Disclaimer: Naruto no me pertenece, pero esta historia si.

Ligero Out of Character, justificable.

Lamento la demora.

Disfrútenlo.

No olviden dejar sus comentarios.


Cuatro

El Diagnóstico

La serenidad de la noche envolvía la habitación, la luna iluminaba su habitación con una luz suave y pálida mientras Sasuke permanecía despierto. Mantenía las manos detrás de la cabeza y la mirada clavada en el techo. Aunque todo estaba en silencio, su mente estaba en otro lugar, reviviendo los momentos que habían ocurrido en las últimas semanas.

Había un cambio en la relación entre él y Sakura, algo sutil pero innegable. Desde aquel incidente con el desconocido, y ese posterior y embarazoso encuentro en el baño, ambos habían experimentado más de una vez algunos momentos incomodos e inesperados. En ocasiones, era Sakura quien, sin querer, lo sorprendía al salir de la ducha y algunas otras, había sido él quien la descubría con puerta abierta mientras se cambiaba.

"Esa mala costumbre tuya" murmuró Sasuke con una pizca de irritación hacía solo un par de días. Pero Sakura, con una sonrisa juguetona, había respondido en un tono travieso: "Ya me has visto con mucho menos que esto".

Las mañanas en casa ya no eran un silencio distante o una batalla de comentarios afilados; ahora estaban salpicadas de los comentarios y tribulaciones de Sakura que, aunque a menudo no entendía completamente, siempre le sacaban una sonrisa, casi involuntaria.

No podía negar que la convivencia con Sakura no era tan agobiante como había temido inicialmente. A pesar de su naturaleza bulliciosa y vivaz, había una diferencia en su manera de actuar, un respeto tácito que le permitía sentirse cómodo. Era como si ella, de alguna manera, supiera cuándo darle espacio y cuándo acercarse.

Incluso había momentos en los que se encontraba apreciando sinceramente su compañía. Como cuando se quedaban viendo una película juntos en el sofá con sus risas resonando en armonía ante una escena cómica, o cuando discutían sobre algo tan trivial como qué marca de café comprar. Aquel debate en el supermercado, en el que los argumentos se lanzaban con pasión, pero sin aspereza, le resultaba extrañamente gratificante.

La manera en que Sakura podía sacarlo de su caparazón y hacerlo participar era algo que nunca había experimentado antes. Ella tenía la habilidad de desarmarlo con su sinceridad y su empatía, lo que hacía que, poco a poco, se abriera más a ella.

Y, a pesar de sí mismo, Sasuke comenzó a notar pequeños detalles en ella que antes se le escapaban. La forma en que sus ojos brillaban cuando estaba apasionada por algo, su tono de voz animado cuando hablaba de sus pacientes del hospital, cómo su risa llenaba la habitación de calidez cuando encontraba algo muy gracioso, la forma en la que se mordía el labio cuando no sabía cómo expresarse, las pequeñas arrugas en la nariz cuando recordaba alguna situación que le molestaba…

La conocía mejor ahora, podía leer sus gestos, sus expresiones, sus miradas. Percibir esos detalles en ella de alguna manera le hacían descubrir otras facetas de él mismo que no estaba dispuesto a admitir en voz alta.

Las extenuantes jornadas laborales de Sakura en el hospital no tampoco pasaban desapercibidas para Sasuke. Cada día, había más señales de agotamiento y su espíritu parecía más cansado. Aunque él solía ser reacio a mostrar sus emociones, sintió una irremediable necesidad de cuidar de ella de alguna manera. Como cuando ella se perdía en los archivos médicos que revisaba en casa, a veces se advertía a sí mismo preparándole una taza de té, o cuando se quedaba dormida en alguno de los sillones después de comer y se encontraba buscando una pequeña manta para abrigarla.

Actos tan simples, pero que simbolizaban un cambio profundo en la dinámica de su relación. La vida con Sakura estaba resultando ser una sorpresa agradable, y Sasuke comenzaba a aceptar, en lo más profundo de sí mismo, que no quería que esos momentos se acabaran.

