Harry Potter pertenece a J.K. Rowling.

Solo nos pertenecen los OC.

La Pirata de los Cielos

24: En Flourish y Blotts.

Habiendo pasado UNOS dos días, desde el incidente de Dobby, Céline estaba en la biblioteca, agradeciendo por la paz de la mañana. Llevó los brazos hacía arriba, quitándose toda la pereza que sentía y dejando escapar un bostezo. —Y con esto... he concretado la tarea de Pociones. Lo tengo todo hecho... —la puerta se abrió y Lily entró.

La pelirroja, enseñó una sonrisa ahora más calmada. No había podido encontrar a su hija y temía que, de alguna manera, ella hubiera retornado a su dimensión. —Buenos días, Céline.

—Buenos... buenos días... Madre —dijo la rubia de ojo verde y ojo parchado, quien miró en dirección a la ventana, mientras su ojo se abría. Como si no pudiera creer que ya hubiera amanecido.

La pelirroja miró de un lado a otro en la biblioteca, pero no encontró nada fuera de lugar. — ¿Por qué estás aquí, a estas horas?

—Concluyendo la tarea —explicó ella sonriente, orgullosa de sí misma, enseñando los pergaminos. —Creí haber trabajado... —suspiró y se pasó una mano por la cara, mientras elevaba en la otra, los pergaminos —desde las 18: a las 20:30

— ¿Completaste todas tus tareas?

—Sí —afirmó ella. —Bueno, estuve... jugando este verano y solo hasta ahora, lo he logrado concretar todo.

—En ese caso, puedo tomarlos por ti, ir a la lechucería y enviar las tareas a los maestros. —preguntó Lily, extendiendo su brazo, recibiendo los pergaminos, debidamente doblados y sellados con el anillo Volkova, que Céline siempre llevaba encima. —Ve a bañarte, vístete, luego baja a desayunar. Iremos al Callejón Diagon a comprar los libros de este año.

Céline asintió, salió de la oficina; Lily con un gesto de varita, organizó los libros de la biblioteca y siguió a su hija, hasta verla meterse a su habitación, escucharla abrir su armario, los ganchos resonaron, la puerta del baño cerrarse y el agua ser accionada. Sonriendo para sí misma, fue hacía las escalaras, para alcanzar el primer piso.

Lily se encontró con que James, Alex y Katia, ya estaban esperándolos en el comedor y ella se sentó junto a ellos, conversando con la guardiana de Céline y los dos hombres, mientras los cuatro esperaban a la heredera al trono, quien pronto se presentó ante ellos, con unas ropas de estilo victoriano, que, si bien Alex se burló un poco, no lo hicieron James, Lily y Katia, aplacando pronto la burla del pelirrojo de ojos avellana.

Dos lechuzas entraron, dejando caer las cartas con los libros o útiles escolares de este año.

Céline tomó la suya al vuelo y la abrió.

Se adjuntaba una lista de los libros de texto que necesitaría para el curso siguiente: —Los estudiantes de segundo curso necesitarán: El libro reglamentario de hechizos (clase 2), Miranda Goshawk. —Leyó Alex, quien miró a su hermana, la cual tenía el ojo muy abierto. — ¿Qué te pasa?

—Recreo con la Banshee, Una vuelta con los espíritus malignos, Vacaciones con las brujas, Recorridos con los trolls, Viajes con los Vampiros, Paseos con los hombres lobo y Un año con el Yeti, todos de Gilderoy Lockhart. —leyó la rubia. — ¿Siete libros de este tipo famoso, para cada alumno de Hogwarts? Se volvieron locos. Algunas familias, como los Weasley, teniendo tantos hijos, no podrán pagarlos con facilidad y por no hablar de las familias de Hijos de Muggles de clase media.

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Dos horas después, la familia de cuatro se dirigió hacía el Caldero Chorreante, por Red Flú. Desde allí, hacía el Callejón, que como siempre, estaba abarrotado de gente.

Se encaminaban a Flourish y Blotts. No eran, ni mucho menos, los únicos que iban a la librería. Al acercarse, vieron para su sorpresa a una multitud que se apretujaba en la puerta, tratando de entrar. El motivo de tal aglomeración lo proclamaba una gran pancarta colgada de las ventanas del primer piso:

GILDEROY LOCKHART firmará hoy ejemplares de su autobiografía EL ENCANTADOR de 12.30 a 16.30 horas.

