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Asami había sido un prodigo desde que podía recordarlo. Había sido la mejor en cada cosa que había intentado. Daba lo mismo si eran matemáticas, construir un Satomóbil con los ojos cerrados o pelear en combate con cualquier maestro. Siempre había superado las expectativas, y, sin embargo, era la primera vez que veía a su padre verdaderamente orgulloso de ella.
Amón había escuchado atento mientras Hiroshi le describía a detalle todas las mejoras que habían implementado, y ella había observado sin inmutarse cuando habían electrocutado a un hombre sólo para probar la potencia de los nuevos guantes.
- Debo reconocer que tenía mis dudas – dijo Amón dirigiéndose a ella por primera vez- me alegra que hayas entrado en razón, señorita Sato.
- Debemos comenzar a trabajar en los planos de los aviones de inmediato – dijo Hiroshi – una vez que tomemos Ciudad República, serán la forma más rápida de llegar al resto de las naciones, y con las mejoras que propuso Asami, podremos hacer que lleguen a Ba Sing Se con un solo tanque de combustible – dijo tomándola del brazo para llevarla con él.
- Esperaba poder hablar con Amón un momento, papá, creo que tengo información que podría servirle para capturar al Ávatar.
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Por toda la ciudad, lo único que se podían ver eran igualitarios, y todos se dirigían a la plaza frente al Salón del Concejo. Había banderas con el rostro de Amón en todas partes. Korra y Mako intentarían, por última vez, desenmascarar a Amón. Si el maestro-sangre intentaba usar sus poderes, Korra trataría de inmovilizarlo con los suyos. Bolín y una docena de los hombres de Iza los seguían de cerca como apoyo.
Mientras caminaban en medio de los miles y miles de igualitarios, Korra sintió mucho miedo. Eran más que la última vez. Incluso si lograba derrotar a Amón, ¿cómo iba a escapar de esa multitud?
- Sígueme – le dijo Mako tomándola de la mano – conozco una forma de acercarnos.
Salieron de la plaza y recorrieron los edificios hasta llegar al más cercano a donde estaba el templete. Todo el lugar, incluyendo las terrazas estaban abarrotadas por simpatizantes vitoreando a Amón. Debían ser decenas de miles las personas reunidas allí.
- Sé que estás nerviosa – dijo Mako, tomando su mano – pero todo va a salir bien.
- Gracias por acompañarme.
- Me sorprende que tu guardián lo haya permitido, pero en verdad lo agradezco. Verte partir al peligro sin poder acompañarte cada vez es más difícil…
El sonido de varias explosiones los interrumpió, en ese momento Amón apareció en el escenario. Korra pudo reconocer a Tarrlok, incluso con la máscara; también estaban el teniente y otro sujeto.
- Ha sido un largo camino el que nos ha traído aquí – dijo Amón, esa voz, sin duda, llenaría las pesadillas de Korra por muchos años – comenzamos como un movimiento en las calles de Ciudad República, y nos hemos extendido hasta los confines de la Tierra. - La multitud comenzó a vitorear. – Nuestra lucha se ha extendido, y en estos momentos nuestros hermanos están peleando por la igualdad. En Caldera, Omashu y Ciudad República ya ondean nuestras banderas, y por la mañana también ondearán en Ba Sing Se, Gaoling, y las Tribus Agua del Norte y del Sur. – Los gritos de la multitud hicieron que todo a su alrededor retumbara.- Esta noche, en esta asamblea, daremos un paso definitivo, porque llamaremos a cuentas a los principales opresores de las cuatro naciones.
El piso del templete se abrió y emergieron cuatro figuras que Korra reconoció de inmediato. Por la forma en la que estaban atados y amordazados, ninguno de ellos debía tener ya sus poderes.
- A diferencia de los maestros, nosotros somos personas justas – continuó Amón – le envíe una carta al Ávatar, dándole la oportunidad de dar la cara por los suyos, y cómo pueden ver, no obtuve respuesta.
Korra estuvo a punto de abalanzarse sobre Amón, pero Mako la detuvo, sujetando su brazo.
- Hermanos igualitarios, durante toda nuestra vida hemos sido víctimas del abuso de los maestros, pero esta noche, todo eso termina. Díganme ahora, ¿cuál es un buen castigo para los principales opresores de nuestros hermanos?, ¿perder su control es suficiente castigo?, ¿o deben pagar por todos los años de injusticias con su vida?
La multitud comenzó a pedir la ejecución de los líderes de las naciones con voces estridentes.
- ¿Cómo pueden pedir algo así? – preguntó Korra incrédula.
- La mayoría no lo piensa – dijo Mako – sólo se están dejando llevar por la multitud.
- En nuestra revolución, ustedes tienen la última palabra – dijo Amón.
El escenario se iluminó y apareció una plataforma que rodeo a los prisioneros con anillos de metal, si querían salvarlos, tenían que darse prisa.
- Sólo tendrás un segundo para tomar la ventaja frente a Amón – dijo Mako – yo me encargaré de liberar a los líderes.
- Mako… yo no… - pero ya no había tiempo para dudar.
- ¡Ahora! – gritó, y en ese momento se abalanzaron sobre el templete.
Aunque la esperaba, Korra pudo ver la sorpresa en los ojos de Amón, incluso, a través de la máscara. En el segundo que estuvo frente a él, sintió mucho miedo, y pensó en someterlo a su sangre control, pero al ver a la multitud entendió la trampa de Elké. El Ávatar, no podía hacer sangre-control, porque eso significaba darle a razón a Amón, y derrotarlo no significaría nada.
- Pensé que no tendrías el valor, Avatar Korra.
- No podía dejar que los siguieras engañando, Amón. ¡Eres un maestro-sangre, eres el hijo de Yakón y el hermano de Tarrlok! – gritó lo suficientemente fuerte como para que quienes estaban más cerca pudieran escucharla.
- Repetir una mentira no la convierte en una verdad, Ávatar. Estás desesperada por conservar tu control, pero la era del Ávatar ya se terminó, la prueba es el don que me han otorgado los espíritus…
- Yo no me fiaría de un espíritu oscuro como Elké – dijo Korra – él le otorga su don a cualquiera que se lo pida.
Fue la primera vez que Korra vio miedo en los ojos de Amón.
- ¿Qué esperas Ávatar?, ¿por qué no terminas con esto de una vez? Tal vez no tengas otra oportunidad - Cuando vio la duda en los ojos de Korra, Amón comenzó a reír – sigues siendo débil.
- ¿No lo entiendes? No hay elegidos para un espíritu del caos, sólo instrumentos.
- Entonces no eres una amenaza – dijo Amón dejando a Korra de lado, luego se dirigió a la multitud – hermanos igualitarios, yo me encargaré del Ávatar, ustedes deben reducir la ciudad a cenizas, porque con esas cenizas construiremos nuestra Nueva Nación, en la que no habrá cabida para los maestros, sólo para la igualdad.
En ese momento se desató el caos. Comenzaron a ocurrir explosiones en varios puntos de la ciudad, y parte de la multitud comenzó a dispersarse por el miedo. El teniente se abalanzó sobre Korra, que apenas pudo esquivarlo. Mako trataba de combatir a Tarrlok, durante la pelea, una de sus llamas lo alcanzó, prendiendo fuego a su máscara y obligándolo a quitársela.
Aunque estaban ocurriendo muchas cosas alrededor, algunos de los asistentes pudieron identificar a Tarrlok, viendo que el riesgo de ser descubierto era muy alto, y que no podía usar su control frente a la multitud, porque la última vez había sido muy difícil acallar los rumores, Amón hizo una señal y una nave se acercó. Korra logró sacar de combate temporalmente al teniente y se apresuró para detener a Amón. En ese momento, el otro de los guardias de Amón le lanzó un rayo al Ávatar, pero Mako apareció frente a ella y lo desvió.
Se escuchó el sonido de incredulidad de la multitud al observar el ataque. Los rumores de que Tarrlok estaba con Amón y que uno de sus guardias era un maestro-fuego, comenzaron a extenderse por toda la asamblea. Algunos de los asistentes rumoraban que lo que el Ávatar había dicho la verdad.
- Vivirás otro día, Ávatar, pero tienes mi palabra de que será el último – dijo Amón mientras subía a la nave.
Justo antes de que la nave se marchara, Korra levantó una plataforma de tierra y se impulsó con llamas para darle alcance.
- ¡Amón, esto no ha terminado! – gritó mientras iba tras él.
- ¡Korra, detente! – la llamó Mako, que apenas pudo seguirla, impulsándose también.
Cuando entró a la cabina se encontró con Amón estaba amenazando al maestro de su guardia que le había lanzado el rayo.
- … lo siento, fue un error, sólo pensé que podía terminar con el Ávatar – Mako reconoció al maestro-fuego, pero no sintió ninguna satisfacción con lo que ocurrió a continuación.
Amón extendió la mano, el hombre lanzó un grito aterrador antes de caer muerto en el piso de la nave.
- Debiste escapar cuando tuviste oportunidad, Ávatar – dijo Amón.
Korra, estaba suspendida, tratando de ahogar un grito de dolor, Mako se abalanzó para tratar de ayudarla pero también fue inmovilizado.
- Después de esta noche, ya no importa si el mundo observa – dijo Amón extendiendo su mano. Korra sintió de inmediato un dolor excruciante, Mako trataba desesperadamente de formar rayos para ayudarla, pero comenzaba a perder la conciencia, todo estaba a punto de terminar cuando se escuchó una explosión. Todos los ocupantes fueron lanzados contra las paredes y luego comenzaron a caer al vacío. Habían hecho explotar las turbinas.
Korra apenas comenzaba a recuperar la conciencia cuando escuchó el grito de Mako que la llamaba mientras era expulsada de la nave.
El maestro-fuego saltó tratando de alcanzarla, luego de tomarla de la mano se impulsó con ráfagas de fuego hacia uno de los aviones que atacaban la ciudad. Cuando estuvieron sobre él, Mako golpeó al piloto y tomó el control, mientras Korra trataba de sujetarse.
- No lo puedo controlar, sólo dirigirlo a la bahía. Salta cuando estemos sobre el agua – dijo Mako.
Cuando estuvieron cerca del agua saltaron y observaron al avión estrellarse y explotar a menos de 100 metros, Korra tuvo que levantar una pared de hielo para protegerlos de los restos del avión proyectados. Cuando iban a nadar a la playa vieron decenas de meca-tanques aproximarse y, en cambio, se dirigieron al otro extremo, hacia las bodegas donde habían buscado refugio semanas antes.
- Esto está mal – dijo Korra observando a lo lejos el caos en la ciudad, que literalmente estaba en llamas.
- Korra, tenemos que irnos de aquí – dijo Mako – no estarás a salvo hasta que volvamos al campamento de la Nación del Fuego.
- Eso no será posible – dijo una voz que los hizo estremecerse. De entre las sombras surgió Hiroshi Sato con una docena de igualitarios – tenías razón Asami, nos dijiste exactamente dónde encontrarlos. La persona a la derecha de Hiroshi se quitó la máscara, y ni Mako ni Korra podían creer lo que veían.
- Asami – dijo Korra incrédula.
- Amón estará feliz de saber que estarás presente en el último rally, Ávatar – dijo Hiroshi extendiendo su guante para electrocutarlos.
- Espera, papá – dijo Asami – Amón dijo que el privilegio sería mío.
- Asami, no… - pidió Mako. Pero Asami no los escuchó, y lo último que vieron antes de perder la conciencia, fue el guante de electricidad iluminarse.
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Cuando Korra recuperó la conciencia estaba atada, y en el interior de la caja de un vehículo.
- ¿Cómo te sientes? – escuchó la voz de Mako, pero no podía verlo. Tenía vendados los ojos.
- No lo sé – dijo Korra confundida - ¿dónde estamos?
- Por el cambio de temperatura, creo que nos dirigimos a las montañas. No puedo creer que Asami haya hecho algo así.
- Yo tampoco – dijo Korra tratando de zafarse de los grilletes. Eran de platino, pero había algo…
- Pensé que podía confiar en ella, pero después de todo resultó igual que su padre, no puedo creer que nos haya traicionado.
- Yo tampoco – repitió Korra tratando de concentrarse en los grilletes, podía sentirlos vibrar, igual que al resto de la celda – había algo diferente en la descarga, apenas recuerdo el dolor y estoy segura que apenas han pasado minutos, la última vez tardamos muchas horas en despertar.