Así, sin decir una palabra, comenzó también a prepararle el desayuno cada mañana. Un intento por aliviar, aunque fuera un poco de su carga diaria. Y sí, la sorpresa fue evidente en el rostro de Sakura la primera vez que lo hizo. Pero no hizo comentarios, simplemente sonrió y aceptó el desayuno de inmediato; haciendo de aquella su nueva normalidad.

Las mañanas habían adquirido un tono especial entre ellos. Ese corto período de tiempo se convirtió en un oasis en medio del caos, un momento en el que ambos compartían una intimidad distinta pues aaunque la tensión sexual siempre estaba presente, también había un nivel de comodidad y entendimiento que no había existido antes.…

Pero a pesar de estos cambios, había una barrera invisible que ninguno cruzaba. La atracción mutua estaba allí, una tensión latente que ambos preferían ignorar. Aunque la relación se había vuelto más cálida, más cercana, mantenían una distancia, como si reconocer lo que estaba sucediendo entre ellos pudiera romper el equilibrio frágil que habían encontrado.

Habían encendido una chispa que crecía cada día, una afinidad que no podían ignorar. Sus miradas se cruzaban con más frecuencia, y las conversaciones a menudo eran interrumpidas por pausas incómodas.

Sasuke pensaba en la forma en que Sakura lo miraba, en la forma en que su respiración se entrecortaba cuando estaban demasiado cerca el uno del otro. Aquel sentimiento era fuerte, casi palpable

La alarma del despertador sonó, ya era hora de levantarse. Con determinación, se puso de pie y se estiro ligeramente para comenzar el día.

La oscuridad de la madrugada apenas empezaba a ceder ante los primeros destellos del amanecer. Sasuke, picaba fruta mientras esperaba que el agua de la tetera hirviera para poder preparar el café, cuando escuchó el chirrido del cerrojo de la puerta. Cada músculo de su cuerpo se tensó, anticipando la entrada de Sakura.

Ella empujó la puerta con cautela, sus ojos jade encontrando los de Sasuke casi de inmediato.

—Estás despierto... —murmuró Sakura, dejando entrever una mezcla de sorpresa y algo que Sasuke no podía descifrar del todo. Sus ojos recorrieron a Sasuke de arriba abajo y tragó saliva.

—Tenía hambre. —respondió él, intentando que su voz sonara lo más indiferente posible.

Ella sonrió, claramente divertida por el intento de Sasuke de disimular.

—Mientes…

Su uniforme de médico colgaba de su cuerpo, mostrando signos de una noche agotadora. Antes de dar un paso más, se agachó para quitarse los zapatos y deshacerse de su mascarilla y guantes, colocándolos cuidadosamente en una bolsa sellada.

—Necesito una ducha —dijo, su voz ronca por el cansancio.

Mientras Sakura desaparecía en el baño, Sasuke comenzó a freír los huevos. Se centró en el aroma del desayuno, pero su mente estaba en otro lugar, en aquella sensación que había sentido al cruzar miradas con Sakura.

El sonido del agua detuvo sus pensamientos casi involuntariamente se imaginó a Sakura bajo la ducha, el agua recorriendo su piel, la figura de su cuerpo… y una oleada de calor lo inundó.

Sacudió la cabeza, intentando alejar aquella escena de su cabeza.

Pocos minutos después, Sakura emergió del baño. Su cabello mojado caía en cascada sobre sus hombros y un suéter ligero envolvía su figura, resaltando sus curvas de manera sutil. Sasuke respiró con dificultad mientras su mirada se oscurecía ante la visión.

—Huele bien —murmuró Sakura, acercándose al comedor.

—Está listo —respondió Sasuke, dándole espacio para que ella pudiera observar. Ahora, después de varias semanas aquello ya era una rutina bien ensayada: Sakura serviría el café mientras Sasuke terminaba de colocar los platos en la mesa.

