No sé si estoy preparada, pero esto empieza ya.


Cuando salí de mi cabaña luego de haber empacado las últimas cosas que creía que llegaría a necesitar, me encontré con Heather, que respiraba entrecortadamente y sostenía una bolsa de plástico como si la vida se le fuera en ello.

–¿Qué llevas ahí? –le pregunte espantada por su estado–, ¿los pulmones?

Luego de tomar aire profundamente Heather finalmente se endereza bruscamente para tenderme la bolsa. –He ido corriendo a la tienda más cercana para asegurarme de darte esto –me dice apresurada, con una sonrisa en el rostro–. No es la gran cosa, pero creo que será sumamente importante para tu misión, no estaría tranquila si te vas sin esto.

Aquello que me deja asombrada, la verdad, a ver, que Heather es muy maja y todo lo que tú quieras, pero ese tipo de detalles tan directos y honestos no los suele tener. Heather es de las que te deja las cosas que necesitas si que te des cuenta luego de hacerte creer que te ha hecho una trastada. Como todas las veces que la regañé por rebuscar en mi mochila y mis cajones solo para luego darme cuenta de que lo que había hecho en verdad era dejarme unas cuantas compresas sanitarias por si acaso, ella simplemente hace las cosas así.

Además, que allá ido corriendo a la tienda más cercana solo para entregarme lo que sea que haya en esta bolsa pues es un detalle bonito.

–Vaya, no sé qué decirte, bueno, sí, gracias –le digo apresuradamente con una sonrisa tirando de mis labios–, no tenías que... –venga ya.

¿Yo por qué narices confío que algo bueno puede salir de esta idiota?

–Heather.

Ella me sonríe como una niña pequeña, no una que sabe que ha hecho una trastada, sino una completamente orgullosa, como si hubiera trabajado todo el día en un dibujo y te lo estuviera enseñando completamente orgullosa de su obra maestras.

–¿Sí?

–Esto es una caja de condones.

Ella me mira como si fuera tonta. –Ya lo sé, los fui a comprar yo misma.

Le doy un golpe en el hombro con la caja. –¿¡Yo para que quiero esto!? –le suelto con las mejillas ardiendo y continuando con los golpes en su hombro, ella a penas de aparta de mí, juraría que tiene una sonrisa burlona en la cara, pero le dura unos segundos antes de mostrarse terriblemente ofendida–. ¿En qué momento se te ocurrió que yo necesitaría o querría esto?

–¿En el momento en el que insististe en irte a solas por saben los dioses cuanto tiempo con tu novio? –propone con obviedad–. Quiero decir, los chicos de Deméter aseguran que follasteis dos días seguidos.

–¡Que no follamos! –le repito por millonésima vez.

Ella no puede continuar con la falsa inocencia y suelta una buena carcajada. –¡Por eso! ¡Estaréis con las ganas acumuladas!

–¿¡Te has gastado dinero para hacer esta broma de mierda!?

–¡No, obvio no! –me dice rodando los ojos–. Use el dinero de mi novia, evidentemente –dice con una sonrisa presumida en el rostro, incluso tirando para atrás su cabello como toda una diva.

–No sé si reír o llorar.

Es Heather quien suelta una risilla. –Hombre, yo vine para que te desestresaras un poco, te rieras y eso, así que creo que lo justo es que te rías un poco –me dice con calma, de acuerdo, lo admito, ha logrado que todo el temita de la misión abandone por unos minutos mi cabeza–. Si es que en verdad te diviertes conmigo mucho más de lo que te gusta admitir.

Ruedo los ojos ojos. –Eso no quita que a veces quiera arrancarte la cabeza –le digo negando con la cabeza mientras vuelvo a meter la caja de condones en la bolsa para luego pasársela, pero ella se queda de brazos cruzados, mirándome a mí y a la bolsa–. Llévate esto –le digo sacudiendo la bolsa y apresurándola.

Ella se hunde en brazos. –¿Yo para qué quiero esto? Astrid no tiene pene para tu información.

Hago una mueca de desagrado. –Primero, no necesitaba tener tan claro quién era la activa de la relación –ella parece estar a punto de responderme, pero la interrumpo–. Segundo ¿y por qué querría tener yo esto?

–¡Porque tu novio sí que tiene pene!

–¡No me lo voy a follar en una misión, Heather! –le digo con obviedad–. Ponlo en los baños para uso libre o yo qué sé.

Ella se ve desesperada. –Ósea, te vas a una misión tú solo con tu novio, ese tío que está más bueno que el pan, con el que no parabas de tontear desde que llegasteis, que le da palizas a todo el que diga cualquier cosita mala de ti y que la otra vez te arrastró a su cabaña, ¿y no vais a follar? Astrid le ha preguntado a Quirón y nos ha dicho que la misión es en el mar, chica te vas de crucero ¿y no vas a follar? ¿eres tonta?

