Hola de nuevo, acá traigo un nuevo capítulo de la historia junto con algunas aclaraciones que se me olvidó hacer (Lo siento, soy nueva con esto de escribir fanfics y publicar lo que escribo).
He decidido utilizar el símbolo (-.-.-) para hacer un espacio entre la narración de los personajes y los saltos en el tiempo, ya que al subirlo acá no se ve la diferencia como en mi computadora.
Las conversaciones en Pársel serán en letra cursiva y los recuerdos en negrita.
En el capítulo pasado Tom fue designado como un niño de 9 años, pero durante el juicio todavía tenía 8, cumplió los 9 días después, mientras seguía en coma. Solo un pequeñito detalle.
Eso es todo, disfruten de la lectura. Hoy es el primer encuentro de mis bebés ️.
Capítulo IV
La tumba de Marvolo Gaunt
7 de Enero de 1990.
Poco después de despertar, Tom pidió ver la tumba de su abuelo, a Merope no le había interesado que sucedía con el cuerpo mientras su hermano e hijo estaban internados, ni siquiera cuando Tom despertó pensó en él y no pudo comprender por qué Tom quería verlo. Pero no le negaría eso al niño, los sanadores dijeron que quizá le ayudaría a sentirse más tranquilo, al ver que su abusador nunca más volvería a molestarlo.
Ella no quería ir sola, su padre había sido enterrado en soledad, en un cementerio común, rodeado de personas comunes, su padre sin duda se retorcería por toda la eternidad por ello. En lugar de tener un entierro digno de un heredero de Slytherin, al igual que un lugar digno.
Fue así como terminó escribiendo una carta al auror Potter, pidiéndole compañía. Además, no podía salir de San Mungo con Tom a solas, eso echaría a perder todo, perdería a Tom para siempre. Pero si un auror iba con ellos, no había problema.
El señor Potter aceptó ir con ellos y ella se sintió feliz al volver a verlo, aun cuando sabía que nunca pasaría nada con él. Tenía esposa, un hijo y Merope sabía que era horrenda, ella y su hermano lo eran, quizá por la continua práctica de incesto en su familia. Esa era una de las razones por las que Tom Riddle había huido de ella, la primera había sido que se había acabado la poción de amor que había hecho.
James Potter había añadido en su carta que Amelia Bones asistiría junto con una examinadora para Tom. Bueno, no estaría para nada sola.
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James se vistió para ese día de colores oscuros. Lily no podría ir con él debido al trabajo, Harry iría con sus abuelos y él esperaba no tardar demasiado.
-Papá!- su hijo bajó corriendo las escaleras, con su cabello revuelto y sus grandes ojos verdes y brillantes, iguales a los de su madre. - ¿Puedo ir contigo?
James vió que su hijo se había vestido, no de lo más decente, tenía unos pantalones beige, una camisa azúl oscuro, chaqueta roja y zapatos rojos. Era un desastre colorido, pero Lily era partidaria de dejar que Harry se vistiera como quisiera, algo sobre ser independiente y autosuficiente. James iba a aprovechar la oportunidad para tomar muchas fotos para avergonzar a su hijo cuando fuese mayor.
James lo tomó en brazos y le abrazó, luego de lo del chico Riddle-Gaunt había estado el doble de cariñoso con Harry. Preocupado de que alguna vez su hijo pudiera pasar por algo así.
-Oh! Hoy no compañero, debo ir a un lugar importante.
-Ya sé, mamá me lo dijo.
-¡Es mentira!- gritó Lily desde las escaleras.
Harry se sonrojó y bajó la cabeza. James sonrió.
-¿De nuevo nos espiaste Harry?
-Solo escuché sin querer. - se excusó cómicamente.
-Oh, eso lo explica. Lamento haberte acusado. - dijo divertido. Harry asintió serio.
-Te perdono papá. Entonces, ¿puedo ir?
-No creo que deberías, será algo aburrido y triste.
-Mamá dijo que habrá un niño, él no estará triste y solo si no hay más niños para jugar?
-Él no va a jugar, campeón.
Cómo le explicas a un niño de ocho años que Tom Riddle Gaunt estaba traumado de por vida? Y que lo último que querría sería jugar.
Harry hizo un puchero.
-Pues no jugaremos, pero le haré compañía. Como hace mamá cuando estás triste.
James miró a su hijo y sintió pánico de acercarlo a los Gaunt, qué si le pasaba algo? Sabía que no eran malos, pero solo imaginar a su hijo..
