Había pasado uno de los eventos que Nadia sabía de antemano que pasarían pero que no esperaba presenciar. Primero, el encuentro entre Kovu y kiara, seguida de la confrontación de Simba y Zira junto con la desagradable propuesta que hizo de entregarle a su hijo para que Simba "se vengara" de Scar. La leona se quedó callada en media frase cuando la vio. Al principio no pareció afectada por su presencia hasta que intentó atacarla siendo protegida por Scar, para sorpresa de todos. Si antes quedó impresionada con verla; ver a Scar frente a ella, vivo, bien pudo haberse desmayado si eso era posible.

Pero la ira y la traición nublaron su mirada. Ahí estaba, el rey, justo frente a ella al lado de su enemigo en lugar de estar a su lado como debería ser. Zira se sintió traicionada por Scar, como si todo lo que ella había hecho por él no importara. Cuando le exigió saber cómo sobrevivió Scar no estaba para dar explicaciones:

–Eso no importa ahora, Zira. Termina con esto de una vez por todas, se acabó. Simba es el nuevo rey nos guste o no –dio un paso al frente–. Acaba con esto. Se ha terminado.

–Oh, no, Scar. Esto apenas está empezando –ríe con malicia mirando a Kiara escondida entre las patas de su padre, la pequeña se encogió aún más.

Zira se fue sintiendo su alma resquebrajada por la traición y el dolor que le causo saber que Scar seguía vivo, que no lucharía por lo que le pertenencia. Una vez que la leona junto con su cachorro se perdió de vista Nadia tuvo el impulso de ir tras ella y llevarse con ella a Kovu y sus hermanos. Pero Simba se la llevo junto a Kiara para hablar con ellas. Le pidió ayuda a Scar con la mirada, la cual detonaba nervios y poco entusiasmo por dicha charla, pero simplemente este dejó que su sobrino se la llevara para sermonear las.

–¿Quieren explicarme en qué estaban pensando? ¡Pudieron morir, las dos!

–Lo sé –murmuró Kiara en voz baja.

Simba voltea a mirar a Nadia esperando una respuesta por su parte. La pobre sintió que tenía a su padre en frente en lugar de un rey. Se sentía extraño, normalmente Scar es quien la regañaba o, simplemente, se divertía teniendo la razón; algo que ocurre muy a menudo para molestia de la joven.

–¿No tienes nada que decir, Nadia? –Simba presionó.

–No te gustará la respuesta –farfulla.

Su respuesta logró que Simba revoloteara los ojos mientras soltaba un suspiro, cansado. La miró por largos minutos hasta que finalmente decidió que hablaría con ella después, a solas. Nadia lo agradeció desde el alma debido a que, bueno, sintió que estaba entorpeciendo la escena y la canción que Simba le cantaría a Kiara sobre la unión y esas cosas.

Se fue rápidamente, no sin antes escuchar al rey decir:

–Adolescentes, nunca los entenderé.

Lo que debería pasar estaba pasando, las piezas se están moviendo, su intervención puede que el final feliz de esta historia pueda o no pueda ocurrir: Scar y Simba aún no han curado sus heridas ni se han perdonado ni a ellos mismos ni viceversa. Kovu y Kiara ya se han conocido, la semilla ya fue plantada. La cuenta regresiva empieza, los cachorros están creciendo.

Aún tiene tiempo para solucionar lo primero. Lo segundo, se solucionara solo, después de todo, como debe ser.

A pesar de la tregua entre tío y sobrino las cosas entre ellos parecen estar en un punto muerto, como en la guerra fría. Quizá deba convencer a Simba de que hable con su tío sobre el asunto de los chacales, para una negociación beneficiosa para ambas especies. Scar tiene experiencia al tratar con otras especies sin perjuicio en el medio, algo que ha Simba le ayudaría, mucho.

