Disclaimer: Los personajes y la historia no me pertenecen. La historia es de tenneyshoes y los personajes son de Masashi Kishimoto, yo únicamente traduzco.
Capítulo 4
Hinata y Naruto caminaron juntos por la aldea hacia los campos de entrenamiento, atentos a Jiraiya mientras los adelantaba y volvía una y otra vez. Hinata indicó calles y tiendas de camino, y le estimuló la memoria esperando que algo encajase, pero no fue así. Cuanto más se estiraba y se quedaba corto, más se frustraba Naruto. Su temperamento estaba empezando a chispear un poco cuando Hinata retrocedió de repente. Se giró hacia delante para llamar a Jiraiya para que volviera con ellos, advirtiéndole que no se adelantara tanto. Naruto intentó armarse de valor ante el siguiente estímulo, pero no llegó nunca.
Al mirar a Hinata, la encontró caminando a su lado, igual que antes, pero sin prestarle atención alguna. En cambio, tenía la cara levantada hacia la creciente luz del sol, con las manos unidas detrás de ella mientras caminaban. No dijo nada, permitiéndole un pequeño alivio temporal y Naruto se descubrió incapaz de encontrar las palabras para darle las gracias.
Su atención regresó abruptamente hacia el niño que todavía iba bastante por delante de ellos en el camino de tierra cuando Jiraiya rodeó el borde de los árboles y gritó antes de salir corriendo de su vista, moviendo los bracitos alrededor de su cabeza.
—Oh, no —murmuró Hinata, tensándosele todo el cuerpo, más para sí que para Naruto.
—¿Qué? —preguntó, preocupado por el abrupto cambio en su humor. Antes de que ella pudiera responder, oyeron una voz animada saludando a Jiraiya y otra carcajada por parte del niño. Cuando rodearon los últimos árboles, el viejo campo de entrenamiento se abrió ante ellos y, en el otro extremo, junto a la piedra conmemorativa, estaban reunidos tres adolescentes alrededor de postes de madera. Dos chicos estaban apoyados o sentados contra los postes, y una chica con brillante pelo ambarino ondeaba a Jiraiya en el aire—. ¿Quiénes son? —le preguntó a Hinata en voz baja.
Ella vaciló un momento con las manos unidas a la altura de la cintura.
—Eh, son… tu equipo genin.
Debería habérselo esperado. No debería haberse sorprendido. Pero la idea de que tuviera un equipo genin era un poco absurda, a decir verdad. Paró de andar, mirando con los ojos abiertos como platos a los tres adolescentes que estaban al otro lado del campo. ¿Cómo podía haber cambiado su vida tan drásticamente en solo cinco años?
Naruto se pasó una mano bronceada por el pelo, tirando de los mechones rubios por un momento antes de suspirar.
—Vale, ¿quién es quién? —preguntó con cansancio.
Hinata lanzó una mirada de preocupación hacia los tres adolescentes que estaban jugando con su hijo antes de mirar a Naruto a los ojos.
—Todos se convirtieron en chunin el año pasado, pero todavía haces misiones con ellos y entrenáis juntos a menudo. Ahí está Itsuki Aburame, el de la chaqueta clara, y luego Katsu y Kyoto son gemelos. Kyoto es la chica, la del pelo rojo. Se parece mucho a ti y es la más extraordinaria de los tres. Katsu es más reservado y la gente lo ha comparado con Sasuke, pero yo sugeriría que no sacaras el tema porque no le gusta. Itsuki es el médico de tu equipo. —Según Hinata mencionaba cosas de cada individuo, Naruto pasaba la mirada sobre cada persona, ansiando una chispa de familiaridad. Su descripción encajaba con lo que veía a simple vista.
Kyoto estaba un poco apartada de los chicos, jugando con Jiraiya. Lo lanzaba al aire, le hacía cosquillas y luego escapaba cuando él amenazaba con hacer lo mismo. Ambos chicos estaban apoyados despreocupadamente contra los postes de madera ante la piedra conmemorativa, pero observaban atentamente a su compañera de equipo y al niño. Naruto captó a cada miembro del equipo observándolos también a él y a Hinata. La chica y el Aburame los miraron, pero por lo demás esperaron pacientemente. El otro chico, no obstante, parecía tener problemas para mantener la atención en el niño y su hermana. Sus ojos regresaron a Naruto y a Hinata antes de apartarse más rápidamente que los de los demás.
