La madre de Amy aun tenía abrazada a la eriza rosa, quien después de la rápida salida del hijo de Amaterasu, el General de palacio y también, su padre, había tenido. La eriza seguía llorando e instintivamente se levantó.

-No, debo de…-la chica fue interrumpida por su madre, quien había tomado su mano y evitó que la chica saliese de la habitación.

-Amatsu, no lo hagas…no sabes como funcionan las cosas acá-imploro su madre tratando de hacerla entrar en razón.

-Sonic no es el culpable-dijo la joven eriza rosa viendo a su madre.

-Amatsu- dijo la madre halando de su brazo para que tomase asiento nuevamente

-Amy-dijo ella tratando de zafarse del agarre de su madre.

-Akihiro en estos momentos no escuchara, el debe estar con su alteza real, hablando sobre el cazador. Por favor, quédate en la habitación Amy, entiende que hay reglas-

Amy se detuvo. Se volteo hacia su madre mostrándole sus lágrimas – No puedo quedarme de brazos cruzados, no cuando sé que están juzgando a alguien que no cometió ningún mal-

En ese momento las sirvientas llamaron a la puerta.

-Princesa Consorte Inari, el príncipe Akihiro solicito su presencia- dijo la sirviente sin abrir las puertas, esperando la respuesta de su ama.

Inari soltó un suspiro -Amats…-dijo ella mientras recibía una mirada fría por parte de su hija – Amy…lo mejor es que mantengas la calma, sé que su alteza real tendrá un momento en el que tú y ella podrán hablar y tal vez, puedas cambiar el destino de ese espíritu…pero no puedes faltar el respeto…de lo contrario…las consecuencias serán peores…-dijo mientras su semblante cambiaba a uno triste -…para todos- termino en voz baja, mientras colocaba su máscara sobre su rostro. Como si no hubiese ocurrido nada en la habitación, Inari se levantó, realizo una pequeña reverencia ante su hija.

-Me despido princesa Amatsu- dijo mientras terminaba su reverencia y salía de la habitación.

Amy se dejo caer en el tapete, cerca de la mesa de su sala. Todo esto era su culpa. Si tan solo ella hubiese sido entregada en el palacio…tal vez Sonic hubiese sido hasta reconocido por su abuela, su vida no estaría en riesgo, y aunque se hubiesen separado por algunos años, o siglos, tal vez en un futuro el hubiese regresado al palacio del Sol para ser aceptado por Amaterasu…claro que todo esto es ahora una ilusión.

-Amy-escucho desde el jardín.

La eriza se levanto y lentamente salió hacia la terraza que llevaba a un jardín inmenso. Ahí, se encontraba la raposa que la había acompañado en su travesía, aunque de un tamaño menor.

- ¿Kon? ¡Kon! -dijo la eriza mientras corría a abrazarla. La eriza notó que Kon ahora solo tenía 2 colas. -Kon… ¿Qué paso con tus colas?-dijo ella preocupada.

-Oh…eh…-dijo Kon mientras agachaba las orejas-Fui degradada…-

- ¿Por qué?- dijo la eriza preocupada

-Eso no importa…-dijo la raposa en voz baja, apartando la mirada. Amy tomo su cabeza, obligándola a que la viese directamente a los ojos, suplicantes de saber la verdad.

Kon suspiró. – Consideraron que no fui una buena sirvienta, por no traerla al palacio durante todo este tiempo…-dijo con cierta tristeza -Aunque…pudo haber sido peor…de no ser por la princesa consorte Inari…tal vez ni siquiera estuviese aquí-

Inari. El nombre que su madre había recibido en este mundo. Esto significaba que no solo Sonic y Hankyo eran vistos como culpables. Probablemente consideraban a Kon una cómplice y fue castigada por ello. ¿Acaso…Acaso Kon también había recibido una condena muerte?

La eriza le abrazo fuertemente, mientras más lagrimas corrían por su rostro y empapaban el pelaje de la raposa nívea -Kon…todo esto fue mi culpa…lo siento…lo siento mucho…-dijo ella entre sollozos.

Kon cubrió con sus colas a la joven eriza, tratando de consolarla. -Amy…tranquila…-


-El prisionero será entregado por la mañana acá en el palacio real…-dijo el príncipe Akihiro de manera totalmente seria.

Frente a él, se encontraba su esposa, aquella que alguna vez fue mortal pero ahora era una fiel sirviente del palacio del sol.

