Si hubiera alguna forma de haber evitado esta incómoda situación Nadia la habría tomado enseguida, pero, por ahora, ahí estaba. Parada, sin saber que hacer o decir. Solo quería que la tierra se abriera bajo sus pies, se la tragara y la escupiera en su casa, lejos de esa severa mirada escarlata. Se hunde un poco cuando pasan los segundos y esa mirada no cambia en lo absoluto.

Bien, no es como que pudiera culparlo, había roto las reglas. Otra vez.

Nadia mira a Scar quien no parece para nada feliz por esto. Pero de igual forma le sostiene la mirada a Simba, a pesar de todo. Es muy orgulloso.

–¿Qué estaban haciendo? –La voz de Simba era fuerte, autoritaria. Nadia cierra los ojos ante ese tono severo, encogiéndose aún más. Lo que el rey veía era que Scar estaba devuelta a sus andanzas, de vuelta a sus cómplices y ahora la humana parecía ser parte de ello; no iba a permitir otra traición más –. ¿Y bien? –Exigió –. ¿No dirán nada?

–¿Y qué quieres escuchar, Simba? ¿Que fuimos al cementerio de elefantes a llevar dos inocentes cachorros de hiena con su familia o, qué estuve conspirando de nuevo tu muerte? –La burla y el sarcasmo tiñe su voz. Scar no estaba tan afectado como ella, bien por él, pero ella estaba que se colocaba en medio de ellos y empezara a mediar. Se supone que estaba allí para ayudar a perdonarse no a que su odio y desconfianza creciera.

Simba ahora la miraba, buscando una respuesta o confirmación de sus palabras.

–Primero no fue culpa de Scar, él quiso impedir que fuera al cementerio y como no consiguió persuadirme, me acompaño. Ya sabes, él conoce mejor el lugar, más que nadie –Simba entrecierra los ojos. Scar la mira por el rabillo del ojo, no la interrumpe, así que prosigue: –. Me encontré con dos cachorros de hiena; una estaba herida, así que la lleve a la cueva donde la atendí adecuadamente. Envolví su pata, luego me prepare para llevarlos yo misma a su casa cuando Scar nos sorprendió –hace una pequeña pausa –, me dijo que los llevara al límite, nada más. Pero me negué, no iba a permitir que se fueran solos, por lo que nos acompañó. Es por eso que fuimos al cementerio de elefantes. Lo siento, pero no lo siento.

–¿Es eso cierto? –Simba sabía que Nadia era capaz de eso y más con tal de ayudar a alguien. Es buena de corazón y actuaba conforme a ello. Para su sorpresa, fue Scar quien confirmó la historia con un neutro:

–Si.

Nadia estaba que se movía las uñas, la tela de su camisa esta tan arrugada debido a los apretones ansiosos a los que sometió la tela con sus manos, capaz y le hace un agujero. Sus ojos se movían de un león a otro. El tiempo parece que se ha congelado, eso, o se ha vuelto increíblemente lento. No fue hasta que Simba dejó de juzgarlos con la mirada y gira sobre sus patas, alejándose.

–¿Acaso no vienen? -Simba voltea a verlos, su voz ya no es autoritaria, aunque igual se mantiene a la defensiva. Siempre es así cuando tiene a Scar cerca.

La caminata fue de lo más tensa, incomoda. Nadia caminaba en medio de los leones.

–Entonces... ah... Scar, no te volvió a hacer caso –tropezó Simba con algunas palabras, pero hasta él está consciente de que este silencio solo prolongaría más la caminata. Scar hace un gesto afirmativo, sin emitir palabra alguna.

Nadia le da un disimulado pellizco haciéndolo saltar, él la miró, irritado. Ella le hace un gesto para que hable. No iba a dejar de pasar la oportunidad para que esos dos hablasen, así sea dos oraciones.

–Ya sabes cómo son los jóvenes, especialmente a esa edad, nunca escuchan. Me recuerda a alguien –comentó, lo miró hacer una mueca de reojo –. ¿Kiara cómo ha estado? Supongo que no la dejaras salir más sin vigilancia.

–Tanto ella como Nadia...

–¡Oye!

–Ouh, estoy de acuerdo con eso –dice, para consternación de la humana. Ella lo mira mal a lo que él agrega: –. No me mires así, Nadia, no haces más que meterte en líos. Ni Simba se metía en tanto líos como tú –Simba hace un ruido bajo en protesta pero sin interrumpirlo –. Solo espero que no pongas a esos tontos para vigilarlas. Se los quitarían de encima enseguida.