Naruto se encogió de hombros y asintió en dirección al equipo.
—Supongo que será mejor que acabemos con esto. Ese chico parece bastante receloso.
Hinata tenía las manos juntas y parecía un poco nerviosa, pero asintió y lo condujo por el campo de entrenamiento. Cuando estuvieron más cerca de la chica, Kyoto, levantó la mirada de donde había clavado a Jiraiya al suelo para hacerle cosquillas y gritó:
—¡Hola, Naruto-sensei! Nos preguntábamos dónde estabas. Normalmente no llegas tan tarde. ¡Hola, Hinata-sensei!
Hinata avanzó y se obligó visiblemente a relajarse, obligándose a poner las manos a sus costados.
—Tenemos que contaros algo —dijo en voz baja. Su voz era tan suave como siempre, pero captó inmediatamente la atención de cada ninja. Naruto vio que cada uno se enderezaba y se giraba hacia ella, casi listos para que hubiera problemas, parecía.
Naruto dejó que Hinata se encargara de hablar. Expuso los hechos y explicó todo lo que sabían rápidamente, y Naruto se impresionó al ver que su equipo esperó hasta que hubo terminado antes de hacer preguntas en lugar de interrumpir.
Al sentir un tirón en el dobladillo de su camiseta, Naruto bajó la vista y vio a Jiraiya mirándolo con aquellos grandes ojos azules.
—¿Puedo ir a jugar? —preguntó esperanzado. Naruto levantó la mirada hacia Hinata para pedirle permiso, pero todavía estaba ocupada explicando su situación. No muy seguro de que estuviera tomando la decisión correcta, Naruto volvió a bajar la vista a Jiraiya y asintió. El niño salió corriendo al instante.
—¡No vayas muy lejos! —dijo Naruto en voz alta tras él, listo para ir a por el niño si no hacía caso.
—Bueeeeno —empezó Kyoto—, ¿nos estás diciendo que no recuerda nada de nosotros en absoluto? —dijo su pregunta más como una afirmación y no pareció extremadamente preocupada por la situación médica de Naruto. Cuando Hinata asintió, una brillante sonrisa dividió los labios de Kyoto, destellando dientes blancos, y se giró hacia Naruto con un pequeño salto—. ¿Quieres entrenar, entonces? —preguntó emocionada.
—Kyoto, no recuerda nada —repitió Hinata, una expresión preocupada estaba empezando a asentarse en su rostro.
—Lo he oído —aseguró—. Pero la señora Hokage dijo que, aparte de tu memoria, estás bien, ¿verdad? —preguntó, dirigiendo su pregunta a Naruto—. Incluso quiere que mantengas tu rutina normal, y entrenar con nosotros es normal. Entonces, ¿te animas, sensei? ¿O te preocupa que te vayamos a dar una paliza?
Naruto decidió justo entonces que Kyoto le caía muy bien. Tenía un espíritu irreverente y un fuego que le recordaban a sí mismo, y no iba a echarse atrás ante una pequeña mocosa chunin a la que había entrenado, con o sin recuerdos.
—En tu vida, enana. Vamos. —La sonrisa de satisfacción que se asentó en el rostro de Kyoto fue solo ligeramente terrorífica.
Hinata soltó un suspiro exasperado y negó con la cabeza.
—Por favor, no seas muy dura con él, Kyoto. No recuerda nada.
—¿Bromeas, Hinata? Esto va a ser la venganza por cada broma que nos gastó y cada misión basura de rango D a la que nos mandó. —Le sonrió con cariño a Hinata y luego emprendió la marcha hasta la mitad del campo, enviando a Jiraiya de regreso con su madre.
Naruto ocupó su lugar frente a la chica con cautela. No tenía ni idea de lo que se le avecinaba y decidió que la precaución sería el procedimiento más inteligente. Si había una cosa que le había enseñado el pelear en la guerra, era a ser siempre cauto con un oponente desconocido.
Naruto empezó a analizar a Kyoto inmediatamente. Su propio estilo confiaba en una combinación de literalmente cada estilo que hubiera visto nunca. Cuando veía un movimiento que le gustaba, Naruto lo cogía, lo modificaba un poco, la mayoría de veces con sus clones de sombra, y luego se lo devolvía a su oponente. Observar el estilo de otro ahora era prácticamente un hábito. Kyoto adoptó una pose increíblemente similar a la de él. Tenía los pies separados, pero no mucho, simplemente una pose sólida, lista para la acción. Le sonrió con satisfacción y esperó un momento antes de cargar directamente contra él.
