Fines de 1515 – meses antes de Yua en CP-9...

Baltigo – En algún lugar del Nuevo Mundo

"¡AH!"

GOLPE

¡CRASH!

KABOOM

PUM

¡CATAPUM!

"Sabo se ha vuelto fuerte." El comentario solo fue confirmación de lo que se sabía hace mucho. Aun así, Hack, siempre tan amable y correcto, siguió con facilidad el hilo de la conversación.

"Desde un principio fue más fuerte que los niños de su edad. Hubo muy poco que pude enseñarle en realidad, y esos fueron pequeños consejos aquí y allá provenientes de la experiencia más que del talento. Sabo es una potencia por sí misma."

"Una potencia que no podemos descuidar."

"Kuma ha estado haciendo un buen trabajo entrenándolo-"

"Kuma tendrá que irse pronto." Interrumpió haciéndole saber la cuestión por la que estaba tocando el tema en primer lugar.

"¿Se irá?"

Asiente. "Ya no podrá seguir presionando los límites de Sabo."

"¿Entonces, tiene pensado a alguien más quien entrene a Sabo, Dragon-san?"

¡CRASH PUM!

El gyojin amarillo esperó expectante por la respuesta de su líder. Entrenar a los reclutas nunca ha sido un tema poco frecuente y de leve importancia. Por el contrario. Eran el futuro de la Armada Revolucionaria, los jóvenes fuertes y poderosos que ayudarían a crear el nuevo sistema en el mundo. Un mundo capaz de ser libre.

Mensualmente se realizaban reuniones con los instructores y con los altos mandos para tratar el avance de los reclutas, ayudando a quien se estuviera quedando atrás, en un bloqueo, o elevando los niveles de entrenamiento en quienes demostraran tener las habilidades para ir más allá. Armando un guion de trabajo para los recién llegados.

El entrenamiento de Sabo no fue la excepción. De hecho, era de quién más se hablaba por su enorme talento y crecimiento. Para Hack como para cualquier oficial superior o inferior, el potencial que tenía el chico era infinito. Inteligente, amable, fuerte y por sobre todo, contenía una feroz determinación más grande que el Grand Line. Las reuniones siempre terminaban girando en torno a sus logros y su futuro por venir.

Es por eso que al escuchar las siguientes palabras de su líder: "Lo entrenaré." No pudo evitar sorprenderse meros dos segundos, para que inmediatamente después la sensación de satisfacción y comprensión llegara a él junto con una ola de orgullo.

No tenía que haberse sorprendido. Sabo no era un chico normal, estaba destinado a grandes cosas. Era obvio que el único capaz de sacar todo ese potencial fuera Dragon-san. "Sabo crecerá grande y poderoso bajo su tutela. ¡De eso estoy seguro!" respondió con firmeza.

Dragon sonrió. Esperaba lo mismo incluso si no fuera él quien lo tomara personalmente bajo su ala. El fuego en el niño… ¡esa determinación! Sabo estaba destinado a tomar al gobierno mundial por asalto, y Dragon no veía la hora en que sucediera. Se sentía emocionado por ser capaz de ayudar a cimentar las bases del futuro revolucionario en el que se convertiría.

Caminó hacia donde Kuma y Sabo estaban teniendo su partido de entrenamiento. Kuma se detuvo al primer paso de Dragon acercándose, dejando que el jadeante rubio de trece años tomara un descanso.

"Sabo." La voz profunda y tranquila del líder revolucionario lo llamó. Kuma se hizo a un lado dejando espacio para que hablaran cómodamente.

"Jah… Jah… ¡Dragon-san!" Sabo saludó con una sonrisa amplia en su rostro, sintiéndose feliz por la visita del hombre que lo salvó, acogió y le dio un propósito por el que luchar.

"Has crecido mucho. Tu entrenamiento con Kuma avanza cada vez que los veo entrenar."

Rio tímidamente rascándose la parte posterior de la cabeza. "Kuma me ha estado enseñando bien."

