Luego de escuchar la exclamación del cálao Nadia supo que era hora de irse. Le había prometido a Scar mantenerse alejada de los problemas o, más bien, que no los buscara. Al parecer el viejo león piensa que ella es una especie de imán para los problemas; aunque Nadia piensa que él cree que a ella le gusta provocarle mini infartos.
"Parece que Scar es quién está a cargo de mí que yo de él ", ríe bajito ante la ironía.
Puede que lo niegue todo lo que quiera pero sabe que, muy en el fondo, Scar si le ha tomado algo de cariño. Un poco.
Bien podría seguir con sus divagues sino fuera por un gemido entre la maleza. Se detuvo. Mira por todos lados, asegurándose de que no haya ningún depredador cerca (algo casi imposible debido a su habilidad innata para la caza) por lo que no podría detectar a un sigiloso león, guepardo o leopardo por mucho que achinara los ojos.
"Que no tenga garras y no sea ponzoñoso ", pidió, mientras se acercaba con toda la intención de ayudar.
Grande fue su sorpresa al ver a una cría de hiena de no más de tres o cuatro meses de edad. La pata del pequeño o pequeña estaba sangrando, parecía que algún animal la había mordido. Había mucha sangre. Hizo una mueca, esperaba que el hueso no estuviera roto.
–Tranquila, tú...
– ¡Aléjate de mi hermana! –grita otra hiena, macho, en medio de ambas con los dientes afuera listo para atacar.
Nadia levanta ambas manos en son de paz.
–Vine a ayudar.
–Psss... No te creo nada.
–Tu hermana necesita ayuda, pequeño, y yo quiero proporcionársela.
Apostaba que estas hienas desobedecieron a su madre, entrando a las praderas, y todo ese juego resultó en esta pequeña tragedia. De seguro algunas hienas se prestaron para buscarlos pese a que se meterían en problemas con Simba, todo por buscar a sus pequeños. Quizá estaban jugando y se metieron en el territorio de guepardo o leopardo, hasta algún chacal solitario es capaz de atacar a una cría de hiena.
–Soy aprendiz de Rafiki, el chamán real. Puedo ayudar –volvió a intentar.
–Mkaidi, me duele mucho –dice la pequeña.
El rostro de su hermano vacilo ante su hermana. Giró, mirándola, luego volvió a operar en Nadia.
– ¿Seguro que vas a ayudarla? – preguntó, vacilante.
Nadia asintió.
-Si. Pero no aquí –Mkaidi intentó replicar–, no tengo lo necesario para ayudarla ahora. Debo llevármela.
– ¡No te lleves a Maua sin mí!
–Desde luego que no, tú también vienes conmigo –hizo un gesto con la mano–. ¿Puedo?
Mkaidi se hizo a un lado permitiéndole acercarse a la humana. Nadia tomo con sumo cuidado a Maua, no quería lastimarla más y, una vez que estabilizo su agarre los tres caminaron rumbo a la cueva que compartía con Scar. Ella pensaba que, si Rafiki se enteraba de las hienas se lo informaría a Simba y este la regañaría severamente, si bien; no creía que Simba pudiera tenerle rencor a unas hienas jóvenes, inocentes. Es mejor prevenir que lamentarse.
Al llegar a la cueva pudo respirar tranquila, Scar no estaba.
"Debe estar cazando, menos mal que es un león rutinario", deposita suavemente a Maua en su cama improvisada de hojas "orejas de Elefante".
Una vez que se quitó su bolso lanzándolo sin ningún tipo de cuidado; se puso a buscar sus ungüentos, sus cuencos con agua y un retazo de corteza de un árbol cuyo nombre no recuerda pero que es lo suficientemente flexible como para ser una gasa, o eso piensa Nadia. Una vez obtenido todo paciente, volvo con su pequeña que, para alegría de la humana, ya ha dejado de sangrar.
Mkaidi no estaba lejos de ella, estaba curioso por el lugar.
Nadia empieza a inspeccionar la herida. No es muy profunda, el corte fue limpio, seguramente sanara sin problema en poco menos de una o dos semanas dependiendo de cómo Maua se cuide después de hacerle el procedimiento curativo.
– ¿No deberíamos ir con el chamán? –inquirió el otro cachorro de forma quisquillosa –. ¿Y seguro que sabes lo que haces? No pareces confiable.
–Maua, eres afortunada, no está rota –le dice a su hermana ignorándolo, concentrada en sus movimientos. Cuando iba a replicar molesto ella dijo: –. Muy segura, Mkaidi. En menos de dos semanas, cuando mucho, tú hermana estará mejor.
–No me llames así –masculló–. No sé tú nombre, no es justo que me llames por el mío si ni te has presentado.