Ambos se sentaron, manteniendo una distancia prudente, pero el espacio entre ellos estaba cargado de electricidad. Mientras Sakura llevaba un bocado a sus labios, Sasuke observó cómo cerraba los ojos disfrutando del sabor, y algo en su pecho se enorgulleció.

—Esta delicioso —susurró ella, abriendo los ojos y encontrándose con la intensa mirada de Sasuke. Por un segundo, el tiempo pareció detenerse. Ambos eran dolorosamente conscientes atracción que estaba naciendo entre ellos.

Con un esfuerzo, Sasuke rompió el contacto visual, centrando su atención en su comida. La tensión, sin embargo, no disminuyó. Cada gesto, cada movimiento, estaba cargado de algún significado.

Los huevos revueltos y las tostadas desaparecieron rápidamente, y Sasuke no pudo evitar notar cómo la vitalidad de Sakura parecía regresar con la comida. Su mirada se quedó en ella por un momento más de lo necesario, captando el brillo juguetón en sus ojos y la forma en la que se acomodaba su cabello.

—No sé cómo haces esto tan bien —comentó Sakura, llevándose una última cucharada de huevo a la boca.

—No es la gran cosa.

Sakura había terminado su comida y ahora jugueteaba con su tenedor, observando a Sasuke mientras él lavaba los platos.

—Sabes, podrías enseñarme a cocinar algo un día —sugirió.

Sasuke la miró por encima del hombro, una ceja arqueada.

—¿Quieres aprender a cocinar? —preguntó, con un toque de incredulidad.

Sakura se encogió de hombros, tratando de restar importancia a la idea.

—Podría ser útil. No siempre estarás aquí para alimentarme, ¿verdad?

Sasuke volvió a su tarea, había sentido una extraña punzada en su pecho ante esas palabras. La idea de que Sakura no estuviera allí algún día era extrañamente inquietante. Pero se mantuvo serio, su expresión impasible.

—Quizás algún día —accedió. Mientras miraba por la ventana. La ciudad estaba en silencio, y las noticias no eran alentadoras. La cuarentena se había extendido, y no había fecha para su conclusión. La situación del COVID se volvía más complicada día a día y la relación entre ellos continuaba evolucionando, dejando a Sasuke en una confusión que no quería admitir.

La pregunta que flotaba en su mente era clara: ¿qué pasaría una vez que todo esto terminara?

Después de desayunar, Sakura se estiró con un pequeño bostezo, dejando claro su agotamiento. — Voy a dormir un poco, —anunció, pasando una mano por su cabello todavía húmedo de la ducha. Sasuke asintió, tratando de mantener su mirada alejada de ella, pero el esfuerzo fue en vano. Sus ojos la siguieron hasta que desapareció en su habitación.

Sasuke la observó alejarse, tomando un momento para respirar hondo y calmarse. Se dirigió a su espacio de trabajo, una esquina del departamento junto a una ventana. Encendió su laptop y se acomodó en su pequeño rincón de trabajo, sumiéndose en sus tareas con una concentración innegable.

El reloj en la pared señaló el paso de las horas, con Sasuke absorto en su trabajo. La luz del día se filtraba a través de las persianas, dando una atmósfera tranquila al departamento. Aunque estaba inmerso en sus tareas, una parte de él estaba consciente del silencio proveniente de la habitación de Sakura. Había algo inusual en eso, algo que no pudo ignorar por mucho tiempo.

Finalmente, la puerta de la habitación de Sakura se abrió con un crujido suave. Sasuke, sintiendo la presencia de Sakura, levantó la vista discretamente hacia la entrada de la habitación. Aunque intentó no mostrarse demasiado obvio, no pudo evitar notar la apariencia fatigada de Sakura. Sus ojos, que usualmente brillaban con una energía incansable, parecían opacos y las sombras debajo de ellos eran más pronunciadas.

Ella caminó lentamente, su paso menos enérgico que de costumbre. Sasuke frunció el ceño ligeramente, una expresión que sólo aquellos que lo conocían bien sabrían interpretar como preocupación.

