El aprendiz de las mortales melodías me debe un favor y me voy a aprovechar.


Hiccup me ayuda a levantarme, termina viéndose obligado a atraparme en sus brazos porque mis piernas están terriblemente débiles y no tengo otra forma de mantenerme en pie. Quiero volver a llorar por todo lo que acaba de pasar, por todo lo que acabo de sentir y lo peor es que quería que Hiccup me consolara a pesar de que ahora mismo me carcomía el miedo por su culpa.

–No era nada contra ti, copito –me asegura apretujándome con cariño entre sus brazos–, quería librarme de la gente que mandaste a por la bandera y no tenía ni idea de cómo librarte de la experiencia, de verdad que lo siento, Elsa –no comprendo del todo lo que dice, no comprendo del todo sus disculpas, pero acaricia mis mejillas con tanto cariño y me llena el rostro de tantos besos tiernos y delicados que desearía fundirme eternamente en sus brazos–. Los demás están bien, por cierto, le dije a las ninfas que no permitieran que se ahogaran.

–¿Qué ha sido todo eso, Hiccup? –le pregunto con toda la firmeza que puedo, intentando ignorar las caricias que me hace en la espalda.

–Canto de sirena.

Abro los ojos y me alejo con tanta rapidez que nuevamente tiene que sujetarme para que no me caiga. Agarro con fuerza sus brazos y vuelvo a dejarle que me abrace para hacerle saber que no me asusta o desagrada, solo que me he llevado una enorme sorpresa.

–Aprendiz de las mortales melodías –repito lo que había escuchado de los dioses–, a eso se referían Afrodita y el señor D, aprendiste a cantar como sirenas.

Él asiente lentamente, yo no puedo evitar darle un leve manotazo en un brazo.

–¿Qué te costaba advertirme decentemente?

–Pensé que me prohibirías hacerlo.

–¡Pero hubiera estado mejor preparada mentalmente para eso!

Hiccup me deja ir un poco, haciendo que solo me sostenga en sus antebrazos para evitar caerme de bruces al suelo. Baja la mirada y lo veo nervioso. –Lo lamento.

Dioses, no, no quiero que se ponga así, no por mi culpa. Es la maldita misma expresión que lo he visto poner con Idylla y ni siquiera sé si se está mostrando así por costumbre a responder de esa manera cuando se enojan con él o porque ahora mismo le recuerdo a ella.

Suspiro pesadamente para luego acunar su mejilla derecha para dirigir su mirada hacia mí. –Si alguna vez tienes que hacer eso otra vez, avísame.

–De acuerdo, de verdad que lo siento.

–Está bien, te perdono, pero me debes una.

Él parpadea lentamente. –¿Una qué?

–No sé, un favor cualquiera, luego te cobraré.

Hiccup dibuja una sonrisa ladina en su rostro mientras alza una ceja. –¿No lo piensas aprovechar para hacer que tu equipo gane?

–No, que les den a esos idiotas –mascullo sin poder evitar que las palabras de Naveen se repitan en mi cabeza, menudo asqueroso.

De momento a otro pego un respingo al sentir como uno de los brazos de Hiccup me rodea la cintura para apegarme a su torso, su mano libre se mueve hasta tomar mi mano y entrelazar nuestros dedos. Siento su aliento contra mi oreja derecha a la par que sus dedos empiezan a acariciarme. –¿Qué quieres que haga con ese asqueroso? –me pregunta con un tono tan dulzón que oculta fatal toda la rabia que siente ahora mismo, tal y cómo me imaginé, Hiccup llegó a escuchar las vulgaridades que ese idiota me dijo.

Vuelvo a sujetar sus mejillas para dirigir su mirada hacia mí, dejo un beso lento en su mejilla y le digo. –No hagas nada, por favor, creo que la paliza que ya le has dado y el chapuzón son suficiente.

