Visitemos a la millonaria de la cueva ¿qué puede salir mal?
Quirón estuvo de acuerdo con la idea de ir hacia la cueva del oráculo de Delfos para preguntar algunas cosillas, no le hable mucho sobre todo lo que me había comentado Afrodita, sabía que eso provocaría una larga charla de por qué tenemos que hacer un extenso escrito con respecto a todo lo referente a las misiones, la profecía que nos dan, el cómo la analizamos para saber qué hacer y todo el plan que llevamos a cabo, a veces ese viejo centauro se olvida de que tenemos cabezas que sencillamente no están programadas para llevar a cabo tanto papeleo.
Hiccup no ha querido hacer muchas preguntas con respecto al oráculo, me comentó que quería llevarse la sorpresa de cómo se veía, le parecía divertido finalmente tener algo que no pudiese comparar pues el jamás había visitado un oráculo, mucho menos el tan aclamado oráculo de Delfos, me había comentado que sabía que el tío de Idylla, el rey espartano de aquel entonces, había visitado en varias ocasiones el oráculo, pero era viajes que el rey llevaba a cabo completamente solo.
La cueva era, por decirlo de alguna manera, el último destino cuando se trataba de recorrer el Campamento Mestizo, sabía que, al igual que Heather, muchos de los campistas criticaban lo poco que la portadora del oráculo se pasaba por el campamento, pero en cierto punto lo comprendía, si tuviera que darme tremenda caminata cada día solo para que unos chavales cualquiera tuvieran un poco de mi atención me verían incluso menos de lo que actualmente la vemos a ella. Rachel Dare, como todos los que tuvieron relación alguna con respecto a la guerras contra Cronos o Gea, se terminó convirtiendo en una leyenda para la nueva generación de semidioses, he escuchado miles de locuras con respecto a ella. Que guio a campistas como si fuera la reencarnación de Ariadna, la esposa del señor D, que encaró a Cronos mismo por el bien del campamento, que estuvo dispuesta a enfrentarse sin arma alguna a todo romano que intentó atacar el campamento.
Reyna me jura y perjura que cada vez que se reúne todo el grupo se cuenta de la vez que Rachel Dare le tiró un cepillo azul a Cronos en la cara. Yo daría todo lo que tengo para haber estado para ver eso.
Hiccup y yo no conversamos de camino a la cueva del oráculo, ambos sentíamos en el fondo que estábamos llevando un acto lo suficientemente solemne como para no pronunciar palabra alguna. Ya había pedido profecías antes, la ocasión que mejor recuerdo fue en mi primera misión con Astrid y Heather, cuando rescatamos a Rapunzel de esa mortal loca, pero en aquella ocasión no había oportunidad de hablar, no por la seriedad, sino porque todavía no nos conocíamos en lo absoluto y ninguna de las dos estaba interesada en hablarme. No conozco exactamente la razón por la que Hiccup no quiere hablar, pero supongo que es porque se trata de la primera vez escuchando la profecía del oráculo.
La cueva estaba tapada por unas cortinas multicolores que más que un patrón en particular parecía el resultado de dejar por demasiado tiempo el salvapantallas del Windows 10, por la textura no estaba del todo segura de que las cortinas hubieran sido así o si le habían pintado encima. Me hubiera encantado que fuesen esas cortinas de cuentas que tintinean al más leve movimiento, pero no, eran cortinas normales que a penas y harían ruido al moverlas, no me gusta entrar a ningún lado sin tocar la puerta antes, una pequeña manía que tengo, es por eso que titubeo un poco antes de mover una de las cortinas hacia la derecha.
El olor a pintura me golpea la nariz como un verdadero puñetazo lleno de rabia, parpadeo varias veces por las luces led que cambian bruscamente de un color a otro, tengo de esas en mi cuarto, pero las mías van cambiando poco a poco de tono en lugar de ser una explosión de color.
Las paredes están pintadas por completo, el suelo está manchado por gotas de pintura o por baldes enteros que se habían caído o derramado por completo. Los murales son a penas unos garabatos básicos uno sobre otro, como si al acabarse el espacio hubiesen pintado encima sin tan siquiera borrar los anteriores, abro la boca cuando me doy cuenta que algunas piezas se pueden ver a la perfección dependiendo del color de las luces, como el efecto de esas gafas 3D de rojo y azul.