—¿Estás bien? —preguntó, su voz baja y controlada, aunque el matiz de inquietud era casi perceptible.

Ella evitó su mirada, su cabello rosado cayendo en mechones sobre su frente. —Sólo cansada —respondió, tratando de sonar convincente.

Sasuke asintió lentamente, observándola con su penetrante mirada. Aunque no dijo nada más, su mente trabajaba rápidamente. Se levantó con determinación y caminó hacia la cocina. —Haré té —declaró en tono neutral.

El aroma del té pronto llenó el ambiente, y Sakura, agradecida por el gesto silencioso de Sasuke, se dejó caer en uno de los sofás, cerrando los ojos momentáneamente.

Sasuke sirvió el té con precisión, dejando una taza en la mesa frente a Sakura, regresó a su rincón de trabajo sin decir una palabra. Su espalda estaba recta, su concentración aparentemente en su laptop, pero sus sentidos estaban en alerta.

Sakura tomó el té entre sus manos, buscando alivio en su cálido abrazo. El silencio entre ellos era evidente, sólo roto por el ocasional teclear de Sasuke y el suave tintinear de la taza de té de Sakura.

Luego de unos minutos, sin previo aviso, Sakura llevó una mano a su sien, masajeando suavemente el área. Sasuke, sin quitar la mirada de su pantalla, preguntó: —¿Dolor de cabeza?

Con una chispa de desafío en sus ojos, Sakura respondió: —Un leve malestar, no logré dormir bien.

Sasuke pausó por un instante, ponderando sus palabras. —Tienes medicamentos si los necesitas.

Ella levantó la barbilla, mostrando ese orgullo característico. —Sé cómo cuidarme, Sasuke.

El Uchiha asintió, regresando a su trabajo, observando su laptop con el ceño fruncido. Aunque ambos intentaban mantener las apariencias, la preocupación y la tensión eran evidentes en el aire.

—Deberías intentar dormir un poco más. —dijo Sasuke, después de un breve silencio, sin levantar la vista de su pantalla.

Sakura, con una mezcla de orgullo y obstinación, respondió: —Estoy bien, no es nada.

Hubo un breve silencio. Sasuke finalmente se giró hacia ella, sus ojos oscuros reflejando una preocupación que no mostraba en palabras. —No te hará daño descansar un poco más. —Aunque su tono era neutro, había un rastro de insistencia.

Ella sostuvo su mirada por un momento, el desafío brillando en sus ojos verdes. Pero después de una pausa, sus hombros se relajaron ligeramente. —Quizás solo una siesta rápida—admitió, aunque su tono sugería que lo hacía más por él que por su propio bienestar.

Las horas pasaron, y la breve siesta que Sakura había pensado tomar se prolongó más de lo esperado y Sasuke, inmerso en su trabajo, se dio cuenta de que el apartamento estaba en un silencio demasiado profundo. Era extraño, a decir verdad, desde que estaban sumergidos en aquella dinamica no recordaba algun solo día donde Sakura hubiese tomado una segunda siesta, normalmente dormía unas cinco o seis horas y se levantaba cerca de la hora de la comida para ayudarle mientras el cocinaba. Se molesto consigo mismo por pensar deforma fatídica, era obvio, dadas las situaciones, que cada día el agotamiento era mucho peor. Se convenció a si mismo de eso para relajarse un poco.

Finalmente, la puerta de la habitación de Sakura se abrió con lentitud. Sakura emergió con su rostro notablemente más pálido que de costumbre mientras se adentraba de la habitación con paso fatigado. Sasuke se había dado cuenta de que algo no estaba bien desde el principio, pero ahora, los síntomas eran innegables.

—Te ves mal, Sakura —dijo con un tono inusualmente suave.

Ella intentó sonreír, pero su expresión era cansada.

—No es nada.

Sasuke se levantó y se acercó, sus ojos oscuros examinando cada detalle de su rostro. Su instinto le gritaba que algo estaba mal.

—Tienes fiebre —declaró.

