Y vuelvo a aparecer de la nada ¡Hey, no me culpen! Culpen a mis profesores que me dejaron proyectos hasta por los codos, se que en mi última actualización dije que actualizaría "Música" pero la verdad ya estaba tan estresado con tantos compromisos que por impulso me puse a escribir historias que tengo en Hiatus desde hace muuuucho. Entre ellas Annoying Week de la que no he publicado nada en ya un año :3
Fue ahí donde se me ocurrió darle un lavado de cara y unirla con otra historia naciendo, así esto, que para los cuatro que leyeron la primera versión (Los quiero, guapos), seguirá el mismo concepto que antes solo que cambiando a las parejas, pero como antes, recuerden no tomarse esta historia (Y ninguna de las mías) tan seriamente, solo estoy intentando entretenerlos. Por cierto, esta es la primera vez que escribo algo así, con más drama... Espero no apestar... Pero me dejo de rodeos.
Capitulo 1: "Si, admitire que soy un tonto por ti"
Y veamos como comenzó todo esto…Pues, hasta donde yo creí saber, las cosas iban viento en popa entre nosotros. No éramos los amantes más cariñosos del mundo, pero si creí que nuestro lazo era lo suficientemente fuerte como para poder estar juntos por el resto de nuestras vidas ¿De qué estoy hablando? Bueno, de mi novia: Umi Sonoda.
La mujer con la que creí que compartiría el resto de mi vida, eso hasta que la vi besarse con Erick Ayase (Uno de los niños ricos de la ciudad y a quien consideraba un buen amigo) para luego entrar a la casa de Umi; casa que estaba completamente sola pues lo padres de ella habían salido de viaje por dos semanas.
—Lo siento hermano, pero no podía quedarme callado…—Me decía Nico Yazawa, mi mejor amigo desde la preparatoria y a quien en esos momentos no podía escuchar con claridad, pues mi mente había comprado dos boletos de ida a la Patagonia, sin retorno. Nico estaba diciendo algo más, pero yo no podía escucharlo, era como si hubiera caído a un lago y mis oídos se hubieran tapado. Todo me daba vueltas y sinceramente… Tenía ganas de morirme.
—Honoka… ¡Honoka! — La voz de mi amigo me hizo regresar a la realidad—Hermano… Vámonos de aquí, ya no hay nada más que ver—Él me puso una mano en el hombro, y dirigiéndome poco a poco lejos de aquella escena. A decir verdad, me sentía completamente miserable en ese momento, sin rumbo en una oscuridad total; lo único que me hacía compañía eran mis pensamientos y yo.
"¿Qué hice mal?" "¿Cuántas veces habrán hecho esto ellos dos?" "¿Será esto una maldita pesadilla?" Esas eran solo algunas de las preguntas que tenía en mi cabeza, y de las que no tenía ninguna respuesta… O bueno eso me decía a mí mismo pero la realidad era muy diferente…
Decir que no conozco a la mujer con la que había pasado casi todos los días los últimos veinte años era una completa mentira. No por nada desde que éramos niños aprendí cada pequeño detalle en Umi; desde aquella risa tan particular que tenía cuando alguno de mis chistes le hacía gracia, o cuando jugábamos cartas y las caras tan exageradas que hacía; así como su rostro de enamorada… Un rostro que nunca había visto en ella por más que fuéramos novios por casi tres años. Esos ojos brillantes, esa sonrisa tan discreta pero que al mismo tiempo gritaba el inmenso amor que una chica puede sentir. Desafortunadamente ninguna de esas cosas me pertenecía, desde hace un año me di cuenta de ello. De como de un día para otro la seria Umi, que jamás había sido tan meticulosa con su ropa, que jamás había puesto atención en su maquillaje o cosas tan pequeñas como el perfume que usaba para pasar lo más discreta posible; se había transformado en una mujer completamente diferente, robando la mirada de todos los hombres que se cruzaban con ella en la calle, al ver a una mujer tan bella como solo era ella, con esos preciosos vestido que ahora usaba, el maquillaje que resaltaba sus delicadas facciones y, sobre todo, esa felicidad que solo irradiaba una mujer enamorada.
Si, ninguna de esas cosas me pertenecía, yo solo era un espectador más de esa obra de arte que era Umi… Dentro de mí, sabía que ella ya era de otra persona, desde el momento en el que, pese a ser su novio, evitaba pasar todo el tiempo posible conmigo, pues de la nada le salían comidas o fiestas en su club de la universidad, algún trabajo de último minuto o simplemente olvidaba mi existencia por un par de días, algo a lo que ya me había acostumbrado.