No reconozco la artista que está sonando en estos momentos, ni siquiera el idioma de la canción, pero he de reconocer que me gusta el ritmo.
En medio de todo, al fondo de la cueva, rodeada de algunos baldes vacíos y otros a rebozar, latas de pintura sin su tapa, y lienzos acabados y sin usar, hay una figura delgada y alta. Una mujer malamente sentada en un alto taburete con un suéter inmenso que creo que es verde claro manchado por los bordes y lleno de parches, unos pantalones anchos pintarrajeados con boli o lápiz, la extensa mata de pelo rojo ensortijado atado en un moño alto bastante desastroso. Tenía las manos manchadas por completo, un pincel fino en la mano derecha a ella la iluminaba un solo foco que le permitía pintar sin tener que preocuparse por como los colores cambiaban gracias a las luces leds.
Con un dedo manchado por pintura amarilla, les hizo una seña para que se acercaran. –No os quedéis ahí parados, pasad, pasad –nos dice con una voz tan calmada que hace que me pregunte que tanto puede afectar el olor de pintura fresca en un ambiente cerrado. Hiccup y yo nos miramos entre nosotros por a penas unos segundos, él asiente con simpleza para empezar a caminar hacia ella, yo me apresuro a seguirle el paso–. Te llevo esperando bastante, legado de Afrodita, tu abuela no deja de mandarme mensajes para ti.
Respondo nerviosa lo primero que se me ocurre. –Pensaba que tenía que esperar por algún tipo de mensaje.
La escucho soltar una risilla, no suena burlona ni condescendiente, más como la risilla que una adulta suelta frente a una niña que intenta explicarle algo que ya sabe. –Ya, algunos dioses no son muy claros –se aparta un poco de su lienzo, mostrando su creación. Unas manos resecas y huesudas agarrando con fiereza los barrotes de una jaula de madera, todavía el fondo no está establecido, solo es un marrón oscuro con detalles rojos–. No dejo de ver esto una y otra vez –le da vuelta al pincel para señalar la pintura con la otra punta–, unas manos, una jaula de madera, no sé qué más hay, pero sé que va de ti, hija de Quíone, tiene que ver contigo, con tu misión.
Finalmente se levanta, con algo de pereza, del taburete, mostrando su pecoso rostro, sus picaros ojos verdes y su sincera sonrisa. Tiene unas cuantas arrugas de expresión, de esas que te salen cuando sonríes demasiado, de esas que mi madre también tiene, de esas que seguramente Quíone no tiene.
–De ti no he podido ver mucho, hijo de Poseidón –le dice, aún sonriente, puedo notar como tiembla un poco–, bueno, sí y no. He visto muchas cosas combinadas, una sobre la otra, pero nada claro, lo que he podido recaudar no es suficiente para tener algo conciso. Parece ser que no solo los griegos tienen interés por ti.
Lo veo fruncir el ceño. –¿Qué significa eso exactamente?
–Eres hijo de vikingos, muchacho con nombre germánico, marcado con runas nórdicas y con emblemas de tres olímpicos, hijo de un dios griego –explica con algo de obviedad–. Las Nornas y las Moiras se pelean por ti, o algo por el estilo, no quiero asegurar nada, pero eso es lo que parece.
–Entonces, ¿puede ver mi destino o no? –pregunta inseguro, dibujando en su rostro una nerviosa sonrisa–. Porque no conozco a nadie que pueda leerme las runas.
Rachel Dare vuelve a soltar una risa. –Te pareces mucho más a Percy de lo que esperaba –comentaba con sencillez, como si no nos estuviera hablando del salvador del Olimpo, veo como Hiccup se apresura en disimular su mueca, sé que no sabe mucho de Percy Jackson, por lo que me imagino que realmente es que no le gusta que lo comparen en lo absoluto con ninguno de sus hermanos–. Bueno, habéis venido aquí por una profecía, ¿no es así?
Ambos asentimos.
–Ah, ¿tenemos que hacer algo? –pregunta Hiccup.
Ella nos sonríe con picardía, con un brillo en los ojos que tarde me doy cuenta que no es natural.
