Capitulo V
Se necesitaba desesperadamente una década de paz casi total en todo el imperio para la legión romana. Con el reclutamiento activo y una ciudadanía ampliada, las vacantes en las 29 legiones se cubrieron dentro de este tiempo. Además, las continuas transferencias de tierras en Dacia a ciudadanos romanos estaban reduciendo los costos de abastecimiento de las legiones fronterizas y estaban dando sus frutos con la fundación de la primera coloniae allí alrededor, dando a las tropas un lugar de ocio entre sus propios conciudadanos.
Mientras tanto, la integración de Marcomannia comenzaba a ser más fluida. Hubo conflictos regulares desde Lauriacum hasta Durostorum durante las dos primeras décadas de control, en su mayoría no dentro de los muchos foederati que se habían establecido, aunque algunos rebeldes eran reyes clientes. Antes de dejar Italia para una guerra con Nubia, Perseo fue personalmente a Marcomannia para otorgar a los jefes locales títulos reales que dividieron el intento fallido de una nueva provincia en tres reinos vasallos. Cada reino tenía un pie en las fértiles tierras bajas del Danubio y una cabeza que se asomaba a las montañas, donde se enfrentarían a las incursiones de tribus menos amistosas en los reinos que Roma les había otorgado. Se mantuvieron algunos fuertes en la región para la proyección de poder de la Legión en los nuevos reinos clientes.
Antes de esta división, la frontera de Marcomannia se extendía a lo largo de los Pequeños Cárpatos , pasando el mayor de Laugaricio y luego subiendo a lo largo de su río adyacente hacia el embalse del valle cercano, conocido como Liptovska Mara, y desde allí ligeramente al noreste antes de volver al sureste pasando Ostrovany hacia el río Tisia, donde la frontera se une con el reino Iazygean. Estos reinos clientes de los sármatas se extendían hasta bien entrado el tramo rectangular de llanuras que se extendía entre el Danubio de Panonia y el Tisia.
Las fortificaciones en la región de Marcomannic fueron diseñadas para facilitar el conocimiento de la frontera y mejorar los tiempos de respuesta mientras se ralentiza el avance de cualquier invasor potencial. Con este propósito, se construyeron un número escaso de torres de vigilancia en posiciones con vistas a pasos de montaña estratégicos, siempre a la vista del campamento romano más cercano para permitir el uso de señales de fuego. En particular, la brecha en los Pequeños Cárpatos al suroeste de Laugaricio tenía tres torres a la vista del fuerte, listas para advertir a cualquiera que usara este paso ancho. Aquí se establecieron defensas de tierra de casi 3 km de espesor a raíz de la derrota de Quadi para hacer que la frontera al oeste de Laugaricio sea menos transitable, esencialmente unas pocas capas de zanjas alternas y tierra levantada iniciadas por los legionarios después de su victoria y terminadas solo después del final de la guerra. Como la entrada más accesible a Marcomannia, este paso fue el foco de la defensa externa.
Las torres de vigilancia a lo largo de la frontera al norte de Laugaricio tenían fácil acceso al fuerte a lo largo del pequeño río que atraviesa el valle. Yendo hacia el norte desde Laugaricio, varios desfiladeros pequeños fueron bloqueados por clausurae, según los cuales los topógrafos los consideraron más accesibles. Se construyó un fuerte completamente nuevo, Praefastium, en el siguiente paso principal a lo largo de la frontera, en las llanuras al sureste de las montañas Tatras en toda la cordillera de los Cárpatos. El resto de la frontera era más fluida, consistiendo en una línea de campamentos intercalados entre las torres de vigilancia que vigilaban algunos de los valles.
En general, el resultado fue una frontera de 470 km de largo a lo largo de montañas en su mayoría difíciles de atravesar en lugar de la antigua frontera que dejaba una frontera similarmente larga a lo largo del Danubio de Panonia. Al bloquear la migración de más tribus a las llanuras de Panonia, la frontera marcomana también ayudó a estabilizar los reinos Iazygean y eliminó por completo 900 km de fronteras fluviales que debían defenderse antes de la guerra. A pesar de los beneficios de la nueva frontera, el desafío de mantener el orden entre las tribus germánicas en Marcomannia hizo que su existencia continua fuera un riesgo innecesario al iniciar una guerra con Nubia. Los tres nuevos reinos vasallos cumplieron un papel similar, aunque con menos supervisión por parte de las legiones, debilitando especialmente las defensas que se basaban en campamentos en lugar de fuertes más permanentes.
