De vuelta en mi habitación, me llevó poco tiempo darme cuenta de que Unkar me había dado más de lo que necesitaba. Recuperarme del impacto de la muerte del crolute, en cambio, me llevaría muchas noches de remordimiento.
Si algo me caracteriza es mi perseverancia. No suelo dejarme desanimar aún cuando todo parece perdido. Pensé que tal vez ese era un rasgo de mi madre, y con dolor me di cuenta de que nunca lo sabría a menos que encontrara un camino hacia esa otra misteriosa mujer que decía ser mi abuela. Me aferraba a esto, aún con mínimas esperanzas de que estuviera viva, si lo que había dicho Unkar resultaba ser verdad.
Lo primero que se me ocurrió fue buscar el planeta en los mapas de la Primera Orden. No me sorprendió que no existiera rastro del sistema Hyperkarn, pero había sitios clasificados a los que no podía acceder sin una clave del alto mando.
Lo segundo que hice fue preparar el escape. Podía tomar un traje de piloto, nadie me reconocería con un casco. También podía convencer con la Fuerza a cualquiera que quisiera interrumpirme de que no estaba desertando en realidad. Todo era cuestión de aprovechar una oportunidad, una distracción.
Ahora lo sé: fui demasiado optimista. Además, no podía irme. Cuando realmente me fui de ese lugar, fue solo porque Ben me dejó ir.
Pero todavía no llegamos a esa parte.
Lo tercero que tenía que hacer era convencerle de que me acompañara. Pero debí suponer que no iba a ser tan fácil. Él ni siquiera estaba en el Supremacy, me había asegurado de eso antes de visitar a Unkar.
Me dejé caer en mi cama, mi entusiasmo en descenso. Él era fundamental por varias razones. Tenía acceso a la información, tenía los permisos para ir y venir a su antojo, y además me lo había prometido. Ayudarme a encontrar a mi familia fue una de las razones por las que lo seguí, y no creo que él mintiera entonces. Pero no podía engañar a nadie, mucho menos a mi corazón, porque la verdadera razón era que quería sacarlo de ahí. Quería alejarle de la influencia de Snoke.
Fue entonces que algo se movió en mi pequeño escritorio, rodó sobre la superficie hasta caer al suelo con un sonido metálico. Ahora bien, el Supremacy era una nave colosal y nunca sentíamos las vibraciones de los saltos al hiperespacio. Mi instinto me alertó que alguien más estaba en mi habitación.
–¿Ben?
Estaba sentado frente a mí pero yo no lo había visto al entrar y la habitación era mínima, sólo contaba con los artefactos indispensables. A menos que se escondiera debajo de la cama o en el minúsculo baño, lo cual yo debería haber notado, no existía explicación lógica.
Sus ojos me miraron con sorpresa un instante y desaparecieron al siguiente. ¿Era mi imaginación? ¿Me estaba volviendo loca?
"La Fuerza"
Él empujó las palabras directo a mi cerebro, sin entrar en detalles. Era su voz pero, ¿de dónde venía?
Como una tonta, extendí una mano hacia el aire, justo en el lugar en el que él había estado. Pero no es que se hubiera vuelto invisible, simplemente ya no estaba. Esperé que volviera a suceder. No hubo ninguna otra misteriosa conexión ese día, ni el siguiente, ni el que vino después.
Pasaron varios días y yo seguía barajando posibilidades de escape que no me llevaban a ninguna parte. El paradero de Ben era un misterio, pero los rumores indicaban que había regresado a Jakku para completar su misión interrumpida. Ya no tenía dudas de que la captura de Unkar no era una mera casualidad.
Entonces, cuando pensé que me iba a volver loca de tanto esperar, volví a sentir esa perturbación en la Fuerza, un sonido que aumentaba de volumen dentro de mi cabeza hasta convertirse en un grito sordo.
–¿Puedes verme?
Yo estaba reparando un droide ratón sólo por diversión, en pleno pasillo de la nave. Afortunadamente no era uno de los más concurridos. Giré la cabeza, guiada por el sonido de su voz que parecía venir de ningún lugar. Lentamente, su imagen volvió a materializarse frente a mí como esas luces extrañas que yo veía en el desierto algunas noches. Pero no se trataba del reflejo de la luz de la luna en algún escombro en el desierto, esto era algo diferente y desconcertante.
