A/N: ¡Hola a todos!

Siempre he querido escribir qué habría pasado si Snape hubiera sobrevivido, así que aquí está este fanfic :) Seguiré el canon de los libros (excepto la muerte de Snape, obviamente) y trataré de hacer justicia a las personalidades de los personajes y también a su dolor después de la guerra. Pero, aunque esta historia tratará temas duros como la muerte, el trauma y la pérdida, quiero mostrar que la esperanza existe incluso en las peores circunstancias. Y, para ser honesta, creo que esperanza es algo que todos necesitamos ahora mismo.

En fin, espero que os guste. ¡Muchas gracias y buena lectura! :)


Todo lo que Harry quería era descansar. Su mayor deseo era tumbarse en su cama, arriba, en la Sala Común de Gryffindor. Pero antes de eso, había algo más que tenía que hacer. No podría dormir hasta entonces.

"Tengo que ir a buscarle." Dijo en voz alta, haciendo que Ron y Hermione le mirasen sin comprender.

Los tres se encontraban en medio de un pasillo destrozado a causa de la batalla. Habían retirado a los heridos y a los cuerpos de los caídos de ahí, pero Harry podía ver los boquetes en las paredes y las manchas de sangre. Arrancó sus ojos de una mancha particularmente grande y se obligó a mirar a sus dos mejores amigos.

"¿Harry?" Preguntó Hermione. "¿Qué...?"

"Snape. Tengo que ir a buscarle." Repitió. "No puede quedarse ahí, solo."

Hermione y Ron compartieron una mirada. Los dos estaban tan agotados como Harry, pero entendían lo que su amigo debía estar sintiendo.

"Está bien, avisaré a la profesora McGonagall para que envíe alguien a por él." Dijo Hermione. "Tú vete a dormir, está claro que lo necesitas."

"¡No! No, no puedo-"

Hermione abrió la boca para responder, pero Harry fue más rápido.

"¡No lo entiendes! Tiene que ser alguien que crea absolutamente en su inocencia. ¡No puedo arriesgarme…!" Se dio cuenta de que había levantado la voz y se obligó a calmarse. "Hay mucha gente que aún quiere vengarse de la muerte de Dumbledore y... Bueno, no todo el mundo me ha creído tan rápido como vosotros. No puedo arriesgarme a que maldigan el cuerpo o le hagan algo."

"Vale, lo entiendo." Hermione levantó las manos, tratando de calmarlo. "Tienes razón."

"Tengo que traerle de vuelta." Insistió Harry. "Tiene que estar en casa."

Dijo, y se le quebró la voz. Su mente no paraba de recordarle a todos aquellos que habían perdido en la batalla: Remus, Tonks, Fred, incluso el pobre Colin Creevey. Pero ellos yacían bajo el cielo estrellado del Gran Comedor, rodeados de sus familias. Snape, en cambio, estaba solo en aquel horrible lugar y Harry necesitaba hacer algo al respecto.

"Iremos nosotros." Dijo Ron con firmeza. "Ve a descansar, Harry. Hermione y yo le traeremos a casa."

Ron llevaba el dolor por la pérdida de Fred marcado en cada centímetro de su rostro, y Harry le observó sin saber muy bien qué decir.

"No puedo pedirte eso. Si alguien merece dormir eres tú."

"Harry tiene razón." Dijo Hermione con suavidad. Puso una mano en el hombro de Ron y apretó, dándole afecto. "Además, si no quieres dormir, deberías estar con tu familia. Yo puedo ocuparme de esto por mi cuenta."

Ron negó con la cabeza, quizás con demasiada energía.

"No, no quiero. No puedo ahora mismo." Cerró los ojos y trató de controlarse. "No soy lo suficientemente fuerte para estar allí con ellos. No soporto mirar a mi madre a la cara o ver a George con esa mirada vacía que tiene y…"

De repente, se sintió sin aliento y empezó a respirar rápida y agitadamente. Un instante más tarde, Harry y Hermione estaban allí, abrazándole ambos al mismo tiempo. Dentro de ese lugar seguro, Ron pudo por fin dejarse llevar y comenzó a llorar en silencio. Tardó en darse cuenta de que ellos también lloraban y, en cierto modo, eso le hizo sentirse mejor. Si no estuviera en esa situación, probablemente comentaría lo locos que parecían: tres adolescentes solos en medio de un pasillo, abrazados y llorando en silencio.