Dragon asintió en comprensión sin borrar la sonrisa satisfecha de su rostro. "Sin embargo, Kuma tendrá que marcharse pronto. Tiene deberes fuera de Baltigo."

"¿Eh?" Eso desconcertó a Sabo. En los últimos años, desde que tiene memoria, Kuma y otros oficiales superiores como Iva saldrían a misiones fuera de la isla. Pero nunca se usó la palabra marcharse, como si se fueran por un largo tiempo y posiblemente no regresarían en varios años. "¿Kuma irá a una misión a largo plazo?" Sonó decepcionado.

"Así es." Dragon le dio una mirada rápida a Kuma quien le asintió mecánicamente. "Es por eso que se estaba pensando en buscar otro entrenador para ti."

"¿Otro entrenador?" repitió para sí mismo en voz baja. "¿Quién será, Dragon-san?"

Entonces Dragon sonrió con todos sus dientes a la vista. Una imagen rara desde que siempre tenía esa sonrisa arrogante, confiada y de labios sellados. "Yo lo haré."

Sabo inhaló bruscamente por poco atragantándose con su propia saliva. "¡¿Qué?!"

"Te entrenaré." Reiteró Dragon. "¿Qué dices, Sabo? ¿Aceptas? ¿Ser mi aprendiz?"

Un brilló destelló en los ojos de Sabo. Un brillo como el fuego ardiente de determinación del que tanto se enorgullecían sus compañeros revolucionarios. "¡Lo haré! ¡Claro que lo haré!" respondió con entusiasmo. "¡Estaré a tu cuidado, Dragon-san!"


Actualidad...

Era pasada la medianoche cuando Enies Lobby se abría paso en nuestras vistas desde el buque marino. Y aun así, la luz seguía tan brillante sobre la isla como si fuera doce horas más temprano.

Isla sin noche, la llamaban.

Era imposible no maravillarse con el límite visible entre el día y la noche. La idea irrisoria, sin sentido y sin lógica.

Sinceramente, hubiera preferido la opción de admirar el cambio en silencio. Perderme en el hecho de encontrarme en un mundo que derramaba la mezcla justa entre sin sentidos y fantasía. No lo sé. Ponerme algo poética con la vida. Un buen momento para la reflexión.

Pero tenía una imagen que mantener.

Uf.

De todos modos, tampoco estaba hecha para todo el lío de la rima y los versos. Así que contrario a lo que mi mente melancólica quería, me zambullí en el personaje favorito de todos.

"¡Estamos llegando~! Chuwai~ Chuwai~…"

Y seguí cantando y balanceándome en mis talones como preparándome para un salto que no daría hasta llegar a los muelles de Enies Lobby.

"¿Chuwai…?"

"…Chuwai?"

Las voces confundidas de los marines, a pesar de ser susurros, no eran capaces de esconderse de mis oídos y mucho menos de mi percepción mejorada de haki de observación. Era divertido. Jugar con ellos como si la loca fuera yo - Lo que obviamente es una falacia. – No podían creer que un agente del CP-9 con rumores de su inteligencia y potencial se comportara de forma tan infantil y poco profesional. El agregado de pertenecer al Cipher más fuerte y exclusivo, por lo que ellos sabían, solo servía para descolocarlos aún más con mi comportamiento actual.

En momentos como estos me viene a la cabeza la leve tentación de ir a cortar o perforar extremidades para acentuar mi perfil de personalidad: Un zorro traviesa y sádica.

Pero ya estábamos llegando a Enies Lobby, no era necesario asustar a los pobre marines después de un largo viaje cumpliendo todas mis exigencias. Sobre todo cuando aguantaron muy bien mi berrinche al no haber más manzanas a bordo. Varias de estas personitas se asustaron tanto que tomaron el primer bote para ir a la isla más cerca a conseguir mis manzanas. Pobres personitas que no he vuelto a ver. Por suerte, un buque marino se encontraba cerca y gentilmente nos regalaron las manzanas que necesitábamos.

Marines bastante admirables si debo decirlo yo.

Ah… Momentos memorables.

