Mi camarote asignado era pequeño, apenas una litera bajo el ojo de buey, dos pasos y la puerta en la pared contraria. No había espacio para una cómoda o baúl en donde guardar mis ropas que se mantenían en el bolso básico de la marina. Mucho menos para un escritorio. Pero no era como si necesitara más. Comía en el casino, tenía el baño compartido con las pocas marines femeninas que nos acompañaban y pasaba todo el resto del día en cubierta intentando sobrevivir al entrenamiento espartano de Ryu. Estaba satisfecha, aún más si tomábamos en cuenta el hecho de que, contrario a la base marina, este camarote era solo para mí. Y tal vez fue por eso que la comodidad de la soledad y un pequeño refugio privado instintivamente soltaron varias de mis ataduras.

Habíamos entrado al Grand Line hace una semana y el cambio constante del clima fue para mí, motivo de asombro. Ver a todas estas personas corriendo de un lugar a otro con gracia y calma mientras el cielo se rompía a pedazos en nuestras cabezas y el mar se levantaba sin gravedad debajo de nuestros pies fue esclarecedor, en todos los sentidos. Empezando por el hecho de que sí, este mundo que pudo o no ser ficticio en algún momento, era real. Completa e inequívocamente real. Que este mundo no solo consistía en esa isla del South Blue tranquila y de clima predecible. Que no solo mis vecinos eran de carne y hueso, que no solo mi madre, Emma, era real. Que también existía todo un mundo fuera de la burbuja de colores cálidos y brillantes, manzanas y brazos maternales. Que efectivamente, este era el Grand Line.

Entonces sí, puede que ese pensamiento, esa confirmación irreversible, haya calado más hondo en mi inconsciente de lo que pude haber creído mientras mis ojos ser maravillaban de la incongruencia del mundo que estaba habitando. La comodidad sólo ayudó a hacerme las cosas más difíciles eventualmente.

"ugh..."

Estaba durmiendo esa noche como todas las demás. Ojos cerrados con fuerza, hecha una bola envuelta entre frazadas delgadas y el vaivén de la lámpara colgada en lo alto de la cabina.

"...ack... uff"

La luz de la luna entrando por el ojo de buey creaba formas sombrías sobre el piso y las paredes. El crujido típico de un barco, la madera cortando las olas.

"...ugghh... hic"

Era cuestión de tiempo, que la comodidad sería mi peor enemiga para los años venideros.

"ack... ¡Ak! KIIggh. hic...hic..."

Mi respiración era difícil, mi frente sudorosa, y cuerpo tembloroso. Me agitaba más y más.

Sabía que no podría detener los sueños por mucho que lo intentara, mucho menos ahora que a esas horribles pesadillas de una yo anterior se le sumaron las diferentes expresiones de una madre que nunca más tendría. Pero al menos había logrado acallarlas hasta una mínima queja durante mi estadía en la base marina.

Después de intentar tan duro de mantener mis gritos para mí misma, de morderme el interior de mis mejillas y despertar con el sabor a hierro en mi boca, no pude evitar que esta comodidad soltara lo que no debía escapar.

Mis gritos.

"¡Aackkk...!"

El azote de la puerta y la sombra oscura abalanzándose hacia el camarote ahogó lo último de mis gritos en un gemido lastimero.

La habitación se mantuvo oscura, cubierta de un tenue azul y blanco. Mi visión era borrosa mientras tomaba nota de la sombra de un hombre acercándose a pasos tranquilos y confiados a mí. Mi puño se cerró con fuerza, mis uñas clavándose en las palmas mientras trataba de hacer que tanto mi cerebro como respiración volvieran a estar en sintonía.

Estuve a punto de atacar al intruso sino fuera porque su suspiro, un suspiro de derrota y cansancio que se estaba volviendo habitual escuchar durante el día, me volvió a conectar a tierra.

"...¿Ryu?"

Se sentó en la litera, junto a mi cuerpo tenso y crispado, listo para saltar en cualquier momento a pesar de haber identificado a la no amenaza. Estaba débil. Mi mente más que mi cuerpo.

"Ah..." Suspiró con la vista en el balanceo de la lámpara arriba. "Te tomó tiempo."

"..." Mi respiración se escucha en la habitación de forma dolorosa. Mis ojos nublados no lograban enfocarse adecuadamente por mucho que cerrara y abriera los párpados.

