N/A: Y este es el capítulo de la semana.
¡Capítulo Nuevo!
xD
Nunca estuve tan ansiosa por abordar un barco como ahora, mientras veía a los hombres subir las provisiones para el próximo viaje. Mi bolsa de equipaje descansando a mis pies con los brazos cruzados y mi trenza agitándose con la brisa marina. Los mechones aún del azul eléctrico que elegí después de mi encuentro con Law destacaban como un faro para los marines, lanzándome miradas nerviosas producto de mis oleadas de mal humor.
Eran demasiado lentos.
Estuve en Enies Lobby por ocho días antes de que se diera la orden de mi próxima misión. Ocho días llenos de intensas peleas conmigo mismo, escabulléndome de cualquier interacción, rehuyendo de un Jabra bastante feroz y persistente y, sorprendentemente, de un Kaku lo suficientemente inquisitivo tratando de entablar conversación conmigo en cada oportunidad. Todo con el fin de encontrar el silencio mental y emocional que necesita.
Los nuevos efectos de mi haki de observación siguieron siendo agudos para mi mente, pero descubrí que el suave enfoque en otros que haceres menos demandantes resultó ser un buen alivio para el dolor de cabeza. No lo suficiente, pero sí creaban una delgada membrana que ahogaba los sentimientos ajenos como si estuvieran bajo el agua. Aún estaban ahí, molestando, pero ya no taladrándome los sesos.
Descubrí que todo se trató de enfoque.
Los libros fueron una ayuda bienvenida hasta cierto punto. Los complicados, que demandaban una mayor concentración para entenderlos, fueron los más efectivos. Aunque también más agotadores y… peligrosos.
Me había inmerso tan profundamente en ese libro de teorías físicas, que me tomó un tiempo notar la creación repentina de la 'membrana mental'. Y por tanto, durante todo ese lapsus, no supe ni caí en cuenta de lo que sucedió a mi alrededor. Si hubiera caído un filtro a centímetros de mi cuerpo, no lo hubiera sentido; Y si hubiera un asesino entrando en mi cuarto, ya estaría muerta.
Gracias no hubo ningún ataque. Las misericordias de los malvados, supuse.
En conclusión, era peligroso. Un método tosco que me aislaba más allá de lo que a una paranoica como yo le gustaría. Si hubiera estado en otro lugar, otra situación, o incluso un ataque sorpresa en el mismo Enies Lobby, hubiera terminado muerto por puro descubierto vergonzoso y denigrante. Años de entrenamiento tirados al retirarse porque no supe controlar mi propio poder. Que humillante.
Había opciones, claro. Podría simplemente entrenar esta nueva habilidad mental hasta saber inconscientemente qué dejar entrar o qué no. El cerebro, aunque no un músculo, actuaba muy parecido a uno en cuanto a entrenamiento se refería. Ahora bien, eso tiene que tomar bastante tiempo. Años, calculo, para tenerlo arraigado tan profundamente como una segunda naturaleza.
La otra opción, que también era necesaria en este momento, era buscar algo más, otra actividad que ahogue lo suficiente las emociones ajenas, sin permitir que mis propios pensamientos me alejen de mi entorno.
Nunca fui alguien de hobbies, pero estaba descubriendo que en esta nueva vida obtuvo muchas de mis primeras experiencias. Una más no haría la diferencia. Buscar pasatiempos, por muy a perdida de tiempo que suene, podria resultar ser la solucion. No iba a cometer el error de ignorar una posible solución a mi muerte prematura por meras preferencias.
"Ene-san. Estamos listos para zarpar."
Bufé en respuesta. Tomé mi bolso y abordé el barco. "Zarpemos de inmediato, entonces."
En este punto ya era imposible ocultar mi fastidio por todo. ¡Al demonio la Reinbofokkusu divertida y saltarina!, le daría un puñetazo al primer idiota que cometa un error en este viaje.
Ni todo el condicionamiento anterior podía combatir el estallido futuro de mi cerebro, lo que lo volvía aún más molesto. Estaba perdiendo el control en mí mismo con cada minuto que pasaba con tantos bombardeos distintos viniendo de todas las coordenadas posibles. Ya había comenzado a odiar el rango de mi percepción a pesar de haber pasado años entrenándolo más allá de mi talento innato. Pensar que mi propia dedicación y esfuerzo me jugaría en contra.
Era apremiante resolver el problema en este viaje. Controlar mi observación en mar abierto antes de volver a verme rodeado de personas envueltas en todos los colores, densidades y potencias posibles. Las auras de las criaturas marinas eran mucho más livianas y singulares para contarlas como una bendición, un respiro después de tantas emociones nudosas y conflictivas entre sí.
Soltando mi bolso sobre la literatura, observé mis otras pertenencias traídas por los agentes anteriormente. Almohadas mullidas y esponjosas ordenadas seductoramente en la cabecera de mi literatura, sobre la ropa de cama suave y agradable. Unos cuantos libros, cuadernos sin usar, papel blanco y plumas descansaban sobre el modesto escritorio y su lamparita. Una cómoda simple pero espaciosa y perchas junto a lo que sería la puerta al baño privado del que tenía el privilegio de disfrutar.