Harry se sacudió en su brazo hasta que se zafó.
-Iré a buscarle un peluche! Se lo regalaré, así no se sentirá solo! ¡No te vayas sin mi papá!
Harry pasó corriendo a un lado de su madre, quien bajaba las escaleras con una sonrisa.
-Nuestro hijo es todo un amor, un Hufflepuff hasta la médula.
James gimoteó. - Uff, no lo digas. No arruines mis esperanzas de tener un hijo Gryffindor.
Lily se echó a reír. - Pues podríamos trabajar en crear otro heredero Potter, quizá un Ravenclaw. - James la miró sin humor, Lily rió más fuerte mientras se inclinaba para darle un beso.
Escucharon las pisadas de Harry bajar y luego su voz.
-Oooh! Lo siento! Me iré ahora.
Lily se separó mientras James se reía.
-No es necesario cariño. - Lily miró el muñeco en las manos de Harry.
-Oh! ¿Le darás al señor Polar?
Harry miró al peluche con un puchero y ojos perlados de lágrimas, era de sus favoritos, su madre se lo había comprado luego de un paseo por el zoológico Muggle, Harry había quedado encantado con los osos polares. Pero solo de pensar que el niño no tenía juguetes, ni nada bonito, le entristecía más que perder al señor Polar.
-Es que.. Creo que el señor Polar podría hacer muy feliz al niño, aun cuando lo extrañe mucho. Tengo muchos otros juguetes, así que no importa.
Lily lo miró con los ojos llenos de lágrimas y Harry supo que se venía un súper abrazo con besos incluidos. No se equivocó.
-Eso es muy dulce, tesoro. Eres un niño muy bueno, estoy segura que a Tom le gustará tu regalo.
-Su nombre es Tom?
-Así es.
Harry sonrió. - ¿Nos vamos, papá?
James sonrió y asintió.
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Tom se jactaba de ser listo, siempre lo había sido, al igual que poderoso. Aun así la vida le había enseñado una lección valiosa, una que nunca olvidaría. Había juzgado mal a Marvolo Gaunt, pensando que era un viejo tonto y loco, algo abusivo, pero en el orfanato Tom también había recibido palizas, la agresión no era algo nuevo en su vida.
La magia sí y le gustaba lo poderoso que se sentía, lo grande que se sentía al usar los hechizos que su abuelo le enseñaba. Pero no le gustaba ser controlado por nadie y Marvolo Gaunt creía que él le pertenecía solo por ser más pequeño, más débil y ser su sangre. Tom lo odió desde el primer momento en que lo vió, lo odió al sentir ese dolor horrendo en todo su cuerpo, lo odió cuando le hizo daño a su madre y eso había sido algo nuevo, Tom había sentido rencor y odio hacia Merope, la mujer que lo había abandonado en un orfanato pero que volvía de visita cada semana a verlo. Él no podía entenderlo, hasta que pisó esa casa maldita.
Entendió la injusticia, las acciones de su madre. Aun así, seguía doliendo.
Tom nunca esperó lo que sucedió esa noche, si cerraba los ojos podía recordar el dolor, los gritos de su madre rogando por él. Dolor. Furia. Era todo lo que había sentido en su vida.
Así que cuando despertó en ese hospital su madre le contó todo, como su abuelo estaba muerto, como ella lo había asesinado. Tom no pudo sentirse más orgulloso. Y su tío Morfin, loco debido al cruciatus. Tom no sintió nada con esa noticia, el tío Morfin había sido extraño, insustancial y para nada leal, una tonta marioneta de su padre, haciendo todo lo que el otro pedía por miedo. Tom admiraba a su madre, porque sabía de sus escapadas, sabía que detrás de esa fachada obediente y sumisa su madre rompía las reglas, y lo hacía por él.
Quiso ir al cementerio y ver con sus propios ojos al viejo decrépito pudriéndose, solo, abandonado y sin haber dejado ninguna marca importante. Esa era la mejor venganza.
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Los Potter llegaron directamente al cementerio. Sirius ya estaba allí, junto con Amelia Bones y otra mujer que sin dudas estaba evaluando a Tom.
Harry sonrió al ver a Sirius y James tuvo que retenerlo para evitar que saliese corriendo tras su padrino.
-Harry, recuerdas lo que hablamos? Debes comportarte aquí, sí? - El niño asintió.
James le tomó de la mano y juntos se acercaron al pequeño grupo.