Le tiro la bolsa pero ella me la tira de regreso.

Estamos así como dos tontas hasta que alguien nos pregunta. –¿Qué demonios estáis haciendo?

Astrid está mirándonos con una ceja alzada y los brazos cruzados, Hiccup está a su lado, mirándome con algo de gracia, seguramente sin comprender en lo más mínimo que está pasando.

–No, nada –digo apresurada, tirándole finalmente la bolsa a Heather, mala idea porque de inmediato se le ilumina la cara.

–¡Dioses! ¿cómo no lo pensé antes? –dice de momento a otro, corriendo hacia Hiccup–. Haddock, ¿tú sabes como ponerte un condón?

Astrid y yo nos ponemos como rojas al escuchar las estupideces de Heather, Hiccup solo frunce el ceño.

–¿Un qué?

–Un condón.

–¿Qué es eso?

Y Heather, con ese desinterés por la reglas sociales como solo ella lo tiene, en ese momento decide que la acción lógica es intentar sacar un condón de la caja, seguramente para enseñarle todo el procedimiento posible. Astrid de inmediato se mete para tomar bruscamente la caja de las manos de Heather y darle en la cabeza con ella.

–¿De quién es esto? –pregunta bruscamente y rápidamente señalo a Heather–. ¿Te has gastado dinero en esta tontería?

Con ella no se atreve hacer la broma de que en verdad ha usado su dinero para comprar esa caja, por lo que soba su cabeza y se mantiene calladita. Astrid solo suspira pesadamente mientras se pasa una mano por el rostro.

–Vamos a dejar esto en el baños para quien quiera y tú desde ahora me avisas antes de hacer ninguna de tus bromitas, ¿entendido? –veo a Heather asentir rápidamente–. Bueno, suerte a vosotros dos con la misión, tened cuidado, ¿de acuerdo?

Hiccup es quien responde por los dos. –Tendremos cuidado, ya nos veremos, Hofferson –asiente respondiendo de inmediato al gesto de despedida de Astrid que se lleva a rastas a Heather quien sigue insistiendo que nosotros deberíamos quedarnos con la bendita caja–. ¿Qué es un condón?

–No preguntes –es todo lo que gruño en respuesta antes de comenzar el camino hasta el pequeño puerto del Campamento.


Todo está listo, pero sencillamente no puedo dar un solo paso sobre la madera del barco, estar en terreno de uno de los Tres Grandes sencillamente significa demasiado, me exponía demasiado, me dejaba tan tremendamente desprotegida además de dejarme en una situación en la que no podía quejarme si llegaba a ocurrirme algo, lo que sea. Terreno de Poseidón, del padre de mi novio, el terreno de uno de los poquísimos amantes que mi madre divina llegó a tener. Y ahora lo que a mí se me había ocurrido fue meterme en un barco para buscar al hijo de mi suegro y mi madre.

Dioses, tengo que dejar de pensarlo así porque suena fatal.

–¿Todo bien? –me pregunta Hiccup con delicadeza tomando mi mano derecha, suelto un suspiro pesado mientras apoyo bruscamente la cabeza en su hombro.

Aprieto los labios antes de confesar. –Estoy algo nerviosa, es solo eso. Jamás pensé que me metería en la boca del lobo... marino.

Siento como él deja delicadamente un tierno beso en mi frente, le muestro una sonrisa tonta de inmediato. –Voy a estar allí todo el tiempo, copito, cuidándote. Nada malo va a ocurrirte, ¿de acuerdo?

Le miro directamente a los ojos, sencillamente maravillada por la idea de que alguien como él me ame de una forma tan honesta y bella, que yo misma pueda amarle sin temor a absolutamente nada, con toda la sinceridad del mundo. –De acuerdo –le respondo, finalmente calmándome un poco–. Vamos entonces.

–Vamos.

Él avanza con toda la confianza del mundo, como si se embarcara en un aventura por el Pacífico todos los días como entretenimiento, como quien mira el móvil para jugar una tontería de juego para pasar el rato mientras espera por algo. La madera cruje bajo sus firmes y rápidas pisadas, antes de que yo siquiera pueda darme cuenta de qué está ocurriendo, él ya ha tomado el completo control del barco, las ninfas del agua le ayudan a recoger la escalera por la que hemos subido, murmulla que tiene que hacer con las velas, con el timón y con todas esas cosas que no sé ni cómo se llaman.