- ¿Qué estás tratando de decir?
- No creo que Asami nos haya traicionado.
- Acabas de verla junto a su padre, ¡acaba de electrocutarnos!
- Alehk dijo que confiara en ella, y… ¡lo sabía! – dijo liberándose de los grilletes.
- Pensé que no se podía controlar el platino.
- Esto no es sólo platino – dijo Korra antes de volar la puerta del vehículo.
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Los gritos podían escucharse desde la entrada del campamento. La ciudad estaba en llamas, y aun así Amón estaba furioso.
- Espero que tengan buenas noticias – dijo con un tono amenazador.
- En estos momentos, el Ávatar está siendo trasladada a la prisión de la isla, con las modificaciones que hicimos no hay forma en que pueda salir de ahí – dijo Hiroshi.
- Hubo un cambio de planes – dijo Amón – no tiene caso esperar hasta mañana – debemos deshacernos de ella de inmediato.
- Tal vez es lo mejor – dijo Hiroshi – eso nos permitirá concentrarnos en la toma de la ciudad, el resto de la Armada de la Nación del Fuego llegará en cualquier momento, y debemos…
- Creo que deberíamos continuar con los planes – dijo Asami – después del rally de hoy, todos deben convencerse de que el único interés de Amón es la igualdad, deben ver con sus propios ojos cuando el Ávatar sea despojada de sus poderes. Si sólo desaparece se avivarían los rumores, y si sale lastimada… sería desastroso tener que buscar un avatar en el Reino Tierra.
Para sorpresa de todos, las palabras de Asami parecieron apaciguar la ira de Amón.
- Lo mejor que has aportado a nuestra causa – dijo dirigiéndose a Hiroshi – es tu hija.
- Aún tenemos cosas que hacer – dijo Hiroshi sorprendido por el halago – debemos darnos prisa, perdimos mucho tiempo… vamos Asami.
- Papá, esperaba poder hablar con Amón.
- No digas tonterías, en este momento debe estar muy ocupado, y nosotros también.
- Creo que puedo dedicarle unos minutos a la integrante más entusiasta del movimiento.
- Esperaba que pudiéramos hablar a solas – pidió Asami.
Amón hizo un ademán y quienes estaban en el salón con ellos comenzaron a salir. Hiroshi dudó un momento, pero luego también se retiró.
- Debo confesar que antes de esta noche aún tenía mis dudas, señorita Sato, pero ha demostrado verdadera lealtad – dijo acercándose para acariciar su rostro.
- Cuando le mostré lealtad al Ávatar y a sus amigos, no recibí nada a cambio. Dejé todo por ellos, arriesgué mi vida, y a la primera oportunidad me abandonaron a mi suerte.
- ¿Y qué espera recibir de su lealtad hacia mí? Además, claro, de hacer justicia por la muerte de su madre.
- Quiero que sepan que el haberme hecho a un lado les costó la derrota – dijo Asami – quiero que sepan que fueron mis armas las que inclinaron la balanza – dijo tomando la mano de Amón para alejarla.
- Me parece una petición justa…
Asami sacó un plano del bolsillo de su chaqueta y se lo entregó a Amón.
- Esta armadura tiene el triple de potencia que los meca-tanques, por la forma en la que está diseñada causaría diez veces más daño, y es casi imposible de destruir usando fuego. – Amón observó los planos en silencio y Asami continuó – el problema es que para que las armas tengan esa potencia, se controla de forma mecánica por dentro, tiene un mecanismo parecido al de un reloj, sólo hay que hacer girar los engranes, que son de hierro, usando palancas. Hasta ahora he logrado construir 12 sin que mi padre lo sepa, y cuando esté ocupado con la construcción de los aviones podré construir muchos más usando el taller del otro lado de la isla…
- No entiendo Asami, ¿por qué estás construyendo esto a espaldas de Hiroshi?
- Porque necesitan de un maestro-metal para moverlas – Amón guardó silencio y Asami continuó – conmigo no es necesario que te ocultes, sé que Korra dice la verdad, eres un maestro-sangre, y no me importa. Sé que estás rodeado de maestros, yo los vi usar sus poderes cuando nos atacaron mientras estaba con ellos, y no me importa. Sólo quiero que Mako pague por todo lo que me hizo, que Korra se arrepiente de haberme subestimado, que Alehk desee no haberme rechazado. Ya te lo dije: quiero que, en el último momento, todos ellos paguen por haberme traicionado.
Asami podía ver la desconfianza y la duda en los ojos de Amón.
- Dame los maestro-metal que necesito, y te prometo que te daré un arma que hará la diferencia en la batalla con los maestro-fuego.
- No me falles señorita Sato, odiaría tener que detener tu corazón.
Cuando salió del salón, pudo respirar por fin. Del otro lado del pasillo pudo ver a su padre, aún con el rostro desencajado y supo que su plan había funcionado.
- ¿Aún trabajaremos en el los planos del nuevo motor? – le preguntó – se me ocurrió cómo podríamos disipar el calor más rápido… - el impacto de una bofetada la hizo callar.
- Eres una niña estúpida – le gritó su padre furioso – no tienes idea de lo que acabas de hacer
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Aun cuando la pendiente de vuelta a la ciudad era muy pronunciada, el vehículo, que apenas lograba mantenerse unido, avanzaba lentamente por el camino entre las montañas.
- ¿No puedes ir más de prisa? – preguntó Korra por enésima vez.
- Esto sería más sencillo si no hubieras casi destruido el motor. Tenemos suerte de que esta cosa esté caminando.
- Pensé que opondría más resistencia, si hubiera sabido que no todo era platino…
Una fuerte explosión hizo retumbar la montaña y los hizo detenerse. Cuando salieron del vehículo, vieron llamas alzarse en la punta, justo donde debía estar el campamento de los igualitarios. Había sido un ataque mortífero.
- ¿Quién pudo haber hecho algo así? – preguntó Korra alarmada - ¿crees que Iza…?
- Imposible - dijo Mako – ese ataque fue demasiado sanguinario… había cientos de personas en ese lugar…
- ¿Crees que Asami…?
No tuvieron tiempo continuar, el sonido de los motores de varios vehículos los alertó.
- Debemos ocultarnos – dijo Mako, no nos conviene pelear, tenemos que volver cuanto antes al campamento….
Se ocultaron detrás de unos árboles a unos metros del camino, y observaron decenas de motos de nieve bajar, seguramente huyendo de las explosiones del campamento. Algunos vieron el vehículo desvencijado a la orilla, pero ninguno se detuvo.
Cuando los vehículos de alejaron volvieron al vehículo, muy tarde se dieron cuenta de la aparición de otra moto de nieve que se detuvo frente a ellos, en esta sólo venía un igualitario que se detuvo en cuanto los vio. Mako y Korra se prepararon para el combate, y entonces el sujeto se quitó la máscara.
- ¡Asami! – gritó Korra aliviada.
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- ¡Korra! – saludó Bolín cuando la vio entrar al salón – estábamos muy preocupados.
Cuando escuchó su nombre, Alehk corrió a encontrarla.
- No tuvimos noticias luego de que subieron a la nave de Amón – dijo aliviado.
- ¡Asami! – volvió a gritar Bolín cuando la joven apareció detrás. Iba a acercarse, pero Asami se alejó al fondo de la habitación sin decir nada, y la atención de todos volvió a Korra y Mako.
Alehk aprovechó para ir donde Asami y la mirada que le dedicó la joven le partió el corazón, se apresuró a abrazarla.
Bolín los puso al corriente de los avances en el plan de ataque, aunque aún no sabían cómo detener a Amón, sabían cómo detener a sus ejércitos, y sus seguidores comenzaban a tener dudas.
Cuando surgió el tema del ataque al campamento en las montañas, Asami no pudo soportarlo más y abandonó la habitación.
- Aún no estoy seguro de que podemos confiar en ella – dijo Mako.
- Hay muchas más razones para que ella desconfíe de nosotros – dijo Alehk furioso – ¿ya se les olvidó que la abandonamos en el campamento de Dao Yi?
- Alehk tiene razón - dijo Korra – y gracias a ella pudimos escapar a tiempo, si hubiéramos llegado al campamento de la montaña, seguramente no estaríamos aquí.
- ¿Quién pudo hacer algo así? – preguntó Bolín – seguramente la mayoría de los igualitarios en ese lugar no pudieron escapar.
- Tal vez tenemos otro aliado…
- No – interrumpió Korra – nadie que sea capaz de hacer eso es nuestro aliado – tal vez Amón tiene más enemigos, y probablemente también sea el nuestro.
Durante el siguiente par de horas siguieron analizando la información de los telegramas que llegaban de todas partes. De alguna forma Iza se las había arreglado para distribuir las tropas en cada uno de los frentes de batalla, los soldados de la Nación del Fuego estaban en todos lados, desde Ba Sing Se hasta las islas más cercanas a la Tribu Agua del Sur. Pero la situación más crítica era la de Ciudad República.
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Con la llegada de Korra, Alehk había casi recuperado la tranquilidad. Pero tenía otra preocupación, Asami no había dicho una sola palabra desde su llegada, el silencio, más que incomodar, preocupaba a Alehk, ¿qué podía haberle pasado mientras estuvo con los igualitarios que había consumido su espíritu de esa forma?
Cuando Mako volvió a acaparar la atención e insistió en llevar a Korra de la mano a inspeccionar las tropas, Alehk pudo alejarse por fin, y de inmediato fue en busca de Asami.
Por los oscuros pasillos, iluminados apenas por un par de antorchas, sólo se escuchaban sus pisadas contra el metal y su respiración. Cuando llegaron a la sala al final del pasillo la encontraron aún a oscuras. Alehk se apresuró a encender las luces.
- Los generales tardarán en llegar. Están alistando los últimos detalles del plan de batalla… - podía haber llenado el silencio con detalles sobre lo que se avecinaba, pero tenían poco tiempo – siento mucho que te haya tocado la peor parte en todo esto…
- No fue tu culpa… - dijo Asami alejándose.
- Yo creo que si. Fui yo quien te convenció de participar… fui yo quien te dejó en ese campamento…
- Tu deber estaba en otro lado.
- Asami, ¿qué pasó mientras estuviste con los igualitarios?, ¿Amón te lastimó? SI es así, te juro que… - Alehk trató de acercares, pero Asami retrocedía cada vez.
- Estaba segura que si le mostraba a papá que Amón mentía, caería en cuenta de su error y abandonaría el movimiento… supongo que también subestimé su odio. Pero tenía que intentarlo – dijo Asami, que frotó su mejilla. Aún podía sentir el dolor de la bofetada – sabía que se molestaría, pero… - y entonces no pudo más y comenzó a llorar. Alehk se acercó y la abrazó muy fuerte.
- Lo siento mucho, Asami, si lo hubiera sabido…
- Fue él quien hizo explotar el campamento – dijo Asami entre sollozos – pero antes se aseguró de que yo no pudiera escapar – de no haber sido porque alteré los mecanismos desde el principio… Todas esas personas murieron porque lo hice enfadar…
- No es verdad – dijo Alehk abrazándola – tú también eres una víctima.
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Los generales le habían presentado al Ávatar cada uno de los batallones y de uno en uno le habían jurado lealtad en la batalla. Habían sido un par de horas difíciles. Se sorprendió cuando entró a la sala y encontró a Asami hablando con todos.
- Me alegra que estés de vuelta, Asami – dijo Korra. El maquillaje no podía ocultar que la joven había estado llorando.
- Asami nos estaba poniendo al corriente sobre las mejoras que le hizo al armamento de los igualitarios – dijo Bolín entusiasmado.
- Creo que ya conocí algunas – dijo el Ávatar sentándose con el resto.
- ¿Recuerdas la aleación de platino que se fabrica en la Nación del Fuego? – le preguntó Asami a Alehk – gracias a la ocupación del Caldera y la destrucción de Dao Yi era el único platino al que teníamos acceso. El ataque de Iza destruyó gran parte de la producción del campamento de las montañas, se tuvo que volver a armar casi todo el armamento utilizando este mineral – dijo mostrándoles la moneda que llevaba -. Todo el armamento enviado a Ba Sing Se y casi todo el armamento que se está distribuyendo ahora mismo, está fabricado con esa aleación.
- No entiendo, ¿por qué eso es relevante? – preguntó Mako.
- La aleación tiene cantidades muy pequeñas de otros minerales, son tan pequeñas, que los maestros encargados de probar la pureza del metal no son capaces de detectarlas, pero los maestros-metal más diestros son capaces de manipular este material.