—No es así, Sasuke. —respondió Sakura, tratando de alejarse.

—Tus ojos están vidriosos, tus mejillas están demasiado sonrojadas, y hay un brillo de sudor en tu frente. No puedes negar los síntomas, Sakura. —dijo frunciendo el entrecejo.

—¡No tienes que decirlo como si fuera algo grave! —exclamó Sakura, levantando la voz en su defensa.

—¡Lo es! —respondió Sasuke, sigualando el tono de ella—. Trabajas en un hospital, Sakura. Sabes qué puede significar esto.

—Estas exagerando. —respondió Sakura, pero su voz temblorosa no le daba credibilidad.

Sasuke apreto sus puños, no podía entender la renuencia de la Haruno, mientras la observaba detenidamente un toque de miedo se apoderó de Sasuke, pero lo reprimió rápidamente.

—No es una broma, Sakura. Deberías tomarte la temperatura.

Su voz era firme, casi autoritaria, pero sus ojos reflejaban una preocupación que no pudo ocultar. Había algo en la forma en que la miraba, algo que iba más allá. Sakura intento alejarse de alli pero antes de hacerlo él la agarró del brazo, su tacto había sido más fuerte de lo que había pretendido.

Ella se zafó con fuerza.

—¡Te dije que estoy bien! ¡Siempre crees saberlo todo!

—¡Y tú siempre tienes que ser tan terca! —replicó Sasuke.

La pelea se volvió más intensa, los viejos patrones y las heridas reabiertas. La conexión que habían estado construyendo parecía desmoronarse en un instante. Era como si hubieran regresado el tiempo, uno en el que sus personalidades chocaban y se repelían de forma abrumadora.

—¡Eres un egoísta controlador! —acusó Sakura.

—¡Y tú una irresponsable impulsiva! —disparó Sasuke.

El silencio cayó de repente, las palabras resonando en el aire. Ambos respiraban con dificultad, sus rostros rojos de ira.

Finalmente, Sasuke habló, su voz más baja pero aún tensa.

—Sakura, sé que esto es difícil, pero necesitas tomarte la temperatura. Podría ser algo serio.

Sakura lo miró, sus ojos llameantes: —¡No lo es, ni siquiera te preocupas por mí! ¡Sólo estás aquí porque te toca estarlo! —gritó Sakura, las lágrimas amenazando con caer.

—¡Eso no es cierto! ¡Pero no puedo cuidar de ti si te niegas a cuidarte a ti misma! —respondió Sasuke, su voz revelando un miedo que nunca había mostrado antes.

La habitación se llenó de una energía cargada, cada palabra y gesto se convirtieron en una batalla, un intento de entender y ser entendido. La discusión se volvía más feroz, los límites se desdibujaban, y en medio de todo ello, había una conexión retorcida y complicada.

—¡Todo esto es por tu maldita obsesión con la fiebre! —Sakura se acercó, su cara roja por la emoción.

—¡Me preocupo por ti! —retrucó Sasuke, la voz elevada, su rostro pálido.

Sakura abrió la boca para responder, pero un fuerte ataque de tos interrumpió su respuesta. Los dos se detuvieron, mirándose fijamente, la realidad de la situación los golpeo de repente.

La sala se llenó de un silencio tenso, y en ese momento, todo lo que habían estado escondiendo, todo lo que habían estado negando, se hizo evidente. La preocupación, la conexión, la tensión, todo estaba allí, expuesto y al rojo vivo.

Se miraron a los ojos, y en ese instante, supieron que algo había cambiado. La discusión había revelado más de lo que cualquiera de los dos estaba dispuesto a admitir, y ahora no había vuelta atrás.

—Estás... —Sasuke tragó saliva, buscando las palabras adecuadas, su voz suave pero firme—. Estás enferma, Sakura. Y no solo de cansancio.

Sakura inhaló con fuerza, intentando recuperarse del ataque de tos, su cuerpo aún sacudido. Pero sus ojos permanecían desafiantes, sus mejillas aún ardiendo.

