–¡No! ¡No hagan eso! ¡Kopa, Kiara, ni se les ocurra subir a ese árbol! Scar, no te quedes ahí mirando, ¡ayúdame! –gritaba Nadia frenéticamente mientras corría de un lado a otro en un intento por atrapar a los pequeños príncipes. La pobre estaba que le salen canas verdes.
Scar reía ligeramente ante el espectáculo. El único príncipe que ha estado quieto y seguido las órdenes de Nadia es Kion, el príncipe menor, que estaba sentado junto a Scar no sabiendo si disfrutar de la escena o intentar convencer a sus hermanos mayores para que se quedaran quietos. Al final Nadia lo arrastro a su ceremonia de presentación, para disgusto de la manada, pero, sorpresivamente, los hijos de Simba lo recibieron con los brazos abiertos.
Desde que Simba y Scar han pactado una tregua las cosas han mejorado ligeramente, aunque claro, la tensión entre ellos aun podía palparse en el aire. Pero, lo que no contaba, es que Nala les trajeran a los cachorros para que los cuidara hasta que terminara la partida de caza. Al principio, creyó que ella tendría que irse a la roca del rey, o algo así; pero Nala confiaba plenamente en ella y también agregó:
–Si no puedes con ellos Scar lo hará, te ayudará –dijo la reina pese a que miraba con advertencia al león –. Lidio con nosotros cuando éramos cachorros. Tiene experiencia –explicó. Acarició a sus cachorros despidiéndose de ellos –. Confío en que podrás hacerlo. Nos vemos más tarde, Nadia.
Ahora, se encontraba mordiéndose las uñas mientras Kopa saltaba de rama en rama entre risas y gritos de júbilo.
–Uf, ¿porque Zazú no los cuido esta vez? ¿O Timón y Pumba? –Gimió, extendiendo los brazos por si el cachorro caía –. ¿Cómo es posible que Timón y Pumba hayan sobrevivido a la hora de criar a Simba? ¡Esto es demasiado!
–Tú no fuiste la que cuidaste a Simba y el resto de los cachorros. Estos de aquí son mejor portados que mi sobrino a su edad –Scar comentó mirando a Kopa. Hizo una mueca cuando un puñado de hojas cayó sobre ellos, concretamente, enredándose en su melena –. Aunque este se parece más de lo que creí. Supongo que Zazú saco algo debajo del ala para no cuidarlos. Los otros dos inútiles no sé por qué no se ofrecieron.
–No los llames inútiles –defendió –. Pues bájalo, se lastimara –le pidió o más bien ordenó.
–No soy un guepardo.
–¡Él tampoco y está en un jodido árbol! –Exclamó con los nervios a flor de piel –. Por favor, bájalo o túmbalo de ahí, pero que deje de estar... ¡te tengo, te tengo! –Salta, logrando atrapar a Kopa en sus brazos; su ropa se llenó de polvo y tierra pero suspiro tranquila al tener al cachorro a salvo en sus brazos –. ¡¿Viste que, al final, si ibas a caerte?! ¡No vuelvas a subir a ese árbol en tu vida!
–¡Kopa, vamos a jugar a las atrapadas! –llamó Kion tocando a su hermana y luego correr como nunca.
Kopa salto de los brazos de Nadia como si hace unos segundos no se hubiera caído del árbol. Nadia estaba completamente asombrada por lo temerario que es el príncipe, ni Kiara se atrevió a tanto.
–Nunca tendré hijos.
–Eso mismo decía yo –se mofó Scar observando a lo lejos como correteaban –. Pero el ciclo de la vida siempre continuará. Por suerte, ninguno tiene la actitud de Tama.
Tama es una leona amiga de Nala que no le gustaba mucho Simba cuando eran cachorros, fue un dolor de cabeza para Scar cuando tomó el poder. Ella se fue en algún momento de su reinado pero terminó regresando cuando se enteró de la caída de Scar.