Mirándolo así, era evidente lo quisquillosa y exigente que me volví con mis pertenencias y espacio. Claramente un subproducto de la privación de estas comodidades por toda una vida y unos cuantos años de esta. A mamá también le gustó mucho las comodidades y los objetos lujosos, a pesar de que nunca fue de las que enloquecían por la opulencia. Así que, si me aprovechaba del poder del que ahora ostentaba, pues, no es como si a alguien más que a mí debería importarle.
El buque ya había comenzado a moverse con las velas desplegadas una vez di la orden, por lo que solo me recosté en mi literatura y cerré los ojos sintiendo como poco a poco la presión de tantas emociones juntas disminuía.
Las presencias en Enies Lobby iban desapareciendo una tras otra de acuerdo con la solidez de su haki, su aura o como quiere que se llame a su energía vital. Los soldados marines, quienes ni siquiera lo habían despertado, fueron los primeros en desaparecer juntos con los agentes que estaban en el mismo estado. Algún que otro capitán o comodoro que se perderá estacionado en la isla los siguió. Algunos de ellos se mostraron más prominentes, con haki despertado pero no adecuadamente. Sin embargo, siguieron sin ser los más fuertes de la isla, esos eran mis compañeros, pero los únicos que quedaron en Enies Lobby eran Lucci y Kumadori.
Kaku y Kalifa fueron enviados recientemente a una breve misión diplomática al reino de Ballywood en el West Blue; Fukurou aún no regresó de la suya propia, eliminando a una banda de piratas – que envidia – que se había vuelto muy problemático de repente para el gobierno mundial. Jabra estaba de caza por el avistamiento de un pequeño grupo de revolucionarios cerca de Sabaody.
Después de que el líder del Ejército Revolucionario fuera presentado oficialmente como el criminal número uno del mundo, los avistamientos de revolucionarios en ciernes que antes fueron ignorados pasaron rápidamente a ser la prioridad. Jabra, como el mejor perro de caza, fue enviado tras ellos con el fin de diezmar desde un inicio cualquier noción que tuvieran esos idealistas contra el Gobierno Mundial. De hecho Kaku y Kalifa estaban poniéndose en contacto con el reino Ballywood por la misma razón. Lentamente se estaban armando los aviones para aplastar al creciente Ejército Revolucionario que por ahora, seguían siendo un huevo en comparación a la ganancia dorada en la que se convertiría en un futuro cercano.
Kumadori se mantuvo cerca de Spandam a la espera de una nueva misión que requiriera de sus habilidades. Y como iban marchando las cosas con todo el tema de Dragon, no había duda de que en unos días también sería enviado a tratar con los revolucionarios.
Las escaramuzas entre el Gobierno Mundial y Dragon pronto darían comienzo oficial.
Un hecho que he estado esperando con ansias, emoción en las venas desde que comencé a pensar con claridad en todo lo que conllevaba haberme unido al Cipher Pol.
Akagami era un asunto personal que trataría con el debido cuidado y precisión milimétrica, pero el Ejército Revolucionario era, sería un esfuerzo en conjunto, una guerra entre dos bandos totalmente diferentes. Y por muy poco que me interesara el poder o la libertad que intentaban proteger a ambos grupos respectivamente, la emoción de ser partícipe de algo más grande que una simple historia secundaria sacudía mi médula ansiosa de batalla y victoria. De caos e incendios.
Cuando el ping de la presencia de Kumadori al fin desapareció solo quedó una para mi contemplación.
Lucci.
Se sintió más cerca que Kumadori en la Torre de la Justicia, aún cuando ambos se encontraron en el mismo edificio. Su haki, como descubrí en los últimos días, era medido y plácido, como un gato descansando bajo el sol y sin embargo, atento, preparado para saltar en el momento en que el ratón se sintiera confiado.
Su haki era lo contrario al de Jabra. Mientras el hombre lobo era atrevido y juguetón, el de Lucci era tranquilo, desinteresado, no buscando abiertamente atención, sino que tentándote con diminutas ondas entre la plácida esencia, atrayéndote con tu propia curiosidad y esperando con los ojos entrecerrados y afilando sus garras.
Era casi inquietante lo atento que podía estar a su entorno ya las acciones que tomaban aquellos en su círculo. Me dio escalofrío cada vez que recordaba nuestras cortas interacciones luego de la reunión donde conocí oficialmente a Kaku. Sus ojos dorados eran tan penetrantes que me asombraba el hecho de que nadie más los hubiera notado. Me daría cuenta si solo estuvieran acostumbrados, pero todo demostraba que en realidad no tenían conocimiento de que estaban siendo observados con tanta atención. Cada uno viviendo en su pequeño mundo.
Supe desde nuestra primera misión que estaba siendo vigilada y evaluada por él, pero ahora, con el sentimiento añadido y no solo la intención detrás de esos ojos, había vuelto sus miradas más nítidas cada que estaban señalando en mi dirección. Ya no era únicamente la sensación de estar siendo observada, algo a lo que me había acostumbrado hace un par de años. Era la sensación fría y afilada de un cuchillo apuntando a mi cabeza preparada para atravesarla si resultaba ser una amenaza.
Fue ahí que realmente sentí el peso del afamado Satsuriku Heiki.
Y entre todo ese alarmante descubrimiento, varias veces acabé sopesando, en la oscuridad de mi habitación, si mis ojos observaron eran tan pesados como los suyos. Si habia el mismo nivel de amenaza entre los suyos y el mio. Si la experiencia que Rob Lucci tenía lo volvía indudablemente más fuerte y poderoso que yo, que tenía el conocimiento y la habilidad para meterme en su cabeza, destruirlo y manejarlo si me lo proponía.
