North Blue - Reino Granate

La isla no era muy atractiva además de las resplandecientes gemas incrustadas en las fachadas de los edificios más grandes. Pequeñas y grandes joyas de colores, la mayoría rojas, reflejaban el sol matutino del este, una opulencia casi agradable al primer vistazo. Luego se volvió rápidamente una molestia distractoria. Al menor brillo, mis ojos viajaban a su fuente sospechando de algún tipo de trampa o ataque. Y si mi percepción no me fallaba, la postura tensa debajo del traje oscuro y el movimiento espasmódico de su índice, Lucci compartía mi frustración.

Nuestro sentido de la conciencia situacional era maravilloso, espléndido me atrevería a decir. El entrenamiento del CP hizo un trabajo encantador volviéndonos paranoicos, siempre manteniéndonos alerta. El mío por sobre todo, se volvió un arte al combinarlo con mi haki de observación. Así que a pesar de los molestos brillos, no fue un problema ver más allá de ellos.

Las calles empedradas debajo de nuestros pies mientras avanzábamos a lo que tendría que ser el castillo real tenían charcos de agua estancada, las alcantarillas desprendían el olor asqueroso pero común de los deshechos humanos. Y a pesar de que la calle era guiada por decenas de tiendas con la misma opulencia de los edificios más grandes, los callejones parecían oscurecerse aún más con el brillo de los granates. Si no fuera por mi haki, no hubiera notado las presencias que se ocultaban en ellas, como masas temblorosas al acecho y siempre vigilantes.

"Que encantadora ciudad." Giré caminando hacia atrás y mirando directamente a Lucci. De reojo podía notar los ojos codiciosos del par de marines que quisieron seguirnos, según ellos: 'para que no nos perdiéramos'. Me hacía preguntarme si era habitual que los turistas aquí vinieran a robar las gemas de los edificios más que a comprar las artesanías hechas del mismo material.

No podía culparlos. Una yo de otro tiempo y espacio hubiera tenido exactamente la misma mirada.

"Se siente como si las casas nos estuvieran dando la bienvenida. Ya sabes, guiños de ojo y todo."

"Las gemas brillando con el sol del este son especialmente encantadoras." Respondió a su vez, aún sin mirarme.

Ah. Así que también los notó. Internamente sonreí satisfecha, la sonrisa juguetona siempre plasmada en mi rostro. Era agradable tener un compañero que pudiera seguir el ritmo, y aún más agradable que Lucci esté dispuesto a cooperar conmigo.

No solo eran los callejones los que tenían ojos trémulos sobre nosotros. En la cima de los edificios, en los tejados, donde el brillo era más enceguecedor por el sol directo de la mañana tranquila, figuras oscuras se mantenían ocultas para el ojo no entrenado. Figuras que tenían la alta probabilidad de ser parte de esta secta extraña de la que teníamos que deshacernos.

Estábamos a mitad de camino cuando una de las tantas presencias ocultas salió del callejón. Grata fue mi sorpresa al notar lo mundana que lucía la mujer. Vestida de colores amarillos pálidos y grises, cargando varias bolsas con comestibles y una postura nerviosa al vernos. Era simplemente risible darnos cuenta que las sombras no podían ser más que simples civiles. Ahora entendía exactamente por qué mi haki, a pesar de notar la atención, no los etiquetó como amenazas.

Obviamente sabía quienes éramos, o al menos tenía una idea de la razón de nuestra llegada viendo como sus ojos se desviaban a los marines con cautela. Caminaba con cuidado a nuestro lado, con unos pocos pasos de distancia, temiendo llamar nuestra atención sobre ella y fallando cómicamente al no tener entrenamiento en el subterfugio. Luego miró a Lucci, siempre estoico y perfecto con su traje y Hattori en su hombro. Lo descartó. Era claro que no sabía de la verdadera amenaza en nuestro grupo.

Volví a girar para retomar el andar de frente y llamando efectivamente su atención sobre mí. Pareció sorprendida, deteniéndose con un breve tropiezo en mi máscara. Un ceño bastante familiar comenzó a tomar forma en sus cejas. Ah… era ese tipo de mujer que no le gustaba ver a los niños en situaciones complicadas de adultos.