Alex saltó del susto, cuando alguien le agarró del brazo, pero solo era Hermione, a quien abrazó. — ¡Podremos conocerle en persona! —chilló Hermione, muy emocionada—. ¡Es el que ha escrito casi todos los libros de la lista!

La multitud estaba formada principalmente por brujas de la edad de la señora Weasley, quien también estaba allí. En la puerta había un mago con aspecto abrumado, que decía: —Por favor, señoras, tengan calma..., no empujen..., cuidado con los libros... —James, Lily, Céline, Alex y Hermione consiguieron al fin entrar. En el interior de la librería, una larga cola serpenteaba hasta el fondo, donde Gilderoy Lockhart estaba firmando libros.

Cada uno cogió un ejemplar de «Recreo con la Banshee» y se unieron con disimulo al grupo de los Weasley, que estaban en la cola junto con los padres de Hermione.

A medida que la cola avanzaba, podían ver mejor a Gilderoy Lockhart. Estaba sentado a una mesa, rodeado de grandes fotografías con su rostro, fotografías en las que guiñaba un ojo y exhibía su deslumbrante dentadura. El Lockhart de carne y hueso vestía una túnica de color añil, que combinaba perfectamente con sus ojos; llevaba su sombrero puntiagudo de mago desenfadadamente ladeado sobre el pelo ondulado.

Un hombre pequeño e irritable merodeaba por allí sacando fotos con una gran cámara negra que echaba humaredas de color púrpura a cada destello cegador del flash. —Fuera de aquí —gruñó a Ron, retrocediendo para lograr una toma mejor—. Es para el diario El Profeta.

—¡Vaya cosa! —exclamó Ron, frotándose el pie en el sitio en que el fotógrafo lo había pisado. Gilderoy Lockhart lo oyó y levantó la vista. Vio a Ron y luego a Alex, entonces notó a Céline y se fijó en ella.

Entonces se levantó de un salto y gritó con rotundidad: — ¿No es esa Céline Potter? —La multitud se hizo a un lado, cuchicheando emocionada. Lockhart se dirigió hacia Céline y cogiéndola del brazo la llevó hacia delante. La multitud aplaudió. Céline se notaba la cara encendida cuando Lockhart le estrechó la mano ante el fotógrafo, que no paraba un segundo de sacar fotos, ahumando a los Weasley y Potter. —Y ahora sonríe, Céline —le pidió Lockhart con su sonrisa deslumbrante—. Tú y yo juntos nos merecemos la primera página. —la rubia suspiró y sonrió de manera muchísimo más humilde que Lockhart. Cuando le soltó la mano, Céline tenía los dedos entumecidos y salmoneo un hechizo para eliminar el dolor. Quiso volver con los Weasley, pero Lockhart le pasó el brazo por los hombros y lo retuvo a su lado. — ¡Damas y caballeros! —dijo en voz alta, pidiendo silencio con un gesto de la mano—. ¡Éste es un gran momento! ¡El momento ideal para que les anuncie algo que he mantenido hasta ahora en secreto! Cuando la joven Céline entró hoy en Flourish y Blotts, sólo pensaba comprar mi autobiografía, que estaré muy contento de regalarle. —La multitud aplaudió de nuevo—. Ella no sabía —continuó Lockhart, zarandeando a Céline de tal forma que las gafas le resbalaron hasta la punta de la nariz y usó un dedo para acomodarlas, a un segundo de maldecir al hombre. — que en breve iba a recibir de mí mucho más que mi libro El Encantador. Céline y sus compañeros de colegio contarán con mi presencia. ¡Sí, señoras y caballeros, tengo el gran placer y el orgullo de anunciarles que este mes de septiembre seré el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en el Colegio Hogwarts de Magia! —La multitud aplaudió y vitoreó al mago, y Céline fue obsequiada con las obras completas de Gilderoy Lockhart.

Tambaleándose un poco bajo el peso de los libros, logró abrirse camino desde la mesa de Gilderoy, en que se centraba la atención del público, hasta el fondo de la tienda, donde Ginny aguardaba junto a su caldero nuevo. Lanzando un hechizo, multiplicó los libros ocho veces, permitiendo a los Weasley, salir con ellos gratis, además de su hermano.