Si ni siquiera había caído en cuenta de lo peligroso que era realmente Rob Lucci en nuestra primera reunión, ¿puedo siquiera ganar una pelea contra él? ¿En mi estado actual?
Lo dudaba.
A pesar de mi máscara, Kumadori notó mis ojos puestos en él. Y si el hombre no notó los ojos agudos de Lucci y sí los míos, pues, era justo la demostración de cuan verde e inexperta era sin la experiencia. De cuan desprevenida he llegado a volverme debido a mi autoconfianza.
A veces era difícil caer en la realidad de que, aunque fui la más fuerte en ese campo de entrenamiento, ese diminuto lugar no era más que una isla dentro de la inmensidad del Grand Line con muchos y más diversos oponentes fuertes. Que mi pequeño yo seguía siendo débil ante el mundo. Que aún no era suficiente para acabar con él .
Era fuerte. Era inteligente.
Pero no pudo sobrevivir sin la experiencia.
Y entonces, su ultima presencia se perdio. Casi dejándome vacío después de haberme estado aferrando a ella buscando diferencias entre ambos, buscando algo, cualquier cosa que me ayudara a ganar si tuviera que pelear con ese hombre mucho más poderoso que yo.
Era terriblemente silencioso después, incluso con mis pensamientos girando en espiral. La última presencia fuerte que desaparecía y dejaba mi radar buscando nada.
El cambio fue brusco, pero no poco aliviador. El suspiro que se escapó de mis labios fue mucho más cargado de lo que fueron los anteriores.
Oficialmente estaba de vuelta en mar abierto y con una misión entre manos:
Encontrar a Blueno, y partir a Punk Hazard.
Cuando Taiga nació, amó su nombre: Grande y audaz. Un nombre que lo predestinaba a ser un hombre grande y fuerte cuando creciera, su audacia dejaría boquiabiertos a cualquier otro hombre menor al verlo emprender sus aventuras.
Su padre, tan grande y robusto como el tronco del árbol más viejo lo entrenó a puñetazo limpio dejándolo comer lodo todos los días al atardecer. Le recordaría sus fallas durante el combate y se burlaría de cuan débil aún era para usar el sable que empuñaba en sus manos gruesas. Luego se marcharía a trabajar en la pesca y no regresaría hasta justo antes del medio día siguiente, cuando las palizas volvían a surgir y esperaban con ansias el momento en que obtuviera por fin el mismo poder detrás del poderoso puño de su padre para empuñar el arma por el que se habia vuelto deseoso.
Era una buena vida. Tenía un padre rudo pero preocupaba por su bienestar, con techo y comida en su mesa, sin deudas y la tranquilidad que llevaba consigo la estabilidad. Por ello, no hubo sorpresas cuando su cuerpo aumentó de tamaño asemejándose a su padre. Todos los demás niños lo admiraban y lo seguían en aventuras imaginadas en las costas o al bosque de la isla. Era el más grande y el más fuerte. Era obvio que se convertiría en el líder de la manada.
Y entonces, un día, su padre nunca volvió. El mar se lo había llevado en la tormenta y él como un adolescente sin otro sustento que lo que quedó en los gabinetes de la desvencijada cocina, usó su fuerza y habilidad con el sable para ganar dinero.
Los años pasaron y los pescadores amigos de su padre se volvieron sus víctimas de robo, los niños que antes le siguieron se volvieron hombres sin ley e inmorales, su altura y fuerza se encontraron en el temor de los pueblos.
Taiga caminaba con pasos pesados, imaginándose que la tierra temblaba ante sus pisadas, su sable colgaba del cinturón sin funda, brillante e intimidante. Su casaca de cuero larga pesaba sobre sus hombros anchos haciéndolo ver aún más voluminoso de lo que era. Taiga se convirtió en uno de los peores bandidos. Siendo temido por todos, se deleitaba en el temblor de las mujeres, los chillidos de los niños y los ojos temerosos de los hombres.
Su sequito siempre a sus espaldas, lo seguían con codicia, maldad y traición. Pero aun sabiéndolo, a Taiga no le importaba. ¿Por qué habría de hacerlo? Cuando con un solo balanceo de su sable, los árboles caían a sus pies; cuando con un puñetazo suave su contrincante caía inerte quizás por cuánto tiempo. Era fuerte, y Taiga lo sabia.
Era grande como su nombre lo decía, audaz como ningún otro, pero después de tomar todos los pueblos de su isla, de tener a todos esos débiles aldeanos pagando impuestos por su 'protección', ya no había nada que le interesara. Ya había tomado todo lo que podía de esa miserable y pequeña isla.
Así que zarpó. Zarpó con la banda de unos piratas que estaban dispuestos a recorrer el Grand Line y encontrar el One Piece. A Taiga no le importó que detectaron más débiles que él y que trataran de buscar un tesoro que ni siquiera existía, pues lo que necesitaba era un barco y la tripulación para sobrevivir en los mares tomando en sus manos todo lo que su codicia quisiera de las islas y los mares, así que sin problemas obedeció órdenes de su ahora 'capitán'.
No obstante, mientras que Taiga los usaba para navegar los mares, los piratas se volvieron hoscos por su arrogancia, envidiosos de su fuerza, y terriblemente rencorosos por sus menosprecios.