"Oye..."

Me estaba llamando. Sabía que me estaba hablando a mí, después de todo no había nadie más en las cercanías. Mi haki reiniciando su funcionamiento. Pero solo un gemido vergonzoso y lamentable salió de mi boca cuando intenté responder.

"Oye..." Repitió.

Olí provocando un ruido asqueroso. Me sentía tan frustrada, enojada, asustada... débil.

"Oye... Yua-" Tomé una respiración brusca e instintiva al escuchar mi nombre de su boca. Mi nombre. El nombre que nadie debía conocer. ¿Por qué...?

No supe como lo estaba mirando, tampoco lograba ver su expresión detrás de la nube molesta sobre mis ojos, pero él levantó su mano con movimientos lentos, cuidadosos, ayudándome a entender que lo que estaba haciendo no era para dañarme, como si estuviera tratando con un animal herido. Como si a cualquier amenaza vista saltaría sobre él sin pensar en las consecuencias. Lo que hubiera hecho de no ser por su prudencia.

"Yua." Repitió, llamándome en voz baja pero segura. Pronunciando mi nombre en secreto del mismo mundo. Tragué el quejido crudo en mi garganta y cerré mis ojos instintivamente al notar la cercanía de su mano en mi rostro. Estaba asustada, tan débil. Pero lo que sentí no fue un golpe, no fue frío, no fue metal, acero ni miedo. Fue esa rasposa sensación de sus dedos callosos en mi mejilla, subiendo por mis pómulos hasta las pestañas. Y cuando abrí mis ojos, la mitad de mi vista se hubo aclarado.

Ah... estaba llorando.

"Yu-"

"¿Cómo lo sabes?" Pregunté en un susurro tembloroso, volviendo poco a poco a estabilizar mi estado mental. "¿Cómo sabes mi nombre?"

Ryu se mantuvo ahí, bajando su mano a un costado de su cuerpo para apoyar su peso, con rostro tranquilo y perezoso. Frunció sus labios mirando la molesta lámpara aún apagada. Froté mis ojos rápidamente tratando de eliminar las vergonzosas muestras de debilidad.

"Soy un agente del gobierno, del Cipher Pol. ¿Cómo no sabría tu nombre real?"

"..."

"Ah... Eres molesta como el infierno." Se quejó mirándome con ojos entrecerrados, pero continuó. "No soy como esos idiotas de blanco. Buscar registros no es difícil si se sabe lo que estoy buscando en primer lugar." Sacó un cigarrillo de su chaqueta y lo encendió. Entre humos y aroma a tabaco prosiguió. "Niña de 9 años de edad, inteligente, cabello rojo," Me lanzó una mirada divertida cuando salté al escucharlo enumerar. "desde ahí, fue bastante fácil. La única niña de pelo rojo en la isla. Ni siquiera tu madr-"

"Detente ahí." Lo detuve con el rostro escondido en las sombras. No quería. No podía escuchar el nombre de mi madre de él ni de cualquier otro. No el de Emma. "Entiendo, solo... detente ahí, por favor." insistí suplicante, voz baja y respiración entrecortada.

Ryu no contestó nada, pero su silencio fue suficiente alivio por el momento.

Había un gran riesgo con que supiera mi color de cabello real, más si era tan bueno encontrando información. No obstante, en ese momento, no había cabida para preocupaciones que giraran en torno al bastardo. Así que lo ignoré.

"No... no me llames así de nuevo." Inhalé. "No quiero que lo sepan." Exhalé. "Por favor, mantenlo en secreto. No quiero... yo... simplemente... por favor..." Rogué. Voz diminuta, temblorosa.

Con mi cabeza gacha, mis oídos se agudizaron ante el sonido del tabaco quemándose y transformándose en cenizas, las olas chocando contra el buque, el chirrido de la lámpara colgada, y la exhalación de un hombre cansado volviéndose humo espeso y almizcle.

"De acuerdo." Accedió después de unos minutos. No detuve el suspiro de alivió, no tenía fuerzas para hacerlo, ya ni siquiera podía fingir que estaba bien, así que lo dejé. Acepté ser débil esta vez. Y Ryu se aprovechó de ello.