"Alicia va en el coche, carolín~ "

Sip. Siempre era un bonus ver a estos aburridos marines y rígidos agentes del Cipher Pol descolocados por lo ridículo de la situación.

"¿Carolín?" preguntó uno de los rígidos cuando el buque casi tocaba el muelle y esperaban nuestro arribo.

"Alicia va en el coche, carolín~ " Di mi espectacular y tan esperado salto lejos de la cubierta a los tablones humedos ignorando con eficiencia a los agentes en espera de recibirme.

"A ver su p- …, carolín cacao leo lao~ " Ah diablos. Había olvidado esa parte de la canción.

"Ene-san. La escoltaremos a la Torre de Justicia."

Asentí sin importancia y continué cantando, " Pin Pon es un muñeco, muy guapo y de cartón. Se lava las manitas, con agua y con jabón~ " balanceándome con cada línea de la canción.

Entrelazo mis manos a mi espalda y continuo la caminata despreocupada por las calles de Enies Lobby sin ignorar la desventajosa cantidad de marines estacionados en el recinto. El cambio era notorio aún si no había pasado mucho tiempo en el lugar.

Pero era entendible. Después de todo, se estaba llevando a cabo el Levely.

Tengo que admitir que había pasado completamente por alto la tan afamada Asamblea Mundial. Si no fuera por la información entregada por el comodoro de turno y la breve pasada por las afueras de Marie Geoise no habría caído en cuenta de que los reyes de distintas partes del mundo estaban reuniéndose para discutir sucesos de sus respectivos reinos.

Lo que es una vergüenza para la que quiere llegar a ser el mejor informante del mundo entero. Me decepciono de mí misma. Así, me vi en la obligación de mantenerme al tanto de los asistentes con el fin de obtener alguna pista que pueda utilizar mientras rebuscaba con saña en mis recuerdos.

Que me sea fácil recordar algunas cosas no significa que lo sepa todo. Sobre todo lo que no tiene que ver directamente con los personajes principales o de mis favoritos. Es decir, los sucesos menos emocionantes o a los que tuvieron poco tiempo en pantalla suelo dejarlos tirados en un rincón cualquiera de mi mente. Un rincón bastante problemático, debo decir.

Sin embargo, después de alcanzar a escuchar el nombre de Nefertari Cobra y Nefertari Vivi, fue como si las memorias por las que buscaba comenzaran a fluir en ríos cristalinos.

Memorias de Vivi, si no me equivoco. De ella conociendo a Wapol y aceptando una bofetada en la cara con toda la dignidad de una princesa pacifista que no deseaba ver conflicto entre sus reinos. De un Wapol marchándose furioso por ello. De un nombre importante mencionado durante la asamblea. Un nombre que causaría terror con solo mencionarlo entre los marines y que haría que los cabellos se les cayeran de la cabeza al gobierno mundial:

Dragon.

Dragon el Revolucionario.

Líder y fundador del Ejército Revolucionario.

Hijo de Monkey D Garp y padre de Monkey D Luffy.

Entonces supe, que este era el momento en que Dragon el Revolucionario se convertiría en el hombre más buscado del mundo. Luego de esta reunión, las acciones de su ejército se harían más notorias y los nombres de sus oficiales cobrarían más popularidad.

Sabía que siendo quien era él y quien era yo tendríamos que enfrentarnos. El gobierno mundial y su ejército revolucionario entraríamos en guerras de guerrillas por mucho tiempo.

E incluso si en mi hoja curricular mi especialidad no era combatiente, poseía todos los atributos para serlo si no fuera porque mis habilidades como informante y sigilo eran mucho más valiosas y sobrepasaban con creces mis enfrentamientos de práctica. No fue suerte que pudiera salir viva después de la pelea con Niji. Me he dedicado de lleno a sobrevivir en este mundo. Al menos, hasta que pueda ver caer a Akagami con mis propios ojos.

El caso es, que si no me enfrento a Dragon directamente, este mundo tiene una forma de crear némesis eternos y llamativos en los polos opuestos de la situación.