No eran fuertes. No como Taiga. Pero no necesitaron serlo para deshacerse de él una vez que llegaron a Sabaody y notaron las casas de subastas, los vendedores de esclavos… los Tenryubitos.
Sabaody resultaba hermoso e impresionante desde la distancia, con sus distintos tonos de verdes difusos, manglares tan altos que mirar a su cima resultaba en dolores de cuello más tarde, burbujas brillantes, traslúcidas y ligeras ascendiendo con una tranquilidad impía. Una vista de maravillas que contradecía totalmente la inmundicia humana que guardaba entre tanta belleza natural.
Era repugnante cuantos de estos lugares de pura maravilla eran tomados por el poder de las más ingratas de las existencias, cuantos de estos lugares fueron contaminados por las ideas posesivas de los altos en el poder y bajos de cerebro. Y cuanto de esto seguiría de este modo mientras de mí dependiera.
Mis pasos se sintieron extraños al hundirse en el césped recubierto de la resina que producían los manglares. Momentos como estos eran exactamente la razón por la que agradecía todos los días de mi miserable vida la elección de mi calzado. Las botas altas servirían perfectamente como una capa protectora aquí. Saltando de vez en cuando para probar la resistencia, corriendo, trotando, girando, las botas se presen- tan como un buen aislante.
Y lo más interesante de todo, los pasos a mis espaldas eran capaces de oírse con increíble nitidez teniendo en cuenta que la resina, al tener una gran similitud con el agua jabonosa, debería acallarlos en vez de producir ese sonido chillón. Aunque si fuera así, de nada serviría con lo ruidosas que pudieran ser las armas y cinturones que colgaban de los marines intentando seguir mis pasos. El traqueteo de metal contra metal era insistente. Al menos los agentes de sombreritos negros eran un poco más sigilosos que eso, llevando las armas escondidas entre las ropas en comparación con los marines mostrando al mundo su poder en balas de plomo y escopetas de casi un metro.
Estos hombres realmente no entendieron el significado de mezclar, ni sigilo al parecer.
"¡Ene-san! ¡Espere por favor!"
Ignora las llamadas. Para empezar ni siquiera los quería conmigo y, aunque podía ordenarles que se quedaran en el barco mientras exploraba, hacerlos correr tras de mí era mucho más divertido a pesar de la cantidad de ojos y cabezas volteando en nuestra dirección. Las miradas recorriendo con curiosidad indisimulada nuestro infame grupo de marines y agentes del gobierno, como si nunca vieran a personas importantes caminando por el archipiélago. Como si los Tenryubitos no pasearan por este lugar como si fuera su patio de recreo.
Mirando con más atención, en todos los sentidos, ni siquiera esa era la razón por la que sus miradas nos seguían. sentido Había el cosquilleo de risas con mi haki, pero al ser la mayoría, si no todos de origen civil, no puse mucha atención a las débiles señales. Ahora que mis ojos captaban las expresiones de mis lindos subordinados… bueno, era un poco comprensible. Incluso los sombreritos negros estaban teniendo problemas para mantener los rostros serios mientras hacían el intento de caminar con pasos apresurados y elegantes.
Hombre. Simplemente no tienen en ellos esa gracia que buscaban imitar. shouldn have dado por vencidos hace mucho. Un mono tenia mas gracia saltando de una rama a la otra que tratando de arrastrarse como las serpientes.
Aceleré mi paso metiéndome entre las multitudes reunidas a entradas del Parque Sabaody, perdiendo efectivamente tanto las miradas ajenas como a mis seguidores en el tumulto de personas emocionadas. Un breve vistazo sobre mi hombro me hizo sonreír por la ridiculez de la vista. Todo mi sequito siendo cruelmente arrastrado por la euforia infantil de los niños y sus guardianes. Esperaba que con esto entendieran que realmente no me gustó tener un montón de idiotas más débiles siguiendo mis pasos con espaldas erguidas como si realmente capaz de ponerse entre el peligro y yo.
Otra vez, podía simplemente dar la orden y arreglar todo el asunto con una o dos cabezas agujereadas, pero honestamente, las órdenes estaban sobrevaloradas. Y mi dolor de cabeza ya mucho más amainado estaba en este estado deseoso de jugarretas. Más bien me lo pedía a gritos, como si ya fuera un instinto del que no podría deshacerme. Me hacia preguntarme si siempre fue así y lo ignoraba, o fue un efecto secundario creado a partir del entrenamiento. En otras palabras, siempre estuve loca, o me estaba fallando el coco solo recientemente.
Preguntas que nunca tendrán respuestas.
corri. Sonrisa satisfecha en los labios y sintiendo la presencia de Jabra más allá de mis once, en lo que parecían ser los manglares del 50 si mi mapa mental no me fallaba.
No fue una sorpresa sentir su presencia abriéndose paso en mi descansada mente desde que el barco estuvo lo suficientemente cerca de la zona. Lo habían enviado precisamente a Sabaody después de todo. Así que cuando recibí la orden de encontrarme con mi guía, tradúzcase: Blueno, en el gran y famoso archipiélago de Sabaody, era de esperar toparme con el perro de caza cumpliendo sus funciones.
Hubiera ido tras Blueno, pero nunca había conocido al hombre y por tanto no sabia cómo se sintió su presencia, su haki, su todo. Resultaba difícil encontrarlo entre tantas auras fuertes, débiles y dispersas. Las conjeturas de su identidad no serían de gran ayuda en un lugar como este, que tenía la mayor diversidad de seres dando vueltas.