"Pesadillas." Dijo conocedor. "Tu informe médico en la base marina tenía una hoja especialmente dedicada a ellas. No quisiste hablar sobre eso aunque tus terrores nocturnos te dejaran en un estado... inestable, pero fueron mejorando con el correr de los días. Eso decía el informe, pero tenía la sospecha de que ese no era el caso." Podía sentir su mirada aguda sobre mí. "Veo que tenía razón."

Me hundí aún más en mi misma. Las frazadas enredándose entre mis piernas para evitar que escapara.

"Tu personalidad es una mierda y tu carácter llega a ser ridículo en comparación con otros niños de tu edad." Fruncí el ceño justo cuando Ryu levantó mi rostro con su mano empujando mi quijada sin delicadeza, ojos aburridos que escondían una agudeza afilada. "Y sin embargo perfectas para un estafador, un infiltrado, un asesino." Pronunció lentamente.

Acercó su rostro al mío olvidando todo cuidado que mantuvo en un principio, el aroma del cigarrillo entrando de lleno a mis fosas nasales. No era desagradable.

"Pensar que una mocosa de 9 años poseía un haki tan escandalosamente llamativo, que una mocosa de 9 años fue capaz de engañar a toda una base marina por su cuenta, que una mocosa de 9 años era capaz de esconderse a sí misma hasta el punto de controlar sus reacciones a las pesadillas en meras semanas si no días." Ryu sonreía, casi desquiciado. "Claro, era solo cuestión de tiempo hasta que algo en toda esa apariencia se rompiera. No eres perfecta después de todo. Al menos no aún."

Se alejó volviendo a su posición inicial sin perder la sonrisa inquietante. "Aún te falta mucho, pero no dudo que llegarás ahí eventualmente." Se levantó en esa postura despreocupada pero imponente. "Espero mucho de ti... Yua." Dijo mi nombre en un susurro juguetón ganándose una mirada fulminante mía. "Tranquila. No le diré a nadie. Será nuestro secreto."

Alcanzó a dar un paso hacia la puerta antes de alcanzar la manija. Se detuvo un par de segundos. Y sobre su hombro, con rostro inexpresivo habló, "Pero será mejor que arregles tu control rápido..." Abrió la puerta. "...es molesto verte actuar débil." dijo en un murmullo casi inaudible mientras salía y la oscura calma volvía al camarote.

Débil.

Era demasiado débil.

Mis puños temblaban. La sangre ahora goteaba de ellas. Mis uñas clavándose más y más, y sin importarme.

Necesitaba fuerza. Poder. Sin importar a qué costo, tenía que obtener ambas para mantenerme a flote hasta que haya cumplido con mi objetivo. Para alcanzar a Shanks. Y destruirlo a pedazos de sí mismo.


"Ten." Me lanzó una máscara con forma de zorro. "Pruébalo."

"¿Podré ver con esto?" Lo coloqué sobre mi rostro.

...

"Mantente viva." Dijo mirándome fijamente.

Cerré los ojos enfocándome en las brisa fresca del mar y luego los abrí con decisión, tomé la máscara entre mis manos y me puse de pie. Le di una sonrisa ladina y dije firme: "¡Sí, Ryu-san!" Di media vuelta y caminé a mi camarote.

Era momento de seguir adelante.


"¿Cuál es tu nombre?"

"No tengo."

"No seas engreída, mocosa."


"Desde hoy, serás la recluta 55382. Recuérdalo."


"¿Qué es esa máscara? ¡Quítatela!"


"Esa recluta ya es lo suficientemente fuerte para avanzar al segundo nivel."

"Es una genio."

"Es demasiado pronto para llamarla genio."

"Hump. No es lo suficientemente buena, ni siquiera sabemos de qué cuchitril salió."

"¿Sus papeles no lo dicen?"

"Esa mocosa descarada... No sé qué trucos usó, pero es la única que tiene sus papeles completamente en blanco, y se niega a decirnos algo."

"Entonces alguien poderoso la está respaldando."

"Dentro de los campos de entrenamiento, el respaldo no es aceptado."

"...Ten cuidado."

"Hump. Eso no será necesario."


"SUel- ck – tame!"

"…"

"Dej- jame – ir"

"..."

"¿¡Qué-kc qué eres-"

"Puedes hacerme sangrar.

Pero jamás podrás matarme."

CRACK


"Recluta 55382, tu castigo será reducido."

"¿...reducido?"

"Volverás al entrenamiento mañana mismo."


"Es una genio. No hay duda."

"¿Cuál es su nombre?"

"N.N."

