18. Beso en la esquina de la boca.
En general había una pesadez impregnando cada milímetro de aire. Una guerra nunca era algo a lo que darle la bienvenida y el sentido de inminente peligro, aunque aún faltaba un poco más de tiempo, estaba fijo en la mente de cada shinobi uniformado.
Quizá por eso Shikamaru estaba tan irresponsablemente fumando dentro de su angosta tienda de campaña militar —la misma que compartía con Chōji quien eventualmente lo regañaría por dejar apestoso el interior.
Además, sin poder evitarlo, agradeció a quien estuviera pendiente de su buena suerte —quizá Asuma desde el más allá aún mofándose de las inseguridades que Shikamaru tenía— porque cuando no estaba pensando en cálculos y dirigiendo a otros, agradecía que a sus oidos no había llegado hasta ahora rumor alguno de pretendientes de la kunoichi de Suna quien, odiaba admitirlo, a veces le desvelaba el sueño. En un lugar lleno de poderosos y fuertes ninjas de todas las naciones y a pesar de la posición de liderazgo que tenía sobre la División, Shikamaru no podía evitar sentirse con desventaja, recordando que muy probablemente a los ojos de Temari no era nada más que un aliado que se habia convertido en un confiable amigo y nada más, incluso si todo el asunto de ponerse sentimental respecto a una mujer era de por sí un fastidio.
Así, justo un día antes de tener que comandar cientos de ninjas, Shikamaru consideraba que escuchar que Temari fuese una kunoichi sexualmente activa o que alguien tuviese las agallas de pedirle por una futura cita si salían vivos de ahí, no sería lo más agradable para su estado de ánimo.
Fantaseó por un momento en dejar ser un cobarde, dejar de ver la opaca tela extendida sobre él e ir a buscarla. Quizá sólo para saludarla y molestarla con alguna queja usual. Las excusas a usar podrían ser varias, desde la distribución de agua potable hasta un posible intercambio de shurikens.
—Comandante.
Oh, pero entonces sorpresivamente ya no era necesario para él divagar más con ideas poco claras sobre Temari porque ella acababa de invadir su espacio. De forma literal, cabía resaltar: sin pedir permiso ella acaba de entrar, ubicándose sobre él no de la manera más delicada, encaramada con las rodillas a cada lado de la caja torácica de Shikamaru. Él dejando salir una falsa tos buscó la forma de apagar su cigarrillo.
—Hey…
La posición no la tomó inmediatamente como algo ílogico o insólito, la tienda estaba fábricada para servir sólo como lugar de descanso y cama. A diferencia de las carpas médicas, la de Shikamaru como la de los demás no tenía una configuración interna ni suficiente espacio para que una persona se mantuviera de pie. Por otro lado, no era la primera vez que ambos tenían contacto cuerpo a cuerpo como ahora, muchos entrenamientos previos y unas cuantas misiones juntos habían hecho que en otras ocasiones ella estuviera encima de él o viceversa.
Y, por otro lado, evaluar aún más la situación de tener a Temari encima de él haría que su cabeza entrara en corto circuito.
Aun así era claro que cualquier otro podría entrar o arrimar su cabeza justo ahora, incluido su querido padre. Con eso en la cabeza, Shikamaru ya había pensado en al menos diez posibles lógicas respuestas a por qué estaban en la posición en la que estaban, incluido admitir ser un cerdo sexista que acababa de ofender a la Princesa de Suna.
No obstante la perspectiva tan clínica y neutral que tenía sobre el asunto cambió drásticamente cuando sintió los dedos de ella raspar sobre la superficie de su chaleco y se percató del silencio en que parecía estar absorta. Ella estaba nerviosa, entendió rápidamente, y eso hizo que Shikamaru no pudiese evitar sentirse él mismo intranquilo.
—¿Qué estás pensando? —Temari lo observó por fin ante su pregunta, parpadeando primero, su columna vertebral retrocediendo un poco.
—¿No puedes dormir? —contrarrestró ella, sin embargo antes de que él respondiera algo Temari giró su rubia cabeza en la dirección donde acaba de sonar algunos pasos ahora alejándose. Ella frunció el ceño mientras Shikamaru recorrió visualmente lo que alcanzaba a vislumbrar de su rostro, desde la esquina de su ojo pasando por la forma de su nariz hasta la boca, retrocediendo de nuevo.
—No viniste aquí a darme un beso de buenas noches, ¿cierto? —comentó él tratando de sonar con algo de burla pero fallando en dicho propósito porque Temari a cambio de mirarlo ofendida lo observó con cierto brillo en sus ojos.
—En el momento en que quedé libre no pude evitar pensar en algo. Siento que voy a enloquecer.
—¿Oh?
