Intentando descifrar mis pesadillas y pensando en el futuro.
Habíamos llegado a un acuerdo con respecto a quién cocinaba, yo me encargaba de los desayunos porque sencillamente Hiccup no entiende del todo bien qué es un panqueque y yo sin mis panqueques por la mañana no soy persona, Hiccup, que como guerrero y antiguo esclavo había aprendido que platillos eran más nutritivos para mantenerse activo y preparado para cualquier ataque de monstruos, por lo que él se encargaba de los almuerzos. Las cenas, por otro lado, le tocaba a uno cada día, ayer la hice yo por lo que hoy le tocaba a Hiccup. Habíamos avanzado bastantes kilómetros gracias a la ayuda que nos brindaban las ninfas y otras criaturas de los ríos, en verdad habían sido de mucha ayuda a pesar de que cada vez que yo me asomaba ellas parecían arañar la madera del barco para contener su rabia.
Había una ninfa en particular que me caía mejor que las demás, no había hablado en lo absoluto pero, a diferencia del resto del grupito que maldecía a las Moiras por haber permitido que una hija de Quíone naciera, ella me saludaba con una sonrisa en cuanto veía que me asomaba por detrás de Hiccup mientras él conversaba con ellas. Esta ninfa en específico le explicó a Hiccup todo lo necesario con respecto a la nueva mecánica más moderna que había en aquel barco que nos dejaron, que imitaba hasta cierto punto las embarcaciones que antiguamente construían los griegos junto con ingeniería moderna por el simple hecho de que no siempre puedes confiar en el viento y la marea para llegar a dónde deseas. No sé si era porque era un hijo de Poseidón o un excelente alumno, pero Hiccup aprendió todo con tanta rapidez que incluso a las pocas horas ya estaba enseñándome con lujo de detalles todo a mí, aunque el hecho de que él lo hubiera comprendido todo sin problema alguno no significó que yo pudiera hacer lo mismo. La maquinaria sencillamente no es lo mío, mi cerebro distraído por naturaleza y mi conocimiento divino reducido al clima y a la moda hacia que sencillamente no le pudiera seguir el ritmo.
Al verlo trabajar con la maquinaría no puedo dejar de pensar que, tal vez, en otro vida, si no fuera un antiguo gladiador sino un muchacho de mi misma época, Hiccup hubiera sido un simple hijo de Hefesto sin tantos problemas ni traumas de por medio. Aunque no sé qué tan bueno hubiera sido eso para nosotros, el fuego y el hielo realmente no se mezclan muy bien que digamos, uno termina acabando con el otro tarde o temprano.
El mar y el hielo es mucho más sencillo, son literalmente lo mismo solo con un poco de grados menos, quiero creer que esa es la razón por la que él y yo, a pesar de todo lo que hay de por medio, a pesar de todas las diferencias, sencillamente funcionamos. Somos dos tontos enamorados que necesitan el uno al otro, no creo que haya mucho más que analizar... quiero creer que solo somos dos idiotas que se dieron cuenta rápidamente que se gustaban y que no se anduvieron con rodeos innecesarios.
Hiccup se sienta en una de las sillas de madera de la pequeña cocina/comedor del barco y me mira fijamente por unos largos segundos mientras termino de decorar los panqueques que he hecho. Le miro de reojo y no puedo evitar reír nerviosa por lo serio que se ve. –¿Qué pasa?
–¿No vas a contarme de tu pesadilla? –me pregunta genuinamente preocupado, con una delicadeza que, gracias a nuestra estadía en el campamento, ahora sé que solo usa conmigo y con mi madre. Mordisqueo un poco mi labio inferior mientras llevo los dos platos a la mesa.
Me siento con algo de pesadez mientras él me pasa una servilleta. –Es... algo complicado, no podía ver nada, a penas comprendía que era lo que pasaba –suspiro mientras intento relajarme, suspirar y tomar aire profundamente no ayuda, pillo un bocado de panqueque, eso ayuda un poco más. Recuerda, querido lector, si empieza tener pesadillas de matrimonios destrozados, gente encarcelada y sufrimiento imparable ¡come un panqueque! Eso siempre ayuda a mejorar las cosas.
Hiccup ladea un poco la cabeza. –¿Tiene relación con el sueño del ayer?
–Es una posibilidad que he tomado en cuenta, pero no tengo nada que lo confirme por completo. Sé que había al menos cuatro personas, una mujer, un hombre, y dos más. Sé que estaba tumbada en el suelo, que alguien muy delgado y pequeño me abrazaba mientras que el hombre y la mujer discutían.
Hiccup finalmente comienza a comer cuando ve que estoy un poco más calmada. –¿Sobre qué?
Me remuevo un poco incómoda antes de poder explicarle. –El hombre le había hecho algo a sus hijos, los hijos de ambos. No sé si precisamente esa otra persona y yo éramos sus hijos, lo más seguro es que sí. Ninguno dijo que había hecho, pero la mujer estaba horrorizada y él aseguró que no tuvo más opción, que tuvo que hacerlo porque los dioses no accedieron a mantenerlos alejados de él.
