Respuestas a los reviews:
serena tsukino chiba: Tardó un poco, pero aquí está la actualización... ufff, Kaoru no sabe lo que le espera.
Ceres Ryu: Jajajaja, Megumi sin querer le hace un favor a Kenshin influenciando a Kaoru de esa manera XD, espero que te guste este nuevo capítulo.
okashira janet: Muchísimas gracias por tu comentario, y no te preocupes, me ha encantado tanto la historia que será terminada como se debe en este idioma.
Kamisama97: Thank you for the review!
.
Capítulo 2: Un pájaro gruñe
Durante su estiramiento, su hakama se deslizó un poco más, logrando apenas mantenerse sobre el oleaje de sus caderas, pero estaba muy complacida consigo misma como para importarle. Volviendo a sus talones con un suspiro contento, escuchó un gruñido. Abrió los ojos con sorpresa y se volvió hacia el sonido, y Kaoru se encontró a sí misma mirando directamente a un par de brillantes ojos dorados.
.
Por un momento, el aliento de Kaoru quedó atascado en su garganta, mientras sentía una chispa de conmoción recorrer su cuerpo. Después, relajó los hombros y caminó hasta el límite del porche, asomándose con una sonrisa tentadora. "¿Estás aquí para una lección privada? He estado esperando." Su voz sonaba más ronca de lo habitual debido a la sequedad de su garganta.
Ladeando la cabeza, un pequeño gorrión color canela dejó escapar un inquisitivo trino desde su posición en una rama de pino. Kaoru se rio de sí misma. Por un segundo, había dejado que su imaginación, distorsionada por el sol, echara a volar y fantaseara con que los ojos dorados de Kenshin examinaban su cuerpo escasamente vestido. Ya quisieras, pensó con melancolía. Pero, ¿qué haría si fuera él? Battousai en toda su gloria apasionada, llegando a… ¿sonreírle mientras la estrechaba contra su pecho varonil?
¡Sí, claro! Con la suerte que tenía, el hombre de ojos dorados probablemente terminaría siendo Saito con su humeante cigarrillo y sonrisa lobuna, listo para arrestarla por indecencia.
"¡Por semejante corrupción moral, Aku Soku Zan!" y así terminaban los sueños de Kamiya Kaoru.
Y lo que es más inquietante aún, que la idea de él matándome es menos horrible que la idea de él sonriéndome mientras estoy casi desnuda, puajjj.
Mientras se enderazaba y echaba su largo cabello negro detrás de los hombros, Kaoru decidió tomar un poco más de agua para aliviar la sequedad de su garganta, además de esas sucias y perturbadoras ideas de la cabeza.
Ante su movimiento, el gorrión agitó sus alas e hinchó las pálidas plumas de su pecho, ¿tal vez en un gesto de disgusto empático? Luego dejó salir un pitido aún más agudo.
Cuando Kaoru conoció a Kenshin y escuchó su voz suave, se había preguntado si él habría sufrido por tener la voz 'quebrada.' Ciertamente no podía imaginarlo con la voz más aguda. Su baja estatura, siendo sólo un poco más alto que ella, tampoco ayudaba.
No quería decir que no le gustara el sonido de su voz, lo amaba. Le recordaba la acción de comer ohagi: dulce, suave y confortable, capaz de tonterías mientras cambiaba de forma según la ocasión, pero en el fondo con el mismo sabor confiable.
Fue necesaria la pelea con Jineh para revelar que su voz podía bajar octavas más profundas. Profunda con un gruñido palpitante que Kaoru juraba que casi podía sentirla retumbar a través de las plantas de los pies.
Pero su voz no bajaba a menudo. De hecho, ella se había dado cuenta de que sus raros cambios de registro casi siempre venían acompañados de un momento emocionalmente cargado: por lo general eran ira, dolor o pena, y muy raramente, ternura.
Habían pasado casi dos meses desde la última vez que lo había escuchado. Suzume y Ayame, las nietas del Dr. Genzai, habían sido dejadas en el dojo a último minuto debido a un accidente que había desviado al doctor de su picnic planeado. Desanimadas, las niñas se sentaron en el porche haciendo pucheros y pateando las tablas de madera hasta que, exasperada, Kaoru abandonó su entrenamiento y se ofreció para llevarlas de picnic.
Por supuesto, invitaron a Kenshin, y el ahora alegre cuarteto marchó por un día de esplendor del bosque. Después de comer el postre, que consistió en rebanadas de manzanas talladas como conejitos (hecho por Kenshin, naturalmente), rieron y jugaron hasta que, agotadas, las niñas cayeron rendidas sobre la manta azul para dormir una siesta.
Los suaves ronquidos de Suzume comenzaron apenas su cabeza se posó sobre la manta, pero Ayame demostró ser mucho más testaruda. Acostada y con un brazo haciendo de almohada, Ayame fijó su vista en Kenshin, como si este fuera un rompecabezas. Sus grandes ojos marrones parpadeaban lentamente, con sus pestañas casi cediendo a descansar sobre sus rosadas mejillas antes de volver a abrirse obstinadamente.