Aunque duró apenas un poco más que el contacto anterior, volvió a perderse antes de que pudiera formular otra palabra. Sólo pude ver su silueta, nada más.
–No deberías estar aquí.
Tan ensimismada estaba, que me sobresaltó la presencia real del General Hux a mis espaldas. De alguna forma había terminado en la puerta de la habitación de Ben, marcado los códigos de acceso y entrado. El problema era que no recordaba haber hecho todo eso. De todas formas, él tampoco estaba allí.
El General me miraba con el ceño fruncido. Traía un datapad en la mano, como de costumbre, y un par de oficiales de rango inferior le seguían. Todos parecían muy concentrados en sus propios dispositivos, anotando cosas aquí y allá. ¿Se preparaban para un ataque?
Balbuceando una disculpa, empecé a retirarme, pero Hux hizo un chasquido e inclinó la cabeza a un costado, como si me tuviera lástima.
—El Líder Supremo ha dado la orden de transferirte a Varnak. Desea que partas lo antes posible para más instrucciones.
—¿Puedo saber qué sucede? —¿Había descubierto mis planes? Si fuera así, ya me habrían esposado como mínimo.
Los dos pares de ojos de los oficiales me miraron al unísono con desconcierto. Hux me miró con sorpresa, casi divertido, dejando pasar mi pequeño acto de insubordinación.
–Ren lo ha pedido esta mañana al regresar de su misión. Parece que finalmente decidió que debe librarse de ti y ha transferido tu custodia a alguien más.
–¿Por qué?
No me importaba mi suerte, buscaría la manera de lograr mis planes. Lo que me lastimaba era que él se deshiciera de mí sin tener el valor de decírmelo en persona, como si fuera un juguete viejo y dañado.
Armitage despachó a su séquito con un gesto de la cabeza y sólo cuando estuvimos a solas, colocó una mano en mi hombro y dijo amablemente unas palabras antes de dejarme a solas en el pasillo.
–Lamento no poder ayudar más. Tendría que haberte advertido que Ren no es la clase de persona en la que puedes confiar.
Conocía bastante al General como para saber que sus disculpas eran sinceras, quizás yo era una de las poquísimas personas que lo respetaban sin desearle lo peor a sus espaldas. Pero esa chispa de amabilidad no me serviría de nada ante la perspectiva de separarme de Ben.
¿Sería esto por culpa de esa mujer?
El rostro perfecto de Voe se materializó en mi cabeza con una sonrisa malvada. Imaginé que Ben prefería pasar tiempo con ella en vez de perderlo entrenándome, aunque todos esas voces nefastas se me hacían ajenas. Era como si alguien estuviera inyectando esos pensamientos oscuros en mi mente, los celos, la inseguridad. Me sentía muy sola, como si mis padres hubieran vuelto a dejarme en Jakku.
Hice un esfuerzo por desecharlos y me concentré en mi plan inicial de escapar. Pero primero tenía que averiguar qué quería Snoke. Sin embargo, no era el Líder Supremo quien me esperaba en la Sala del Trono.
El sitio estaba en penumbra y aunque no podía verlos, sabía que los guardias pretorianos no estaban acechando desde las sombras. Sencillamente no había nadie allí, excepto por la única figura de pie frente al trono. Estaba de espaldas, pero yo lo reconocería en cualquier lugar de la galaxia por la forma en que la Fuerza vibraba alrededor de él. Se dio la vuelta lentamente, no me miró enseguida. Quizás quería convencerse de que yo no era una alucinación de la Fuerza.
–¿Estás realmente ahí o es otra de tus bromas? –Avancé hasta él dando zancadas, irritándome más y más a cada paso. Imaginé que estaba escondiéndose de mí, pero no entendía el motivo– ¿Por qué quieres deshacerte de mí?
–Tenemos que hablar.
Su tono era grave, pero sentía cierto alivio emanar de él. Como si después de darle vueltas y vueltas a un asunto, finalmente hubiera tomado una decisión. Me tranquilicé un poco, volviendo a ser yo misma. Ardía en deseos de compartir mis descubrimientos con él, pero no tendría oportunidad de hacerlo todavía.
–¿Dónde está Snoke? –No era que me importase, pero quería entender el juego en el que él me había metido.