Mientras Hiccup asiente efusivamente cuando las ninfas le dicen que si en algún punto lo necesita, ellas seguirán moviendo el barco por si necesita descansar en algún punto, yo me limito a aferrarme a la madera de los bordes, tomando todo el aire posible y deseando no descubrir de la peor manera posible que me mareo en los barcos. Avanzamos con una velocidad sorprendente que doy por hecho de que se trata de la ayuda de las ninfas y las enormes ventajas que uno tiene al tener a un hijo de Poseidón a bordo.

En algún punto Hiccup deja todo hecho, para luego acercarse a mí para rodearme la cintura con un brazo. –Como te puedes imaginar, copito, pasarnos desde este punto, que es el mar Atlántico, hasta el Pacífico va a tomarnos algo de tiempo.

–Comprensible, sí –asiento, intentando darle algo de gracia a la situación.

–Me han dicho que podemos rodear el continente por el norte, poco recomendable, tardaríamos demasiado –dice con obviedad, por un momento parece querer mencionar el frío, pero pronto parece recordar que no me afecta–, podemos viajar hasta el Canal de Panamá, el mismo problema, tomaría demasiado tiempo, por lo que la opción que nos queda es aprovechar los ríos que nos encontremos.

Hago una leve mueca mientras me recuesto nuevamente contra su hombro. –El Oeste es muy montañoso, ¿cómo cruzaremos esa parte? Si nos elevamos demasiado pondrá al rey de los dioses de los nervios y realmente no queremos que se enfade mucho más con nosotros.

–¿Segura? –me pregunta con una sonrisa juguetona, de esa que me avisa a la perfección que solo quiere armar la mayor cantidad de problemas posible, le doy un leve empujón con la cadera mientras niego con la cabeza.

–No vamos a enojar al rey de los dioses, Hiccup, no me apetece que nos parta un rayo, es sencillamente algo que no me llama mucho la atención –Hiccup sencillamente rueda los ojos y hace una mueca, aceptando que no puede tocarle las narices a Zeus–. ¿Cuántos nos tomara todo este viaje?

Él tamborea la madera en la nos apoyamos mientras murmulla tan bajo que, incluso estando tan cerca, no puedo escucharle, finalmente suelta. –¿Una semana? Tal vez unos diez días, no lo tengo muy claro, pero no nos quedaremos sin comida.

–Incluso si nos quedamos sin comida –comento mientras tomo una de sus manos para juguetear con sus dedos–, ir por los ríos nos dejara parar en alguna ciudad si lo necesitamos, comprar la comida que necesitemos y seguir con nuestro viaje.

Lo siento suspirar pesadamente. –Digamos que la comida nos dura sin problema para cruzar todo el país, ¿cuántos demoraremos buscando el punto exacto para encontrarnos con Eumolpo? Puedo encontrarlo, pero me han dicho que es común que se pasee por todas partes, que nunca se está quieto.

–Tal vez –comienzo algo esperanzada, pero de inmediato se me va la seguridad–... el Campamento Júpiter está justamente en la costa pacífica del país, puedo pedirle mediante un mensaje Iris, si es necesario, que el campamento romano se prepare para dejarnos lo que necesitemos. Tú te quedarías en el barco –le aseguro rápidamente–, a los romanos les aterra a los hijos del dios de los mares, nunca se han sentido seguros navegando.

Hiccup se atreve a soltar una leve risilla. –Tener que recurrir a la ayuda de los romanos, lo que me faltaba –bromea, creo que ha tonado lo tensa que me he puesto de momento a otro y quiere ayudarme a tranquilizarme.

Hemos salido de los terrenos del Campamento Mestizo, lo sé por el retumbar que llega desde el Olimpo. Nubes negras infestan el cielo, a Zeus realmente no le gusta que Hiccup se esté paseando tan amenamente por un barco.

O tal vez no le gusta que me esté ayudando.

Tiemblo un poco cuando siento sus labios dejando un beso en mi cuello.

–Todo saldrá bien, copito, te lo prometo.


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Los niños se van de crucero! :D

Ok no, voy a intentar que la misión sea lo más seria posible, creo que incluso voy a intentar releer el Mar de los Monstruos para darme alguna idea de cómo quiero que vaya esto.

La broma de Heather y los condones sencillamente tenía que añadirla xd Es más, al inicio tenía planeado que Iduna también les diera una caja de condones por si acaso, aunque con ella la escena sería un poco más seria y Elsa sufriría mucho más xd

Creo que la misión, además de tener algunos enfrentamientos con monstruos y eso, la voy a aprovechar para que Elsa pueda explicarle más cosas de la actualidad a Hiccup y para que él le pueda hablar un poco de su cultura e historia familiar.