El resto de la noche, el pobre Nico tuvo que aguantarme ¿Por qué estaba haciendo una locura como beber y llorar hasta vomitar? Pues beber si era algo que estábamos haciendo (En realidad solo yo) pero eso era lo que Nico luego me diría que era lo que más lo preocupo esa noche. El que yo no estuviera haciendo otra cosa más que tomar y tomar. Ni un grito, ni una lagrima, ni un par de insultos para Eri o Umi; solo era yo y el interminable alcohol. Y así se fue toda la noche, ambos salimos del bar cuando los primeros rayos del sol se asomaron en el horizonte. Yo apenas y me podía poner de pie, y el pobre Nico luchaba por llevarme en su hombro mientras pedía a la camarera si podía pedirnos un taxi.
—¿Qué estará haciendo Umi en estos momentos? —A mi cerebro se le ocurrió preguntar, y automáticamente imágenes poco agradables se me vinieron a la cabeza. Imaginarme a Umi junto con Eri, era la cosa más asquerosa en la que jamás había pensado y, bueno, ya saben lo que pasa cuando mezclas borrachera con algo asqueroso… Terminé vomitando en la entrada del bar… Y de ahí no recuerdo nada…
Terminaba de contarle a mi pequeño grupo de amigos, aun apestando a alcohol, mientras tomaba mi segunda taza de café. Todos se habían reunido en el pequeño restaurante del que eran dueños Kotori y Nico, no era más que una cocina familiar donde la mayoría de los trabajadores o vecinos del barrio iban a pasar un rato tranquilo acompañado de una buena comida. Algunos estábamos sentados en la barra, mientras que otros estaban del otro lado.
—No puede ser, zura…—Dijo Hanamaru, que estaba sentada a mi izquierda con los ojos brillosos. Parecía que ella pagaría mi deuda de lágrimas.
—¡Maldita sea, lo sabía! —Dia (una compañera de la universidad) lucia extremadamente molesta, como cuando yo fallaba en los exámenes o me había comido el pudin que con tanta emoción guardaba para la cena—. Ya se me hacía sospechoso que Eri se paseara tan seguido por el campus.
—Bueno, tampoco era algo que levantara sospechas—Comentó Yoshiko, un chico que trabajaba a tiempo parcial en la cocina de Nico—. Los Ayase han donado una buena suma de dinero a la facultad de artes; después de todo el señor Ayase lleva años intentando entrar en la política. Está claro que, para cualquier miembro de esa familia, ese lugar no es más que otro club de campo o algo así—. Yoshiko terminaba de preparar el pequeño desayuno que había pedido para volver a llenar mi estómago.
—Gracias…—Para ser un chico un año menor que la mayoría de nosotros, era un cocinero bastante bueno.
—Aun así, no podemos dejar las cosas así, debemos exponerlos. Ambos traicionaron la confianza de Honoka—Dia seguía hablando con el estómago—. Ya quiero ver las caras de todos, cuando se enteren que la señorita diciplina no es nada más que una falsa infiel… O podría esperar a la próxima reunión que hace esa familia, así la reputación de los Ayase quedaría por los suelos.
—Dia—Kotori intervino, poniéndose frente a ella para dejarle un pudin—. Se que estás enojada, pero no creo que ahora sea un buen momento para planear una venganza. Si sabes a lo que me refiero— Era claro que ella estaba hablando de mí—¿Y cómo te sientes Honoka?
—La cabeza aun me duele, pero el mareo va mejor… Es casi como si no me hubiera enterado de que mi novia me era infiel—Dije con una sonrisa; esperando que esas palabras fueran lo suficientemente claras.
—Zura…—Y eso fue todo para la pobre Maru, no pudo contener más las lágrimas; así que abrazándome con todo lo que tenia se echó a llorar y el ambiento no podía ser más incómodo, pero yo estaba "tranquilo".
