Decir que no extrañaba la cara amargada de Scar junto con su mirada llena de fastidio contendido sería una completa mentira. Vamos, hasta la nariz de pinocho capaz y le crecía si llegaba afirmar que no extrañaba al malhumorado león, con Simba incluido. Los primeros días fueron llevaderos. Gracias a los antiguos reyes que Nadia procuraba no molestar a Tama ni contradecirla mucho, aunque a veces su lengua se le iba de las manos.

La leona es... especial. Así la ha denominado la humana con tal de no entrar en conflicto.

Nala está más que encantada con su amiga de la infancia, confiaba plenamente en que tanto su hija como la humana estarían en buenas patas. Kiara no ha estado de buen humor desde entonces, no le agradaba tener una niñera.

–¿Crees que yo quería una? –le dijo Nadia aquella vez, con el sarcasmo goteando cada palabra –. ¡Para la próxima no me involucrare!

–¡Ni eso te lo crees! –replicó la cachorra alejándose con la frente en alto, como la reina que estaba destinada a ser, dejándola con la palabra en la boca.

Su orgullo fue herido y no estaba la irritante risa de Scar para distraerla y, en consecuencia pelear con él, eso lo hizo extrañarlo un poco, no, mucho. Lo extrañaba mucho. Se había acostumbrado demasiado a su presencia.

"Sabía que volverme una garrapata con él me traería consecuencias", se lamentó mientras seguía a la cachorra con Tama a cuestas.

Tama le recordaba de cierta forma a Vitani cuando es adulta.

La hierba le daba una comezón incesante, picaba mucho. Tama creyó que era buena idea instruir a Kiara para que fuera una cazadora competente; Nadia habría estado más que feliz de verla a lo lejos, sentada cómodamente bajo la sombra de un árbol, pero, en vez de eso, la custodia decidió incluirla para su sorpresa. Nadia intento quejarse pero Tama la interrumpió.

–Eres una hembra, debes ser eficiente, ser capaz de cazar por ti misma. Si no eres capaz de eso, entonces no podrás sobrevivir a la vida, ni a los golpes que esta te pueda dar –argumentó Tama, mirándola de arriba a abajo, arrugando la nariz como si no fuera más que una débil mariposa –. Aunque dudo seriamente si podrás ser capaz de matar algo. Dependes mucho del traidor –agregó con desagrado.

Nadia iba a replicar e intentar defender a Scar, pero, Tama no dijo ninguna mentira. Si le recriminaba lo más seguro es que Tama diría que está de acuerdo con la forma en la que Scar se hizo con el trono. Algo que no le conviene a ella ni a Scar. Podría meterlo en problemas con Simba y ser fácilmente acusado de conspiración, algo que también le salpicaría a ella, en consecuencia con su afiliación con el león. O, simplemente no quería pelear con la temperamental leona; su sentido común parece estar haciendo un buen trabajo.

–No dependo de él –dice ella en cambio, en voz baja, controlada –. Yo he matado un pez, eso debería contar.

–Sí, si eres un leopardo –se burla –. ¡Ponte en posición!

Estaban acechando a una manada de cebras. Una manada de no más de veinte miembros. Nadia trataba de no moverse mucho, ni rascarse, ni respirar fuertemente; si hace un movimiento brusco o cualquier ruido la manada huiría y Tama la asesinaría (no de forma literaria, o eso esperaba).

Kiara hacia lo posible por ser sigilosa, lo intentaba.

La palabra clave; intentaba.

Resulta que Kiara aún no es lo bastante sigilosa como para que la manada no la notase. La pisada de una rama hizo que rápidamente corrieran, alejándose del peligro inminente.

–¡No fue mi culpa! –Nadia alza la mano en lo alto.

Tama rueda los ojos.

–Por supuesto que no, humana –luego se dirige a la cachorra –. Kiara, debes ser más cuidadosa para la próxima. Así que, por ahora, practicaras con otro objetivo.

A Nadia poco le gustaba el tono que uso con la última palabra. Kiara la mira con una risita malvada.

Se remueve, inquieta.

–¿Qué quieres decir con eso?