-Akihiro…la princesa Amatsu…insistió en que este espíritu-dijo ella antes de ser abruptamente interrumpida.

-Me temo que no hay nada que hacer, mi madre a brindado instrucciones y nuestro deber es obedecerla…y es por eso-dijo el príncipe mientras se acercaba lentamente a ella -Que no intercambiaras ninguna palabra con ella…-

-Pero mi príncipe…-

-Es una orden de su alteza real…ni tu ni yo, tenemos el derecho de intervenir en su juicio- dijo dirigiendo su vista a ella, portando su elegante y valiosa máscara de lobo.

Inari hizo una reverencia ante él.

- ¿Sabes las consecuencias que habrá por este juicio? -dijo ella en voz baja

-Las conozco…-dijo el en un tono más calmado, pero algo melancólico

- El corazón es algo muy difícil de enmendar Akihiro…-dijo ella mientras se levantaba


Amy estaba recostada en su habitación. Las imágenes de sus paredes ahora mostraban bambús y arboles meciéndose con el viento. Las lámparas que iluminaban su cuarto se encontraban flotando, ahora apagadas, mientras el techo simulaba una noche estrellada. Su mascara descansaba a su lado. Ella invitó a Kon a dormir y la raposa se quedo dormida a sus pies. Se preguntó, ¿Cómo estaría el erizo azul? ¿Estaría aun huyendo? ¿Habría sido capturado? No podía conciliar el sueño. Antes de encerrarse en su habitación, sus sirvientas sirvieron una lujosa cena y té de hierbas finas. No tenía hambre. Incluso le extraño que debía de comer sola en su habitación y no rodeada de su "familia". Aunque, tal vez era mejor. Recordó todas esas noches en las que cenaba con Sonic. Incluso recordó que los Yokai a veces los acompañaban. Tal vez no era comida lujosa, pero su gran sabor y el momento con sus allegados eran suficiente para hacerla sentir satisfecha. Solo esperaba…poder resolver todo…poder salvarle la vida a aquel erizo que la salvó aquella vez en el bosque de un Akuma salvaje.


Miraban como los guardias del palacio del este, entregaban el prisionero a los guardias del palacio real. Veían como su hijo, era introducido en una especie de carruaje negro para transportar prisioneros. También vieron pasar a guardias quienes halaban cuerdas para hacer que el yokai sirviente del traidor fuese también llevado al palacio real.

-¿Crees que su majestad…le perdone la vida?-dijo su esposa con voz triste

-No lo sé…pero…-dijo él mientras miraba partir a la guardia real con sus prisioneros -Espero que así sea…-


-Princesa Amatsu- Escucho sonar desde el exterior de su habitación. -Princesa Amatsu, despierte por favor-

Kon se despertó y corrió al lado de Amy, empujando la con su hocico.

-Eh-dijo Amy un poco adormilada. No sabía en que momento había podido conciliar el sueño, pero sintió que apenas había cerrado sus ojos.

-¿Princesa Amatsu?-

Amy escucho ser llamada. Kon se acerco a ella con la máscara de Amy en la boca, entregándosela.

Amy se coloco la máscara y se dirigió hacia la puerta. Deslizo lentamente y encontró a 5 mucamas haciéndole reverencia.

-Buenos días princesa Amatsu, esperemos haya descansado bien. Hemos traído su desayuno, también debemos de prepararla pues su Alteza Real ha solicitado su presencia- dijo la que parecía ser la líder de las mucamas.

Amy observó en su mesa había una gran cantidad de comida, de muy buen aspecto y olor.

-Agradezco mucho sus servicios, pero no tengo hambre en estos momentos. ¿Puedo saber en que momento es que requiere su Alteza Real mi presencia? - respondió Amy con gran elocuencia, como parte de la máscara que llevaba.

-Aún falta tiempo para la reunión con su Alteza Real. Si desea, podemos retirar el desayuno y ayudarle a prepararse-

Amy observo a Kon. Esta no quitaba la vista de un plato de frutas servido en la mesa.

-No retiren el desayuno. Desayunaré a solas, yo me encargare de hacerles saber una vez termine para recibir de su ayuda-dijo Amy.