Merope Gaunt miró al señor Potter con ojos brillantes de agradecimiento, Tom no se perdió la mirada de su madre y sintió unos celos enfermizos recorriendo su pequeño cuerpo, no quería que su mamá amase a alguien más, finalmente la tenía solo para él y Tom no era de los que compartían.
-Buenos días, ¿cómo están ustedes dos?
Tom no respondió, mordía su mejilla tan fuerte que podía sentir la sangre en su boca.
-Estamos bien. - Su madre acarició su cabeza, peinando su cabello.
Tom miró al señor Potter y al niño que se pegaba a él como una lapa, era pequeño y sus ojos brillaban como dos esmeraldas. En cuanto sus ojos se encontraron, el niño le sonrió radiantemente. Tom entrecerró los ojos.
-Oh, este es mi hijo Harry.
El niño saludó agitando su mano locamente. Harry se sentía tímido de repente, no quería darle el obsequio al otro niño con todos esos adultos mirándole. Le daba vergüenza.
-Entonces, vamos? - James miró a Sirius, Bones y su otra acompañante. Todos asintieron y comenzaron a caminar dentro del cementerio. Marvolo Gaunt había sido enterrado en un cementerio Muggle, en Little Hangleton.
Tom se aferró a la mano de su madre con un apretón inquebrantable. Harry vió con pena como el niño lo ignoraba.
-Hey compañero!- Sirius lo tomó en brazos. - ¿Cómo está mi ahijado favorito? - El niño sonrió.
-Mamá dice que debo ser tu favorito, porque soy el único que tienes.
-Touché.
-Sirius- James, aunque adoraba ver a su hijo y su amigo juguetear, sabía que no era el momento para desatar a aquellos dos.
El hombre Black soltó al niño en el suelo y siguieron caminando en silencio por las tumbas, a Harry le pareció tétrico, hacía bastante frío y las tumbas estaban cubiertas de nieve. No podía evitar seguir con sus ojos al niño Tom, Harry había escuchado que le había pasado algo terrible, así que quería ayudar, hacerlo feliz, quizá hacer un nuevo amigo. Se preguntó si Tom tenía amigos.
Llegaron al lugar, Harry solo podía ver rocas con nombres a su alrededor y, cuando se detuvieron, Harry solo vió otra roca grande, con el nombre de Marvolo Gaunt. Miró a su padre y luego a los demás, todos tenían expresiones serias y molestas.
Vió a la madre del niño, quién lloraba en silencio, con Tom apretado a un costado, sosteniendo la mano de su madre. Se quedaron ahí por un tiempo, en silencio. Hasta que el chico se despegó de su madre, en silencio y se alejó un poco, caminando entre las tumbas. Harry lo vió como una oportunidad y corrió tras él, ante la mirada de los adultos.
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-Hola!- Tom volteó y se encontró de nuevo con el niño de ojos verdes. Lo evaluó de pies a cabeza y quedó horrorizado con su vestimenta, parecía un payaso. - Soy Harry, mucho gusto- Tom no aceptó su mano, ni siquiera extendió la suya, por eso se sorprendió cuando Harry se acercó y de todas formas tomó su mano para estrecharla. Tom lo apartó de un manotazo.
El otro niño le miró sorprendido, un poco intimidado, Tom se sintió grande por ello, era una mirada similar a la de los niños en ese orfanato Muggle en el que había estado.
-Yo, umm. Te traje esto, se llama señor Polar. Te hará compañía - Le tendió un oso de peluche, mayormente blanco. Tom no supo qué decir, no sabía por qué ese niño le estaba regalando cosas, qué podía querer de él? Nunca había obtenido las cosas fácilmente o sin un precio que pagar. Había logrado ir a vivir con su madre, a cambio de ser el prisionero y sirviente de su loco abuelo y luego, finalmente tenía paz y a su madre para él, a cambio de una noche escalofriante en donde casi pierde la vida. Las cosas no eran gratis o fáciles de obtener, siempre había un precio.
-No lo quiero.
El chico se echó para atrás, solo un poco. No se miraba ofendido como otros niños, sino triste.
-¿No te gusta? Es uno de los mejores que tengo y huele bastante bien. - Para probarlo hundió su nariz en él. - Huele- y empujó el peluche a la nariz de Tom.
El chico sintió la molestia comenzar a subir, qué se creía ese niño para molestarlo en su visita a la tumba de su abuelo? Pero Tom no podía hacer nada, no frente a los adultos, al menos. Una idea surgió en su cabeza y miró con falsa simpatía al otro niño.
