Ansiosa era poco para describirme. Sin actuación de por medio, mi cuerpo inquieto meciéndose de un lado a otro y mis dedos enrollándose y desenrollándose de la cinta alrededor del cuello de mi blusa, mostró a cualquiera que mirara una niña nerviosa y posiblemente, consiguiendo una ligera sobredosis de azúcar. Lo cual, sí, no era mi culpa. Había pasado 4 años sin tocar ni siquiera un pastel, mucho menos uno de manzana. ¡Benditas sean las manzanas!
Pero el caso aquí es otro. Porque estaba a solo un paso de conocer la Tierra de los Dioses, la cima del Red Line, la ciudad que albergaba a todas estas personas despreciables y al Gorosei. Porque hay que decirlo, el Gorosei es un grupo de individuos que superaba todos los niveles de despreciable. Gente que me serviría perfecto para mis planes.
¡Conocería a Mary Geoise!
El centro del gobierno, del mundo, del poder y de toda la perversion de este universo de fantasia. ¿A qué futura villana no le gustaría este lugar? Lo único que lamentaba era estar de paso. No podría caminar más allá del cruce hacia el Nuevo Mundo. Pero estaba bien. Aún era muy pronto de todas formas. Llegaría el día en que me pararía frente a esos cinco y tomaría todo el poder que pudiera sacar de ellos.
¡Oh! ¡Pero al menos subiremos por esas burbujas!
"¿Eres un cachorro?"
"¿Eh?" Mire al hombre a mi lado mientras el barco se acercaba a la Red Line. "¡Lucci-san! ¡Es Mary Geoise! Es imposible que no esté emocionada." Explicación entre pucheros. La máscara sólo cubría la parte superior de mi rostro, los ojos, así que no había problemas en que varios de mis gestos se entendieran. "¡Mira, hasta se ven las burbujas de Sabaody!"
Escuché un suspiro a mi lado, al mismo tiempo que pude escuchar una burbuja estallar, pero lo ignoré a favor de llenarme con una de las maravillas del mundo de One Piece en todo su glorioso esplendor. Era todo tan asombroso.
"¡Comodoro!" Grité al viento sin siquiera mirarlo.
"¡Sí, Ene-san!"
"¡Apresúrate!" Termina con la risa digna de una niña.
"¡De inmediato, Ene-san!"
Agradablemente gritó órdenes a sus subalternos provocando más movimiento del normal. Eché un vistazo a Lucci que miró con ojo crítico nuestra interacción. Desde ese primer día, no había marino que se atreviera a mirarme con condescendencia. Incluso el Comodoro, cojo y con el muslo vendido por las siguientes semanas, no tuvo quejas y reproches en mi contra.
Elegí una personalidad amigable y asequible, podrá aprovecharla en lugar de hacerme enojar. Perfectamente podría haber llegado a este barco lanzando órdenes a diestra y siniestra, y sin embargo, preferí la paz antes que la guerra.
"No, Lucci-san. ¿Dónde está Hattori? No había visto a la paloma desde ya sus buenos minutos. Por lo general se encontraba siempre posada en su hombro como si fuera parte de su cuerpo, o volando alrededor de Lucci. Pero ahora ni siquiera podía divisarla una simple vista.
"Inspeccionando los alrededores de las góndolas"
Ya veo.
La relación con Lucci fue más llevadera de lo que pude haber predicho. Increíblemente contestaba mis preguntas y no me ignoraba. Por supuesto, aún me observaba desde lejos. Era imposible que confiara en mí en estos pocos días que llevábamos de viaje, además de qué probablemente era mi evaluador durante esta misión. No obstante, parecía que hubiera una pequeña grieta en su muro de hierro desde donde podía colarme de vez en cuando. El Lucci actual no podía ser tan perfecto como su homónimo de 6 años en el futuro.
La vista desde la gondola fue increible. El azul del mar brilló intenso hasta el final del horizonte. Sabaody sólo era una masa verde y diminuta desde lo alto, casi oculta por las pocas nubes formadas a gran altura.
Años prácticamente encerrada en una isla manteniendo mi concentración día y noche en volverme más fuerte, me había hecho olvidar de las maravillas del Grand Line, de One Piece.