–Oh, creo que ya lo sabes –ronronea con malicia. Inclina la cabeza hacia Kiara, susurrándole –. Si lo haces bien, princesa, puede que hable con tú madre para que deje que te juntes con tus amigas, Tiifu y Zuri.

Sabía que este castigo iba a ser humillante, pero ser la presa es demasiado.

"Oh, Simba, me las pagaras", piensa Nadia mientras corría con Kiara tras ella entre risas. Tama las miraba con aparente aburrimiento, no esperaba que este ejercicio se volviera un juego en donde ambas; aparentemente, se divertían.

–Esto no era lo que pretendía –masculla Tama, luego ve como Nadia cae al suelo rodando sobre su cabeza, quedando completamente sucia y con el cabello hecho un nido de aves. Casi sonríe –. Eso sí lo compensa. Kiara, deja que se levante por lo menos.

Al parecer las palabras de Simba sobre unas escoltas en sus paseos iban en serio, más Nadia no pensó que la acompañarían al manantial donde se bañaría. Una cosa era acompañarla y darle su espacio, otra, muy diferente; es vigilarla mientras se duchaba. Scar al menos le daba privacidad. Tama no siempre va a estar vigilándola mucho menos cuando Nadia quiere hacer otra actividad con o sin Kiara, por eso, cuando se enteró de las escoltas; estuvo más que dispuesta a ceder parte de la vigilancia por al menos algunas horas.

–Ah... ¿Podría voltearse, por favor?

Una de ellas, una leona color crema y ojos claros, (cuyo nombre no recordaba) frunce el ceño ante su petición.

–La reina nos ha ordenado...

–Sí, sí, sí, se la orden de la reina –interrumpe moviendo la mano quitándole importancia –. Pero en serio, chicas, no tienen que verme mientras de ducho. Es... raro. Además no voy a escapar así, completamente sucia, y aparte de que ustedes me podrían derribar en un santiamén.

Ambas leonas se miran por un momento, luego la que hablo con ella asiente. Ambas voltean y caminan a unos pocos pasos dándole algo de privacidad.

"Espero que Scar y Simba no se estén medio matando. Pero tampoco que la estén pasando bien", pensó distraídamente un poco enfurruñada por el ridículo castigo al que la sometió el rey y la ridícula petición que le hizo Scar a Nala.

...

A cientos de kilómetros de distancia, donde un Cálao parecía estar a punto de ser comido por un león de melena oscura. De repente, el león se detiene en pleno acto, Simba llega tras él con la mirada fruncida; mostrando los dientes. Zazú se oculta tras la pata del rey.

–¿Ahora que tienes? –Cuestiona sin ánimos. Con la ceja enarcada ante la cara arrugada de su tío por el disgusto.

–Nada. Mejor continuemos –responde apurando el paso.

No iba a confesarle que pensó en Nadia, mucho menos que ella probablemente los estaba maldiciendo por castigarla y dejarle niñeras, usando los trucos locos de Rafiki o el simple pensamiento.

"Y pensar que me acostumbre a ella", masculla para sus adentros un tanto molesto por extrañar un poco a la exasperante humana.

...

No iba a escapar a ver a Nuka, lo había prometido. Aunque Nadia reconocía que no siempre cumplía con su palabra porque siempre surgía algo que la obligaba a ello, o esa era su excusa, independientemente por donde se vea. No iría a las lejanías por mucho que quisiera.

–Ustedes pueden irse si quieren. No pienso caminar nada –añade al ver sus expresiones ceñudas, cautelosas. Ambas leonas son gemelas cuya única diferenciación son sus colores de ojos.

–Pero...

–Lo sé, lo sé, chicas. Lo tengo entendido –las interrumpe con una temblorosa sonrisa tirando de sus labios y haciendo movimientos con las manos; Nadia no quería recurrir a esto, pero usara los trucos que aprendió de Scar, la buena labia –. Seguro han de estar aburridas de seguir mis pasos, todo el tiempo, durante estos días. Seguramente tienen mejores cosas que hacer –se agacha para estar a su altura y, con sus brazos, las abraza a ambas por el cuello con suavidad quedando ella en el medio. Tararea: –. Como bajo la sombra de un árbol, descansado. O pasear por las praderas, incluso encontrarse con un guapo león o hacer lo que ustedes quieran en su tiempo libre.