- Es difícil, pero no imposible – dijo Korra levitando la moneda hasta Bolín – pesa como un millón de toneladas al principio, pero luego de un rato se puede mover.
- ¿Esas son las monedas que dejó Arook?
- Uno de los propósitos del viaje a la Nación del Fuego era llevarlas para replicaran la composición – dijo Asami – en las minas la fabricaban y la enviaban como platino puro a los campamentos de los igualitarios, y ahora todos los vehículos y las armas lo contienen.
- Eso es… increíble – dijo Bolín, que había logrado doblar la moneda.
- Y no es la única mejora… aunque el resto fueron un poco menos convenientes – dijo Asami mostrándoles el guante que llevaba – No pude evitar que causaran más daño, los prototipos tenían que pasar por mi padre, y aún es el hombre más brillante que conozco – dijo triste - deben tener más cuidado cuando enfrenten a los igualitarios,
- Si son más peligrosas, ¿cuál es la ventaja? – preguntó Mako.
- Son mucho más inestables – dijo Asami encendiendo el guante, los destellos que emitía eran mucho más brillantes – las barras de electricidad y los guantes tienen casi el doble de voltaje, pero eso hace que el generador no soporte demasiado, Si se calientan o se golpean un poco dejan de funcionar – dijo arrojando el guante que estalló a unos metros -. No tengo que decirles sobre los meca-tanques, traten de no estar cerca cuando eso les ocurra.
- ¿Cómo lograste hacer todo eso en tan poco tiempo? – preguntó Alehk.
- Mi padre estaba ansioso por mostrarme su trabajo… y en realidad una vez que pudimos usar la aleación, lo demás fue sencillo. Si hubiera tenido un poco más de tiempo habría incapacitado por completo a los aviones y a los maestros-metal de Amón, pero… - la voz de Asami se quebró -… Pensé que lo mejor era venir de inmediato, necesitaban esta información y no tenía forma de hacérselas llegar. Inclusa Iza no lo sabe todo, no tuve tiempo de avisarle.
- ¿Tú eras la infórmate misteriosa? – preguntó Bolín.
- Así es, y hay algo que aún no les he dicho. En este momento, Amón se dirige a la Tribu Agua del Sur, gran parte del armamento fue embarcado hacia allá.
- ¿Por qué no nos dijiste antes? – preguntó Korra levantándose - ¿hace cuánto lo sabes?, ¿cómo se supone que…?
- Le envié un telegrama a Kiya e Iza en cuanto tuve la información. Todo el armamento que usarán en el ataque tiene las modificaciones que les acabo de mencionar. Las flotas aéreas de la Nación del Fuego son tan rápidas que pueden llegar a tiempo.
- Pensé que Iza estaría aquí mañana – dijo Korra.
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Cuando aterrizaron en la playa de la Isla Cola de Ballena fueron recibidos por uno de los generales de la Nación el Fuego, Kiya recordaba haberlo visto junto a Ursa varias veces.
- Majestad – dijo haciendo una reverencia – me alegra que haya vuelto con bien. Las naves están cargadas y las tropas están listas para partir.
- ¿Tienen alguna información sobre el avance de los igualitarios hacia la Tribu Agua?
- El último telegrama que recibimos nos informaba que su entrada sería por el lado oeste de la isla, estaban más de medio día delante de nosotros, pero los primeros batallones lograron darles alcance, sólo esperan sus órdenes para iniciar el combate.
- ¿Los ingenieros recibieron los planos que les envíe?
- Si, majestad, todos los batallones fueron capacitados para el combate con el armamento de los igualitarios.
- Partiremos de inmediato.
El general hizo una reverencia y se marchó.
- ¿Estás segura que ir a la Tribu Agua es la mejor decisión? Todos te esperan en Ciudad República…
- La Tribu Agua del Sur no tiene oportunidad contra los igualitarios y su armamento, incluso con las modificaciones, tienen una desventaja natural…
- Tú también, estarás rodeada de hielo.
- Este ataque no es como los otros, Kiya, puedo ver su determinación por causar destrucción. Escuchaste a Azue, tratarán por todos los medios de destruirla.
- Nunca me dijiste que la razón por la que habían desterrado a tu… a Azue.
- Nunca fue relevante – dijo Iza incómoda.
- ¿Por eso estás ayudando al Ávatar, porque Azue trató de matarla?
- Es la única forma de proteger a la Nación del Fuego de los igualitarios y de las ideas de Azue.
- ¿Y qué pasará con Ba Sing Se?
- Luei Yu tiene suficientes hombres y armamento para defender la ciudad, y gracias a la información que tenemos ahora, y a los dobles agentes que ahora están de nuestro lado, será mucho más fácil. Amón perdió gran parte del control del Reino Tierra cuando derrotaste a Akuru. Tú y tus maestros no podrían hacer nada en el Sur, deben ir a Caldera y ayudar a recuperar la ciudad.
- Pero qué pasará con Ciudad República, está bajo ataque.
- Ciudad República tiene al Ávatar. Ella se encargará de Amón, estoy segura. Y mis mejores generales tienen órdenes de protegerla a ella y a Alehk a toda costa.
- Recuerda que tienes que volver – dijo Kiya cuando vio a la nave que la llevaría a Caldera aterrizar a unos metros – prometiste que me sacarías del lío en el que me metiste – dijo antes de marcharse.
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Korra había buscado toda la tarde a Alehk, desde que había vuelto apenas había cruzado un par de palabras con el muchacho y eso la desconcertaba. No estaba acostumbrada a no ser su prioridad. Cuando escuchó su voz al final del pasillo se apresuró para encontrarlo.
- Pensé que te encontraría aquí – lo escuchó decirle a alguien.
- Deberías estar descansando, mañana sería un día difícil – le respondió la voz de Asami.
- Necesito hablar contigo, tengo que decirte algo…
Alehk y Asami hablaban afuera de la habitación de ésta, ninguno de los dos había advertido su presencia.
- ¿Quieres pasar? – preguntó Asami haciéndose a un lado.
El corazón de Korra se aceleró y sus manos se helaron de pronto, cuando vio al maestro-aire entrar a esa habitación y la puerta cerrarse detrás, sintió cómo su corazón se apretaba en su pecho, se sentía muy parecido a la sangre control. Alehk se quedó allí el resto de la noche.
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Lo único peor que viajar por aire, era viajar en barco. Kiya odiaba profundamente cuando sus pies no estaban en tierra firme, y el movimiento y la oscuridad lo empeoraban todo.
- Esto la ayudara – le dijo el oficial Kurt ofreciéndole un vaso con agua.
Kiya lo tomó por cortesía, pero no lo bebió.
- Puede confiar en mí – dijo el oficial – sólo es té de jengibre. A mí tampoco me gusta dejar la tierra, siempre ayuda.
- Has tratado de hablar conmigo desde que estábamos en Ba Sing Se – dijo Kiya bebiendo un sorbo.
- Los maestros en mi familia han servido en los Dai Li desde hace muchas generaciones, Long Feng fue hermano de mi abuelo – Kiya no pudo ocultar la sorpresa – fui el segundo oficial de Akuru desde que terminé mi entrenamiento.
- ¿Vas a retarme también? – preguntó Kiya bebiendo otro sorbo.
- El día que me uní a la orden fue el día que Akuru tomó el poder, sólo quería decir que me alegra que haya terminado, y hablo por muchos cuando digo que fue vergonzoso seguir a alguien tan débil, que había ganado el poder cómo él lo hizo.
- ¿Por qué estuvieron de acuerdo en venir a defender a la Nación del Fuego?
- Somos maestros-tierra, pero ahora mismo no estamos lejos de casa – dijo el oficial.
- ¿Qué estás tratando de decir? – preguntó Kiya confundida.
- Llegaremos a Caldera en un par de horas, debería descansar.
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Korra había observado la ciudad toda la noche, por primera vez en mucho tiempo se había mostrado tranquila. La sensación de la calma antes de la tormenta la estremecía. El amanecer no era de sus espectáculos favoritos. Aunque podía controlar el fuego, era una maestra-agua primero, y odiaba la sensación que le provocaba que el sol apareciera y ocultara la luna. Los maestros-agua preferían la luna.
Se puso de pie de mala gana, el día apenas comenzaba y ya quería que terminara. Cuando se dirigía al comedor, para su sorpresa, ya todos estaban reunidos.
- Te he buscado por todas partes – le dijo Mako cuando la vio entrar - ¿dónde estabas?
- No podía dormir – cuando vio a Alehk en el fondo del salón, cruzado de brazos y a su lado a Asami, recordó por qué.
- Recibimos un mensaje de Amón – le dijo Mako – no son buenas noticias.
- Nunca lo son – dijo Korra - ¿de qué se trata esta vez?
- Descubrió el campamento bajo tierra, apresó a todos los maestros y planea una ejecución pública. Tomó el control del Concejo y cerró todos los accesos a la ciudad. Nadie puede entrar o salir, y eso no es todo – dijo Mako serio – ha declarado el control como ilegal y a los maestros como traidores, nuestros informantes aseguran que sus tropas comenzaron a atacar a los civiles, entran a las casas e intimidan a las personas para que les den información sobre todos los maestros. Las ejecuciones comenzarán esta misma tarde.
- Entonces tenemos que estar ahí para detenerlo…
- Esta vez no será tan sencillo, no tenemos idea de dónde será la ejecución. Su carta parecía más una provocación que una invitación.
- En la isla del templo del aire – dijo Asami – la convirtió en una prisión. No tendría caso trasladar a los prisioneros a otro lugar.
- Tenemos que ir allí cuanto antes, no podemos dejar que Amón lastime a ninguno de los maestros- dijo Korra.
- Eso no será sencillo – repuso Asami – ese lugar tiene más seguridad que cualquier campamento al que se hayan infiltrado antes. Está rodeado por torres de vigilancia y sonares que detectan cualquier movimiento alrededor de la isla.
- No me importa, si me atrapan, allí es donde me llevarán de todas formas, ¿no es cierto?
- Korra, no voy a permitir que te pongas en ese peligro – dijo Mako.
- Por suerte, la decisión es mía…
- Korra, no entiendes – dijo Mako acercándose y bajando la voz para que sólo ella lo escuchara – no puedo ir contigo, Iza me dejó a cargo, no hay nadie más…
- Si estás segura de que quieres entrar, yo puedo ayudarte – dijo Asami – fui yo quien programó los sonares.
- Y yo iré contigo esta vez – dijo Alehk.
- Entonces está decidido – dijo el Ávatar.
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Escuchar las advertencias de Mako la había agotado. Entendía la preocupación del maestro-fuego, y si la situación fuera al revés, ella actuaría igual, pero no dejaba de ser molesto.
Los escuchó antes de verlos, se sintió como una intrusa, pero una vez más no lo pudo evitar. Se sorprendió cuando escuchó las palabras de Asami.
- ¡No puedes ir con ella!, ¡lo sabes!
- No permitiría que fuera de ninguna otra forma Asami, mi deber estar a su lado.
- Es demasiado peligroso, ¿por qué no dejas que Mako vaya con ella? Iza no se opondría a que tú te quedaras a cargo, conoces mejor el funcionamiento que él y ella confía en ti aún más que en él …
- No, esta vez seré yo.
- Alehk…
- Tú también debes tener cuidado – dijo Alehk tomándola de los hombros – sé lo que estás planeando y no puedo detenerte, pero promete que tendrás cuidado.
- Lo haré, pero tú debes hacer lo mismo. No te perdonaré si te pasa algo, guardían – dijo Asami, luego besó su mejilla y se marchó.
Korra estaba confundida, lo que acababa de ver la molestaba, pero no sabía exactamente por qué. Iba a alejarse cuando Alehk la encontró.
- Korra, ¿estas bien?, ¿qué haces aquí?
- Quería hablar contigo, pero estabas ocupado.
- Estaba con Asami, me preocupa desde que volvió del campamento, creo que deberíamos…
- Mako me está esperando – dijo antes de marcharse.
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Siguieron las instrucciones que Asami les había dado y usando los nuevos uniformes lograron escabullirse en el ferry a la isla del templo del aire. Luego de desembarcar se confundieron entre la multitud, había cientos de igualitarios yendo y viniendo, les resultó sencillo llegar a las celdas de los acólitos que eran usadas por los maestros cercanos a Amón.