-¿Quieres jugar? - vió como así de fácil los ojos del otro niño brillaron, asintió como un loco y sonrió. -Bien, sígueme. - Se alejaron aun más del grupo, Tom solo estaba buscando, sabía que por allí debía haber serpientes, su abuelo lo había llevado al cementerio algunas veces, habían abierto las tumbas para buscar huesos o tesoros en tumbas muy viejas.
Escuchó los siseos en un arbusto grande y húmedo, sonrió mientras se agachaba.
-Hola, ¿podrías ayudarme?
Tom vió como una linda serpiente de color gris salía de su escondite, era pequeña, no la gran cosa, pero tendría que servir. A su espalda, Harry era incapaz de ver lo que hacía.
-Por qué vienes a molestarme? Estaba durmiendo, dame una buena razón para no morderte.
Tom sonrió ante el temperamento de la serpiente, perfecto para sacarse al niño tonto de encima. Diría que fue un accidente, que la serpiente no quiso obedecerlo. Nadie pensaría que él había hecho eso a propósito, era un pobre niño traumatizado.
-Solo vine a advertirte, la persona que está junto a mi, quiere atacar tu nido. Deberías espantarlo.
Tom vió como levantó su cabeza y siseó furiosa.
-¿Dónde está? Quién quiere destruir mi nido?
Tom se apartó y dejó que Harry viera a la serpiente.
-Te gustan las serpientes, Harry?- dijo en un tono falso de dulzura, pero sus ojos brillaban con maldad.
Vió como el otro niño miraba asombrado a la serpiente, asustado. Sus ojos se habían abierto aun más y Tom disfrutó de la imagen.
La serpiente comenzó a acercarse, furiosa, mientras siseaba amenazas a Harry. El niño seguía a la serpiente con la mirada, hasta que esta se acercó demasiado y siseó increíblemente molesta cuando Harry no se marchó corriendo, echando su cuerpo hacia el niño, con los colmillos al descubierto. Tom sonrió cuando Harry cayó al suelo asustado y de rodillas.
-Muerdelo, solo así se irá.
-Puedes hablar con ella? - Le preguntó sorprendido.
-Soy el heredero de Slytherin, por supuesto que puedo. - su tono era altanero.
Tom no comprendía el interés del chico cuando tenía una serpiente amenazante justo frente a él. Aunque bueno, para ser justos, no era muy intimidante con ese tamaño de una varita mágica y tan delgado como un lápiz.
-Ooh! ¡Qué genial! Yo quisiera poder hablar con los animales. ¡Ella es increíble, es una coronella austríaca! - Tom se quedó tan impresionado que miró al niño en shock. Harry, mientras tanto, había acercado su rostro a la serpiente, quien estaba preparada para atacar, quizá mordiendo su nariz.
-¿No te da miedo?
-No! Sé que es venenosa, pero no demasiado peligrosa. Además, si me muerde papá me llevará a San Mungo. - Se encogió de hombros. - Me parece que es preciosa.
-Humanos impertinentes! Ya verás lo que haré por invadir mi nido!
-Espera! Él me ha explicado que nunca ha querido invadir tu nido. Dice que está perdido. - Tom no supo el porqué salía en defensa del niño, Harry era demasiado entusiasta, grosero y con intenciones ocultas. Pero nadie nunca antes se había mostrado interesado en sus dones, nadie nunca lo había visto con esos ojos emocionados cuando Tom estaba tratando de amenazarlos.
-No me importa, no me gusta que humanos tontos invadan mi territorio.
-Podemos ayudar a proteger tu nido! Mantendremos a los humanos alejados de ti.
La serpiente lo miró, sacando su lengua una y otra vez.
-Qué te está diciendo?
-Está molesta, cree que vamos a destruir su nido.
Harry miró a su alrededor, el cementerio de Little Hangleton era bastante verde, con mucha vegetación, justo lo que la pequeña serpiente necesitaba, pero siempre había visitantes que podrían molestarla.
-Podrías decirle que podemos llevarla a un lugar en donde no van a molestarla.
-¿Y dónde la llevamos? - Harry apuntó la pradera que se veía más allá del cementerio. Libre de tumbas.
-Podemos llevarte a un nuevo lugar, en donde no serás molestada.
-¿Y hacer un nuevo nido?
Tom miró con molestia a la tonta y quejona serpiente.
