« -- Mándalos a la mierda, Sarada -- dijo Kawaki mientras se recargaba en el respaldo de su sillón bostezando levemente.
-- Es fácil para ti decirlo -- dijo ella rechinando sus dientes. En cuestión de unos minutos sus padres llegarían al departamento, era una visita totalmente improvisada pero estaba segura a lo que se enfrentaría.
¡No quería casarse con un desconocido! Realmente si se ponía a analizar detenidamente no había ningún chico que le interesará de esa manera romántica, mucho menos con quien quisiera pasar el resto de su vida.
No le interesaba aquello, consideraba de lo más banal tener una pareja, además tenía otras prioridades, su mente la mayoría de las ocasiones se encontraba ocupado entre sus deberes como asistente del primer ministro y como heredera de la empresa de su familia. No había más. Tan solo de vez en cuando solía salir con sus amigos que eran reducidos (tan solo contando con Chocho, Kawaki, Inojin y Sumire)
¡A quien rayos le pediría que fuese su pareja de improvisto! Kawaki se había comprometido con Sumire e Inojin ya se encontraba casado. Estaba pensando seriamente en proponerle a Chocho que fuese su novia, eso era mejor que casarse con un desconocido.
-- Entonces, ¿que vas a hacer? -- se encogió de hombros su acompañante -- ¿casarte en uno o dos meses?
-- No quiero casarme -- dijo haciendo una mueca -- No con alguien a quien no ame.
-- No seas idiota, Sarada -- le dijo Kawaki cansado -- Eso no sucederá si sigues rechazando a cada chico estúpido que se te para enfrente.
-- ¿Acaso quieres que salga y me comprometa con el primer chico que se pare enfrente?
-- Eso seria menos problemático.
La chica resopló. Necesitaba presentarle de una vez por todas a alguien a sus padres antes de que empezarán los preparativos para una boda diseñada a gusto de ellos. Probablemente aquello le daba tanto horror tanto a ella como a su padre, pero no podían oponerse, eso significaron un gran desequilibrio en todo la familia y en la empresa. Demasiado fastidioso para su gusto.
Unos pequeños toques se oyeron en su puerta, seguramente eran sus padres que esperaban ser atendidos. Sarada miro con nerviosismo a Kawaki quien simplemente la vio con un poco de furia.
Él no estaba nada de acuerdo con toda esa situación, si por el fuera sería el primero en mandar a la mierda a cada uno de los familiares de Sarada por obligarla a casarla. La conocía de sobremanera, sabía que ella estaría dispuesta a hacer lo que sea por ellos, aún si eso significará tomar una decisión tan importante como casarse sin estar completamente de acuerdo.
Ella le pidió que no hiciera nada y no comenzará con sus peleas típicas, así que, tan solo esperaba que ella tomara la valentía de oponerse a toda esa situación estúpida.
Más eso no paso.
Sasuke era una persona directa, así que no le sorprendió que lo primero que preguntara fuera sobre esa situación. La chica pálida se inventó alguna excusa para salir de su departamento.
Según ella para ir por su novio.
¿y de dónde rayos iba a conseguir a un novio de improvisto? Eran las nueve de la noche y no creía que hubiera alguien dispuesto a hacer un trabajo así de la nada.
Fue ahí cuando vio a su hermano. De verdad que quería carcajearse. La cara tan nerviosa y exaltada de Boruto era algo que jamás había visto. »
Boruto se relajó en el asiento, faltaban tan solo quince minutos para que le tocará su turno y tener esa dichosa entrevista, se sentía emocionado y un poco ansioso. Tenía la plena confianza en que todo saldría de maravilla.
Sin embargo, al ver como los otros aspirantes salian despavoridos de la oficina del que sería su próximo jefe lo hizo palidecer un poco. Si bien, sabía desde aquella cena que tuvo con su "novia" que Sasuke no era el hombre más hablador ni mucho menos amigable, no había una verdadera razón por la cual asustarse.
Además, ¡A él le parecía cool el Uchiha!
Los minutos pasaron más rápido de lo que siquiera imagino y ya cuando menos lo espero estaba delante del hombre que tenía un elegante traje negro y una cara de poker.
-- Sobre lo de mi nombre...
-- No te preocupes, Sarada ya me contó sobre eso -- dijo mientras fruncía el ceño y mantenía su vista fija hojeando algunos papeles.
-- ¿en serio? -- hablo un poco nervioso -- ¿qué tanto le dijo?
Sasuke hizo una mueca -- Estás pasando por unas transición de identidad.
El rubio abrió la boca para después volverla a cerrar. ¿Qué rayos era eso de transición de identidad? No entendía nada.
¿Era acaso que significaba que se consideraba como una mujer o algo por el estilo? ¿O será que significaba que el dejaba de ser el mismo para convertirse en otra persona? Cualquiera de las dos opciones no lo convencían del todo.
-- Yo no soy travesti.
-- ¿Felicidades? -- dijo Sasuke mientras seguía hojeando los papeles, parecía poco interesado en la entrevista, su rostro era tan inexpresiva que parecía que no sentía absolutamente nada, era como si podrían pasarle cinco camiones encima y actuar como siempre.
-- Tengo grandes capacidades en todo lo referente a la contabilidad de una empresa, puedo ser un gran asesor financiero y una mano derecha para usted -- comento el chico en un intento de llamar su atención -- Además, me logro desenvolver muy bien en el mercado de valores.