- Este debe ser el lugar que Asami mencionó – dijo Alehk quitándose la máscara y de inmediato comenzó a buscar un uniforme y una placa que les permitiera acercarse a Amón sin ser detectados.
- ¿Hubieras preferido ir con ella? – preguntó Korra.
- ¿De qué hablas?
- Querías que Mako me acompañara.
- Es un maestro muy fuerte, podría cuidar de ti – dijo Alehk mientras hurgaba en uno de los closets.
- Tú eres incluso más fuerte- la joven sabía que no era el momento, sabía que no tenía ningún derecho, pero no podía detenerse.
- Korra…
- Dime la verdad, Alehk, ¿estás aquí sólo porque es tu obligación?, ¿habrías preferido ir con Asami?
- La verdad es que estaría aquí, incluso si Aang se opusiera. Pero me preocupa no ser suficientemente fuerte para mantenerte a salvo.
- ¿Y Asami? – insistió Korra. Incluso a ella le parecía molesta su insistencia.
- Has mencionado mucho su nombre, ¿Qué hay con ella?
- Tú y ella han pasado mucho tiempo juntos desde que volvió… te he visto abrazarla y… estuviste toda la noche en su habitación.
- ¿Y eso te molesta? Preguntó Alehk.
- No, en realidad no – mintió Korra.
- Tenemos lo que necesitamos – dijo Alehk mostrándole una placa dorada – todos tenemos pesadillas estos días, Korra.
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Asami se ató el cabello, tomó la mochila que estaba en el suelo y se dispuso a marcharse. Cuando subió al auto, encontró que había alguien más en el asiento del copiloto.
- ¿En serio pensabas irte sin despedirte? – le preguntó Bolín.
- Lo siento, no puedes ir conmigo.
- No tengo más remedio – dijo levantando las manos, en sus muñecas había un par de grilletes que parecían estar atados al auto.
- ¿Por qué haces esto? Es peligroso…
- No volveremos a dejarte sola, la última vez casi no regresaste con nosotros – dijo serio.
Asami sonrió, no recordaba la última vez que lo había hecho.
- De acuerdo, pero deja eso.
- De inmediato – dijo Bolín deshaciendo de los grilletes.
Salieron del campamento y se dirigieron al otro lado de la ciudad, en su camino encontraron varias patrullas de igualitarios, pero ninguna les prestó atención, todas se dirigían al lado Sur de la Ciudad, donde el ejército de la Nación del Fuego avanzaba para recuperar la sede del Concejo. Mientras más avanzaban hacia el área industrial, más se acercaban a la zona de batalla.
- ¿A dónde vamos? – preguntó Bolín mientras trataba de esquivar otro ataque repentino.
- Debo hablar con papá – dijo Asami, ensombreciendo su tono – Sé lo que planea y tengo que detenerlo.
- Creo que no podremos continuar – dijo Bolín cuando de pronto una bola de fuego se impactó contra un edificio y colapsó frente a ellos. La batalla se estaba extendiendo.
- Descuida Bo, casi llegamos.
Bajaron del auto y se dirigieron a Industrias Futuro. Toda la zona parecía abandonada, pero Asami sabía que allí encontraría a su padre.
No se equivocó, cuando entraron escuchó a algunas de las máquinas andando.
- ¿Qué estás haciendo aquí? – escuchó la voz de Hiroshi, luego sintió una descarga y perdió el sentido.
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Tras separarse de Kiya en la Isla Cola de Ballena se dirigieron hacia la Tribu Agua del Sur. A su llegada los igualitarios ya habían desembarcado y comenzaban el ataque. Aunque en sus tropas había pocos maestros, habían llevado grandes cantidades de armamento. Tenía reconocer que eran buenos estrategas, en el Polo Sur hacía mucho más daño un meca-tanque y un guante de electricidad que un maestro-fuego. De no haber sido por las modificaciones de Asami, seguramente habrían perdido la batalla. Al inicio se habían limitado a resistir y contener los ataques, luego un par de horas los igualitarios parecían tener la ventaja, habían avanzado y tomado el Palacio con el Jefe y su Concejo adentro, habían, incluso, colocado la bandera de los igualitarios, pero Iza sabía que era cuestión de tiempo
Cuando el armamento comenzó a fallar y los aviones comenzaron a desplomarse por todos lados, los igualitarios comenzaran a retirarse, su estrategia se basaba sólo en tener la ventaja. Iza tomó un regimiento pequeño de maestros-fuego y se dirigió al Palacio para recuperarlo. Encontró al Jefe y sus Concejeros en el Salón Principal, fue muy tarde cuando se dio cuenta que algo estaba mal.
- Princesa, la hemos estado esperando – le dijo Jefe. No era un prisionero, era un igualitario, igual que el resto de sus Concejales – Azue nos dijo que vendrías, pensábamos que tardarías más.
- Siempre me ha subestimado – dijo Iza nerviosa. Cuando escuchó a Jiang gritar detrás de ella, confirmó sus sospechas, el Jefe era un maestro-sangre – no lo hagas tú también Jefe Hakoda, deja ir al muchacho y les mostraré la misma consideración. Una compañía completa de maestros-fuego está en el Palacio…
- Nos arriesgaremos – dijo el hombre, levantó las manos y Jiang volvió a gritar.
Comenzaron a formarse chispas en sus dedos y el aire de la habitación comenzó a cargarse de electricidad. Un rayo podría sepultarlos a todos y con suerte ella saldría con vida, sólo debía ser precisa…
El sonido de Jiang desplomarse detrás de ella la distrajo, y luego sintió un dolor agudo en el hombro, uno de los Concejales le había lanzado una daga de hielo.
- No saldrá de aquí con vida, Princesa – dijo el hombre – Tal vez el Polo Sur no caerá hoy, pero usted sí. Le lanzó otra daga que se clavó en su abdomen.
- Fue Azue quien convenció a Amón de atacar este lugar – dijo cayendo en cuenta. Nunca le había quedado claro el interés de Amón por ese lugar.
Su padre había logrado engañarla otra vez. Sabía que el Jefe Hakoda era un igualitario, por eso le había contado del ataque al Polo Sur.
- Tenía un asunto pendiente. Después de terminar con usted, terminaremos también con el Ávatar. Tonrak y Senna son nuestros huéspedes más distinguidos…
- Me temo que mi padre olvidó contarle algo – dijo Iza respirando profundo.
- Azue nos contó todo sobre usted – dijo el Jefe satisfecho.
- ¿Les dijo que para hacer rayos sólo necesito una mano? – preguntó Iza.
Sólo vieron cómo la habitación se iluminaba de azul y una ráfaga de rayos los impactó justo antes de que el techo se desplomara sobre ellos.
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Los trajes les permitieron mezclarse con el círculo más cercano a Amón. El Rally ya había iniciado, y pudieron acercarse hasta el templete, Amón estaba apenas a unos metros. Korra sintió miedo cuando vio la multitud reunida, Amón estaba al centro y había una docena de hombres amordazados, con la cabeza cubierta, de rodillas frente a él. Entre ellos estaba Tarrlok.
- … han tratado de sembrar la confusión, porque saben que es la única forma, porque saben que nosotros tenemos la razón de nuestro lado… - le decía Amón a la multitud - este hombre – dijo señalando a Tarrlok – trato de infiltrarse y quiso engañarnos, pero esto es lo que recibirán quienes traten de confundirnos.
Amón puso su pulgar sobre la frente de Amón, sus ojos se tornaron blancos y luego cayó desvanecido.
- Está fingiendo, no puede hacerle esto a su hermano – le dijo Alehk al oído.
- No está fingiendo – dijo Korra – le quitó su control.
Si no hubieran estado tan sorprendidos, probablemente habrían podido prevenir lo que pasó después. Amón sacó una daga y la clavó en el pecho de su hermano, que, por su expresión al ser herido, tampoco la esperaba.
- No se equivoquen – le dijo Amón a la multitud – los crímenes contra nuestro movimiento serán castigados severamente. Quienes traten de detenernos, no sólo perderán su control, también perderán su vida – dijo.
Los hombres que estaban atados y amordazados fueron empujados al centro, mientras dos maestros arrastraban el cuerpo de Tarrlok. Korra se estremeció cuando pasaron frente a ellos. Si Amón era capaz de asesinar a su propio hermano, ya no tenía límites.
- Algo cambió – dijo Alehk apretando los puños – Korra, tenemos que salir de aquí.
- No vamos a huir para pelear otro día, Alehk. No hay otro día…
- No entiendes, cambió de estrategia, ve alrededor, están aterrados. Ahora quiere sembrar miedo y si te descubre no va a dudar en asesinarte frente a todos…
- Estos hombres han sido condenados por tratar de sabotear al movimiento – comenzó a decir Amón señalando a los prisioneros. al por tratar de dañar las convicciones de nuestros hermanos, y de ahora en adelante, ese crimen será castigado con la muerte – se escuchó un grito ahogado de sorpresa por parte de la multitud, y una a una fueron retirando las máscaras que cubrían sus rostros. Korra pudo reconocer a dos miembros del Concejo y a uno de ellos oficiales de la policía – pero la justicia y la hermandad es la base de nuestro movimiento, ¿alguien objeta la condena? – preguntó, el silencio que se escuchó fue ensordecedor.
- Korra, no lo hagas – suplicó Alehk tomando su mano.
- Nadie aquí hablará por ustedes ¿Dónde está el Ávatar ahora? – les preguntó Amón a los condenados – lo único que les importa a los maestros es mantener su posición, y a ustedes les costará la vida haberlo olvidado. El Ávatar no se atrevería a enfrentarme…
- Te equivocas Amón – dijo Korra, que de un salto se puso entre el maestro-sangre y los prisioneros. Levantó las manos y acercando el agua del estanque que estaba detrás del templete, formó docenas de cuchillas de hielo que le arrojó.
El ataque fue tan repentino, nadie lo vio venir y nadie lo predijo, fue un reflejo para Amón detenerlas en el aire.
De inmediato comenzó a escucharse un murmullo entre la multitud, era imposible que no hubieran visto que Amón era un maestro-agua.
- Esto se ha prolongado demasiado. Hoy terminaré con ustedes. Si no es por convicción, será por miedo – dijo Amón, y levantando los brazos elevó a media docena de personas de entre la multitud, luego de lanzar un grito cayeron desvanecidas al suelo. El miedo se apoderó de todos, algunos quedaron paralizados y otros comenzaron a huir. – Cometiste un error Ávatar, porque ahora no tengo que contenerme.
Algunas de las escoltas de Amón trataron de intervenir y Alehk logró evitar que se acercaran a Korra, para su sorpresa las acciones de Amón habían confundido a más de uno, y varios maestros de la guardia y asistentes se acercaron para ayudarlo. Algunos de ellos caían por efecto de la sangre-control, pero otros lograron inhabilitar a los igualitarios.
Korra trató de enfrentar a Amón, pero de pronto sintió cómo sus músculos dejaban de responderle, eso duró apenas unos segundos, Alehk apareció con sus espadas y logró distraer a Amón cortando parte de su uniforme, pero sin lograr herirlo.
- Korra, tienes que irte de aquí – le dijo, mientras era suspendido en el aire.
- No debiste volver Beifong – le dijo Amón – no te negaré que fuiste un oponente formidable cuando tenías tu control, ahora eres sólo un niño jugando con espadas – con un movimiento intensificó el ataque sobre su cuerpo.
La sorpresa en el rostro de Korra fue evidente, Alehk había perdido su control, ¿cuándo había ocurrido? No podía recordar la última vez que lo había visto hacer aire-control. Un grito la sacó de sus pensamientos, Amón estaba torturando a su guardián.
- Primero voy a romperle todos los huesos usando sus músculos – dijo Amón girando su brazo – al final sus órganos cederán a la presión.
Cuando Alehk gritó de nuevo, la joven no lo pudo soportar y canalizando su energía logró liberarse. Su primer impulso fue controlar a Amón, pero a cambio le lanzó una llamarada, que fue seguida por otra, y luego ataques de rocas y hielo. La escena debió conmover a quienes observaban, porque una docena de maestros de su guardia lo rodearon y comenzaron a atacarlo.
- La traición se paga con la muerte – dijo Amón levantando a algunos por los aires y arrojándolos contra el resto.
Y luego, sabiendo que no podía enfrentarlos a todos, se alejó de prisa. Korra se aseguró un segundo que Alehk siguiera con vida, y luego corrió tras el maestro-sangre que se dirigía hacia el templo.