Permanecieron así durante unos instantes en los que dijeron con la fuerza de sus brazos lo que no podían decir en voz alta hasta que, finalmente, se soltaron. Todos tenían lágrimas en el rostro, pero se sentían mejor que antes.

"Estoy mejor, estoy mejor." Dijo Ron, respirando profundamente. "Y lo sé. Sé que en algún momento tendré que enfrentarme a esto. Pero... Pero aún no estoy en este punto todavía. No quiero dormir. No... no quiero pensar en ello." Confesó, bajando la voz.

Desvió su mirada, avergonzado y asustado de que pudieran juzgarle, pero Harry lo comprendía.

"Pasé por algo parecido con Sirius." Le dijo. "Si lo que necesitas ahora es mantenerte ocupado, lo entiendo. No eres una mala persona por ello."

Ron tragó y asintió lentamente.

"Entonces, ¿confías en mí para traer a Snape de vuelta?" Preguntó.

"Por supuesto, lo hago, pero..."

"Pero déjame al menos ir contigo." Intervino Hermione con delicadeza.

"No hace falta que hagas de niñera." Dijo Ron. "De verdad, puedo encargarme."

"Lo sé. Y no es por eso por lo que quiero venir." Explicó ella, tranquilizándole. "Lo cierto es que yo tampoco quiero dormir. Pero si prefieres que no vaya, lo entenderé. Sólo dilo y me quedaré aquí."

Hermione no quería dejarle solo, pero sabía que tenía que ser su decisión. Por eso se sintió mejor cuando, tras unos segundos, Ron asintió y dijo:

"Si quieres venir, por mí está bien."

"Quiero." Le dijo ella, dando el tema por zanjado.

La mirada de afecto con la que Ron la estaba observando, confirmó que había hecho lo correcto al venir con él. No debía estar solo en ese momento.

"Vete a dormir, Harry." Añadió, Hermione volviéndose hacia él. "Nosotros nos ocupamos."

Aunque Harry estaba seguro de que todo iría bien, le ponía nervioso separarse de ellos después lo que había pasado. Iba a decir algo al respecto cuando un bostezo interrumpió sus palabras. Después de aquello, era consciente de que Hermione iba a hacer su mejor imitación de la señora Weasley y lo iba a mandar a la cama sin posibilidad de discutir. Así que, consciente de que no tenía otra opción, asintió.

"Está bien, pero llevad con vosotros la moneda del E.D." Le tranquilizaba la posibilidad de comunicarse con ellos en un instante.

"No te preocupes, siempre la llevo encima." Prometió Hermione, señalando su bolsito de cuentas.

Luego, con suavidad, le dio un apretón en el brazo.

"De verdad, intenta descansar un poco, ¿vale? Nos veremos cuando te despiertes."

Harry asintió de nuevo y buscó a Ron con la mirada antes de emprender el camino hacia su habitación.

"Allí estaremos." Le aseguró él.

Y, con eso, pudieron separarse finalmente.


"Todo está tan tranquilo." Dijo Hermione, rompiendo el silencio. "Es extraño."

"Sí que los es… Aunque lo prefiero a las explosiones y a los gritos." Ron era consciente de lo deprimentes que sonaban sus palabras, aquellas palabras, pero no podía evitarlo.

"Ya… Eso sí."

A partir de ahí, Hermione decidió no decir nada más. Sabía que Ron necesitaría tiempo para volver a ser el mismo de antes, si es que alguna vez volvía a serlo. Pero ella iba a estar a su lado todo el tiempo que necesitase, ayudándole a sanar.

"Mira, ahí está."

La voz del muchacho la sacó de sus pensamientos.

Ron señalaba con el dedo al gran árbol en el que se encontraba la entrada a la Casa de los Gritos. El Sauce no tenía buen aspecto: había perdido algunas ramas luchando contra los mortífagos y su corteza presentaba marcas de fuego y cortes.

"Ya me encargo yo." Dijo Hermione, sacando su varita. "Wingardium Leviosa."

Al instante, una rama se elevó y voló desde el suelo hasta el punto del árbol que conseguía paralizarle. Hermione agitó la varita y la rama tocó aquel punto, provocando que el Sauce dejase de moverse.

"Vale, ya está. ¿Listo?"

Ron asintió y juntos comenzaron a descender por el túnel. Al llegar al final, les recibió una escena sombría y desagradable. Snape, tendido de espaldas en el suelo, con un charco de sangre alrededor de su cabeza.

