¿Es un buen momento para darte clases de feminismo? ¿No? Pues vaya.
Él se queda unos minutos, a penas un par, en el marco de la puerta, cosa que yo aprovecho para hacer que nos cuantos pasos nos separen, intentando no dejarme llevar por la curiosidad de cómo es la cabaña de Poseidón por dentro. Cuando vuelvo a mirarlo, él sigue observando fijamente la cabaña de Deméter. Seguramente la mayoría de campistas se han metido en su cabaña por la expresión de su rostro –me está dando la espalda, pero por cómo aprieta la puerta sé que muy contento no está–, ellos deben de asumir que Hiccup ha escuchado las risillas y los está amenazando, pero algo me dice que está mucho más interesado en mandarle miradas asesinas a Isabela.
Se recarga en la puerta con las manos en los bolsillos, alzando un poco el mentón y yo desvío la mirada lejos de él porque siento que voy a vomitar el corazón.
A ver, no, busquemos una comparación más bonita.
–Ven aquí –les escucho que me dice, logrando que vuelva a verlo, haciendo que me ahogué por la manera en la que sus ojos brillan manchados de deseo a pesar de la poca luz que llega a la cabaña.
Vale, sí que voy a vomitar el corazón.
A pesar de que solo entra luz por las ventanas y muy pocas cosas se pueden notar, logro darme cuenta de que me alza una ceja.
–¿Tengo que repetírtelo? –me pregunta con un tono más demandante, siento de inmediato un escalofrío recorriéndome todo el cuerpo.
–Podrías pedírmelo amablemente como un verdadero caballero –le propongo algo nerviosa ¿qué? No me van los tíos mandones, me gustan que sean intimidantes, sí, pero no me gusta que manden, mucho menos este tipo de situaciones.
Hay unos momentos de silencio hasta que me dice lo siguiente. –¿Puedes venir aquí?
Eso está mejor.
A ver, no, ósea sí, yo qué sé, mi corazón está bombeando con tanta fuerza que las orejas me palpitan y no puedo pensar correctamente. Asiento rápidamente para darle a entender que no voy a seguir respondiéndole descaradamente, tomo aire profundamente antes de comenzar a caminar temblorosa hacia él. Hiccup finalmente saca las manos de los bolsillos cuando estoy a un paso de él, vuelve a sujetar mi cinturón, tan solo por un rato, lo usa para tirar de mí hacia él. Aprieto los labios y me sonrojo como un tomate cuando siento sus brazos rodeando mi cintura para abrazarme. Recuesto la cabeza contra su pecho, estoy demasiado nerviosa como para mirarlo a los ojos. Nuevamente está ahí, sus caricias en mi espalda, sus dedos solamente subiendo y bajando, de vez en cuando dibujando círculos invisibles o sencillamente patrones que no buscaban ser ninguna figura en particular.
No tengo ni idea de qué se supone que debería de hacer ahora, no tengo ni la más remota idea de si debería de esperar a que él me besara o lanzarme sin tan siquiera pensarlo. No es que nunca antes haya besado a alguien. A inicios del año pasado hubo esta chica mortal llamada Honeymaren, salimos por un tiempo, pero sencillamente no funcionó. He tenido rollos sin importancia con compañeros de clase mortales, podríamos decir que han sido Hiccup e Isabela los únicos semidioses que han mostrado interés por mí hasta ahora. Lo que te quiero decir, que me he desviado mucho, es que no soy ignorante de qué se tiene que hacer en momentos como este.
Pero todo es tan diferente cuando se trata de Hiccup.
Aprieto con fuerza mis labios para no dejar escapar un chillido cuando siento sus manos bajando hasta mis muslos. No logro la misma hazaña cuando de momento a otro me levanta del suelo, me aferro rápidamente a su torso con mis piernas y clavo un poco las uñas en sus hombros.
–¿Por qué no te mueves? –me pregunta con mucha más seriedad de la que me esperaba de él en este momento. No logro responderle, solo consigo balbucear silabas que no llegan a formar ni una sola palabra–. ¿No eras tú la que ayer hoy en la mañana me hablaba de querer comerme la boca?