"¿Ene?"

"No tiene nombre."


"¡Esta vez te superaré, repugnante zorro de colores!"


"¿Zorro de colores? ¿Es por su cabello?"

"Eso es divertido."

"Oye, ¿Qué tal, Reinbofokkusu?"

"Que nombre tan ridículo."


"Ya no hay nada más que se le pueda enseñar."

"Aprendió todas las técnicas del Rokushiki en 1 año y medio."

"Está lista. Los altos mandos ya tienen un ojo en ella y están pidiéndola como un agente enumerado."

"¿A cuál la enviaremos?"

"Probemos con el CP más alto primero. No quiero enfadarlos si uno más bajo la obtiene."

"En ese caso, el CP más alto interesado es..."

"¿Qué? ¿Cuál es?"

"...CP-9"


Año 1516 – Enies Lobby

"¿Es ella?"

"Lo es. Mira su máscara de zorro."

"Su cabello también es naranja chillón."

"Es más pequeña de lo que pensé."

"Al parecer sólo tiene 13 años."

"Espera ¿estás diciendo que es la próxima Rob Lucci?"

Era extraño que todos esos marines estuvieran susurrando sobre mí como si fuera alguien famosa. En estos cuatro años terminé acostumbrándome a la frialdad del campo de entrenamiento, donde cada uno se preocupaba por sí mismo sin importar lo mucho que destacara uno o la repentina muerte del otro.

Ryu no mentía cuando dijo que sería un infierno, o un campo de guerra. Es sólo que la guerra no fue contra los reclutas o los... instructores, sino contra uno mismo. El entrenamiento fue tan duro que no dudo que los niveles de mi fuerza de voluntad rompieran sus propios límites mientras trataba de sobrevivir cada día.

Fue una suerte que trabajé mi cuerpo desde muy pequeña y que mi mente no era la de una simple niña. De no ser ese el caso, no estoy segura de haber salido viva de ese lugar.

De los tres niveles: Principiante, Intermedio y Avanzado, no estuve más de dos semana en el primero. Todo debido a que se enfocaban a trabajar la resistencia, algo de lo que solía enorgullecerme en villa Hare. Los instructores notaron que el nivel no me causaba ninguna dificultad por lo que me ascendieron a Intermedio. Ahí pude comenzar a sentir la pesadilla. Enfocarme en mi fuerza nunca fue mi fuerte, pero tuve que sentir el cambio de nivel exponencial con todos mis músculos y huesos. Una experiencia que no quisiera repetir.

Dos años y medio estuve en el Intermedio antes de que me dieran el visto bueno y continuara con el Avanzado. El Rokushiki. Todos sufrimos una sorpresa, incluida yo. Resultó que el manejo y control del Rokushiki, que en teoría debía tardar varios años en dominarlo, no fue un problema para mí. Supuse que el entrenamiento Intermedio tendría que ver con mi manejo casi perfecto de las técnicas de este arte marcial, pero más tarde me enteré que reclutas mucho mayores aún estaban estancados en lo básico de la técnica. Entonces no estaba mal llamarme genio.

Pero no todo era simplemente entrenamiento físico. A pesar de ser una genio en el Rokushiki, no me satisface decir que muchas veces estuve a punto de morir, pues había que adaptar el cuerpo no solo a la lucha, sino también a la sobrevivencia.

De días hasta semanas e incluso un mes entero sin dormir o comer, generar resistencia a cientos de venenos diferente, al dolor físico y a los juegos mentales. Más veces de las que puedo contar estuve a punto de rendirme, pero entonces todo por lo que había pasado anteriormente no significaría nada y terminaría en el olvido tal como muchos otros. No podía permitirme eso. Al menos no morir de esa forma tan lamentable. Primero tenía que dejar una huella, una marca tan grande en este mundo que superaría el tiempo.

Entonces, del mismo modo tuve que aprender geografía, matemáticas, cultura, historia y etiqueta. Siempre que se nos negaba dormir comenzaban las clases con diversos tipos de conocimiento. Todo para una infiltración o misión exitosa. ¡Ah! Claro, también nos lavaban el cerebro influyéndonos días y noches sobre cómo el gobierno mundial, los Tenryubitos y el Gorosei, eran los pilares más importantes de este mundo, y que sin ellos, el mundo estaría perdido.