Finalmente, la pequeña se deslizó para estar junto a Kenshin y, adormilada, comenzó a jugar con los bordes de su hakama. Sonriendo tiernamente, él le habló con delicadeza, "Deberías dormir un poco, sí que deberías."
Los dedos de la niña dejaron de retorcerse, pero aún se aferraban a él. De repente, ella habló somnolienta, "¿Ken-nii…?"
"¿Sí?" la incitó después de un momento de silencio.
Sus ojos finalmente se cerraron cuando suspiró, "¿Tú nos… amas?"
Kaoru no podía ver su rostro inclinado hacia la niña, por lo que se perdió de su expresión. Sin embargo, pudo escuchar más de cerca su voz, captando la bajada de registro mientras él respondía.
"Claro que sí, pequeña, claro que sí."
Una pequeña sonrisa apareció en sus labios rosados. "Qué bueno, porque te amamos," volvió a suspirar antes de acurrucarse contra su pierna y al fin sucumbir al sueño.
"Claro que sí," repitió él, apenas audible, en ese raro, profundo y rico tono.
Incapaz de romper el pesado silencio, Kaoru colocó suavemente una mano sobre su hombro. Después de un momento, sin querer entrometerse en sus cavilaciones, comenzó a apartar la mano. Cuando sus dedos abandonaron el cálido material de su gi, él se giró ligeramente y tomó su mano, apretando con firmeza mientras la miraba brevemente a los ojos.
Aunque sólo por una fracción de segundo, Kaoru pudo notar el caleidoscopio rosado, púrpura y dorado de sus ojos: como si un remolino de pétalos de cereza y ciruelo se cruzara en el camino del sol. Más evidencia en su teoría evolutiva del enigma llamado Himura Kenshin: deshi, Battousai, rurouni, y actual residente del Dojo Kamiya.
Si bien Kaoru sería la primera en admitir que había muchas cosas que no sabía sobre Kenshin, todavía le gustaba creer que, después de un año de extensivo y obsesivo estudio, había valido la pena.
Kenshin tenía un control casi sobrehumano; incluso diría que el control era uno de los principios centrales en su vida. Sólo un guerrero con semejante control físico, mental y espiritual podía alcanzar la reputación de ser el mejor espadachín de Japón.
Sin embargo, la gran grieta en su control era causada por sus emociones. Le importaban mucho. Afortunadamente, para Kenshin, sus emociones lo solían hacer más fuerte, al menos en su opinión. Pero, en algún momento del camino, tal vez cuando murió su esposa Tomoe, o al final de la revolución, el dolor había llegado a ser demasiado y se había retraído en la distancia del amable y humilde rurouni.
Probablemente, el constante vagabundeo lo ayudó a evitar que formara lazos emocionales con las personas y los lugares, aunque no pudo evitar que las personas formaran lazos fuertes con él. Kaoru no podía culparlos. Dios sabe que estuve unida a él desde un principio. Ojalá se hubiera apegado a mí. Por otro lado, él ha estado viviendo en mi casa por más de un año, después de una década de constante viaje, por lo que tengo que significar algo para él.
O tal vez la casa y la lavandería signifiquen algo para él, idiota. Ya no estás pensando en eso, ¿recuerdas?
Las nubes se habían vuelto más bajas y oscuras mientras entrenaba, aunque no parecían lo suficientemente tormentosas como para hacerle algún bien. Antes de moverse para ir en busca de una bebida, la distracción entumeció su mente y echó a volar. Sonriendo, lanzó una mirada especulativa hacia el ahora abandonado árbol de pino.
"¿Qué hay de ti, guapo? ¿Te gustaría una lección privada?"
Kaoru rio ante su tontería. Bien, ve a hacer lo que ibas a hacer antes de escuchar ese gruñido. Ante ese pensamiento, Kaoru recordó un hecho básico que se le había escapado hasta ahora: los pájaros no pueden gruñir. Entonces, ¿de dónde había venido ese sonido?
.
Glosario:
Hakama – Es un pantalón largo con pliegues cuya función principal es proteger las piernas, es utilizado por quienes practican iaido, kendo, aikido y kenjutsu. Kaoru lo usa para entrenar en vez de su kimono, y Kenshin y Yahiko lo usan siempre.
Dake – Sólo
Hitokiri – Asesino
Busu – Fea (es el mote favorito de Yahiko para molestar a Kaoru)
Aku Soku Zan – Rápida muerte al mal, frase de Saitou
Rurouni – Vagabundo
Deshi – Alumno, discípulo, aprendiz
Ohagi – Es un pastel de arroz cubierto de pasta de azuki (poroto rojo), harina de soja o sésamo molido. e pueden hacer de diferentes colores y formas dependiendo de la temporada o el festival.