El Red Line por sobre todo. Una línea roja tan alta que no logró verso su cima desde el nivel del mar. Fue un tiempo bastante considerable subiendo las góndolas de burbujas para llegar a la cima.
Entonces comencé a recordar todas las otras islas por las que viajaron los Sombreros de Paja. Arabasta, Drum, Water 7, Skypiea, Punk Hazar, Dressrosa, el territorio de Big Mom, Zou... Wano. Entre todo el montón de islas sorprendentes que faltaron por conocer.
El mundo de One Piece era sin duda, el mejor mundo para la aventura. ¿Era por esta sensación efervescente que generaba la anticipación de conocer nuevas islas, el porqué Shanks dejó a Emma? No podia sacarme de la cabeza esa pregunta. Sin embargo, incluso yo, que comenzaba a experimentar todas estas sensaciones con aroma a libertad, deseaba por más tenerla a mi lado mientras descubríamos el mundo juntas, o simplemente recolectando manzanas de los árboles de nuestra isla.
Cualquiera de las dos opciones funcionaba igual de bien. Mientras ella estuviera aquí, a mi lado.
…
Sintiendo como mi humor se agriaba tomé una buena bocanada de aire inflando mis mejillas. En ocasiones como esta era bueno tener una personalidad de payasa como máscara. Lucci me lanzó una mirada extraña y se la devolví mientras sentía mi rostro ponerse rojo por el esfuerzo de mantener el aire contenido. Estuvimos en este concurso de miradas el tiempo suficiente para hacerme sentir mareada, la cara de Lucci girando en espiral.
"Em… ¿Ene-san? Su cara…"
A penas vi el movimiento de Lucci antes de que, con muy poca amabilidad aplastara mis mejillas en un golpe contundente.
PLA-FUHH
"¡Ah-Auuu! ¡¿Para qué fue eso?!" Lloré tratando de calmar mis mejillas sensibles. Había visto venir sus manos por muy rápidas que han sido, pero la sorpresa era una cosa mala. Ver el movimiento era algo, procesar el hecho de que El Lucci iba a aplastar mis mejillas casi siguiéndome el juego, era totalmente diferente.
Eh Cosas que anotar en mi archivo mental. Su personalidad era más receptiva de lo que pensé.
"Deja de ser rara." Disgusto goteando de sus palabras.
No fue mi culpa haberle escupido saliva a su traje cuando me golpeó tan fuerte que casi me hace explotar. Hombre, necesita aprender a manejar mejor su fuerza porque definitivamente no soy del tipo masoquista. Si queremos que esta relación funcione tendré que enseñarle delicadeza.
"Bruto". Mascullé ignorando el resto del camino.
Lucci era tanto extraño como no. Descubrí que mucho de personalidad tenía amplia relación con la de un gato. Sospecho que son los efectos secundarios de su fruta del diablo. Era juguetón y sin embargo, era difícil darse cuenta de ello con su rostro pétreo y desprovisto de emoción. Si no fuera por mi aguda vista, no hubiera podido ver el diminuto rizo en la esquina de sus labios, o el temblor como viento en su ceja. Y luego estaba su brutalidad en las cosas más simples. Incluso los gatos son más finos y elegantes cuando se trata de demostrar fuerza, entonces, ¿por qué tiene que ser tan tosco?
Al caminar sus pasos eran silenciosos, como un asesino -que en realidad es-, como los de un gato. Pero no era elegante ni agraciado, su andar era más premonitorio, como si con cada paso que daba su aura espesa destruiría los edificios a su alrededor. Era brutal en ese en que no miraría ni se mediría en su fuerza para aplastar lo que sea sentido que se le pusiera en el camino. Sus pasos eran silenciosos y tan ruidosos a la vez.
Era tan fácil que me hacía querer freírme el cerebro con las tantas posibles ramificaciones de su personalidad. Eran tantos caminos posibles que Lucci podía seguir manteniéndose dentro de su perfil, que me era ridícula la cantidad de direcciones en las que podía fluir la situación, el momento. Tenía que tener docenas de respuestas preparadas en un milisegundo para que no me tomara por sorpresa.
