Guárdese la espada en los pantalones, señor Jackson... eso ha sonado fatal.


¿Sabes cuál es problema de tener problemas con tu padre divino y tener un hermano que no conoces y que se le parece demasiado? Pues que los confundes. Cosa que le ocurrió al pobre de Hiccup que, en cuanto vio al dos veces héroe del Olimpo de verdes ojos, tez morena, y una barba de pocos días, se pensó que tenía delante a su propio padre, a la nueva imagen de él que había llegado a ver en los sueños que me había comentado. Seguramente no tenía ni idea de quién era la mujer que estaba al lado, pero el simple hecho de creer que tenía delante a Poseidón había sido suficiente para que su sangre hirviera de la ira y no notase las lágrimas que me limpiaba del rostro, lo cual, cuando lo pones en perspectiva, fue algo bueno para mí.

–¡Eh! –no me di cuenta en qué momento Eumolpo había cambiado su apariencia. Su maquillaje era un tanto más elegante que antes y su ropa había cambiado por completo. Ahora usaba una camisa azul rey transparente con bordados de copos de nieve, unos pantalones negros ajustados con un trozo de seda como cinturón, unas botas con detalles blancos que parecían dibujos muy básicos de olas, y una capa con brillantina y pequeños diamantes que le cubría hasta por debajo de la cadera. Ahora imponía un poco más de respeto y no parecía que le había robado el outfit a una cazadora de Artemisa y a un playero cualquiera–. ¿Nadie sabe leer ahora? –pregunta ofendido señalando los carteles del techo–. ¡No armas!

Frente a nosotros Percy Jackson tan solo parpadea algo confundido, mirando fijamente los carteles que están colgados en los techos de cristales que justamente dicen aquello que Eumolpo gritaba "No armas". Sumamente confundido, el hijo de Poseidón regresa su espada a la forma de un bolígrafo y la guarda en su pantalón. Hiccup parece querer avanzar hacia él, pero en ese momento Evadne vuelve a estar a nuestro lado, ayudándome a detenerle.

–Calma, hijo de Valka –le dice y no tengo ni idea de cómo sabe ella lo importante que es para un vikingo ser referido de esa forma–, ese que tienes delante es uno de tus hermanos, no el rey de estos lares.

Hiccup mantiene la mirada fija en ella por unos segundos, segundos en los que yo tomo su mano y acaricio su brazo con delicadeza. Finalmente suspira y gira su cabeza para ahora observar a Eumolpo, respondiéndome al entrelazar sus dedos con los míos.

–Eh, ¿qué tal, hermano? –dice de momento a otro el héroe del Olimpo, visiblemente incomodo por todas las miradas sobre él que parecen tacharlo de villano, alzando las manos en modo de mostrarse inofensivo–. No hace falta que paréis la fiesta, solo recibí una petición de nuestro viejo –al reconocer los visitantes que Jackson se refería a Poseidón, un gruñido al unísono lo calló de la sorpresa, es evidente que no se esperaba aquello–... eh... una petición para llevar a un descendiente de Quíone y a uno de nuestros hermanos a su palacio.

Me quedo petrificada en ese preciso momento, que el aire escapándose de mis pulmones cuando reconozco de inmediato que Poseidón lo ha mandado a por mí, Hiccup me mira de reojo, dándome una sola seña para dejarme en claro que prefiere hacer arder el océano entero, de la manera más loca posible, antes de dejar que me lleven con su padre. Es por eso que no me sorprendo cuando me toma con firmeza para ponerme detrás de él, lo cual realmente es una manera bastante efectiva de mantenerme lejos de la vista de su hermano por lo alto que es y lo delgada que me he puesto en esta última semana en la que he estado comiendo tan mal y perdiendo tantísima sangre, Evadne también tira un poco de mí, quedando completamente cubierta por aquel muro humano que ambos descendientes del dios de los mares habían establecido con sus propios cuerpos. Intento ponerme de puntillas para seguir observando qué es lo que está pasando, pero no llego a ver absolutamente nada, tan solo escucho como la firma voz de Eumolpo retumba por todo el templo.

–Aquí estoy, pues –dice y me lo imagino alzando su rostro ante los héroes semidioses–. Un hijo de Quíone, uno de tus tantos hermanos, puedes ir adelantándote y comunicarle a nuestro padre que me presentaré ante él cuando vea conveniente y que si en alguna ocasión quiere volver a exigir mi presencia que lo haga sin montar sus espectáculos de diva resentida.