–El hombre quería divorciarse y los dioses no se lo quisieron permitir –murmura asintiendo, como intentando analizar toda la información posible–. Debería ser alguien importante si los dioses tenían voto en su vida familiar.
Aprieto con fuerza los labios antes de responder. –Era un semidiós –digo con cuidado, preguntándome si tan solo con mi mirada angustiada Hiccup había comprendido lo que estaba intentando decirle, no veo nada que me dé una pista en su mirada, así que tomo algo de valor y completo lo que me faltaba–, un hijo de Poseidón.
Lo veo apretando con fuerza la mano que sujeta el tenedor, intento extender una mano hacia él pero Hiccup con una mirada me da a entender que no hace falta.
–No pasa nada –me asegura, pero noto a la perfección que esa sonrisa es forzada–, sería idiota sino estuviera acostumbrado ya a escuchar lo horrible que son mis hermanos... ¿qué más sabes de él? Tal vez sepa de quién se trata, eso nos dará más pistas, ¿no crees?
Asiento con falsa firmeza. –Era un rey, ella dijo que lo maldecía a él y a su trono, que su familia lo maldecía también.
Él entonces hace una mueca divertida mientras pilla un trozo demasiado grande de panqueque. –Ya... eso no lo vuelve muy específico que digamos, cielo –se lamenta con algo de sorna en su tono de voz–, una vez que sabes que alguien es un semidiós lo común es que también sean parte de la monarquía.
No puedo evitar fruncir el ceño y soltar la siguiente tontería. –Pero tú eras...
Hiccup me sonríe con sorna. –Yo soy vikingo, que te sueles olvidar de eso –bromea con toda la tranquilidad del mundo, inclinándose un poco en mi dirección sobre la mesa–, los griegos creían que éramos todos unos bárbaros que no sabían ni hablar, que fuera el hijo del idiota marino no me ayudó en nada en intentar subir de puesto –sigue comiendo, como si no estuviera hablando con toda la tranquilidad del mundo de sus años siendo un esclavo–. Siempre oí que el rey descendía de uno de los Olímpicos, no recuerdo quién, seguro Zeus, Ares... tal vez Apolo, muchos espartanos adoraban a Apolo. Creo que el hecho de que su hermano mayor se lo montara de lo lindo con Afrodita fue prueba suficiente de que alguna relación con los dioses había.
Para calmarme y convencerme de que el ambiente no era pesado, suelto una risa burlona mientras niego con la cabeza. –No pongas imágenes raras de mi abuela en mi cabeza, hazme el favor.
Hiccup solo se ríe. –No puedes ir por ahí negando que los dioses follan, es básicamente todo lo que hacen.
–¡Eso no es todo lo que hacen! –digo entre risas–. ¡También dedican mucho tiempo en fastidiarnos la vida a todos los semidioses! ¡Se esfuerzan mucho en eso, tienes que reconocerlo!
Ninguno de los dos puede evitar relajarse por completo y soltar unas buenas carcajadas, creo que es algo que ambos necesitábamos, reírnos un rato de nuestras desgraciadas, de todos los golpes que la vida no ha dejado de darnos desde el inicio de los tiempos. Creo que es sano, poder reírte con calma de todo lo que te hace mal, poder quitarle ese poder por al menos unos segundos hasta que te das cuenta que tienes que lidiar con una forma más eficiente con ello.
Me pregunto si alguna vez a alguien considero posible la escena que ocurre en estos momentos. Un hijo de Poseidón aprisionado por tantos siglos por Quíone, simplemente pasando el tiempo con la hija de la diosa que lo encarceló con recelo y crueldad. Seguramente no, ni siquiera yo había sido capaz de imaginarme en una relación tan linda y sana, ni pensar que sería con un semidiós tan importante. Jamás me hubiera imaginado encontrarme con alguien tan vinculado de una forma y otra, esclavo de una parienta lejana, de una hija de Afrodita, hijo del dios que alguna vez mantuvo un romance tórrido con mi madre divina, antiguo prisionero del jardín de mi madre.
A veces quisiera, aunque nunca lo admitiré en voz alta porque no me gusta la idea de que me tiren rayos, que Zeus no fuera un delicadito con respecto a quien puede estar en "su cielo". Hiccup no puede subirse a un avión porque eso es terreno de Zeus y al ser un hijo de Poseidón eso significaría que el rey de los dioses tendría todo el derecho del mundo de pillar un rayo cualquiera y tirarlo sobre el avión lleno de mortales inocentes al que se monte. Si Hiccup no tuviera que lidiar con el señorito "no te montes en un avión o me indigno", lo llevaría a Noruega sin duda alguna, para que vea en que evolucionó su pueblo, para siquiera intentar saber algo de lo qué pasó con su pueblo, intentar encontrar la tierra natal de sus padres.
Intentar que vuelva a casa, tal y como lo merecía hace más de veintiún siglos.
Unas cuantas horas después de almorzar, Hiccup llega a mi habitación de momento a otro mientras se arremanga las mangas, lo siguiente que hace es pedirme algo muy raro a la par que me pasa un boli negro. –Dibújame algo, por favor.