"Que pequeño tan arisco".
–Cierto. Soy Nadia, la humana, un gusto.
Maua se presenta y le agradece de antemano por su ayuda. Mkaidi dice que nunca había visto a un humano de cerca; mucho menos uno que sea curandero, y que se supone que los humanos son malos según lo que ha escuchado.
–Algunos si lo son –concede ella –. Pero hay algunos humanos que si valen la pena. ¿Cómo la sientes, linda? ¿No está muy apretada?
Maua mueve la pata, inspeccionado el vendaje.
–Se siente bien, ¡muchas gracias!
–Y pensar que tú serás la siguiente matriarca –se burla su hermano.
La cicatriz de su brazo comienza a palpitar ante el recuerdo, ya algo lejano, de cierta matriarca.
"Ay, cariño, creo que conozco a tu madre ".
–No me hubiera pasado nada si no te hubiera salvado la cola, tonto –manifiesta, girando su cara y levantando la barbilla muy dignamente.
–Oye, ya dejen de pelear. Sera mejor que los regrese a su hogar antes de que...
–Antes de que me descubran rompiendo las reglas, otra vez –dice una voz a sus espaldas paralizando a todos. Scar miró con genuina severidad a Nadia y, al bajar la vista se encuentra con los dos cachorros de hienas temblando, aterrados. Chasquea la lengua –. Ni Simba me sacaba tantas canas verdes. Por los grandes reyes. Nadia, ¿sabes acaso quiénes son?
– ¿Hijos de tu vieja amiga? –un gruñido bajo hizo que borrara su intento de sonrisa–. Maua estaba herida y no podía dejarla así.
–Solo respóndeme una cosa: ¿No te metiste al cementerio de elefantes? – preguntó, irascible.
–No. De hecho, ahora que lo recuerdo, ellos estaban en las praderas sin el permiso de sus padres. Así que regáñalos a ellos.
– ¡Disculpa! –Mkaidi chilló, indignado. Olvidando por un instante su miedo ante el león se planta ante ella, su ceño fruncido –. A nosotros no nos metas en tus problemas personales.
–Señor –Maua interviene –, Nadia solo quiso ayudar. Por eso nos trajo aquí. Nada de esto habría pasado si hubiéramos obedecido. Por favor, no se moleste con ella. No lo merece.
Scar aprecia el parecido que la hija de Shenzi posee, pero claramente es mucho más calmada a la hora de hablar con otra especie, en especial un león. También está el hecho de que su actitud parece ser muy dócil pero con la firmeza de su mirada da el equilibrio perfecto; seguramente será una gran matriarca si sigue así.
– ¿Cómo es que te llamas?
–Maua –y señala a su hermano–. Y este terco de aquí es mi hermano, Mkaidi.
–Veo que le queda –murmura Scar –. Nadia, ¿has terminado con ella?
–Si –asiente ella levantando sus cosas –. Ya iba a llevarlos al cementerio, no quería que en el camino su vendaje se desasiera antes de tiempo. Además, no debería sorprenderte, sabes que no podría dejarla así –argumentó.
Scar suspirada. Sabe que Nadia posee un buen corazón lo suficientemente grande como para ayudar a alguien necesitado mientras este a su alcance.
Sabe que, si va sola, lo más probable es que las hienas la ataquen. Su relación con las hienas está más que rota y lo menos que quería es volverlas a ver, pero sabe que no puede dejar que Nadia vaya sola con las crías, es peligroso. Las nuevas cicatrices en su cuerpo pican. Nadia baja la mirada al notar su mueca no muy disimulada, no puede culparlo Las hienas casi lo matan y devoran, no ha de ser fácil para él.
–No tienes que...
–Tengo que –interrumpe, mientras sale de la cueva voltea a verlos –. ¿No vienen, acaso?
…
Volver al cementerio de elefantes despertó cierta nostalgia que Scar no esperaba experimentar. Ha venido a este lugar tantas veces que en algún momento termino considerándolo su segundo hogar. Nadia comenzó una charla para aminorar el ambiente tétrico, cosa que los cachorros aceptaron encantados, contando anécdotas y alguna que otra travesura. Scar sin proponérselo empezó a recordar ciertas cosas de su pasado; como cuando conoció a las hienas ¡eran tan solos unos jóvenes adolescentes! Tantas travesuras y conspiraciones para dejar mal parado a su hermano, qué tiempos aquellos.
El olor familiar hace que se detenga abruptamente, Nadia arruga la nariz.
–Scar, ¿qué pasa? –se aferra un poco más, cuidando de no lastimar a Maua.
–Hemos llegado –fue su respuesta antes de que el ambiente se llenara de risas.