Un verdadero infierno que no quisiera tener que repetir. Lo único bueno que pude sacar de ello, fue la fuerza que el día de hoy poseía. Una fuerza que seguiría cultivando con experiencia estos siguientes años que vendrán.

Detuve mis pasos frente a la oficina principal del líder del CP9. Las enormes puertas de blanco inmaculado se mantenían selladas, pero no me fue difícil saber con Haki que ya había dos personas reunidas al interior. Una mucho más fuerte que la otra.

Revolviendo mis recuerdos y uniéndola con información recién recopilada, supe que una de las personas sería Spandam, mientras que la otra presencia podría tratarse de Fukurou, Kalifa o el tan famoso Rob Lucci, con quien me comparaban.

No conocía a ninguno y por ello me era imposible distinguirlos con mi Haki. Hace a penas unas horas salí oficialmente del campo de entrenamiento para dirigirme a Enies Lobby y no conocía las firmas de presencia de todos aquí. Sin embargo, mis oídos agudizados pudieron escuchar los rumores de que esos tres miembros del CP9 junto con otros de las series inferiores se encontraban en las instalaciones de la isla judicial.

Podría ser Fukurou. Él era el único miembro que poseía el Te-Awase y seguramente los superiores querían conocer el valor de mi Doriki. Sin embargo, mi instinto me gritaba que no era él. El nivel de poder de la segunda presencia era casi abrumadora y mucho más fuerte que yo en este momento. Era incluso mayor de lo que recordaba de Ryu hace cuatro años.

No había duda. Era Lucci.

Segura de que no me encontraría con una sorpresa, golpeé la puerta imitando un ritmo cualquiera para hacerles saber de mi presencia, la cual había mantenida oculta hasta terminar con mi veredicto. Hubo un sobresalto en la presencia de Spandam, pero Lucci, que seguramente había escuchado mis pasos que no quise insonorizar, se mantuvo estable.

"¡Adelante!" Gritó Spandam ya previniéndome de un dolor de cabeza por su voz molesta. Agradecí tener mi máscara para que no viera mis expresiones de disgusto o ya tendría problemas en mi primer día de evaluación.

"Con su permiso" Canturrié en voz bajita como si estuviera intimidada por la atmósfera.

Cerré la puerta detrás de mí y me acerqué con pasos rápidos pero firmes al escritorio de piedra. ¿No era incómodo? Terminé deteniéndome a unos pasos por delante del, efectivamente, miembro más fuerte, Lucci, sentado en uno de los sofás al costado del despacho.

"Así que tú eres la Reinbofokkussu de la que tanto he escuchado hablar."

"¡Así es, esa yo! ¡Mucho gusto, jefe!"

"JA, eres una recluta que sabe su lugar ¡Perfecto!" Sonrió con orgullo. "Sigue llamándome así. Incluso si aún no es oficial, si das buenos resultados, yo seré tu jefe."

"¡Por supuesto, Jefe!" Resalté el título obteniendo su risa satisfecha como respuesta.

Luego continuó hablando mientras yo asentía con efusividad cada vez que era necesario, mantenido siempre mi aura amigable e infantil. Por su personalidad sabía que sólo quería destacar su superioridad con algún tipo de monólogo. Así que ignoré el resto manteniendo sólo un poco de atención a sus palabras, lo justo y necesario. El resto de mi atención se fue a observar el lugar y analizar a Lucci.

La oficina era amplia con muros de concreto sólido, grandes ventanas y una apariencia elegante y fría. Lo mejor era la vista, directo al anillo de cataratas y al resto de toda la isla de la justicia. Una vista inquietantemente hermosa. No obstante, lo más destacable de la habitación era él, Lucci.

Sentado de forma imponente con su traje negro, una paloma en su hombro, quieto como una estatua en el sofá verde, me miraba con ojos fríos y escrutadores, analizando cada una de mis acciones en un intento de ver más allá de mi apariencia. Su cuerpo podría mostrarse lánguido y quieto, pero el brillo de sus ojos era vivaz. Estaba interesado. Podría estarle picando la curiosidad por una niña de 13 años que fue aprobada para tomar un puesto dentro de los CPs. Una historia parecida a la suya.

