instante, abrazando con fuerza su pierna derecha.
Mirándola atónito, volteó de nuevo hacia el callejón. Por la oscuridad, ya no se distinguía nada.
Luego, con desesperación, Sarada lo abrazó con más fuerza.
Aliviado, se arrodilló al piso y la rodeó gentilmente con sus brazos, siendo observados por Naruto, quien llegó unos segundos después, con una mezcla de sentimientos en su corazón.
Según Hinata, esa niña no era humana. Y la mejor prueba que tenían de ello, era el sharingan que mostró en sus ojos.
No obstante, tampoco podía negar que lo que estaba viendo no lo ponía feliz, ni tranquilo. Por años, tanto él como Sakura, habían sentido una profunda tristeza por las condiciones de Hinata y Sasuke.
Aunque en las reuniones sonrieran y dijeran todo el tiempo que estaban bien... en el fondo, ellos sabían que no era así. Les faltaba la alegría y bendición de un bebé. Eso les quedó más que claro cuando nacieron Boruto y Moroha.
Finalmente, Sasuke se separó de la niña, por lo que decidió acercarse... viendo sorprendido, junto a él, que la herida que le había hecho por accidente con su arma, ya no estaba.
PPPPP
-¡¿Cómo?! ¡¿Una misión secreta?! – cuestionó Riku, sosteniendo a la altura de su oído izquierdo su teléfono celular. En ese momento, se encontraba sentado frente a su escritorio, terminando su tarea.
-No puedo darte tantos detalles... - aseguró Towa, acostada bocabajo en su esponjosa cama con colchas azul oscuro. - ...pero, lo que si te aseguro, es que necesito tu ayuda.
-¡En ese caso, cuenta conmigo! – exclamó el joven, parándose de un salto, con una gran sonrisa en su rostro.
-¡Riku!
Al escuchar su nombre desde las escaleras, el teléfono casi se le cae por el susto. Atrapándolo velozmente, suspiró y se asomó al pasillo por la puerta.
-¡La cena ya está lista!
-¡S-Si, ya voy! ¡Gracias, tía Zero! – bramó sonriendo, disimulando su nerviosismo y cerrando la puerta por completo detrás de él. – Escucha... - susurró en la bocina de su celular. - ...después de la cena, esperaré una hora para poder salir de mi casa y encontrarnos donde quedamos, ¿De acuerdo?
-¡De acuerdo! – contestó Towa. - ¡Gracias, Riku!
Colgó el teléfono y se levantó de la cama. Sin embargo, al percatarse de algo moviéndose en su ventana, se acercó al cristal con curiosidad, mirando la mariposa negra que volaba sobre el borde.
PPPPP
-Bien... - suspiró el Namikaze, sentándose en el sillón individual de la sala del departamento.
Después de haber regresado a la clínica Uchiha, Sasuke, Naruto y Sarada, tuvieron que turnarse la ducha para poder bañarse, quitándose el agua fría de la lluvia y cambiando sus ropas empapadas a más no poder, por cálidas piyamas de dos piezas.
El rubio llevaba una camisa blanca de mangas cortas, con un pants blanco con rayas azules. El Uchiha usaba una camisa de mangas largas azul oscuro con otro pants de color blanco.
Y la niña tenía puesta una antigua playera negra de Hinata que le quedaba por debajo de las rodillas. No había tanta diferencia con el vestido negro que sacó de improviso de la cabaña de Tsubaki.
Naruto suspiró. ¿Cómo podría obtener información si no se le ocurría ninguna pregunta? Además... ¡El ambiente tampoco lo ayudaba!
-Sarada. – la llamó Sasuke, encontrándose de pie, con la espalda apoyada en la pared y sus brazos cruzados por encima de su pecho.
La mencionada dio un respingo y asintió, girándose hacia él.
-¿De dónde vienes exactamente? ¿Cómo supiste que Hinata y yo somos tus padres?
Arrugando los labios y apretando los puños, la niña agachó la mirada.
-Yo... estaba formada, junto a las almas de muchos otros niños, para nacer... - comentó, viendo sus palmas. - Pero, cuando mis manos se llenaron de sangre, supe que el cuerpo de mi madre ya no era apto para tenerme. – sollozó. - Entonces... apareció esa mujer de cabello blanco...
FFFFF
-¡Papá! ¡Mamá! ¡Ayúdenme!
-Claro que los verás, querida. – le aseguró Tsubaki, con una sonrisa enfermiza en sus labios. - Pero será cuando YO decida.
FFFFF
-Fue horrible... - agregó, tomándose la cabeza con las manos y cerrando con fuerza los ojos. - ...esa mujer no dejaba de reírse... hasta yo misma sé que no debería estar aquí... - sollozando de nuevo, empezó a llorar. - ¡Pero ella, me revivió en contra de mi voluntad y...!
De pronto, al sentir que estaba siendo rodeada por alguien más, abrió los ojos de golpe. Hinata se había levantado del sillón donde se encontraba, para rodearla con sus brazos y acompañarla en su llanto, su sufrimiento.
-Cómo lo siento... - le musitó en el oído, arrepentida. - ...debí conocer tu situación antes de decir esas palabras tan crueles...
Llorando y temblando, Sarada correspondió su abrazo, escondiendo su mirada en su pecho.
Naruto y Sasuke intercambiaron una sonrisa.
Aunque, no duró mucho, ya que el celular del rubio comenzó a sonar. Viendo la pantalla, se percató de que se trataba del número de Sai, su compañero.
Tomando la llamada, deslizando su dedo sobre la pantalla, bajó por las escaleras, llegando a la recepción del consultorio, cuyas luces estaban apagadas.
Fuera del departamento, Koryu se encontraba en la copa de un árbol, viendo con angustia a la niña abrazada por Hinata. Tragando saliva, se golpeó tres veces en la cabeza y desapareció en una nube de humo.
Fin del capítulo.
