¡Hola! Vuelvo a fanfiction por Navidad, como el turrón.

2020 ha sido un año extraño e indefinible en muchos aspectos, pero también ha sido el año en que me ha vuelto la inspiración para escribir fanfic, así que ¡aquí estoy!

Los hijos del basilisco será un longfic. Con toda seguridad no tan largo como Dormiens pero sí bastante más largo que otros como Savin' Me que tenía solo 6 capítulos (de hecho, 6 capítulo es lo que llevo escrito hasta la fecha). Me hubiera gustado escribirlo entero antes de publicarlo pero no sirvo para postergar tanto tiempo la gratificación de recibir vuestras opiniones, así que he decidido empezar a publicarlo y confiar en que vuestro apoyo me dé energía para seguir tan inspirada como he estado!

Espero que os guste. ¡Feliz Navidad!


LOS HIJOS DEL BASILISCO

Dryadeh


Los hijos del basilisco

Capítulo I

Granger vivía en un pequeño ático cerca del Ministerio de Magia. Llamarlo pequeño era, de hecho, un acto de generosidad por parte de Draco, ya que estaba bastante seguro de que cabría al completo en el hall de Malfoy Manor. La mayor parte del piso la ocupaba un salón-cocina en el que cada superficie estaba abarrotada de libros. No podría describirse como desordenado, y desde luego todo estaba limpio, pero estaba claro que no había suficiente espacio para que Granger almacenara sus lecturas. La única estantería del lugar estaba atiborrada con libros en vertical y horizontal aprovechando cada recoveco. El sofá estaba cubierto de cojines que, tras una inspección más cercana, revelaron estar llenos de pelos de gato. En el alféizar de la única ventana, una planta languidecía en una maceta demasiado pequeña para ella. Por curiosidad, o tal vez porque necesitaba calmar sus nervios de algún modo, Draco se puso a abrir y cerrar armarios. Sobre la encimera encontró una cosa que no había visto jamás. Era una especie de caja blanca con un lateral que parecía una ventana negra. Tenía un par de ruedas y botones. Intrigado, Draco giró unos de los diales y una luz se prendió tras la ventana. Dio un respingo y su mano se movió de manera instintiva hacia el bolsillo donde guardaba la varita. Algo -un plato, creía -empezó a girar en el interior de la caja, que emitía un zumbido extraño. Hipnotizado, Draco la contempló durante segundos, intentando descubrir para qué diantres servía esa cosa. Fue entonces cuando el chisme pitó y se apagó. Se preguntó si lo había roto y tras unos segundos se encogió de hombros, diciéndose que ese era un problema de Granger, no suyo.

Decidió seguir inspeccionando la casa. Le seducía la idea de encontrar algún oscuro secreto de la perfecta e intachable Hermione Granger, pero si guardaba alguno no sería en la cocina así que optó por probar suerte con el baño, que era tan diminuto como cabía esperar. Todavía olía a ella. Draco olfateó el aire, tratando de identificar el aroma. Antes de darse cuenta, su mano había viajado a un pequeño armario que estaba sobre el lavabo, dispuesta a resolver el enigma.

Moras.

La colonia de Granger era de moras.

Si no hubiese estado tan tenso, probablemente hubiese sonreído al pensar en la semejanza física entre el arbusto en el que florecían las moras y el pelo de la muchacha. Tampoco pudo evitar pensar que las zarzas, pese a su aspecto hostil y desarrapado, ocultaban un dulce fruto. ¿Aplicaría eso también a Granger? Cerró el armario donde había hallado el frasco de colonia y se encontró su rostro reflejado en el espejo de la puerta. ¿Sus ojos parecían gritar con desesperación o era solo impresión suya? Parecían más hundidos de lo habitual, por no hablar de sus ojeras. Su piel siempre había sido pálida pero ahora la escasa luz que entraba desde el salón le daba un tinte azulado. Su pelo también era un desastre. Intentó arreglárselo pasando una mano por él pero fue en vano: lo llevaba demasiado largo. Hacía semanas que debería habérselo cortado pero había tenido otras preocupaciones en los últimos tiempos. Se frotó la barbilla con los nudillos, cerciorándose de que la sombra de su incipiente barba no era un espejismo creado por la terrible iluminación del baño de Granger. Tenía toda la pinta de llevar noches sin dormir y un par de días sin ducharse, lo cual era cierto. Suspiró y salió del aseo para entrar en el dormitorio. Lo había dejado intencionadamente para el final.