Y aún así, lo hizo. Pensé mientras frotaba mis mejillas.
Lucci se convirtió rápidamente en el principal culpable de mi sobredosis de azúcar. El culpable de mi futura diabetes temprana. Para tratar con este hombre, necesito al menos una tonelada de azúcar a la semana... o más. De lo contrario, mi cerebro se freirá hasta el punto de la inutilidad.
Un dolor de cabeza. Eso es lo que era.
Dejando de lado el perfil de personalidad de Lucci, cuando al fin llegamos a la cima del Red Line, nos vimos las vistas de guardias con armaduras ridículas caminando por los alrededores de enormes mansiones de blanco inmaculado, jardines verdes y calles limpias y espaciosas. No había ningún Tenryubito a la vista, tampoco esclavos. A lo lejos se distinguían algunos marines de alto rango y civiles con vestimentas caras y coloridas. Tanto el lugar como las personas resaltaban la belleza de lo material hasta un punto que te dejaba atónita. Lo edificios, los faroles, incluso los jardines, eran adornados por joyas y gemas preciosas.
Fue alucinante mientras apareció. Inmediatamente pisamos Tierra Santa, nos dirigimos en línea recta hasta el otro lado del Red Line, donde ya los guardias nos esperaban para guiarnos a las góndolas.
Los marines que nos seguían, el Comodoro y un teniente, bajaron primero apresurándose a tener preparado el nuevo barco que utilizaríamos para la mitad más larga de nuestro viaje al North Blue. Lucci, Hattori y yo nos tomamos nuestro tiempo bajando con tranquilidad.
Al llegar al muelle, los soldados y el Comodoro nos esperaban al pie de la rampa que Lucci subió sin darle una segunda mirada a los marines. Pero no pasó desapercibido para mí la mirada incrédula de todos esos minions al verme. Al parecer no todos los marines habían escuchado los rumores sobre mí como pensé estando en Enies Lobby. Cosa justa. Somos agentes secretos, algo de secreto debe haber entre los idiotas chismosos al menos.
En primera medida los ignoré como suelo hacerlo, pero estaba decidido que si el Comodoro no los amaestraba lo suficiente, tengo que hacerlo yo. Y para mala suerte de ellos, ninguno poseía el rango de Comodoro y por tanto, no me eran necesarios en este barco.
"¡BAM!"
"SWHA"
"¡Fuego!"
"¡AUGE!"
"¡Disparen los cañones!"
"¡Atrapen a los piratas!"
"¡ESTRAFALARIO!"
El barco estaba hecho un lio. Soldados corriendo de un lado a otro, cargando bolas tras bolas de cañón. Los estruendos de los cañones al ser disparados desde nuestro barco o desde el de los piratas estaba a punto de ponerme de mal humor.
No había pasado ni media hora de salidos del Calm Belt al Noth Blue cuando una tripulación pirata, bastante estúpida a mi parecer, nos puso como el blanco de sus fechorías y abrieron fuego como los idiotas sin cerebro que son.
"Ah…" Mi suspiro estaba justificado. Si simplemente siguieron con su curso, ni siquiera perderían el tiempo con ellos en estos momentos. Las órdenes de la tripulación eran transportarnos a Lucci ya mi durante esta misión. Ahora mismo, no era su deber cazar piratas en el camino.
"¡Ataquén!"
"¡QUÉ!"
"¡Maten a los marines!"
"¡No permitan que los piratas aborden nuestro barco!"
¿Estaban tratando de lucirse para nosotros?
Fruncí mi entrecejo cuando ambos grupos estaban al alcance del otro y fueron los piratas los primeros en abordarnos.
¿Qué demonios? Sería un poco más condescendiente si este fuera el Grand Line, pero sólo era el North Blue. ¿Qué mierda de entrenamiento tienen los marines? Por fortuna el teniente y el capitán no decepcionaron y se encargaron de varios, pero los soldados de menor rango, que eran prácticamente todo el resto, no eran precisamente fuertes. Ni siquiera decentes.