—Estoy bien, solo es una tos, Sasuke. No me trates como una paciente —replicó, la terquedad aún presente en su voz.

Su voz sonaba fatigada, y Sasuke podía ver cómo se esforzaba por mantenerse en pie. Pero aún así, había una obstinación en su mirada, una negación a admitir que algo podría estar realmente mal.

—Esto no es algo que puedas ignorar, Sakura —respondió Sasuke, su voz ronca por la preocupación—. Podría ser COVID. Necesitas tomarte la temperatura, y si tienes fiebre, tendrás que hacerte la prueba.

La negación en los ojos de Sakura se transformó en pánico, y luego en ira.

—¡No tengo COVID! —exclamó, su voz elevándose—. He sido cuidadosa, he seguido todos los protocolos. No puedes simplemente asumir que tengo el virus solo porque me siento un poco mal.

Sasuke apretó los puños, luchando contra la frustración y el miedo que lo inundaban. Sabía que tenía razón, pero también sabía que no podía arriesgarse. No cuando la salud de Sakura estaba en juego.

—¡No puedo creer que te niegues a enfrentar esto! —rugió Sasuke, su paciencia totalmente perdida.

—¡Y yo no puedo creer que me estés acusando de esto! ¡Como si yo me hubiera querido enfermar!

Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas, y el silencio que siguió fue más ensordecedor que todos los gritos.

Sasuke la miró, los ojos llenos de una mezcla de ira, preocupación y algo más profundo y doloroso.

—No estoy asumiendo nada —respondió, su voz tensa—. Estoy preocupado ¿Por qué te cuesta tanto entender eso?

—No... —susurró Sakura, su voz apenas audible—. No lo hice mal. No pude haberlo hecho mal.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, y Sasuke sintió una punzada de culpa. Pero la preocupación por su salud era más fuerte que cualquier otra cosa.

—Por favor —dijo Sasuke, su voz quebrándose—. Por favor, déjame tomarte la temperatura.

Finalmente, Sakura asintió dejándose caer en uno de los sillones con su cuerpo cansado y derrotado, mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Sasuke se acercó lentamente, su cuerpo estaba rígido y tenía los ojos aún llenos de preocupación. Se agachó frente a ella, tomando sus manos, sus dedos acariciando suavemente la piel caliente.

—Confía en mí.

Sakura levantó la vista, sus ojos encontrando los suyos, y en ese momento, algo cambió. Una conexión más profunda, un entendimiento más claro. Un inicio de algo nuevo y desconocido. Asintió lentamente, las palabras no dichas pero entendidas. Sabía que Sasuke tenía razón. Sabía que estaba enferma. Y sabía que no podía enfrentarse a ello sola.

Sasuke se levantó, dejando las manos de Sakura, y caminó hacia el baño para buscar el termómetro. Sus manos estaban temblorosas, su corazón parecía estar en su garganta y la preocupación le carcomía por dentro. Sabía que debía mantener la calma, ser el apoyo que Sakura necesitaba, pero no podía evitar el miedo que crecía en su interior.

—Ven —dijo Sasuke, su voz suave, extendiendo el termómetro hacia ella.

Sakura se levantó lentamente, acercándose a él, los ojos llenos de incertidumbre: —Esto no significa nada, ¿sabes? —dijo, intentando sonreír, pero la sonrisa nunca llegó a sus labios—. Podría ser cualquier cosa.

Sasuke asintió, sus ojos aún fijos en el termómetro.

—Lo sé —dijo, su voz apenas un susurro—. Pero necesitamos saberlo

Con una ternura que ni siquiera sabía que poseía, Sasuke levantó una mano y colocó un mechón rebelde de cabello detrás de la oreja de Sakura, un toque ligero y cuidadoso. Sus ojos se encontraron, y por un momento, el mundo a su alrededor desapareció.

Sasuke pudo ver el miedo en los ojos de Sakura, pero también una confianza silenciosa, una fe en él que lo tocó profundamente. Sin decir una palabra, le ofreció una pequeña sonrisa, tratando de transmitirle seguridad y apoyo.