Frunzo un poco el ceño, ante su petición, dejo a un lado el libro de mitos griegos que revisaba para buscar algo de Cleóbula o del hijo de Poseidón de mis pesadillas para tomar el bolígrafo. –¿Qué quieres que te dibuje? –pregunto, luego me doy cuenta de que solo ha traído el boli–, ¿dónde quieres que dibuje?
–En mis brazos –dice con obviedad, con una sonrisa tierna pero algo juguetona–. Quiero tatuarme la runa que te mencioné hace poco –me dice mientras alarga una de sus manos para entrelazarla con la mía, haciendo que me sonroje–, pero no sé dónde la pondría, así que quiero dejar que tú decidas.
No puedo evitar reír algo nerviosa por la situación, me acomodo para estar más cerca, me tomo mi tiempo para revisar lentamente todos sus tatuajes, las runas que tiene pero no comprendo su significado, la marca que tiene de Poseidón en un brazo diferente a las marcas que le dejaron Ares y Deméter con sus bendiciones. Rozo con mis dedos todos los tatuajes, en algunas ocasiones lo veo temblando levemente, pero eso no me detiene en ningún momento. El brazo izquierdo lo tiene casi completamente lleno, en el derecho hay mucho más espacio, pero no sé si quiero dejar esa runa en el mismo brazo donde está la marca de su padre, algo me dice que por eso mismo ese brazo está más vacío.
Me doy cuenta entonces que sus brazos no tienen absolutamente ningún tatuaje.
Podríamos decir que se me va un poco la olla con la primera idea que se me viene, porque empiezo a dibujar la misma línea simple una y otra vez en cada uno de sus dedos, decoro el dibujo un poco, no modifico la runa en sí, sino que la rodeo para que no se vea extraño. Ahora parecen una especie de anillos extraños, creo que se podría confundir de lejos.
Cuando alzo el rostro hacia Hiccup le sonrió orgullosa de mi gran obra de arte.
–¿Una runa por cada dedo? –me pregunta con algo de sorna.
–Obviamente –le respondo sonriente, él solo logra soltar una risilla para después rodearme la cintura con una brazo y tirar de mí hacia él. Me recuesto con gusto contra su cuerpo, apoyando la cabeza en su hombro derecho y usándolo básicamente como sofá–. Me gustan mucho tus tatuajes.
Él me da un beso en la cabeza mientras, como siempre, sus dedos acarician mi espalda. –Cuando la misión acabe me haré más... quiero tatuarme tu nombre en el pecho.
No puedo evitar reírme. –¡Dioses, no! –bromeo–. Eso es demasiado cutre, no te puedo permitir que hagas eso.
–No es cutre –se defiende de inmediato, haciendo una mueca infantil–, es romántico. Es un lindo detalle para mi futura esposa –dice completamente seguro, tomando mis mejillas con una sola mano para poder besarme en los labios.
Me estoy acostumbrando peligrosamente rápido a que me llame su futura esposa... este sireno apresurado sería incluso capaz de convencerme de que algo tan cutre como un tatuaje de ese estilo se vería bien...
Aunque esos pantalones naranjas cutres del Campamento Mestizo sí que le quedan bien a pesar de que incluso todos en la cabaña de Afrodita habían concordado de que no había manera de hacer que esa cosa funcionara de ninguna forma humanamente posible.
–Tengo tantas ganas de que esto se termine de una vez –me susurra poco después de que nos separemos–, te mereces algo de calma, una vida tranquila sin tener que aguantar al Olimpo haciéndote la vida un infierno –me aferro con fuerza a él mientras dice eso, removiéndome levemente cuando deja besos en la cabeza–. Bueno, también porque quiero casarme de una vez contigo.
Suelto una leve risilla. –¿Por qué tienes tantas ganas de casarte? –pregunto con genuina curiosidad, sé que en aquellos tiempos el matrimonio era realmente importante, por lo que tengo la duda si quiere casarse tan rápido solo por creer que esa sigue siendo la norma cultural.
Él se pone serio por unos segundos, eso logra que alce una ceja, nuevamente nos colocamos para estar frente a frente, Hiccup cada vez se ve más serio, más firme con su explicación, eso me preocupa un poco pero me esfuerzo en no demostrarlo.
Está a punto de empezar a hablar cuando algo choca contra el barco.
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Jejeje, amo los cliffhangers.
Sé que me leen de otros países, así que estoy segura de que por allí todavía es miércoles por lo cual, en cierto punto, no he actualizado esto tarde...
Es que he estado algo mala por el período estos últimos días y me olvidé por completo de que no había terminado este capítulo :'v
Pero oye, tenemos unos momentazos muy bonitos entre estos dos, algo es algo.
No hay mucho más que comentar además de que creo firmemente que tatuarte el nombre de tu pareja en el pecho me parece increíblemente cutre pero canónicamente Hiccup es del tipo que hace eso así que supongo que tengo que aceptarlo, sí es que en el fondo yo respeto el canon... más o menos.
