Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de Brigid the Fae y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

Delirio febril

Secuela de Fiebre de apareamiento

Capítulo 1

Quiero salir.

—He dicho que no.

¿Por qué no?

Inuyasha juraría que casi podía imaginar a su lado youkai haciendo pucheros si se esforzaba lo suficiente.

—La perla ya no está. Naraku está muerto. No hay razón para…

¡Pero yo quiero saliiir!

Será mejor que le dejes —intervino el lado humano—. Han pasado semanas desde que vio algo de acción…

Ha pasado mucho más desde que he tenido la acción que yo quería…

—¡Pues mala suerte, porque no vas a salir!

¡Pero yo quiero!

—¡Y yo he dicho que no!

Humano, apóyame.

—No te atrevas a ayudarle…

Dale un respiro. Al menos yo puedo salir una vez al mes.

Como el período de una mujer.

¡Tú pediste ayuda!

Inuyasha gruñó en voz alta.

—No me puedo creer que esté discutiendo conmigo mismo. Otra vez.

Si me dejases salir, esto no sería un problema.

El hanyou soltó un gruñido de frustración mientras volvía al trabajo. El tiempo todavía estaba lo suficientemente cálido como para no ralentizar su progreso, pero no pasaría mucho antes de que tuviera que hacerlo solo. No iba a arrastrar a los aldeanos al tiempo más frío para que le ayudaran a construir una cabaña en el bosque. Tenían que encargarse sus propias familias y tenían que prepararse para el invierno que se avecinaba. Si conseguía acabar la estructura de la cabaña, no tendría problemas para trabajar solo en el resto.

Cuatro meses. En cuatro meses había conseguido que Kagome fuese su compañera, había encontrado los fragmentos restantes y había acabado con Naraku. La perla había desaparecido y todos estaban mejor.

—¿Crees que la aldea te rehuiría después de todo lo que has hecho, Inuyasha, como para que tengas que construir tu casa en las afueras?

Bueno, casi todos estaban mejor.

—¿Cómo supiste que estaría aquí, Kikyo?

La sacerdotisa no se había desvanecido con la perla, como hubiera esperado. Había aceptado su destino hacía meses, se había preparado para regresar a la otra vida y a una eternidad de paz. Fue un trago amargo para Inuyasha cuando lo confrontó con su último adiós. Aunque su corazón era ahora de Kagome, sentía dolor por perder a una amiga. Kikyo no había salido ilesa de la batalla, al igual que el resto del grupo, pero no se había esperado sanar. Kagome no lo había hecho, había jurado una y otra vez que no había sido ella, y había estado tan exhausta como los demás, así que no era posible que lo hubiera hecho. No tenía ningún sentido. Kikyo era una cáscara de su antiguo yo, o eso había creído.

No se había tomado bien que Inuyasha hubiese declarado que se estaba acercando a su periodo dos semanas más tarde, olvidando a quién se estaba dirigiendo. No podía culpar a Kagome por usar el rosario por ello, pero para ser justos, estaba tan acostumbrado a que la época de Kagome estuviese más abierta a hablar del tema que se le había olvidado. Una vez hubo superado la vergüenza de que soltara en alto algo privado, Kikyo había llorado. Las lágrimas cayeron con más fuerza cuando Kagome la revisó y declaró que sí, que estaba muy viva. De algún modo, la joven había tenido otra oportunidad de vivir.

Kikyo acomodó la cesta que llevaba sobre la cadera.

—Estaba recogiendo hierbas con mi hermana y mencionó que estabas trabajando aquí otra vez. No respondiste a mi pregunta, Inuyasha.

El hanyou se encogió de hombros, haciendo rodar sus tensos hombros.

—Dicen que es mi bosque, así que ¿por qué no?

—¿Y crees que yo aceptaré esa respuesta? Kaede canta tus alabanzas, ¿sabes? Los aldeanos están contentos con tu presencia.

—Keh.

—Estoy esperando, Inuyasha.

Frunció el ceño, metiendo las manos en las mangas.

—No es… no es tanto por los aldeanos por lo que tomé la decisión. Escogí este sitio por Kagome. —Como Kikyo lo seguía mirando fijamente, puso los ojos en blanco—. No está lejos del pozo devorahuesos, por si no te has dado cuenta. Kagome no tendrá que ir tan lejos para llegar al pozo como tendría que hacer desde la aldea para ir a ver a su familia. Y… si el pozo dejase de funcionar… aun así estaría cerca.