Las sirvientas realizaron una reverencia y se retiraron de la habitación. Al momento en que deslizaron la puerta para dejar a solas a Kon y Amy, esta última se quitó la máscara. Kon la observo, se miraba algo nerviosa. Hace unos momentos, actuaba como todo un miembro de la familia real. Ahora ante ella, estaba la joven eriza que simplemente se dejó caer.

-Al fin…la conoceré-

-Amy, será mejor que comas algo. Puede que tu reunión tome mucho tiempo-dijo Kon preocupada.

-Tu desayunaras conmigo-dijo la eriza dándole una suave sonrisa.

Ambas se acercaron y comieron un poco de los platillos que habían sido servidos. Sin duda, la comida era demasiado exquisita. Pero, aun así, Amy no sentía algún placer en comerlos. Después de haber terminado el desayuno, Amy llamo a las sirvientas. Ellas empezaron a sacar un Kimono fino, lograron arreglar sus púas, procedieron a limpiar su rostro. Debía de estar completamente arreglada, pues estaría en presencia de la máxima autoridad de ese palacio.


Amy salió de su habitación, siendo escoltadas por unas doncellas, todas ellas ocultando su rostro con una máscara. Se encontraban escoltándola hasta llegar a un amplio pasillo adornado con alfombras con detalles dorados. Frente a ella se encontraba su madre, también siendo escoltada por otras doncellas.

-Princesa Amatsu, buenos días-dijo su madre haciendo una reverencia

-Buenos días, Madre-dijo la eriza joven asintiendo suavemente. Sabía que estas acciones eran motivadas por la máscara. Era como algo que había sido inculcado en ella hace mucho tiempo atrás, a pesar de haber vivido casi toda su vida en las montañas con su abuela. Su madre realizaba reverencias ante ella, porque poseía un menor rango que ella. Ella era la nieta de Amaterasu, su sangre corría en sus venas, mientras que su madre era la joven que había desposado al príncipe Akihiro.

A la derecha de Amy, había una enorme puerta roja con grabados dorados. La puerta lentamente se abrió, dejando ver un salón de gran tamaño.

-Adelante Princesa Amatsu-dijo su madre

Amy lentamente empezó a caminar hacia la puerta. Sus escoltas no la siguieron, únicamente cubrieron sus rostros con las mangas de sus kimonos, haciendo una reverencia, despidiéndose de ella. Amy entró y observo un gran salón, bien iluminado, con finos detalles de oro puro en columnas de madera fina. A su derecha, se encontraban varias columnas rojas, en su centro un pasillo con alfombrado de seda y al final una puerta de un mayor tamaño a la que ingreso. A su izquierda, el pasillo alfombrado seguía hasta llegar a unas escaleras, no muy altas, en cuyo ultimo escalón se extendía por el resto de la sala y en su cima, un lujoso trono, con rayos dorados que simulaban el sol. En este trono se encontraba una eriza vestida con un largo y fino kimono, tejido probablemente con las telas más finas que podían existir en el mundo espiritual. Poseía un collar de cuentas de color rojo y portaba la máscara de un lobo sin boca, en cuya frente había un círculo rojo, con rayos dorados. A la par de ella se encontraba de pie su padre.

Amy lentamente empezó a caminar a su izquierda, hacía el pasillo, para ahora tener en frente el trono. Justo debajo de las escaleras, se encontraban 2 guardias, muy diferentes a los guardias que la escoltaron al palacio. El uniforme de estos guardias era una armadura negra, que se miraba muy resistente, con una marca de sol en sus hombros. Poseía cuerdas de seda fina de color blanco. Sus mascaras eran de color rojas con detalles en color negro. Uno de los guardias tenía la máscara de un ciervo sin boca, mientras que otro tenía una máscara de coyote.

El guardia con máscara de coyote hablo.

-Su majestad, la princesa Amatsu, quién retornado al palacio del sol-

Amy de manera inconsciente, se arrodillo y reverencio a la persona que se encontraba en el trono. Amaterasu únicamente asintió. A la derecha del trono se encontraban 3 sillas elegantes, de menor tamaño que el trono. Amy se dirigió a una de estas y procedió a tomar asiento. Luego de ella, su madre entró a la habitación del trono procediendo a arrodillarse y realizar reverencia.

-La princesa consorte Inari- dijo el guardia con máscara de coyote.

Esta se levantó y se dirigió a sentarse a la par de Amy.

Otro guardia, similar a los que se encontraban a los pies de la escalera, excepto que portaba una máscara de león se acerco y arrodillo.