—¡Eh, espera un momento! —gritó, saltando a un lado para esquivar un kunai que apuntaba a su vientre—. ¡No dijimos cuáles eran las reglas! ¿Jugamos con ninjutsu o solo con taijutsu?
En respuesta, las manos de Kyoto volaron a través de algunos signos, una pequeña pared de agua se alzó del río a la izquierda de Naruto y salió disparada hacia él a una velocidad sorprendente. Frunció el ceño, reconociendo la técnica defensiva, y la esquivó con facilidad. ¿Por qué diablos estaba usando un jutsu defensivo como ataque? Naruto sabía que no podía quejarse mucho, teniendo en cuenta que su jutsu preferido estaba diseñado en su origen como una técnica de sigilo y reconocimiento de la que abusaba de una forma completamente inadecuada, pero aun así, tenía los medios para hacerlo.
Si Kyoto iba a usar una pared de agua como ataque, tenía que hacerla apabullantemente enorme, muchas veces más grande de lo que la había hecho. Pero al menos ella no le dejó mucho tiempo para obcecarse con ello.
De nuevo, Kyoto cargó contra él, lanzando un puñado de shuriken por delante de ella y conduciéndolo hacia el río. Naruto se lo permitió, sondeándola todavía, haciéndose una idea de su estilo. Hasta ahora, había decidido que intentaba ser un peso pesado, como Lee o él, pero que sencillamente no tenía el poder detrás de ello. Realmente no había intercambiado golpes con ella en taijutsu más allá de algunos impactos cuando había cargado contra él, pero a juzgar por sus jutsus, simplemente no tenía la habilidad para convertir todo en un ataque.
Al meterse en el río, Naruto siguió retirándose, tomándose su tiempo antes de que pasara a la ofensiva. Kyoto lo siguió de cerca, lanzando patadas y puñetazos rápidamente, y Naruto se sintió complacido al ver que tenía muy buena técnica y comprensión del combate cuerpo a cuerpo. Estaba en buena forma y no desperdiciaba mucho movimiento innecesariamente. De nuevo, le lanzó un golpe, un kunai voló hacia su vientre y Naruto estampó la parte de atrás de su propio kunai contra la muñeca de ella, desatando el nervio y obligando a que su mano se abriera por reflejo mientras arrastraba el kunai hacia abajo.
Kyoto había saltado a metro y medio de él antes de que el kunai chocara siquiera contra el agua y sus manos ya estaban haciendo sellos rápidamente.
Por puro instinto, Naruto miró detrás de él y vio una prisión de agua alzándose del río. Planeó un momento y luego se precipitó hacia él como una bola de demolición. Respirando hondo, Naruto cortó el chakra de sus pies y cayó de golpe al río.
¿Qué demonios?, le preguntó a ella en silencio. Por Kami, ¡¿por qué estaba usando una condenada prisión acuática como ataque?! Si iba a hacer el esfuerzo de usar tanto chakra para formar la prisión, bien podía usarla para lo que estaba pensada y atraparlo dentro en lugar de intentar derribarlo.
Naruto formó una cruz familiar con los dedos y un clon de sombra apareció a su lado. El clon nadó debajo de Kyoto para ponerse en posición y Naruto volvió a lanzarse a la superficie, unos cuantos shuriken cortaron el agua hacia la adolescente antes de que él saliera a la superficie. Naruto encontró rápidamente el equilibrio, pero tuvo que saltar para apartarse de en medio cuando Kyoto le lanzó un shuriken de agua.
Las manos de Kyoto empezaban a hacer más signos a toda velocidad cuando un par de manos se cerraron alrededor de sus tobillos y tiraron de ella hacia abajo a la fuerza antes de lanzarla hacia la orilla. Naruto corrió tras ella, su clon se alzó del agua para seguirlo y los dos la flanquearon mientras ella rodaba hasta ponerse de pie. Naruto gruñó cuando, de nuevo, las manos de Kyoto formaron un signo.
—Juro que, si me envías otro condenado jutsu defensivo, te voy a meter un Rasengan por el culo —amenazó.