Me hace pensar en quien se volvería mi rival, mi enemigo, mi némesis. Un personaje conocido, u otro que se mantuvo en las sombras en la historia del anime. También cabía la posibilidad de que fuera un nuevo personaje salido de la nada. No se podía descartar que mi presencia aquí era capaz de joder la vida de algún tipo fuerte que decidiera volverse en mi contra y evolucionara a un rival problemático.

Y también estaba Sabo.

¿Qué haría con Sabo?

Cuando me lo llegue a topar en algún momento debería ¿evitarlo, acercarme, molestarlo, matarlo?

Muchas opciones, pero no la suficiente información para decidir un buen curso de acción.

Sabo era un personaje importante por sí solo, para que adicionalmente esté relacionado directamente con varios otros más. Luffy, Ace, Dragon, Garp.

…Sería el jefe de personal. El segundo al mando del ejército revolucionario.

Sería una pieza clave en algún momento.

Y no estaba segura de si mantenerlo en mi lado bueno o mi lado malo.

Mh.

¡Oh, bueno! Esos serán pensamientos para otro momento. Mi deber inmediato ahora mismo era entregar el maldito informe a Spandam. Un maldito informe de más páginas de las que pensé en un principio.

Sonreí para mis adentros.

Una vez leído mi cuaderno, fue una reflexión larga la que tuve para decidir que escribir en el informe y que cosas dejar fuera para mi degusto personal. Fue una verdadera sorpresa darme cuenta del significado de los datos y gráficos copiados. Tenían el poder tanto de reforzar el poder de la marina como de hundir hasta el fondo del océano el reino de Germa 66.

Fue difícil desglosar lo que quería para mí a la vez que medía los pros y los contras de entregarle información tan vital al gobierno mundial. Sin contar que muy posiblemente el codicioso de Spandam querría utilizarlo para su propio beneficio. Y si hay algo que he decidido desde un principio, es mantener al cobarde en su posición hasta que logre volverlo mi títere.

Ah… planes, planes.

El futuro por delante se ve tan prometedor que me es imposible no emocionarme. El porvenir no será más que mi sala de juego.


"¡Estoy entrando, jefe!" Entré a la habitación sin llamar y con mi continua sonrisa infantil.

"¡Ack!"

Parpadeé hacia Spandam desparramado en el suelo y rodeado de papeles sueltos. A su lado una Kalifa – porque obviamente era ella a pesar de su cabello corto. - ajustándose los lentes con una mirada de disgusto ni siquiera disimulada al idiota de nuestro jefe.

Parpadeé un par de veces aún si ellos no lograban ver mis ojos a través de la delgada hendidura de mi máscara, y sonreí al segundo siguiente. Todo dientes y risa burbujeante.

"Wow, jefe. ¿Todo bien allá abajo?"

"¡Toca la puerta antes de entrar!" Me gritó con dientes de tiburón desde el piso.

"¡No quiero!" Podía ser muy molesta cuando quería. El hombre solo gruñó volviendo a su asiento mientras otros agentes sin nombre recogían los papeles dispersos. "Acabo de llegar y aquí está el informe."

"¿Informe?" Kalifa miró interesada el fajo de papeles entintados con palabras y gráficos. "Escuché que habían enviado al nuevo recluta a una misión apenas llegaba de la anterior. Pero a juzgar por el tiempo que te tomó pensé que ya estabas muerta."

Woah. Mira esa honestidad. Más afilada que un cuchillo.

Se ajustó sus lentes observándome como un halcón a su presa. Tan temible.

"¡No hubiera tardado tanto si el jefe no me hubiera mandado a una misión suicida!" exclamé erizada volviéndome hacia Spandam al final de la frase. "¡Porque eso es lo que fue! ¡Una misión suicida!" Entonces tomando un giro en mi personalidad volví a girarme hacia Kalifa agarrando con fuerza mi pecho con un mano y la otra sofocando sollozos sobreactuados.