Una vez que localizó a Rafiki, este estaba preparando sus pinturas. Lo jaló de la oreja provocando que soltara un pequeño gemido de dolor y sorpresa. Rafiki acarició su oreja lastimada, observándola con el ceño fruncido, mientras mascullaba algo sobre la violencia injustificada, algo a lo que ella se burló.

–Lo dice el mandril que golpea con su bastón en la cabeza a otros animales.

–Es para que aprendan la lección –se justifica.

–Desde luego que si –masculla–. De que aprenden, aprenden. Pero no vine para cuestionar tus métodos de enseñanza. Vine porque esto no está funcionando. Al principio creí que esto sería fabuloso, mágico, pero en vez de eso me topó con un león con un muro a su alrededor de su corazón para evitar que otros entre. Un sobrino desconfiando y con terrores nocturnos (y muy bien justificados, por cierto), y no he podido ir a ver Hakuna Matata; algo que no es muy importante como los otros dos ejemplos, desde luego –divagó–. ¡Pero tú me entiendes!

–¿Los estás ayudando porque quieres o debes? –Preguntó en cambio.

–¿Qué quieres decir? –Su rostro bañado en confusión, relajando su postura defensiva –. Habla claro, porque no todo el tiempo sé lo que estás diciendo.

–¿Acaso ayudaste a Taka por deber o porque salió de tu alma?

¿Esto es acaso una pregunta con trampa? bueno. Rememorando lo de aquella noche (ya hace algún tiempo, mucho); Nadia sintió el deseo de ayudar a Scar para que no sufriera ese terrible final. Lo hizo porque creyó y cree que es lo correcto. Que merece otra oportunidad. Ahora, bien, sabe que para volver a su mundo tiene que redimirlo de alguna forma pero no sabe cómo; ella no sabe cómo hacerlo. ¿Será que dejó de intentar ayudar a Scar porque es lo correcto y, en lugar de eso, se lo tomó como una tarea que simplemente debía cumplir? No, por supuesto que no. Scar le importaba mucho. Se ha convertido en su amigo por mucho que él hace una mueca cuando se lo menciona, ella sabe que él la quiere, a su manera, claro.

Nadia cubrió su rostro con ambas manos soltando pequeños pucheros, mientras se sentaba en la tierra, derrotada. No sabía qué hacer.

¿Acaso ni para eso es buena?

–Solo quiero que se abra a mí, Rafiki, solo eso –musitó entre hipidos–. Con Simba fue fácil, hasta lo he consolado cuando me habla de sus pesadillas. A veces Nala ni se da cuenta pero sé que ella lo consuela cada vez que puede. Pero Scar, oh, Scar –pauso, buscaba controlar su voz y evitar soltar en llanto –. Ya no me importa volver a casa o no: solo quiero ayudarlo también. ¿Sabías que tienes pesadillas? Nunca me dice que sueña ni nada. Solo pone su cabeza sobre mis rodillas y deja que lo acaricie toda la noche, nada más –destapo su rostro, sus ojos cristalinos debido al cúmulo de emociones–. Y me frustra, me frustra mucho no poder consolarlo más; pero sé que para él eso le basta.

Sorbió su nariz, callándose abruptamente y obligándose a calmarse. Siempre ha sido sentimental. Scar siempre se lo menciona tanto como burla u observación, respiró un par de veces hasta lograr calmarse un poco. Rafiki la observaba en silencio, Nadia no sabía si estaba preocupada o no, solo la miraba.

–Perdón, soy una sentimental –agita sus manos sobre sus ojos, una vez calmada, prosigue: –. ¿Podrías darme un golpe en la cabeza? Me vendría tu forma inusual de ayudar a otros –Rafiki le dan un pequeño golpe, suelta un quejido de dolor –. ¡No tan fuerte! Pero igual, muchas gracias. Ya es hora de irme, me falta el sermón del tío Scar.