Kyoto se rio y dijo:
—¡Vaya, mira por dónde, sensei, no te has ido del todo! —Antes de que Naruto pudiera registrar a qué se refería, Kyoto hizo un cambio de cuerpo para ponerse inmediatamente delante de él. Su puño iba directo hacia su rostro y Naruto no tuvo tiempo para pensar. Su cuerpo tomó el control.
En una fracción de un instante, el chakra se acumuló en su vientre, esparciéndose como fuego por todo su cuerpo y, entonces, desapareció. Naruto parpadeó, viendo cómo Kyoto lanzaba un puñetazo al aire vacío al otro lado del campo. Su clon de sombra la placó desde atrás, usando su figura mucho más grande para clavarla contra el suelo, sujetándole la cabeza contra la hierba. Naruto volvió a parpadear, bajando la mirada a donde estaba.
Estaba agachado sobre el poste central, al lado de la piedra conmemorativa, con una mano presionada plana contra la madera y alzó de nuevo la mirada hacia Kyoto, que estaba al otro lado del campo. Naruto se levantó, volviendo a mirar a sus pies, y vio un sello quemado en la madera debajo de donde había estado su mano. Un sello del Hiraishin.
—¡Joder! —Naruto sintió como si se le fueran a salir los ojos de las órbitas. ¡Acababa de hacer el condenado Hiraishin sin ni siquiera pensar en ello! Desde el momento en que Naruto había visto a su padre y al segundo Hokage usando la técnica, había descubierto un ardiente deseo por aprender el jutsu. Había sido uno de los factores decisivos para irse a la Aldea Oculta de la Nube para entrenar con Killer B justo después de la guerra. ¡Y acababa de usarlo por puro instinto!
Naruto se bajó de un salto del poste, dando una voltereta hacia atrás hacia el suelo y vitoreando en voz alta. Aterrizó rodando y yació con los brazos y piernas extendidos en la hierba, fijando la mirada en las nubes, le daba vueltas la cabeza. Sin previo aviso, Jiraiya estuvo de repente en el aire sobre él, un grito estalló de su boca mientras estampaba su cuerpo contra Naruto, su cuerpecito hizo un ruido sordo contra su pecho.
Jiraiya se retorció sobre su pecho, girándose para mirar a Naruto a los ojos con una enorme sonrisa iluminándole los suyos.
—¡Volaste, papá! —gritó emocionado, riéndose como un loco. Desde el otro lado del campo, le llegó un grito mucho menos divertido.
—¡Sensei! ¡Haz desaparecer ya a tu maldito clon! ¡Tú ganas! —Naruto levantó la cabeza de la hierba y vio que la pequeña figura de Kyoto todavía estaba clavada bajo su clon, que estaba reclinado sobre su espalda y se inspeccionaba las uñas de una mano. Pensándolo apenas, Naruto liberó al clon y los recuerdos lo inundaron. Observó desde una perspectiva distinta mientras Kyoto aparecía de repente ante él, ¡y un momento después simplemente ya no estaba delante de ella!
Una enorme sonrisa estúpida dividió de nuevo su rostro y una carcajada borboteó de su pecho. Una sombra cayó sobre su cara y Naruto levantó la vista, viendo los rostros de tres adolescentes y Hinata devolviéndole la mirada. Clavó los ojos en Hinata.
—¿Puedo hacer el dichoso Hiraishin? —Rodeó a Jiraiya con los brazos y rodó para sentarse con los ojos todavía puestos en Hinata.
Ella asintió en respuesta y dijo:
—Lo aprendiste hace un año. Tienes sellos por toda la aldea. No creí que fueras capaz de usarlo sin tu memoria, pero supongo que es uno de esos «recuerdos corporales» que mencionó Kurama. —Naruto volvió a reírse, la adrenalina todavía inundaba su sistema mientras les sonreía a los rostros que lo rodeaban.
Se dio cuenta de que Katsu lo estaba mirando con el ceño fruncido, pareciendo profundamente molesto por algo.
—¿De verdad no recuerdas? —preguntó en voz baja, sus ojos oscuros taladraron agujeros en Naruto.
—¿No 'cuerdas qué? —Todos bajaron la mirada a Jiraiya, recordando de repente que él estaba allí. El niño se giró en el regazo de Naruto para levantar la mirada hacia él y preguntó de nuevo—. ¿No 'cuerdas qué, papá? —Naruto se quedó paralizado, intentando pensar en una excusa. Hinata lo salvó de nuevo.