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Cuando Asami y Bolín despertaron estaban atados a una silla con cadenas de platino.
- Justo a tiempo – dijo su padre que terminaba de colocar un par de cables – pensé que tendría que marcharme sin despedirme.
- ¿Vas a tratar de asesinarme otra vez? – preguntó Asami cuando observó a su alrededor, Hiroshi estaba colocando explosivos en la nave de la fábrica.
- Lo siento cariño, no puedo dejar que vuelvas con ese maestro, no puedes deshonrar así la memoria de tu madre.
- ¿Y crees que haces un mejor trabajo tratando de asesinarme?
- Es sólo la consecuencia de tus acciones, Asami. Tú decidiste aliarte con el enemigo, tú decidiste traicionarme y es hora de aprendas que hay consecuencias.
- Te mostré que Amón te estaba engañando… papá… - lo llamó tratando desesperadamente de convencerlo.
- Es demasiado tarde Asami. Quisiera que las cosas fueran diferentes, si tuviéramos más tiempo… pero ya no hay vuelta a atrás.
- Papá… - volvió a llamarlo Asami – no hagas esto, por favor – suplicó.
- Sé lo brillante que eres Asami, sé que si tienes la oportunidad vas a ayudar al Ávatar y a esos maestros, sé que podrías inclinar la balanza y no lo puedo permitir. Amón es un mentiroso y un traidor, pero sus igualitarios se encargarán de destruir a los maestros de las tres naciones, y no puedo dejar que intervengas.
Hiroshi presionó el botón del control e inició la cuenta regresiva de los explosivos, se acercó, besó la frente de Asami y luego se marchó.
Unos segundos después se escuchó el motor de una nave.
- Es un pésimo padre – dijo Bolín abriendo los ojos.
- Lo es – dijo Asami triste.
- Dijo algo que es cierto, eres brillante – dijo Bolín levantando las manos y liberándose de las cadenas y luego liberando a Asami - vámonos de aquí. No hay nada que puedas hacer por él.
- Aún puedo salvar este lugar
- Asami, no vale la pena – dijo Bolín asustando al ver cómo los números en los relojes disminuían.
- No puedo dejar que papá cause más daño.
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Korra siguió a Amón hasta uno de los salones del templo, cuando entró no vio a nadie y pensó que tal vez se había equivocado, pero de inmediato sintió los efectos de la sangre-control. En ese momento entendió las palabras de Sihé, podría sentir la energía de Amón tratando de mover las partículas de agua en su cuerpo, y también podía usar su energía para contrarrestarla y liberarse del control.
Cuando logró moverse pudo usar su tierra-control para hacerlo caer y luego comenzó a lanzarle llamaradas.
- Se acabó Amón – ya no tienes control sobre mí.
- Te equivocas, Ávatar, sigues teniendo debilidades
- ¡Korra! – escuchó la voz de Alehk que la había seguido hasta ese lugar.
En cuanto estuvo cerca, Amón suspendió a Alehk en el aire, Korra observó cómo su rostro se puso morado por la presión de la sangre que Amón trataba de hacer salir de sus venas. Podía sentir la presión en el corazón de su guardián, que comenzó a sangrar por los ojos, la nariz y la boca.
- ¡Detente! – le pidió Korra – Por favor, detente, haré lo que pidas – suplicó.
Amón arrojó al muchacho que ya estaba inconsciente.
- Sabes tan bien cómo yo que está a punto de morir – dijo Amón señalando a Alehk – y lo hará si intentas algo. Korra negó con la cabeza. Amón la suspendió y no opuso resistencia.
De rodillas frente a Amón y con su pulgar en su frente, sintió mucho miedo. Lo último que vio antes de que todo desapareciera por un momento fue a Alehk hacer el esfuerzo de levantarse para tratar de embestir a Amón.
- No, no lo hagas, por favor – le suplicó al muchacho.
El desvanecimiento duró apenas unos segundos, pero cuando terminó sabía que había perdido su control, se sentía débil y todo su cuerpo temblaba, apenas podía moverse.
- Tenías todo el poder y tuviste miedo de usarlo, y por eso yo gané – dijo Amón satisfecho.
- Eso no es cierto – dijo Korra tratando de levantarse - Tus ejércitos están siendo vencidos en este momento… tus aliados cayeron. Yo sólo tenía que mostrarle al mundo que mentías y lo hice. Tus seguidores te abandonaron… ya no tienes nada, Amón.
La satisfacción despareció del rostro del maestro-sangre que estaba furioso.
- Yo también te quitaré algo, Avatar – dijo Amón avanzando hacia donde estaba Alehk. El guardián no iba a soportar otro ataque.
Korra ya no tenía ningún poder, cuando vio a Amón acercarse a Alehk, deseo con todas sus fuerzas poder detenerlo, y en ese momento sintió una energía diferente recorrer su cuerpo, sintió cada partícula de polvo a su alrededor y la energía del viento que los rodeaba, una ráfaga de aire salió de sus manos y arrojó a Amón contra la pared. Había logrado hacer aire-control.
El maestro-sangre se enfureció y condensando el agua del ambiente, formó una ráfaga de dagas de hielo y las lanzó contra Korra, pero de repente todas las formas que le habían enseñado Tenzin y Alehk tuvieron sentido, pudo saltar muy alto, impulsándose con el aire para esquivarlas, y de devolvió el ataque al maestro-sangre arrojándolo contra el muro. Amón, aún más furioso trató de hacer sangre-control, logró suspenderla en el aire, y no podía liberarse usando sus poderes de agua, pero con un resoplido fuerte logró distraerlo y zafarse.
- En cuanto acabe contigo verás cómo estalla el corazón de tu guardián – dijo Amón tratando de hacer sangre-control.
- No volverás a lastimar a nadie – dijo Korra, formando un torbellino a su alrededor.
- No podrás ganar esta guerra – dijo Amón que ya mostraba signos de confusión por la falta de oxígeno.
- Mi trabajo no es ganar la guerra – dijo Korra – yo sólo debía mostrarle al mundo que tu visión estaba equivocada, que la igualdad que tú propones, no es igual al equilibrio que yo represento – detuvo el torbellino y le lanzó una ráfaga de aire, que el maestro-sangre ya no pudo esquivar.
Una fuerte explosión los distrajo y a unos 20 metros aterrizó una de las naves de los igualitarios, la puerta se abrió y Hiroshi Sato apareció en ella.
- Es hora de irnos – le gritó a Amón.
Korra no pudo detenerlo cuando se deslizó por el agua para abordar la nave.
- Ya no hay equilibrio, porque ya no hay Ávatar, tú también lo perdiste todo – dijo antes de subir a la nave - Esta no será la última vez que nos veamos – le gritó antes de marcharse – y la próxima vez no saldrás con vida. Es un promesa.
Las palabras de Amón la enfurecieron, iba a elevarse para alcanzar la nave cuando una mano sujetó su brazo. Era Alehk que había logrado levantarse.
- Deja que se vaya, la próxima vez lo atraparemos.
- Alehk…
Korra abrazó a su guardián. Apenas podía creer lo que acababa de pasar.
- Alehk, perdí mis poderes – dijo cayendo en cuenta de lo que acababa de pasar.
- Todo estará bien – dijo el dijo muchacho abrazándola – no voy a descansar hasta que recuperes tu control, te prometo que hallaremos la forma de recuperar tus poderes.
Y entonces, una fuerte explosión iluminó el cielo.
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Cuando la nave despegó y la puerta se cerró, Amón se quitó lo que quedaba de la máscara y la arrojó furioso.
- La próxima vez no tendré compasión de ti, Avatar Korra – dijo mientras examinaba las heridas que le habían causado las espadas.
- Probablemente no habrá una próxima vez – dijo Hiroshi alejándose de los controles – Asami tuvo razón todo este tiempo.
- Tu hija resultó más brillante que tú, a ella no pude engañarla.
- Ignoró la lección más importante: No se puede confiar en los maestros.
- Si todavía estás molesto, ¿por qué me ayudaste?
- ¿Quién dijo que te estoy ayudando? – dijo Hiroshi presionando un botón en el control que tenía en la mano.
Amón observó a su alrededor por primera vez, la nave estaba cargada con explosivos y todos comenzaron a parpadear al mismo tiempo.
- No debiste subestimarme Amón – fue lo último que escuchó.
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Korra pudo ver el cambio en la mirada de Alehk y supo que todo había terminado. Pudo ver cómo aparecía la confusión y desaparecía la calidez que sólo estaba reservada para ella.
El guardián se alejó un paso y otro…
- ¿Quién… quién eres? – preguntó confundido.
Lo que sintió en ese momento fue peor a la sangre-control, peor que la sensación de sentir cómo se bloqueaban sus poderes a manos de Amón… se sintió completamente derrotada.
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Kiya observó la sala del trono, siempre le había aterrado ese lugar. Sin la cortina de fuego era sólo una sala oscura.
- ¿Sabe que podríamos tomar ese trono si quisiera? – le dijo el oficial Kurt.
- Este lugar siempre me ha provocado escalofríos – dijo Kiya dándole la espalda.
- Maestra Kiya, la princesa Ursa y el príncipe Iroh están aquí – le informó uno de sus oficiales.
- No esperaba que fuera un oficial Dai Li quien me anunciara a mi regreso – dijo la voz de Ursa, que lanzando una llama encendió la cortina de fuego. La sala se iluminó completamente.
Kiya quiso protestar cuando se dirigió al trono, pero no se atrevió.
- ¿Dónde está Iza? – preguntó Iroh, que entró detrás de su madre – supongo que también es la responsable de que Caldera esté infestada de agentes Dai Li.
- Gracias a esos agentes están de vuelta – dijo Kiya, no había intentado decirlo en voz alta.
Cuando Ursa y Iroh voltearon a verla extrañados, se sintió otra vez como una niña, hablando frente al Concejo, pidiendo que le fuera retiraran el título que había ganado por suerte.
- ¿Dónde está Iza? – le preguntó Ursa directamente - ¿y por qué hay agentes Dai Li en mi ciudad y en mi presencia?
- Iza nos pidió que recuperáramos la ciudad – respondió Kiya. No recordaba que alguna vez Ursa se hubiera dirigido directamente a ella.
- Deben marcharse de inmediato – dijo Iroh, de lo contrario serán juzgados igual que Iza…
- No podrían juzgarnos a todos, no tienen suficientes oficiales – respondió Kiya.
- ¿Qué dijiste? – preguntó Iroh incrédulo.
- La única razón por la que pudimos recuperar Caldera y el resto de las naciones, fue porque la mayoría de los generales le son leales a Iza. Fueron el resto, quienes conspiraron y se aliaron con Amón – dijo Kiya – debería tener eso en cuenta, princesa Ursa.
El rostro de Ursa fue muy elocuente, no pudo ocultar la sorpresa y el enojo que le había provocado la amenaza escondida en el reclamo de Kiya.
- Caldera no es lugar para los Dai-Li, Kiya, en atención al servicio que le prestaron a la corona, pueden marcharse de inmediato.
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Todo había terminado con esa explosión. Amón se había convertido en un recuerdo incómodo para sus antiguos seguidores. Ella había logrado restaurar el equilibrio y del resto se habían encargado Asami, Kiya, Mako, y por supuesto Iza, que incluso se había asegurado que Tenzin y su familia regresaran seguros a Ciudad República.
- … si hubiera sido de otra forma, seguramente sus seguidores lo habrían hecho un mártir, pero afortunadamente lograste desenmascararlo antes de que… Korra, ¿me estás escuchando? – le preguntó Tenzin.
- Lo siento.
- Korra, encontraremos la forma de recuperar tus poderes – le dijo Mako tomando su mano – seguramente Katara encontrará la forma de desbloquear lo que sea que Amón haya bloqueado, ella es la mejor maestra-agua del mundo, mejor que Amón…
- Ahora no quiero hablar de eso – y levantándose se dio la vuelta para marcharse de la sala.
Los últimos días habían sido los más difíciles que podía recordar. Al perder sus poderes había perdido su propósito, ¿cómo iba a ser el Ávatar? Y aun así, había una presión en su pecho, que no tenía nada que ver con eso, y que aumentaba cada vez que veía a Alehk.
- ¿Estás bien? – le preguntó Mako alcanzándola. Ya había perdido la cuenta de las veces que había respondido esa pregunta – todo está listo para partir por la mañana hacia el Polo Sur.
- ¿Estás seguro que puedes alejarte tanto tiempo?