—Quiero decir, mañana llegaremos al campo de batalla…
—Mm-mm —sólo murmuró él, ahora bastante consciente de las piernas de Temari envueltas en tan poco usual prenda como eran unos pantalones largos. Prácticos y de gruesa tela. Si se permitía pensarlo, incluso usando unos pantalones con tan pocas cualidades de provocación Temari se veía bastante bien.
Más que bien, a decir verdad. Quizá a Shikamaru le parecía así precisamente por la novedad de verla así.
—Y estaba pensando…
—Me gusta cuando piensas —interrumpió él al mismo tiempo que llevaba sus manos a los muslos de ella. No obstante y con fuerza, Temari los quitó de ahí.
—Como decía, justo hoy estaba pensando que nunca he besado a alguien, ¿recuerdas?
—Lo recuerdo, sí —respondió sin dejarla de ver a los ojos a pesar de lo oscuro—. Así que desde entonces hasta hoy, casi que un año después, ¿no has besado a ningún ninja, civil o incluso un Kage?
—Inaudito, ¿cierto? ¿Quién podría resistirse al Tsuchikage?
Sonriendo, Shikamaru de nuevo intentó subir esta vez sólo una de sus manos al muslo izquierdo de ella, con suavidad, sólo un sigiloso gesto al rozar sus dedos con el material que allí encontró. Temari de nuevo no lo dejó y Shikamaru detuvo sus movimientos.
—No hagas eso.
—¿Hacer qué?
—Excitarte. No vamos a tener sexo —espetó ella como si la idea fuera en contra del reglamento de batalla; bueno, probablemente lo estaba.
—¿Qué vamos a hacer entonces? ¿Estás buscando por una manzana?
—Esa es una pésima broma; además, ¿pensé que eras un maldito genio?
—Quizá sea el clima porque en serio no te estoy entendiendo ahora, Temari no Sabaku.
—Bien —dijo ella de forma casi áspera, sin embargo con suavidad buscó las manos de él y la respiración de Shikamaru se detuvo por un instante. Sin sus característicos guantes, el agarre de ella en su dedos era ligero, con cariño—. Trata de no morir, Nara. Tienes muchas cosas por hacer.
Ah, así que era eso lo que estaba pensando. Sí que podía ser demasiado gentil a veces.
Shikamaru abrió la boca para decir algo, al menos una típica y esperanzadora respuesta de que nadie iba a morir, sin embargo Temari le tapó la boca con una de sus manos.
—Creo que voy a darte medio beso —dijo ella más cerca—. Puedes rechazarlo, gritar o reclamar la otra parte más adelante.
La rubia entonces quitó la mano de su boca y puso cada palma en el pecho de él. Se acercó y le dio un pequeño beso en una esquina de sus labios. Así, Temari se apartó al menos un centímetro y le dio una apagada sonrisa, la pesadez de una inevitable guerra también impregnando cada una de sus respiraciones pero al menos dejando algo que podía ser considerado un pequeño amuleto de buena suerte.
Aún así antes de que se apartara más, Shikamaru tomó el redondo rostro de ella entre sus manos, volvió a atraerla a él y suavemente presionó sus labios contra los de Temari. Terminó el beso más rápido de lo que quería y colocó sus frentes juntas.
—Te ves feo desde esta perspectiva.
—Contrario a eso, te ves perfecta.
—¿Fue eso el intento por algo romántico? —Temari sonrió esta vez de medio lado y cerró los ojos.
—Quizá estoy tratando que te quedes aquí más tiempo de lo que planeas.
—Una pena. No va a funcionar.
Shikamaru, totalmente inseguro de alguna nueva oportunidad de tener a Temari encima de él, quiso entonces pronunciar un «Sólo duerme aquí esta noche», no obstante podía predecir el burlón rechazo de ella con alguna respuesta tipo «¿Encima tuyo?» o un «¿Le digo a Chōji que vuelva a dar media vuelta?»
Con un suspiro dejó entonces de agarrar su rubia cabeza y treinta segundos después Temari se despidió con un muy suave susurro.
Casi que de inmediato Shikamaru se quedó dormido.
Bueno, al menos no iban a regañarlo por dejar oliendo la carpa a humo de cigarrillo hasta dentro de unas horas más.
19. Sonriendo mientras se besa suavemente, finalmente mostrando su amor.
—Jum, ustedes gente de Sunagakure siempre viniendo a destruir árboles, ¿no es así?
De octubre a marzo habían estado teniendo algunas citas, ¿no?
Sí, cierto, aquellas salidas habían sido citas. Debían serlo o todo el plan que Shikamaru tenía en la cabeza para hoy no tendría sentido ni fundamento alguno.