Él aprieta los labios infantilmente. –Has eso otra vez –me dice con un largo suspiro y sus ojos brillando de forma preciosa–, has eso otra vez y no le haré nada.

Mordisqueo mi labio inferior antes de volver a acercarme para dejar otra beso en su mejilla, me apresuro antes de que se aleje para hacer lo mismo con el otro lado y luego tirar un poco de él y besar su frente lentamente. En todo momento puedo sentir sus brazos apretujándome con fuerza pero con la delicadeza de no hacerme daño. Me gustaría quedarme ahí por mucho más tiempo, tal vez horas, tal vez días, tal vez toda la vida, pero Hiccup finalmente se aparta un poco para mostrarme esa tonta sonrisilla encantadora que se le ha formado en el rostro. Poco a poco se va alejando completamente de mí para ir hacia la bandera de mi equipo.

Seguramente estarás pensando, querido lector, que debería de tan siquiera fingir que no estoy contenta de que Hiccup gane el enfrentamiento, pero la verdad es que me da bastante igual este ridículo juego, por lo que camino a su lado hacia su propia bandera para finalmente terminar con todo esto.

Una vez Hiccup ya tiene ambas banderas, volteo hacia donde está el lago. –¿Estarán bien? No es que me importen mucho, para cargarte a tantos críos te metería en problemas.

–Le pedí a las ninfas que evitaran que se ahogaran, pero imagino que se están divirtiendo un rato con ellos –se hunde en hombros luego de explicarme la situación, ruego los ojos mientras niego, al menos no se le ha ido la mano–. Bueno, ¿ahora qué?

–Ahora yo me doy una ducha y luego me voy a descansar un rato a las afueras del Campamento, siempre es tranquilo y solitario por allí.

–¿Puedo acompañarte? –me pregunta sonriente.

–Hombre, a la ducha no.

No puedo evitar carcajearme cuando pega un respingo y se pone rojo hasta las orejas, oye, de vez en cuando está bien que sea él quien se avergüence, no puedo ser yo quien se encargue siempre de eso.

Hiccup intenta tapar sus sonrojadas mejillas con una mano. –No me refería a eso... sabes que no me refería a eso.

–¿Estás seguro?

–¡Elsa!

Vuelvo a reír. –Solo estoy jugando contigo, nos reunimos en tu cabaña para guiarte a mi pequeño lugar seguro.


Recostado sobre el césped, con el pelo oliéndole a lavanda y sus manos jugueteando con mi cabello recién lavado, Hiccup me pregunta. –Entonces... ¿quién es Capitán América?

–A ver, primero te tengo que explicar qué es un cómic –le digo con algo de gracia, intentando ignorar las ganas que tenía de girarme para tenerlo cara a cara. Ambos estábamos recostados a unos cuantos metros de los límites del Campamento Mestizo, completamente alejados de Peleo y del árbol de Thalia, teníamos la cabeza apoyada en el hombro de otro y yo había dejado suelto mi cabello sobre el torso de Hiccup porque él había insistido con que quería juguetear un poco con él–. Un cómic es algo así como un libro, pero en lugar de tener palabras, tiene dibujos que cuentan una historia.

–Ajá, entonces... ¿Capitán América es un creador de cómics?

–No, es un personaje de estas historias que cuentan los cómics.

–Oh... ósea, no es una persona de verdad.

Niego levemente con la cabeza. –No, es solo una invención.

–Espera –me detiene de momento a otro, también interrumpiendo su jugueteo con un mechón de mi cabello en específico–, ¿es en verdad una invención? ¿o es una leyenda que no sabéis si es verdad? Porque los filósofos empezaron a decir que los dioses eran solo invenciones, pero que aquí nos tienes.

Suelto una risilla ante la comparación que presentaba Hiccup, la verdad es que tenía gracia pensar que personajes como Capitán América en verdad hubieran existido pero que ahora estaban descansando lejos del foco de la sociedad. –Es una invención por completo –le respondo finalmente–, no te compliques la vida. Bueno, la base de la historia de Capitán América es que es una especie de super soldado, tiene superfuerza, resistencia, habilidades de combate, entre otras cosas. La cosa es que su historia transcurre en tiempos modernos a pesar de que él es del siglo anterior.