Siento que el sonrojo se me extiende hasta las orejas.
–No recuerdo haber dicho eso –miento mientras intento esconder mi rostro en su cuello
Le escucho soltar una risilla. –¿No lo recuerdas?
–No, creo que no –logro balbucear, intentando sonar seria y fallando estrepitosamente. De momento a otro siento como él me reacomoda lo suficiente como para que sea incómodo ocultarme en su cuello.
–¿Podrías mirarme? –me pide con delicadeza, suspiro pesadamente antes de cobrar fuerzas y hacer contacto visual. Lo veo sonreír de la forma más encantadora posible–. Eso está mejor –murmura sin perder la sonrisa en ningún momento.
Jamás pensé que algo como esto pudiera llegar a pasarme, encontrar a un chico que le diera vueltas a mi mundo entero, alguien con el que pudiera compartir todas las experiencias de lo que significa ser un semidiós, por mucho tiempo supuse que terminaría atrapada en una relación deshonesta con algún mortal, esperando al día que sencillamente tuviera que salir de su vida de una forma terriblemente trágica o algo por el estilo. Pero Hiccup simplemente llegó de momento a otro, escuchándome, entendiéndome, protegiéndome...
Finalmente me acerco lo suficiente a su rostro para que nuestras respiraciones se combinen.
–Te amo –susurro sin pensarlo mucho, sé que no me arrepentiré de ello.
Sus labios rápidamente toman los míos con tanto cariño y pasión que creo que es justo dar por hecho que esta es su forma de decirme que también me ama. Jamás le vi sentido a todo el tema de las mariposas en el estómago, pero con Hiccup besándome y apretujándome contra su cuerpo creo que estoy completamente dispuesta a aceptar cualquier cliché romántico.
Sus manos me están apretando con fuerza la cintura y yo solo puedo tomar su rostro entre mis manos para profundizar más el beso. Nuevamente noto se leve titubeo de llevar su mano a mi pierna, se termina quedando en mi cintura y realmente creo que eso está bien para los dos.
Me separo de él cuando noto la necesidad del aire, me quedo abrazada a su cuello con los ojos cerrados y la respiración alterada por completo. El corazón me da tantos tumbos en el pecho que siento que sencillamente no puedo más con tantas emociones intensas.
No puedo evitar temblar un poco cuando siento que empieza a dejar besos húmedos en mi cuello, aprieto los labios con fuerza justo después de dejar salir un suspiro. Lentamente va soltando un poco de su agarre, lo que yo entiendo que es una señal para dejarme en claro que quiere que baje. Me tiemblan un poco las piernas por la intensidad que sus besos en mi cuello están tomando, sigo abrazando su cuello por lo que araño un poco su piel por accidente al notar como sus manos se buscan un espacio por debajo de mi camisa, sus besos suben hasta mi quijada mientras siento como intenta guiarme hasta otro lugar de la habitación.
No sé en qué momento avanzamos tanto, pero de momento a otro puedo sentir el borde de una cama contra mis piernas. Él sujeta con fuerza mi torso para recostarme en el colchón y sus besos se sienten tan bien que sencillamente se lo permito.
Vuelve a tomar mis labios mientras sus manos se divierten provocándome escalofríos por todas las caricias en mi piel desnuda. Sus toques, sus besos, todo él es mucho más desesperado en este momento. Una de sus manos sale de debajo de mi ropa para tomarme de la nuca para profundizar aún más el beso, la otra, sin embargo, empieza a bajar lentamente, provocándome escalofríos.
Cierro con fuerzas las piernas en cuanto noto a dónde quiere dirigirse esa mano.
Lo alejo con las manos rápidamente. Hiccup se queda mirándome fijamente algo confundido y preocupado, tiene las mejillas tan sonrojadas como las mías, el cabello cayéndole sobre el rostro, con su pecho subiendo y bajando por su respiración entrecortada.
Aleja su mano de mi cuerpo lentamente, dando por hecho, correctamente, que ese era el problema.