Dos marines pasaron a mejor vida en un instante cuando un pequeño grupito problemático de piratas se abrió paso en nuestra embarcación. No pude evitar sentir un malestar en mi estomago. Era obvio que ese fue el resultado no solo de su debilidad, sino de sus órdenes. Mientras los piratas atacaban a matar, los marines peleaban para incapacitar. Estúpidos marinos sin sentido común. Pero aún más maldita escoria pirata.
Mi estómago se revolvía con solo ver a ese grupo de mierda. deberían estar muertos.
"Debe ser frustrante para ellos no poder matarlos." Mi voz neutra llegó a mi futuro compañero y superior.
"Incluso si tuvieran las órdenes, personas como ellos no las acatarían."
"Mh…" Por supuesto. Casi olvido que no todas las personas piensan como yo. Cosa lamentable siendo sincera. "Ah~ Si esto sigue así, voy a terminar de bastante mal humor. ¡Quiero comer dulces!" Me quejé dando paso al frente en la riña.
Sabía que el Comodoro, que hasta el momento sólo estaba dando órdenes, iba camino a encargarse de los invitados no deseados, pero la sola presencia de estos piratas cerca de mí me estaba haciendo enojar. Incluso si no los busco, los bastardos se esparcen como la basura en todo el ancho del mar.
"¿Qué, una niña?"
"¡No importa! Tomémosla y hagamos que los marines se rindan."
"Buena idea. Así tendrán que bajar la guardia si quieren salvar a la mocosa."
En serio. No pueden ser más que simples cucarachas. Insectos asquerosos con la misma neurona compartida. ¿Habrá alguno que piense diferente? Lo amigo. Los cerebros de estas basuras hace mucho tiempo que deben estar secos, desde el momento en que decidieron convertirse en piratas me imagino.
Una sonrisa siniestra se afiló por la parte inferior de mi rostro cuando una idea desagradable se me pasó por la mente. Sería asqueroso. Vaya que lo seria. Pero tambien muy divertido. Veamos si puedo hacerlo bien. Nunca lo intentó, pero en teoría debería ser posible. Creo.
Ignoré la repentina pero notable vacilación en los miembros de los piratas que estaban próximos a mí. Creo que otra vez dejé salir de mi Haki. Espero que no se vuelva una costumbre cada vez que trate con ellos, pero no era un momento de preocupación por eso ahora.
Después de 4 años esta sería la primera vez que me enfrento a los sucios piratas. Tenía mucha frustración e ira reprimida que liberar.
Rápidamente, sin la necesidad de usar Soru, llegué al frente del bastardo que me apuntó con su espada y cogí su asqueroso cabello bajando su cabeza a mi altura. No sentí la necesidad de enfocarme en el otro idiota que tenía a mi costado, y concentrándome calculé la posición de mi dedo en su cabeza.
Podía sentir levemente la atención que estaba poniendo a Lucci en mí, sin embargo, lo dejé pasar con mayor indulgencia de lo que solía hacer. No quería fallar y matar de inmediato al bastardo. Me gusta cumplir mis metas a la primera, y esto no era la excepción. Así que, en un susurro apenas audible, con mis ojos ocultos fijos en donde estaba mi dedo, solté: " Shigan ."
"AH…!"
"Éxito" Dije para mí mismo.
El grito ensordecedor que rompió la atención de todos, marines y piratas por igual, era la mejor indicación para hacerme saber que mi objetivo fue cumplido. Había disparado mi Shigan a una zona en la que perforaría el cráneo sin dañar el cerebro. No está de más recalcar que fue toda una hazaña para una primeriza en esto de la tortura. De ahí mi enorme felicidad y sensación de logro.
"¡Bien, continuamos!" Gorjeé alegremente.
Tomé la misma espada del idiota ahora arrodillado, y con habilidad experta, digna de mi duro entrenamiento, procedió a fracturar más y más el cráneo. El sonido asqueroso entre el crujido y la sangre, de las capas de cráneo despegándose unas de otras. No escuchaba nada más. La pelea a mi alrededor había pasado un segundo plano en el momento justo en que decidió enfocarme en el pobre tipo que tuvo el desafortunado interés en lanzar su vida al mar sin reglas ni moral.