–No lo necesitamos –él hizo un gesto con las manos como si se tratara de algo insignificante.
–¿Está...?
–Muerto. No –hizo una mueca con la boca que parecía más una sonrisa triste–. Tranquila, él no puede oirnos. Me ocupé de eso personalmente.
–¿Qué has hecho Ben?
Recordé la intensidad con la que la voz de Snoke había infectado mis emociones con Unkar y temí que le hubiera pasado lo mismo a Ben. Temí que hubiera sido forzado a hacer algo que irremediablemente le hundiría y le alejaría de su salvación. Aunque en este punto a mi no me importaba nada de eso porque lo conocía bien y lo amaba con su luz y sus sombras. Claro que no sabía entonces hasta dónde se proyectaban estas ni que tan profundo podían doler.
Caminó hasta mí dando grandes zancadas, con una sonrisa extraña que aumentó mis sospechas.
–Descubrí algo que él no sabe. Hay una persona igual a mí, tal vez más poderosa que yo en la Fuerza. Y ella ha decidido enlazar nuestros destinos de una manera real y concreta. Juntos podríamos ser invencibles.
Sus ojos brillaban tanto que no pude evitar que mi corazón se acelerara. Nunca le había visto tan emocionado. Sentí que el hecho de haber descubierto una pista hasta mi familia era insignificante al lado de lo que él decía.
–Las diadas de la Fuerza –siguió, aceptando mi silencio– son vínculos muy raros. Solo aparecen cada cientos de años. ¡Es un poder más fuerte que la vida misma! –miró hacia ambos lados antes de continuar, bajando la voz–. El vínculo que ella y yo formamos..
–¿Ella?
Ben me miró unos segundos sin comprender mi pregunta, luego sonrió y continuó como si nada.
–Estoy muy agradecido por la voluntad de la Fuerza. Así es.. Ella es testaruda, pero también es la mujer más bella que conozco...
No podía soportar otra lista de los atributos de Voe, ya tenía suficiente tortura con mi propia mente, comparándonos día y noche, así que volví a interrumpirle.
–¿Qué tiene eso que ver conmigo?
–Mi querida e inocente Rey, ¿es que no lo entiendes? ¡Tiene todo que ver contigo! Snoke no sabe nada de esto. Si se enterara, bueno... la volvería en mi contra. Lo sé muy bien.
De nuevo, sus emociones volvían a ser sombrías, aunque sus verdaderos motivos escapaban a mi comprensión. Yo sentía que mis celos por Voe aumentaban, pero era más fuerte el deseo de ayudarle, de serle útil de alguna manera.
–Sabes que yo no sería capaz de traicionarte.
Yo lo decía en serio, a pesar de que estaba ocultando cosas, como mi inminente escape para buscar los retazos de mi historia familiar.
–Lo sé.
"Confío en ti. Con mi vida."
Escuché su voz en mi mente como esa vez durante la tormenta de arena. Él no era capaz de decir todo eso en voz alta, lo decía con sus ojos y con ayuda de la Fuerza. Lo decía con su mano buscando la mía, la palma abierta hacia mí, esperando una respuesta.
Pero por alguna razón, eso no era suficiente para mí.
–Bien –dije con la voz temblorosa, bajando la mirada hasta su mano para que él no me viera a punto de llorar–. Espero que tú y ella sean muy felices. Me voy.
Me miró, confundido, retrocediendo un poco. Parecía estar batallando con muchas emociones, dolor y miedo, pero también un gran enojo. Sus ojos ahora ardían y su mano se cerró en un puño.
–¿Es por Snoke? Él no puede obligarte, no dejaré que lo haga.
–Exacto, puedo hacer lo que quiera ¿verdad? Y lo que voy a hacer es largarme de aquí. Además, ¿no acabas de pedir mi traslado?
–Eso fue una distracción, sabes que no quiero que te escapes.
–Dijiste que no era prisionera aquí.
Se mordió los labios y evitó mirarme. Giró sobre sus pasos pero no me dio la espalda completamente.
–¿Volverás a Jakku?
–A donde sea menos aquí.
–Entonces estás decidida a marcharte.
Hablábamos en un tono tan bajo que bien podrían haber sido susurros. Yo sentía que mi corazón era una piedra, que estaba sola, como lo había estado siempre. Mi angustia se transformó en furia y no me molesté en ocultarlo. La emociones contenidas de los últimos días salieron a flote como un huracán.
