La mayoría de las personas pueden decírtelo. La mejor forma de terminar con un mal es de raíz, extirparlo desde lo más profundo para evitar que volviera a crecer. ¿No era ese acaso el plan de Gea? Matar a los dios desde su cuna en la antigua Grecia para evitar que volvieran a la vida. Deshacerse de ellos y tomar el control de la tierra mortal.

¿Quien podría sino Las Moiras cambiar el terrible destino de uno de los héroes? ¿Quien tendría más poder que ellas para cambiar lo que está por ocurrir y ayudar a los héroes que tanto se han sacrificado? Por supuesto, ellas también están atadas por sus propios poderes, por su promesa de no interferir. ¿Pero que mejor manera de ayudar al héroe nacido de un juramento roto que rompiendo también ellas el suyo?

— Por el río Estigia yo, Poseidon, dios de... —La voz de Poseidon se vio interrumpida antes de que el juramento fuera dicho, el primero de los tres grandes en prometer no tener más hijos. Laquesis se vio complacida, habían intervenido justo a tiempo, vio como los dioses regresaban a sus tronos y hacían la más mínima reverencia en señal de reconocimiento, eso era suficiente para ellas tres.

— Digan, mis señores. ¿Alguna vez se han preguntado porque mis hermanas y yo no interferimos? ¿Porque a pesar de tener el futuro en nuestras manos dejamos que todos los sucesos ocurran y cortamos el hilo? —Pregunto Laquesis, los dioses se vieron por un momento los unos a los otros, sin saber a dónde los dirigiría aquella conversación que comenzaba de un modo tan extraño. —Cuando cortamos el primer hilo, cuando vimos el primer destino de un semidios, prometimos no interferir. Prometimos que dejaríamos que cada destino se cumpliera, esa era nuestra misión, lo prometimos a nosotras mismas y durante todos estos milenios requirió de gran autocontrol.

—Nosotras conocemos nuestra labor, nunca intervenimos en el destino de los héroes más que cuando es necesario. Cuando, y Nemesis acordará con nosotras, la balanza necesita volver a ser equilibrada. —Zeus quería intervenir, quería interrumpir a las diosas pero sabía que eran ellas las que decidían cuando cortar el hilo de cada semidios y mortal. Nadie quería tener de enemigas a aquellas diosas que podían controlar la vida de la humanidad. —¿Porque dejamos que los semidioses vivan? ¿Porque no cortamos su hilo apenas nacer? Habría tantas cosas que podríamos hacer para evitarles el sufrimiento. Pero los dejamos que encuentren su destino.

—Sin embargo está vez nos negamos a cortar un hilo, porque hacerlo crearía un desbalance. Porque hacerlo sería una injusticia y afectaría no solo a un semidios sino a griegos y romanos por igual. —Hubo una larga pausa, dónde las moiras dejaron que los olímpicos procesarán lo que acababan de decir. Entonces Cloto continuo. —Dioses y semidioses tienen sus destinos unidos, aunque no lo quieran aceptar. Y este semidios, este merece los más grandes honores de todos.

—Disfruten su lectura —La voz de Atropos fue lo último que escucharon antes de que un libro apareciera en el centro de la sala con una nota pegada en la portada. "Este es el primero de varios libros que les esperan, no teman, todo lo que ocurre en este primer libro es pasado para que así puedan ir conociendo a nuestro héroe. Cada capítulo del libro ira apareciendo conforme lean, así que no hagan trampa... Los estaremos vigilando"

—Atenea —Poseidon fue el primero en salir del shock, viendo un tridente en la portada del libro que apareció. —¿Podrías hacer los honores y leer el primer capítulo? —La diosa de la sabiduría era quien más cerca de encontraba, tenía sentido que fuera la primera en comenzar a leer. Además, era algo que todos esperaban.

—Por supuesto —Poco a poco todos los dioses comenzaban a salir del estupor que la visita de las Moiras les había dejado. Atenea miro a Zeus quien asintio en su dirección, fue ahí que la diosa tomo con más firmeza el libro y aclaro su garganta para comenzar a leer. —El primer capítulo... Pulverizo accidentalmente a mi profesora de álgebra.