"Pensé que moriría señora… Hip… Fue tan aterrador. No sabía si volvería. Juro haber visto mi vida pasar frente a mis ojos. ¡Y ni siquiera sabía que tenía una vida tan larga! ¿No se supone que al morir nuestra vida pasa en un instante? ¡Pues no! ¡Cinco minutos!" Exclamo con cinco de mis dedos extendidos a su rostro." ¡Tardé cinco minutos reflexionando sobre mi existencia en este mundo solo para darme cuenta de que simplemente tenía que patearle el trasero al idiota y asunto arreglado!" Estallé divirtiéndome personalmente por la mirada confundida de Kalifa.

En realidad no era solo confusión. Sorpresa, horror, disgusto y un poquito de interés… tal vez.

Para ser una agente del CP-9, era mucho más expresiva de lo que uno pensaría. Aunque ¡claro!, cualquiera sería demasiado expresivo después de conocer a Rob Lucci. Hombre difícil aquel. Pero no inmune y mucho menos ilegible. Llegará el día en que pueda leerlo por completo, al cien por ciento.

"¿¡Sabes lo aterrador que es mirar tu vida por cinco minutos justo antes de una pelea!? ¡Entré en pánico! ¡Mi corazón se detuvo! ¡Puedo jurar que sentí mi corazón detenerse en esos cinco minutos! Dejando de bombear sangre, mis manos volviéndose heladas y mis pulmones dejando de funcionar… ¡QUEDARÉ CON UN TRAUMA! ¡UN TRAUMA A LOS 'CINCOS'!"

En este punto ya estaba saltando a su rostro para poder enfatizar lo horrorizada que 'estuve'. Kalifa no sabía qué hacer. Ojos grandes detrás de sus lentes completamente descolocada por mi arrebato.

"Ya lo puedo ver," continué volviendo a mi lugar inicial dándole el espacio que tanto parecía necesitar Kalifa. "cuando camine por la calle y vea el número del infierno me estremeceré y correré. ¡Entraré en pánico! Pero luego me enojaré por salir corriendo. ¡Porque los cobardes huyen! Y regresaré. Y quemaré hasta el infierno al maldito 'cinco'." Gruñí con mis puños apretados frente a mi rostro. "Y si alguien lo menciona… BAM. ¡Puñetazo para el idiota!"

No estaba mirándolos abiertamente, a nadie de la oficina, más interesada en que mi mirada se fijara en un lugar en el aire, a lo lejos. Pero no pasé por alto a mi vista periférica el pequeño salto que dieron todos cuando alcé mi voz en una demostración fingida de un puñetazo. Mi haki dándome señales débiles de lo sorprendido que estaban todos y un poco bastante intimidados también.

Me detuve. Respiré hondo y volví a mirar a Kalifa y Spandam con una sonrisa brillante en mi rostro.

"Eso fue…" La rubia dudó en sus palabras. "una experiencia difícil de olvidar." Acabó por decir.

Asentí de acuerdo. "Definitivamente." Entonces olvidé que aún no me había presentado adecuadamente. "Soy Ene, por cierto. Un gusto conocerla señora." Ladeé mi cabeza en un gesto amistosos. Porque no. Yo no me inclinó.

"Kalifa." Ajustó sus lentes. "El placer es mío. Y no soy señora."

"Y pensé que este sería normal." Escuché el pobre murmullo del idiota de Spandam. Oh querido. Yo también hubiera preferido un jefe normalmente adecuado, pero aquí estamos. Nos conformamos con lo que tenemos.

"¡Soy normal!" Hice un puchero sobresaltando al hombre con mi efusividad. Otra vez. "Jefe-san es tan malo conmigo." Le tendí el informe entonces. "Aquí está el informe. ¿Puedo ir a comer?"

Spandam suspiró con derrota. "Déjalo por ahí, luego lo reviso. Tengo que ocuparme del Levely primero. Estos reyes tontos exigiendo más seguridad de la que deberían…" Corté mi atención de él a penas sus palabras se convirtieron en murmullos quejumbrosos.

Dejé el informe sobre una de las butacas y me marché con un último saludo a Kalifa, ya recuperada de su estupor y de vuelta a su personalidad estricta y eficiente.