Por lo tanto, era Jabra.
(Ignoraremos el hecho de que las órdenes eran encontradas con Blueno en la Sede de la Marina del archipiélago.)
Tenía que molestar a alguien antes de que mi inútil cerebro volviera a enfurruñarse y se sintiera con ganas de torturar a su portadora. He descubierto en este pequeño lapsus de autorreflexión, que el tiempo era un concepto valioso y definitivamente poco apreciado. No cometería ese error. Haría lo que tenía que hacer antes de que el minutero comenzara a acercarse al horario del fastidio.
Lo que me lleva a mi sub-meta de encontrar un pasatiempo decente.
Me detuve en seco, poniendo especial atención en ese último pensamiento.
Bien podría empezar la búsqueda ahora.
Caminé con pasos seguros a la tienda más llamativa del camino, completamente decidida a llevar conmigo algún recuerdo lo suficientemente interesante y con el que pudiera perder el tiempo. Un hecho que seguía sin agradarme del todo. No obstante, medidas desesperadas y todo ese jazz.
La tienda no estaba repleta, ni mucho menos desocupada. Al parecer los visitantes que iban y venían hacían que los establecimientos se repletaran a intervalos impredecibles de tiempo, pero jamás se vaciarían. Aun así, empujé a un lado a los clientes con toda la delicadeza de un rinoceronte hasta abrirme paso al mostrador, haciendo oídos sordos a las quejas e insultos. Los ' ¡mocosa!' siempre eran un insulto predecible. Un clasico.
Tuve que elogiar a la buena dama de una vendedora cuando pasó de escuchar al cliente que tomé del cuello y lancé con una cantidad impía de fuerza al otro lado de la tienda, a depositar toda su atención en mí sin tambalear su sonrisa de servicio al cliente .
"Quiero un juguete." Demandé con expresión seria incluso debajo de mi máscara esperando que capte la seriedad de todo el asunto.
Porque esto era jodida y absolutamente serio y todo el mundo debería tomarle el peso que se merecía. Era por el bien mental de una asesina entrenada con muchas ganas de prenderle fuego al mundo y ver como todo se desmoronaba en n-
"¡Por supuesto!" Pestañé. "Tenemos una gran variedad para todos los gustos. Por favor espere, los traeré de inmediato." Asenti sin palabras.
Ella era tan burbujeante y alegre.
Realmente un buen servicio al cliente.
Resulta que la tienda de souvenirs tenía más juguetes de lo que podría haber pensado. Los escaparates exhibieron estatuas, muñequitos de plástico, uno que otro llavero, fotografías del archipiélago y libros para colorear. En general, a primera vista se vio como un negocio bastante completo, pero fue una sorpresa ver la cantidad de juguetes diferentes que la agradable buena dama sacó de las estanterías. Como si sacara conejo tras conejo de un sombrero de mago.
Juguetes grandes, pequeños, de bolsillo, de plástico y de madera. La expresión como niño en juguetería no podía ser subestimada luego de haberlo vivido por experiencia propia. Con gran orgullo y barbilla en alto era capaz de admitir que así como mis manos salieron repletas de bolsas y empaques, mi billetera se marchó sin nada más que el recuerdo de billetes verdes pasando a saludar y yéndose con la misma rapidez con la que llegaron.
En la ruina. Estaba en la miseria y el hecho de saberlo no borraba el sentimiento de satisfacción. Should estar más preocupada en realidad, tomando en cuenta que esta asombrosa experiencia podría ser el primer eslabón al síndrome del comprador compulsivo.
Lanzando ese pensamiento al viento, al igual que muchos otros en el mismo día, acomodé todas mis posesiones en las burbujas globo. Podríarme a Sabaody si los efectos fueran tan gratificantes acostumbrarse. Mi atención dividida entre caminar hacia la presencia de Jabra, hacer un columpio con mi nuevo yoyo y siempre un ojo metafórico a mi alrededor, podía sentir como el nuevo enfoque empezaba a dar resultados.
¿Que es peligroso jugar con mi seguridad y bajar la guardia de este modo? Quizás. Sin embargo no hay como el presente para salir de dudas. Y mi nuevo yoyo aquamarina era perfecto . Énfasis ahí.
Claro, todo estaba bien hasta que caí en cuenta que los manglares por los que estaba caminando dejaron de verse tan llamativos, animados y repletos. La atmosfera silenciosa, tensa. Los grupos de turistas siendo felices reemplazados por matones feos y armados. Sonidos de espadas chocando entre sí a lo lejos acompañados por carcajadas desagradables y disparos perdidos.
Suspirar fue lo menos que pude hacer antes de maldecir al estúpido lobo en mi mente, intentando en vano enviar ondas telequinéticas para que cayera al mar de cabeza y sin flotador. Que se ahogara por meterme, sin saberlo, en un escenario que no tenía pretendido explorar aún con tantas bolsas sobre mi cabeza. ¿Por qué tenía que cambiar de posición cuando ya lo tenía marcado?
Entrecerré mis ojos por la molestia en cuanto un trío de matones se me acercó por la espalda. ¿Era justo decir que sentí sus presencias cuando en realidad no eran más que amalgamas mugrientas con seis patas moviéndose en tándem?