Aún no estaba decidido a qué serie del Cipher Pol pertenecería, pero al parecer enviarían a alguien conmigo para mi primera misión. Tuve mis dudas, pero conocía la posibilidad de que el que estuviera a cargo de mí, sería un miembro del CP más fuerte, el CP9. Con un expediente como el mío, con meros cuatro años de entrenamiento formal pero ya considerada lista y preparada para el trabajo, era obvio que habría muchos ojos sobre mí y mis probabilidades de crecimiento.

Sin embargo, no era esa la razón por la que enviarían a otro a una primera misión que por lo general, era en solitario. Los superiores no querían medir mi fuerza que ya ha sido demostrada en combates de entrenamiento, sino en mis capacidades como informante.

Mis ojos observadores y cerebro analítico fueron descubiertos por los instructores durante las clases de estrategia. Destaqué mucho por ello, incluso más que por mi fuerza. Entonces no era difícil saber el porqué muchos marines y agentes del gobierno conocían sobre mí. Los rumores junto con mi apariencia distintiva hicieron que incluso sin conocerme me dieran un alias: Reinbofokkusu, el zorro arcoíris.

Siendo sincera, no me gustaba. Era estúpido, aún conociendo las razones: mi máscara de zorro y el color de cabello que cambiaba constantemente, no pude encontrarlo intimidante para la futura villana que planeaba ser. Sin embargo, un día estando aquí me hizo darme cuenta de cuan difundido estaba el nombre. Ya era demasiado tarde para hacer algo al respecto. Mi destino estaba sellado. Así que decidí tomar una personalidad que fuera acorde al nombre para nada intimidante que me dieron. También ayudaría a acercarme más fácilmente a los personajes.

Entonces mi Haki siempre atento como una segunda naturaleza, captó la presencia de alguien dentro del rango de nivel fuerte, que no era exponencialmente poderoso como Lucci, pero si destacaba lo suficiente dentro del promedio de los agentes del gobierno que fui conociendo. Y por el movimiento leve, casi imperceptible de la oreja de Lucci, él también lo sintió. El único que parecía ajeno a esto era Spandam. El estúpido y débil como una mosca, Spandam.

Si llegaba al CP9, ¿este idiota sería mi jefe?

Era un pensamiento desesperanzador, pero del mismo modo, era el paso más rápido para llegar a donde quería, el CP-Aigis0.

Me bastó darle una sola mirada para saber quien era la persona redonda, grande y con una cremallera en la boca. Fukurou. Por supuesto, queriendo tomarme por sorpresa para poder medir mi Doriki.

Tuve un pequeño lío mental en el que no sabía como reaccionar. No me gustaba el dolor así que recibir el golpe fingiendo ignorancia estaba descartado. ¿Debería simplemente esquivarlo? ¿Hacerme sentidos sordos en cuanto a sus intenciones y evitar que conocieran mi fuerza? Pero sería un problema si no demostraba merecer el puesto del CP9. Además, el Doriki era una unidad de medida para la fuerza bruta, y por tanto el Rokushiki. Mis otras habilidades, como el Haki serían desconocidas para todos a no ser que yo los mostrara. Entonces solo quedaba una cosa. Golpearlo.

Segundos antes de que impactara su enorme bocaza contra mí, estiré mi pierna derecha y con una fuerza considerable lo mandé al lateral contrario de la oficina.

"¡Whaa! Chapapa" ¿Era eso un tic verbal?

"¡¿Qué fue eso?!" Pregunté sorprendida.

"Fukurou." Saludó Lucci, prácticamente ignorándome con su actitud.

Fukurou se levantó de su lugar sin inmutarse demasiado por la fuerza tras mi patada y puso expresión pensativa. "Veamos…"

Los tres estábamos expectantes por el resultado. No conocía cuál era el nivel de Doriki para Lucci ni ninguno de los miembros del CP9 en estos momentos. Bueno, tampoco para el comienzo del canon. Era ese tipo de detalles a los que nunca les presté suficiente atención como para recordarlo. Pero gracias a mi avanzado Haki de Observación, me era posible hacer una leve estimación del rango de poder entre ellos. Entonces supe de inmediato que yo era mucho más fuerte que Fukurou.

"¡1640 Doriki – Chapapa!"

"¿Eh?" Ladeé mi cabeza en interrogación al hombre redondo. Los ojos abiertos de Lucci lo miraban como a una máquina averiada.

"Eso sí que es fuerte -Chapapa. Incluso más que Kalifa, Kumadori y Blueno."

"¿¡1640!?" Spandam me miró sin creérselo por completo.