Marie Geoise

"El Revolucionario 'Dragon'." Había silencio en la sala. La larga mesa rodeada de reyes de todos los reinos afiliados al gobierno mundial, observaban la imagen del hombre de quien estaban hablando. El rey hablante continuó mostrando la foto de Dragon. "Sus ideas son peligrosas. En cinco o seis años, será una gran espina para el gobierno mundial."

"¡Bah! ¡Que montón de basura! ¡Eso no tiene nada que ver con mi país!" Rey de Drum: Wapol. "¡Yo no estoy gobernando un reino donde ese 'revolucionario' pueda causar problemas! ¡No le busquéis problemas a mi país. Si queréis capturar a ese tipo, hacedlo vosotros mismos!"

"¡Wapol! ¡Maldito patán egoísta!" Nefertari Cobra, Rey de Arabasta gritó enfadado, llegando incluso a levantarse de su asiento y golpear la mesa. "¿¡Para qué crees que es este encuentro?!" Replicó.

"¡Bwaah! ¡N-Nefertari… Cobra!"


"Entonces…" Kaku llamó la atención de Lucci mientras se acercaba a espaldas de él.

El viento desde un lugar tan alto y despejado como era la Red Line, mecían sus cabellos y gorra.

Su deber no era entrar a Marie Geoise y resguardar la seguridad en el sitio, sino brindar protección a la familia real desde el puerto rojo a la entrada de tierra santa. Enfocándose principalmente en posibles infiltrados o curiosos que quiera ir más allá de lo establecido en las reglas del tenryubito.

Kaku llegó al lado de Lucci a paso relajado pero ojos atentos y observadores. "Dicen que hace unas horas un buque marino atracó en el puerto rojo transportando a un pequeño agente del Cipher Pol."

Lucci lo miró por el rabillo del ojo haciéndole saber que estaba prestando atención. Sin embargo Hattori se irguió y levantó una de sus alas mirando directamente a Kaku.

"¿Era ella?" Decidió preguntar Lucci antes de que Hattori se inquietara de verdad.

Kaku asintió pensativamente. "Eso parece. Pequeña, saltarina, con una sonrisa plasmada y una máscara de zorro blanca sobre la parte superior de su rostro."

"Ya veo." Lucci volvió toda su atención a su tarea entonces, sin ver la mirada contemplativa en el rostro de su socio de años.

"¿Realmente Spandam la envió al reino de Germa?" preguntó dubitativo. "No la vi pero, por lo que escuché no es más que una niña caprichosa e infantil. Seguramente alguien como ella no sobreviviría a toda esa seguridad del Germa 66. Incluso nosotros tendríamos problemas para adentrarnos en ese territorio."

Lucci no respondió.

Kaku continuó: "A menos que haya vuelto por fallar la misión. Quizás no pudo ni acercarse y dio por imposible todo el trato." Exhaló con una sonrisa burlona en sus labios. "Bueno. Si es así, entonces no le han dicho del castigo que le darán por haber fallado una misión. Seguiremos siendo sólo nosotros siete entonces."

Hattori lo golpeó con una de sus alas en la cabeza dándole una mirada intimidante.

"Bien, bien." Kaku se rio levantando sus manos en señal de rendición. "Ocho. Digo ocho."

Continuaron en silencio vigilantes. Esperando para moverse a sus otras posiciones cuando se hubiera acabado el tiempo.

Los reyes ya estaban todos dentro de Marie Geoise, mientras ellos y varios otros agentes más esperaban en las afueras de las rejas esperando por la salida de alguno de los gobernantes.

No faltaba mucho para que volvieran a moverse cuando Lucci habló.

"No sé si falló." Kaku lo miró inquisitivamente. No le costó saber de qué estaba hablando Lucci después de haberse acostumbrado a sus peculiaridades de tantos años.

"¿No?"