La mayoría de los civiles se sintieron como nubarrones, niebla, ni siquiera brillaron. Pero también habían de este tipo. Masas repugnantes, densas y con cuerpo no por poder, sino por la naturaleza basura de la que se originaron. No eran fuertes, para nada. Un marine normal bien experimentado tenía una gran probabilidad de ganarle a uno de ellos, lo cual no era precisamente un halago pero se entendía que al menos uno de los débiles podía ir en un uno contra uno y ganar.
Por eso era molesto que semejantes idiotas creyeran que podrían acercarse a mí con sonrisas sin dientes y aliento nauseabundo. Percibir sus… presencias era una cosa, tener que aguantarlas en persona, sentir como esas cosas intentaban acercarse a mí era completamente diferente.
Aguantando una respiración profunda mandé una oración a cualquier existencia del cosmos para que mantuviera mi nuevo y lindo yoyo con vida mientras tomaba la difícil decisión de usar como arma. Tal vez todo era más fácil antes de que mi haki me enseñara la grima que la basura del mundo me producía.
"Jeje. Miren qué tenemos acá. Una mocosa perdida con sus juguetes." Se burló uno de ellos con sus compañeros. Si es que se le podría llamar así a estos bastardos sin lealtad.
mejor que sean bandidos, vendedores Será de esclavos incluso, porque si son piratas, juro que desataré todas mis frustraciones reprimidas con ellos antes de matarlos. Y mis frustraciones últimamente resultaron ser muchas. Mi futuro yoyo destrozado entre ellas.
Giro mi cuerpo con ligereza antes de que se acercaran lo suficiente para tocarme.
"Ne~ ¿Qué quieren?" Yoyo subiendo y bajando en un vaivén calmante.
"Niña, ¿dónde están tus padres?"
"Sí sí, los niños no pueden andar solos ¿por qué no vienes con nosotros?"
"Jeje. Tenemos muchos más juguetes interesantes con nosotros."
"Mm…" ¿Pedófilos tal vez? "¡No quiero!"
"Pff. Deja de jugar y solo agárrala. A estos mocosos consentidos hay que tomarlos y enseñarles a quien manda." El bastardo estiró el brazo para agarrarme.
"Por estos mocosos siempre pagan más. Quítale la máscara. Si es bonita tenemos el botín de la semana asegurada."
¿El botín de la semana? ¿Solo de la semana? Honestamente, estas idiotas no son más que aficionados. Obviamente valdría el botín de cinco años, siete si lo estiraran. Capacidad, fuerza, genio, conocimiento y potencial. Lo tengo todo. El tesoro de un reino sería una nimiedad con el valor de mi sola persona. ¡Soy así de valiosa! Malditos incultos.
Balanceé el hilo de mi yoyo, mi precioso yoyo que golpeó con elegancia el sucio rostro del bastardo, justo debajo del ojo.
Aguanté la respiración en esos segundos esperando lo peor. Esperando el sonido de mi yoyo rompiéndose en dos, o en tres, o en cuatro. Pero no pasó nada.
"Guau. Realmente un buen servicio. Incluso los juguetes son de buena calidad." Comento en el silencio sorprendido de los otros dos que quedaron de pie sobre su amiguito. Balanceaba mi yoyo de un lado a otro en busca de alguna grieta.
"¡Tú! ¡Perra mocosa! ¡¿qué hiciste?!"
¿Ya obtuvieron 'mocosa' llevo el día de hoy? Diecinueve y contando supongo. Lo digo yo, es un clásico.
"¡Te enseñaré!"
Ambos idiotas se abalanzaron hacían mí como los sin cerebros que eran. Su amigo fue noqueado tan brutalmente pero ellos insistieron en que serían suficientes contra mi yoyo y yo.
Salté hacia atrás, giré el yoyo a mi alrededor manteniendo al par alejados. Entonces pensé que debería hacer más que solo balancear y hacer girar mi yoyo como una aficionada – aunque lo era completamente - ¡la experimentación siempre era bien recibida!
Agudicé mis ojos para que vieran más, mucho más, y cuando el yoyo estaba justo debajo de la barbilla de bastardo número dos, enredé mi índice en el hilo y bruscamente tiré hacia arriba. El movimiento era sencillo, el efecto absolutamente devastador.
"¡Vaya! ¡Eso fue genial!"
Vitoreé emocionada mientras número dos volaba en una espléndida voltereta hacia atrás antes de caer de cabeza contra el suelo. Noqueado. Número tres aún intentando y fallando en reconocer lo que estaba pasando. No es que le hubiera dado el tiempo para procesar más. Retrayendo mi yoyo de vuelta a mi mano, preparé mi brazo para un super lanzamiento. Sus ojos grandes y saltones fue lo último que vi del idiota antes de que fuera alcanzado por la mancha aquamarina aplastando su frente, exactamente entre sus cejas.
Viendo los tres bultos bufé. Ni siquiera para calentar. Mi yoyo subiendo y bajando desde el nudo atado a mi dedo.
Hice oídos sordos y ojos ciegos al grupo de esclavistas a unos metros más allá acarreando a un hombre grande y de huesos anchos con el collar bomba alrededor de su cuello, ambas muñecas y tobillos. Bueno, ojos no tan ciegos en realidad. Se habían detenido, todos como uno al notar la conmoción cercana. Conmoción en sus auras y reconocimiento inquietante en los esclavistas. Paralizándome por mi propia sorpresa.