"¿Eso es bueno?" Insistí.

Revisó los documentos y luego levantó la vista nuevamente. "Con sólo 13 años y ya tienes un Doriki de 1640. Serás una gran adición al CP9." Rio con avaricia.

"Ya veo ¡Entonces es bueno!" jugué con mi papel de infante riendo junto a Spandam. "¡Oh, cierto!" Llamé su atención "¿A quién debo acompañar en esta misión?"

"Se ha decidido que seguirás a Lucci." Apuntó hacia él, quien ya se había recuperado de la sorpresa. "´Tú deber es traer toda la información que puedas recopilar"

"¿Todo? ¿Nada en específico?"

"¡Si quieres pertenecer al CP9 tu deber es traer toda la información importante y que podamos utilizar!" Acabó riéndose mientras alardeaba sobre lo fuerte que era el CP9.

Rodé mis ojos. Era tan molesto.

Miré a Lucci mientras este se ponía de pie.

"Partiremos ahora, jefe"

"Sí sí sí. Váyanse y vuelvan cuando la misión haya sido cumplida." Dijo con arrogancia despidiéndonos sin interés mientras volvía a su asiento.

"¡Oh! Jabra otra vez se comió el zapato de Lucci mientras dormía-Chapapa"

"¡Jabra no es un perro!"

"¡Ah! ¡Espérame Lucci-san!"


No fue hasta que estuvimos en el barco que supe cual era nuestro destino. El North Blue.

No había más información que esa. Lo que debo decir que me frustró bastante. Eso nos lleva al minuto actual.

El marine a cargo de nuestro barco me miraba con el ceño fruncido como si fuera una molestia.

Sabía que las cosas serían así. Era obvio. Los hombres de cargos altos se creían superiores a una niña de 13 años recién salida del campo de entrenamiento más exhaustivo e infernal que pudiera existir. Todo porque no tenía experiencia.

Bueno, eso es un error que no debió de cometer. Si hay algo que me molesta, es que mis llamados subordinados me subestimen. Porque eso es lo que eran los marines para un agente del Cipher Pol. Nada más que meros lacayos.

"Ahora si me disculpas, tengo un barco que dirigir, niñita." Me dio la espalda enfrente de todos los otros marines en la cubierta.

"Eh…? ¿Niñita?" Mi voz era perezosa, haciendo que cada sílaba y consonante saliera arrastrándose de mi lengua.

El Comodoro se detuvo. Sus músculos tensos, su pie en el aire sin poder terminar de dar el paso firme que lo mantendría alejado de mí. El cambio fue tan brusco, que los marines atareados en sus obligaciones, de igual forma se detuvieron a mirar incomprendidos a su mayor.

Había dejado salir mi Haki. Pero no como una fuerza pura, sino viciosa. Una fuerza invisible que infundía miedo a mi objetivo. Una forma bastante interesante que descubrí mientras experimentaba. La fuerza de voluntad tenía varias formas de manifestarse, mi favorita era ésta. La que en lugar de hacer arrodillar a un hombre, lo quebraba mentalmente. Al menos esa era mi meta. Hasta ahora, sólo podía hacerlos sentir terror, pero confiaba en que mi objetivo no estaba tan lejano.

Jugando con la cinta negra de mi blusa blanca sin mangas, y tomando el viento para que los volantes sueltos de mi falda sonarán como la bandera en lo alto del mástil, me acerqué a paso juguetón al Comodoro. Mis botas de cordones repiqueteando contra la madera de la cubierta se detuvieron justo enfrente del marine. Y en ningún momento le quité de vista, para que supiera a través de su sentido de alerta y peligro que ahora mismo estaba bajo asecho.

"¡Llámame Ene! No tengo nombre, así que todos me llamaron Ene, como la letra para sin nombre." Solté una risita amistosa.

Watame es un nombre que nunca más quisiera escuchar. Gracias. Así que preferí ser No Name. En conclusión, Ene.

"Ya-Ya veo"

"Entoooonces…"

"¿S-Sí?"

"¡Ene! ¡Dime Ene!" Chillé frustrada.

"¡Ene! ¡Sí, por supuesto! Me disculpo Ene-san." Respondió saliendo del aturdimiento momentáneo en el que lo había hecho entrar, y se inclinó disculpándose.

Soltó un suspiro de alivio cuando baje los niveles de mi Haki, sin hacerlo desaparecer por completo.