El Uchiha le dirigió una pequeña mirada, emocionando al chico, definitivamente el padre de esa pelinegra era demasiado genial.
-- ¿y todo eso lo dices tú?
-- Así es.
-- Aquí dice que tienes dos años de experiencia -- dijo señalando su carpeta en el que venía su currículum -- ¿cómo puedo confiar en alguien quién todavía no cuenta con los conocimientos adquiridos por la práctica? -- frunció el ceño -- No quiero una carga en mi equipo de trabajo.
-- ¡y no lo seré, señor! -- dijo el chico decidido -- Soy muy rápido aprendiendo, probablemente no tenga la experiencia que espera pero créame que haré todo lo posible para ser el mejor en su equipo de trabajo.
Sasuke dio una pequeña sonrisa, una que pasó imperceptible por el rubio. Le recordaba mucho a su mejor amigo, a ese idiota que llevaba mucho sin ver por los cargos que desempeñaban en sus trabajos, el tenía que hacerse cargo de la empresa desde Estados Unidos y él tenía que hacerse cargo del país desde Japón.
No fue hasta hace unas semanas que su familia y él decidieron volverse a instalar en su país natal. Después iria a visitarlo, primero quería terminar con todos sus pendientes antes de ir a ver a ese idiota, verdaderamente esa vida de adulto les cobraba factura, no tenían el mismo tiempo libre que cuando estudiaban en el bachillerato.
« ¡yo seré el mejor primer ministro que haya existido nunca jamás, dattebayo! »
-- Mhn, tendrás un mes de prueba -- dijo el Uchiha siguiendo con su típico papeleo -- Empiezas el lunes.
La pelinegra abrió los ojos y se quejó levemente del dolor de su espalda, se había dormido en su escritorio leyendo unos papeles que tenía que terminar.
Miro a su reloj de mesa, eran las cuatro y media de la mañana, esta tan solo suspiro y frunció ligeramente el ceño pensando en todos los pendientes que tendría que hacer hoy.
No era que le desagradaba su trabajo, para nada, su sueño era ser la primer ministro y le encantaba el papel que desempeñaría. Sin embargo, no podía evitar sentirse fatigada por el exceso de trabajo que tenía encima teniendo que hacer algunos papeleos en la empresa de sus padres así como trabajando a la par con el primer ministro.
Sus días consistían en levantarse, tomarse un buen desayuno, ejercitarse un poco y trabajar lo que restaba del día, hasta que su cuerpo ya no pudiera más y se durmiera entre los papeles, como había sido ese día. Esa rutina sentía que la desgastaba, tan solo tenía un día a la semana en donde se tomaba el tiempo de tumbarse y dormir todo lo que le había faltado en la semana.
Se levantó como pudo y se dispuso a dar la cara a todo lo que le faltaba por hacer.
Ya era de noche, hoy era el día en dónde tendrían la cena con los inversionistas. La Uchiha ya se encontraba lista en su sofá esperando que pasaran otros diez minutos para tocar a la puerta de Boruto para irse y llegar a tiempo. No le gustaba para nada la impuntualidad.
Sin embargo, parecía que el rubio se le había adelantado -- ¿Dónde estabas? -- fue lo primero que escucho cuando dejó entrar al rubio que con tanta insistencia le había tocado la puerta.
Sarada guardo silencio, ese chico rubio le miraba de una forma bastante peculiar cosa que le hacía tener un leve sonrojo -- Trabajando.
-- ¿y?
-- ¿Cómo que "y"?
-- Vine acá ayer por la tarde para hablar sobre algunos asuntos contigo y no estabas, luego hoy estuve aquí en la mañana y tampoco estabas -- dijo haciendo un puchero que le pareció tierno a la pelinegra -- Es tan complicado encontrarte.
-- ¿Qué es de lo quieres hablar? -- dijo frunciendo el ceño -- ¿necesitabas algo? Puedes hablarme por teléfono.
-- No me has pasado tu número -- dijo cruzando sus brazos y Sarada lo miro confundida, parecía indignado -- Además... ¿que eso de transición de identidad? ya le aclaré a tu padre que no soy ningún travesti ni nada por el estilo.
La chica apretó sus labios intentando no reírse pero falló. El rubio tan solo se le quedó mirando como si estuviera loca -- ¿qué es tan gracioso?
-- En realidad... Una transición de identidad es algo demasiado subjetivo -- dijo con la voz divertida -- quiero decir, puede deberse a crear una marca personal, por una cuestión de religión, creencias, de no sentirse identificado con su género o simplemente porque no les guste su nombre -- bajo los hombros -- asi que, igual no tengo nada en contra si eres travesti.
-- Que no lo soy -- entrecerró sus ojos -- Cuando dijiste que confiara en ti no me imaginaba nada de esto.
-- ¿te dieron el trabajo?
-- algo así -- dijo no muy seguro, aún le faltaban pasar el mes -- tu... ¿no tuviste nada que ver en eso, verdad?
-- No -- suspiro -- Mi padre es bastante estricto en el trabajo, me sorprende que pasaras -- dijo de manera juguetona lo último.
-- Que malvada, Sarada.
-- Lo que sea -- dijo tomándome de nuevo el brazo de una manera brusca, recordándole a la vez que la conoció -- Hay que irnos, se nos hará tarde.