Debían tener una buena fuente de información si ya sabían quién era con solo verme. La máscara era distintiva, pero aún no causaba mucho escándalo en el mundo para que el reconocimiento fuera inmediato. Mientras el esclavo salía de su aturdimiento y se preparaba para correr hice un vago gesto a los esclavistas graciosamente vestidos justo antes de que reaccionaran e inmovilizaran al hombre ya débil y flaco a pesar de su constitución robusta por naturaleza.
Doflamingo, ¿no?
Él tenía que ser. La Casa de Subastas estaba cerca también. Era el único lo suficientemente poderoso e informado del mundo para que sus subordinados tuvieran conocimiento de mi identidad como parte del Cipher Pol. Teniendo en cuenta que esto contaba como el Paraíso del Grand Line, no muchos serían capaces de tener esa información en sus manos. De hecho esperaba que el primer reconocimiento fuera un par de años más tarde y en el Nuevo Mundo, con un historial más largo y mayor influencia en mi haber.
Bueno, no es como si la direccion que estaba tomando mi vida y mi nombre estuvieran mal encaminados. Un poco antes de lo esperado, pero no forzosamente pronto. Tenia un margen de maniobra con el que podia trabajar y eso era suficiente. No sería exigente.
Y entonces el ping de mi haki robó mi atención nuevamente.
Resoplé aún más molesta cuando Jabra continuó moviéndose, corriendo como si tuviera cohetes en vez de piernas yendo en zigzag. Maldita idiota. Su aura bailaba de alegría, vibraba de emoción, lo que hacía obvio que estaba en plena caza.
Los revolucionarios estaban en un gran aprieto si las presencias brillantes y medianamente fuertes eran ellos. Como hormigas sacadas del hormiguero escapaban sin rumbo, en pánico y al parecer, tratando de defenderse más que atacando. La idea de que estuvieran huyendo aterrorizados de Jabra debería ser una imagen confiable y fácil de tomar. Jabra era un preciado agente del CP 9, uno de la élite. Su sola existencia debe causar frío en sus enemigos. Y sin embargo, aquí estoy yo. Sin poder tragarme del todo la imagen del lobo del equipo siendo temido a tal nivel.
No después de verlo llorar por el filete caído en el casino de Enies Lobby. O después de verlo declararle su amor a la amable cantinera que le presentó otro filete. Sí, definitivamente, ese fue el punto final para cualquier duda que tuviera de que Jabra podría ser algo más que un payaso.
Di media vuelta y continué con mi travesía ya sin importarme con que otros bastardos me encontrara, simplemente los golpearía y seguiría mi camino, ahora, a los manglares del 0. Los estallidos de energía se estaban volviendo más fuertes y recurrentes después de que Jabra acorraló a esas pobres ovejas a la zona sin ley. No es como si los marines pudieran interferir aún estando en las zonas resguardadas por ellos.
De eso ocuparon la posición infranqueable de un agente del Cipher Pol. Debido a que recibimos órdenes directas de los altos mandos del Gobierno Mundial, nuestras misiones eran prioridad antes de cualquier otro asunto o derecho de seguridad civil. Podríamos destruir una isla entera y salir inmunes mientras estuviéramos llevando a cabo nuestra misión.
Jabra siendo soltado sobre una de las paradas más importantes del Grand Line, ignorando el comercio, el turismo, los visitantes, nobles y reyes que pisaban cada día Sabaody, era solo una demostración de poder que el Gobierno Mundial estaba ejerciendo sobre cualquier grupo militante que tenía la osadía de ir contra el orden mundial. Era un mensaje claro y conciso para Dragon y su ejército revolucionario, que aún no era un ejercito como tal pero lo sería muy pronto.
Tuve que aplaudir el pensamiento de Spandam ante su elección, si es que de verdad lo pensó y no le estoy dando crédito inmerecido. Enviar el caos salvaje de Jabra por sobre la eficiencia de Lucci, la poca notoriedad de mi nombre y la honorabilidad de Kumadori fue la elección correcta para hacer la declaración que el Gobierno Mundial quería. Apaciguaría debidamente a los reyes nerviosos una vez que las noticias de la fuerte represión llegaran a sus oídos.
Las explosiones habían comenzado a hacerse audibles después de diez minutos de caminata a buen ritmo. Y después de tres minutos más, las ondas explosivas interrumpiendo el aire golpeó con fuerza mi máscara. Echando un vistazo a mis pertenencias dentro de las burbujas aseguré mejor las cuerdas a mi muñeca. Las burbujas eran resistentes, mientras que no las dejara volar, no reventarían por los efectos secundarios de la lucha frente a mis ojos.
Efectivamente. Las ropas estilo steampunk era la confirmación suficiente para saber que eran los revolucionarios quienes estaban pasando por un mal momento por culpa de Jabra, viviendo una agradable cacería donde ellos eran las presas.
¡Estallido!
¡Pam Pam!
Los disparos eran más desesperados que nada. Las balas volaban de un lado al otro sin una dirección en particular. Jabra era rápido para los estándares normales. Estos revolucionarios estaban demasiado verdes para que pudieran seguirlo incluso en su velocidad más baja. Entonces con todos sus enfoques sobresaturados con el terror y un Jabra en sus talones jugando con ellos, eran fáciles de pasar desapercibido a la niña con máscara de zorro, un yoyo en la mano y globos burbujas atados en la otra.
Pero no para Jabra.