Pasó más o menos una hora donde todos estuvimos en silencio, yo había terminado de comer, Dia por fin logró calmar a Hanamaru, mientras que los demás terminaban sus tareas para tener todo listo cuando abrieran el comedor. Yo simplemente seguía ahí, perdido en mis pensamientos, con un gran dolor en el pecho, aunque no lo suficientemente grande como para arrancarme un par de lágrimas; ya para ese momento, sin contar mi fuerte hedor a alcohol, ya estaba mucho mejor así que simplemente saqué mi cartera de uno de los bolsillos de mi chaqueta, y dejé unos cuantos billetes sobre la barra como pago por el café y el desayuno.
—¿Ya te vas? —Dijo Kotori, que estaba detrás de mí. Conociéndola, seguramente estuvo vigilándome todo este tiempo, después de todo era casi imposible escaparme de Kotori cuando ella estaba en modo sobre protector.
—Si, quiero ir a dormir un poco y tampoco quiero estorbar aquí, no es bueno para un negocio que haya borrachos tan temprano—Le dije intentando colocar mi mejor sonrisa, cosa que mi mejor amiga no se tragó para nada. Simplemente suspiró.
—Bien, ve con cuidado y no vayas a hacer alguna tontería ¿Ok?
—Entendido y anotado, señora—Simplemente me di la vuelta y salí tranquilamente por la puerta.
Al estar en la calle, solo hice lo que mi corazón me pedía hacer, con todo y la tremenda culpa que comenzaba a sentir, y es que, no pude ver a Kotori a los ojos, pues lo que estaba a punto de hacer no era más que todo lo contrario a lo que ella me había pedido. Ya más tarde ella se podría enojar conmigo todo lo que quisiera, pero ahora tenía un último asunto que atender.
No pasaron más de veinte minutos hasta que llegué a donde quería, la entrada del Dojo Sonoda, había un pequeño cartel pegado indicando que estaría cerrado por dos semanas; por un segundo dude de hacer eso que quería ¿Podría soportarlo? ¿Sería capaz de no dejarme llevar por mis impulsos si llegaba a encontrar a Eri y a Umi en la misma cama? Mi mano simplemente comenzó a temblar por el cumulo de rabia, miedo e impotencia, pero no podía echarme para atrás, tenía que enfrentarme a esos dos o mis emociones terminarían conmigo…
Estiré mi mano para abrir la puerta corrediza, pero en eso, por obra y gracia de la casualidad, la puerta se abrió dejándome ver a las dos personas que venía a buscar: Umi y Eri. Los tres no quedamos viendo por no más que unos segundos, segundos que se sintieron eternos.
—¿Eh? ¿Q-qué haces aquí Honoka-kun? —Me preguntó Umi al instante, yo simplemente no respondí. La miré de pies a cabeza, su ropa estaba toda arrugada, su cabello despeinado y tenía un par de marcas en el cuello, que de solo pensar como fueron hechas me daban ganas de vomitar otra vez—. Pensé que hoy ayudarías a tus padres…
—No, hoy tengo el día libre—Mentí
—Y-ya veo.
— Yo, bueno, creo que tengo que irme—Eri parecía tranquilo, ignorando completamente mi presencia en ese momento—. Vendré más tarde a llevarme las cosas que me pediste Umi-chan ¿Si?— Ella solo asintió, dando oportunidad a que el pelirrojo se fuera, cosa que yo no permitiría.
Lo tomé del hombro, seguramente con más fuerza de la que tenía planeada, obligándolo a mirarme a los ojos y sin esperar a que él abriera la boca; hablé.
—Eri… ¿Qué es lo que Umi y tu estaban haciendo a esta hora?
—S-solo estaba ayudándola a sacar un par de cajas del viejo almacén del dojo—. El se quitó mi mano de una forma un tanto agresiva— Oye Honoka ¿Qué es lo que te…?
—¿Enserio? ¿A las nueve de la mañana en un domingo?
—Si, ella me llamó hace un rato, quería aprovechar para limpiar un poco y como creyó que estabas ocupado no quería moles…
—Que excusa tan patética…
—¿Qué cos…?
Y fue ahí donde dejé salir todo lo que tenía guardado en mi corazón en forma de puñetazo a la cara, cuando sentí como mi puño chocó con el rostro del rubio; la irá se apoderó de mí, así que le di otro más, seguido de otro y otro.
—¡Puto mentiroso, yo los vi anoche! —Le di el quinto golpe para mandarlo de bruces al suelo—. Vi cómo se besaban en antes de entrar en la casa de Umi, y se perfectamente que pasaste la noche con ella, solo con verla.