–Solo memorizar bien lo que escuchéis.
Como lo tenía ya preparado, solo meto la mano en el bolsillo para darle a la grabadora de voz del móvil.
Los ojos de la mujer brillan como dos faros verdes, aquel color se sobrepone sobre las luces led que siguen cambiando bruscamente, de su boca no solo sale un humo del mismo tono que el resplandor de sus ojos, sino que también se escucha una voz que no es suya.
Con amor, el hielo y el océano marcharán
en busca de la forma de contentar a la sangre real
Encontrad el regalo olvidado por los siglos
Una muestra de poder y aprecio para Tegirio
Que pueda ser capaz de aliviar el dolor producido
Tu valía a los dioses así mostrarás
Así del destino de Cleóbula podrás escapar.
El corazón me retumba con fuerza incluso largos segundos después de que el oráculo hubiera terminado de transmitir la profecía. A pesar del silencio el humo y el resplandor verde se mantienen por al menos unos instantes hasta que Rachel Dare vuelve a la normalidad, viéndose de inmediato en la necesidad de apoyarse en su taburete para no caerse de inmediato.
Detengo finalmente la grabación, dándome cuenta de inmediato que no había hecho falta porque aquellas palabras se quedaron grabadas a fuego en mi cabeza. La primera pregunta viene de parte de Hiccup.
–¿Quién es Cleóbula? –consigue preguntar.
Ella tan solo se hunde de hombros. –Ese tipo de cosas tenéis que descubrirlo a lo largo de la misión, ¿otra cosa que queráis saber?
Noto que Hiccup necesita que tome por unos segundos su mano para tener las fuerzas suficientes como para pronunciar la pregunta que tiene. –Yo... ah, yo quería saber qué es lo que tendré que hacer para poder finalmente reencontrarme con mi madre en el Inframundo.
Aquello que antes era una sonrisa cansada y divertida vacila un momento para luego soltar un suspiro pesado y dibujar una sonrisa comprensiva en su rostro. –Lo siento, no tengo nada para ti ahora mismo, tendrás que avanzar un poco más a ciegas para que pueda tener algo para ti, créeme que en cuanto me llegue algo te lo haré saber.
Hiccup toma aire antes de asentir con firmeza, aceptando la respuesta vacía del oráculo.
El señor D no estaba en está reunión, Quirón no quiso responder en ningún momento por qué el dios del vino no se había presentado, se limitó a mover la silla establecida para él y colocarse en la punta de la enorme mesa de Ping Pong. Los que somos hijos de dioses menores estamos intranquilos, con los nervios a flor de piel y el vello de punta, nosotros no solemos tener profecías tan impresionantes, no tenemos misiones que pueden llegar a significar tanto. Los que son de alguno de los doce olímpicos están más tranquilos, sabiendo que, en el fondo, nada de esto tenía que ver con ellos, ni siquiera parecían interesados en querer saber que significaba en verdad cada uno de los versos. Solo Isabela, Bella e Hiccup parecían interesados en todo lo referente a la profecía, seguramente entiendes el tema de Isabela e Hiccup, con respecto a Bella solo se puede decir que una hija de Atenea siempre quiere saber de todo.
–¿Me estáis diciendo que realmente –empiezo a cuestionar masajeando mis sienes por el estrés– ninguno sabe quién demonios es Cleóbula?
–Sé quien es Cleóbulo de Lindos –comenta con fingido desinterés Bella–, pero no creo que eso te sirva, Snow. Como semidioses nos pasan cosas rarísimas, pero realmente no me imagino por qué tendrías que evitar un destino similar al de un poeta griego clasificado como uno de los siete sabios de Grecia.
Astrid rueda los ojos. –Gracias por la información inútil, definitivamente servirá muchísimo.
Ella, una preciosa chica rubia, era la jefa de la cabaña de Afrodita, mucho más amable que la mayoría de sus hermanos y hermanas, pero siempre a la defensiva, siempre lista para escupirte en la cara si cree que hace falta. Tengo entendido que su familia mortal es un absoluto calvario y que ha aprendido a las malas a defenderse con garras, insultos y dientes cuando hacia falta. Ella de vez en cuando parece interesarse en la primera parte de la profecía.