- Iza estará de vuelta pronto, y con los generales de vuelta ya no me necesitan, además, si algo sucede, las naves pueden volver en menos de un día – dijo Mako sin poder ocultar su entusiasmo.
- Aún debo arreglar algunas cosas – dijo Korra.
- Estaré aquí si me necesitas – dijo Mako antes de besarla.
Korra respondió, como lo había hecho las últimas veces. Estar con Mako era agradable y ahora que Alehk no podía recordarla había desaparecido la culpa, pero no la opresión en el pecho.
Se dirigió a los establos de los bisontes para buscar a Naga, no se sorprendió cuando la encontró echada debajo un árbol, iba a llamarla cuando advirtió la presencia de Alehk junto a Naga, pensó en acercarse cuando escuchó la voz de Asami que estaba con ellos
- … Tenzin cree que no tendré problemas, aún cuando el Concejo desaparezca, pero la casa está perdida y papá voló la mitad de la fábrica, no tengo idea de cómo empezar de nuevo - Asami suspiró y cerrando los ojos se dejó caer sobre el césped –
- Si necesitas ayuda, cuentas conmigo. Yo podría ayudarte a reconstruir todo. Hace décadas que la fortuna Bei Fong sólo se acumula en los bancos del Reino Tierra.
- Te lo agradezco, Alehk, pero por ahora no quiero pensar en eso. Mejor dime, ¿qué harás tú ahora?
- Mi prioridad es que el Ávatar recupere sus poderes, que mi madre recupere sus poderes. Me entristece verla así.
- ¿No te interesa recuperar los tuyos?
- Es extraño no logro recordar haberlos tenido alguna vez.
- Tal vez porque siempre estuvieron ligados a ella… Alehk, ¿de verdad no puedes recordarla?
- Si lo que me has contado es cierto, tal vez es mejor así, ¿no crees?
Korra no pudo soportarlo más y se alejó. Mientras caminaba de vuelta a su habitación, la presión en su pecho se hacía cada vez más fuerte. La sangre-control de Amón no se había sentido así.
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Korra estaba al mismo tiempo entusiasmada y asustada. Su última esperanza era Katara, pero si Katara no podía ayudarla, era el fin. El viaje en la nave había sido agradable, pero ya no podía escuchar más palabras de ánimo. Cuando tuvo oportunidad buscó alejarse del resto.
- Asami… lo siento, pensé que este camarote estaba vacío.
- Descuida, yo también me estoy ocultando de Ikki y Meelo. Si tengo que escuchar otra historia sobre focas-pingüino voy a lanzarme de la nave
- Te entiendo.
Se formó un silencio incómodo que duró varios minutos. Ninguna de las dos sabía cómo romperlo.
- Siento mucho lo de tu padre – dijo finalmente Korra – había querido decirte eso desde hacía varios días, pero no sabía cómo…
- Descuida. Lo último que hizo antes de morir fue encadenarme a una silla para hacerme volar en pedazos. Eso hace menos dolorosa la pérdida.
- ¿En serio?
- En realidad, no, pero debería, ¿no crees?
- Creo que nadie debería pasar por eso. No imagino lo que debiste sentir en ese momento… y de verdad lamento que haya sido por mi culpa…
- No fue tu culpa, fueron sus decisiones, él decidió dejarse consumir por el odio en lugar de avanzar… lo siento – dijo Asami levantándose – preferiría ya no hablar de eso.
- Me alegra que hayas venido con nosotros – dijo Korra cambiando de tema.
- Sé que Alehk me lo pidió para distraerme, pero también me alegra que me lo haya pedido. No imagino estar en estos momentos en Ciudad República…
- Alehk y tú se han vuelto muy cercanos.
- ¿Y eso te molesta?
- Alehk me preguntó lo mismo, justo antes de que…
- ¿Qué le respondiste? – preguntó Asami sentándose a su lado.
- Que no. Y es verdad – aseguró - Alehk merece estar con alguien como tú y tú mereces a alguien como él.
- ¿De verdad no te molesta? Cada vez que nos ves juntos te das la vuelta y te marchas.
- ¿Te diste cuenta? – preguntó Korra avergonzada.
- La mayor parte del tiempo estamos hablando de ti.
- ¿De verdad?
- En el amor no se trata de merecer. El corazón se entrega a quien quiere y no a quien lo merece. Alehk ya entregó el suyo, aunque no lo recuerde. No envidio su situación, los sentimientos no desaparecen con los recuerdos, debe estar muy confundido en este momento, ¿te imaginas querer tanto a alguien que no recuerdas?
El corazón de Korra se aceleró. Recordó las noches en las que despertó gritando de angustia por alguien a quien no conocía, era un sentimiento de vacío como ningún otro, ella había tenido el consuelo de las vidas pasadas, pero Alehk…
- Escuché que las cosas con Mako van bien.
- Si, pero es extraño – dijo Korra incómoda – un par de semanas atrás él era lo único que me interesaba y ahora…sólo quiero recuperar mis poderes.
- Estoy segura que todo saldrá bien. Y cuando todo se resuelva, deberías hablar con Alehk.
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Cuando abrió los ojos y observó a su alrededor, se sobresaltó. Luego recordó lo que había pasado y se permitió respirar aliviada. Trató de levantarse de la cama con dificultad. La herida en el hombro comenzó a doler y eso la puso alerta. Desde la ventana de la habitación se podía observar el resto del complejo. "Con razón el Avatar trató de escapar", pensó.
Los últimos días habían sido caóticos, aún para ella. Un par de días antes había estado prisionera en Ba Sing Se y ahora estaba en el complejo del Loto Blanco en la Tribu Agua del Sur. Un par de golpes en la puerta la hicieron sobresaltarse.
- Majestad – escuchó la voz de Jiang del otro lado de la habitación.
- Jiang, ¿qué haces aquí?
Su joven guardaespaldas se acercó tímidamente y le extendió un vaso con agua y un frasco con una preparación verde.
- La maestra Katara lo envía – dijo el muchacho – me pidió que le… recordara – dijo luego de encontrar la palabra correcta – que debe tomar esto para acelerar la recuperación.
Iza vio la poción sin interés.
- ¿Ha habido noticias de Ciudad República?
- Han llegado varios telegramas… el Jefe Tonrak los traerá…
- ¿El Jefe Tonrak? – preguntó Iza confundida.
- Y un halcón trajo esto por la mañana – dijo el muchacho entregándole un sobre.
Iza lo tomó y comenzó a leer.
- Supongo que el Ávatar está por llegar – dijo mientras incineraba el papel en su mano, luego de leerlo.
- La esperan después del medio día.
- Me tienen aquí por orden de Ursa y Iroh, pero tu podrías marcharte. Una nave partirá mañana con algunos de los hombres, rumbo a Caldera.
- Majestad… - trató de replicar el muchacho.
- Debes ir Jiang, aún eres parte del ejército de la Nación del Fuego, si te quedas aquí sería desacato, o podrían acusarte de traición.
- Lo haré si me lo ordena.
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Alehk observó por la ventana de la nave cómo se acercaban finalmente al Polo Sur. Lo que había sentido en los últimos días comenzó a intensificarse. Era como si algo dentro de él estuviera tratando de salir, pero su cabeza se lo impedía. La urgencia de recordar, de saber, de conocer aumentaban a cada momento.
Cuando aún estaban varios metros sobre el aire, vio las puertas abrirse y a Korra bajar usando el aire control. Su corazón volvió a acelerarse, era desconcertante que alguien a quien no conocía provocara tantas reacciones. Al parecer sus sentidos aún podían recordarla. Vio a Korra apresurarse hacia el complejo, y no pudo evitar sonreír cuando todos corrieron tras ella tratando de alcanzarla, "ahora que es maestra-aire, no tienen oportunidad", pensó.
- Es extraño no ir tras ella, ¿no es cierto? – preguntó Asami que apareció junto a él.
Tenía razón, se sentía inquieto, quería ir tras ella.
- Cuando todo se resuelva, debes hablar con ella – dijo la joven.
Alehk tomó la mano de Asami y la puso sobre su pecho.
- Es el efecto que tiene sólo verla deslizarse por la nieve – le dijo – y ni siquiera la conozco, ¿tienes idea de cómo sería estar cerca y hablarle?
- Korra sigue siendo la mujer más afortunada del mundo – dijo Asami sonriendo - Un corazón roto se sentía mucho peor, guardián – le dijo. Luego tomó su bolso y se dirigió a la salida de la nave - Debo ver a alguien mientras estoy aquí, te veré más tarde.
- Deberías hacerle caso – dijo su madre que también había aparecido de algún lado. Alehk se limitó a guardar silencio.
Durante su camino al complejo, los acompañaron oficiales del Lotto Blanco, en el recorrido vieron que apenas había rastros de la batalla que se había librado.
- Sin duda, Iza hizo un buen trabajo defendiendo a la Tribu Agua del Sur – le dijo Lin. Alehk podía ver que estaba nerviosa, pero no sabía qué decir – espero que esta gente pueda reconocerlo.
- ¿A qué te refieres? – preguntó Alehk.
- Pronto lo verás – le dijo su madre. El resto del camino hablaron de temas sin importancia.
Cuando por fin llegaron, Tonrak y Sena esperaban nerviosamente afuera de la choza de Katara, se les unieron Tenzin y su familia, y finalmente Lin y Alehk.
- No tiene caso que esperes, esto tardará – dijo Lin luego de un rato – estoy segura que querrás ver a Iza.
Algo en el tono de su madre le indicó que era lo que tenía que hacer. Se sorprendió cuando tuvo que convencer a media docena de oficiales para poder hablar con ella, y se sorprendió aún más cuando encontró a una docena de maestros-agua guardando le puerta de su habitación. Seguramente había otro tanto rodeando el lugar.
Cuando abrió la puerta vio a Iza sentada en la cama y a Jiang del otro lado de la habitación.
- Maestro Alehk – dijo el muchacho apresurándose a hacer una reverencia.
Alehk apenas respondió. La imagen de Iza lo dejó sin palabras. Aunque estaba vestida, la ropa no ocultaba las manchas de sangre y los vendajes debajo. Estaba muy pálida, nunca la había visto tan frágil.
- Me alegra que estés bien – dijo Iza levantándose, instintivamente él y Jiang se apresuraron para ayudarla, pero también instintivamente se detuvieron los dos en el acto, la maestra-fuego no lo hubiera tolerado – no esperaba encontrarte aquí.
Alehk se acercó y la abrazó con cuidado.
- Jiang, necesito que termines lo que te pedí de inmediato – le dijo al muchacho, que pareció conflictuado con la orden.
- Te prometo que me quedaré con ella hasta que vuelvas – le dijo Alehk. Eso pareció tranquilizarlo y se marchó.
- ¿Mis oficiales saben que aún estoy aquí?
- Hay muchas versiones de tu paradero, ninguna menciona que te hubieran lastimado, ¿estás bien?
- Se ve peor de lo que es. ¿Quieres contarme lo que pasó en Ciudad República?
- Ojalá pudiera recordarlo – dijo Alehk.
Le contó lo que había pasado con Korra y lo poco que recordaba. Sabía que habían librado una guerra, sabía que había estado los últimos meses en Ciudad República, pero la mayoría de los hechos se confundían y cuando los recordaba tenían poco sentido.
- Lo siento mucho Alehk, ni siquiera imagino cómo debes sentirte – le dijo Iza
- Es confuso… y frustrante, pero sobre todo confuso… Cada vez que la veo mi corazón se acelera, cómo si mis sentidos la recordaran, pero esa emoción no puedo asociarla con nada.
- ¿Has intentado hablar con Aang?
- No he meditado en semanas, desde que Amón me quitó mi control…
- Eso siempre te ayudó, aún antes de que tuvieras tus poderes. Deberías intentarlo.
- ¿Por qué hay una docena de oficiales en tu puerta? – dijo Alehk, ansioso por cambiar el tema.
- Ahora que Ursa y Iroh están libres, soy una criminal de guerra. Le están exigiendo al Jefe Tonrak que me envíe de vuelta.
- Pero gracias a ti este lugar sigue en pie, no pueden hacerte eso – dijo Alehk indignado.
- Y por eso aún sigo aquí. Tonrak no quiere enviarme de vuelta, pero incluso él sabe que dejarme ir sería una provocación que ni Ursa ni Iroh tomarían bien. Lo único que se les ocurrió fue dejar la decisión en manos del Ávatar, pero de momento tiene otras prioridades.