—Nada, ranita. ¿Por qué no vas a jugar otra vez? Creo que los adultos vamos a hablar de cosas aburridas durante un rato. —Jiraiya puso mala cara, sacando la lengua, y luego salió corriendo del regazo de Naruto. Hizo extraños ruidos de colisiones mientras corría hacia delante y luego se quedó paralizado, posando, después lo hizo de nuevo mientras corría por el campo de entrenamiento, y Naruto se dio cuenta de que estaba fingiendo usar el Hiraishin.
Hinata se giró hacia los chunin, que todavía rodeaban a Naruto.
—Por favor, no mencionéis nada de la pérdida de memoria de Naruto delante de Jiraiya. Todavía no sé cómo explicarlo y no quiero que salga herido. —Kyoto e Itsuki asintieron, y Katsu miró al suelo, haciendo un agujero en la hierba con el dedo del pie.
—Lo siento, Hinata-sensei. Es que es… extraño. —Sus oscuros ojos encontraron los de Naruto durante un breve instante, escrutándolos antes de apartar de nuevo la mirada a toda prisa.
El silencio incómodo irritó a Naruto y decidió intentar aliviar la tensión.
—Bueno, niños, ¿cuánto tiempo lleváis siendo mis genin? —preguntó, forzando una sonrisa tranquila en sus labios, la vieja máscara se acomodó en su lugar. A Naruto siempre se le había dado bien esconder cuándo se sentía afligido.
El Aburame intervino por primera vez.
—Nos ascendieron a todos a chunin hace siete meses en los exámenes de Suna. Ya no somos tus genin —dijo en voz baja, pero Naruto pudo oír el orgullo en su voz mientras le informaba de su rango, y el ápice de disculpa que no entendió del todo. ¿El niño lamentaba que los hubieran ascendido?
Naruto miró al adolescente encogiéndose de hombros.
—Puede que hayáis ganado el rango de chunin, pero hay algo especial entre un sensei y su equipo. Nunca lo dejas atrás del todo. Puede que no lo recuerde, pero los tres siempre seréis mis «lindos pequeños genin». —Cuando Naruto lo dijo, sintió la verdad de ello. Estos niños eran suyos y siempre intentaría ayudarlos. Vio cómo cualquier preocupación que quedara abandonó las expresiones de Kyoto e Itsuki, e incluso Katsu pareció un poco aliviado.
—Los cuatro os convertisteis en el nuevo Equipo 7 hace poco más de tres años —le informó Hinata. Naruto le dio vueltas a eso, preguntándose qué había cambiado hacía tres años. Naruto nunca había pensado en coger un equipo. Nunca había tenido tiempo entre entrenarse, trabajar con Jiraiya y luego cuando había estallado la guerra. Los dos objetivos principales de Naruto habían consistido en convertirse en Hokage y en traer a Sasuke a casa, no necesariamente en ese orden. Las piezas que faltaban que lo habían conducido a una esposa, un hijo y un equipo genin ni siquiera habían estado concebidos como parte de la imagen.
Tras haber ganado la guerra, la primera intención de Naruto había sido encontrar a Sasuke. El Uchiha había conseguido escabullirse en la confusión de la victoria y Naruto no había querido otra cosa que partir tras él. La diplomacia se había interpuesto en el camino, como siempre lo hacía. Aunque se había establecido la paz y las naciones se habían unido, había una posición débil en cuanto se hubieron encargado de su enemigo común. Los líderes y los shinobi de los Países Elementales habían forjado lazos ante la muerte y los defenderían con sus vidas, pero los civiles no lo habían hecho. La población civil todavía albergaba rencor y un odio profundamente arraigado por sus vecinos extranjeros, y persuadirlos iba a suponer mucho trabajo. Como cara de la Alianza, habían reclutado a Naruto para la causa y así había empezado a viajar a los países extranjeros.
Su plan había sido encontrar a Sasuke tan pronto terminase, pero obviamente había surgido algo y ahora era sensei. Se preguntó brevemente si se le daba bien o si había alguna catástrofe simplemente esperando entre bastidores, aguardando el momento antes de separar a su equipo. Parecía ser el legado del Equipo 7, desde el equipo del anciano Tercero perdiendo a Orochimaru hasta el pobre Kakashi perdiendo a Sasuke. El Equipo 7 arrastraba un legado trágico.