Era una habitación pequeña, como todo lo demás, y tenía el techo inclinado. La cama estaba cubierta por una colcha confeccionada a base de retales que debía haber comprado para apoyar alguna causa benéfica; de lo contrario no se le ocurría ningún motivo por el que nadie en su sano juicio hubiese gastado dinero en tal cosa. O tal vez se la había regalado algún enfermo incurable de San Mungo que había perdido las manos y el sentido del gusto en algún accidente mágico. Aproximadamente veinte millones de cojines cubrían la almohada y toda la parte superior de la cama. También en la habitación había libros: una torre apilada en la mesilla de noche, otro entreabierto sobre una silla de mimbre e incluso le pareció ver un par encima del armario. Las pocas superficies que no estaban cubiertas por ellos estaban ocupadas por velas aromáticas. Una docena de fotografías se extendía por la pared de fondo, algunas mágicas y otras no. Llevado por la curiosidad, Draco se acercó a ellas. Las fotografías mágicas no le sorprendieron. En casi todas aparecía Granger con Potter y Weasley, y en una estaba con toda la familia pobretona al completo. Draco recordaba vagamente que Granger y Weasley habían empezado a salir después de la batalla de Hogwarts. De eso habían pasado cuatro años, ¿seguirían aún juntos? No había ninguna foto de los dos solos y, tras una minuciosa inspección, se dio cuenta de que las fotos del trío de Gryffindor no parecían del todo recientes. O al menos esa impresión le daba porque todos tenían el mismo aspecto que la última vez que les vio.

Después se fijó en las fotografías muggles. Resultaban espeluznantes por su completa quietud; era como si hubiesen petrificado a todos los fotografiados. Los ojos, congelados, permanecían con la mirada fija y, sin embargo, a Draco le daba la impresión de que le seguían allí donde estuviera. Encontró una foto de Granger con un hombre y una mujer de mediana edad que supuso que eran sus padres. El hombre tenía el pelo canoso, el rostro redondo y la misma nariz que Granger, mientras que era evidente que había heredado el terrible pelo de su madre, así como los ojos marrones. Todo en ellos gritaba muggle y sonreían mostrando una dentadura blanca y perfectamente alineada. La madre tenía un aspecto bonachón y el padre lucía una expresión llena de orgullo mientras Hermione les pasaba un brazo por encima de los hombros. Pese a lo morbosas y desagradables que le resultaban las fotografías muggles, había una calidez en la imagen que Draco sabía bien que no encontraría en ninguno de los retratos familiares de Malfoy Mannor. Al acordarse de sus padres sintió un pinchazo en el pecho y sacudió la cabeza, como si así pudiera alejar los pensamientos no deseados. Pronto algo llamó su atención, algo que sirvió a la perfección para que olvidara lo que había pasado por su mente. Una foto de Granger, de perfil, sentada en la playa con los codos apoyados en las rodillas. Tenía la mirada perdida y la brisa marina agitaba su pelo. Lo primero que pensó fue que nunca la había visto con tan poca ropa. Solo llevaba un bikini de color azul. Por debajo de su brazo se intuía la curva de un pecho cubierto por tela azul. El abdomen, más blanco que el resto de su cuerpo, estaba relajado y formaba un par de arrugas por la postura. Los ojos de Draco se detuvieron sobre las piernas de Granger, doradas por el sol. Sus pies se hundían a la arena hasta la altura de los tobillos y descubrió que tenía un lunar en la parte exterior del muslo izquierdo. No supo cuánto tiempo permaneció estático, observando cada detalle de la fotografía. Probablemente Granger lo hubiese encontrado allí si algo no hubiese tocado su tobillo sacándolo de su trance.

Draco dio un respingo y su mano agarró con fuerza la varita que llevaba en el bolsillo de su abrigo negro. Miró a su alrededor, alerta, notando como la camisa se le había pegado a la espalda debido al sudor, un sudor que no había estado ahí un momento atrás. En un primer momento no vio nada. Después, se percató de que algo se movía en la periferia de su campo de visión. Era un gato. Un gato muy feo. El animal, como si supiera lo que Draco estaba pensando, le dirigió una mirada gélida desde la cama a la que acababa de subirse. ¿Cuánto tiempo llevaba ese bicho allí?