-Su alteza real, anunció que el prisionero esta acá-

Amaterasu hizo un ademan con su mano derecha. El guardia con máscara de León, se retiro del lugar inmediatamente. Las puertas en el fondo de la habitación se abrieron. Guardias del palacio escoltaban a un erizo, quien se encontraba encadenado.

El corazón de Amy se estremeció al ver a Sonic, trasladado como si fuese un criminal. Deseaba levantarse de esa silla y correr hacia él, pero su cuerpo no respondía. La escolta y el prisionero se detuvieron. La escolta empujo de manera brusca al erizo para obligarlo a reverenciar a Amaterasu, haciendo que su cabeza tocase el suelo.

El padre de Amy, ahora asintió. Los guardias realizaron una reverencia y se separaron del erizo, para retirarse del salón.

El príncipe camino lentamente hasta ponerse a la par del acusado.

-Su Alteza real, este espíritu purificador fue responsable de la retención de la princesa Amatsu. Desobedeció el decreto real, el cual indicaba que la princesa debía de regresar al palacio- dijo el príncipe -El desobedecer un decreto real es penado con la muerte-

Amy sintió como si su estomago se volviese del metal mas pesado. Su corazón estaba rompiéndose. Quería gritar, mas no podía. Quería correr, más no podía. Sus manos apenas respondían y apretaban con fuerza los extremos de los brazos de la silla.

-Un joven espíritu prometedor…un cazador…hijo del guardián del este-dijo Amaterasu sin quitar su vista de él -Todos tus años de gran esfuerzo y empeño…destruidos por una mala decisión-

Amy intentaba gritar, intentaba levantarse de la silla, más no podía. ¿Acaso la silla estaba hechizada? ¿O era su máscara, intentando cumplir su deber como princesa del palacio del sol?

-Adelante…háblanos…-hablo Amaterasu con cierto desinterés.

-Su alteza real…-dijo el erizo azul, aun manteniendo su rostro en el piso -No soy digno de estar en su presencia. Lamento mucho el haber desobedecido el decreto real. Pido mis mas sinceras y humildes disculpas ante usted y toda la familia real- Tomo una pausa y disimuladamente dirigió su vista a la princesa Amatsu, que se encontraba sentada, viéndolo como el condenado espiritu que era en ese momento -Estoy dispuesto de aceptar cualquier castigo que crea conveniente- esas palabras lograron ser articuladas porque aún poseía la máscara de lobo.

-Entonces… ¿Te consideras culpable, eh? -dijo Amaterasu

-Su Alteza Real-dijo el príncipe bajando su cabeza – Humildemente pido ser el verdugo de este erizo, que mi espada sea la que se encargue de cumplir su sentencia-

-Oh Akihiro-dijo Amaterasu mientras reía en voz baja, pero aun perceptible para quienes se encontraban en la audiencia. Se detuvo por unos minutos, dejando el salón en completo silencio y luego siguió -Me temo que tu espada no será utilizada para la sentencia- dijo mientras se levantaba de su silla y bajaba las escaleras lentamente.

Los guardias a los pies de la escalera hicieron una rápida reverencia mientras ella pasaba. Dirigió su vista a donde se encontraba sentada su nieta. Noto que sus dedos estaban apretando los extremos de los brazos de su silla. Amaterasu dirigió su mirada hacia el condenado.

-Usualmente, soy alguien que condena y pide una rápida ejecución para continuar con mi día a día-dijo ella causando una siniestra impresión -Pero…nos encontramos en medio de una semana festiva…así que estamos en…una ocasión especial- dijo ella mientras lentamente se acercaba al condenado. -Y creo que una ocasión especial, conlleva a un castigo especial-dijo mientras buscaba a su izquierda una funda de espada, de la cual desenvaino una lujosa y gran espada que brillaba casi como el sol. -Así que, será mi espada la que se encargara de fijar tu sentencia-


No habia podido continuar la historia por falta de tiempo y porque había perdido el acceso a la cuenta, sin embargo, aca les comparto otro capítulo el cual espero sea de su agrado.

En caso que relean la historia, por favor, haganme saber que capitulos contienen errores para proceder a actualizarlos. Espero estar subiendo ya los ultimos caps de esta historia en los proximos días y tambien tengo un par de historias mas las cuales quiero escribir.

Nos vemos proximamente