Tras esconder las preocupaciones y el miedo que rondaban por su mente, Naruto le sonrió a su equipo.
—Bueno, ¿somos buenos? —preguntó alegremente.
Kyoto se rio y asintió.
—¡Somos los mejores! —respondió con arrogancia—. Aunque, hablando de equipos… —Su voz se apagó mientras pasaba la mirada entre Katsu e Itsuki.
—Sí, sería mejor que nos pusiéramos en marcha —dijo el Aburame en voz baja.
Naruto frunció un poco el ceño. A pesar de la incertidumbre, estaba empezando a tener muchas ganas de conocer mejor a su equipo.
—¿Qué prisa hay?
—Tenemos una misión —respondió Katsu—. Estábamos empezando a dudar si ibas a aparecer antes de que tuviéramos que irnos. —Aunque estaba decepcionado, Naruto no podía culparles por tener trabajo que hacer. Puede que se sintiera como si lo hubieran soltado en este laberinto de una nueva vida, pero para todos los demás, hoy era simplemente otro día cualquiera.
—¿Cuándo volvéis? —preguntó Hinata. Katsu le dijo que no sería hasta dentro de unos días y ella asintió en gesto de comprensión—. Bueno, cuando lleguéis a casa, os haré la cena. Ha pasado un tiempo desde que habéis venido todos. —Los tres shinobi más jóvenes aceptaron enérgicamente y luego se despidieron y se marcharon.
Naruto se giró hacia Hinata y soltó el aliento.
—No fue tan mal. —Ella arqueó las cejas con un poco de incertidumbre, pero le dirigió una pequeña sonrisa.
—Lo siento. No paran de surgir todas estas cosas antes de que pueda pensar en ellas y entonces tienes que lidiar tú con ellas.
—Pensaba que habíamos acordado que no habría más «lo sientos» —le riñó Naruto amablemente. Se puso en pie, mirándola, y metió las manos en los bolsillos—. Nada de esto es culpa tuya, Hinata. Y me estoy acostumbrando. No creo que ni siquiera fuera a sorprenderme si me contases que Sasuke ha vuelto a la aldea. —Naruto lo dijo descreídamente, una oscura risita acompañó al comentario. Un momento después de que lo dijera, Naruto se dio cuenta del silencio de Hinata y levantó la mirada del suelo para fijarla en su perfil mientras ella evitaba su mirada. Lo miró con culpa desde debajo del flequillo y Naruto sintió que le cedían un poco las rodillas. Se la quedó mirando un momento más—. Estás de broma —dijo, aferrándose a un clavo ardiendo—. Ni de coña.
Hinata se mordió el labio inferior y Naruto pudo ver que estaba debatiendo cuánto podía contarle. La miró con ojos muy abiertos por un instante y luego asintió una vez con decisión.
—Nop —dijo—. Me equivocaba. No me estoy acostumbrando y sin duda todavía me puedo sorprender… ¿Cuándo pasó eso?
—Hace unos tres años. Nunca me contaste realmente los detalles y yo nunca me molesté en preguntar, así que no sé cómo lo hiciste. —Hinata lo estaba mirando con cautela, hablando en voz baja y suavemente, intentando tranquilizarlo.
Naruto se frotó el puente de la nariz mientras un dolor de cabeza empezaba a formarse detrás de sus ojos. Habían empezado tarde esa mañana, pero era apenas pasado el mediodía. ¡Lo único que quería era volver a la cama! Se frotó la cara con las manos y respiró hondo. Habló entre las manos.
—¿Está en la aldea?
Hinata se encogió de hombros.
—No estoy segura. Puede que haya aceptado una misión. Podemos pasarnos por su apartamento y mirar, si quieres. —Naruto sopesó su oferta un momento antes de negar con la cabeza.
—No, me ocuparé de él más tarde. No creo que esté listo para ese enfrentamiento. —Naruto se rio con pesimismo, encontrando divertida la ironía. Por supuesto, después de no querer otra cosa que ver a Sasuke de nuevo, ahora que había llegado la oportunidad, Naruto no se encontraba preparado para ella—. Háblame más de mi equipo. Kyoto e Itsuki parecían aprender a base de golpes, pero Katsu parecía bastante descolocado con todo esto.
Hinata asintió, ella misma parecía un poco alterada.