Pero ahí se encontraba, diciéndole lo menos romántico posible. Aún así, si recordaba bien, en el pasado le había dicho que tenía piernas feas, ¿cierto? Cuando era un chiquillo con una gran boca. Y luego la había tachado como la kunoichi más cruel, y dicho más de una vez lo molesta que era...
A pesar de lo absurdo, pensar en eso lo llevó de vuelta a tiempos que ahora le hacían dar una nostálgica sonrisa —a los exámenes Chūnin, a las primeras misiones con los hermanos de Suna, la sorpresa en el rostro de su madre al verlo salir temprano de casa para «cumplir» con su trabajo como guía, las reuniones con Temari para redactar documentos…
Desde entonces y una guerra después, los años pasaron y él le había pedido salir en una cita luego de que Temari nuevamente lo salvara, y después el deber había llamado otra vez así que no hubo tiempo para el romanticismo, tanto que meses después Shikamaru no había tenido la menor idea de cómo acercarse a ella una vez más, de pedir en voz alta que de nuevo saliera con él, pero lo había logrado y habían estado teniendo algunas citas, ¿no?
Hoy tenían otra, sólo tenía que esperar a que Temari dejara de golpear un pobre árbol en uno de los campos de entrenamiento, acompañarla a su temporal apartamento y, en la noche, simplemente besarla. Suavemente, nada de parecer ansioso… o un pulpo.
Así, Temari giró ante sus palabras y Shikamaru esperó por alguna ingeniosa respuesta por parte de ella a lo que le acababa de decir, sin embargo una mancha verde se interpuso en su visión.
—¡Oh! SHIKAMARU. Me alegra ver esa sonrisa en tu rostro por ver a Temari. Espero que tu declaración sea audaz con la fuerza de tu amor por ella. ¡Gai-Sensei estará orgulloso cuando ocurra! TEMARI DEFINITIVAMENTE SE CASARÁ CONTIGO, SHIKAMARU, ¡SI LE DEMUESTRAS CUÁNTO DE TU JUVENTUD HA FLORECIDO!
—Claro, Lee, lo consideraré —respondió Shikamaru con su voz más monótona y luego agradecía a una Tenten que empezó a arrastrar lejos a Lee aún hablando sobre Gai-Sensei, Temari, el Kazekage y la fuerza de la juventud.
—¡Lo siento, Tem! —dijo Tenten ya varios metros lejos.
Temari entonces se acercó a Shikamaru, la diversión totalmente evidente en sus verde azulados ojos mientras procedía a desenrollar algunas vendas que había puesto como protección en sus manos.
—¿Así que harás una declaración audaz con tu juventud florecida?
Shikamaru pestañeó, no porque no le estuviera poniendo atención a ella o hubiese quedado sordo luego de escuchar tan cerca la voz de Lee, sino porque no podía creer que iba a hacerle caso a éste, que seguiría los no solicitados consejos románticos de un tipo como Lee; pero su amigo tenía razón, era ahora o nunca, era hora de resolver lo que se estaba gestando durante años y no había razones de peso para esperar hasta la noche.
—Creo… que sí.
Temari entonces lo agarró con fuerza del codo y lo observó con el ceño fruncido.
—No vas a pedirme matrimonio —aclaró ella.
—Oh, Dios, no. No soy un tonto, al menos debo llevarte primero a la cama. —Shikamaru, afortunadamente como había sido su intención, recibió una pequeña risa de ella.
—Ya veo, al menos sí estás siendo audaz.
—Pero la parte de «la fuerza de mi amor por ti», esa es cierta. —El agarre en su codo se suavizó y con sólo una mirada Shikamaru podía confirmar que su problemática rubia acaba de ser sorprendida—. Temari, quiero decirle formalmente a tus hermanos que salgo contigo; quiero que vayas a mi casa y dejes que mi madre te haga toda una fiesta de bienvenida, por muy molesto que eso suene; quiero pasar todo el tiempo a solas que pueda contigo. Verás, no soy un hombre romántico pero…
Temari lo interrumpió jalándolo hacia ella.
—No soy muy romántica tampoco, pero…
—¿Pero?
—Estoy muy segura de lo que quiero ahora, y eso eres tú, Shikamaru.
A ese punto ambos estaban sonriendo, sus cabeza instintivamente acercándose y alineándose.
—Bueno, ya sabes, Gai-Sensei estará orgulloso de ti también.
Si no estuviera tan concentrada en mirar a la boca de él, Temari habría rodado los ojos; sin embargo lento y con suavidad, fue la primera que unió los labios de ambos.
Después de tantos años, ahora no había duda de que realmente estaban enamorados.
Fin!
Esta es la última entrega de mi auto-impuesto reto de escritura, me encantó escribir cada relato y me alegra que me hayan leído. ❤️
