He robado una de las naves del hangar del Supremacy y fijé las coordenadas casi sin mirar. No lo he pensado bien, en mi mente sólo hay ahora espacio para un grito agudo y punzante.

«Aléjate de él todo lo que puedas.»

No estoy orgullosa de mí misma, pero es lo único que pude hacer. Quedarme significaría lastimarlo y lo amo demasiado como para causarle más dolor del que ya le he provocado al partir. Pero él no me lo ha impedido, tal vez porque sabe que permanecer juntos en estas circunstancias sólo nos traerá odio y resentimiento.

Lo hice para protegerme, lo hice como he hecho todo hasta ahora. Lo hice para sobrevivir.

Aunque me pregunto de qué sirve vivir así, si al menos tuve la oportunidad de una felicidad a medias, luego de haber probado el sabor del amor correspondido, aún después de sentirme parte de algo más.

De alguien más.

¿Por qué me arrojo nuevamente a los brazos de la desesperación y de la soledad, si él me ofrecía todo lo que alguna vez pude soñar? ¿Por qué escapar de un arreglo tan conveniente para todos, aún sabiendo que me traicionaba a mí misma además de traicionarlo a él? ¿Por qué seguir al corazón es tan difícil cuando el alma me guía por otro camino?

No puedo culparlo a él por esconder algo tan grave, no puedo culparme a mí misma por ser tan crédula. No puedo culpar a nadie más sino a la Fuerza. Ella nos reunió, nos prometió paz cuando somos como el día y la noche, nos mostró lo que queríamos ver, aquello que necesitábamos.

Pero todo fue una ilusión. Y lo peor de todo es que no puedo dejar de pensar en él.

¿Por qué, a pesar de todo, siento que nuestro vínculo no se romperá jamás aunque intente olvidarlo?

Por mi bien, debo hacerlo. Debo seguir adelante. Crear un sustituto de la vida que tenía antes de conocerlo. Comenzar de nuevo en otro lugar, hasta que volvamos a reunirnos, tal vez en otra vida.

Pero. ¿Hacia dónde voy? Realmente no me importa, no puedo ocuparme de eso ahora.

Me resisto al impulso de darle alguna explicación, creo que todo fue dicho entre nosotros. Pero el vínculo entre nosotros es tan agudo que si volviera a verlo o a escuchar su voz, no lo pensaría dos veces y correría de regreso hacia él.

Pero esta vez no lo haré. Será por el bien de los dos.

Me cerraré a la Fuerza, no sé cómo, pero lo haré. Mi tiempo con él ha sido suficiente como para aprender que él escondía cosas y lo tuve que aprender de la peor manera. Entonces si él puede, yo también porque somos iguales.

Dos almas que son una.

A medida que lo intento, escucho su voz llamándome pero hago acopio de todas mis fuerzas para ignorarlo. Siento su desesperación, es un reflejo de la mía.

No me dejes, Rey

«No puedo quedarme. No puedo quedarme.»

Es lo que mi mente repite una y otra vez mientras su angustia se mezcla con el sonido de las alarmas de la nave, devolviéndome a la realidad. He desconectado los rastreadores, aunque él prometió no perseguirme. Él espera que yo me arrepienta y regrese a él por voluntad propia.

Pero eso no sucederá. No mientras las cosas no cambien. No mientras una guerra nos separe.

Las alarmas me indican que algo no funciona bien y esta vez no estoy segura de poder resolverlo. El daño parece ser crítico. Una advertencia que me obliga a improvisar para mantener el curso y la vida. La nave es pequeña, apenas tiene sitio para un copiloto y no hay manera de que sobreviva en el espacio sin soportes vitales.

Pero es el instinto el que me guía porque mi alma quedó en el Supremacy junto a Ben. Es mi cuerpo el que se mueve bruscamente, es la Fuerza que me envuelve como si fuera un capullo, es la parte de mí que me sostiene a pesar del dolor.