—Él es quien se lo tomaría más a pecho. Itsuki es un Aburame, no hay mucho que pueda desequilibrarlos, y Kyoto es como tú. Nada parece desconcertarla, siempre está lista para el siguiente golpe. A Katsu le resulta más difícil, en especial porque eres tú. Kyoto y él son huérfanos y, desde que te convertiste en su sensei, Katsu y tú habéis estado muy unidos, casi como tu relación con Iruka o Jiraiya-sensei.
Naruto hizo una mueca, rascándose la nuca.
—No me extraña que esté tan molesto. No quiero ni pensar en cómo sería si Iruka o el Ermitaño Pervertido se olvidasen de quién era yo… ¡Ah! ¡Esto apesta! ¡¿Por qué me está pasando esto?! —El carácter de Naruto destelló y, antes de que pudiera detenerse, un Rasengan se había formado y lo había lanzado contra un árbol por encima del hombro de Hinata—. Al fin gano la guerra, la aldea me acepta de verdad, mi vida es buena, soy feliz, ¡y entonces todo se va al infierno! ¿Por qué no puedo tener suerte? —Naruto se centró en Hinata, no esperando realmente una respuesta, pero deseando que tuviera una. Para su sorpresa, no parecía sorprendida por su arrebato. Si acaso, parecía triste. Se sintió mal al instante, recordando que no era solo su vida la que se había desviado de su curso. Sin embargo, incluso mientras brotaba la culpa, una pequeña porción de ira también lo hizo ante la completa comprensión que pareció emanar en oleadas de Hinata.
La familiaridad que tenía alrededor de él era como una espada de doble filo. Por un lado, era tranquilizadora, le recordaba a Naruto que no estaba solo en este lío. Sin embargo, también le hacía sumamente consciente de que debería estar ofreciéndole el mismo consuelo y apoyo y que no sabía cómo. Era frustrante sentir que alguien lo conocía a él, por dentro y por fuera, perfectamente, y no conocer él también a esa persona.
Hinata no dijo nada mientras las emociones batallaban dentro de él y probablemente se le pasaban por el rostro. Simplemente esperó pacientemente hasta que hubo recuperado el control de su temperamento. Una vez lo hizo, finalmente intervino.
—Tal vez deberíamos hacer algo para distraerte. ¿Qué tal si vamos a casa y te hago un poco de ramen y sopa de alubias rojas?
La oferta parecía fantástica y, tras la presión sobre sus emociones por conocer a su equipo y enterarse de que Sasuke había regresado a la aldea, Naruto aceptó sin reparos.
El resto del día lo pasaron en casa. En cuanto habían llegado al apartamento, Jiraiya había entrado corriendo, saltado al sofá, puesto sus dibujos animados favoritos y se había quedado dormido inmediatamente. Naruto ayudó a Hinata a cocinar, disfrutando de la sencillez de algo que siempre le había gustado hacer, y la interrogó, jugando a las veinte preguntas sobre sus otros amigos y camaradas.
Mientras evitaba el tema de Sasuke, Naruto se enteró de que Hinata y él no habían sido los únicos en tomar caminos inesperados con sus vidas. Al parecer, Shino se había casado con la hermana mayor de Kiba, Hana. Naruto había estado seguro de que Hinata estaba de broma hasta que sacó un álbum de fotos y pasó rápidamente a una página con varias fotos pegadas bajo una cubierta transparente. Justo en el centro, Shino tenía un brazo rodeando a una mujer de aspecto salvaje con las marcas delatoras del clan Inuzuka, la más diminuta de las sonrisas tiraba de sus labios.
Las sorpresas de Hinata no pararon ahí mientras le contaba que Kiba tenía una relación muy seria con una civil, que Lee estaba saliendo con Ayame, del Ichiraku, y que Shikamaru estaba comprometido con Temari de la Arena.
A pesar de sus ruegos porque le contase en detalle cómo habían surgido todas y cada una de esas relaciones, Hinata se había negado tercamente, insistiendo en que Tsunade había dicho que no le contase ninguna historia. Resopló y refunfuñó tras cada negativa, lo que solo consiguió hacer reír a Hinata, y siguió preguntándole por cambios de la aldea, agradecido en secreto porque fuera tan paciente y siguiera soportando su relativamente mala actitud.
No por primera vez, Naruto sopesó lo afortunado que era por haber acabado donde estaba. Hinata era increíble y no sabía qué haría si no estuviera aquí con él.