–¿Es inmortal?

–Nop.

–¿Es extremadamente viejo?

–No, tampoco es eso.

Volteo levemente para verlo fruncir levemente el ceño, sonrío con algo de malicia.

–Se quedó congelado en hielo.

–¡Oh, venga ya! –suelta entre carcajadas–. ¿Eso es todo? ¿ambos nos congelamos y por eso nos comparas?

–Hombre, ambos sois buenos soldados.

Hiccup resopla. –Bah, dos cosas, ¿qué más?

Me quedo pensando por un largo tiempo, buscando más similitudes, fallando terriblemente porque de Marvel tampoco sé mucho que digamos. –Vale, vale, tú ganas, solo tengo lo del hielo, pero creo que es una comparación justa.

–Algún día deberías mostrarme esos cómics, quiero ver a ese Capitán América.

No puedo evitar soltar una risilla. –Algún día Hiccup, una vez toda esta locura con Afrodita acabe.

Lo escucho resoplar. –No nos vendría mal que empezara de una buena vez, ¿no crees?

Me gustaría soltar una risa ante la broma que hace Hiccup, pero, pensándolo de manera seria, aquello era un tema preocupante que sencillamente seguía ignorando e ignorando, asegurándome de que no tenía en qué preocuparme hasta que finalmente Afrodita o el oráculo de Delfos me dijeran algo acerca de todos los peligros que tendría que encarar. Ni siquiera me había detenido a preguntarme si realmente estaba preparada.

–Afrodita me mandó a buscarte para arreglar los errores de su hija –murmuré casi sin pensarlo mientras me sentaba lentamente, no sé en que momento lo hace, pero Hiccup también se levanta y toma mi cintura para acercarme a él, sin cuestionármelo ni un solo segundo, me recuesto en su torso–. Dijo que tendría que arreglar los errores de otros para que el Olimpo tan siquiera se planteara perdonarme... ¿qué crees que es lo que tendré que hacer ahora?

Siento sus manos acariciando lentamente uno de mis brazos.

–No he sido el único que ha terminado congelado por culpa de Quíone... tal vez haya algún hijo de Afrodita o algún otro semidiós que tengas que rescatar de allí... tal vez a todos los que Quíone alguna vez congeló.

Suspiro pesadamente en cuanto realmente me planteo la idea de Hiccup.

–Si el Olimpo ha reaccionado tan malamente a ti, no me quiero ni imaginar cómo reaccionarán cuando vean resucite a millones de ejércitos congelados por mi madre divina... creo que tal vez tenga volver a solucionar el error de alguno de mis... ¿tíos? Tal vez algún otro hijo de Afrodita o los hermanos de Quíone.

Hiccup suelta una carcajada. –Jamás te detengas a pensar el parentesco que tienes con otros semidioses...

–Lo sé, lo sé –no puedo evitar interrumpirle–, es todo un lío, lo sé.

–Sí, además de que, si mal no me equivoco, una vez te pones a pensar nosotros dos en cierto punto somos hermanastros.

Se me escapa una risotada. –¡No lo somos!

Hiccup también se está riendo. –¡Pero nuestros padres...!

–¡No, no! ¡No quiero ni recordarlo! –insisto mientras me volteo para taparle la boca con ambas manos–. Entre nuestros padres no pasó nada, ¿vale?

Hiccup se quita mis manos de la boca. –Se liaron.

–Cállate.

–Tu madre quedó embarazada.

–¡Las diosas siempre quedan embarazadas!

–Tenemos un hermano en común.