–Entonces –llama la atención el hecho de que se entrometa en la charla–, ¿algún hijo de Afrodita se tendrá que apuntar? Literalmente la profecía empieza diciendo con amor.
Quiero abrir la boca para decir que yo misma soy legado de Afrodita, pero Heather se mete.
–Yo creo que tiene que ver más con el hecho de que estos dos no podrían estar más liados.
Aprovechando que Heather y Astrid se han vuelto a sentar a cada lado mío, le doy una patada a Heather haciendo que tuviera que morderse la lengua para no soltar un grito delante de todo, intenta devolverla, pero me creo un pequeño muro de hielo al rededor, por si acaso Astrid también decide meterse en todo el asuntillo de las patadas.
–Eso no quita que tenéis que ser tres para la misión –insiste Ella, jugueteando con su cabello–, y, a menos que se te haya olvidado cómo contar, puedes notar que tan solo sois dos.
Puede notar con solo una mirada como Hiccup frunce el ceño y dibuja una mueca en su rostro ante las palabras de la jefa de la cabaña de Afrodita.
–Esa norma ya se ha roto otras veces –argumento a nuestro favor. De reojo veo a Heather rodar los ojos con una sonrisa, con solo eso sé que va a decir otra tontería, le escribo con hielo en la mesa que se esté calladita o le congelo los labios, ella me hace caso con una mueca y vocalizando aburrida–. Mi madre y yo conseguimos sacar a Hiccup de su prisión de hielo, éramos solo las dos y la misión fue un éxito.
Bella frunce el ceño. –Bueno, tu madre no es una campista así que creo que podríamos decir que la misión la hiciste tú sola.
El mismo mensaje de quedarse calladito se lo escribo a Hiccup, sabiendo las ganas que tenía de añadir que casi muero durante esa misión. Él pasa la mano por la mesa de Ping Pong para borrar el mensaje y se limita a recargarse contra el respaldar de su asiento y cruzarse de hombros.
Tomo algo de aire para seguir defendiendo mi caso. –Creo que la intención de Afrodita es que solo nosotros dos llevemos a cabo esta misión, después de todo, esto no son realmente misiones relacionadas con fuerzas mayores, no es realmente una necesidad del Olimpo –me pongo mucho más seria de lo que jamás lo he estado en estas reuniones–. El Olimpo no confía en mí, el Olimpo se está debatiendo si sirvo más viva o muerta, tengo que demostrar que vale la pena votar a favor de mi vida.
–Buah –suelta Megara luego de extenso silencio que había sido bastante imponente y solemne–, imagínate querer estar viva, no me lo puedo ni imaginar.
Isabela suelta un pesado suspiro. –Tía, Megara, lo hemos pillado, eres una emo de primera categoría, ¿podemos no desviarnos?
Megara chasquea la lengua. –No te desquites conmigo solo porque no has conseguido follártela.
Megara fue callada de inmediato por una flor que apareció de la nada justo delante de ella y le tiró unos cuantos pétalos a la boca. Quirón regaña levemente a las dos, a una por atacar y a la otra por hacer ese tipo de insinuaciones, yo intento hacer como que no entendí absolutamente nada a pesar de que cada vez que Isabela me miraba de reojo se le sonrosaban un poco las mejillas y cada vez que miraba a Hiccup chasqueaba la lengua o fruncía el ceño. Mientras Megara escupía todos los pétalos evidentemente mosqueada, Bella lanzó una pregunta.
–¿Siquiera sabes quién es Tegirio? –me pregunta con una ceja alzada–. Después de todo, tienes que contentarlo.
Asiento casi de inmediato. –Un antiguo rey de Tracia, está fuertemente relacionado con Eumolpo.
La mayoría de los hijos de dioses menores asienten comprensivos, Bella también, pero todos los demás hijos de los Olímpicos dejan muy en claro con sus miradas y gestos que no tienen ni idea de qué significaba lo que acababa de decir y querían que siguiera explicando, Hiccup está indiferente en estos momentos, la mayoría de estas cosas ya la hemos hablado de camino para esta reunión, en verdad está más concentrado en Isabela, seguramente ha comprendido perfectamente a quién se refería Megara hace unos minutos.