–Yo... yo no estoy preparada para eso aún, Hiccup –le digo con toda la seguridad del mundo, por primera vez en toda la tarde siendo capaz de hablar claramente. Lo veo tragar saliva con dificultad y asentir comprensivo.
–¿Quieres... ah... quieres que me quite de encima? –pregunta algo nervioso, dejando escapar una pequeña risa insegura, le sonrío mientras niego con la cabeza.
–Yo estoy cómoda mientras solo nos besemos –dejo en claro mientras alzo una mano para acariciar su mejilla, él sonríe de una forma tan exageradamente tierna que me derrito. Cierra los ojos y ladea la cabeza para mantener mi mano contra su mejilla todo el tiempo posible.
–Te amo tanto –susurra para luego dejar un beso en la palma de mi mano–. Eres lo mejor que me ha pasado en toda la vida.
–Estoy feliz de estar en tu vida –le respondo con una sonrisa de oreja a oreja, sintiendo nuevamente como mis mejillas arden, él se inclina sobre mí para dejar un corto beso en los labios. De momento a otro siento como a poco se va recostando sobre mí, reposando su cabeza en mi cuello y rodeando mi cintura con sus brazos–. ¿Estás cómodo ahí? –pregunto con algo de sorna, dedicándome ahora a acariciar su cabello.
–Esto es mejor que el Valhala y los Campos Elíseos combinados –me responde, sonriendo contra mi piel–, quiero quedarme así toda la vida –siento como se reacomoda para apretujarme más contra él, como si fuera posible que estuviéramos más cerca–, o por lo menos todo el día, me encantaría que te quedaras a dormir aquí.
No puedo evitar soltar una risilla, por las cosquillas que me hacen sus mechones y por lo tierno que es ahora mismo. –Suena como un excelente plan, me encantaría poder apuntarme.
Él levanta la cabeza casi de inmediato, mostrándome su expresión infantil. –Espera un momento, ¿eso significa que no te quedas?
–No puedo quedarme Hiccup –le digo con algo de obviedad–, no solo es que va en contra de las reglas.
–Yo sigo mis propias reglas –me interrumpe con un orgullo exagerado.
Ruedo los ojos ante su tonta afirmación. –Me he dado cuenta de tu anarquismo, Hiccup, no te preocupes.
Él alza una ceja. –¿Anarquismo? ¿Qué se supone que es eso?
–Luego te lo explico –respondo apresurada, quitándomelo un poco de encima porque conversar así no es algo que yo recomendaría realmente, él accede a moverse, aún con un puchero dibujado en el rostro. Me siento en la cama y hago que se siente a mi lado–. Además de que va en contra de las normas dormir en una cabaña que no es la tuya, allá fuera, sé que lo notaste, había una interesante cantidad de gente encantadísima de contarle a todo el mundo que me metiste en tu cabaña y que yo no salí hasta la mañana siguiente, ¿ves como no resulta en algo bonito?
Hiccup solo ladea la cabeza y frunce un poco el ceño. –¿Y qué quieres que haga con esos idiotas?
–Primero, ya sabes que no me gusta que elijas la violencia –él abre la boca, ofendido, a punto de decir algo, pero yo continúo–. Segundo, incluso si vas por el camino de la violencia, eso no quitará el impacto que sus rumores estúpidos tenga. No sé qué tanto llegaste a notarlo en tus tiempos, Hiccup, pero a las chicas no nos beneficia mucho que crean que somos "fáciles".
–¿Fáciles? ¿qué se supone que significa eso?
–Mira, te lo voy a explicar todo a detalle –digo finalmente levantándome de la cama, ignorando lo molesto que parecía Hiccup por apartarme–. Por lo que han dicho algunos idiotas mientras tú –le señaló acusativamente a lo que él aprieta los labios– jugabas a las espaditas con Astrid, al parecer muchos campistas se piensan que tú y yo...
–¿Qué tú y yo qué?
–Que tú y yo lo hemos hecho... –noto un poco de confusión en su mirada, por lo que continúo–, ya sabes... eso –él me hace un gesto para que siga explicando, a lo que yo bufo antes de decir directamente–. Sexo.