Sonríe internamente cuando ambas la miran con renovado interés. La manipulación no es algo que considerase correcto pero a veces, como última medida, se deben recurrir a las artimañas deshonrosas.

"Mira lo mala influencia que fuiste para mí, Scar", pensó mientras las acariciaba cual gatos domésticos.

Nadia hasta llegó a preguntarse si Scar estaría o no impresionado con ella. Puede que sí, puede que no. Igual su reacción sería interesante.

–¿Qué dicen? –murmura –. No digo nada y ustedes tampoco. Sera nuestro pequeño secreto.

–¿Y si alguien de la manada la ve sola? –cuestionó la de ojos marrones, no muy confiada.

–Puedo decir que están cerca, en los matorrales, a una distancia prudente –responde, segura –. Nadie me hará más preguntas después de eso, lo prometo.

–Si la reina se entera... –prosigue su hermana.

–No lo hará –aseguró Nadia –. Como dije, será nuestro secretito –Nadia se incorpora y gira a verlas, asintiendo compresivamente y agregando: –. Ustedes deciden, chicas, depende exclusivamente de ustedes.

Ambas leonas intercambia una mirada, parecían tener una conversación silenciosa. A Nadia siempre le ha fascinado y asustado como los gemelos o mellizos podían comunicarse con tan solo una mirada o un gesto, como si se leyeran la mente; con ellas el sentimiento es el mismo. Esperaba que, sea lo que sea que se estuvieran comunicando, accedan.

Algo que, finalmente, ocurre.

No es que a Nadia le molestase la presencia de las leonas, o de estar con Kiara bajo la atenta mirada de Tama (algo a lo que ya se ha acostumbrado en estos días) y el pequeño entrenamiento a la que la somete; simplemente quería algo de tiempo para ella sola. A veces, o en el trascurso del día, necesitaba un rato a solas con ella misma. Solo eso. Pero al estar castigada el lujo de poder estar sola es ahora una necesidad.

Nadia suspira profundamente, con los ojos cerrados, bajo la sombra de un árbol con un pequeño riachuelo no muy lejos; a lo lejos podía ver perfectamente las lejanías.

–Mmm... esto es lo que necesitaba –dijo en voz alta disfrutando de la sombra. Nada podía arruinar esta pequeña paz ¿o sí?

...

A unos pocos kilómetros de distancia, en la frontera con las lejanías. Un príncipe caminaba de un lado a otro con la mirada fruncida en concentración, estaban indeciso, pero tenía que hacerlo. Su hermana Kiara ha estado algo triste, Kopa sospecho que no era solamente por el castigo que su padre le ha impuesto, no, no era por eso; era por ese chico que conoció en su pequeña aventura.

"Kovu, se llama Kovu", recordó el joven príncipe.

–¿Qué estás haciendo, Kopa? –la voz de Kion lo saca de su ensimismamiento, junto a su hermano estaba Bunga, el pequeño e intrépido tejón de miel, sobrino adoptivo de Timón y Pumba.

Bunga jadea exageradamente.

–¡¿Acaso piensas ir a las lejanías?! ¡Asombroso!

–¿Qué?

–Shhhhh... –Kopa chista a su hermano y amigo, luego mira por todas partes asegurándose que nadie los hubiera escuchado y susurra: –. No digan nada. Volveré pronto, lo prometo.

–Pero está prohibido, Kopa. Papá lo prohibió –le recordó efusivamente. Kion a diferencia de sus hermanos mayores es más propenso a seguir las reglas –. ¿Por qué quieres ir allí?

–Debo buscar a alguien.

– ¿A quién? –cuestiona Kion con una ceja arqueada.

–Si –apoyo Bunga –, ¿a quién?

–¿Han notado a Kiara decaída, verdad? –les pregunta Kopa.

Ambos asienten.

–¿Cómo no va a estarlo? Si está castigada –Bunga hace un gesto dramático

–¿Y eso que tiene que ver con que iras a las lejanías? –Kion inquiere, ignorando el drama de su amigo –. Sea lo que sea, no es una buena idea.

Kopa gimió por lo bajo.

–Kiara conoció a un chico, ¿lo recuerdas? Nadia nos contó de él cuando Kiara se fue a hablar con papá. Creo que esta triste porque no ha sabido de él, y quiero ayudarla de alguna forma –explicó.