Sakura asintió ligeramente, y Sasuke colocó el termómetro debajo de su lengua, su mano todavía en su mejilla, como si pudiera transmitirle fuerza y coraje a través de ese simple contacto.

El pitido del termómetro resonó en la habitación, un sonido agudo que marcaba el fin de la tensa espera. Sasuke retiró el termómetro de la boca de Sakura y miró la lectura. La fiebre era alta, sin lugar a dudas.

Manteniendo una expresión neutral y ocultando la preocupación y el miedo que sentía en su interior, levantó la mirada hacia Sakura. Su rostro estaba pálido, los ojos vidriosos y llenos de temor.

—Tienes fiebre, —dijo Sasuke, su voz firme y controlada, una máscara de calma—. Pero no te preocupes, lo manejaremos.

Sakura lo miró, tratando de encontrar algún signo de emoción en sus ojos, algo que le dijera lo que él realmente sentía. Pero Sasuke era un experto en ocultar sus sentimientos, y en ese momento, estaba poniendo en práctica todo su autocontrol.

La realidad golpeó a Sakura como un tren, y de repente, la fuerza la abandonó.

—Yo... yo lo intenté, Sasuke, lo juro, —tartamudeó, su voz temblorosa y su cuerpo empezando a temblar. Sus ojos, antes vivaces, ahora estaban nublados y vidriosos—. Fui cuidadosa, siempre me lavé las manos, usé mascarilla, me cambié de ropa antes de entrar a casa, incluso me duché... Pero, pero algo salió mal. De alguna manera, algo salió terriblemente mal, y te he puesto en peligro. No sé cómo, pero lo hice. Lo siento mucho, Sasuke, lo siento...

Las palabras salían apresuradas de su boca, las justificaciones y las disculpas mezclándose en una confusión incoherente. Sus mejillas, antes solo ligeramente rosadas, ahora estaban enrojecidas por la fiebre y la angustia.

Sasuke, a pesar de su sorpresa inicial, se mantuvo en control. Su rostro era una máscara de calma, y su voz, cuando habló, fue firme y autoritaria.

—Sakura, cálmate. Respira hondo. No es tu culpa. —Puso sus manos en sus hombros, sosteniéndola con fuerza, transmitiéndole estabilidad—. Escúchame, sé que has sido cuidadosa. Sé que has hecho todo lo posible para protegernos a ambos. Pero este virus es traicionero. Nadie está completamente seguro.

Sakura intentó hablar, pero Sasuke la silenció con una mirada.

—Vamos a llamar al médico, seguir las instrucciones, y todo estará bien.

La preocupación en los ojos de Sasuke se intensificó. Sin perder tiempo, sacó su teléfono y marcó rápidamente. —Necesito que vengas, es una emergencia. —comenzó a recitar instrucciones rápidamente. —Sí, con pruebas rápidas para el COVID. No tardes. —ordenó al otro lado de la línea, su tono era frío y directo.

Sakura intentó protestar, todavía aferrada a su orgullo y resistencia. —Sasuke, no es necesario...

Pero él levantó una mano, silenciándola. —No es discutible, Sakura. Te revisarán.

La espera fue tensa. Los minutos parecían horas mientras esperaban al médico. La luz del atardecer filtraba débilmente por las cortinas, otorgando al departamento una iluminación tenue y cálida. Sakura yacía acostada en uno de los sillones mientras Sasuke, manteniendo su distancia por precaución, preparó paños húmedos para tratar de reducir la fiebre. Aunque no lo mostraba abiertamente, cada acción, cada mirada, estaba impregnada de una preocupación que no había mostrado anteriormente.

La miró, los ojos de ella medio cerrados debido a la fiebre, pero aún brillantes con esa tenacidad y determinación que la caracterizaban. Sus dedos rozaron su piel por un breve segundo, un contacto que se sintió como electricidad para ambos.

—Gracias —susurró Sakura, sus ojos fijos en los de él.