No era más que una civil inofensiva, en el sentido general de la palabra. No era una amenaza para nosotros tal como era, y sin embargo, aún era notorio el hecho de que estaba confabulada con los otros pequeños civiles que se tropezaban con nosotros el resto del camino.

"Ne, ne, aniki." Disfruté el estremecimiento de Lucci, y lentamente giró su rostro en mi dirección. No respondió, lo que me hizo algo difícil saber si realmente lo molestó, estaba siguiendo el juego otra vez, o simplemente su cerebro hizo cortocircuito. En este punto, Lucci también tenía que haber visto de quienes estábamos rodeados, así que continué de todos modos, confiando en la experiencia del hombre en estas situaciones y en mi entrenamiento para no arruinarlo.

"¿Puedo salir a explorar después de que hables con el Rey?"

Crash

"¡Ah, lo siento Rika-san!"

Paff

"Dios mio. Lo lamento tanto Ojiro-san."

"Ja ja No- no se preocupe, ja ja. Cu- cualquiera puede tropezar."

Eh…

Pff. Esto era tan gracioso. Eran tan malos para disimular.

Pero contuve mi risa y seguí insistiéndole a Lucci.

"No puedes salir a jugar mientras estoy trabajando." Respondió en su tono monótono habitual pero cargado con un tono familiar que me erizó la piel. Woah. El hombre era bueno.

"¿Ehh? ¡Pero eso puede llevarte horas!"

"Deja de ser tan malcriada y compórtate en el palacio. Su majestad estará muy disgustado contigo si actúas así frente a él."

"Pff. El Rey no puede tener los ojos sobre mí todo el tiempo. ¿Puedo explorar el palacio entonces?"

"¿Y causar problemas? No. Te quedarás donde pueda verte."

"¿¡Qué!? ¡No! ¡Me niego!"

"No seas-"

"¡Me quedaré con su majestad! Apuesto que él es mucho más entretenido que tú. ¡Bleg! ¡Tonto aniki!" Le saqué la lengua en una demostración infantil provocando el ceño fruncido de Lucci.

"No puedes simple-"

"¡No! ¡Me quedaré con su majestad! ¡Ya está decidido!"

Me miró con algo que no pude explicar en sus ojos antes de suspirar derrotado y volver a ignorarme. Pero estuvo bien, el mensaje había quedado claro. Las órdenes estaban dichas y el plan ya trazado. Al menos lo básico de lo básico.

"Veré qué podemos hacer."

Sonreí.

Lucci continuaría con la misión como se nos había dicho. Saldría y se ocuparía de la tan 'problemática' secta. Eliminaría las amenazas sin importar si era civiles o no. Órdenes son órdenes, y los tontos civiles no podían quejarse por obtener lo que se les daba. Por otro lado, yo me quedaría en el palacio, preferiblemente al lado de rey. Me resultaría más fácil encontrar información si puedo seguir al cabecilla de toda la jodida isla.


No tuvimos una gran recepción al llegar al palacio, después de todo, para ellos Lucci y yo sólo habíamos sido enviados a cumplir con nuestro deber: Arrastrarnos a los pies de los nobles y cumplir con sus insignificantes demandas. Éramos simples herramientas para el bien del rey y su familia. Así que realmente no tomé mucho en cuenta la deplorable falta de etiqueta que mostraba el supuesto rey, con su nariz respingada hasta el cielo y su mirada altiva como si estuviera mirando nada más que insectos.

Bueno, sí. En realidad lo tomé muy en cuenta. Quiero decir, sabía que los nobles tenían muchas más deficiencias que virtudes pero, para ser el primer rey que me tocó conocer… era… insatisfactorio. Me hacía querer rebobinar el tiempo y dejar de esforzarme tanto por un tipo así. Podría matar a todas las personas de la sala en unos minutos frente a él, y si le dijera que fue mi hermana gemela y no yo, me creería sin pestañear.

"¿Cómo se atreve el gobierno a enviarnos solo a dos personas? ¡Y además una mocosa!"

"Su majestad, el hombre es Rob Lucci, recuerde que le hablé de él." Susurraba el mayordomo a su izquierda. Entonces el rey al fin mostró una expresión distinta al disgusto.

"Ya veo, ya veo…" asintió acariciando su barba rubia. "Entonces eres Rob Lucci, el famoso Satsuriku Heiki."

"Así es, su majestad."