Bajo el nuevo régimen local, los foederati (reinos clientes) germánicos plantearon menos problemas para las legiones que antes, tanto por el menor descontento con sus propios líderes como por la menor responsabilidad de lidiar con los problemas que surgieron. Sin embargo, Roma necesitaba asegurar la lealtad continua de estos reyes y no había medios más seguros para ese fin que asegurarles que las legiones romanas estaban siempre cerca para acudir en su ayuda o para mantenerlos a raya. Establecer tribus germánicas en las orillas del norte del Danubio era más barato que mantener una provincia allí, pero no estaba del todo exento de costos.
Los arqueros dacios se estaban convirtiendo en una valiosa adición a los regimientos auxiliares del ejército. Su papel en las guerras marcomanas fue lo suficientemente decisivo como para que Perseo lo notara y tomara medidas adicionales para reclutar arqueros. Después de las Guerras Marcomanas, los Auxiliares desplegaron 32 unidades de arqueros , de las cuales casi un tercio eran únicamente arqueros a caballo. Había nueve regimientos más al final de la Guerra de Caledonia. Una vez que regresó a Roma, Perseo comenzó a alterar estas divisiones, reorganizando cada regimiento en unidades con 400 arqueros e instalando a varios de ellos de forma permanente dentro de legiones específicas. A los arqueros a pie estacionados en regiones más lluviosas también se les reemplazó el arco compuesto estándar con un arcus ligneis (arco largo) igualmente poderoso. La degradación de los arcos bajo la lluvia de Caledonia le había mostrado a Perseo la necesidad de armas que pudieran manejar mejor la humedad.
Para ese entonces los esfuerzos de reclutamiento habían elevado el número de arqueros a pie hasta 22.000 y el de arqueros a caballo a 12.000, casi el doble de sus números respectivos antes de Perseo. Al mismo tiempo, se disolvieron otros regimientos auxiliares para mantener costos más o menos iguales para mantener a todos los auxiliares. Los emperadores posteriores llevarían más lejos la creciente prominencia del tiro con arco, pero el papel que jugó Perseo en esta transición es clave.
Lemon
Durante las Guerras Marcomanas, ningún rey bárbaro llegó a ser tan molesto para Roma como lo fue el que solo conocieron como Alek el Hierro (Alex Fierro). Cuando las tribus marcomanas y quadi estaban por rendirse, este caudillo apareció y unión a los bárbaros en una contraofensiva total contra Roma, llegando a vencer a la las legiones de Pescenio Niger en Vindobona.
Sin embargo, Alek llego a ser considerado una leyenda, porque a pesar de sus victorias y de ser la causa de que la guerra se prolongará en el norte, este rey bárbaro desapareció un día antes de la Batalla de Aquincum, dónde los romanos ganaron con una victoria aplastante ante las huestes dirigidas por Septimio Severo y Clodio Albino. Para esta victoria, un joven César Perseo estuvo visitando el frente en ese momento, pero es poco probable que tuviera un papel relevante en dicha victoria...
Cubierto con ropas salvajes, Perseo se infiltró en el campamento de Alek la noche antes de la batalla. Mucho antes de que lo vean, detecta a los guardias que Alek tiene protegiéndolo. Está un poco sorprendido de ver qué todas sean mujeres, y aún más sorprendido cuando observa como interceptan a un hombre germano y lo someten rápidamente.
Pasar por alto a las guardias resultó bastante simple, encontrando un punto ciego entre unos arbustos pido colarse en la tienda de Alek. Al entrar sin ser detectado, Perseo no se sorprende exactamente cuando lo atacan casi de inmediato, lo que si lo sorprende es notar que "él" Alek el Hierro, resultará ser una ELLA.
–¿Eres Alek?– preguntó él –Pensé que eras un hombre–
–A veces– gruñó ella y por un momento ella se volvió un él –Una mierda divina, no lo entenderías–
Pero él lo entiende, el propio Perseo no tiene armas, pero eso no significa que esté indefenso o desarmado. Bailando fuera del alcance de su espada, los ojos de Perseo brillan mientras el agua de un cubo cobraba vida y saltaba hacia Alek, atando sus manos.
–¡Que dem!... ¡Tu! ¿También eres un semidios?–
Él asintió, empuñando su espada robada frente a ella, la cara bonita de Alek está estropeada con el ceño fruncido.