Me dejo llevar por esas sensaciones como en una pesadilla, porque todo gira rápidamente a mi alrededor en imágenes confusas que no alcanzo a distinguir y me muevo lentamente, presa de alguna fiebre, un malestar que aturde mis sentidos como si me costara respirar.

En estos últimos instantes de conciencia veo un punto en la inmensidad del espacio que se hace cada vez más grande, el planeta que la Fuerza ha elegido como mi destino. Un lugar en el que nunca estuve antes y del cual no sé que esperar. Desde aquí parece sereno, suspendido entre el vacío del espacio, ajeno a mis tribulaciones, ajeno a la violencia de mi situación.

Hacia allí voy. Ese lugar me espera.

«Si es que logro sobrevivir.»

Escucho que la compuerta de la cabina se abre con violencia y el impacto con el aire helado de la atmósfera me obliga a cerrar los ojos de nuevo. El pulso golpea ferozmente a los lados de mi cabeza causándome una agonía inmensa, siento que todo puede estallar en cualquier momento.

Y cuando pensé que ya no podría resistir más, en el punto límite en el que cada bocanada de aire podía ser la última, todo se detuvo, todo se volvió oscuro.

El último pensamiento fue para él.

...

No tengo forma de saber cuánto tiempo pasó, ahora estoy despierta. Lentamente recupero el control sobre mi cuerpo y siento un dolor lacerante en una pierna, como si estuviera quebrada. Aunque teniendo en cuenta los sucesos que acabo de vivir, es un daño menor. Del estado de mi mente, en cambio, no puedo sacar conclusiones.

Intento enfocar la mirada pero siento que todo es borroso y estoy temblando sin control. El planeta que me ha recibido tiene un clima hostil, casi tan malo como el desierto, pero aquí no es el sol sino el viento helado lo que podría acabar conmigo. Frío y Oscuridad.

El fino material de mi ropa no es adecuado para este lugar y sus ráfagas gélidas, estoy de nuevo como al comienzo, con mi traje de carroñera, lo único que siempre me ha pertenecido.

Otro tipo de dolor me atraviesa al recordar en dónde podría estar ahora y con quién, rodeada de calidez, en vez de tener que hacerle frente a este lugar que una vez más me demuestra que para mí ya no es posible regresar porque nada será como antes.

Cómo echo de menos el calor, la arena. Nunca hubiera imaginado extrañar Jakku, pero así es. Tal vez es la fiebre, no estoy pensando con claridad. Pero ¿Qué más puedo hacer?

La nave, lo que queda de ella, me ha protegido de una muerte segura durante la caída. O fue la Fuerza. En mi delirio aún pienso que Ben me protege a través del enlace. Pero eso es imposible, me repito. Él ha quedado atrás para siempre y no tiene caso buscar explicaciones.

Lo que resta es continuar. ¿Hacia dónde?

Me arrastro fuera de la cabina como puedo, no hay manera en que salga de aquí caminando porque el ramalazo es tan fuerte que por momentos pierdo la conciencia de nuevo. Debo buscar ayuda, alguna señal de vida.

Pero no hay animales, no hay vegetación. Nada puede sobrevivir aquí. Hago un esfuerzo por recordar los mapas galácticos que Ben me enseñó, los lugares de la galaxia que quería mostrarme. Me refugio en memorias más felices y ya no siento tanto frío.

Podría quedarme aquí y esperar a que este horrible lugar acabe conmigo.

«No.»

Levántate Rey.

Es como si pudiera oírlo. Extiendo los dedos hacia él como esa vez, su rostro sereno y esperando por mí. Pero Ben no está aquí.

Por favor.

«Le has abandonado, ¿Recuerdas?»

La copiosa nieve ha ocultado el rastro de mi paso y la visibilidad es tan reducida que no puedo ver más allá de mis manos, todo es tan oscuro como un eterno crepúsculo. Es mejor así, no sé si estoy rodeada de amigos o enemigos. ¿Qué papel juega la Primera Orden aquí? ¿Me verán como una amenaza?

En este punto me doy ánimos pensando ese tipo de cosas que tal vez no pueda experimentar jamás. Moriré congelada en poco tiempo si no encuentro refugio.