Me aguanto unas risas con la mano mientras que en el templo el resto de presentes se permiten reírse deliberadamente de Poseidón, chasqueando sus dedos en esa forma tan extraña que muchos decidieron que era mejor que aplaudir. Era una forma mucho más disimulada, no te lo niego, pero me hubiera muerto de la risa si de momento a otro toda esta gente empezara a aplaudirle a Eumolpo luego de la descarada crítica a su padre. Evadne es una de las que chasquea sus dedos y ríe con muchas más ganas que la mayoría, pero Hiccup tiene las manos en los bolsillos, está completamente quieto y el único movimiento que hace es sacar una de sus manos para llevarla hacia atrás y hacerme una seña para tomar su mano. Lo hago, evidentemente, no veo por qué debería negarme en lo más mínimo.

Escucho un carraspeo que doy por hecho que viene de Percy Jackson. –No, nos han enviado por unos semidioses... jóvenes.

–¿Qué insinúas? –lo corta Eumolpo con falsa indignación, nuevamente el templo se llena de risillas.

–Nada –una voz femenina se entromete antes de que ninguno más pueda decir absolutamente nada, su tono suena apresurado y algo angustiado, pero tiene unos tintes dulzones que deja en claro quién es su madre–. Disculpa que nos hayamos metido de esta manera en tu fiesta, amigo, no queremos pelea, solo queremos que nos digas si aquí han llegado un semidiós de Quíone y uno de Poseidón.

De momento a otro salen megáfonos y focos rojos desde las columnas y el techo. Una estridente alarma empieza a sonar por todas partes, haciendo retumbar el templo entero desde la primera hasta la última piedra que lo conforman, incluso me veo en la necesidad de mirar al vidrio que nos separa de toda aquella agua salada, temerosa de que el ruido insoportable tenga el volumen suficiente para reventar los ventanales. Una voz molesta y robótica entonces resuena sobre la alarma y las luces rojas que envolvieron de momento a otro toda la estancia se cambiaron por unos focos que apuntaron hacia un punto en específico.

ALERTA DE EMBRUJAHABLA.

¿En serio? ¿Todo esto porque Piper McLean estaba usando su embrujahabla?

ALERTA DE EMBRUJAHABLA.

Aunque, bueno, cuando me detenía calmadamente a pensarlo, en una fiesta de este tipo, con tantos descendientes de Afrodita, a sabiendas de que la gente terminará intimando demasiado, no solo era necesario un tazón lleno de condones, sino asegurarse que nadie se aprovechara de sus poderes para negarle a alguien la capacidad de consentir verdaderamente. No sé qué magia utilizarían para detectar cuándo y quién se atrevía a usar el embrujahabla, pero definitivamente no había diferencia alguna entre en un embrujahabla pensado para detener una pelea con el embrujahabla para llevarse a alguien a la cama. Ambos, aparentemente, merecían la misma vergüenza pública.

Veo y escucho a los descendientes de Afrodita abucheando a su hermana semidivina en cuanto la alarma y la voz robótica se detiene por completo. Incluso alguno que está a mi izquierda y a unas cuantas personas por detrás, pilla algo de impulso y tira hacia la heroína del Olimpo un vaso lleno de néctar.

Dioses, ni mi madre se había atrevido a tanto.

Piper McLean ya se estaba cubriendo, pero antes de que siquiera el néctar pudiera desperdiciarse, el vaso parece congelarse pero el contenido se mantiene completamente líquido y el recipiente parece imitar esa forma. Se mueve como una lenta y suave marea hasta que se detiene en un punto que no puedo ver, intento retomar mi sitio al lado de Hiccup, pero todo lo que consigo es que Hiccup voltee hacia a mí y, con la mirada más angustiada que jamás me ha dedicado me pide que me quede detrás de él.

No es justo, me ha puesto los ojitos de cachorrito para que acepte.

Doy por hecho que lo poco que vi era nada más ni nada menos que los poderes de mi hermano en todo su esplendor. Manejar el hielo, agua congelada, agua en estado sólido, como si todavía fuera un objeto líquido fue sencillamente espectacular, cualquier otro pensaría que no es absolutamente nada serio, seguramente cualquier hijo de Poseidón se hundiría en hombros y lo vería como algo completamente normal. Pero yo lo apreciaba tal y como era, una combinación de dos mundos tan similares a la perfección. No es solo una buena y evidente combinación, sino que ha sacado de ella todo su potencial.

¿En qué momento empecé a apreciar tanto a Eumolpo?

–Repito –escuchar su voz me emociona–, ¿no sabéis leer? –sé a la perfección, por la luz que ahora apunta al cartel de NO EMBRUJAHABLA que ahora mi hermano señala a susodicho cartel–. No hace falta que uses tales formas, hija de Afrodita, si vuelve a ocurrir me veré obligado a expulsarte fuera de este templo.