- No deberían tratarte así – dijo Alehk furioso – también salvaste a la Nación del Fuego… o eso es lo que recuerdo…
- Merezco un poco de su enojo – dijo Iza sonriendo - Les quité el trono y los envíe a la Isla Ember como prisioneros. En retrospectiva, pude haber hecho las cosas de otra forma y lograr el mismo resultado, pero no voy a negar que se sintió bien. En un par de días analizarán la situación y verán que el apoyo de los generales es genuino, no se arriesgarán a otro conflicto.
- ¿Qué crees que pasará contigo ahora? La mayoría de los generales que están en Ciudad República te consideran el Señor del Fuego, eso va a molestar mucho a Iroh.
- Me alegra que no sea mi decisión.
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La desesperación del Ávatar aumentaba a medida que pasaba el tiempo. Sabía que algo estaba mal porque no podía sentir la energía de las manos que se le acercaban.
- Es suficiente – dijo Korra finalmente.
Luego de Katara, uno a uno había pasado los mejores sanadores de la Tribu, y ninguno había logrado nada.
- Korra…
- No tiene caso Katara – dijo mientras salía de la piscina, no se molestó en ponerse el abrigo, salió de prisa. Nadie se atrevió a detenerla cuando se alejó corriendo
Cuando se dio cuenta había llegado al acantilado, las lágrimas por fin aparecieron. No recordaba haberse sentido así alguna vez. Apenas sintió cuando alguien puso un abrigo sobre sus hombros. Ni siquiera tuvo que voltear para saber de quién se trataba, su olor era inconfundible.
- Se acabó, todo se acabó – dijo entre sollozos - Ya no puedo ser el Ávatar, trabajé tan duro toda una vida y ahora… no queda nada… y tú ni siquiera puedes recordarlo – reclamó.
- No, no recuerdo – dijo Alehk - pero de alguna forma entiendo lo devastadora que es tu pérdida, y también sé que de alguna manera encontrarás la forma…
- ¿Cómo lo sabes? Ni siquiera me conoces – dijo Korra furiosa – si pudieras recordar me dirías algo útil, podrías ayudarme, pero no puedes… ni siquiera me conoces – dijo repitiendo su reclamo.
- No hace falta conocerte mucho para saber que encontrarás la forma, Korra…
- Deberías irte, ni siquiera puedo verte ahora…
No se atrevió a darse la vuelta, pero cuando de repente el frío se sintió más intenso, supo que el muchacho se había ido. Luego de eso las lágrimas se detuvieron, pero su desesperación aumentó, nunca se había sentido tan vulnerable en toda su vida, y no había peor sensación para alguien como ella.
- Korra – la llamaron, de repente.
- Ya no quiero hablar contigo, ¿no entiendes que eso lo empeora todo? – dijo pensando que se trataba de Alehk.
- Estoy aquí porque tú me llamaste – le dijo la voz de Aang.
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Después de salir del estado Ávatar, todo había sido mucho más claro. Había recuperado sus poderes y Aang le había enseñado a controlar la energía para poder devolver los poderes a quienes los habían perdido. Cuando se dio la vuelta y encontró a Mako esperándola, nunca se había sentido tan aliviada en su vida.
Volvieron a la aldea, ella estaba ansiosa por mostrarle a todos que podía devolverles su control, que podía volver a ser el Avatar. Pudo sentir la alegría desbordante de los pequeños maestros-aire cuando les devolvió su control, y uno a uno fue restaurando los poderes de quienes los habían perdido. Sin duda tendría mucho trabajo cuando volviera a Ciudad República. Ese día habla pasado de ser el peor, a uno de los mejores días de su vida.
Un par de días después, cuando las filas de maestros esperando que les devolviera su control se habían terminado y la situación se había normalizado, le dijeron sobre Iza y se apresuró a atender la situación.
- Ávatar Korra – le dijo la maestra-fuego cuando por fin pudo hablar con ella – me alegra que todo se haya resuelto favorablemente – dijo haciendo su reverencia de costumbre.
- Siento haber tardado tanto, ya les dije que deben dejarte ir de inmediato, ¿estás bien? – preguntó cuando vio el estado en el que se encontraba.
- Estaré bien cuando regrese a Caldera…
Korra se preocupó. Iza estaba pálida, aunque trataba de ocultarlo, sus heridas probablemente seguían sangrando. Era evidente que no había sido atendida por las sanadoras.
- Ya hablé con papá, eres una huésped distinguida de la Tribu, puedes irte o quedarte cuanto quieras, estamos en deuda contigo. Tus hombres ya han sido liberados y se les han devuelto las naves, han dicho que se marcharán cuando tú lo hagas.
- Les tomaré la palabra y me marcharé en cuanto me sea posible.
- Iza, ¿estás segura que quieres volver a Caldera? Por lo que me dijeron Ursa y Iroh te quieren de vuelta como prisionera.
- Descuida Ávatar, estaré bien.
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- ¿Estás segura que quieres ir a Caldera? No es el mejor momento – preguntó Alehk.
- No estoy lista para volver a Ciudad República todavía, y no puedo dejar que te preocupes por mí todo el tiempo, tienes tus propios asuntos que resolver.
- Asami, somos amigos, quiero preocuparme por ti. Por favor, considera ir conmigo a Gaoling.
- Caldera me recuerda lo bueno de papá – dijo Asami triste – allí fue donde él aprendió a construir máquinas y prometió que un día iríamos juntos a aprender de los mejores ingenieros. Necesito inspiración para volver a empezar.
- ¿Pudiste hablar con ese inversor misterioso que quería ayudarte?
- No salió bien. Varrick es brillante, pero no puedo confiar en él, pero estoy segura que en Caldera encontraré lo que necesito.
- Por lo menos deberías dejarme ayudarte, ya te lo dije dinero es lo único que tengo.
- Te propongo algo, yo dejaré que tú me ayudes si tú dejas que Korra te devuelva tu control.
- No es una petición justa.
- No puedes marcharte a Gaoling sin haber recuperado tus poderes, mucho menos sin haber hablado con ella.
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- Podría acostumbrarme a esto – dijo Mako mientras observaban las auroras en el cielo.
- ¿Hablas en serio? – preguntó Korra incrédula – eres el chico más citadino que he conocido jamás. Podría apostar que estas ansioso por escuchar las bocinas de los autos, las sirenas y todo eso. Tanto silencio debe estar volviéndote loco.
- Después de todo lo que vivimos, un poco de silencio es agradable – dijo Mako recostándose sobre las pieles que habían tendido en la nieve.
- Tienes razón – dijo Korra recostándose a su lado.
- No imaginé que existiera un espectáculo así – dijo Mako observando cómo todos los colores posibles aparecían en las auroras.
- Podría apostar que prefieres las luces de la ciudad…
- No me molestaría ver esto de vez en cuando, la próxima vez podríamos intentar ver las auroras más cerca – propuso Mako entusiasmado.
- No podemos ir más allá de las marcas – dijo Korra señalando un par de postes que apenas podían verse a la distancia - es peligroso.
- ¿Qué hay más allá de las marcas?
- La serpiente de hielo – dijo Korra triste.
- ¿Crees que cuando volvamos a Ciudad República sea igual? – preguntó Mako tomando la mano de Korra.
- ¿A qué te refieres?
- A ti y a mí.
- Supongo que volverá tu mal humor, y definitivamente volverá el mío cuando tenga que pasar tanto tiempo con Tenzin, pero creo que estaremos bien – dijo Korra apretando su mano.
- Me alegra que haya terminado así – dijo Mako acercándose para besarla.
- A mí también – dijo Korra.
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- ¿Alehk se marchará a Gaoling? – la noticia no le gustó nada.
- ¿No te lo dijo?
- No lo he visto desde… desde ese día. Es la única persona que no se ha acercado para que le devuelva sus poderes… no lo culpo, la última vez no fui agradable – dijo Korra triste – pero debería recuperar su aire-control antes de marcharse
- Fue lo que le dije, pero es diferente con él. No recuerda haberlo tenido, así que no siente la necesidad de recuperarlo. ¿Crees que pueda llevar esto a Caldera? – preguntó Asami mostrándole un par de guantes de electricidad – Korra encogió los hombros.
- ¿Está segura que no quieres volver con nosotros a Ciudad República? Cuando todos sepan lo que hiciste, seguramente harán fila para ayudarte a reconstruir Industrias Futuro.
- Te lo agradezco, pero creo que aceptaré la invitación de Iza de visitar Caldera. Papá decía que allí se podía encontrar a los mejores ingenieros, fue dónde el aprendió casi todo… allí estaré más cerca de lo bueno que él me dejó.
- Espero que encuentres pronto lo que estás buscando – dijo Korra resignándose a perder a su amiga.
- No voy a quedarme para siempre, mi hogar está en Ciudad República. Además, ¿quién te enseñará a conducir si no regreso?
- Dejaré que Mako lo haga – Asami frunció el ceño – Tienes razón, eso acabaría con nuestra relación, nuestro mal carácter no podría soportarlo.
- Me alegra que los dos estén bien, Korra, por un momento pensé que… - se detuvo antes de terminar la idea – supongo que las cosas ocurren por una razón. Tal vez el destino si existe.
- ¿Crees que si Alehk no hubiera perdido la memoria habría sido diferente? Yo también me hice esa pregunta.
- ¿Y?, ¿habría sido diferente?
- Las dudas se fueron cuando vi a Mako esperando por mí en el acantilado – dijo Korra – en ese momento me di cuenta que así era cómo debía ser. Ese momento se sintió… como el destino. Lo de Alehk es otra cosa – continuó – lo de Alehk es… fue perder a la persona que me hacía sentir segura. Sé que es egoísta, pero duele mucho sólo ver indiferencia en sus ojos cuando antes… nadie me veía como él.
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Korra observó cómo las naves de la Nación del Fuego se acercaron al complejo. Un par de oficiales de la Orden del Lotto Blanco se acercaron para recibirlas, y luego se acercaron también Alehk e Iza.
Korra se limitó a observar desde el pórtico de la casa de Katara. Cuando las puertas se abrieron apareció Kiya con un par de oficiales Dai Li detrás. Le divirtió la cara de disgusto de la maestra-tierra cuando sus pies pisaron la nieve.
- Quita esa cara – le dijo Iza, visiblemente más recuperada. Luego de la aparición de Aang, Katara había podido enfocarse en la recuperación de la maestra-fuego, que volvía a tener su semblante temible – hay un poco de rocas cubiertas de nieve dentro del complejo, eso te hará sentir mejor.
Kiya se acercó y abrazó a la maestra-fuego, que sorprendentemente le devolvió el gesto y le susurró algo al oído.
- Este lugar es peor de lo que imaginaba – dijo la joven visiblemente incómoda. Korra podía entenderla, cuando estás acostumbrada a manipular todo lo que hay alrededor, es desagradable sentise rodeada de cosas inertes, así se había sentido cuando perdió sus poderes - ¡Alehk! – gritó al ver al muchacho y de inmediato se lanzó a sus brazos.
- Me alegra que estés bien, Kiya – dijo el muchacho.
- Estaré bien cuando nos vayamos de aquí, por lo menos en la nave puedo sentir el metal bajo mis pies, aquí siento como si estuviera aislada de todo.
- Descuida, nos iremos pronto – dijo Alehk.
Korra se entristeció, los días de Alehk en el Polo Sur estaban contados.
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Los dias que siguieron al fin de la guerra, habían sido muy difíciles para Kiya. Caldera siempre le había parecido asfixiante por muchas razones, y la ausencia de Iza aunada a los constantes reproches de Iroh hicieron de ese lugar un infierno, cada segundo le parecía eterno. Sólo su lealtad a Iza la había hecho permanecer. Cuando recibió un mensaje del Ávatar contándole de la situación de Iza se apresuró a marcharse rumbo al Polo Sur. Se sintió aliviada cuando encontró a la maestra-fuego en mejores condiciones de las que esperaba, habían sido ingenuas en confiar en Azue.
- ¿Qué crees que debamos hacer con Azue y Akuru? – preguntó luego de que Iza le contara lo que recordaba de la batalla en el Polo Sur.
- Lo que hicieron permitirá reclamarlos como prisioneros de la Nación del Fuego. Será más seguro tenerlos en Caldera.
- Pero Ursa…
- No se opondrá. No hay nada más sensato. Además, ahora que tú eres jefa de los Dai Li, se acabó su influencia por completo.
- Tú sabías de la presencia de los Dai Li en la Nación del Fuego – no era una pregunta.