Sasuke apartó la mirada, intentando mantener la barrera que siempre había entre ellos. —Solo es lo que cualquier persona haría —respondió con su habitual frialdad, aunque su tono tenía un matiz de suavidad que raramente mostraba.

Sakura sonrió, un gesto leve pero genuino: —No cualquiera, Sasuke. Tú…

Él levantó una ceja, un gesto que ella conocía bien. Era su forma de mostrar sorpresa o incredulidad sin dejar de ser él mismo. —Solo me aseguro de que no te pase nada —murmuró.

Sasuke observaba impotente cómo la fiebre de Sakura ascendía. Sus mejillas solían ser de un suave rosado, pero ahora estaban encendidas con un carmesí brillante. Pequeñas gotas de sudor perlaban su frente y sus labios, antes rosados, estaban ligeramente partidos debido a la deshidratación. Era una escena dolorosa: ver a alguien tan fuerte y determinado, reducido a un estado tan vulnerable.

A pesar del calor que emanaba de su cuerpo, Sakura temblaba. Sus finos dedos se crisparon en la sábana, un indicativo de las ondas de frío y calor que atravesaban su cuerpo. El Uchiha trataba de mantener su compostura, pero cada vez que ella deliraba, una punzada de ansiedad se apoderaba de él. Era una tortura verla en ese estado, y en cada suspiro irregular que ella daba, se sentía como un inútil sin poder hacer nada.

Sakura, con su mirada vidriosa, comenzó a hablar de manera inconexa, arrastrando palabras y riendo a intervalos: — Por qué siempre te ves tan guapo, ¿incluso cuando no deberías? Es... —suspiró. — Es injusto.

Una sonrisa involuntaria se formó en el rostro de Sasuke al escuchar las divagaciones de Sakura. Era raro que Sakura, siempre tan fuerte y decidida, tuviera esos momentos de vulnerabilidad y sinceridad cruda.

El corazón de Sasuke latía con fuerza, cada palabra inconexa de ella le recordaba momentos que había tratado de olvidar o ignorar, emociones que había guardado bajo llave.

Y, en un instante de lucidez, sus ojos se encontraron. Con una débil sonrisa, Sakura alzó su mano, temblorosa y ardiente, hacia el rostro de Sasuke. Él contuvo la respiración, sintiendo cada centímetro de su piel arder bajo el contacto de sus dedos.

—¿Por qué nunca me quisiste, Sasuke? —La pregunta, lanzada al aire con tanta vulnerabilidad, lo golpeó más fuerte que cualquier puño. Su pecho se apretó, y por un momento, el aire pareció abandonar sus pulmones. La garganta de Sasuke se sintió seca, su mano subió instintivamente para atrapar la de Sakura, entrelazando sus dedos con los de ella. Sus ojos, normalmente fríos, estaban ahora nublados por una tormenta de emociones.

—Sakura… — susurro con voz suave. A medida que sostenía la mirada de Sakura, un torrente de pensamientos lo invadió. Había algo en esos ojos verdes, velados por la fiebre pero brillantes con determinación, que siempre lo había cautivado. Las largas pestañas que los enmarcaban, el ligero rubor de sus mejillas acentuado por el calor, y esos labios entreabiertos, mostrando su respiración errática. Era innegablemente hermosa. Pero no era solo su belleza física lo que lo atraía a ella. A lo largo de los años, apesar de que nunca lo había admitido había aprendido a admirar su tenacidad, su inteligencia y su pasión inquebrantable. Recordaba esas veces en que ella se enfrentaba a los desafíos con una sonrisa en el rostro, o cómo defendía con vehemencia sus creencias y valores. Su risa contagiosa, su amabilidad incondicional, su espíritu siempre dispuesto a ayudar... Todo eso, era Sakura. —Por imbécil — confesó.

TBC


¿Qué tal?

He de confesar que es de los capítulos que más trabajo me han costado. Espero haya valido la pena.

Nos leemos la próxima!

4/8