No espera respuesta. Rafiki sonrió al verla marchar mucho más animada:

–Mi trabajo aquí ha terminado –una brisa repentina movió su melena despelucando la, suspiró –. Pero parece que ahora quieres hablar de lo que paso hoy, ¿verdad? Sí, sí, Kiara crecerá y se convertirá en una gran reina...

...

Ciertamente ya termino por volarle la piedra a Scar por completo. El león no ha parado de reprenderla por la pequeña aventura de hoy. Desde luego que, no sabe que ella intento por todos los medios convencer a Kiara de que volvieran a casa, cosa que la cachorra no escucho, por obvias razones.

"Tampoco que pudiera evitar que conociera a Kovu", se abstuvo de decir.

–¿Acaso no estás tomando esto en serio? ¿Te parece gracioso, acaso? –Cuestionó, irritado. Zira noto como la humana lo miraba, querrá matarla como represalia por ocultarle que estaba vivo, no se andará con juegos.

–Oye, intente convencerla de volver a casa. Vale más que la acompañara, porque si no, sabe Dios lo que le hubiera pasado. Por suerte, Kovu estaba con ella. Ambos se salvaron mutuamente cuando no pude seguirlos por los cocodrilos... Ups –cubrió su boca. Se supone que nadie debe saber de los cocodrilos. Miró al león, quien la mira de forma fulminante, sonríe nerviosamente –. ¿Cenaremos hoy cebra?

–Vas a terminar matándome.

–Deja de quejarte –se recoge el cabello en una cola de caballo –. Además, sabes que me quieres.

–Solo me acostumbre a tu irritante compañía, es todo –gruñe.

–Si soy tan irritante como dices ¿porque no te deshiciste de mí apenas tuviste la oportunidad? –inquirió burlesca –. Y fueron muchas que pudiste hacerlas pasar por accidente. Es más, en la mayoría pudiste haberte quedado quieto y ver cómo me muero intoxicada, o atacada por cualquier otro animal, entre otros –enumera con sus dedos.

–Igual si hubiera sido accidente nadie me hubiera creído –sonríe maliciosamente.

Tiene razón. Aquello desinflo un poco a la joven porque es cierto, nadie le hubiera creído a Scar; es más, lo habrían culpado de su muerte y exiliado por ello. La excusa perfecta que Simba hubiera usado para destruir su tío sin llenar sus patas con su sangre y resolver de paso lo de la ley esa sobre la prohibición humana.

–Al menos di que ya no te parezco tan molesta.

Scar bufa, divertido, antes de recostarse en una posición vulnerable descansando su cabeza sobre sus patas.

–Parece que te importa mucho lo que yo pienso. ¿Porque será? ¿Por tu pequeña misión, mmm? ¿Redimirme? –casi parece mofarse con esto último.

–Eres mi amigo –dice porque es cierto o así lo considera–, y esto no tiene nada que ver con mi misión. En verdad me importa.

Sus ojos brillaron levemente.

–¿Amigo? –Repitió casi con incredulidad –. Somos amigos, entonces. ¿No temes, acaso, que te traicione y te arroje al fuego con tal de salvar mi pellejo? Podrías arrepentirte de ser mi amiga.

–¿Y tú, te has arrepentido alguna vez? ¿De traicionarlas, por ejemplo? – preguntó, curiosa. Sabía que la relación de Scar con las hienas es mucho más complicada de lo que realmente es. Saber un poco más sobre eso no le haría daño.

–A veces –respondió después de varios ¿segundos? ¿Minutos? –. Prométeme que no volverás a meterte en las lejanías ni para visitar a Nuka. Zira te despedazaría apenas tenga la oportunidad. No se la des, jamás, ¿entiendes?

Nadia esperaba no encontrarse a Zira en lo que le quedara en su estadía en las praderas, pero, por desgracia, si quería salvar a Nuka de su destino tendría que intervenir para poder hacerlo. Scar buscaba algún vestigio de duda en Nadia y, al no encontrarlo, supo que esta vez le haría caso porque sabe que Zira no se andará con juegos si la llega a tener nuevamente frente a ella sin Simba ni las leonas que las separen.