Mkaidi sonríe al ver salir de las sombras a sus padres, Shenzi y Banzai. Corre hasta ellos. Ambos abrazan a su hijo y Shenzi, al alzar la mirada y ver a Maua en los brazos de Nadia su postura cambia, su mirada se vuelve peligrosa y empieza a enseñar los dientes y gruñir.
–Oye, oye, cuidado a quien le gruñes. Ayude a tu hija más bien –le muestra el vendaje.
– ¿Cómo sé que esto no es una especie de venganza por lo que le hicimos a Scar?
Nadia arquea una ceja ¿en serio piensa que la lastimaron apropósito para luego curarla y entregársela como una especia de advertencia retorcida?
–De ser así no los hubieras vuelto a ver –Scar replica con fingida calma. Shenzi le gruñe al igual que el resto de las hienas –. ¿Y qué hacían en las praderas, en primer lugar? Escuché que Simba los echo.
–Oh, ¿tú que crees? ¡Buscábamos a nuestros hijos! –Banzai respondió.
"Así que su ship es canon", se sorprendió Nadia.
–Fue nuestra culpa, bueno, mi culpa –los mayores voltearon hacia Mkaidi quien se encogió un poco ante las miradas –. Yo... ugh... Maua me dijo que estaba prohibido pero yo quería conocer las praderas, así que me fui. Ella me siguió, peleamos y un chacal nos atacó y la mordió, pero se espantó por un rugido –baja la mirada, culpable –. Lo siento mucho, mamá, papá.
–Y luego Nadia nos encontró y me ayudo, mamá –prosigue Maua aun en los brazos de la humana –. Es ayudante de Rafiki, me curo ¡y fue muy amable!
Shenzi arrugó la nariz, mirando desconfiada a la humana. Ed, por otro lado, se acerca con una expresión tonta sacándole una sonrisa nerviosa a la humana. Scar lo mira con advertencia, eso no lo detuvo hasta estar frente a frente de Nadia, con una mirada aparentemente inusual no vacía.
Ella ladea la cabeza.
– ¿Él no habla, verdad? –Le preguntó a nadie en particular.
– ¡Ed, déjate de tonterías y ven para acá! –llama Banzai.
Ed niega furiosamente con la cabeza. Dando un intento de sonrisa con la lengua afuera, encantándola.
–Awww... Eres una cosita tan tierna –Nadia se agacha y con una mano acaricia la cabeza de la hiena, por lo menos él no le arrancara la mano. Ed mueve la pata como un perro contento, encantándola aún más.
Ed puede ser adorable cuando no quiere comérsela.
Banzai farfulla sobre que está avergonzando a la especie, Shenzi mira el espectáculo con molestia y Scar estaba que se cubría la cara con una pata.
–Vinimos aquí para dejarte a tus cachorros –Scar empieza a decir –, nada más. No vinimos a causar problemas ni buscamos pelea. Nadia –la aludida, sin dejar de acariciar a Ed, voltea a mirarlo interrogante –, deja de acariciarlo y entrega a la cachorra con su madre.
Nadia rueda los ojos antes de dejar a la pequeña con sumo cuidado cerca de su madre. Y, antes de volver al lado de Scar, le deja un pequeño paquete lleno de carne seca. Shenzi ladea la cabeza, parece impresionada.
–No alcanzara para todos, desde luego, pero al menos estos pequeños dormirán con el estómago lleno –murmura. Una vez posicionada al lado de Scar –. Entonces, ah... ugh... Ya nos vamos.
Algunas hienas les obstruyeron el camino, Scar voltea y mira a Shenzi quien no parece saber que hacer a continuación. El león mira a su alrededor mientras Nadia coge disimuladamente una gran piedra, por si acaso. La promesa que Shenzi le hizo cuando cargaba el inconsciente cuerpo de Scar sigue latente tanto en su mente como en la cicatriz en su brazo.
–Déjenlos ir –ordenó Shenzi con firmeza.
–Pero, Ma... –quiso decir Janja, su hijo mayor.
–Déjenlos ir –recalca elevando la voz.
Scar asiente en su dirección antes de girar e irse con Nadia. Fue una tarde tensa y larga.
Para él verlos de nuevo supuso un torbellino de emociones desde molestia, resentimiento, odio, tristeza e, incluso, nostalgia; a pesar de todo las hienas formaron parte de su vida tanto o más que su propia familia siendo sus amigas, sus confidentes. Con ellas hasta hubo un momento en el que no se sintieron solo e ignorado.
…
Cuando salieron de ese lugar se pensó que iría a la cueva a descansar, masculló una maldición cuando frente a ellos estaba Simba cuya expresión y mirada severa los recibió.
Lo que le faltaba.