Eri se puso de pie, escupió algo de sangra y, así como yo lo hice hace un momento, él se lanzó contra mí para comenzar a golpearme. Yo solo intentaba esquivar o cubrirme lo mejor que podía de los golpes de mi examigo y más pronto que tarde me vi abrumado por los golpes. Si en circunstancias normales Eri era mucho más fuerte y rápido que yo, teniéndome con resaca y deshidratado, era claro que era una pelea que tenía perdida desde el inicio.
Finalmente, él me regreso con creses los regalos que le había dado antes, un par de puñetazos en la cara, algunos en el estómago y los costados. Aun cuando caí al suelo el no dejó de golpearme, yo ya no hacía nada por defenderme. No se detuvo hasta que Umi me lo quitó de encima.
—¡Ya déjalo, Eri! —Ella se interpuso entre él y yo. Me quedé mirando el cielo un rato, hasta que poco a poco, me fui incorporando hasta estar sentado en el frio suelo, la cara me ardía, la boca me sabía a sangre y sentía mis labios hinchados—. Honoka-kun…—Umi intentó ayudarme a ponerme de pie, pero yo la alejé; era la última persona en el mundo de la que quería recibir una mano.
—Hono…
—Esperaba cualquier cosa de ti, Umi—Le dije sin mirarla a los ojos, solo mirando abajo, dejando que las palabras salieran solas—. Menos que fueras una cobarde que no podía decirme que ya no quería estar conmigo—Fue ahí donde por fin la vi, dejando salir todo lo que tenía en mi corazón; lo que se acumuló toda la noche—¡Esperaba cualquier cosa, menos que fueran una zorra mentirosa! ¡No quiero volver a verte jamás en mi vida, te odio!
—¡Hijo de…!
—Ni lo pienses, Ayase.
No tuve que voltear para saber que Nico y Yoshiko me habían seguido hasta ahí, seguramente porque Kotori se los pidió. Nico le plantó cara a Eri, mientras que Yoshiko me ayudaba a ponerme de pie.
—Paisen… Luces horrible—Fue lo único que me dijo el chico, y por supuesto que tenía razón, toda la cara me ardía y uno de mis ojos se estaba cerrando, incluso podía sentir algo de sangre cayendo desde mi ceja.
—He tenido días mejores…
—Honoka-kun…—Umi intentó detenernos, pero solo la voltee a ver una última vez.
—Hubiera estado feliz por ti. Si me hubieras dado la cara y me hubieras dicho que querías estar con Eri. Créeme que te habría apoyado desde lo más profundo de mi corazón, nada me importaba más que tu felicidad, Umi… Pero veo que no podía esperar lo mismo de ti…—Paso a paso me fui alejando de ahí—. Que sean felices...
Ya no voltee para atrás. Después de todo no tenía caso mirar las caras de las personas a las que jamás quería volver a ver.
Lo que vino luego de eso fue llegar a mi casa, y ver la cara de preocupación de mi madre al ver como su hijo estaba hecho un desastre, con la cara hinchada, apestando y seguramente con una cara de derrota. Pero ya llegaría el momento de explicarle las cosas, ahora solo quería dormirme un rato… Tal vez una hora, dos o cinco…
Y eso fue lo que hice, dormir o bueno, estar en cama por más o menos: dos días enteros. No solo para recuperarme de la paliza que me había dado Eri, sino que también para llorar todo lo que pudiera estando a solas. Después de todo, llorar era todo lo que me quedaba.
Espero que les haya gustado, sinceramente este cap es casi una calca del primero de su antecesor, solo con unos cuantos cambios. Ya para el siguiente las cosas van diferentes.
¡Oh! Y olvidaba algo, existía una dinámica en esta historia pues los títulos de los capítulos serán fragmentos/títulos traducidos (o no) de canciones que me ayudan a escribir y que estén relacionados al mismo capitulo. Dejando libre a alguno de los lectores de descubrir el titulo y autor de la canción, ganándose una historia de su shipp favorito... Se que debo una aun, un KotoHono, pero es que esa historia me esta dando problemas pero prometo terminarla y publicarla lo más pronto posible (Perdón Koala Maou).
Asíque ya saben, si creen conocer el nombre de la canción mándenmemensaje o dejenlo en una review, si estan en lo correcto me pondré en contacto con ustedes para saber que Shipp quieren y con que temática. Esto ya fue mucho texto... Nos vemos en el futuro.