"Es bueno que el gobierno se esté tomando en serio mi situación. Pero responde, ¿quién es esa mocosa junto a ti? ¿Tu secretaria?"

Se-¿secretaria? Sentí la vena de mi frente prácticamente rechinar de la molestia. Lucci tampoco ayudaba mucho cuando, imperceptible para cualquiera menos para mí, dejó escapar una mueca de burla. El bastardo este. Quién pensaría que era el asesino talentoso cuando en cada oportunidad le gustaba burlarse de mí.

"Puede llamarla Ene, su majestad. Ella estará haciéndole compañía hasta que haya terminado con los rebeldes."

"¿Ene? ¿Qué clase de nombre es ese?"

"¡Tú, quítate la máscara cuando estés en presencia del rey!" Reclamó el mayordomo.

"Lamento tener que negarme a su solicitud, pero mi rostro ha sido marcado hasta tal punto que puede llegar a ser repugnante para sus ojos, su majestad." Era una mentira, pero no es como si ellos lo supieran alguna vez.

"Un ser tan repugnante haciéndome compañía. ¡Qué ofensa!"

"A pesar de ello mis habilidades son más que suficiente para llevar a cabo esta tarea, su majestad." Chirrié con alegría que definitivamente no sentía. Luego mastiqué mis palabras tratando de endulzarlas. "El gobierno jamás se atrevería a menospreciarlo enviando a un agente incapaz, después de todo su gracia es una persona demasiado importante como para tratarla a la ligera."

"Ya veo, ya veo. ¡Por supuesto! ¡Soy la persona más importante en estos mares, es obvio que enviarían a agentes jóvenes y fuertes! JA JA JA JA." Soltó una risotada satisfecha a la vez que inflaba su pecho. Nada podía ser más eficiente que los halagos para ganarse el favor de los tontos nobles. "Ene, te daré una oportunidad. Si fallas, no saldrás de este reino sin daño."

"Le agradezco su benevolencia, su majestad." Me incliné con respeto.

"¿Benevolencia? ¿Qué es eso?" Susurró a su mayordomo.

"Que es bondadoso y magnánimo, su majestad."

"¿Eh?"

"Lo está halagando, su majestad."

"¡Oh! Ya veo, ya veo! JA JA JA."

"Entonces, su majestad, comenzaré con mi trabajo."

"¡Ve, Lucci! Encárgate de todas esas molestias!"

Lanzándome una mirada, dio media vuelta y se marchó mientras yo me quedaba en el lugar. Con muchos de los seguidores de la secta ya identificados, no le tomaría demasiado limpiar la isla. Sin embargo, antes de entrar al palacio, ambos sopesamos la posibilidad de que los rebeldes se reunieran esta noche en un lugar específico para tratar de hacer algo contra nosotros, de quienes no tendrían información. Atacar a todos a la vez era mucho mejor que ir cazándolos uno por uno.

Aunque, por supuesto, cabía la probabilidad de que alguno de ellos quisiera atacar el palacio en estos momentos si la vigilancia que montaron en el camino del puerto hasta la entrada significaba algo. A pesar de no saber exactamente a quién querían atacar, según los reportes, el hecho de que constantemente intentaran ingresar al palacio claramente sugería que querían a alguien de la realeza. Que uno estuviera cerca de la familia real era el mejor curso de acción por ahora.

Continué siguiendo al rey como una sombra sin quitar mirada de nuestro alrededor sumando y sumando información que podría ser de utilidad tal como demandó Spandam, pero no lograba hallar algo que valiera la pena. No había alguien que fuera lo suficiente para darle una segunda mirada, ni fuertes ni habilidosos. Mucho menos hablar del palacio, que con una rigurosa inspección de mis ojos y haki no pude encontrar nada fuera de lo normal.

Ya estaba anocheciendo cuando el rey fue llamado a la cena e íbamos de camino cuando una niña vestida de moños rosas y blancos se abalanzó a los brazos del rey gritando 'padre'. Levanté una ceja al notar que no era una niña en toda regla, sino más bien una adolescente de varios centímetros más alta que yo con una personalidad bastante animada e infantil.

Parecía tan distinta en comparación a los otros nobles que conocí durante el día que inmediatamente llamó mi atención. La chica poseía un aura mucho más pura de lo que esperaría de una princesa. O más bien, de la progenie de este chiste de rey.