La respuesta de ella es o bien muda o es entregada en un volumen muy bajo, porque todo lo que escucho después de eso es la insistencia del héroe del Olimpo.

–Escucha, no queremos molestar a nadie ni arruinaros la fiesta, es solo que nuestro padre ha insistido en que llevemos a esos semidioses ante él, ha insistido con que es sumamente importante, que pueden ser incluso peligrosos.

El frío invade de momento a otro toda la estancia y sé a la perfección que no es por mis emociones.

–¿Peligrosos? –escucho a Eumolpo repetir–. ¿Peligrosos? –insiste en forzar a su hermano a que repita sus palabras, como si fueran el mayor insulto posible, no sé que está ocurriendo, solo sé que el frío se va acumulando hacia su dirección y que la gente se va apartando poco a poco–. Yo te enseñaré de peligro, niñato consentido.

Las voces me hablan apresuradas.

No dejes solo a tu hermano.

No sé cómo lo hago, pero me suelto del agarre de Hiccup y empiezo a correr hacia ellos. Me choco bruscamente con uno que otro, pero antes de darme cuenta estoy justo delante de ellos. Con el corazón latiendo a mil por hora, con la angustia dibujada en mi rostro, con sus miradas sobre mí, y con los ojos clavados en la estaca de hielo y vientos que Eumolpo formaba en su mano. Su ataque se detiene y sé a la perfección que no quería que me mostrara ante esos dos, sus ojos preocupados me lo dicen a la perfección.

–Soy yo –digo, ignorando el llamado de Hiccup y los pasos que Eumolpo da para intentar quitarme de toda la escena–, soy yo a quién buscáis. Yo soy la hija de Quíone.

Ellos parpadean, confundidos, asombrados, enmudecidos por unos segundos.

Siento entonces el cuerpo de Eumolpo colocándose entre esos dos y yo, también, y casi de inmediato, siento a Hiccup intentando tirar de mí para alejarme lo máximo posible de su hermano y de la hija de Afrodita que derrotó a mi madre.

–Pero –es ella, Piper McLean quien logra hablar. Las voces también lo hacen, recordándome que no hay hijo de Poseidón digno de confianza, recordándome que el único motivo por el que Quíone no pudo acabar con los tripulantes del Argo II y lograr así que Gea ganara la guerra había sido las habilidades de aquella mujer que tenía delante de mí–, eres solo una cría.

Todo el veneno que no tenía ni la más remota idea que acumulaba contra aquella mujer se me escapa en una simple frase. –Y tú solo eres una anciana.

El templo entero se queda en completo silencio por unos largos segundos en los que aprieto los puños con ira, Eumolpo me alza las cejas e Hiccup parece entre molesto y encantado conmigo. Los héroes del Olimpo se miran entre ellos de reojo, incrédulos que esa haya sido mi respuesta ante sus palabras.

De pronto alguien estalla en carcajadas y antes de que pase un segundo alguien más lo imita. Antes de que siquiera pudiera darme cuenta de que la última vez que había llamado anciana a una mujer de su edad me había ganado un puñetazo que me rompió la nariz, el templo entero estalló en grandes carcajadas y comentarios a mi favor y en contra de Piper McLean, algo me dice, por las dulces voces que suena, que la mayoría de aquellos que la señalan son sus propios hermanastros.

Cuando finalmente la gente se va calmando un poco, Percy Jackson nos dirige una mirada seria a Hiccup y a mí. –Bueno, ya os habéis divertido, ahora acompañadnos.

Estoy a punto de aceptar, Hiccup está a punto de negarse y mandarlo a tomar por viento; pero es Eumolpo quien habla primero.

–¡Evadne queda a cargo del Templo Quíone hasta que regrese! –anuncia con una voz tan potente que hace que todo tiemble un poco. Ante nuestras miradas llenas de duda, Eumolpo se limita a retar con la mirada a Percy Jackson–. Si llegaste a creer por un solo segundo que dejaré a mis hermanitos solos contigo y con ese bodrio de padre que tenemos estás muy equivocado y seguramente eres mucho más imbécil de lo que jamás me hubiera atrevido a pensar, Perseo Jackson.


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Hiccup "Me pelearé con mi padre por mi novia" Haddock, my beloved.

Yo sencillamente adoro tener a Eumolpo siendo extremadamente protector con Elsa e Hiccup, los dos están chikitos y él los va a proteger xd

Elsa llamando a todo el mundo viejo es mi mood. No se si ya consideráis que es una broma tonta, pero es que la disfruto demasiado xd