–¿Vienes aquí a matar al azote de Roma?– pregunta ella y Perseo se ríe y niega con la cabeza.
–Oh, no eres el azote de Roma, quizá solo una molestia menor– dijo este revelando su rostro –Me llamo Perseo–
Los ojos de Alek se abren ante eso, y sonríe.
–El emperador de Roma, la suerte me sonríe– dijo ella liberándose de las ataduras de agua, sacando una daga.
Luego, se lanzo hacia adelante, su daga apuntaba hacia él, mientras Perseo la esquiva. Sin embargo, esta vez no solo esquiva, sino que le agarra la mano que Alek está usando para sostener su arma. Antes de que tenga tiempo de reaccionar, este la desarma, lanzando su cuchillo a un lado y envuelve la bonita cabellera oscura en un abrazo, manteniendo su espalda contra su cuello por un momento mientras ella se retuerce en su agarre.
–Me había preguntado acerca de los guardias– dijo él en su oído –Me imagino que solo ellas saben sobre ti "condición"–
Alek solo resopla y deja de luchar.
–Mantienen a raya a la chusma, especialmente en una noche como esta. Sin embargo, tienen prohibido entrar en la habitación, sin importar lo que escuchen. Si algún hombre los supera con éxito, depende de mí que me ocupe de él–
Perseo asiente lentamente, aceptando esta información. Alek resopla.
–Esperaba que vinieras– él levanta una ceja –Bueno no tu, sino un general romano importante–
–¿Por cual motivo?–
Ella dudo por un momento.
–Por una profecía– Alek respondió.
Su momento de contemplación le hubiera costado. Su aparente rendición es solo eso, una simple táctica para intentar que él baje la guardia. Desafortunadamente para ella, él lo ve venir a una milla de distancia, y cuando ella trata de darle un rodillazo brutalmente en la ingle, él lo bloquea.
De repente, peleando como un gato salvaje otra vez, Alek aúlla mientras lo araña. Pero Perseo simplemente arroja el cuchillo que había estado sosteniendo en su garganta y la agarra por las muñecas, luchando con la pelinegra hasta que la obligó a ponerse de frente y la inmovilizó correctamente en las pieles que usaba como cama. A horcajadas sobre ella mientras ella seguía retorciéndose, Perseo simplemente sacude la cabeza con incredulidad.
–¿No sabes cuándo rendirte?–
Alek gruñe y bufa como un gato particularmente enojado.
–¡Jódete! ¡Solo tómame ya, bastardo!–
–¿Eh?– fue alcanzó a decir.
Entonces lo noto, incluso mientras ella lucha, él puede decir que está excitada.
–La bruja... lo dijo– decía respirando pesadamente –Que un... alto señor de Roma determinaría mi destino... de conquista o se conquistada–
–¿Esa es la profecía?–
Ella asintió y miro con sus ojos policromáticos a otro lado.
–Yo... siempre estuve alternando entre mi género, como las faces de la luna y las mareas– dijo sin mirarlo directamente– Al igual que mis emociones; si soy hombre siento... un deseo de pelear y combatir, mientras que como mujer... yo solo quiero ser artista–
"Así que era eso. Ella inicio una guerra para cumplir su destino... no seria la primera en condenar a miles por deseos egoístas" Perseo resopla ante sus propios pensamientos internos.
Alek empuja sus caderas contra él, tratando de provocarlo para que la devaste ahí mismo.
"... Bueno, es una profecía" se decidió y de un movimiento la volteo le arrancó los pantalones a Alek, revelando un culo cremoso y ágil, además de su coño mojado, antes de revelar su miembro erguido.
Sin ropa de promedio, el corcovear de ella tiene el resultado de hacer que su verga se deslice entre sus cremosos y pálidos muslos. Cuando su miembro toca su coño por primera vez, Alek se congela por solo un segundo... pero eso es todo lo que Perseo necesita. Ella aúlla de nuevo, mientras él empuja dentro de ella, reclamándola en el acto. Su miembro lanzó a la hermosa barbara que se convirtió en una reina y su cuerpo cae sobre ella, inmovilizándola en su lugar. Presionando su pecho contra su espalda, él desliza sus piernas por sus piernas y engancha sus pies alrededor de los de ella.
Con las manos en sus muñecas, él tira de ellas detrás de su espalda, obligándolas a juntarse para poder sostener sus brazos en su lugar con una sola mano. El otro va a su cabello, agarrándolo con fuerza y empujando su cara contra las pieles mientras golpea su coño una y otra vez.