Se detuvo al centro de su campo de batalla improvisado sin razón alguna. Al menos eso parecía para los revolucionarios confundidos, atemorizados por la nueva disposición del terror de sus futuras pesadillas. Para mí sin embargo, Jabra sonrió todo dientes afilados y mirada brillante a penas me notó, saltando sin pompa al lugar exacto donde se encontrarían los puntos ciegos de sus juguetes de dos patitas.
Sus rostros volviéndose blancos después del rojo furioso de una carrera sin descanso fue gracioso de ver, y asombroso si pensamos en la cantidad de emociones que podría obligar nuestras acciones en otros. El conocimiento recién descubierto de que Jabra pudo estar ocupado de ellos desde un principio sin problema, cayendo como una roca de dos toneladas sobre sus conciencias.
"¡Oye! ¡Ene-chan!"
Pero Jabra claramente no estaba preocupado por lo que los revolucionarios estaban pensando. Egoísta hasta ese extremo. Simplemente tomando toda la diversión para él y dejando sus juguetes para arreglar sus partes perdidas por sí solos. No importaba si esas partes perdidas eran piezas de sus almas. Podía sonreír con indulgencia por eso, pero me lo aguante antes de que se escapara. En su lugar sonreí con dientes blancos, alegres, y agitando mi yoyo como saludo.
"¡Yo! ¡Jabra!"
No es hasta que saludé en respuesta que las pobres almas salieron de su petrificación auto impuesta y notaron mi presencia.
Oh mar, que groseros.
Siguiendo el juego gestionado por Jabra me acerqué a él dando suaves saltitos sobre la resina de los manglares. Risitas risueñas saliendo de mis labios y comportamiento que le daría a cualquiera un latigazo cervical por el cambio anticlimático de la escena.
No había muchos que pudieran seguir el momento. Las explosiones alejando a cualquiera que hubiera estado en estos manglares antes, dejando a uno que otro marino poco dispuesto a quedarse, pero obligados por el deber.
Una docena de revolucionarios: jóvenes, viejos, mediana edad, hombres y mujeres; repartidos junto al manglar 5, rostros pétreos, cabello y ropas sucias y casi deshechas. Humo salía de los troncos antes verdosos ahora ennegrecidos, más de uno habiendo sido arrancado por las explosiones de una bazuca bastante intimidante en manos del chico steampunk más grande. Todos formaban un círculo alrededor de un agente del CP-9, Jabra, esperando con sonrisa depredadora pero tenue en su salvajismo anterior, a la niña de máscara con los brazos repletos de juguetes, saltando con alegría directamente hacia él.
Sus presencias eran suficientes para conmocionarme a mí mismo por el simple efecto camaleón. El horror abyecto fue el siguiente.
Estaba segura de que Jabra no tenía idea de lo que estaban sintiendo los demás, no tenía una habilidad tan dominada como mi haki, o al menos algo similar, pero el brillo rojo en sus ojos y el reflejo en uno de sus colmillos me hizo dudar de ello. Estaba riéndose en silencio. Divertido y ansioso por causar más desastres del que ya había hecho. Llevar sus niveles de desorden a otro nivel.
Sus hombros tensos por la anticipación se volvieron más grandes y anchos, sus rodillas se flexionaron preparados para un abalanzamiento rápido, sus uñas pasaron a ser garras con una práctica cómoda. Todo en él implicaba un depredador a punto de despertar lanzándose hacia el conejo rondando su guarida.
Por los pings de horror, temor, protección a mi alrededor, supe que no era la única que tenía esa imagen de Jabra. Pero ellos no sabían exactamente todo lo que implicaban esas señales. No sabían que ese rostro que para ellos no era más que sangre y asesinato, para mí era diversión, travesura, dulces en Halloween.
El contacto visual fue mas que suficiente. No se tienen que intercambiar palabras ni señales, mucho menos órdenes.
Simplemente no pude no estar de acuerdo con su plan. Cualquiera que sean los detalles.
Jabra y yo uso algo en común. Una sola característica que nos hizo hacer enganche en la primera de nuestras reuniones a pesar de todas las burlas en ambas direcciones, y la molestia persistente que resultó ser el hombre en general. Fue la razon por la que comenzo nuestro lazo. Fue de donde se cimentó nuestras interacciones.
Después de días en el radar del otro, estaba implícito el hecho que solo nos unían dos cosas. La primera, y la que compartió con mis compañeros en Enies Lobby, era nuestra posición en el CP-9.
La otra, sin embargo…
Pues, ambos amábamos el caos.
Entonces cuando ambos divisamos a uno de los revolucionarios abandonando su miedo para lanzarse a rescatarme en toda su gloria heroica y justicia abnegada, contuve mi sonrisa propia y dejé que Jabra me tomara como una muñeca de trapo y escapara conmigo debajo del brazo.
Obviamente, asegurándome de gritar asesinato sangriento durante todo el proceso.
N/A:
Hola Hola.
Ha pasado tanto tiempo. La edición tomó más tiempo del esperado yyyy... me enredé mucho con ffn ajdsadkjsd. No podía subir capítulos, pero ya arreglé eso y ahora estoy de vuelta ;)
También, regresé con mi twitter, que no uso desde el 2014, con suerte tengo 6 seguidores y son de hace aaaños! xD
Se los dejo por si me quieren preguntar algo, hablar, insultarme para que actualice, lo que quieran, en serio. No Drama No Problem.
/WiccaWicca82