Con algo de pesar, tendrá que decirle a Nuka que deben mantener las distancias, por ahora, por el bien de todos.

–De acuerdo –promete en un susurro.

Al día siguiente, luego del incidente, Nadia se encontró con Simba nuevamente mientras hacían el patrullaje del día. Pronto aparecería Zazu para el informe matutino. Si no es que llegan Timon y Pumba primero, luego de vigilar a Kiara, claro.

El sonido de las aves junto con la vista de las manadas de gacelas, cebras y ñus da una vista maravillosa.

–Más, por siempre tendrás nuestro apoyo y amistad, cuando sientas desesperación –finaliza de cantar Simba descansando su frente con la de Nadia–. Espero que lo entiendas. Confió en que Scar al menos habló contigo.

Nadia acaricia su melena.

–Lamento haberte dado un susto de muerte. Y sí, lo hizo, estaba igual de molesto y preocupado que tú.

–Dudo lo último –murmura para sí mismo –. Sabes que puedes quedarte en la roca con el resto de nosotros, ¿verdad? No tienes por qué quedarte con él sino lo deseas.

–Simba, tu tío es... complicado. Pero no quiero alejarme de él, estoy demasiado acostumbrada a su presencia –Simba no dice nada a sí que prosiguió: –. ¿Cómo van las pesadillas? ¿Ya no son tan frecuentes?

Simba se detiene por un instante, giró a verla, su expresión era solemne y tranquila.

–Ya no son tan frecuentes, gracias al cielo.

–¿Se han vuelto a encontrar en el prado de los reyes del pasado? –inquirió.

Simba y Scar se han encontrado un par de veces en el cementerio de los reyes del pasado. Compartiendo miradas y palabras incomodas, retadoras y hasta llenas de reproche. Su animosidad es algo que Nadia buscaba cambiar. Estaba consciente de que quizás nunca lo logre. Puede que Simba lo deje vivir en sus tierras con algo de libertad, pero su rencor y odio hacía las acciones de su tío puede hacer que cometa errores.

–¿Él te lo dice? –Sorprendido, le pregunta a la huma.

–Su expresión de desagrado lo dice todo –un dejo de diversión cubrió su tono.

Simba ríe al imaginar la cara de su tío. Cuando era cachorro siempre se divertía con las expresiones de su tío, considerándolo raro y gracioso. Aunque no quiera admitirlo, de cachorro siempre lo admiro. Lo seguía a todas partes. Preguntándole si podía contarle alguna historia, o enseñarle alguna habilidad nueva, Scar siempre se excusaba ante enseñarle aunque siempre terminaba contándole una historia para que dejara de insistir.

Nadia observa como la expresión del rey cambia ligeramente, parecía melancólico y algo... ¿feliz?

–Supongo que es algo que no cambia.

–Creo que deberías hablar con el sobre los chacales... Por favor, déjame terminar –Simba enarca una ceja y asiente. Prosigue: –. Mira, tu tío tiene experiencia al tratar con otras especies de manera... ugh... ¿formal? Y creo que sería muy bueno que lo escucharas para que las negociaciones con los chacales sea un éxito.

–Lo pensare, si te hace sentir tranquila –no es un si pero al menos es algo.

–¡Qué bueno!

–¡Señor, el informe matutino! –aterriza Zazú elegantemente –. Muy buenos días, Majestad, Nadia.

–Buenos días, Zazú –saludan al unísono.

–Supongo que ya debo irme. Esto es asunto de su realeza, Majestad –se despide Nadia con un gesto de mano.

No se había alejado mucho cuando un bulto en la tierra paso por sus pies haciéndola saltar, supuso que es uno de esos topos que sirven a Zazú para sus noticias subterráneas.

–¡Las hienas están en el reino! –grita Zazú con alarma en sus ojos.