Disclaimer: los personajes de Kimetsu no Yaiba NO me pertenecen, sino a la mangaka Koyoharu Gotouge.

Sobre la historia: esta historia podría contener ciertos spoilers del manga/anime, los gaiden de Tomioka y Rengoku y datos extras confirmados por su autora. Leer bajo su propio criterio y riesgo si no quiere spoiler. Por ahora la clasificación será T, aunque esto puede cambiar con los capítulos futuros.

Advertencia: esta historia contiene y/o contendrá temas que pueden herir la susceptibilidad de ciertos lectores; tales como lenguaje obsceno, violencia, muerte de personajes, entre otras cosas. Leer bajo su propio criterio. Gracias.

Comentarios generales: después de un (muy) largo hiatus del escritor (ya que tengo otra historia sobre el universo de Naruto) y empezar a escribir nuevamente, esta idea no pudo salir de mi cabeza y era tan insistente que tuve que plasmarla a modo de bosquejo y, finalmente, puedo decir que al menos está decente para plantearla ante aquellos que estén interesados y que, como yo, pueden disfrutar de los personajes en otras circunstancias y situaciones distintas del curso de su historia y el destino de cada uno.

Mi objetivo con esta historia es brindar otro punto de vista, un "¿Qué hubiese pasado si…?" Que tantas veces me plantee después de releer unas dos veces el manga de Kimetsu durante mi pausa creativa y… solo quiero ver cómo va y qué tanto logro desarrollar de una manera coherente y lógica (dentro del universo de Kimetsu) esta historia.

Sin mucha más dilación (porque no quiero aburrir), les digo que…

¡A leer!

Resumen completo. Se suponía que ya estaba hecho. Había cumplido con su último gran trabajo pese a las nefastas consecuencias, pero cuando los engranajes del destino comenzaban a girar, no había ser humano que pudiera contrarrestar el hecho. Cuando abrió los ojos una vez más seguía moribunda... solo que en un mundo y en un cuerpo que no le eran familiares hasta que escuchó el sollozo amortiguado de alguien llamándola "Kanae".

Sí, había vuelto en un cuerpo que no debió haber resistido a esa batalla; sin embargo, pronto descubrirá que su destino y el de Kanae están más entrelazados de lo que jamás se imaginó.

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Prefacio

Una agonía de muerte

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Lo último que registró fue ese sonido atronador que ensordeció sus oídos. Alguien gritó y varias sombras se arremolinaron sobre su cuerpo convaleciente. A duras penas podía sentir algo, pero en su abdomen bullía la sangre hirviendo. ¿Qué decían las voces? ¿Qué comentaban? Hubiese querido saber todo, pero no sabía nada de lo que sucedía. ¿Qué estaba pasando?

Cerró los ojos. Al fin, paz. El sonido del ambiente se oscureció, al punto de compararse con la silenciosa y espesa noche de bruma, el sonido de los grillos de fondo, aunque esta vez no escuchó grillos, sino los pájaros típicos del alba. Frunció el ceño cuando el dolor apabullante volvió a atenazarla. Alguien susurraba sobre su cabeza un nombre ininteligible para sus embotados sentidos, pero ella estaba haciendo todo lo posible por comprender y recordar detalles.

Todo su cuerpo eran jirones de dolor, pero pudo alzar el puño hasta colocarlo de manera precaria sobre el delicado hombro de una mujer menuda y temblorosa.

—¿He...Hermana? —El susurro desgarrador y esperanzado le estrujó el corazón, incluso si no comprendía la razón.

Intentó hablar, aliviar el nudo que se empezó a formar en su garganta, pero solo pudo entreabrir los ojos. El sol del amanecer se hallaba en su punto álgido y se le dificultó contemplar correctamente cualquier imagen cercana, pero el acto fue suficiente como para que el chillido de emoción enviara un ramalazo de energía a su cuerpo vapuleado por la circunstancia.

—¡Está viva! ¡Nee-san está viva!

Lo siguiente fue escuchar al menos una docena de pisadas corriendo en su dirección. Tosió y la viscosidad de su sangre quedó impregnada sobre el haori de la muchacha, pero ella pareció no prestarle ningún tipo de atención. Cerró los ojos una vez más mientras le susurraban algo que no alcanzaba a entender. Su tono, pese al nerviosismo y la firme dureza de alguien que estaba aguantando quebrarse, le trajo un momento de tranquilidad.

Viviría para evitar la corrupción de esa honorable alma que la abrazaba con un doloroso amor.