Mientras aún abrazaba a su padre, al fin se dio cuenta de mi presencia y me miró con ojos interrogantes. "¿Quién es ella, papi?"

"¿Mh? Oh, ella. Es una agente del gobierno que vino personalmente a proteger a tu padre, el rey." Dijo con orgullo.

"¿A proteger a padre? ¡Pero si no es más que una niña!"

Bien ¿qué significaba esto? La princesa me miraba con desprecio incapaz de creerse que estaba resguardando al rey. Por un breve momento pensé haberme equivocado en su aura, pero después de volver a comprobarlo con mi Haki, el mismo resultado fue lanzado. Era demasiado pura y brillante.

"También lo pensé, e iba a enviar una queja al gobierno, pero no parece ser tan incapaz como lo parece. Después de todo, tu padre, el rey ¡es el hombre más importante del North Blue y el gobierno no se atrevería a menospreciarme! JA JA JA JA."

"¿Eh?" Me miró de pies a cabeza deteniéndose en mi máscara, para terminar ignorándome y llevar al rey de la mano hasta el salón donde se serviría la cena. "No importa. ¡Papi, vamos a comer!"

Los seguí unos metros por detrás sin quitar la vista de la chica. Una vez en el gran comedor, de pie detrás del asiento del rey, atrapé varias veces a la chica mirando furtivamente en mi dirección. No es como si ella se hubiera dado cuenta de ello puesto que mi máscara cubría mis ojos, así que sus miradas fueron cada vez más directas.

Estuvo actuando de este modo la mayor parte de la cena hasta que el rey mencionó que el problema con los locos rebeldes ya se estaba solucionando. La reina respondió satisfecha que ya era hora de que el gobierno se hiciera cargo del problema, y se mostró aún más aliviada cuando el rey comenzó a presumir de Rob Lucci, el agente más fuerte y eficiente del gobierno.

Me mantuve en silencio analizando la información que se mostraba a mis ojos. Los sirvientes se mostraron incómodos a medida que el rey hablaba de la ferocidad de Lucci y cuan peligroso era. Sin embargo, uno de ellos, la sirvienta que parecía ser la encargada de servir a la princesa trataba de evitar mostrar su temblor, como si de repente se le hubiera presentado un gran peligro. Desvié mis ojos a la princesa, ella fruncia el ceño mientras revolvía su comida.

La cena se mantuvo siguiendo el mismo hilo. Así, pronto cayó la noche y el rey se dirigía a sus aposentos junto a su reina.

"Me quedaré a las puertas de su habitación para que tengan una noche tranquila."

"¡Bien!"

Tal como lo dije me quedé quieta como una estatua a las afueras de la habitación, pero con mi Haki estuve atenta a los alrededores esperando a que ambos se quedaran dormidos. Cuando ya lo habían hecho, disminuyendo mi presencia y en silencio, avancé por la sombra de los pasillos hasta llegar a las afueras de la habitación de la princesa.

Echando un vistazo dentro, la princesa se encontraba en su cama mientras la sirvienta de antes terminaba por apagar las velas que mantenían iluminada la habitación. Sus movimientos eran pesados en un intento de ser lo más sileciosa posible. Al terminar, salió de la habitación con el mismo cuidado.

Iba a seguirla, pero casi de inmediato, la presencia de la princesa que estuvo despierta todo este tiempo se comenzó a mover. Sintiendo un poco de curiosidad, me quedé esperando a lo que haría. Grande fue mi sorpresa al sentir su presencia bajando.

Pestañé sorprendida antes de abrir la puerta con cuidado y entrar a la habitación. Inspeccionándola, rápidamente capté la soga atada al balcón de la ventana. Me acerqué y la vi bajando con cierta maestría. Era obvio que esta no era ni la primera ni la última vez que lo hacía. Sin embargo, continué sorprendiéndome al ver a un muchacho de ropas poco elegantes y comunes esperando por ella en el suelo. La princesa se lanzó a sus brazos con confianza cuando ya estaba a cierta distancia, y compartieron un caluroso abrazo dejando soltar risitas.

Enamorados. No había otra palabra para describirlos. Una joven princesa enamorada de un sirviente pobre viéndose a escondidas por las noches. Alguien capaz de enamorarse de una persona de bajo estatus social a pesar de ser instruida desde su nacimiento en que era un delito o una atrocidad, por supuesto podría tener un aura tan limpia.