Por mucho que no le haya gustado ese comentario sobre Timon y Pumba, Simba debía admitir que sus cuidadores no eran los más listos, aunque han demostrado ser eficientes en algunas ocasiones.

–Escucha –empezó a decir, llamando la atención del león mayor, Simba miro a Nadia una milésima de segundo –, estaba por estos lares porque necesitaba hablar contigo sobre un asunto importante.

Scar analiza sus palabras intrigado y Nadia no podía creer lo que escachaba. Le pediría ayuda con el asunto de los chacales después de todo, lo haría. No es difícil entender el hecho de que haya llegado a esa conclusión, desde luego, Scar ha sostenido relaciones lo suficientemente "estables" con otras especies, y Simba lo sabe, tanto como para aprovechar esta clase de experiencia y poder llegar a un acuerdo evitando cualquier tipo de perjuicio de por medio que pueda frustrar tal negociación.

Hubo roces entre el grupo de casería con una manada de chacales donde ambas manadas estuvieron a punto de llegar agredirse físicamente. Las leonas tachan a los chacales como ladrones y carroñeros, acusándolos de querer sabotear su caza o, incluso robarles sus presas; algo que desde luego los chacales han negado diciendo que sus zonas de caza han sido de ellos por generaciones y las leonas han cruzado ese límite. Nala ha intentado por todos los medios frenar esta situación pero, al estar más a favor de sus cazadoras es necesaria la intervención de Simba, algo que ella ha accedido pese a que el rey sabe que su reina podría haber resuelto la situación; claro, sino fuera por el perjuicio que muchas de las leonas comparten.

–¿Si sabes que existen más zonas de caza y que el territorio de los chacales está muy cerca de las lejanías? –Scar rueda los ojos, aburrido –. El problema es simple, dejar esa zona a los chacales, o avisar que días las leonas piensa cazar allí dependiendo las manadas que estén por esa zona –entrecierra los ojos –. Según recuerdo, los chacales no son tan aficionados a las cebras o al ñu, a menos que sean crías. Prefieren a los impalas, animales más pequeños, o la carroña.

–Sea como sea, nos reuniremos con los líderes para zanjar de una vez este asunto.

–Tú y Nala, me imagino –deduce Scar.

La mueca que Simba ni se molestó en ocultar hace que Nadia quiera saber lo que en verdad está proponiendo el rey, seguramente esto no le gustara a Scar tanto como a Simba.

–Ella no ira, Scar. Tú y yo iremos en este viaje, estaremos fuera dos días, cinco cuando mucho –decir esas palabras fue más difícil de lo que Simba creyó. Trabajar con alguien en quien claramente no confía será todo un desafío, pero necesario, para consternación de él y de su tío.

Nadia admiraba como Scar no ha perdido los estribos; no se ha reído ni preguntado si era alguna clase de broma o trampa, solo se ha quedado en silencio, en un silencio calculador que le pone los pelos de punta. Si se concentra más puede que escuche las maquinaciones en su mente donde, en otro momento, habría pensado que estaba planeando un asesinato o algo maquiavélico.

–No lamento rechazar tu oferta, majestad –Simba estaba cansado de escuchar el tono burlón cada vez que lo llamaba por su título. Los ojos verdes de Scar brillaron –. Pero este asunto no es algo que me concierne, ya no.

–No es algo que te esté pidiendo ni como familia o amigo, es algo que tu rey exige –al mostrar un poco los colmillos Scar sintió un deja-vú, como cuando encolerizo a su hermano al llegar tarde a la presentación de la bola de pelos.

–No creo que ha Nadia la vean con buenos ojos...

–Oh, no te tienes que preocupar por ella –manifiesta Simba un poco más conciliador –. Se quedará con la manada, a salvo. Y, al igual que Kiara, ella estará castigada hasta nuevo aviso siendo vigilada junto a mi hija por Tama.

Nadia atrae la cabeza de Scar en un abrazo ligero para luego hacer lo mismo con Simba, para gusto de él.

–¿Lo ves? Ya no tienes que... ¡Oye! –Chilla después de procesar todo –. Simba, ¿estás loco? Tama me odia.

–No te odia, solo es difícil tratar con ella.

–Seguramente para ti también fue difícil tratar con ella –masculla ella.

–Al menos no serán esos tontos –escuchan a Scar decir –. ¿Cuándo partimos? Entre más rápido hagamos esto mejor para todos nosotros.

–Deja de llamarlos de ese modo.

–¡¿Me dejaras con Tama?! –Reclama completamente anonada.

Scar sonríe con fingida pena.

–Ya oíste al rey. No puedo negarme ante lo que exige el rey.