–¿Y qué se supone que debo hacer? Quedarme y ver cómo unes tu vida a la suya?
–Eso es precisamente lo que quiero que hagas.
Ahogué una exclamación. Él parecía divertirse con mi miseria.
–¿Te parece gracioso?¿Crees que soy una máquina sin sentimientos? ¿Que puedo soportar ver cómo tú y esa mujer...? ¡No sé qué clase de rituales tienes en mente! pero, créeme, no quiero verlos.
–Rey... espera. ¿De quién crees que estoy hablando? Siempre supiste que esto iba a suceder. No tengas miedo.
–¿Miedo? Lo último que siento ahora es miedo y lo que más quisiera es golpear tu presumido rostro...!
Ahora sí, tuvo la indecencia de sonreír abiertamente mientras intentaba poner sus manos en mis hombros. Yo quería irme, negar que esta conversación hubiera existido. Pero Ben no me lo iba a permitir.
–Lo supiste desde el día en que nos conocimos. Sabías que eras especial. Sabías que tu destino era estar a mi lado. Es a ti a quien quiero, Rey. A nadie más.
–¿Qué?
Me rodeó con fuerza entre sus brazos y yo dejé de luchar. Sentía lágrimas en mis mejillas, mis ojos ardían también. Pero envuelta en su calidez y su fortaleza, sentí por primera vez que estaba en el lugar correcto.
—Tengo un sentimiento extraño acerca de ti, –murmuró en mi oído en voz suave– como si tuviera una cuerda debajo de mis costillas izquierdas, atada firmemente a una cuerda similar en ti... Y si te fueras, me temo que esa unión se cortaría. Y pienso que me haría sangrar por dentro. Y tú... seguramente me olvidarías.
"¿Cómo podría olvidarte?"
Él había cambiado mi vida para siempre. Estaba lejos de ser perfecto pero yo había aprendido a amarlo y conocerlo en todos sus momentos. Me había convencido de ello. Sigo amándolo hoy, a pesar de todo.
—Te ofrezco mi mano, mi corazón. Quiero que te unas a mí. Podemos dejar morir todo esto... Traer nuevo orden a la galaxia.
—Snoke no lo permitiría... —Estábamos en sus dominios, podría entrar en cualquier momento por esas enormes puertas y acabar con nuestro pequeño acto de rebeldía. Recordé las heridas que le había causado la última vez y pasé un dedo por la cicatriz de su rostro, que iba desde la ceja derecha hasta su mejilla.
—Acabaremos con él —se apartó un poco para quitar mis lágrimas con sus dedos. El roce del cuero sobre mi piel me hizo estremecer— ¿Sabes qué son esas anomalías en la Fuerza? Es una forma de demostrar que somos invencibles. Juntos.
Eran esas extrañas conexiones, enlaces que la Fuerza había establecido entre nosotros por alguna razón. Más tarde me explicó que nuestra cercanía lo había potenciado, que a medida que yo aprendía a controlar mi poder, él se hacía fuerte también.
–¿Lo harás? ¿Te quedarás a mi lado?
La primera vez que nuestros labios se tocaron fue como si el suelo temblara. No me importaba si el mismo Snoke aparecía y nos arrojaba por el aire como marionetas sin gracia. Mis brazos encontraron el camino hasta su cuello y finalmente pude sentir la textura de su cabello entre mis dedos, tan magnífica como había imaginado. Ben sujetó mi rostro con delicadeza y firmeza, su boca guiando la mía en una danza frenética aunque dulce. Yo sabía que ninguno de los dos había besado a alguien antes, tal vez por eso el acto fue tan solemne e íntimo, tan especial. Nos separamos casi sin aliento, sonriendo, felices de habernos encontrado, creyéndonos capaces de enfrentar cualquier adversidad juntos. Ignorando el peligro que nos rodeaba, las verdades a medias y la sombra de la traición.
Ni las dudas que había sembrado Unkar, ni las advertencias de Hux sobre el carácter de Ben, ni siquiera mis propias sensaciones contradictorias podrían haberme obligado a declinar su propuesta.
Ahora pienso que debería haberle hecho caso a todo aquello, pero no puedo cambiar las consecuencias de mis actos.