- Los Dai Li que siguieron a Azula a la Nación del Fuego nunca volvieron al Reino Tierra, le siguieron siendo leales y operando en las sombras. Unos pocos se marcharon con Azue cuando fue desterrado, pero la mayoría se quedó, y cuando Azula murió…
- Tú te convertiste en su líder.
- Tus Dai Li no son los míos, Kiya, te lo aseguro – continuó Iza – Azula los convirtió en Kemurikage y ahora son sólo sombras. Gracias a ellos me enteré de la llegada de los igualitarios a la Nación del Fuego y todo lo demás, la mayoría ya se consideran ciudadanos del fuego.
- Por eso Kurt dijo…
- El padre de Kurt fue uno de los que siguieron a Azue.
- ¿Y aun así confiaste en él?
- ¿La hija de un traidor no iba a confiar en el hijo de otro? Sé mejor que nadie lo que siente, y sé que la única forma de evitar la vergüenza de la traición de los padres es procurando lealtad absoluta. Puedes confiar en él.
- ¿Ursa sabe los Kemurikage?
- No, nadie lo sabe. Y no debes decirle a nadie, ni siquiera a Alehk.
- ¿Qué pasará cuando vuelvas a Caldera? Ursa y Iroh están muy molestos, quieren enviarte a prisión…
- Me temo que no podré darles esa satisfacción. Hay algunos generales que no lo tomarían bien y podrían ocasionar problemas. Ahora mismo me faltan pretextos para retrasar su regreso a la Nación del Fuego. No les va a gustar ver a Ursa sentada en el trono – Iza se llevó las manos a la cabeza, pocas veces se le podía ver así – Lo que hice tendrá consecuencias Kiya, y en este momento no sé cómo lidiar con todas.
- Y aún tienes una más – dijo Kiya apretando su hombro – aún soy jefa de los Dai Li, ¿recuerdas? – dijo sonriendo – aunque te confieso que podría acostumbrarme al poder. Ya olvidé la última vez que tuve que hacer algo por mí misma.
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Ni Kiya ni Iza sabían realmente lo que había ocurrido en Ciudad República. Fue Asami quien les contó todo, incluyendo lo que había pasado entre Alehk y Korra.
- ¿Alehk está bien? – preguntó, aún sin saber cómo sentirse con la noticia.
- En realidad, no lo sé – respondió Asami – no le gusta hablar de Korra, y ya decidió no recuperar su control.
- No me extraña – dijo Iza – nunca le gustó ese recordatorio de su herencia.
- Creo que lo mejor es que nos marchemos cuanto antes – dijo Asami.
- ¿Por qué lo dices? – preguntó Kiya
- Ayer encontramos a Korra y Mako, estaban en una cita en el pueblo. Si Alehk hubiera tenido sus recuerdos habría estado tan triste.
- ¿Si se queda existe la posibilidad de que los recupere?
- Fue lo que pasó con Korra, pasar tiempo con Alehk la hizo recordarlo todo – dijo Asami.
- Entonces, tal vez eso es lo que deberíamos hacer – dijo Kiya – Alehk tiene derecho…
- Ya tomó una decisión – dijo Iza – deberíamos respetarla.
- ¿Por qué parece que te agrada que las cosas hayan resultado de esta forma? – preguntó Kiya casi molesta.
- Amón no será la única amenaza a la que se enfrentará Korra – respondió Iza – me atrevo a decir que ni siquiera será la peor. Si Alehk recupera sus recuerdos siempre va a estar entre Korra y el enemigo en turno, siempre dispuesto a recibir el primer ataque para protegerla…
- Pero nosotras también estaremos allí.
- No puedo prometerlo Kiya.
- Iza tiene razón – dijo Asami – hay una razón por la que Alehk no quiere recuperar su control. Tiene miedo de que los recuerdos vuelvan. Deberíamos respetar su decisión.
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- … me tomó por sorpresa, pero creo que fue la mejor decisión… Korra, ¿me estás escuchando? – preguntó Mako.
- Si… creo que fue una buena decisión – dijo la joven insegura. En realidad no había escuchado nada.
- Me alegra volver a Ciudad República. Será bueno tener algo de normalidad
Korra se limitó a asentir. Mientras observaba a Alehk y Kiya jugar con Naga, pensaba que, en realidad, su normalidad se había ido para siempre. El Polo Sur ya no era su hogar y ahora que era un Ávatar completo, su responsabilidad estaba en todas partes.
- Es evidente que el asunto de la pérdida de memoria todavía te molesta – dijo Mako – deberías hablar con él.
- Ni siquiera me recuerda, Mako, ¿qué le diría? – dijo Korra, dándose la vuelta para marcharse. Mako la tomó del brazo y se lo impidió.
- Korra, si esto va a funcionar, tenemos que dejar de marcharnos cuando algo nos molesta – dijo tomando su mano.
- Lo siento, es sólo que…
- Te entiendo, de verdad. Si me hubiera olvidado a mí, creo me habría molestado. No es difícil imaginar lo que sientes tú.
- Odio que no me recuerde – aceptó Korra finalmente – pero no puedo hablar con él Mako, no soporto cómo me mira.
Mako la abrazó. Era lo único que podía hacer.
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- Por esa vista vale la pena todo el frío, ¿no crees, hijo? – le preguntó Katara.
Alehk asintió frotando sus manos. Su abuela puso un manta sobre sus hombros y se sentó a su lado en el pórtico.
- No podía dormir – aclaró Alehk – mis sueños han sido extraños últimamente. No me gustan.
- Eso te ocurría siempre que visitabas el mundo espiritual.
- Lo había olvidado – dijo Alehk cayendo en cuenta – pero nunca habían sido tan extraños.
- Se hacen más extraños a medida que la vida se hace más complicada.
- Si pudiera estar sólo así contigo, me quedaría para siempre abuela – dijo Alehk tomando la mano de Katara – te extraño mucho cuando estoy en Gaoling, también a mamá, pero ella no habla como tú.
- Debes visitarme pronto, entonces.
- Lo haré. Hace meses que recibo cartas urgentes de Gaoling, pero en cuanto la situación mejore, te prometo que volveré a verte en el verano, te llevaré a recolectar todas las raíces que quieras, y no escucharás una queja.
- Eso parece demasiado bueno – dijo Katara sonriendo – puedes quejarte un poco o extrañaré a mi malhumorado nieto favorito.
- En serio tengo que ir a Gaoling – repitió Alehk – lo descuidé tanto tiempo…
- Lo sé, hijo.
- ¿Crees que debería recuperar mi aire-control? – preguntó Alehk luego de unos minutos de silencio.
- Eso es algo que sólo tú puedes decidir…
- Y eso haré, pero quiero saber qué piensas.
- Tengo que confesarte que me sentiría más tranquila si no los recuperaras. Esos poderes vienen con muchas responsabilidades y peligros, pero esas responsabilidades y peligros son el precio por ayudar a las personas.
- También puedo ayudarlas sin poderes.
- Dime algo, ¿por qué no los quieres recuperar?
- No quiero recordar, abuela. Tengo miedo de recordar algo que me hizo abandonarlo todo: a mi madre, mis responsabilidades en Gaoling, algo que me hizo poner en peligro a Kiya y traicionar a Iroh… ¿te imaginas lo que debía sentir para hacer todo eso? Y ahora ella está con alguien más.
- Fuiste tú quien llamó a Aang, ¿no es cierto?
- ¿Cómo lo supiste?
- Korra es la mejor discípula que he tenido, pero aún no es capaz de meditar…
- Eso pensé…
- ¿Te das cuenta que aún harías todo lo que mencionaste por ella? – Alehk guardó silencio – todo eso que mencionas requirió mucho valor, esos recuerdos de los que huyes te hacían valiente, así que, ¿por qué tendrías miedo?
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Korra estaba nerviosa. La noticia de que Alehk había decidido recuperar sus poderes antes de volver a Gaoling le había devuelto las esperanzas de que la despedida que se aproximaba fuera temporal. Quería al mismo tiempo llegar y no llegar al complejo. Si le devolvía sus poderes y Alehk no recuperaba la memoria, lo iba a perder para siempre.
- ¡Korra! – la saludó Bolín – me alegra poder verte antes de que nos vayamos.
- ¿Te marcharás también? – preguntó Korra confundida, ¿cuándo había hablado con Bolín por última vez?
- Varrick me ofreció trabajo en Ciudad República, me hizo una oferta que no pude rechazar. Pensé que ahora que Mako entre a la Academia de Policía yo también debo buscar mi camino, y no creerás lo que planea Varrick para mí.
- ¿Varrick?
- Es cierto, no te he contado sobre Varrick. Él es la razón de que no nos hayamos visto mucho en estos días – dijo Bolín entusiasmado - Varrick es un genio. La nave en la que nos marcharemos la construyó él mismo, y es mucho más rápida que las naves de la Nación del Fuego, es lo que él dice, y no supongo que es verdad. También hizo esto – dijo mostrándole un aparato parecido a un radio.
- ¿Qué es eso?
- Es un detector de maestros-sangre. Nos será muy útil la próxima vez que alguien como Amón aparezca, ¿no crees?
- Definitivamente – dijo Korra
Bolín le contó sobre media docena de extraños inventos más antes de que una extraña mujer llamada Zhu Li apareciera. Se despidieron prometiendo reunirse en un par de días en Ciudad República.
- ¿Esa era Zhu Li Moon? – preguntó Asami que apareció de algún lado.
- ¿La conoces?
- Es la asistente de Varrick… no importa – dijo al ver la cara de confusión de Korra – todos te están esperando.
Korra asintió y siguió a Asami hasta la plaza ceremonial que estaba en medio del complejo. "Todos" se refería, además de Alehk, a Kiya, Iza, Katara y sus padres. Por alguna razón se sintió aliviada de que Mako no estuviera con ellos, seguramente se estaba despidiendo de Bolín.
Sus manos temblaban cuando subió a la plataforma. Alehk, a quien no recordaba haber visto vestido con ropas del Reino Tierra se arrodilló frente a ella.
- ¿Estás listo? – le preguntó. El muchacho se limitó a asentir, también estaba nervioso.
Respiró profundo y entró en estado Ávatar, extendió la mano para tocar la frente de Alehk, y de pronto sintió su energía fluir a través de ella, y junto con su energía cientos de recuerdos, muchos de ellos habían permanecido bloqueados, seguramente por Sihé. Los recuerdos comenzaron a mezclarse, de pronto no los reconoció y supo que se trataban de recuerdos de Alehk. Se vio llorando de niña en medio de la nieve y sintió una ternura infinita, sintió miedo cuando se vio cayendo al vacío en la arena de pro control, y luego terror cuando se vio suspendida frente Amón en el rally de los igualitarios, eran muchos, algunos tan intensos que incluso dolían. Cuando terminó y sus ojos dejaron de brillar, sintió que el mundo daba vueltas, sintió que iba a caer, pero Alehk la sostuvo.
- ¿Estás bien? – le preguntó.
De inmediato buscó sus ojos, pero no encontró una pizca de reconocimiento.
- ¿Puedes recordar? – preguntó, agotando su última esperanza.
Alehk negó con la cabeza.
- Ten un buen viaje – le dijo sonriendo, y besó su mejilla antes de marcharse.
Un par de horas después, mientras paseaba con Naga por la tundra, vio cómo las naves de la Nación del Fuego se alejaban.
- Vamos chica – le dijo a Naga – estoy segura que los volveremos a ver… algún día.
- Escuché que Tenzin propuso que se disolviera el Concejo y se convocaran a elecciones – les dijo Asami.
- No entiendo a estas personas – dijo Iza exasperada.
- ¿No crees que es una buena idea? – preguntó Kiya.
- Si las elecciones hubieran sido hace un mes, ¿quién habría ganado? – preguntó Iza – Lo más difícil de esta guerra fue convencer a los ciudadanos de que Amón era peligroso. Si algo han demostrado los eventos recientes, es que esas personas son fácilmente manipulables, y ahora quieren abrirle la puerta a todos aquéllos a quienes empoderó Amón.
- Tendrán que aprender a vivir con las consecuencias de sus decisiones – dijo Asami.
- ¿Crees que esas ideas puedan extenderse a la Nación del Fuego?
No, la prosperidad respalda el buen gobierno. Al contrario, cuando vean las consecuencias que le traerá ese sistema de gobierno a Ciudad República, confiarán aún más en la corona de fuego.