Luego de verlos escabullirse en los arbustos que rodeaban el palacio, salí de la habitación y activando mi Haki busqué la presencia de la sirvienta sospechosa. Había prácticamente resuelto el misterio de la princesa. Sentía que aún quedaba más, pero no parecía ser algo tan urgente como lo era la sirvienta.

Al hallarla en la primera planta, en lo que parecía ser fuera de palacio según mis cálculos, volví a entrar en la habitación de la princesa y sin más salté por la ventana hasta la rama de uno de los arboles cercanos. Opté por movilizarme entre lo alto de las ramas para no llamar la atención de los guardias. En esta posición me era fácil hacerme pasar por un animal.

Fui saltando de rama en rama teniendo cuidado de no sacudirlas excesivamente siguiendo el rastro de la sirvienta. Efectivamente, había salido de la infraestructura que era el palacio, pero aún no salía del terreno real. Teniendo en cuenta su nerviosismo en la cena, todo me estaba indicando que iría a reunirse con los seguidores de la secta a informar sobre Lucci.

No tenía ningún reloj conmigo pero por la posición de la luna, una estimación bastante deficiente, la hora podría estar entre las nueve y media noche. Mentalmente me regañé por no traer conmigo un reloj de bolsillo al menos. En todo caso, si realmente era media noche, era muy posible que Lucci ya hubiera entrado a atacar la guarida de la secta. ¿Estaría la sirvienta intentado llegar hasta allá?

Mis pensamientos se detuvieron cuando la sirvienta a la que seguía se detuvo en un punto en el bosque, en las fronteras de los terrenos de palacio. Tres presencias acercándose con prisa desde las afueras. Aún era incapaz de ver los objetos inanimados con mi Haki, pero sí podía hacerme una idea de cómo se sentían las presencias. El de esos tres, a juzgar por lo inquietas y alarmantes que eran, agudas y chirriantes, estaban sufriendo de pánico y miedo.

Al llegar al punto donde se encontraba la sirvienta, estos se abalanzaron sobre ella con las emociones plasmadas en la cara. Era un logro estar en lo correcto aquí.

"¡Tú! ¡¿Por qué no nos dijiste que el rey llamó a un hombre tan peligroso como ese?!"

"¡Lo siento! Ahora mismo venia a eso, de haberlo sabido antes, les habría informado de inmediato" Lloró la sirvienta que se había sorprendido por la brusquedad.

"¡De nada sirve decírnoslo ahora! ¡Ese hombre acabó con todo!"

Entonces Lucci ya había atacado.

"¡Es tu culpa que estemos en esta situación! Nuestros sueños de un mundo limpio de esos impíos usuarios no podrá completarse como lo estábamos planeando. Ahora tendremos que esperar a que más mentes liberadoras como nosotros se nos unan para acabar con esa plaga indigna."

¿Oh? ¿Usuarios? ¿Se referirá a usuarios de frutas del diablo? ¿Acaso era una secta anti frutas del diablo?

"Mi hermano ¿dónde está mi hermano mayor?" había pánico en la voz de la sirvienta mientras los otros guardaban silencio. "¡Por favor, díganme!"

"El hermano Frei se encontraba en el santuario cuando ese demonio apareció y acabó con todo."

"¿…qué?"

"Todos murieron, no hay forma de que haya sobrevivientes después de que ese pagano usuario de fruta del diablo…"

"Si no fuera porque nosotros nos habíamos mantenido vigilando los alrededores en vez de entrar, también estaríamos muerto como nuestros hermanos y líder. Por poco y no sobrevivimos."

¿Por poco y no sobreviven? Con los agudos sentidos de Lucci era imposible que no se hubiera dado cuenta de ellos. Era más posible que los dejara correr para después divertirse cazándolos.

Como sea, si las cosas eran así, entonces no tengo porqué arruinarle la diversión matándolos ahora. Lucci llegaría tarde o temprano una vez acabara de limpiar el desastre que seguramente causó en ese santuario. Sin embargo, algo había llamado mi atención, así que me quedé un poco más esperando a que soltaran más información.

Mientras lloraban, se quejaban y se lamentaban por sus hermanos perdidos, tuve que seguir escuchando con atención en caso de cualquier palabra clave. Ya digo yo, la paciencia es una virtud.