Únete a mí.

«No hagas esto.»

A lo lejos veo luces, es todo tan extraño. Los recuerdos se mezclan con la realidad, siento que algo me impulsa a continuar porque sino nada de esto habrá valido la pena. En los intervalos en los que el viento deja de silbar en mis oídos escucho naves que aterrizan, gritos y órdenes. El lugar parece estar habitado después de todo, y en plena actividad.

Una luz fuerte me enceguece, una voz de mujer me pregunta quién soy y pide ayuda para cargarme pero no puedo contestar, el frío me ha inmovilizado los músculos y ningún sonido sale de mi garganta.

Un par de brazos me levanta como si yo no pesara nada y mi salvador comienza a andar lo más rápido que puede sobre la nieve. Otra mujer, más baja que la primera aparece y pide ayuda por un comunicador.

Cerca de desvanecerme otra vez, escucho sus respiraciones agitadas por el esfuerzo y una de las mujeres, no sé cuál, me tranquiliza con una palabras que ansío oír.

—Estarás a salvo ahora.

Una vez en Jakku, la tormenta que llamaban X'us R'iia me obligó a pasar tres días y medio encerrada en mi AT-AT, sin comida y sin agua. Una mala estrategia comercial con Unkar. El viento era tan fuerte que durante todo ese tiempo tuve miedo de que el techo colapsara dejando entrar la arena. El tiempo pasaba lentamente mientras esperaba, sin tener forma exacta de calcular cuántos días restaban, intentando no desesperar ni perder la esperanza.

Pensé en muchas cosas entonces, las cosas que haría al salir de allí, los tesoros y los peligros que la tormenta dejaría al descubierto. Pero nunca dudé, nunca dejé de creer que saldría de mi caminante en una pieza para seguir con mi vida. Tenía que hacerlo, había llegado lejos y con eso me bastaba para conservar la cordura. No estaba intentando ser valiente ¿Para qué? Estaba sola, nadie me rescataría y yo no lo esperaba.

Por momentos el sueño me vencía, un descanso incómodo e intermitente que no me traía paz. Los ruidos eran constantes e irritantes, pero no dejé que me alteraran. Estaba a salvo allí, en esas paredes metálicas.

Cuando todo acabó, no sentí gran diferencia. Todo volvía a la normalidad, los peligros y las perspectivas. Nada mágico había sucedido, para mí solamente significaba un día menos de trabajo y en peores condiciones. Sobrevivía una vez más. Nadie me esperaba fuera.

Los días que siguieron no fueron fáciles y no tengo en claro qué pasó realmente. Escuchaba voces y pasos suaves, fragmentos de conversaciones que no significaban nada para mí. En los intervalos en los que recuperaba el conocimiento, abría los ojos pero mis párpados pesaban y seguía siendo incapaz de pronunciar palabras.

Sabía que algo estaba a punto de pasar, pero no era fácil olvidar la situación que me había llevado hasta ese lugar. El rostro de Ben y sus últimas palabras no dejaban de atormentarme, creo que varias veces pronuncié su nombre aunque no creo que lo haya hecho en voz alta. El delirio fue disminuyendo de a poco, como si la batalla que estaba luchando en mi interior fuera más dolorosa que el daño causado por el frío y los golpes.

Al menos estaba en buenas manos, mi cuerpo se recuperaba en lo que supuse que era el ala médica de alguna estación o nave. Oí a veces la voz de la mujer de antes y otras que se me hacían ligeramente familiares. No podía usar a la Fuerza para curarme porque pensaba que eso podía delatar mi ubicación con Ben y no estaba segura de qué pensarían mis hospitalarios benefactores.

Lentamente empecé a distinguir formas sólidas y palabras claras, las dos mujeres que me habían encontrado discutían de espaldas a mí, pensando que yo aún dormía. Por alguna razón los monitores no señalaron la anomalía hasta unos minutos después, lo que me dio algo de ventaja.