—¿A qué te gusta, eh, Potter? —dijo una voz que Céline no tuvo ninguna dificultad en reconocer. Se puso derecho y se encontró cara a cara con Draco Malfoy, que exhibía su habitual aire despectivo —La famosa Céline Potter. Ni siquiera en una librería puedes dejar de ser la protagonista...

Céline le pasó por el lado, golpeando al heredero Malfoy en el hombro y sonriendo, ignorando a Draco, para quien no había un mayor insulto que ese; y se paró ante la pareja que escoltaba al mocoso, alargando la mano. —Lord Malfoy, Lady Malfoy, es un auténtico placer conocerlos, finalmente. —Lucius aceptó estrechar la mano de la rubia.

— ¿Y porque sería eso, señorita Potter? —preguntó Narcisa, sorprendida.

—Volkova, por favor —pidió ella, sonriente y haciendo una venia. —estuve estudiando tanto como pude, sobre el Mundo Mágico Europeo y el apellido Malfoy, apareció cientos de veces en las investigaciones francesas e inglesas: El hecho de que la casa Malfoy, escalara desde lo más profundo en la pobreza más marginal en Francia, hasta el más grandioso éxito financiero en Londres, solo demuestra que cuando deseas algo, debes de trabajar duro, para completarlo. Es un agrado, saber que ahora una tercera parte de su casa, demuestra un éxito repetitivo y que siempre han tenido como segundo lema: trabajar duro y mantener alianzas en todos los rincones del Reino Unido.

—Gracias por sus palabras, señorita Volkova —dijo Lucius, haciendo una venia, asombrando a su hijo, quien, con ojos muy abiertos, veía como su padre, se humillaba ante una mestiza. —Ha sido la suerte y el trabajo duro, supongo.

—Mi estimado lord: No es un secreto para nadie, que usted personalmente, ha luchado por crear nuevas alianzas políticas, —decía Céline calmada, elevando el ego de Lucius Malfoy —amasando un gran poder en el lado más tradicional del Wizengamot y algo como eso, solo se consigue gracias al trabajo duro y a la perseverancia. —Lucius y Narcisa no pudieron evitar sonreír elevándoles el ego a ambos, especialmente a Lucius, mientras la veían suspirar y supieron que ella, diría algo desagradable... decidieron esperar: —sin embargo, mi lord, lamento mucho informarle, que Draco desconoce el fino arte de la sutileza; suele lanzarse a peleas verbales, consiguiendo enemigos que no tendría por qué hacerlos; despreciando a personas de otras casas, especialmente si es de Gryffindor y haciéndose de enemigos políticos con grandes favores y contactos dentro y fuera del Wizengamot, dentro y fuera de la ICW. —Miró a Draco con lastima y él la miró enfurecido, mientras su rostro se ponía tan rojo, que pondría en vergüenza a cualquier Weasley. —Sus palabras en 1988, fueron bastante claras, mi Lord: «La Casa Malfoy, no pude hacerse de enemigos en el Wizengamot»

Los Potter se fueron, mientras escuchaban a Draco siendo regañado por su padre. James y Alex, miraron asombrados a Céline, quien sonreía como el gato de Cheshire, siendo Alex quien le preguntó a su hermana. — "¿Cómo supiste eso de la entrevista de 1988, si solo llegaste hasta 1991?"

Céline sonrió. —Alguien en la familia, decidió que era buena idea, construir un cuarto de San Alejo en la cocina y llenarlo con periódicos. No podía llegar a Hogwarts siendo una ignorante y estuve pidiendo a los retratos, que me hablaran de su contexto histórico, leyendo libros de historia en la biblioteca y gracias a un Elfo Domestico, encontré ese cuarto secreto, construido por nuestro Tátara tátara abuelo, por si algún día se necesitaba referenciar algo.

— ¿Y lo de alabar a Lucius Malfoy y pordebajear a su hijo? —Preguntó Lily, James sufrió un escalofrió, sintiendo la penetrante mirada de su esposa, en la nuca.

—Es un mocoso mimado, un dolor de cabeza, tanto dentro, como fuera de Slytherin. ¿Saben cuán difícil es vivir día tras día, cuando las otras tres casas, te miran como si fueras Malfoy o un futuro proyecto de Mortífaga? —Ella negó con la cabeza. —A ver si con esto, él aprende a dejarme en paz. Con Lockhart molestándome, tengo más que suficiente —Alex y James se sonrieron, mientras la familia de cuatro, volvía al Caldero Chorreante, entraban en la Chimenea y volvían a la mansión.