Kikyo notó que el hanyou hundía los hombros, pero no hizo ningún comentario. Había tenido los últimos cuatro meses para ponerse al día con todas las cosas que tenían que ver con Kagome que había pasado por alto y con cómo el pozo se había vuelto más importante para Inuyasha de lo que había sido la perla. Era… incómodo estar cerca de la chica del futuro, teniendo en cuenta cómo había tratado a Kagome. Sango había explicado que había sido reacia a hacerse amiga de los demás cuando los había conocido, pero que Kagome tenía un don para atraer a la gente. Kikyo había entendido rápidamente lo que había querido decir la exterminadora. No podía decir que fuera una buena amiga, porque ya se sentía bastante extraña al referirse a la chica como a una amiga.

—¿Puedo preguntar por qué estás construyendo esta cabaña tan alta, entonces?

Inuyasha no estaba seguro de si podía contarle que el plan para la cabaña era recrear su hogar de la infancia en el templo lo más exactamente como le fuera posible. Que, un día, la casa en la que Kagome crecería podría construirse en la misma zona en la que él estaba construyendo la de su futura familia. Si es que eso tenía sentido. Cuanto más lo pensaba, más confuso se volvía, así que era mejor no pensar en ello.

—La casa de Kagome en el futuro es grande —dijo con sencillez—. No quiero que tenga que conformarse con menos. Va a renunciar a muchas cosas para vivir en esta época y quiero hacer todo lo que pueda para cuidar de ella.

Kikyo asintió y él interpretó que estaba complacida con su respuesta.

—¿Cómo es que no estás con Kagome en su época? Después de todo, se está haciendo tarde.

Él se dio la vuelta y avanzó por el bosque. Como Kikyo no se movió para seguirle, dijo:

—Venga. ¡No voy a dejar que vuelvas sola!

Ella soltó una pequeña carcajada, algo que nunca antes habría hecho y alcanzó a Inuyasha.

—Sí que has cambiado. —Sonrió—. Recuerdo que hubo un tiempo en el que me habrías seguido a escondidas cuando viajaba y ahora caminas a mi lado.

—Sigues siendo mi amiga, Kikyo. ¡Y que yo recuerde entonces eras tú la que decía que no te hacía falta escolta!

—Eras tú el que declaraba que no necesitaba a nadie —contrarrestó con una sonrisa aún más amplia—. Y ahora mírate. Tienes esposa, muchos amigos y estás en proceso de tener un hogar para empezar una familia.

Inuyasha se movió con incomodidad. No estaba seguro de sentirse cómodo con la dirección que estaba tomando esta conversación.

—Feh. Eso no va a pasar en un tiempo. Kagome tiene que acabar con esa cosa suya de la escuela y quedan meses para que termine. No voy a obligarla a tener a mis cachorros mientras tiene que lidiar con eso. ¿Qué hay de ti? Sabes que puedes tener estas cosas también, Kikyo.

Kikyo se encogió ligeramente de hombros.

—Es verdad, pero creo que sería mejor que volviera a familiarizarme con tener un cuerpo vivo primero. Cuando aquella bruja me trajo de vuelta… —No pudo terminar la frase. Había estado tan enfadada porque la sacaran de un descanso eterno y la metieran en una carcasa de barro que se parecía a su cuerpo y que lo hubiera hecho alguien lleno de odio. No fue ninguna sorpresa que, cuando encontró a la reencarnación que contenía su alma, hubiera hecho lo que hizo. Pero no era su alma, en realidad. Ya no. Kikyo podía ver trazas de ella en algunos de los gestos de Kagome, pero eran breves y muy efímeros. Ahora Kikyo tenía su propia alma y tal vez un pequeña parte de ella contenía un atisbo de Kagome a cambio.

Él paró de andar cuando la aldea estuvo a la vista.

—¿Estás segura de que estás bien? —preguntó en voz baja—. Sé que ahora las cosas son extrañas, pero de verdad que no quiero perderte como amiga porque Kagome… —Inuyasha sabía que a la mayor no le gustaba su compañera. No era difícil verlo, sin importar cuánto intentase Kagome hacerle cambiar de opinión, no estaba seguro de si alguna vez tendrían una amistad como la de Sango y ella.