–Se oye interesante. Una lástima que me odia.
Tama no ha perdido la oportunidad de mostrarle cuanto le molesta su presencia.
–Ella no es muy amigable, que digamos. Una vez que vea que no eres una amenaza, no te tratara con tanta rudeza, algo poco probable. Es muy orgullosa –dice, mirando a los tres hermanos corretear. Si parpadeaba podría jurar que estaba viendo a su hermano y el de pequeños jugando, riendo e incluso haciendo cada travesura junto a su madre.
Nadia chasqueó la lengua.
–Qué consuelo.
…
Nadia estaba a punto de cruzar la frontera con el objetivo de ir a las lejanías. Solo esperaba que todo saliera bien. Quería ver a Nuka y, de paso, traerlo a las praderas como le había prometido. Quería que el cachorro tuviera un día diferente, alegre e inolvidable.
–¿A dónde crees que vas? –la voz de Zazú la hizo saltar y soltar un pequeño grito. El ave aterrizó con elegancia, mirándola sospechosamente con la ceja levantada y poniendo sus alas en jarras. No se ve contento –. ¿Te comió la lengua el gato? Te pregunte que a dónde vas.
Tener la mirada de sospecha sobre ella ya no era algo nuevo. No lo culpaba, ciertamente, los humanos no son muy conocidos por ser criaturas de mucha confianza.
–Oh, Zazú, solo eres tú –suspira con la mano sobre su acelerado pecho –. Solo estaba caminando.
–Caminando –Zazú repitió sin creérselo del todo –. Caminando muy cerca de las lejanías, ¿Mmm? ¿No será que verás a alguien? ¿Otro ser humano, quizás?
–¿Iba hacía las lejanías? ¿No es el camino hacia el manantial? –Ladea la cabeza fingiendo confusión e inocencia.
Esperaba que Zazu se creyera su actuación.
Spoiler: No lo hizo.
–No te creo nada –soltó sin más –. Estás ocultando algo, lo sé.
–Zazú, sabes que mi sentido de la orientación es deplorable. ¿Recuerdas cuando casi caí en el territorio de los búfalos, en plena época de nacimientos? Casi me aplastan si no fuera porque ayude a una madre primeriza que estaba teniendo complicaciones –le recuerda.
Puede que no le agrade al ave, pero está se tomó muchas molestias en advertirles a los otros animales que no se metieran con ella, cosa que agradecía. Además, ella intervino cuando Scar quiso comerlo, otra vez. Su relación con Zazú es complicada pero no mala.
Zazú soltó un suspiro cansino, creyéndole finalmente.
–Pues debes tener más cuidado, niña. Las lejanías no son un lugar para una humana, hay muchos miserables, créelo –rodó los ojos ante la mención del lugar –. ¿No se supone que Scar te esté enseñando a orientarte? ¡Vives con él! Al menos debería tener la decencia de enseñarte algo –voló sobre su rostro, sus cabellos se movieron ante la pequeña brisa ocasionada por su aleteo.
–Se rindió no hace mucho –respondió, con algo de gracia –. Pero no te preocupes, tengo mis métodos para no perderme.
–Hablaré con Simba sobre ese asunto –le prometió, insistiendo con el tema –. Debes dejar de meterte en lugares peligrosos.
Con estas palabras, Zazú emprendió vuelo. Nadia soltó el aire que no sabía que tenía contenido. ¡Por poco la descubren! Tiene que ser más cuidadosa para la próxima.
Al llegar al lugar de encuentro sonrió gratamente al ver a Nuka.
–Lamento la tardanza, Nuka, hubo un pequeño inconveniente –dijo a modo de saludo para luego abrazar al león.
–No puedo creer que volveré a las praderas, después de tanto tiempo.
–Pues, ¿qué estamos esperando? ¡Vamos a divertirnos!