–Pero no lo hemos hecho –me dice con algo de obviedad–. ¿Por qué piensan que lo hemos hecho?
–¿Yo qué sé? Adolescentes, Hiccup, adolescentes. La cosa es que todo el mundo cree eso, o por lo menos un gran porcentaje de los idiotas de este campamento lo creen, lo que eso te va de perlas a ti, todos los cerdos del campamento están dispuestos a aplaudirle a cualquier que llegue a tener algo sexual con una hija o legado de Afrodita; pero que se digan esas cosas no me conviene a mí. No necesito tener más motivos estúpidos para que gente estúpida crea que puede tratarme como le dé la gana.
–Ajá, vale, ¿y por qué él tema violento no ayuda?
–Porque como mucho lo que harás es hacer que sus diminutos cerebritos crean que tenían razón –Hiccup suspira pesadamente mientras rueda los ojos, este muchacho tiene demasiada sed de sangre. Niego con la cabeza mientras me acerco para acunar su rostro, lo que él rápidamente aprovecha para abrazarme–. Mira, sé que hemos aclarado que me preguntarás cada vez que alguien se mete conmigo, pero en este tema, deja que yo lidie el asunto, ¿de acuerdo?
Hiccup, como es un niño mimado, vuelve a bufar molesto. –¿Por qué? ¿No debería de intentar defender tu honor? Quiero decir, ahora somos algo ¿verdad? Exclusivo, creo que lo llamaste antes.
Tomo aire, recordando que él es de otra época y que realmente nadie hasta ahora se ha tomado un momento para explicarle todo el movimiento feminista. –Dioses, necesitas muchas clases de feminismo, cariño.
–¿Qué es eso?
Le doy un beso en la frente. –Te lo iré explicando poco a poco, lo prometo.
Logró convencerme de quedarme con él por lo menos hasta la cena, sigo nerviosa por el tema de cuál sería la proporción de idiotas con la que tendría que lidiar después. De vez en cuando me olvido de ello, porque de vez en cuando Hiccup me besa con toda la ternura del mundo. Estamos recostados en una de las camas de su cabaña, ni siquiera sé si es la que suele usar, sus cosas están colocadas en un armario al fondo de todo, demasiado lejos de todo como para indicar dónde solía descansar. La cabaña de Poseidón eran grandiosa por fuera, pero por dentro era sombría y solitaria, justo como lo era mi cabaña antes de todos los cambios que lleve a cabo. Estoy pensando un poco apresurada de cómo dar un ambiente más acogedor al lugar.
–¿Qué constelación te gusta? –le pregunto jugueteando con su cabello, estamos echados de lado, con las piernas entrelazadas, él tiene sus brazos rodeando mi cintura y su cabeza a la altura de mi cuello, tiene los ojos cerrados, pero sé que sigue despierto.
Levemente y como puede, se hunde en hombros. –No las conozco muy bien, realmente nunca he sido bueno viendo la forma que se supone que representan. ¿Por qué lo preguntas?
–Tengo unas pegatinas de estrellas de sobra en mi cabaña, pensaba que podríamos pegarlas aquí, formando una linda constelación que te gustara.
–¿Para qué? –me pregunta.
Yo hago una mueca. –Pues para decorar esta cueva de soledad.
Él suelta una risilla y niega. –Los vikingos no decoramos los hogares, se decoran los barcos, para atemorizar al enemigo y ya está.
–Pues tienes muy decorado los brazos, cariño –le respondo con sorna, pasando los dedos por uno de sus brazos.
–Son runas, copito, tienen su utilidad, y tres de ellos yo no los quería... más o menos –añade lo último luego de pensárselo por unos segundos–, digamos que uno lo quería, otro no me esperaba, y el último lo detesto.
Sé exactamente de lo que habla. –El tridente –alzo un poco su manga para tocar su tatuaje con el símbolo de Poseidón–, la hoz –bajo los dedos hasta el siguiente tatuaje–, y las lanzas –tengo que dirigirme hasta la muñeca para tocar aquel tatuaje–. ¿Cuándo conseguiste la de tu padre?