—Deberíamos llevarla a D'Qar. La General sabrá qué hacer con ella.

La que hablaba era una joven con overol marrón y un cinturón de herramientas. Tenía el cabello oscuro y llevaba el cabello atado. La noté nerviosa mientras jugaba con algo que colgaba de su cuello, una cadena con un medallón.

—No lo sé, Rose. Los exploradores de Refnu encontraron la nave en la que ella llegó. Pertenecía a la Primera Orden. Leia aún no lo sabe pero no tardará mucho en enterarse.

La joven que se mostraba escéptica era ligeramente más alta que la que se llamaba Rose y por su aspecto supuse que era piloto porque usaba un chaleco con sistema de soporte vital y una gorra de aviador.

—¿Qué crees que va a pasar, Paige? La General no haría nada sin un interrogatorio y eso no sucederá hasta que ella despierte. Además no sabemos por qué está aquí, tal vez estaba escapando...

—O Bien podría ser una espía...

—No lo creo, los droides han comprobado que no lleva ninguna clase de dispositivo de comunicación. La nave tenía los rastreadores bloqueados y nadie la siguió hasta Refnu.

—Todo esto es muy extraño. ¿Has visto su ropa? Algo no encaja...

No podía ver sus caras desde mi posición en la camilla pero no tuve que esperar demasiado. La alarma del monitor pareció cobrar vida de repente y las dos giraron al mismo tiempo para fijarse en mí. Ambas eran muy parecidas, me arriesgué a adivinar que eran hermanas por el idéntico gesto de curiosidad en sus rostros.

Aún no tenía fuerzas como para huir y tampoco quería hacerlo. Noté que mi pierna derecha estaba cubierta por un parche de bacta desde la rodilla hasta el talón y me dolía bastante.

—¿Puedes hablar? —La chica que identifiqué como Rose se inclinó un poco sobre la camilla, al parecer no me temía—. Queremos ayudarte, pero debes decirnos quién eres.

Mi voz sonó áspera pero pude pronunciar mi nombre con extraña claridad.

—Rey.

Paige, La otra joven, se mostró un poco recelosa conmigo pero yo no podía culparla.

—Rey ¿Recuerdas algo de lo que sucedió antes de llegar aquí?

Asentí con la cabeza pero no pude revelar más nada. No me sentía lista para contarle a nadie lo que sabía, pero entendía que mi situación era delicada.

—Debo esconderme... ¡Por favor!

Rose se mordió los labios miró a Paige al mismo tiempo que ella lo hacía, como si intentara convencerla mentalmente de algo. La piloto puso los ojos en blanco y tomó la palabra.

—Escucha, Rey. Debemos seguir un protocolo pero estamos en medio de una misión. Confiaremos en ti, pero tienes que prometer a cambio que no escaparas hasta que te llevemos con la General Organa.

La mención de ese nombre arrojó una luz de esperanza sobre mí. No conocía a Leia pero sabía quién era y qué papel jugaba, ella sería la única capaz de comprender lo que sucedía, a ella podría confiarle mis temores y las cosas que sabía. Después de todo, era su madre.

—No tengo a dónde ir.

Y era cierto. No podía volver a Jakku tampoco y pretender que nada había pasado. Pero en mi mente comenzó a formarse una idea. Tal vez no todo estaba perdido. Rose puso una mano sobre mi hombro y en ese momento supe que realmente no tenía nada que temer. Aquello que estaba por suceder era una nueva oportunidad para vivir, aunque me dolía en el alma que mi fortuita decisión me alejara para siempre de Ben.

—La Resistencia será tu hogar ahora.

¡Muchas gracias por leer! La historia está en proceso de transcripción pero terminada en mi cabeza. Fue pensada para el evento de intercambio de Reylo Readers and Writers en Twitter y la consigna era tomar una película y hacerla Reylo. Elegí la versión de 2011 de Jane Eyre de Cary Fukunaga y el título del fic pertenece a un tema de la banda sonora.
No serán demasiados capítulos y la subiré al mismo tiempo en Ao3 en español e inglés.