Al llegar a las praderas, cerca del árbol de Rafiki, a una gran distancia de la manada de Simba y Zazú; Nadia llevó a Nuka a un pequeño manantial cercano donde pasarían el rato. Scar pronto se les uniria pero no sabe que su hijo estará presente.
Nadia apretó sus manos con nerviosismo, solo esperaba que todo saliera bien.
La chica soltó un jadeo cuando Nuka la salpicó con agua. Abrió los ojos graciosamente, sacudió el exceso de agua de sus brazos y sonrió maliciosamente al ver al pequeño retorcerse de la risa con su pata sobre su estómago. Nadia se levantó, uso su brazos para agarrar impulso y le arrojó el agua a Nuka, fue el turno de ella el reírse, el pequeño jadeo por la sorpresa y luego se enfrascaron en una guerra de agua entre risas.
–Ok, ok. Suficiente, Nuka. Míranos nada más –toda su ropa estaba empapada, por suerte, el calor abrasador ayudará a que no se resfríe. Se sentó en un tronco cercano, palmeó el lugar a su lado instando a Nuka a sentarse junto a ella, tenía que decirle. Carraspeo: –. Nuka, no solo te traje aquí para jugar. Te traje porque considero que debes saber la verdad –pausó, ya era hora –. Se trata de tu padre. Sobre lo que pasó cuando Simba volvió.
–Él lo mato. Por eso queremos vengarnos –repitió lo que su madre le había dicho.
–Simba no le hizo nada a tu padre, él no lo mato –Nadia refutó rápidamente –. La venganza, el odio, nunca trae nada bueno, Nuka. Solo termina consumiéndonos. Dejándonos vacíos por dentro –intento acariciar su cabeza pero Nuka se apartó, eso le dolió, baja su mano lentamente –. Lo que quiero decir...
– ¡Simba nos exilió! –grita furiosamente –. Este es nuestro hogar y él nos expulsó. Hay poca comida y nada de agua, la vida en las lejanías es horrible y difícil, Nadia. Y todo por su culpa.
–Se dé la expulsión, pero...
–¡No sabes lo que es vivir allí!
–Espera, Nuka, ¿a dónde vas? ¡Nuka, espera! –Hizo amago de intentar detener al cachorro pero fue demasiado tarde, se había ido. Nuka se sintió traicionado y dolido porque su única amiga estaba justificando a su enemigo. Nadia iba a ir tras de él y lo vio –. ¿Hace cuánto que estabas ahí?
Scar miraba a Nadia con una expresión neutral haciéndole difícil a la humana descifrar qué es lo que está pensando el león.
–No mucho –respondió.
–Después hablamos. Debemos encontrar a Nuka. Podría perderse o lastimarse.
Ambos salieron en busca de Nuka, probablemente haya vuelto a las lejanías pero Nadia lo dudaba mucho. Lo último que querría el cachorro es que su madre lo encontrara llorando. No se arriesgaría a que su madre lo viera "débil". Un momento, Nuka le contó una vez que él y su padre iban a una pequeña colina a ver las estrellas.
Debían apresurarse, ¡no les queda mucha luz del día!
– ¡Scar! ¡Scar, ven rápido! –Llamó.
–¿Lo encontraste? –Preguntó.
–No, pero creo que saberlo. O más bien, tú.
...
El cuerpo de Nuka sufría pequeños espasmos por el llanto. Se sentía dolido, solo y traicionado. Si no fuera tan débil y tonto podría haberse evitado el mal trago.
"Es amiga de Simba, porque, de otra forma, no lo estaría defendiendo, ¿no?", pensó el ojeroso león.
–Nuka.
Se enderezó al escuchar su voz, sonaba aliviada.
Nadia vaciló en acercarse. Mirándolo bien, Nuka había crecido convirtiéndose en un joven adolescente, claramente al sentirse traicionado es normal que no la quiere cerca, eso no quita que a Nadia le doliese menos su rechazo.