A pesar de haber encontrado pruebas de que Granger todavía lo conservaba en los pelos del sofá, se las había apañado para olvidar su existencia mientras fisgoneaba el piso de su dueña. Intentó recordar su nombre pero fue en vano; tenía muy poca memoria para las cosas que no le importaban lo más mínimo.

— Le hubiese venido mejor un perro guardián —murmuró —No es que seas muy útil protegiendo la casa de intrusos.

El gato le lanzó una mirada que parecía indignada y salió de la habitación. Justo entonces, Draco escuchó el sonido de la puerta del piso abriéndose. Supuso que sería Granger, pero había aprendido a ser precavido, así que se pegó a la pared del dormitorio y aguardó unos instantes.

Escuchó pasos, un maullido bajo y la voz de Granger saludando a su mascota.

— Hola, Crookshanks. Yo también me alegro de verte, ¿todo en orden?

Oyó cómo cerraba la puerta del apartamento y el tintineo de las llaves. Draco aguardó un par de segundos, con el corazón más acelerado que momentos atrás, y salió de su escondite. Cuando Granger le vio dio un pequeño salto y se llevó las manos al pecho, ahogando un grito.

— ¡¿Malfoy?! ¿Qué demonios…

Llevaba un abrigo marrón con la cremallera a medio bajar y el pelo recogido, sin mucho éxito, en un moño que se había ladeado por el peso de su cabello. Su rostro, perplejo, estaba casi tal cual lo recordaba pero a la vez había algo diferente en él que Draco no era capaz de precisar. Su mirada vagó brevemente por el cuerpo de Granger, cuya figura era difícil de adivinar debajo del enorme y largo jersey blanco que llevaba. Ahora que sabía que tenía un cuerpo no del todo desagradable, se sorprendió intentando buscar las evidencias de que la fotografía que había visto era real.

— Granger — la saludó, como si no hubiese nada de raro en el hecho de que se hubiese colado en su piso después de casi tres años sin verse.

El tiempo y el allanamiento de morada no eran lo único que hacía aquella situación tan sorprendente. Estaba ese pequeño detalle de que se odiaban. Bueno, al menos él la había odiado a ella. O algo así…

— ¿Qué haces aquí? — preguntó Granger, metiendo la mano en el bolsillo de su abrigo. Draco suponía que estaba buscando su varita — Dame un buen motivo para que no avise a la Oficina de Aurores.

— Podrías hacerlo, pero para cuando lleguen yo ya me habré ido. Solo he venido a advertirte.

— ¿Advertirme? — balbuceó ella — ¿Advertirme de qué?

Draco tomó aire antes de responder, buscando las fuerzas para decirle aquello que le había llevado a colarse en el ático de Granger, antigua enemiga, a quien no había visto en años, un día cualquiera de un mes de octubre.

—De que quieren matarte —dijo finalmente.


Bueno, ¿qué os ha parecido?

Esto es realmente una especie de prólogo más que el capítulo 1. Prometo que el resto de capítulos son mucho más largos (son, literalmente, el doble de largos). ¿Que si es esto un fic con espionaje, traiciones y slowburn a cascoporro?

Sí y efectivamente.

Estoy deseando enseñaros más sobre los Hijos del Basilisco, pero basicamente quedaos con que son una especie de mortífagos 2.0. que no están contentos con las cosas que están cambiado tras la guerra. ¿Cómo se ve Draco envuelto con ellos?

Pronto lo veréis. ¿Siguen Hermione y Ron juntos? ¿Qué ha sido de Draco tras la guerra? ¿Se amarán y se casarán en matrimonio? Todo eso y mucho más en próximos capítulos.

Antes de terminar dos cosas.

- Decía que 2020 ha sido un año raro pero también ha sido el año en que he autopublicado una novela que escribí hace tiempo. Se llama "La vida más patética" y podéis encontrarla en amazon, publicada bajo mi pseudónimo habitual (Dryadeh!) Es una comedia romántica bastante disparatada que se lee en un suspiro. Por si os puede interesar.

- Y en segundo lugar, quería desearos unas felices fiestas y que 2021 sea un año mejor para el mundo en general y para cada una/o de vosotras/os en particular.

Como siempre, y más que nunca (¡estoy muy oxidada en esto de escribir!), os agradezco mucho opiniones, tomates y lo que se os ocurra.

Con mucho cariño,

Dry

PD: Deja un review para que Draco aparezca en tu apartamento a darte un mensaje y lo que tú quieras ;)