"Oh, vamos. No sea tan educado conmigo." Di ligeras palmadas a su brazo como si fuéramos viejos amigos. Hubiera preferido en su espalda u hombros, pero era demasiado pequeña. Maldición. "Mejor continúe contándome, ¿vamos al North Blue?"

"S-Sí, al North Blue, ¡Ene-san!" Fue agradable que a pesar de todo no quitara los honoríficos. Podrá ser mayor y lo que sea, pero yo era la que podía matarlo en un parpadeo si me daba la gana. "Cruzaremos la Red Line a través de Mariejois y continuaremos por el Grand Line, por el Calm Belt hasta North Blue."

¿Mariejois? ¿Conoceré tan rápido Mariejois? ¡Qué maravilla!

"¿Continuaremos?" Pregunté sin embargo. "¿Seguirás con Lucci-san y conmigo al otro lado de la Red Line? Pensé que otra tripulación estaría esperándonos al otro lado."

"Eso sería lo normal para la marina, Ene-san. Sin embargo, para misiones con el Cipher Pol, sólo a marines aprobados se les permite trasladar a los agentes. Todo para una mayor seguridad en las misiones."

"Eso quiere decir que sabes sobre la misión que nos espera cuando lleguemos. Continua."

"¡Sí! Hace tres días se recibió la llamada del Reino Granate solicitando ayuda especial del gobierno para que acabarán con una problemática secta religiosa."

"¿Qué tan problemática, qué religión siguen?"

"Desconozco los detalles sobre la secta en sí, sólo que han estado atacando a los guardias del palacio y a los siervos de la nobleza y realeza."

"Ya veo. ¿Y civiles, viajeros, marines?"

"Algunos marines han resultado heridos en confrontaciones previas, pero nada grave en comparación a los guardias. En cuanto a civiles, se desconoce en el reporte."

Por supuesto. ¿Por qué razón les importaría a esos estirados sus propios súbditos.

"¿Eso es todo?"

"¡Sí, Ene-san!"

"¡Muy bien entonces!" Solté su brazo que tenía enganchado con el mío y apunté con mi índice su muslo. "Shigan" Mencioné en voz baja. En seguida se escuchó el grito del marine cayendo de rodillas y aferrándose a su muslo mientras los demás corrían a su ayuda. "Espero que no cometa los mismos errores dos veces, Comodoro~" Reí juguetona antes de girarme devuelta a mi camarote.

Debería cambiar el color de mi cabello nuevamente. Quizás azul, o verde agua. El naranja actual me estaba dando dolor de cabeza, asi que un color más oscuro y menos llamativo estaría bien. También conoceré a la realeza, y pasaré por el hogar de los Tenryubitos. Un color más sobrio y elegante sería lo más adecuado. ¿Azul Rey? ¿Verde esmeralda? O Dorado. Podría ser rubia al menos para esta misión.

"Ne, Lucci-san." Levanté mi vista antes de cruzar la puerta al interior del barco. Lucci se había mantenido todo este tiempo observándome desde lo alto mientras me ocupaba del Comodoro.

"..."

"¿Qué color vendría bien para conocer a la realeza, el rubio estaría bien?"

Me quedó mirando sin inmutarse. Observándome con esos ojos felinos dignos de su fruta del diablo. Hattori doblando su cuello de un lado al otro sin saber si identificarme como amenaza o no.

En estos momentos era completamente inofensiva. Después de todo no estaba tan loca como para enfrentarme a un Rob Lucci con experiencia y mucho más fuerte que yo. Tampoco quería arruinar mis inicios dentro del Cipher Pol. Tenía planes muy buenos que podía cumplir desde esta posición. Entonces no había de qué preocuparse. La paloma puede estar tranquila. No la desplumaré en el futuro próximo.

En cuanto a Lucci. Bueno. Seguramente estaría analizando si valía su tiempo, o era digna de ser su compañera en el CP9. ¿No había asesinado a uno de sus compañeros en el canon por considerarlo defectuoso? Que miedo.

"Castaño. " Al final respondió.

¿Jee? ¿Eso quiere decir que voy por buen camino?

"¡Genial! Castaño será." Entré y luego de dar dos pasos dentro del pasillo salí corriendo otra vez. "¡Gracias!" Saludé y me dirigí saltando al camarote.

Sí. El castaño claro estaría bien.