Sin pensarlo ni un segundo, dejándome llevar por las risas y por las ganas contenidas que llevo aguantándome todos estos días, tomo su rostro entre ambos manos y estampo un rápido beso en sus labios. A penas se trata de un choque, ni siquiera lo consideraría un verdadero beso, pero aquel simple contacto bastó para acallarlo por completo. Siento como sus manos se mueven para intentar mantenerme a su lado, pero me aparto rápidamente de él mientras empiezo a reírme como tonta. Mi corazón está completamente alocado y montándose una fiesta de la hostia dentro de mi pecho mientras que mi cabeza está en negación, repitiendo que no ha sido nada.

Intento levantarme lejos de él, pero Hiccup finalmente me atrapa entre sus brazos y tira de mí para que vuelva al pasto. Pierdo el equilibrio y termino cayendo encima de él, me preocupa por un momento hacerle daño, pero la manera en la que me sigue apretujando me deja en claro que no se ha hecho daño en lo absoluto.

–¡Tú, pequeña traviesa, intentabas escapar luego de hacer eso! –suelta él de momento a otro, riéndose y contagiándome con la risa. Estoy batallando para librarme de su agarre, y en algún punto parece que lo logro, pero entonces el pilla impulso para dejarme debajo de él. Nuevamente toma mis muñecas con una sola mano con tanta facilidad que algo en mí se revuelve. En mi cabeza hay un lío de pensamientos, entre que Hiccup era terriblemente irresistible por cosas tan sencillas como eso, y que era todo un maldito milagro que no se pareciera al resto de sus hermanos y sobre todo que no estuviera del bando contrario.

Acerca su rostro al mío, entremezclando nuestras respiraciones y rozando nuestros labios, su mano libre parece al principio querer desviarse hasta una de mis piernas pero termina reprimiéndose y tomando firmemente mi cintura. No puedo evitar fijarme en sus tatuajes, en todas esas marcas negras que provocaban que se me subieran los colores hasta el rostro, mi corazón se aloca aún más cuando Hiccup entreabre levemente los labios, yo me acerco para seguir con todo ello, pero él termina desviando el rostro para dar besos en mi quijada.

Me remuevo un poco por sus caricias, desearía que fueron en otro sitio, pero solo aquello ya era maravilloso.

–¿Deberíamos estar haciendo esto? –me pregunta con delicadeza contra el oído, haciéndome temblar por como se siente su cálido aliento en contra de mi piel.

No se me ocurre otra cosa que sonreírle como tonta. –¿No debería de importar más lo que queramos?

Lo veo enrojecerse y escucho como una risilla nerviosa se le escapa. Vuelve a dejarme besos en la frente, en las mejillas y en la quijada mientras su mano acariciaba tiernamente mi cintura. Quería que me besara, realmente quería que hiciera eso de una buena vez, pero sencillamente luego de unos minutos se detuvo, se quitó de encima de mí y me soltó las muñecas.

No puedo evitar soltarle una cursilería. –No te haces idea de cuánto te quiero.

El mundo se ve de color rosa cuando él me sonríe de esa forma tan maravillosa. El corazón me da una voltereta cuando toma una de mis manso para dejarme un beso en los nudillos.

–Eres lo único bueno que me ha pasado en toda la vida.


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Aquí tenéis una buena tanda de cursilerías, ¿contentos?

La comparación de Capitán América e Hiccup va a seguir, solo porque quiero sacar chistes tontos de ello, no porque realmente sepa mucho del personaje. Mi conocimiento de Marvel viene enteramente de las películas, y la verdad es que las más antiguas ni siquiera las recuerdo muy bien.

Nunca os pongáis a pensar de el parentesco de semidioses, los resultados no os gustarán xd

En fin, canto de sirena, ¿eh? Me preocupaba que fuera muy evidente con lo del título de "aprendiz de las mortales melodías", no sé si supisteis verlo venir, por cierto todavía no hemos terminado de explicar todo lo referente al canto de sirena, afectará un poco a la relación de estos dos, pero no será algo muy grave no os preocupéis.