De alguna forma, a pesar de su juventud y que es menor que Kiara por tan solo unos minutos, Kopa quería ayudar a su hermana de alguna forma. Puede que ella diga que está bien pero sabe que miente, sabe que ella quiere saber qué paso con su amigo. Y, si para eso debe ir a las lejanías arriesgándose ha ser descubierto y castigado, que así sea. Kion aprieta los labios en una fina línea, pero sabía que su hermano no cambiaría de opinión, suelta un suspiro resignado.

–Entonces, iré contigo –declaró.

–¡Yo también! –grita Bunga saltando con emoción.

Kopa niega.

–No –dice –. Es mejor que se queden aquí, sino vuelvo antes del atardecer busca ayuda, ¿sí? ¿Puedo contar con ustedes?

–Pienso que es una mala idea –Kion replica desviando la mirada –. Pero acepto. Si el cielo se empieza a tornar naranja, buscare ayuda, incluso antes si siento que tardaste demasiado –condiciona.

–Ahhhh... Yo quería ir, nunca podemos divertirnos –se quejó Bunga.

–No creo que sea divertido, Bunga –Kion replicó seriamente.

–Hecho –Kopa accede a la condición de su hermano.

La cara de Kion cambia a una mueca de preocupación cuando su hermano cruza la frontera y mira el cielo, pidiendo a su abuelo que cuide de Kopa, que vuelva con bien.

...

La tranquilidad de la soledad es algo que Nadia debió suponer que no disfrutaría por mucho tiempo. Ya sea porque sus niñeras hayan decidido buscarla o, escuchar la estruendosa voz de Bunga mientras saltaba de un lado a otro, eso, y que Kion se veía consternado; bien pudo ignorarlo y fingir demencia, pero algo que dijo el pequeño hizo que abriera los ojos a una velocidad vertiginosa.

–Te preocupas demás, Kion. Ya verás que Kopa volverá antes de lo que te des cuenta –dice sin darse cuenta de que Nadia estaba a pocos metros, bajo el árbol, al percatarse cubre su boca con sus patas.

–¿Qué quieres decir con eso, Bunga? –Inquiere Nadia mirándolo sospechosamente, luego se dirige a Kion cuando el pequeño tejón empieza a balbucear –. Kion, ¿dónde está Kopa?

No le estaba gustando como esos dos se miraron por el rabillo del ojo, mucho menos que Bunga se quedara callado luego de que balbuceara mil cosas sin sentido, algo estaban ocultando. Y, conociendo las travesuras de estos cachorros, sabe que puede llegar a ser algo peligroso.

Kion le hace una mueca a Bunga antes de fingir normalidad.

–Ah... No sé de qué me hablas, Nadia. Puede que hayas escuchado mal.

–¿En serio? –sus cejas se fruncen aún más, estaban actuando demasiado sospechoso –. ¿No está haciendo algo que no debe? Como romper una regla, por ejemplo. O, puede ser, no sé, como algo que lo ponga en un peligro inminente.

–¿Peligro? –repite casi con voz queda.

–Si –asintió –. Peligro, Kion, algo malo.

–Pero no pasara nada malo... ouh –Bunga calla al ver la mirada severa que la humana les estaba dirigiendo, le recordaba incluso a la de Scar, ese león mayor con aterradores ojos verdes.

–Miren, queridos, si fuera por mí dejaría esto a un lado pero no puedo. Porque ahora tengo un mal presentimiento, uno que está relacionado con Kopa, ¿lo entienden? –Se fue levantando lentamente, su voz cada vez más seria algo no propio de ella –. Ahora, quiero que me digan...

– ¡Esta en las lejanías! ¡Se fue a buscar al amigo de Kiara para que se sienta mejor! Uf... –confeso Bunga con rapidez no aguantando la mirada y voz seria de Nadia. Si bien, no necesito zarandearlos mucho, aprendió muy bien como intimidar a alguien gracias acierto león.

–¡¿Cómo que está en las lejanías?! –chilla con una voz muy aguda para su gusto, pero esto era malo, muy malo. Se agacha hacia Kion, con expresión consternada –. ¿Acaso no se te ocurrió detenerlo?