La sensación de su sangre en mis manos, la sangre de un pirata entre mis dedos y uñas… era catártica. El conocimiento de que era capaz de hacer semejante daño, de tener la fuerza y el poder necesario para lograr lo que no pude hace 4 años en villa Hare. Saber que podía matar, torturar, destrozar a este tipo como no pude hacerlo hace 4 años cuando aún tenía a Emma.
Diablos. En menos de un minuto ya no solo salían gritos, llantos y ruegos del pirata, si no también sangre por sus ojos y oídos. Solté una risa temblorosa. Estaba divirtiéndome mucho mucho con esto.
¿Así se quedó cuando tenga a Shanks en mis manos?
Un escalofrío de emoción me subió por la espalda al imaginarme esa cabellera roja por la que era tan conocida en mis manos.
"EE-Ene-san…"
"¿Mh?"
"Cre-creo que es s-su-suficiente"
Me detuve en seco. El Comodoro se tensó.
ah Cierto. Control. Necesito un poco de control ahora mismo.
Me giré a verlo con seriedad. Había un silencio sepulcral en toda la enorme área que ocupaban los dos barcos, sólo los gemidos y jadeos temblorosos y casi sin vida del moribundo quebraban el aire. Todos estaban pálidos, otros vomitando, no había ni rastro de la pelea que hubo hace unos minutos. Miré a Lucci, su rostro se vio oscuro.
Vaya, ¿cómo debería tomar eso? Según su análisis de personalidad, no me parece que lo haya encontrado cruel, su trabajo también consistía en cosas como estas, pero quizás ¿lo encontró grotesco de alguna manera? No lo culpo, a mí también me pareció asqueroso cuando se me ocurrió la idea, pero de pensarlo a hacerlo, hay una diferencia muy divertida.
Volví mi atención al Comodoro que estaba mostrando signos de terror si las sacudidas en su cuerpo significaban algo. Claro. Mis ojos siempre están ocultos, es obvio que pensó que todo el tiempo lo estuve mirando a él.
Sonreí afablemente para tranquilizar al buen hombre que me ha estado sirviendo satisfactoriamente en este viaje. "Tienes razón." Caminé al borde del barco y de un tirón dejé caer al mar el cuerpo agonizante con el que estuve divirtiéndome. "Veo que la pelea ya terminó así que, Comodoro"
"¡S-Sí, Ene-san!"
"Ata a todos los piratas en su propio barco, no necesitamos arrestarlos." Los mencionados por primera vez en este corto tiempo abandonaron salir suspiros de alivio, como si agradecieran el no tener que sufrir el mismo trato que su nakama desafortunado. Caminé hacia el comodoro y robe el pañuelo que siempre llevaba con él para limpiar mis manos ensangrentadas. "Luego, cuando estemos a la suficiente distancia, húndelo."
El Comodoro tragó con dificultad, pero asintió. "Así se hará." Sonreí. Que buen perrito.
De inmediato se movió a cumplir mis órdenes. Caminé a mi lugar inicial junto a Lucci distraídamente mientras capturaron de sacar inútilmente todos los restos de mis manos.
Ve a bañarte. Dijo con disgusto.
La sonrisa genuina que se me escapó apenas un segundo antes de esconderla y volver a ser Reinbofokkusu. Si la notó o no, me sentí demasiado alegre e indulgente como para que no me importe.
"Lucci-san, ¿no te gusta la materia cerebral?" Lo molestar haciendo amago de acercar mis manos a su cara. Dio un paso lejos de mi con su expresión aún más disgustada mientras Hattori del mismo modo aleteaba para que mantuviera la distancia. "Oh, vamos~ Lucci-san me estas hiriendo aquí." Ni siquiera era materia cerebral lo que tenía en mis manos, creo. Después de todo, ponga especial cuidado en no tocar el cerebro.
"Asqueroso". Puntualizó.
"¡…!" Jadeé ofendida.
Sintiéndome rechazada, como perrito regañado, con los brazos balanceándose casi sin vida a los lados de mi cuerpo y mi cabeza gacha, caminé a paso lento al interior del barco teniendo de fondo el disparo de los cañones y gritos de los piratas mientras se hundían sin poder hacer nada.
Tendré que controlar mis ideas repentinas. Darles un segundo pensamiento.