"Ya no es un cachorro, ya no es un niño", suspiró.
–No hemos terminado de hablar, Nuka –continuó suavemente. Acercándose lentamente, se sentó a su lado pese a que no le devolvía la mirada –. Hablamos de tu padre. Y sé que no es fácil, que debes extrañarlo mucho...
–Sí, lo hago –cortó él –. Pero eso quita que fui una decepción para él.
–Tu padre te amaba –señaló pese a que no lo sabía con certeza pero, en el fondo, Scar quizás pudo albergar algo de cariño a sus hijos. Jugueteo con sus dedos, ya es hora: –. Tu padre no murió ese día, yo... yo lo salve de las hienas. Ellas lo habrían matado o hubiera muerto por el fuego, sea como sea, Simba no mato a tu padre. Yo intervine y lo salve, Nuka.
Nuka giró a verla con el rostro desencajado debido a la sorpresa, Nadia limpió cualquier rastro seco de lágrimas de sus ojos; estaba tan sorprendido que se lo permitió. Analizó cada palabra con detenimiento.
No podía ser verdad, ¿o sí?
Su padre, Scar, el rey había muerto ese día en la batalla contra Simba. Su madre se lo había dicho. Lo que afirmaba Nadia era completamente imposible.
–No –movió la cabeza varias veces –. Eso es imposible, Nadia. Padre se ha ido.
–Oh, Nuka –acarició su melena corta y pulgosa –. ¿Recuerdas cuando te dije que quería presentarte a alguien? –asintió –. Bueno. Porque no giras a verlo por ti mismo.
Con un gesto de Cabeza Nadia señaló a sus espaldas, Nuka giro y ahí se encontraba, su padre.
–¿Padre?
Por un segundo los labios de Scar formaron una leve sonrisa, pero el gesto fue tan pequeño que Nadia pensó que lo había imaginado. Se levantó, alejándose de Nuka con una sonrisa, camino hasta pasar por de lado de Scar compartiendo una mirada, se detuvo:
–Los dejaré a solas. Pero debes ser breve, no queda mucha luz del día y Zira no puede saber que estuvo en las praderas. ¿Te parece bien? –Nadia preguntó. Scar asintió dejando de mirarla y centrar su atención a un pálido y sorprendido Nuka, le sonríe –. No me iré muy lejos. Te dije que te sorprendería, Nuka.
Y, con eso, se fue un poco más tranquila.
Pudo haberse quedado pero es un asunto padre e hijo, algo que no le concierne, según ella; esto es algo que ambos necesitan y no debería intervenir más de lo que ha hecho hasta ahora.
El silencio al que Nadia se estaba habituando fue sustituido por Rafiki, quien aprecio de la nada logrando que ella respingará.
–¿Puedes dejar de hacer? –pidió en un siseo con su mano sobre su pecho.
–Estás haciendo un buen trabajo.
–¿Ya me puedo ir?
Rafiki negó.
–Aun te falta mucho camino por recorrer, Nadia. Pero lo estás haciendo bien –su voz orgullosa –. Puedo sentirlo.
–Yo también lo siento, pero, a veces creo que no he avanzado mucho –confiesa –. Ósea, sí, se logró una tregua, pero, ¿por cuánto tiempo? Además, no sé si él me tiene mucha confianza o algo así. No lo conozco como creí que lo hacía –apretó los labios –. Creo que Taka murió hace mucho.
–No. Él sigue ahí, Nadia. Solo hay que ayudarlo a salir.
–¿Y si es muy tarde, Rafiki? ¿Y si su odio y rencor es más grande que la redención? No ha mostrado arrepentimiento y dudo que lo haya sentido alguna vez.
A veces Scar se queda mirando a la nada, melancólico, perdido en sus recuerdos. Nadia quisiera poder saber que pasaba en esa cabeza suya.
–¿Estás viendo más allá de lo que ves?
Sus cejas se arquearon.