Naveen levanta la mano. –Eh, hola, persona con vida social sin ganas ni oportunidad para matarse a leer todos los días, ¿quién narices es Eumolpo?
Bella rueda los ojos. –Con vida social dice este, niño tú no te mataras a leer, pero sí que te matas a pajas cada noche, cerdo de las narices.
Las chicas estallamos en carcajadas, tanto las de dioses menores como las de los olímpicos nos la pasamos muy bien metiéndonos con idiotas como Naveen o Gastón, este último no está, por lo que Naveen se convertía en nuestra única víctima de alianza femenina. Quirón nos manda a callar, recordando que sencillamente no era lugar para bromear con respecto a esos temas, incluso amenazó con una extensa charla para todas nosotras con respecto a no estigmatizar "el noble ejercicio de autoconocimiento que suponía el onanismo" como él mismo lo definió. Nos quedamos calladas de inmediato, esas charlas no eran broma alguna, eran horas y horas de tortura de la que no me escapaba ni por la misión.
–Eumolpo –empieza a explicar el mismo Quirón–, es el poco reconocido hijo de Poseidón y Quíone...
–¡No me jodas! –suelta bruscamente Aladdín–. ¿¡Sois hermanastros!?
–¡Aladdín! –regaña Quirón, pero ha perdido el control de la situación.
Las preguntas empiezan a salir y a salir a borbotones de miles de bocas, Astrid y Heather intentan mandar a tomar por viento a los demás pero eso tan solo consigue que haya mucho más ruido y que yo me agobié más. Felizmente, a diferencia de algunos campistas, yo no tengo problema alguno con sonidos fuertes o de cualquier tipo, pero cuando a todos estos idiotas escupiéndote preguntas a este ritmo sencillamente derrumbaría a cualquiera.
Un puñetazo hace temblar la mesa, todos voltean rápidamente hacia Hiccup que ni siquiera ha necesitado pillar impulso para agrietar terriblemente su lado de la mesa.
–Callaros de un puta vez antes de que os arranque las lenguas y me haga una jodida correa con ellas –gruñe con los ojos brillándole con sadismo puro y los dientes apretados. De inmediato todos obedecen, algunos incluso tiemblan un poco por lo que acaba de pasar.
Quirón tose falsamente, evidentemente incómodo. –No son las maneras que apruebo, pero agradezco la intervención, muchacho –se endereza para retomar su explicación–. Por muchos años el joven Eumolpo vivió con su padre en los océanos, hasta que, por haber intentado secuestrar a una sobrina suya –no lo interrumpe, pero escucho a Astrid diciendo "típico" por lo bajo, yo asiento aunque no sé si me lo dice a mí–, fue desterrado al reino de Tracia, allí, luego de haber intentado destronar al rey Tegirio, fue nuevamente desterrado a Eleusis, donde le enseñó a tocar la lira a Heracles y se convirtió en sacerdote de los misterios de Deméter y Perséfone, el rey de Eleusis, Céleo, convenció a Tegirio de perdonar a Eumolpo y convertirlo en el siguiente rey.
Aladdín rasca su nuca con una mueca. –Qué lío, ¿y luego qué?
Una sonrisa aparece en el rostro de Bella. –Fue asesinado por el rey de Atenas, Erecteo, en una guerra.
–Muy madura, Bella –mascullo rodando los ojos.
–Elsa –la manera en la Quirón llama mi atención me alarma de inmediato–, tengo que coincidir contigo, esta es una misión que te han encomendado para mostrar que eres digna de la confianza de los dioses, la profecía deja en claro que debe de acompañarte Hiccup Haddock, el hijo de Poseidón, por lo que ahora el resto de vosotros puede dejar esta sala. Elsa, Hiccup, quedaos para dejar por escrito exactamente las bases de vuestro plan.
Con algo de duda, los demás se van retirando poco a poco, Astrid me da una palmada en el hombro derecho y asiente en dirección a Hiccup como despedida, Heather me revuelve el cabello y hace un gesto con la mano para despedirse de Hiccup, Isabela me dedica una sonrisa comprensiva antes de irse. Los demás cuchichean, miran de reojo o sencillamente suspiran aliviados de no tener que seguir lidiando con la reunión.