-Mejor no, váyanse antes de que los muerda a ambos.
Tom suspiró. Y ambos vieron como la serpiente volvía a su escondite.
-Oh! ¿Por qué se va?
-Dice que no quiere hacer un nuevo nido, es perezosa.
Harry parecía desilusionado. Tom lo miró con atención.
-Te gustan las serpientes?
-¡Me encantan! Me gustan mucho los animales. Cuando sea grande seré un zoomago.
A Tom le irritaba su entusiasmo explosivo, pero Harry parecía ser agradable, no era como los otros niños del orfanato, no lo miraba como si fuera un bicho raro y se fascinaba con su don para hablar pársel, en lugar de verlo como si fuera un engendro del mal, como muchos le habían mirado. Sentía curiosidad por el niño, cuánto podría soportar antes de alejarse de Tom como todos los demás?
-¡Harry! Tom!- ambos chicos voltearon ante el grito del señor Potter.
-¡Ya vamos!- gritó Harry y, para sorpresa de Tom, le tomó de la mano y tiró de él para correr hacia su padre.
Tom lo siguió, decidiendo jugar su papel de niño bueno, no se había perdido las miradas que esa mujer que se había presentado como Julie Doyle, le daba. Anotando cosas en una libreta. Tom no sabía el porqué, aun.
Al verlos llegar, el señor Potter sonrió.
-Qué estaban haciendo?
-Fuimos a jugar. Tom y yo somos amigos. - El señor Potter le sonrió, Tom se sintió extraño, los adultos no solían sonreírle, menos así, con total confianza de su inocencia.
-Ya veo, me alegra. ¿Te parece si nos marchamos ya, Tom?
Él asintió. Harry dejó de sonreír.
-¿A dónde nos vamos?
-Tom debe volver a San Mungo y tú debes ir a casa.
Harry hizo un puchero. - Pero Tom y yo acabamos de conocernos. Queremos jugar un poco más.
El señor Potter miró a Tom, sin saber qué decir.
-Harry puede visitarme en el hospital, verdad? - Todos los adultos se quedaron impresionados ante su voz. No había vuelto a hablar desde que le había dicho a su madre brevemente que quería ver a su abuelo. Y eso había sido dos días antes.
-Claro, claro. Sí, él puede visitarte.
Harry volvió a sonreír y le miró como si fuera lo mejor del mundo, a Tom le gustó, le gustó que a Harry pareciera agradarle tanto y Harry era perfecto, tonto, muy suave y manipulable si lo mantenias feliz. Un buen seguidor y no tan tonto como su tío Morfin había sido. Y no parecía tenerle miedo, todavía, él trabajaría en eso.
-Te llevaré los mejores juguetes! Podemos jugar al zoológico.
Tom se abstuvo de hacer una mueca, nunca había jugado, sus juegos eran más crueles y sádicos. Cómo torturar y asustar a los niños del orfanato. Pero todos los adultos parecían estar encantados con Harry, el niño era una buena fachada.
Tom solo asintió, sin saber qué decir. A Harry no pareció importarle. Los ojos del niño se iluminaron, soltó su mano, Tom trató de convencerse de que no le importó, y corrió a decirle algo al señor Potter en el oído, Tom se tensó, pensando que el niño finalmente iba a mostrar su verdadera cara, acusándolo de hablar con serpientes y haberlo asustado. Pero el señor Potter sonrió ante sus palabras, sostuvo al animal de peluche de Harry y, ante sus ojos, se convirtió en una serpiente de peluche. Harry saltó feliz y se acercó a Tom.
-Supongo que este te gustará más que el señor Polar. - Y le tendió el peluche de serpiente. Tom se quedó sin palabras, pero tomó el peluche de sus manos, sintiendo algo en su pecho que no supo identificar.
-Gracias. - Y Tom nunca había sonado tan sincero.
Harry se lanzó sobre él, de nuevo impulsivamente, y le abrazó apretado. Harry era cálido, olía bien y su ropa, a pesar de no combinar, era nueva y linda. Tom sintió envidia de no tener la misma vida que el niño. Pero cuando se separó de Harry sintió como la calidez que lo había rodeado se iba y descubrió que lo extrañó.
Miró como el niño desapareció de la mano de su padre mientras le daba una última sonrisa. Tom apretó fuerte la mano de su madre cuando ellos mismos desaparecieron al tocar un reloj, de vuelta al hospital y las paredes de color pastel.