–¡Ah! ¡De eso estaba hablando, bastardo!– gruñó ella con la cara contra las pieles.
Follar con Alek es casi como ningún encuentro sexual que haya tenido antes. No hay un momento en el que él se concentre en su placer, ningún instante en el que se asegure de que ella se esté divirtiendo. Y sin embargo... ella estaba amando cada maldito segundo. Oh claro, ella sigue peleando todo el tiempo, moviendo sus caderas y maldiciéndolo, pero Perseo lo siente, la traición de su cuerpo.
A medida que la empuja contra la cama una y otra vez, sus paredes internas se humedecen más y más. Estaba húmeda al principio, se había dado cuenta, pero muy pronto, estaba empapada. Los sonidos que hace su polla a medida que se desliza dentro y fuera de su apretado y confortable coño se están volviendo más y más lascivos, y más depravados. Alek misma está cada vez más nerviosa, jadeando y jadeando mientras se mueve y se retuerce debajo de él.
Él puede sentir el momento en que la lucha realmente sale de ella. El momento en que deja de mover las caderas para tratar de escapar y comienza a moverse contra él por una razón diferente. Un gemido gutural sale de sus labios, incluso cuando Perseo se niega a aflojar por el momento. Si bien él cree que ella finalmente dejó de intentar matarlo, no va a dejar que tenga otra oportunidad de hacerlo de todos modos.
En cambio, él continúa sosteniéndola en su lugar, continúa agarrándola con fuerza por el cabello, sujetándola a la "cama" debajo de él mientras empuja su verga más y más profundamente dentro de ella con cada embestida. Cuando llega a la entrada de su útero, golpeando contra las puertas con su ariete, también se inclina hacia adelante y se aferra a su cuello con los labios.
Es lo más amable que puede ser con ella, cuando necesita domarla adecuadamente y convertirla en su mujer. Aún así, tener ese poco de suavidad en medio de una follada realmente brutal... definitivamente la toma por sorpresa y le da vueltas la cabeza. La reina barbara deja escapar un gemido bajo, lamentándose y confundido mientras él chupa un lado de su cuello, su lengua recorriendo la carne sensible. Un momento después, ella está temblando debajo de él en lo que Perseo se da cuenta rápidamente que es un orgasmo... por mucho que trate de ocultarlo apretando los labios.
–¿No quieres que tus guardias escuchen lo mucho que disfrutas mi lanza, reina Alek?– preguntó riendo.
–J-Jódete–
–Eso hago exactamente– dijo él –Vamos, relájate y disfruta–
Las palabras de Perseo inundan a Alek, aparentemente sin efecto al principio. Y, sin embargo, cuanto más la coge, más lentamente se rinde ante él. Él la destroza, no hay otra palabra para eso. La cogida es brutal e incesante, ahora comienza a empujar más allá de su cuello uterino y empieza a follarla dentro de su matriz.
–OH DIOSES– gimió Alek, cediendo –BIEN, TU GANAS, TU GANAS, PERO NO DEJES DE FOLLARME NUNCA–
Un gruñido bajo sale de la garganta de Perseo, antes de penetrar su matriz por última vez y descargue sus bolas profundamente dentro de ella. Su semilla pintar de blanco las paredes de su cámara de bebes, bañando sus huevos fértiles, mientras un grito ahogado sale de los labios de Alek, seguido de un último orgasmo explosivo en su lugar.
Cuando ella baja del subidón de placer unos momentos después, los espasmos involuntarios y las sacudidas de su cuerpo finalmente se relajan. Perseo suelta sus manos y se aleja de Alek, sentándose con un suspiro mientras la observa acostada allí, su semilla se filtra lenta pero constantemente de su coño.
Un temblor recorre el cuerpo pálido y desnudo de la policromatica, mientras ella se levantaba de su posición boca abajo. Aun con las piernas abiertas y fláccidas, Alek se arrastra hasta él y le empezó a limpiar el miembro viril con su lengua.
–Tu ganas... mi emperador– dijo ella, con una voz suave y cansada, con ojos brillantes –Solo le pido... que siempre me haga sentir como una mujer... como lo acaba de hacer ahora– Suplico sin dejar de adorar su hombría.
Perseo aceptó y con ayuda de las guardias de Alek, salieron del campamento sin ser vistos. Sin su líder los bárbaros estuvieron condenados en la batalla de mañana.
