Harry Potter pertenece a J.K. Rowling.

Solo nos pertenecen los OC.

(N/A: He cambiado el nombre de la Fem-Harry, por Céline)

La Pirata de los Cielos

4: Bienvenida a Koasefold.

Lo primero que pasó por la mente de una totalmente inconsciente Céline Potter fue: — ¿Estoy muerta? —No podía sentir nada a su alrededor. Ni viento, ni la dureza del suelo, ni mucho menos algo húmedo. No sabía si estaba viva, pues sus sentidos, especialmente el del tacto, parecían haberse desvanecido. No podía abrir los ojos, no podía escuchar nada a su alrededor, excepto el viento que soplaba suavemente... entonces, sintió el viento rosando sus cabellos.

Finalmente, escuchó pasos. Pasos sobre tierra y pasto y una voz. Una voz femenina. Alguien la había encontrado. — ¡Oh, en el nombre de los Dioses Estrella, una niña! —escuchó los pasos, sintió como la cargaban en brazos. —Oh, mi querida y pequeña niña. ¿Cómo es posible que llegaras hasta aquí? —tanto la mujer, como Céline, escucharon los relámpagos. Se acercaba una tormenta. —Tranquila, ¿sí? Vas a estar bien. Y caliente, necesitaré cambiarte tus ropas, están mojadas. —escuchaba como la mujer, comenzaba a andar y escuchó el relincho de un caballo, pero no había caballos en plena Privet Drive, ¿Qué estaba pasando? Escuchó entonces, el bullicio de las personas, reconoció que compraban cosas como pan, carne, pollo, agua o frutas.

Se escucharon trompetas estridentes, desde el norte y el sur, que fueron irritantes tanto para la niña, como para la mujer, quien se movió con ella en brazos, mareándola un poco. Otro soplido de trompetas, dos personas hablaron al mismo tiempo. — ¡La reina de Astraksa: Lady Aleksandra Volkova/los reyes y la princesa de Søgvinger: lord Anton, lady Ann y lady Susanna Laine!

—Reina Volkova, gracias por aceptar nuestra visita en las tierras de Astraksa —dijo una voz masculina. Presumiblemente, el Rey Anton Laine.

—Rey Anton Laine, reina Ann, princesa Susanna —dijo Aleksandra Volkova, con el mismo respeto que le dirigía su interlocutor. —Su carta daba a entender, que existen peligros.

—Y no solo para Søgvinger o Astraksa —dijo Anton —, temo que estemos a punto de sufrir una invasión ultramarina, si las cartas de mis exploradores, más allá de Koasefold, son reales.

Aleksandra se quedó en silencio, hasta que habló finalmente. —Reconocerán los tres, que ya bastantes problemas existen para Koasefold, gracias al deseo de los... —se detuvo e inmediatamente después, se aclaró la garganta. Al mismo tiempo, en brazos de la mujer, Céline iba abriendo los ojos. Todavía veía todo muy borroso —ataques casi organizados, por los dragones de oro y platino.

—Además de los Lamasu de Diamante Rojo y Taffeíta Violeta —le recordó Anton, con un tono bañado en preocupación.

—Padre... —dijo otra voz femenina, joven. Al menos, bastante más joven que Aleksandra, interrumpiendo a Anton.

—Susanna, no hablarás, hasta que te otorguemos el...

—Por favor, Anton —ahora interrumpió Aleksandra, con un tono de voz bastante despectivo, hacía su nombre y él mismo como persona —permíteme escuchar la melodiosa voz de mi esposa. Después de todo: no solo estás aquí, por los ataques de los Dragones y Lamasus. Si no, porque has aceptado mi oferta y me darás a Susanna como esposa, sellando así, el tratado entre Søgvinger y Astraksa.

Anton volvió a hablar, luego de varios segundos en silencio. Segundos, que casi lo transforman en un minuto —Temo que Duroum Capitolina, esté detrás de la... organización de los ataques, tanto de los Dragones, como los Lamasus. Nuestros espías me han informado que tienen artefactos que rayan entre la tecnología más avanzada y magia antigua, empleándola para controlar a los Dragones y Lamasus. Los gremios de piratas de Søgvinger, están listos para atacar los nidos de dragones y hacer estallar las montañas de los Lamasus.

—Si atacamos Duroum Capitolina, Ashridge podría ponerse de su lado —volvió a interrumpirle Aleksandra. Su tono de voz, le dijo a Céline, que la reina sabía muy bien de lo que hablaba —y lo último que queremos cualquiera de nosotros, incluso incluyendo en la jugada a Duroum Capitolina y Ashridge; es despertar la ira de la ciudad de Tharas-Muth. —Céline escuchó a una multitud de personas, dar pasos atrás —debemos de ser conscientes de aquello en lo que podríamos estarnos metiendo. Quienes son nuestros enemigos, quienes podrían ser nuestros aliados y definitivamente a quienes NO queremos dentro de esta guerra, si es que en el ataque a los dragones y lamasus, Taras-Muth podría ser vulnerada, pues son un país muy pequeño, pero cercano a los nidos. Tan cercano, que los restos de la explosión contra una pared, podrían llegarles a ellos, debido a su cercanía con la zona del cañón de dragones.