–Ya iba por ayuda, Nadia. Me dijo que esperara hasta el atardecer pero es demasiado –Kion no le gusto ver a la relajada Nadia así, de verdad es algo malo –. ¿Qué hacemos?

–Tú buscaras ayuda junto a Bunga, yo iré a buscarlo. ¿Hace cuánto se fue?

–No hace mucho pero seguro te lleva ventaja –Bunga responde.

–¿Y si voy contigo? Aún no eres muy buena con tu orientación, mucho menos rastreando a alguien –añade Kion.

De nuevo, su orgullo fue herido aunque esa no era la intención, pero Nadia se negó en rotundo argumentando que la ayudaría mejor si busca a las leonas, preferiblemente a su madre. Kion acepta a regañadientes y, junto a Bunga, van corriendo en busca de Nala.

Nadia vuelca su mirada en las lejanías.

–Por favor, que no sea tarde –pidió en voz alta mientras corría hacia las lejanías.

...

El plan era sencillo, sin ningún contratiempo. Según lo poco que Kiara le confió a su mellizo sumado a la escasa pero útil información que Nadia compartió de forma distraída; en ese momento Kopa apenas cuestiono como era posible que Nadia supiese de Kovu, incluso antes de cruzárselo junto a Kiara ese día que ella cruzo la frontera por primera vez, supuso entonces que el señor... tío Scar le compartiera tal información. Pero, al estar ya en una zona relativamente apartada más de lo debido, se cruzó con una leona cuya mirada estaba encendida de forma maquiavélica. No espero este contratiempo.

Kopa retrocedió un poco, sin darle la espalda, pero manteniendo la mirada fija en ella tanto que no noto a una cachorra como de su misma edad con ojos morados, que lo miraba tanto a él como a su madre, ansiosa.

–Vaya, pero mira que tenemos aquí. ¿No estás muy lejos de la protección de tu padre? –preguntó en siseo bajo, rodeándolo como una presa, su sonrisa torcida –. ¿Qué te trajo por aquí, cachorro?

Kopa trago grueso mientras contemplaba como la leona lo veía con odio, puede entender que estaba en su territorio, pero esa mirada no destilaba recelo sino odio puro. ¿Será ella Zira, la leona rencorosa de la que su padre le advirtió, esa misma que intentó atacarlo?

–¿Mamá?

–Vete, Vitani, Nuka se ocupara de ti –ordena a su hija.

Kopa mira a Vitani con pánico, ella le mira contrariada a lo que Zira vuelve a repetir la orden solo que con más dureza. Vitani baja las orejas y susurra un "lo siento", antes de alejarse corriendo.

–Si me haces algo, mi padre se encargara de ti, no puedes tocarme –argumenta Kopa con la poca valentía que pudo reunir, buscaba tiempo, ver si podría distraerla lo suficiente como para salir corriendo y salir de esta.

Zira ríe por lo bajo ante su audacia que más bien es una medida desesperada para no demostrar su miedo. Para ella esto era perfecto. Desde luego que, su plan principal será orquestado por su hijo Kovu quien se hará pasar por el amigo de Kiara, pero, mientras lo entrena para eso; bien puede proporcionarle algo de dolor a Simba devolviéndole algo del sufrimiento que han perecido por culpa de ese usurpador.

"Si Scar no reclama lo que le pertenece lo hará su heredero, de eso me asegurare", jura Zira para sus adentros.

Sus garras se clavan en la tierra, lista para saltar sobre su objetivo. Kopa retrocede un paso sin dejar de mirar sus movimientos, no será muy rápido, pude que incluso juegue con él.

–Oh, príncipe, aquí no tienes autoridad ¡ni protección! –rugió con fuerza antes de abalanzarse.

Kopa ve como salta sobre él y apenas si pudo esquivarla, tropieza y corre, corre lo más rápido que puede, pero Zira ya es una leona adulta cuya velocidad es superior. No le tomo mucho que lo alcanzara mucho menos derribarlo, y clavarle sus garras en su lomo donde el príncipe sintió el líquido bajar lentamente de su lomo. Zira sonreía y sus ojos brillaban como la sangre misma, alza su pata lista para dar un zarpazo mortal cuando es jalada bruscamente por la cola, haciendo que suelte un gruñido, sorprendida.