"Martha, escucha." Uno de los hombres la tomó de los hombros para que se concentrara en él y parara de llorar. "Debes volver al palacio y vigilar a la sucia pecadora. Los tres nos esconderemos hasta que ese demonio se haya ido y volveremos a hacer resurgir de las cenizas nuestra causa en los corazones de todos. Mientras, debes mantener en tus ojos a esa mujer para que sea la primera en recibir su castigo por entregarse a los poderes del diablo y podamos sellarlo"

La sirvienta, Martha, asintió limpiándose la mucosidad que caía de su nariz. Los otros dos también le daban fuerzas para que volviera al palacio. Asintiendo para mí misma, me levanté de la rama en la que estaba sentada y salté entre los arboles hacia donde mi Haki indicada que estaba la princesa. Lucci se estaba acercando.

Una usuaria de frutas del diablo entonces. Eso sí era diminutamente interesante. Si la fruta que poseía era poderosa, entonces sería una información aún más preciada para Spandam. Podría pedirme incluso que volviera y la consiguiera.

La princesa estaba a las afueras del terreno de palacio acompañada por el muchacho de antes. Mirándolo bien, el chico se veía más maduro que la princesa, quizás unos 19 o 20 años. Pero lo importante aquí, era que no se encontraban solos, sino que había algunos civiles con ropas sencillas, todo lo contrario a los nobles, con carretas y mulas cargando lo que parecían alimentos frescos. Los hombres le agradecían a la princesa con reverencias y ella respondía con sonrisas amables mientras con uno de sus brazos, desintegrado en nubes dejaba caer más alimentos en las carretas.

Que buena princesa. Todo lo contrario a lo que demostraban sus padres. Supongo que al enamorarse de un simple sirviente, este le mostró la verdad detrás de todos los lujos que tenía, la pobreza que había cruzando los límites del castillo y la ciudad noble. El humilde muchacho pudo haberle enseñado que todas las personas tienen su valor. Una historia bastante conmovedora. Y, sin embargo, la fruta del diablo de la princesa no dejaba de ser interesante.

Decidiendo que ya no había más misterios con la niña, quise indagar más en la secta. No se me había pasado por alto el "sellar" que habían mencionado antes de irme. Así que buscando en el camino por donde los seguidores de la secta venían y por donde Lucci se acercaba, hallé una casita sencilla sin luces ni presencias dentro.

El bosque se encontraba a espaldas de la casucha, y enfrente un camino de tierra y planicie deshabitada. No había avistamientos de gente viviendo cerca tampoco. Caminé mirando rigurosamente los alrededores y el suelo en busca de huellas o alguna otra pista, pero nada. Lucci era un experto en esto. Que agradable. Al menos eso pensaba hasta que estuve frente a la puerta y fue inevitable no sentir el aroma a sangre mezclado con otras de las plantas en los alrededores.

Suspiré. Sabía que no era fácil quitar el aroma a sangre por mucho que se limpiara, entonces entendí porqué las ventanas y las puertas estaban completamente abiertas. Seguramente se impacientó en ir a cazar a los otros tres y prefirió que el olor se fuera por su cuenta. No tuve ninguna objeción a sus actos tomando en cuenta que este era prácticamente un lugar aislado, de lo contrario, no se utilizaría como el santuario de una secta.

Quizás ser demasiado meticulosa no era tan necesario como pensaba. Lo importante era terminar con los individuos problemáticos. Asintiendo nuevamente esta noche, y sintiéndome orgullosa por aprender algo nuevo, entré a la casita.

Las paredes eran de madera mientras que el suelo era de piedra. Intentando ver con lo poco de la luz de la luna, logré captar una rasgadura de unos 5 centímetros de lo que parecía ser una alfombra. Que conveniente teniendo en cuenta que quitar la sangre de la piedra era mucho más difícil que sacar toda una alfombra ensangrentada y hacerla desaparecer. Fuera de ello, no encontré nada más.

Suspirando salí de la casa y caminé a su alrededor. Agudizando mis ojos al encontrar un montículo a dos metros de distancia, me acerqué a investigar. Era tierra fresca, como si hubiera sido recientemente cavado. No quería ensuciarme las manos cuando tenía que volver al palacio, así que busqué una rama lo suficientemente gruesa y cavé con ella. Después de cavar medio metro, choqué con una puertecilla de madera.