"Pero parece tener la mala costumbre de sorprender a la gente." Y eso sorprendió a Kaku, que no pensaba que Lucci estaría elogiando a alguien. "No deberías dejarte llevar por la apariencia, Kaku. Esa es, después de todo, la primera de sus armas." Giró en su costado para dirigirse a su nueva posición. "Seremos nueve." Declaró y partió.

Los ojos de Kaku demostraban más allá de su sorpresa al ver la retirada de su viejo compañero. Hasta que la incredulidad se hizo cargo en una risa entre dientes. "Vaya. ¿Quién será esta Reinbofokkusu para obtener la aprobación de Lucci tan rápido?"


Enies Lobby

"Oi oi ¿Quién es ese?"

"Yo… No lo sé."

"¡Sh! Idiotas. Ella podría escucharnos."

"¿Ella? ¿La conoces?"

"¿No lo saben todavía? Es Reinbofokkusu."

"¿¡Esa es Reinbofokkusu!?"

"¡Sí! Y acaba de llegar de una misión."

"Pensé que estaría muerta. Tardó mucho tiempo en volver."

"Escuché de algunos que estuvieron en la oficina del jefe Spandam que la envió a una misión suicida."

"¿¡Una misión suicida!? Pero es todavía una niña. ¡Y era su primera misión en solitario!"

"¡Lo sé! Yo también estaba sorprendido. Sin embargo, el jefe Spandam no lo estaba cuando llegó. Simplemente recibió el informe y la dejó ir."

"Wow. Es difícil ser un agente enumerado."

"Pero para poder volver ilesa de una misión suicida y con resultados… ella es mucho más temible de lo que pensamos."

"A penas salir de su entrenamiento a los trece y volverse un agente enumerado."

"Y no cualquiera. Si no del mismo CP-9. ¡Con Rob Lucci como líder!"

"Bueno… un genio necesita estar bajo el manto de un genio después de todo."

Sonrío satisfecha detrás de mi último bocado de pastel de manzanas e ignorando con práctica mi dolor de cabeza. Los extras realmente sabían cómo hacer correr los rumores. Al menos eran eficientes en algo.

Tomo un sorbo de mi té con lentitud sin dejar de escuchar los susurros para nada bajo de los agentes sin número en las mesas de la cafetería.

En cierto modo, fue bueno que haya tardado más de lo que uno pensaría. Debido a que no podía filtrarse el objetivo de la misión, mi tardanza daba la sensación de que la misión estaba a un nivel más allá del que todos los demás podían ni siquiera imaginarse a llegar. Y, que al haberla cumplido con éxito, mi reputación crecería y ya no tendría que ir intimidando a los idiotas propensos a creerse superiores más de lo necesario.

Podría enfocarme enteramente en los que serían mis compañeros.

Kumadori

Fukurou

Blueno

Jabra

Kalifa

Kaku

Lucci

Un buen y saludable compañerismo siempre daba buenos resultados. En especial si en algún momento lograba convertirlos en mis títeres.

Era personas fuertes con potenciales increíbles. Agregado a eso estaba la experiencia.

Que me condenen si no aprovechaba todo eso y los dejaba flotar en el mar como lo estuvieron haciendo en la misión de Galley-la. Haría que se volvieran más fuertes de lo que fueron en el anime. Definitivamente no dejaría que un grupo de piratas advenedizos los pasaran por el piso.

Serían mis compañeros. Mis títeres. Y más a futuro, mis subordinados. Sería una vergüenza que un error como ese fuera a pasar-

Ah…

Sí.

¿Por qué no empezar ahora?

BAM

El fuerte golpe hizo callar a todos en la cafetería mientras yo bebí del té que deliberadamente levanté de la mesa. No hubiera sobrevivido a la imprudencia de Jabra golpeando con ambas manos la mesa en la que estaba comiendo. Solo había que ver los platos que salieron volando.

Dejé la taza de té. Levanté mi cabeza directo al hombre de bigotes largos y delgados frente a mí que me miraba con sonrisa depredadora. Y sonreí de vuelta, todo dientes y alegría infantil.

"¡Yo!"

"¡Así que tú eres la nueva!"