...

Nadia miraba por todos lados en busca de una señal de Kopa. Ya vera ese pequeño cuando lo tenga en sus manos ¡deseara nunca haber cruzado las lejanías! En su mano sostiene una larga rama seca, por si acaso. No sería suficiente considerando lo fuerte y rápida que es Zira pero, esperaba no encontrarse con ella, que Kopa no se haya encontrado con ella.

Al alzar la mirada se encuentra con dos buitres sobrevolando en círculos no muy lejos de donde estaba parada y, luego, escucha un rugido aterrador.

No lo pensó, solo corrió allí sin importar el riesgo que suponía.

"Maldición, maldición, que no sea quien creo que sea", prefería equivocarse y ser un león cualquiera y no Kopa con Zira; todo menos eso.

La visión de esa escena parecía ir en cámara lenta, Zira lista para darle un golpe mortal a Kopa hizo junto con sus garras ya manchadas de sangre hizo que Nadia corriese a detenerla, específicamente, tomarla de la cola y jalarla con fuerza; soltando en el proceso la vara que sostenía.

Zira voltea, colérica. Y, al ver quien fue el intruso, sus ojos se abrieron con furia.

–¡Corre, Kopa, corre! –ordena mientras coge la vara lo más rápido que puede para estampársela a Zira en la cara, obviamente le dio, pero Zira logró darle un rasguño profundo en su brazo izquierdo al tiempo que desgarra la tela de su chaqueta; la sangre caliente fluye con rapidez, no fue una herida superficial. Nadia suelta un grito de dolor y, pese a ello no suelta la vara –. ¡Vamos, Kopa, vete! Estaré bien, te alcanzare luego.

Kopa, quien apenas pudo levantarse en sus patas temblorosas, miró con horror y asombro como Nadia se estaba enfrentando a la leona, no quiso irse al principio pero luego acata la segunda orden y sale corriendo.

El aturdimiento de Zira solo duró unos segundos cuando, de nuevo, intenta saltar sobre ella, dejando a Kopa de lado y ahora centrándose en su nuevo foco de ira.

–Pagaras por esto.

–Pues ven entonces, querida, que no te tengo miedo –si le tenía miedo y mucho, pero la adrenalina en sus sistema la hacía decir cosas que no debía –. Ya veo porque el distanciamiento entre ustedes –agregó al aire sin especificar nada sin saber que eso molesto a Zira más de lo que pensó siendo un rugido potente y voraz que la hizo encogerse en su lugar –. Lo arruine. ¡Ungh!

Nadia esquiva otro ataque e intenta volver a golpear a Zira para, con suerte, aturdirla lo suficiente para poder huir en la misma dirección que Kopa. Pero Zira parecía querer en verdad terminar con ella a toda costa. Esquivaba a la vara (haciendo que solo recibiera rozones o un golpe no tan fuerte) y hasta logró rasguñar sus piernas y brazos, aparte de que la estaba haciendo retroceder dejando un pequeño camino de sangre con cada paso.

Casi cae cuando su pie se resbala en un acantilado donde, a unos metros, estaba el río. Estaba atrapada. La risa triunfal de Zira lo confirma.

–No tienes escapatoria, humana.

–Si he de caer, al menos... me asegurare... de darte duro en esa cabeza tuya –dice Nadia con dificultad. Una idea loca y arriesgada cruzó por su mente –. Y... lo otro... creo si la tengo.

Después de decir aquello, usa las pocas fuerzas que tiene y lanza un golpe que hace retroceder a Zira tomándola por sorpresa, luego se deja caer. Zira se asoma y ve la vara yéndose por el río, gruñe por lo bajo al no haberla acabado como se debe.

...

A cientos de Kilómetros, bajo un árbol, dos leones dormían plácidamente dándose las espaldas a varios metros de distancia, con un ave durmiendo en una rama cercana. Hasta que uno de ellos abre los ojos y se incorpora, sobresaltado. Fue el león de melena oscura, Scar, quien miraba a lo lejos el camino que debían recorrer para volver a la roca del rey. Una desagradable sensación lo abrumo junto con un sabor amargo en la boca.