–Cuando te conviene, ¿no? –murmura entre dientes

No necesitó decir nada si con esa sonrisa maliciosa fue toda la respuesta que necesito. Arruga la nariz como si algo estuviera descompuesto. Simba no se acerca, sabe que no debe intervenir ni meterse en el camino cuando alguna hembra, en este caso mujer humana, está molesta. Sabe que el enojo de Nadia bajara gradualmente, esperaba que pronto, porque es mucho mejor tenerla de buen humor que en ese estado y más cuando ella es la encargada de hacer curas o brebajes.

Pero, para sorpresa de ambos leones, ella sonríe con la mayor de las dulzuras.

–Espero que este viaje los una y sea tiempo para que tío y sobrino compartan en armonía. ¡Lo que daría por ver su convivencia en todos esos días en los que trabajan juntos, solos! –Si no fuera por ese tono empalagoso Scar no se habría molestado en pensar en esa posibilidad, estaría solo con la bola de pelos por ¿cuánto? ¡Cinco días!

Nadia acaricia la melena rojiza de Simba, enredando uno mechón entre sus dedos enroscándolo.

–Espero que ambos puedan descansar bien, será un viaje muy largo –prosigue dejando de acariciar a Simba y alejarse un par de pasos, excusándose: –. Iré a preparar mis cosas para ir a la roca del rey, nos vemos luego.

Puede que haya actuado infantilmente, cosa reprochable. Pero ver sus caras horrorizadas al saber que van a estar juntos por unos cuantos días sin nadie quien impida que se maten fue algo satisfactorio para la humana, muy satisfactorio. Por suerte, con ese viaje, puede que ambos hallen la forma de limar sus asperezas un poco más.

Incluso, si se atreve a soñar, puede que se perdonen el uno al otro.

...

Al día siguiente Nala, sus hijos, sus amigos y el resto de la manada se despidieron del rey y de Zazú. Mientras, a unos pocos metros, Nadia abrazaba y zarandeaba a Scar para que no hiciera ningún truco sucio y que volviera con bien. El león mayor estaba algo hastiado de esa charla, es como si su padre hubiera tomado posesión del cuerpo de la humana, claro; sin los pequeños insultos de por medio aunque casi no hace diferencia.

–Espero que tú también te comportes –recalcó una vez escuchado toda su palabrería. Nadia abre la boca completamente ofendida –. No hagas travesuras, no te alejes tanto de la roca y, por sobre todo, no te metas en las lejanías. Puede que no hayas ido desde lo de Kiara pero las ganas no te faltan, así que, le pedí expresamente a la reina que tengas compañía para tus caminatas.

"¿Con Tama no es suficiente?".

–Miren quien actúa como el padre de quien. Bien –accede, con las palmas al aire –, si eso te hace sentir mejor.

–Lo que me haría sentir mejor es no tener que pasar tiempo con el rey dorado y ese saco de plumas.

–El sentimiento es mutuo –ambos voltean hacia la fuente de esa voz, es Simba. Zazú aterriza a las patas del rey, mirando con desconfianza a Scar, le aconsejo a Simba que no necesitaba de él pero Rafiki y Nadia hablaron en favor del oscuro león –. Pero esto es un asunto importante y, por desgracia, requiero de tú experiencia.

La humana lo abraza revolviendo su melena con sus manos, en una caricia que Simba disfruto cerrando los ojos. Nala ríe al ver a su pareja actuar como un gatito doméstico.

–Todo saldrá bien y volverán pronto.

–Veo que ya no estás molesta.

–Oh, no. Sigo molesta pero no soy rencorosa –dice orgullosa, moviendo su trenza detrás de su hombro derecho.

Scar sonríe de lado, no se fiaba de tal declaración.

Intercambiaron más palabras antes de que se pusieran en marcha. Aunque no lo diga ni lo demuestre, Nadia estaba preocupada. Puede que este viaje los ayude o solo uno de ellos volverá terminando así el conflicto de una vez por todas, con sangre. No fue hasta que vio desaparecer sus siluetas cuando retrocede sus pasos y se sienta en una de las rocas, a pocos metros de la roca del rey, donde hay varios árboles con la suficiente sombra donde las leonas descansaban y charlaban.

Apoya su mandíbula en sus manos entrelazadas sobre su rodilla, pensativa. Esperaba que estos cinco días fuesen tranquilos, sin ninguna clase de peligro o situación critica.

Pero, poco sabía ella que se enfrentaría de nuevo contra alguien cuyo nombre significa odio, donde tendrá que sacrificarse para salvar a un príncipe cuyo destino era demasiado oscuro.