14.
Había cierta atención de su parte en la multitud de la secundaria y pensó, tras escuchar tanto alardeo respecto a los logros ajenos, que si era necesario, que si eso traería más felicidad de la que uno pudiera sentir. De cualquier forma, no pudo evitar sonreír como la mayoría, la influencia del evento ya emanaba desde los gritos, era inevitable no emocionarse por lo que estaba viviendo. Este momento, este momento académico era muy importante, y varios alumnos lo reflejaban pese a las lágrimas, cerca del auditorio, siendo apretujados por la familia.
Endou notó que su presencia ya no era única en el campo. No sería necesario adivinar, sabía quiénes estaban detrás de él, pero se dio la vuelta cuando fue golpeado por una botella.
―Bueno, algo es algo ―dijo Tsunami encogiendo los hombros.
―Eso ha sido muy infantil, no puede ser ―avergonzado, Tachimukai se cubrió el rostro.
Sobándose la nuca, Endou maldecía a lo bajo, pero no tardó en reírse de la situación.
―¿Lo ves? ―continuó Tsunami― Agradéceme que haya sacado a Endou de su existencialismo.
El mencionado se acercó una vez que todos estaban reunidos. Estando así, recordó que dejaría el puesto de capitán de Raimon para alguien más, su etapa había concluido, pero apreciaría aquella sensación de serlo por última vez. A su derecha, el señor Hibiki y el señor Kudo susurraban cosas; sus compañeros no paraban de platicar tampoco, su felicidad irradiaba demasiado; Kabeyama, algo cohibido y lejos, se mordía los labios.
―¿Cómo se sienten por la graduación, bola de presumidos? ―soltó Tsunami mientras le hacía una llave a Tachimukai.
―Si no estuvieras aquí, eufóricos ―comentó Domon serio. El pelirosado abrió la boca.
―Domon, cálmate ―comentó Ichinose, empujándolo.
―Tú ni siquiera te gradúas ―Tachimukai fue agarrando aire.
Kidou rio nasalmente, pero prefirió quedarse callado para no estropear nada, incluso Fubuki le siguió la corriente, pues recriminó torpemente a Tsunami, quien no dudó en pedirle ayuda a una Haruna muerta de la vergüenza.
―Eso te pasa por…
―Kogure, no lo menciones ―Someoka suspiró, poniendo una mano en el hombro del pequeño.
―Si tú no le tienes respeto al capitán, menos lo tendrás tú ―dijo Touko con sorna.
―Pero vamos ―mencionó Endou―, ya no soy su capitán.
Pocos minutos pasaron para que Tsunami y Touko comenzaran a forcejear. Los demás, en vez de detenerlos, gozaron de esta interacción, tal vez porque no la volverían a ver dentro de un largo tiempo. De hecho, esto estaba claro, y lo mismo iba para aquello que, como equipo, habían disfrutado.
Desde el partido contra Génesis, todos demostraron que se habían ganado un lugar dentro de Raimon, dejando un gran mensaje para la nueva generación. Para Endou, este logro era un orgullo fenomenal, y no quería ser pesimista, pero lo más seguro era que no iba a repetirse el espectáculo que tuvo con Raimon. Lo atesoraría por siempre, sin duda alguna.
Entonces observó a sus compañeros que alzaron la voz como los Emperadores de la Oscuridad, quienes sonreían a más no poder. Para qué pensar en lo sucedido meses atrás, pero agradecía enormemente que su amistad fuera más poderosa y los hiciera recapacitar, porque fue difícil y contradictorio combatirlos, más cuando ellos eran el verdadero obstáculo que le pondría fin al caos envuelto por la tierra.
La satisfacción era tan grande.
Repentinamente gritó «Inazuma Japón». El nombre llevaba una admirable historia, y esta inició por todas las personas que conocieron en el transcurso de la aventura y creció tras proclamarse campeones del mundo. Todos observaron desconcertados a Endou, pero Kabeyama no tardó en seguirle el paso, y después Kurimatsu, y después Tachimukai. Entonces, afectados por los gritos de sus compañeros, todos se unieron para gritar al unísono, aunque fuera la última vez, el gran equipo que se habían vuelto con tanto esmero y pasión.
Y fue la costumbre, tal vez…
Al final, lo mejor de todo es que Aki permanecía ahí. Y para ella, que Endou pudiera disfrutar de un partido más en compañía de sus amigos.
―¿Por qué esa sonrisa? ―Natsumi jugueteó precavidamente con los dedos de Gouenji.
El rubio, sin despegar los ojos de Endou, elevó las cejas.
―¿Y tú, por qué la seriedad? ―la miró con diversión, fingiendo dolor cuando Natsumi, sonrojada, lo pellizcó.