"Bingo."

Despejando toda el área de la puertecilla, la abrí y me preparé para entrar de un salto. Pero en el momento en que toqué fondo, me volví a regañar mentalmente por no traer conmigo algún tipo de encendedor, vela o linterna. El lugar estaba completamente oscuro, ni siquiera podía ver más allá de mi mano si la extendía hacia el frente, la única luz que tenía, era la luna en el exterior. Maldita sea.

Suspiré y me puse a pensar en algo. Debido a que no me agradaba la idea de tener que volver a la ciudad o a un pueblo para robar una linterna, di mi último intento con Haki. Esperaba que ocurriera un milagro y pudiera ser capaz de sentir los objetos inanimados. No obstante, aunque no fue exactamente lo que esperaba, sí logró tomarme por sorpresa.

Había auras, presencias completamente diferentes a la de humanos y animales. Poseían diferentes esencias entre ellas, pero todas eran muy caóticas. Acaso podrían ser ¿frutas del diablo? No daban la sensación de calidez que los seres vivos expulsaban, sino que eran fríos y violento.

Tragué saliva y di el primer paso.

"Ack" Mala idea, choque con lo que me pareció una antorcha.

Demonios, ni siquiera tenía fuego a la mano para encenderla. Ignorando el desafortunado incidente, di otro paso con cuidado mientras sobaba mi frente. Continué con cautela hasta que estuve frente a las presencias que buscaba.

Extendí mi mano hasta que esta chocó con madera. Formé un puño y de un solo golpe lo atravesé. Entonces, con mi sentido del tacto agudizado por la cero visión, sentí formas bastante interesantes, todas diferentes. Cada vez creía con más ahínco que se trataban de frutas del diablo. Saqué las cinco que encontré y las llevé en mis brazos como jarras. Me devolví en mis pasos hasta el haz de luz del exterior y de otro salto salí. Bajo la luz de la luna y con la brisa golpeando ligeramente mi sonrisa, mis ojos no se despegaban de las frutas del diablo.

Era la primera vez que las veía. Si le sumamos a esa experiencia que en realidad tenía cinco en mi brazos, lo volvía más emocionante. Las miré una por una pensando si sabrían tan mal como decían, pero antes de que pudiera seguir divagando, preferí cerrar por completo el pozo para poder volver.


A penas el rey despertó fue llamado para una audiencia con Lucci. Sabiendo que el problema ya estaba resuelto, informé al mayordomo que me encontraría con Lucci en la sala a la espera del rey. De camino, pasando cerca de la habitación de la princesa, la sirvienta que esta vez le servía no era Martha, y en todo el palacio su presencia no podía ser percibida. Entonces Lucci tuvo que haberla encontrado también, antes de que pudiera escaparse.

"¡Lucci-san, buenos días! ¿Te divertiste anoche?"

Me uní a él esperando a un costado de las enormes puertas de la sala de audiencia a que fuéramos llamados. Se veía tan impecable como lo había visto ayer. Esperaba que yo también. Por suerte y con mucho cuidado, logré no ensuciar de más mi ropa.

"Nada interesante."

"¿Demasiado aburrido?"

"No servirían ni para entrenamiento."

"Vaya, debes de estar muy decepcionado."

"Supongo que tú te divertiste mucho anoche."

"¿Cómo lo supiste?" Fingí sorpresa a lo que me miró con su seriedad habitual. Entonces sonreí traviesa. "¡Mh! De hecho lo hice. Encontré muchas cosas interesantes."

"Procura entregar buenos resultados y podrás entrar al CP9."

"Aw ¿Tanto quieres que sea tu compañera?" Lo molesté sin tener la intención de dejar pasar esta oportunidad. Creo que el que disfruta molestar en cada ocasión, al contrario, era yo. Pero no se puede evitar. Estos pequeños momentos de diversión eran los que hacían más llevaderos mi vida dentro de este mundo de fantasía. "¡Vamos Lucci-san! Acepta que me quieres en tu equipo."

"Eres molesta y ruidosa. ¿Qué comes de desayuno? ¿Azúcar?"

"¡Ni siquiera he desayunado!"

"Lucci-san, Ene-san, el rey los espera."