—Una vez le pregunté a Kagome si eras feliz, cuando los dos os unisteis. Me dijo que así era. Eso es lo único que puedo pedir, Inuyasha. Saber que al fin eres feliz. —Kikyo agarró la cesta con un poco más de fuerza e inspiró. Esto era algo que se había estado guardando durante cuatro meses y tenía que decirlo—. Ojalá pudiera haber sido yo la que te hiciera tan feliz, pero os veo a los dos juntos y está claro que no lo habrías sido. Os complementáis de una forma que no podríamos haber tenido tú y yo y, por extraño que sea decirlo, creo que seríamos demasiado parecidos…

—¡¿D-Demasiado parecidos?! Cómo c…

Kikyo se rio de su arrebato, soltando la cesta con una mano para menear un dedo en su dirección por casi soltar un juramento. Oh, había oído una buena variedad de palabras en los últimos cuatro meses, era más una broma que una auténtica reprimenda. Había estado mucho tiempo cerca de él, pues casi había soltado uno cuando se había hecho un corte en el dedo hacía dos días. Kaede todavía se reía de eso.

—Como iba diciendo —continuó—, estoy… intentando formar una relación decente con Kagome. No es fácil para mí, porque no puedo olvidar las cosas que he hecho, pero es persistente. Llevará su tiempo.

Inuyasha resopló.

—Odio tener que decírtelo, pero no va a descansar hasta que lo aceptes. ¿Estarás bien? —preguntó, asintiendo hacia el camino de tierra que conducía al corazón de la aldea.

—Estaré bien, Inuyasha. —Kikyo sonrió—. Se está haciendo tarde. Kagome te estará esperando.

—Sí… hay algo que quiere que haga hoy —masculló—. Te veo después, si no mañana. —Se dio la vuelta y volvió a partir hacia el bosque, yendo directamente hacia el pozo. Kagome lo estaba esperando para algo importante y tenía que calcular su ida correctamente. Con lo estresada que estaba con sus deberes, no iba a fastidiar esto.


—¿Cuál es la gran sorpresa, Kagome?

—¡Dijiste que nos lo contarías cuando llegásemos a tu casa?

—¿Por qué nos llevas hasta el árbol sagrado?

Kagome se mordió el labio y exhaló por la nariz. Era algo que había estado contemplado desde hace mucho tiempo y, como Inuyasha y ella estaban ahora unidos, iba a llegar un momento en el que sus amigas tendrían que saberlo. Obviamente cada una se iría por su camino cuando terminase el año escolar, como se tiende a hacer cuando uno se gradúa del instituto, pero le molestaba la idea de que sus amigas nunca supieran la verdad. Si por alguna casualidad no pudiera volver al presente, no quería poner a su familia en la posición de tener que inventarse mentiras para sus amigas si se encontraban. Lo había hablado con detalle con Inuyasha y su familia, y habían decidido que debían contarles el secreto a las chicas.

Se dio la vuelta, indicándoles que se sentasen en el banco, delante del árbol.

—¿Sabéis esa calva en el Goshinboku, donde nunca creció la corteza? ¿Recordáis que mi abuelo nos habló de la leyenda de un youkai que había estado sellado en el árbol?

Eri frunció el ceño.

—Sí, pero es solo una de las historias del templo de tu abuelo. ¿Por qué lo mencionas?

—Porque no es solo una historia del templo. Pasó de verdad.

Ayumi se giró para estudiar el árbol.

—Entonces ¿los youkai existieron?

—No puede ser que creas eso —le dijo Yuka a la chica.

—¿Cómo puedes estar segura de que fue real? —preguntó Eri—. Dijo que fue hace siglos. Apenas hay registros de esa época. No me puedo imaginar que hubiera uno sobre youkai, de entre todas las cosas.

Kagome sabía que, de las tres, Ayumi sería la más fácil de convencer. Eri y Yuka eran demasiado analíticas para eliminar su creencia de que necesitaban pruebas concretas para apoyar una afirmación. Suspiró.

—Vais a llamarme loca, pero puedo deciros que la historia es muy real. —No les dio oportunidad de responder antes de meterse de lleno en la historia que había empezado hacía casi tres años. Cómo la mujer ciempiés la metió en el pozo devorahuesos, cómo la abordaron los aldeanos y cómo liberó a Inuyasha del Goshinboku. Les habló de la esfera de los cuatro espíritus, haciendo una pausa para enseñar la cicatriz de donde se la habían arrancado de un costado y cómo la había hecho accidentalmente pedazos por todo el Japón feudal. Les habló de Shippo, Miroku, Sango y Kirara (de cómo los había conocido durante sus viajes) y cómo Naraku había afectado a las vidas de todos ellos. Les contó por qué Inuyasha había estado clavado al Goshinboku durante cincuenta años, les habló de Kikyo y de cómo la habían revivido. Kagome no se contuvo mientras explicaba que todos sus días «enferma» en realidad eran tapaderas para sus viajes cinco siglos al pasado para evitar que un ser malvado se apoderara de prácticamente todo. Escogió omitir la parte de hacía cuatro meses, cuando Inuyasha se había dividido, ya que no era necesaria para la historia en general. Eso llegaría pronto.