•••
La brecha sobresaliente en la pared de sus vidas mostró algo que ellos no pudieron identificar. Desde aquel día, el lado impulsivo y la decepción los incitó a desechar su relación, pero también fue el egoísmo, la escasez de salir adelante y el mal uso del presente. ¿Acaso no existe un obsequio que el amor te regala dentro de esta etapa y la salva? Entonces no había razones para decir que un romance juvenil debe permanecer para siempre. Sin embargo, no hay necesidad alguna de martillarse tanto ni de enfrentarse a circunstancias extras. Lo que importa, lo que importa es esa brecha que te hace darlo todo por vencido, porque ahí te das cuenta de la realidad.
En unas horas, la luna se asomaría tan hermosa desde el parque de la ciudad Inazuma.
Cerca de la banca, Aki se distraía. Lentamente observó la llanta tan característica que tantas veces ha sido usada, pensando que Endou, claro está, era el responsable. Entonces centró su vista en el pelicastaño, riendo al verlo caerse tras intentar atrapar a un bicho que, por las cuatro alas, pudiera ser una mariposa. Endou, por su parte, se reincorporó algo frustrado, y no fue hasta que escuchó al viento cantar que dejó de prestarse atención.
Ahora mismo no había más que una reestructuración de sus sentimientos, sentimientos que, pese a lo inmaduros que eran, para ellos eran genuinos.
―Es difícil creer que, de lo que va del año, hayan pasado tantas cosas ―Aki lo escuchó. La espalda de Endou se encorvó un poco―. Terminamos la secundaria y… ¡Vaya! ―rio.
Aki, una vez al llegar, se sentó en el pasto; procuró encontrar una posición cómoda que le permitiera no solo ver el atardecer, sino también a Endou. Mientras lo seguía escuchando, empezó a acariciar su cabello castaño, pero fue muy despistada, pues su sobresalto expuso que estaba muy enfocada en aquella acción al encontrarse con los ojos de Endou.
Aquí, en este lugar favorito, solo ellos dos existían al compás del silencio.
Se percató de un pequeño sonrojo en las mejillas de Endou, haciendo que su corazón brincara segundo después. Tragó saliva. ¿Hará lo que estaba pensando? Pero tuvo que retractarse al verlo acostarse arriba de sus piernas. Pese a esto, su corazón mantuvo el mismo ritmo. Aún no estaba acostumbrada a estas acciones, y cuando decidió tranquilizarse, Endou había tomado un mechón de su cabello para peinarlo con delicadeza.
Brillando y brillando, crecían ráfagas dentro de ambos.
Y sus miradas, aquellas que parecían tener el mismo pasatiempo, descifraron lo que ambos necesitaban sanar.
Entonces, dejando el silencio proseguir mientras el viento se encargaba de estropearlo tan bellamente, Aki interceptó la mano de Endou y, cohibida, la pegó a su mejilla izquierda. La descansó tantos minutos ahí y Endou no se quejó, porque también apreciaba todo esto que ella le hacía sentir.
―Oye, ¿qué pasa? ―susurró.
Aki, ante la pregunta, abrió los ojos. Ahí se percató que eran similar a un volcán que intentaba calmarse a toda costa, pero la tenía complicada. Esperaba saber la razón de su extraño comportamiento, pero la verdad es que la respuesta estaba más cerca de lo que creía. Por eso esperó que se sintiera lista para explicarle en pequeños sollozos, pues las palabras no eran necesarias. Para nada lo eran.
El atardecer reafirmó las bellas luces naranjas como aquel día, demostrando que los lugares soy capaces de algo tan magnifico. La naturaleza, a sabiendas de alguien, era la calma que apaciguaba la tristeza y el miedo, porque tú tienes la libertad de crearla. Al final, si todo era parecido, la calma llega al mismo tiempo que el hallazgo entre dos personas que aprenden a estar juntas pese a los obstáculos.
―Me gustas ―Endou atrapó el rostro de Aki con ambas manos.
Y, de esa manera, tapar aquella brecha tan irritante.
―Me gustas ―decía Endou, y aseguró continuar cuando Aki asintió―. Me gustas ―repitió―. Me gustas… ―suavizó el tono― incluso si tomamos otros rumbos.
Dos palabras.
―E incluso… ―pronunció ella― si algo sale mal entre nosotros ―sonrió―. Me gustas, Endou. De verdad me gustas.
Y cuando el viento empujó los recuerdos que habían vivido desde que se conocieron, uno por uno, demostrando que la felicidad y la tristeza podían compartir un vínculo pese a la diferencia. Ambos buscaban un refugio, pero ya lo tenían. Ambos preferían ser inocentes y mantenerse solamente entre ellos. No era una estupidez, ¿una estupidez? Porque no hay más veces para conocer, así que no importa, de verdad no importa, si lo haces de una vez.
A veces ya te muestran a la persona.
Otras veces se delata que el romance tiene tantas trasformaciones.
Y sí… una brecha será necesaria… porque decide quienes deberán taparla.
―Te quiero.
Con solo dos palabras.