–¿A qué viene a eso? ¡Por supuesto que lo intento! Pero no es fácil con un león como él –se excusó.
–Tienes que esforzarte, Nadia, nada es lo que parece.
Nadia iba a refutar algo más pero se había ido. Busco con la mirada por todos lados, sin éxito, se ha marchado dejándola con más dudas que respuestas.
–Vaya sabio lunático –masculló entre dientes.
–¿A quién llamas lunático? –Tras ella, Scar preguntó junto a Nuka.
Ambos la miraban extrañados por encontrarla hablando sola.
–Siempre supe que te faltaba un tornillo –se burló Nuka.
–Jajaja, muy gracioso, Nuka –comentó, irónica –. Vayámonos antes de que oscurezca por completo. No querrás que tu madre se entere, ¿o sí?
–Puedo volver solo –refutó el joven león.
–No. Yo te traje aquí, lo mínimo que puedo hacer es acompañarte de vuelta –sentenció.
–Yo también voy –se apuntó Scar –. Ya habrá oscurecido cuando vuelvas a cruzar las fronteras y podrías encontrarte con otros depredadores.
–Bien –cedió porque ya estaba cansada física y emocionalmente.
Scar arqueó una ceja. Normalmente, Nadia opone más resistencia, al parecer no estaba de ánimos y la lentitud con la que se movía delataba lo cansada que se encontraba. Eso, agregando que su semblante ha estado pensativo durante todo el camino, incluso cuando se despidió de Nuka.
–No le dirá a nadie nada de nuestro encuentro, por ahora –le explicó cuando ella le preguntó sobre su conversación. Si Zira se entraba que estaba vivo podría armar una rebelión a su nombre para intentar derrocar a Simba, algo que buscaba evitar. Nadia creía, por otro lado, que igual seguiría con su plan al sentirse de alguna forma "traicionada por Scar" o decepcionada de que se haya vuelto "débil" –. ¿Todo bien, Nadia? Has estado muy callada y ese no es tu estilo.
Ella ríe un poco ante eso.
–Solo estoy cansada, Scar. Solo eso –le aseguró mientras preparaba la fogata de esa noche.
Nadia había logrado, por fin, aprender a encender una simple fogata luego de varios intentos fallidos acompañados de ampollas en sus manos. Aunque Scar le dice que no es necesario porque ella de igual forma se acurruca junto a él para dormir.
–Quisiera saber cómo pasaste de ser Taka a Scar –dijo en un murmullo cuando el fuego calentó su rostro.
–No es una historia bonita ni con final feliz.
–Todavía no ha terminado tu historia –replica.
–Lo hubiera hecho si hubieras permitido que las hienas lo hicieran.
–¿Crees que merecías ese horrible final? –giró su rostro mirándolo fijamente.
Scar examinaba sus garras con fingido interés, se encogió de hombros.
–¿No es ese el final que merece un usurpador y asesino de su propia sangre?
–El final de un villano, si. Ese pudo ser tu final –guardo silencio, él no hablo, se quedaron en un silencio absoluto. La brisa nocturna hizo que le erizara la piel. De haber conocido a Scar antes probablemente su relación no sería tan diferente como ahora –. Pero, ¿sabes algo, Scar? Si te hubiera conocido mucho antes de la estampida, cuando eras un joven león adolescente o adulto joven; habrías sido mi favorito muy por encima del amado Mufasa –declaró cambiando de tema, cosa que Scar agradeció.
–¿Y ahora? ¿Después de todo lo que paso? ¿De quedarte condenada por mí culpa?
–Sigues siendo mi favorito. Pero Simba también es simpático –agrega con sonrisa ladeada.
–Oh, ¿de verdad? Qué halagador –posa su pata sobre su pecho, su voz sigue siendo melancólica –. Ve a descansar. Estas demasiado cansada y dices incoherencias cuando lo estás.
–Buenas noches, amigo.
–Buenas noches, humana.