Sus amigas habían estado calladas todo el tiempo y, por las expresiones de sus rostros, Kagome no estaba segura de si creían completamente lo que les había dicho. Incluso Ayumi parecía estar teniendo problemas para digerir la historia de un pozo mágico.

—Vale —comenzó Kagome, gesticulando hacia la pagoda del pozo—. Sé que es inverosímil, y sí, definitivamente suena a locura, pero venid conmigo. Puedo demostrar que es real.

Cuando llegaron a la pagoda del pozo, Kagome no se paró a observar sus expresiones mientras bajaba las escaleras y esperaba junto al pozo. Eri, Yuka y Ayumi la siguieron, mirando atentamente al pozo para ver si había algo que pudiera mostrar que era un portal. Para cada una de ellas, parecía un pozo antiguo normal que se había secado. La madera que enmarcaba el borde estaba cuidada, tal vez la habían reemplazado hacía no mucho tiempo, pero no había nada que respaldase las afirmaciones de Kagome.

Y entonces una luz violeta brillante llenó el fondo del pozo.

A su favor, no gritaron.

Cuando Inuyasha apareció en el fondo del pozo, sin embargo, la palabra «¡TÚ!» resonó en la pagoda con un tono tan agudo que incluso Kagome se tapó los oídos.

—¡Eh! ¡Qué pasa con esos gritos!

—¡Tú eres el novio de Kagome! —exclamó Yuka, atando cabos—. ¡Eres un youkai!

Inuyasha saltó sobre el borde del pozo y salió de él.

—Hanyou —corrigió, frotándose las orejas—. Y medio humano también.

—¿Por eso tenías puesto aquel pañuelo cuando te conocimos aquella vez? ¿Para esconder tus orejas? —preguntó Eri.

—Sí. —Entrecerró los ojos, casi esperando que una de las chicas se estirase hacia él—. Y sí, son de verdad. No, no vais a tocarlas.

Ayumi salió de detrás de Yuka, que había retrocedido contra ella cuando había empezado el espectáculo de luces.

—¿Te lo dicen mucho?

Kagome se estiró y le frotó suavemente una oreja.

—Simplemente son delicadas —explicó cuando quedó claro que Inuyasha no iba a hacerlo—. La gente las ve y se piensa que es cosa de su imaginación, así que tiran de ellas sin pensar que son muy reales. —Se puso de puntillas, dándole un ligero beso en la mejilla—. Entonces ¿ahora me creéis? El pozo es un portal, como he dicho. Al igual que el resto de la historia.

Inuyasha bajó la mirada hacia Kagome.

—¿Se lo has contado todo? Entonces ¿saben que estamos casados?

—¡¿ESTÁIS CASADOS?! —chillaron las tres.

—Estaba esperando a que llegases para contárselo… —masculló Kagome. Se giró hacia sus amigas e intentó componer una expresión de valentía, pero el bombardeo de preguntas ya le estaba haciendo sentir culpable.

—¿CUÁNDO PASÓ?

—¿POR QUÉ NO NOS LO DIJISTE ANTES?

—¿HUBO BODA?

—¿CÓMO PUDISTE NO CONTÁRNOSLO, KAGOME? ¡ESTO ES IMPORTANTE!

—Chicas —Sostuvo las manos en alto, intentando detener sus preguntas—, sí, estamos casados. O unidos por nuestras almas, según las tradiciones de los inuyoukai, en cualquier caso. No ha habido boda… aún. Por eso quería contaros la verdad. Quiero que vengáis a la boda.


Nota de la traductora: Como visteis en Facebook, ganó la opción de empezar a publicar la historia traducida aunque estuviera sin acabar por la autora. Para quienes no me seguís en la página, la idea es publicar los lunes hasta terminar con los capítulos que hay hasta el momento (que son cuatro) y luego empezar con el conjunto de historias que forma el otro fic del que os hablé.

Cuando la autora vuelva a actualizar, intentaré traer las traducciones lo más rápido posible para que no tengáis que esperar mucho.

La imagen de la portada la ha dibujado la autora (clearwillow en Tumblr) y me ha dejado usarla, así que todos los créditos para ella.

¡Espero que sigáis apoyando esta saga y que me contéis qué os parece!

¡Hasta la próxima!