Los dos muchachos se quedaron paralizados al verlo.

"Merlín…" Susurró Ron. "Es peor de lo que recordaba…"

"Supongo que no debimos fijarnos demasiado cuando sucedió." Dijo Hermione, acercándose lentamente, con los ojos más abiertos de lo normal. "Estábamos en medio de la batalla… Y con la adrenalina y todo eso..."

Ron asintió, distante, y luego desvió la mirada a cualquier otro lugar de la habitación que no fuera Snape.

"Es extraño verle así." Continuó Hermione, sin saber exactamente qué sentir. "Tantos años y nunca le había visto tan vulnerable."

Ron volvió a centrar su mirada en el cuerpo de Snape. Luego tragó saliva, estudiando su rostro.

"Te hace darte cuenta de que solo era un hombre." Dijo, finalmente.

Ahí, tumbado en la oscuridad, pálido y ensangrentado, Snape se veía más humano de lo que nunca había parecido en vida.

"Es raro, saber la verdad sobre él." Dijo Hermione, que hasta ese momento no había tenido tiempo de pensar en ello. "Agridulce, más bien."

"Sí... tienes razón." Ron sacudió la cabeza. "Viéndole así... Se me hace difícil pensar en él como el grasiento y malvado profesor de Pociones."

"No puedo creer que estuviera de nuestro parte todo este tiempo..." Susurró Hermione, con voz temblorosa.

Ron tampoco podía hacerlo, su agotado cerebro aún no era capaz de asimilar todo lo sucedido.

"En fin..." Suspiró Hermione. "Terminemos con esto."

Se aclaró la garganta, pronunció unas palabras y agitó su varita. Al instante, apareció una camilla blanca como las de la enfermería.

"Ponte a su otro lado, Ron. Yo me quedó aquí y entre los dos lo levantamos."

"De acuerdo." Asintió él, colocándose a la izquierda de Snape.

De pronto, se dio cuenta de que sus ojos estaban abiertos y se agachó para poder cerrárselos. Se apoyó en las rodillas y puso una mano sobre el rostro del profesor. Acababa de cerrarle los ojos cuando notó algo que le hizo soltar un grito.

"Qué? ¿Qué ha pasado?" Dijo Hermione, asustada.

Pero Ron no parecía escucharla, sus ojos iban del rostro de Snape hasta su propia mano. Volvió a acercarla hasta la cara del hombre, lentamente. Esta vez llevó su mano hasta la ganchuda nariz. Volvió a sentirlo de nuevo. Estaba ahí, una corriente de aire. Snape respiraba.

Los ojos azules de Ron se encontraron con los de Hermione, quien le miraba boquiabierta. Ella también cayó de rodillas junto a Snape y llevo sus dedos hasta el cuello del profesor, intentando no tocar la zona dañada. Allí, muy débil pero innegable, encontró el pulso que estaba buscando.

"Ron." Dijo lentamente. "Ron, ¿sabes qué significa esto?"

Los labios del chico formaron una sonrisa por primera vez en días, llena de incredulidad.

"Está vivo." Susurró, sin acabárselo de creer.

Dejó escapar una carcajada sorprendida y, de repente, estaba llorando. Los rostros de Fred, de Remus, de Tonks, aparecieron en su mente y Ron no pudo parar. Dejó ir todo lo que llevaba acumulado, todo el miedo, la desesperación y la tristeza desaparecieron entre sollozos hasta que lo único que quedó fue la esperanza.

"Vas a vivir." Prometió, ayudando a Hermione a poner a Snape en la camilla. "Maldito murciélago grasiento, vas a vivir."

Habían perdido a mucha gente, pero Ron no iba a dejar que muriera nadie más. Eso al menos podía intentarlo.

"Vamos, Snape, vamos. Ni se te ocurra irte." Dijo, corriendo por los terrenos de Hogwarts con Hermione a su lado y Snape flotando en su camilla. "Ya casi estamos en casa."


Harry estaba a punto de conseguir dormirse cuando algo vibró junto a él. Al darse cuenta de que lo que producía aquel sonido era la moneda del E.D. se incorporó de golpe y la cogió entre sus manos. El corazón le dio un vuelco al leer las palabras escritas en ella:

Harry, está vivo.

Saltó de la cama y empezó a correr hacia la enfermería, con el frío suelo de piedra tocando sus pies descalzos.


A/N: Espero que os haya gustado el primer capítulo.

Gracias por leer y dejad review si queréis :D