–Al aprender a cantar como sirena, ardió mucho más que las otras.
Dejo un beso en su cabeza para reconfortarlo, quiero decirle algo lindo, pero entonces él se levanta un poco. Acuna con cariño una de mis mejillas, acariciándome con su pulgar.
–Hay un runa en la que últimamente estoy pensando mucho, ¿sabes? –me empieza a explicar, ahora tomando una de mis manos–, una runa sencilla –con su pulgar dibuja una línea invisible en la palma de mi mano–. La runa Isa, que representa el invierno, el hielo, la nieve –mi corazón bombea con fuerza–. Suelen usarla para algo negativo –añade eso con delicadeza, finalmente mirándome a los ojos–, no creo que tenga porque ser negativo, la runa Isa significa que estás congelado en un momento, atrapado en un lugar, lejos de lo que ansías. No credo que sea inherentemente negativo, Elsa, creo que esa pausa puede ser algo bueno, un momento para replantearte tus decisiones, un momento de calma, un momento para poder mirar atrás, mirar el presente y mirar lo que hay por delante, un momento para ver cuántos has progresado y lo que ya tienes.
Hiccup deja un tierno beso en la palma de mi mano.
–Quiero casarme contigo en cuanto terminemos tu misión.
Espera... ¿qué?
–¿Casarnos? –repito.
–Sí.
–¿Luego de la misión?
–Sí, es lo ideal –me dice sonriente–. No voy a vivir mucho después de todo, ni siquiera te pido una ceremonia, solo poder irme sabiendo que estaré esperando por mi esposa en el Campo de Elíseos, o tal vez en el Valhala, quién sabe quién me reclamará.
Intento no mostrarme espantada ni asustada por la idea a pesar de lo nerviosa que me pone esa propuesta. Casarnos, tan jóvenes, justo después de mi misión, sabiendo que lo siguiente será que él deliberadamente buscará morir.
Quisiera decir que me parece una completa locura, pero lo que en verdad está apretujando mi corazón con rabia es ser consciente de que, incluso si quiere hacer algo tan grande como casarse conmigo, él aún así no quiere continuar con su vida.
Suspiro pesadamente, aceptando aquello que ya me había dicho, que no podía exigirle nada, que no podía hacer lo mismo que hicieron todas esas mujeres, retenerlo por capricho mío.
Tomo su cuello para acercarlo lo suficiente para que me bese. –Vuelve a proponérmelo cuando hayamos terminado la misión, te daré una buena respuesta entonces.
La veo hacer una mueca infantil. –Que sepas que tomaré eso como un sí.
Suelto una risilla. –Si eso te hace feliz, cariño, adelante.
.
.
.
Dioses benditos... 27 capítulos para que se den un beso, oye, pero que beso, ¿eh? yo creo que ha valido la pena la espera.
Eso sí, cuando decidí hacer esto en primera persona por seguir con el estilo de Rick Riordan jamás me puse a pensar el cringe por el que pasaría al escribir este tipo de escenas, espero que aún así lo podáis disfrutar.
¿Por qué he hecho que Hiccup pida matrimonio? Porque Hiccup es maravilloso, de otra época y quería que fuera así de tierno, no hay mucho más.
Todavía no me puedo decidir si quiero que esta relación concluya en "Hiccup va a darle un nuevo intento a la vida para estar con Elsa" o "Elsa va a a ser lo suficientemente madura para dejar ir a Hiccup".
La segunda opción es muy tentadora.
Con la conclusión de la pareja me refiero a la conclusión que tendrán al final de la saga, ya tengo claro cómo os pienso romper el corazón al final de esta parte UwU
Algo divertido de este capítulo es que para Wattpad, como dejan poner vídeos, había buscado una canción romántica para el capítulo (Sweater Weather de The Neighbourhood) e intenté escribirlo con la canción de fondo, pero luego me distraje me puse The Man de Taylor Swift y por eso terminaron hablando de feminismo xd
Sí que le iba a poner una constelación que le gustara a Hiccup, pero no tenía no tenía ni idea de cómo buscar que constelaciones conocían los griegos por eso lo dejé así :'D