Todos se quedaron en silencio, por un largo rato. Céline gimió, mientras despertaba, pero sería la princesa Susanna quien habló a la mujer con la cual pronto se casaría, para gobernar Astraksa. —Te hablo a ti: Aleksandra, mi futura, respetada y muy amada esposa. —Céline vio entonces a una multitud de personas reunidas, pero más allá, algunas se destacaban.

Como una mujer solitaria de muy largos cabellos negros, vestida con una chaquetilla azul, una camisa abotonada de color blanco y unas calzas negras, junto a botas altas, que abrazaban sus pantorrillas de color negro.

Frente a ella, una mujer de largos cabellos rubios, quien llevaba un típico vestido del siglo XV, de larga falda y bolardos en las muñecas de color negro, siendo el vestido de color hueso.

Detrás de la mujer rubia, (a quien la Potter creyó que era Susanna), un hombre quien portaba una corona dorada llena de rubíes y esmeraldas; de cabello canoso, de gran nariz y bigote frondoso, era rechoncho como el tío Vernon, vestido con una capa de color hueso y gris, se veía un pantalón blanco (presumiblemente, sería Anton).

A su lado, una mujer de cabellos castaños largos pincelados de gris, lo cual significaba que eran sus canas, aquí y allá; llevando un vestido en gris oscuro, con solo unos pocos detalles en color hueso (presumiblemente Ann Laine).

—Cuando estábamos en camino, querida Aleksandra —continuó hablando Susanna —sentimos un hechizo interdimensional, del cual todavía quedan remanentes detrás de sí.

—Sé de lo que hablas —aseguró Aleksandra —cualquiera con un nivel de sargento, sería capaz de sentirlo. Mandé a un escuadrón pequeño, para revisar lo ocurrido. —se escucharon pasos de marcha metalizada y la mujer enseñó una sonrisa. —Y acaban de volver. —avanzó hacía diez caballeros — ¿reporte, Elias?

—Ha sido obra de un hechizo de tele-transportación, su majestad —dijo Elias, todos comenzaron a hablar, creyendo que sería obra de algún enemigo —pero no supone ningún peligro para nadie en Koasefold.

— ¿Cómo es que estás tan seguro? —preguntó Susanna, extrañada por las palabras del caballero. Ella no era ajena a la magia de tele-transportación y esta estaba muy mal vista, debido a posibles ataques realizados en operaciones relámpago.

—El hechizo fue realizado con temor; más que con valor, decisión u odio —dijo Elias —sea quien sea, posiblemente seguirá malherido y lastimado, pues encontramos rastros de sentimiento de miedo y confusión en el lugar...

—Señor —dijo otro soldado, quien tenía un circulo rúnico dorado, en su guantelete derecho, el cual giraba lentamente. —la persona que realizó la tele-transportación mágica, está aquí mismo. —Elevó su guante al cielo — ¡Visa dig! (Revélate) —dijo con decisión y el círculo rúnico mágico de color dorado, se extendió, antes de comenzar a empequeñecerse, hasta rodear a esa niña, que fue salvada por una simple curandera del castillo.

—Creo que esa niña, necesitará comer urgentemente —dijo Susanna sonriente. Anton y Ann suspiraron, pero tenían sonrisas de orgullo en su rostro. Su hija era una buena futura gobernante, una buena y futura esposa, pero no era lo que uno diría "una guardia mala" a la hora de interrogar a absolutamente nadie. Era muy calmada y siempre tendía a ver, lo mejor de cada persona.

Aleksandra sonrió, ante las palabras de su futura esposa, mientras ambas se acercaban con amabilidad y sonrisas a la niña y la curandera, quien la traía. —Y luego, podremos realizar las presentaciones pertinentes. No pareces tener la edad suficiente, para ser llamada tan siquiera una aprendiz de pirata o vikinga, mi niña. —Aleksandra y Susanna, lo vieron en los ojos de Anton y Ann Laine: una posible heredera, gracias a los antiguos archivos de magias oscuras de su reino (Astraksa) —Bienvenida al continente de los dragones de oro y plata, de los lamasus y de las culturas perdidas hace ya tantos siglos: Koasefold, bienvenida al reino de Søgvinger.

Los ojos de la niña brillaron con esperanza (por poder comer algo) y emoción (ante las palabras de ser una pirata o vikinga), pero muy especialmente, por el caballero de armadura, quien pronunció la palabra, que tanto odiaba su tío Vernon:

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"Magia".